RUSIA EN EL CÁUCASO Y MOLDAVIA
OPERACIÓN ESPECIAL DE PUTIN
El partido gobernante prorruso «Sueño Georgiano» hace campaña con la bandera europea, pero está en contra Occidente y rechaza sus valores.
El nombre de Cáucaso proviene del griego Káukasos, un legendario pastor escita asesinado por Crono y que dio nombre a las montañas. En la mitología griega, el Káukasos era uno de los pilares que sostienen al mundo. Se afirma también que Prometeo fue encadenado a estas montañas por Zeus. Otra versión es que procede del personaje mítico llamado Caucas, antecesor legendario de los pobladores del Cáucaso.
Este era el hijo de Targamos, y nieto de Jafet (tercer hijo de Noé) o Jápeto. Su historia fue puesta por escrito en una compilación de crónicas georgianas medievales, llamada Kartlis Tsjovreba (‘Vida de Kartli’, centro de la región antigua y medieval de Georgia, conocida también como Iberia, redactadas a partir de la tradición oral del lugar. Uno de los autores de estos textos, cuya cronología oscila entre el siglo IX y el XIV, que se ha podido identificar es Leonti Mroveli (siglo XI).
Acontecimientos de enorme magnitud, impidieron que podamos publicar este artículo sobre los sucesos, básicamente en el Cáucaso, Georgia, y relacionado con lo que sucede en Moldavia. En el mes de octubre se realizaron las elecciones parlamentarias en Georgia, elecciones presidenciales y referéndum sobre la adhesión a la Unión Europea en Moldavia. Ambos países fueron seguidos de cerca por la UE con vistas a la ampliación. Al mismo tiempo, los votos fueron supuestamente manchados por la interferencia rusa.
En Georgia, la Comisión Electoral Central de Georgia (CEC) declaró al partido gobernante, nacionalista conservador y prorruso Sueño Georgiano del primer ministro Irakli Kobakhidze, ganador de las elecciones parlamentarias del 26 de octubre, un resultado fuertemente cuestionado por la oposición, así como por actores internacionales como la Unión Europea y los Estados Unidos. Es llamativo que en un país en el que el 85% de los ciudadanos apoya la adhesión a la Unión Europea, haya triunfado un partido prorruso y enemigo encubierto de Europa.
En tanto en Moldavia, país que no pertenece al Cáucaso, el 20 de octubre, votó por una mayoría muy ajustada a favor de incorporar en su Constitución un rumbo pro-Unión Europea, tras un referéndum también plagado de acusaciones de que Rusia había intentado manipular la votación. Una vez contados todos los votos, el 50,46% de los votantes aprobó el cambio constitucional.
Ese día, en Moldavia se celebró la primera vuelta de las elecciones presidenciales, en las que ganó la actual presidenta prooccidental Maia Sandu, que obtuvo el 42,3% de los votos, frente al 26% que obtuvo su principal rival, Alexandr Stoianoglo, un ex fiscal general prorruso. Maia Sandu se enfrentó en una dura segunda vuelta de las elecciones presidenciales el 3 de noviembre, y ganó con el 55,03% de los sufragios, según la Comisión Electoral Central. Su oponente, el ex fiscal general Stoianoglo, obtuvo algo menos del 45%.
La presidenta georgiana, Salomé Zurabishvili, enfrentada al actual gobierno de Tiflis, se presenta ante las cámaras el domingo por la noche. Detrás de ella están los principales líderes opositores, incluidos quienes firmaron la Carta de Georgia por la que se comprometían a implementar las reformas que exige la Unión Europea en caso de ganar las elecciones. Zurabishvili, dijo que el gobierno cometió fraude, que sus compatriotas han sido «víctimas de una operación especial rusa». Y también para convocar a las primeras protestas contra Sueño Georgiano (SG), que gobierna desde 2012 y fue fundado por el oligarca Bidzina Ivanishvili, el hombre más rico del país.
La presidenta prooccidental Salomé Zurabishvili acusó a Rusia de estar detrás del fraude electoral en Georgia, diciendo que era parte de una «operación especial rusa» y la oposición de Tiflis ha acusado al gobernante partido Sueño Georgiano de recibir órdenes de Moscú. Los del partido Sueño Georgiano, sabían de su triunfo de antemano, en tanto países aliados como Azerbaiyán, Hungría, el presidente Víktor Orban el caballo de troya de Putin en Europa y hasta algunos representantes del Kremlin felicitaron a Ivanishvili por la victoria.
Semanas antes de las elecciones, una resolución del Parlamento Europeo afirmaba que Sueño Georgiano promueve «una agenda cada vez más autoritaria», y solicitaba a la Unión Europea (UE) que impusiera sanciones «a todos los responsables de socavar la democracia en Georgia» y reafirmaba que el proceso de adhesión al bloque está paralizado de facto. La Coalición por el Cambio y Unidad-Movimiento Nacional, las dos principales formaciones de la oposición, anunciaron que no participarán en el nuevo parlamento.
«No vamos a dar legitimidad al robo de votos del pueblo georgiano. Vamos a renunciar a nuestras actas», dijo el responsable de la Coalición por el Cambio Nana Malashjia en declaraciones a la prensa. Desde Unidad-Movimiento Nacional han argumentado que «cuando decimos que no reconocemos los resultados implica que no vamos a entrar en el Parlamento», según la líder de la formación, Tina Bokuchava.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, pidió una investigación independiente sobre las «irregularidades» en las elecciones de Georgia, insistiendo en que los georgianos tienen «derecho a saber qué sucedió». La Unión Europea y Estados Unidos pidieron a Tiflis que abra investigaciones sobre las denuncias. Los ministros de 13 países de la Unión Europea también condenaron la «violación de las normas internacionales» en las disputadas elecciones parlamentarias de Georgia, calificándolas de «incompatibles con los estándares que se esperan de un candidato» a la Unión Europea.
El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, también pidió a la comisión electoral y a las autoridades pertinentes que «investiguen y resuelvan de manera rápida, transparente e independiente las irregularidades electorales y las denuncias correspondientes» en una publicación en X. La oposición acusó durante meses a Sueño Georgiano de desviar a Georgia de su objetivo de unirse a la UE y devolverlo a la órbita de Rusia.
El Ejecutivo comunitario se desmarcó también de la visita que el primer ministro húngaro, Viktor Orban, realizó a Georgia, asegurando que «no ha recibido ningún mandato» para hablar en nombre de la Unión Europea con el primer ministro del país, Irakli Kobajidze, y enmarcando el encuentro en las «relaciones bilaterales» entre ambos Estados.
El secretario del Departamento de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, pidió que se investiguen a fondo los informes sobre irregularidades denunciadas por los observadores abanderados por la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) en unos comicios en los que según resultados oficiales se habría impuesto por mayoría absoluta el partido nacionalista Sueño Georgiano.
«Condenamos todas las infracciones de las normas internacionales y nos sumamos a los llamamientos de los observadores internacionales y locales para que se investiguen a fondo todas las denuncias de violaciones relacionadas con las elecciones», rezaba un comunicado, en el que ha animado «de cara al futuro» a que los dirigentes políticos georgianos respeten el Estado de derecho, deroguen la legislación que menoscaba las libertades fundamentales y aborden las deficiencias del proceso electoral. Blinken sostuvo que los «objetivos de integración europea y euroatlántica de Georgia, consagrados en la Constitución del país, exigen que el Gobierno respete los derechos de los miembros de la sociedad civil y las libertades fundamentales de todos los ciudadanos georgianos».
La Comisión Europea recordó además que el proceso de adhesión de Georgia a la UE está «de facto, paralizado», después de haberle concedido el estatus de país candidato en diciembre de 2023. Bruselas pide a las autoridades georgianas que reviertan la ley de agentes extranjeros y que reconozca las relaciones del mismo sexo, en línea con las exigencias de cumplimiento del Estado de derecho y valores democráticos de la UE. El reconocimiento de las relaciones del mismo sexo, es un abuso vergonzoso de la Unión Europea izquierdista.
El Kremlin ha negado que Rusia haya interferido en las elecciones, afirmando que fueron los estados europeos los que presionaron a Georgia. La figura dominante, fundadora y líder del partido Sueño Georgiano es el multimillonario Bidzina Ivanishvili, que hizo su fortuna en Moscú y es partidario de la reconciliación con Rusia y la cooperación con China. Ivanishvili es muy crítico con Occidente.
La ex república soviética situada en la frontera sur de Rusia es candidata a la adhesión a la UE desde diciembre de 2023. Sin embargo, Bruselas ha suspendido las negociaciones de adhesión debido a varias leyes represivas que el Sueño Georgiano ha impulsado este año. El primer ministro Irakli Kobakhidze intentó aliviar la tensa situación política en el país asegurando a los votantes que el país sigue comprometido con la UE. Georgia quiere integrarse plenamente en el bloque en 2030, según declaró en una reunión del gobierno en Tiflis.
El congelamiento del proceso de adhesión por Bruselas, se debe a que Georgia aprobó una ley sobre «injerencia extranjera». Una ley que da al Estado vía libre para actuar contra organizaciones críticas de la sociedad civil y medios de comunicación. La oposición la llama «ley rusa», ya que es muy similar hasta en los detalles a una legislación similar de la Rusia de Putin.
En plena campaña electoral, el primer ministro, Irakli Kobakhidze, anunció que prohibirá los principales partidos de la oposición si logra la victoria electoral. Él y otros cargos del partido «Sueño Georgiano», durante semanas realizaban advertencias sobre un «partido de la guerra global», que supuestamente quiere llevar a Georgia a un conflicto con Rusia, en una clara ruptura con Occidente y un rechazo definitivo de la UE y la OTAN.
La oposición georgiana está dividida en cinco alianzas de partidos, más o menos liberales, conservadoras o socialdemócratas. Pero están unidas por su rumbo proeuropeo y su clara postura contra el régimen de Putin. En una reciente declaración conjunta, los partidos de la oposición se comprometieron a dejar de lado sus animosidades en esta campaña electoral y a permanecer unidos contra la amenaza autocrática y antieuropea que representa el Sueño Georgiano (GT).
Sin embargo, hay quienes creen, como los del Instituto Coordenadas, que dicen que la estabilidad de Georgia es esencial no solo para la paz interna del país, sino también para la seguridad europa en su conjunto. «Como nación con aspiraciones europeas, Georgia se ha convertido en un referente de estabilidad democrática en el Cáucaso, una región de importancia estratégica entre Europa y Asia y, por ende, un foco relevante de la política de seguridad de la UE. Reconocer y respetar la soberanía democrática de Georgia y respaldar su liderazgo legítimo son acciones fundamentales para asegurar que el país siga siendo un espacio de cooperación y paz».
Según Coordenadas, Georgia necesita una política de estabilidad que asegure su independencia. «A pesar de su claro objetivo de integración europea, Sueño Georgiano sigue una estrategia pragmática de neutralidad que evita convertir al país en un campo de confrontación entre potencias. Una encuesta de 2019 reflejó que el 27% de los georgianos considera a Sueño Georgiano un partido occidentalista, y solo un 16% lo percibe como prorruso, lo que contradice cualquier intención de alineación con Rusia. Esta percepción se confirma en hechos: el gobierno de Sueño Georgiano ha condenado la invasión rusa de Ucrania, votó en contra de ella en la ONU, y no mantiene relaciones diplomáticas con Rusia, reafirmando su independencia en política exterior».
La gente de este instituto cree que la situación de 2019 es igual a la actual, lo cual constituye un gran error. Georgia no mantiene relaciones diplomáticas con Rusia y no las necesita, ya que funciona de facto. Entre el 2019 y el 2024 sucedió la invasión a Ucrania y Putin se cree intocable y agitó a estos nacionalistas prorrusia. Hay un personaje que se debe tener en cuenta y es el multimillonario Bidzina Ivanishvili, que hizo su fortuna en Rusia, y es el responsable del cambio de rumbo de la política exterior de Georgia. Fundó el Sueño Georgiano (GT) y fue el primer ministro georgiano durante algo más de un año, luego se quedó manejando hilos en un segundo plano varios años, desde finales de 2013.
Ahora, Ivanishvili vuelve a hacer campaña por su partido que predica su credo antioccidental en sus mítines, y dice que «los violentos intentos de imponer valores pseudoliberales desde el exterior» y que pronto tendrán su fin para siempre. Lo que hay es una maniobra engañosa que habla del acercamiento a Europa, y la gente cree que, si el partido gobernante como la oposición quieren entrar en la Unión Europea, no hace falta votar a la oposición.
El partido gobernante no quería que las elecciones sea un debate entre la (UE) o Rusia, sino más bien una decisión entre la guerra y la paz. Rusia, el vecino prepotente del norte, fue la potencia dominante en el Cáucaso durante siglos, tanto en la época zarista como en la soviética. Rusia libró una guerra de cinco días contra la Georgia independiente en 2008 y, desde entonces, ha convertido dos regiones georgianas, Abjasia y Osetia del Sur, en bases militares rusas, a las que ha reconocido como Estados.
Esta situación fue muy traumática para los georgianos, la pérdida de las dos provincias es dolorosa para la mayoría de los georgianos. Una encuesta realizada por la Fundación Carnegie Europa en 2020, el 78% de los encuestados afirmó que la recuperación de las dos regiones era más importante que la adhesión a la UE y la OTAN, sólo el 13% lo veía al revés, con la integración euroatlántica como prioridad sobre la restauración de la integridad territorial.
En el mes de agosto pasado, Sergei Naryshkin, hombre de confianza de Putin y jefe del servicio de inteligencia exterior ruso SWR, amenazó indirectamente con una intervención rusa si el GT pro-Rusia no ganaba las elecciones. Pero nadie en Tiflis se lo tomó en serio. Creer que solo se trata de un ruido de sables retórico por parte de Rusia es imprudente. Las bases militares rusas de Abjasia y Osetia del Sur están vacías, al igual que los cuarteles del Cáucaso Norte, dicen algunos analistas. Y también creen que debido a la guerra en Ucrania y a los combates en la región de Kursk, Rusia no dispone actualmente de fuerza militar para intervenir en Georgia.
En realidad, estos comicios fueron una prolongación de la disputa entre Rusia y Occidente. El cuestionado triunfo de Ivanishvili implicaría un mayor acercamiento a Rusia, una región que lleva tres siglos conectada con su vecino del norte. La esfera de influencia rusa, guerra de Ucrania incluida, cobra una fuerte relevancia. Para potencias extrarregionales, como China o Estados Unidos, la influencia en la región es una forma de garantizar recursos, particularmente los hidrocarburos, pero para Rusia es algo esencial, un fin en sí mismo.
Desde la desaparición de la Unión Soviética, Rusia o mejor dicho Vladimir Putin, lo que intenta es recuperar la hegemonía en una zona fundamental para sus intereses vitales y clave para el comercio entre Asia y Europa. Para Putin es una vuelta al imperio. Este proceso ha sido sencillo y resulta complejo determinar si el poder disminuye o aumenta a simple vista, personalmente creo que disminuyó de manera notable, al punto de solicitar ayuda a Corea del Norte.
Luego del colapso de la URSS, Rusia reclamó las antiguas repúblicas soviéticas como zona privilegiada de sus intereses y promovió proyectos de reintegración, entre ellos, la Comunidad de Estados Independientes (CEI), la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) y la Unión Económica Euroasiática (UEE). Pero la Federación de Rusia no era la URSS y la falta de capacidad para proyectar poder llevó a que ninguna de estas organizaciones tuviera mayor peso.
Rusia luego de la URSS intentó estrategias de poder blando, provisión de energía a bajo costo, préstamos, apoyo político. Pero esto no llevó a una influencia efectiva, la Revolución de las Rosas de 2003 en Georgia llevó al poder al pro estadounidense Míjeil Saakashvili y, cinco años después, la invasión rusa demostró que aquella estrategia inicial, había terminado. Las medidas coercitivas de rusia no fueron exitosas y terminaron por catalizar procesos de mayor compromiso local con la UE.
Al igual que con Ucrania, la creciente presión de Rusia resultó contraproducente. Este fue el caso de Georgia, donde Rusia apoyó separatismos desde inicios de la década de 1990. La sociedad local ya le era hostil incluso antes de la disolución de la URSS, pero ese sentimiento se potenció con la guerra de 2008, cuando Georgia se retiró de la CEI. Hoy el 80% de los georgianos cree que el rumbo en política exterior debe ser prooccidental y el 85% apoya la adhesión a la Unión Europea.
Muchos sucesos indican que el papel de Rusia en el Cáucaso Sur a lo largo de los últimos 35 años fue limitado. En 1997, Azerbaiyán y Georgia se unieron a Moldavia y Ucrania para formar la Organización Regional para la Democracia y el Desarrollo Económico (GUAM), en la misma década, Rusia medió en el alto el fuego en Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno-Karabaj y estableció fuerzas de paz, pero Azerbaiyán no aceptó tropas extranjeras en su territorio, Azerbaiyán ayudó a Estados Unidos en su campaña militar en Afganistán luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001.
Georgia y Azerbaiyán promovieron la apertura del oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan y el gasoducto Cáucaso Sur, que permitieron saltear a Rusia, incluso la victoria en la guerra de 2008 contra Georgia resultó contraproducente, porque la pequeña misión local de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) fue reemplazada por una mucho mayor de la Unión Europea.
Luego del retorno de Putin a la Presidencia en 2012, la posición rusa en la región parecía fuerte por primera vez en 20 años. Saakashvili había perdido las elecciones en Georgia, en parte, como consecuencia de la derrota militar de 2008, y había sido reemplazado por Ivanishvili, ciudadano ruso que parecía dispuesto a normalizar las relaciones con Rusia. La situación en Azerbaiyán era estable como para no causar mayores preocupaciones. Y Armenia rechazaría un Acuerdo de Asociación con la UE en favor de la Unión Económica Euroasiática promovida por Rusia.
Ese periodo de optimismo para Rusia fue una excepción. En la primera década del siglo XXI, Rusia cerró tres de las cuatro bases militares que mantenía en Georgia: Vaziani, en las afueras de Tiflis, Batumi, en las costas del Mar Negro, y Ajalkalaki, cerca de la frontera turco-armenia. Solo permaneció en funciones la de Gudauta, en la autoproclamada República de Abjasia, fuera del control del gobierno georgiano.
La estación de radar de Qabala, Azerbaiyán, fue evacuada después de que el gobierno impusiera un importante aumento en la renta. Vladimir Putin debió conformarse con la que es hoy su única presencia militar relevante en el Cáucaso Sur: la base de Gyumri, la segunda mayor ciudad de Armenia, en donde hay 3.000 soldados apostados.
Armenia es un claro ejemplo de la pérdida gradual de influencia de Rusia porque es el país más dependiente de Rusia en la región, tanto en cuanto a energía como a seguridad, a pesar de que el apoyo no sirvió de nada ante los ataques de Azerbaiyán respaldados por Turquía. El proceso de distanciamiento empezó con la anexión de Crimea en 2014. Preocupaba, por un lado, el castigo a Ucrania por mirar a Occidente, algo que podría poner en riesgo la tradicional política exterior de Ereván entre Oriente y Occidente.
Por el otro, que la invasión a la península sirviera de ejemplo a Azerbaiyán, si Rusia había tomado posesión tan fácilmente, Azerbaiyán podría intentar recuperar Nagorno Karabaj, región legalmente azerbaiyana, pero en manos armenias desde 1994. El presidente Serzh Sargsyan optó por respaldar a Rusia, pese a que proveía armas a Azerbaiyán. Dos años después, cuando Azerbaiyán atacó Nagorno Karabaj, Moscú no se interpuso. Los armenios se lo tienen merecido por confiar en los rusos.
Si las «revoluciones de colores» en el espacio post soviético, incluida la de Georgia en 2003, significaron la erosión de la influencia regional rusa, Rusia tenía mucho por preocuparse al inicio de las protestas contra Sargsyan en 2018. Pero Nikol Pashinian, nuevo primer ministro, descartó cualquier cambio y profundizó las relaciones con Rusia. El quiebre definitivo llegó en 2020. La guerra de seis semanas entre Armenia y Azerbaiyán terminó con victoria de Azerbaiyán y una mayor presencia turca en el Cáucaso Sur, y se volvió a demostrar que Rusia no quería o no podía proteger a su principal aliado regional, el único de los tres que es miembro de la OTSC.
Pashinian giró rápidamente su política exterior, intentó abrirse a China, Estados Unidos y la UE y, en 2023, declaró que Rusia le había fallado y que era «un error estratégico depender únicamente de Rusia para garantizar nuestra seguridad». Mientras los soldados armenios y estadounidenses realizaban ejercicios militares conjuntos, Azerbaiyán atacó Nagorno Karabaj y retomó el control de la zona. Rusia no tardó en retirar su misión de paz en la región y Armenia pasó a depender más de Francia que de Rusia políticamente.
Un año más tarde y después de que Armenia expulsara a los soldados rusos apostados en el aeropuerto de su capital desde 1991, el gobierno de Pashinian difundió que había evitado un intento de golpe de Estado promovido por Rusia. En cambio, Azerbaiyán, sus relaciones con Rusia son relativamente estables. El gobierno de Bakú tiene una mayor autonomía gracias a sus reservas de hidrocarburos y al apoyo tradicional de Turquía. No le temía a Rusia y eso le dio suficiente margen de maniobra para privilegiar la firma de contratos con empresas occidentales para la explotación de gas.
La influencia de Rusia se vio afectada por el crecimiento de otras potencias. En 2009, la UE estableció la Asociación Oriental, integrado por tres países de la región. Georgia tiene un acuerdo de libre comercio y lleva diez años participando en un programa de asistencia en colaboración con la OTAN, en tanto, que Azerbaiyán duplicará sus exportaciones de gas a la UE para 2027. China, por otro lado, empieza a pisar cada vez más fuerte con su Iniciativa de la Franja y la Ruta, y se supone que pronto iniciará la construcción de un nuevo puerto en las costas georgianas del Mar Negro.
Recep Tayyip Erdogan, el gobernante turco, asumió un papel militar importante en apoyo a Azerbaiyán durante la guerra de 2020, gana preponderancia como centro de distribución del gas natural de Bakú. Incluso Armenia, que tiene fronteras cerradas con Turquía, presentó el año pasado la iniciativa Cruce de la Paz, una conexión de transporte entre Azerbaiyán, Turquía, Georgia e Irán a través de su territorio. Si Armenia llega a firmar una paz relativamente duradera, el papel de Rusia quedaría muy debilitado.
Luego de la invasión rusa a Ucrania, el mercado exportador ruso hacia Occidente se complicó y para eludir las sanciones, la región del Cáucaso Sur se convirtió en un lugar de triangulación. En 2023 Georgia recibió más de 3.000 millones de dólares de Rusia considerando remesas, turismo y exportación de bienes. Esto significa más del 10% del PIB georgiano, casi el doble que en 2021. En dos años, ciudadanos rusos registraron unas 27.000 empresas en Georgia, tres veces más que en las últimas tres décadas combinadas.
Las exportaciones de bienes de Georgia a Rusia se multiplicaron por 14 y en cambio, las importaciones rusas por cuatro en apenas diez años. En 2022, la inversión directa de rusos en Georgia alcanzó un récord de 108 millones de dólares. En 2023 la importación de gas de ese país aumentó casi 17% y hoy representa más de un quinto del consumo nacional. Entre otras empresas rusas en Georgia se encuentran Telasi, distribuidora eléctrica de Tiflis, el banco VTB Georgia, las mineras RMG Copper y RMG Gold, y la petrolera Lukoil-Georgia.
El gobierno de Sueño Georgiano tuvo un fuerte acercamiento a Rusia, entre otras cosas, no incluyó sanciones a Rusia por la invasión a Ucrania, se negó a suministrar armas a Ucrania, prohibió la entrada a figuras de oposición rusa y permitió la reanudación de vuelos directos desde Moscú después de cuatro años. Los miembros del gobierno fueron más críticos con Occidente y Ucrania que con Rusia, sobre la guerra. Este año aprobaron las leyes sobre «agentes extranjeros» y «valores familiares», que limitan la actividad de ONG y los medios.
Rusia hackeó casi todas las agencias gubernamentales y grandes empresas de Georgia entre 2017 y 2020, incluidos los ministerios de Asuntos Exteriores y de Finanzas, el Banco Nacional y los proveedores de energía y telecomunicaciones. Más allá de lo que haga el gobierno georgiano, esto probaría que a Rusia no le falta capacidad para involucrarse en la política local. En 2024, Rusia sigue vendiendo armas a Armenia.
Armenia, que tampoco impuso sanciones contra Moscú después de la invasión, triplicó sus exportaciones a Rusia en 2022 y 2023, y las multiplicó por dos y medio en el primer semestre de 2024. Rusia es su principal socio comercial y representa más de 35% de su comercio exterior. Gazprom Armenia, subsidiaria de la empresa rusa, posee toda la infraestructura local de distribución de gas y una unidad de la planta de energía térmica Hrazdan. Rusia también es propietaria de la ferroviaria South Caucasus Railway, del banco VTB Armenia y de empresas mineras, incluida ZCMC, la más grande del país, cuyos impuestos representaron 16% del presupuesto nacional en 2022.
Las exportaciones de Azerbaiyán a Rusia aumentaron 23% en 2023, mientras que las importaciones lo hicieron 16% en relación con el año anterior. Lukoil firmó un acuerdo con la empresa estatal de petróleo de Azerbaiyán, SOCAR, para proporcionar petróleo crudo, y Gazprom suministró gas a Azerbaiyán por al menos un invierno. Y, aunque el presidente Ilham Aliyev lo niegue, Rusia podría estar utilizando gasoductos azerbaiyanos para exportar a Europa su propio gas.
Rusia aún cuenta con la base de Gyumri, que fue modernizada y ampliada, y ha militarizado significativamente el Mar Negro desde 2022 y refuerza su presencia militar en las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, en Georgia. Rusia en las repúblicas autoproclamadas, tiene gran influencia política, comercial y militar que sigue siendo muy relevante. Ambos territorios separatistas son apoyadas y reconocidas como independientes por Rusia y algunos de sus aliados, entre ellos Venezuela y Nicaragua.
Hoy los residentes locales pueden obtener fácilmente pasaportes rusos y la mayor parte de la inversión local es rusa. Poco antes de las elecciones en Georgia, Serguéi Lavrov, ministro de Asuntos Exteriores de Rusia, dijo que su país quiere promover la normalización de relaciones entre Georgia y los separatistas. El papel de Rusia en el Cáucaso Sur es cambiante. Las conexiones comerciales crecen, la presencia militar es estable, con cierre de ciertas bases y fortalecimiento de otras, y en cuanto a la dimensión institucional, el declive de la influencia rusa no es nada nuevo.
Rusia ha intentado diversos enfoques para restablecer su hegemonía, apelando a comportamientos coercitivos o cooperativos según la fase política de la relación. Los puntos de inflexión más importantes fueron las guerras: Georgia 2008, Ucrania 2014 y 2022, y Nagorno Karabaj 2020. Sin embargo, ninguna estrategia fue suficiente para mantener el control y limitar la expansión de actores extrarregionales, en especial ahora que los recursos militares de Rusia están enfocados en Ucrania.
Las crecientes inversiones rusas en el Cáucaso podrían llevar a una mayor influencia política. Es claro que Rusia no dejará de lado una región clave tanto para su historia como para su presente comercial. Después de más de 30 años de implosión de la URSS, mantener una relación no es fácil, desenmarañar las redes de oleoductos, agua, transporte e infraestructura general compartidas por las antiguas repúblicas soviéticas, también implica un desafío desarmar la entrelazada relación política y cultural que abarca a los pueblos locales.
Moldavia, está cada vez más cerca de la Unión Europea, en el referéndum del 20 de octubre, los moldavos votaron por el sí a su adhesión a la Unión Europea, por un estrecho margen, pese a la interferencia rusa. Moldavia, que incluye la separatista región prorrusa de Transnistria, tradicionalmente ha estado dividida entre Occidente y Rusia. Moldavia es un país eminentemente agrícola y pobre según los estándares europeos. Está enclavado entre Ucrania y Rumania, un estado miembro de la UE que también forma parte de la OTAN.
La Unión Europea acusó a Rusia de una intromisión sin precedentes en las elecciones de Moldavia, consideradas entre las más cruciales de la historia postsoviética del país. «La Unión Europea condena la interferencia maligna sin precedentes de Rusia en las elecciones presidenciales y el referéndum constitucional de Moldavia», afirmó el comunicado publicado por Josep Borrell en nombre de los 27 estados miembros del bloque. La policía realizó cientos de arrestos en las últimas semanas tras descubrir un esquema de compra de votos sin precedentes que pudieron contaminar hasta una cuarta parte de los votos emitidos. La policía dijo que millones de dólares llegaron de Rusia con el objetivo de corromper a los votantes.
Cientos de jóvenes habían sido entrenados en Rusia y los Balcanes para crear desórdenes masivos en Moldavia, incluso utilizando tácticas para provocar a las fuerzas del orden. La campaña contra la Unión Europea fue organizada y financiada por el oligarca moldavo Ilan Shor, leal a Rusia y considerado un actor influyente en la política moldava. En 2023, fue condenado en ausencia en Moldavia a 15 años de prisión por blanqueo de dinero y fraude y ahora es un hombre prófugo y buscado.
Rusia, afirmó que las autoridades moldavas utilizaron métodos antidemocráticos y totalitarios en la campaña electoral, y la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zakharova, acusó a Occidente de «interferencia flagrante en el proceso electoral». Las elecciones en Georgia y Moldavia fueron seguidas de cerca en Occidente, y se consideraron como una elección sobre si estos países tomarían el camino europeo o regresarían a ser satélites de Rusia.
El presidente ucraniano Volodímir Zelensky, dijo: «En Georgia tenemos que reconocer que ganó Rusia. Primero tomaron parte de Georgia, luego cambiaron la política, el Gobierno. Y ahora (Georgia) tiene un Gobierno prorruso». Zelensky sugirió que Rusia está «en camino» de implantar en Moldavia un escenario similar al de Georgia. A menos que se abandone la retórica contra el cruce de las líneas rojas por parte de Moscú. «Y lo harán, si por supuesto Occidente no detiene el diálogo (contra) el cruce de líneas rojas. Si no paran, si continúan con su retórica, perderán Moldavia. Uno o dos años».
La invasión de Ucrania por Rusia en 2022 ha intensificado las presiones políticas en el Cáucaso, afectando directamente a Georgia. Sueño Georgiano ha liderado pasos decisivos hacia la integración europea: firmó el acuerdo de asociación con la UE en 2014, en 2018 constitucionalizó el objetivo de pertenecer a la UE y a la OTAN, y en 2023 obtuvo el estatus de país candidato a la Unión Europea.
«Esta orientación hacia Europa, respetuosa de su soberanía, refuerza el papel de Georgia como puente entre Eurasia y Europa desde una postura de paz y estabilidad», dice el oficialismo. Sin embargo, la oposición acusa a Sueño Georgiano de una deriva autoritaria prorrusa y de alejar a la antigua república soviética del objetivo, inscrito en su Constitución, de unirse a la UE y a la OTAN.
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En Abjasia, la oposición irrumpió en el Parlamento y exigió la renuncia del presidente, los manifestantes protestaron por la aprobación de un acuerdo que impulsa las inversiones rusas en el territorio y que derivaría, por tanto, en un aumento de la influencia del Kremlin en la zona. Los manifestantes tomaron las instalaciones en señal de protesta por un proyecto de ley que busca impulsar las inversiones rusas en el territorio. Hay al menos hubo ocho heridos.
Videos difundidos en redes sociales mostraban a un contingente a las afueras de la sede, intentando ingresar por la fuerza al lugar. También se vio una valla que rodeaba el perímetro forzado tras el impacto de una camioneta y el patio delantero completamente invadido. «El pueblo controla el edificio de la Administración presidencial, el Parlamento y, también, la televisión estatal», señaló a la agencia Interfax Adgur Ardzinba, un dirigente opositor.
Los legisladores que se encontraban en el edificio fueron evacuados -el presidente Aslan Bzhania no se encontraba en su despacho, y la Policía respondió con gases lacrimógenos. «Aquí nos quedamos todos, nadie se va, estamos esperando una respuesta», dijo el disidente Levan Mikaa, según citó el diario Nuzhnaya Gazeta.
El grupo tomó esta medida de fuerza en señal de rechazo a un acuerdo que los parlamentarios debían ratificar en la sesión de este viernes, que prevé la concesión de varios proyectos de inversión a empresas rusas en el territorio. La iniciativa, que se sumaría al acuerdo de hace un año para establecer una base militar de Rusia en Ochamchira, en el mar Negro, aumentaría la influencia de Rusia en la región, tendrán que obedecer a las presiones de Rusia, lo que encendió las alarmas de gran parte de la población.
El presidente Aslan Bzhania llamó a una solución pacífica del asunto y aseguró estar preparando los documentos necesarios para dar marcha atrás con el pacto, aunque ello no fue suficiente para contener la crisis. La oposición exigió su renuncia inmediata y la asunción de un Consejo de coordinación que devuelva la estabilidad y dé paso a elecciones anticipadas. «Al actual presidente se le presentara la demanda de dimisión. En la República deben celebrarse elecciones anticipadas», insistió Ardzinba.
Aslan Bzhania dijo que no renunciaría a su cargo, pese al malestar social. «Los acontecimientos de hoy han vuelto a poner a nuestra República ante grandes problemas. Los dirigentes de Abjasia (…) están en sus puestos y seguirán trabajando. Por tanto, les pido que no cedan a la provocación. Estoy aquí en Abjasia y seguiremos trabajando», declaró, a la par que extendió su agradecimiento a las Fuerzas Armadas por accionar rápidamente y aseguró que «haremos esfuerzos para eliminar las consecuencias de estos eventos».
Rusia condenó lo ocurrido y manifestó su «preocupación» ante las imágenes que llegaron desde Sujumi. «Rusia sigue con preocupación los acontecimientos en la vecina y amiga Abjasia, donde, de nuevo, se han agravado las contradicciones políticas», dijo la portavoz de Exteriores, María Zajárova. Los incidentes se produjeron tras días de incidentes frustrados, que ya mostraban el descontento social. El lunes siguiente, la Policía de Abjasia detuvo a cinco disidentes que protestaban en contra del proyecto a las afueras del Parlamento, mientras que otro grupo intentó irrumpir en la sede del Servicio de Seguridad del Estado.
El martes, otro grupo bloqueó tres puentes cerca de la capital para exigir la liberación de los detenidos la víspera. En 2008, Georgia y Rusia se enfrentaron en una breve guerra por Osetia del Sur y Abjasia, en la que se impuso Rusia ante la pasividad del alcohólico George Bush y, posteriormente, reconoció a ambas regiones como países independientes. Pero la mayoría de los países de la comunidad internacional se abstuvieron de acompañar esta postura, al igual que el Gobierno georgiano, que sigue considerándolas zonas autónomas bajo su propia soberanía.
De momento, la seguridad de la región y la frontera está bajo control de militares rusos y abjasios, aunque la presidente Salomé Zurabishvili, denunció, en los últimos meses, una serie de intentos del kremlin de anexionarse territorios georgianos en la zona separatista. Estos días hay fuertes rumores sobre una posible invasión a Moldavia, cosa que no creo factible, ya que Rusia apenas puede con Ucrania y tuvo que recurrir a norcoreanos a falta de soldados. Rusia en Ucrania está perdiendo unos 1.500 hombres diariamente.
Ricardo Veisaga
17 de noviembre de 2024.