

HUMILLACIÓN Y VENGANZA
LAS ARMAS DEL IMPERIO
Una vez que Zelenski ingresó en la Casa Blanca uno de los periodistas allí presentes le dijo: «Tengo una pregunta para el presidente Zelenski. ¿Por qué no llevas traje?», momento en el que se escucharon algunas risas en el selecto auditorio. «Eres el máximo dirigente de tu país y rechazas llevar traje. Tan solo quiero saber si tienes un traje», añadió.
—Sí, sí, tengo problemas —respondió Zelenski.
—Muchos americanos ven problemático que no cumpla con el código de vestimenta—le interrumpió la misma persona que le había preguntado.
—Llevaré traje después de que termine la guerra. Sí, a lo mejor uno parecido al tuyo, sí. A lo mejor uno mejor, no lo sé. Ya veremos. O a lo mejor uno más barato. Gracias —respondió Zelenski, serio, pero sin levantar la voz.
El periodista Brian Glenn que preguntó a Volodímir Zelenski si no tenía traje se justifica y se reafirma en sus críticas al presidente ucraniano por su vestimenta: «Ha faltado al respeto a EE.UU.» y «Así que sí, puedes juzgar un libro por su portada». El periodista carga duramente contra el presidente de Ucrania por no haber acudido en traje a su reunión con Trump en la Casa Blanca.
«El presidente Zelenski ha usado el mono verde (o algo similar) en cada ocasión en que se ha reunido con otros líderes mundiales, vestido respetuosamente para la ocasión. Que él, una vez más, entre al más alto cargo en la nación más poderosa del mundo, vestido como lo hizo, refleja su falta de respeto no sólo por nuestro país, sino también por el presidente y los ciudadanos estadounidenses que han hecho posible que Ucrania sobreviva tanto tiempo hasta este punto (financieramente hablando)», recalca Glenn.
Brian Glenn es el corresponsal jefe del medio Real America’s Voice en la Casa Blanca, uno de los medios afines a la Administración de Donald Trump y que cuenta con el apoyo personal del presidente de los Estados Unidos. Su pareja es la congresista republicana Marjorie Taylor Green, una de las representantes que más apoyan al presidente Trump y que han contribuido a fortalecer el movimiento MAGA (Make America Great Again).
Los escritos de Glenn suelen ser a favor de la gestión de la Administración Trump y sus preguntas al mandatario siempre están llenos de elogios, digamos, que es otro lameculos. En este mandato cuenta con un acceso privilegiado como periodista dentro de la Casa Blanca, y cuenta con el respaldo del gabinete del presidente Donald Trump. Desde que comenzó la invasión de Ucrania por parte de las tropas rusas, Volodímir Zelenski estuvo ataviado con ropa de campaña y al escudo de su país.
Zelenski mantiene desde entonces una imagen sobria y austera incluso en los ambientes más elitistas. Siempre se ha mantenido fiel a esa estética. Pero lo de Brian Glenn no fue algo casual, todo estuvo planificado. Antes de que el presidente le acusara de estar jugando «con la Tercer Guerra Mundial», Donald Trump ya había bromeado con su vestimenta: «Hoy va bien vestido», había dicho. En ese momento, Volodímir Zelenski recién llegado a la Casa Blanca, respondió con humor. Para entonces, el vicepresidente J. D. Vance, el matón, ya esbozaba una sonrisa nada disimulada.
El presidente Trump, flanqueado por J.D. Vance y el secretario de Estado, Marco Rubio, humillaron al líder ucraniano delante de todo el planeta. «Esto va a ser televisión de la buena. Ya lo creo». Con estas palabras despidió Donald Trump este viernes la comparecencia con Volodímir Zelenski y esa fue probablemente la frase más ajustada del encuentro. El encuentro con los periodistas estaba a punto de acabar en buenos términos cuando Trump da paso a una pregunta más. Es sobre las negociaciones con Rusia.
«Quieres que diga cosas muy terribles de Putin, y luego decir, ey Vladímir, lleguemos a un acuerdo. ¡Esto no funciona así! [se ríe]. Yo no estoy alineado con Putin, no estoy alineado con nadie (…) Ves el odio que [Zelenski] siente por Putin. Es muy difícil para mí llegar a un acuerdo con ese tipo de odio». Zelenski se revuelve en la silla. Entonces interrumpe su vicepresidente, JD Vance, para decir que Estados Unidos es un «buen país» porque está comprometido con la diplomacia, «como Trump está haciendo». Zelenski responde, repasando cómo Putin lleva matando y ocupando Ucrania desde 2014. «Qué tipo de diplomacia se puede hacer con alguien así». Y a partir de ahí, se desata el rifirrafe, acusaciones, subidas de tono y amenazas incluidas.
Vance como siempre, su papel se reduce a ser el sicario del capo, esta es la moral del católico, del catecúmeno, del recién converso, pisar la cabeza del que está tirado en el piso. Si esta es la moral del católico le doy gracias a Dios por ser ateo. La diplomacia se ejerce en privado, no se hace en público, no se mediatiza. Y claro está que Estados Unidos es un buen país, ahí lo tienen al veterano de guerra, Vance de vicepresidente, más pruebas que eso no hace falta.
J. D. Vance es el más radical del entorno de Trump y el más anti-ucraniano. Él es el que grita a Zelenski «¿crees que es respetuoso venir al Despacho Oval y atacar a la Administración que está tratando de evitar la destrucción de tu país? ¿Has dicho ‘gracias’ alguna vez?». Zelenski como cualquier gobernante que está padeciendo la invasión del dictador Putin y las muertes de sus ciudadanos, tuvo que tragarse ese zapo, no se levantó y se fue, pero tampoco dejó pasar los menosprecios.
Eso estaba buscando el Gobierno de Trump para forzar, una vez más y como ya ha hecho antes, su narrativa. Apartarlo de las negociaciones: «¿Ves? Con alguien así no se puede hacer nada». Le gritaron en la cara y le exigieron que diese las gracias por estar allí. A todas luces esto fue un linchamiento planificado a un hombre que lleva tres años en guerra. No es difícil imaginar lo que sentiría el dictador Putin.
El castigo contra Zelenski, es lo que Vladimir Putin ha querido desde hace años para sentarse a negociar el reparto territorial, el pacto ya no es con los nazis (el Ribbentrop-molotov) sino con el gobierno estadounidense. Es verdaderamente innecesario tanta humillación para mostrar quien manda, quien tiene poder, un poder que se lo otorgaron a Trump los ciudadanos, no es un poder per se, mostrando que quiere ser como Putin, a quien en el fondo admira y teme. Lo quieren fuera a Zelenski, no aceptan ninguna objeción, quieren imponer su paz, es decir la imposición de la voluntad de los Estados vencedores Rusia y Estados Unidos.
En un artículo anterior, dije que su motor o lo que mueve a Trump es la venganza, y esto se lo refregaron en medio de la masacre, dijeron que Zelenski había participado en un mitin de Biden en Pennsylvania y haber jugado el juego demócrata. En realidad, esto empezó o tiene su origen en su primer contacto telefónico en 2019, cuando Donald Trump intentó presionar al presidente ucraniano para que investigara los negocios del hijo de Joe Biden, Hunter Biden, en Ucrania.
Esa conversación, Trump la calificó de «perfecta», y se convirtió en el eje central de su primer proceso de impeachment en la Cámara de Representantes de Estados Unidos. Desde entonces, la desconfianza entre ambos mandatarios marcó la relación bilateral, y aumentó luego de la invasión a Ucrania en 2022 y Trump se convirtió en el mayor crítico de la ayuda a Ucrania.
Durante la campaña presidencial de 2024, en un intento por recomponer la relación, Volodímir Zelenski visitó una fábrica de armas en Scranton, Pennsylvania. Esa visita provocó duras reacciones entre los republicanos, ya que la visita en su recorrido por la planta, estuvo totalmente compuesto por demócratas, y en un estado clave para la elección. El entonces presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, denunció la visita como «interferencia electoral».
El entonces expresidente Trump utilizó este episodio para reforzar su narrativa de que Zelenski favorecía a los demócratas y que Estados Unidos no debía seguir financiando la guerra de Ucrania sin obtener beneficios tangibles a cambio. Ese escepticismo que fue creciendo dentro del partido republicano fue gracias a figuras del partido como la de Vance. Su ascenso se debe a ese discurso contrario a Ucrania, como senador por Ohio estuvo promoviendo una reducción drástica de la ayuda, una vez vicepresidente dejó salir todo el rencor acumulado por años. Vance es el mayor artífice de los sucesos en contra de Ucrania.
Hubo muchas figuras como Marco Rubio, que acusaban a Putin de dictador y ahora como converso a la nueva fe trumpista, no le importa caer en contradicciones. A Little Marco eso de cambiar de fe no le debe costar mucho, da igual católico-mormón-católico. Lo mismo con Santiago Abascal, el eterno competidor de la presidencia de España, lugar al que no llegara nunca después de esto. Le bastaba con hacer silencio o mirar para otro lado, da vergüenza ajena.
El partido político que se había alineado con Putin fue PODEMOS y luego de 2014 repetía las proclamas del Kremlin para justificar su invasión a Ucrania y tuvo en su plantilla de su programa La Base a Inna Afinogenova, la cara de Russia Today en iberoamérica, el órgano de desinformación del Kremlin. Pero un día se cansó de Putin. En los tiempos de Mariano Rajoy muchos desencantados votaron a Vox. El mismo Santiago Abascal, cuando renunció al PP, dijo que su antiguo partido había «traicionado sus ideas y valores».
Vox, se suponía, retomaría las ideas del centro derecha para defenderlas sin complejos, plantando cara al populismo chavista y a las fuerzas nacionalistas que atentaban, con la ayuda de Vladimir Putin, contra la unidad de España. En 2024, Vox abandona el grupo de Conservadores y Reformistas del Parlamento Europeo y se fue con los Patriotas por Europa, el grupo liderado por Viktor Orbán, el mayor aliado de Putin en Europa y lo peor, dentro de la OTAN.
En lugar de mirar para otro lado la embosca tendida a Zelenski, Abascal salió a decir lo que decía Pablo Iglesias en 2014, Estados Unidos sólo quiere la paz, intentan que no mueran más ucranianos. La encerrona de la Casa Blanca es como el COVID 19, así como la epidemia sirvió pese a los millones de muertos y los costos económicos, mostrar el peligro que significaba China, ahora está poniendo a cada uno en su lugar.
El presidente y el vicepresidente de Estados Unidos utilizaron tácticas de intimidación total. Lo que hicieron no es diplomacia, es matonismo. No es neutralidad sino ponerse del lado del invasor y juntos, tratar de acabar con la víctima. Con este teatro montado en la Casa Blanca, Donald Trump, pretende sentar las bases de su politica internacional sobre Ucrania. En primer lugar, sacar a Volodímir Zelenski de la presidencia de Ucrania como desea Putin. A eso responde sus dichos de dictador y no realizar elecciones.
Lo segundo, demostrarle a la Unión Europea todo su desprecio y, por último, que las cosas se harán a su modo o no se realizarán. Desde el Kremlin no se hicieron esperar: «El cerdo insolente [en referencia a Zelenski] finalmente recibió una buena bofetada en el Despacho Oval. Y Trump tiene razón: el régimen de Kiev está jugando con la Tercera Guerra Mundial», dijo Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad del Kremlin, en redes sociales.
Cuando la prensa le preguntó a Donald Trump por el insulto de «dictador» al presidente ucraniano, este respondió: «¿Dije yo eso? No puedo creer que haya dicho eso. Siguiente pregunta». ¿Es o se hace? Si no se hace es peor, ya que estamos ante un nuevo Joe Biden.
La reunión entre ambos líderes en un principio respondía a la firma del acuerdo sobre minerales y tierras raras, una de las últimas cartas de Volodímir Zelenski para que Donald Trump, respondiendo a su espíritu de empresario, se decidiera a defender Ucrania a cambio de oportunidades de negocio. Ya que para Estados Unidos todo se trata de negocios, esa la equivocada mentalidad fenicia que persiste en muchos políticos mundiales. Donald Trump es un emergente de la capa basal del Estado y creo que esta capa puede estar sobre la cortical y conjuntiva.
El acuerdo quedó en la nada, luego de acusar a Zelenski de «no estar agradecido» y estar «jugando con una Tercera Guerra Mundial», Donald Trump ordenó que se suspendiera el encuentro y sacó a la delegación ucraniana de la Casa Blanca. Ya lo había dicho antes frente a los periodistas: «O llegas a un acuerdo, o nos vamos [EEUU] y tendrás que luchar. No creo que eso sea muy bonito (…) No estás en buena posición».
La Tercera, la Cuarta o la Quinta Guerra Mundial, no será por Ucrania, Rusia ya no tiene fuerzas. La guerra será por China y sus lógicas pretensiones de imponer su orden mundial y esa Estados Unidos no va a poder evitar. Estamos viviendo en una época de traslatio imperii y eso no se arregla con aranceles. Para eso se estuvo preparando Putin, pero sus planes no salieron bien, pues, si el genio de Trump y sus secuaces no entendieron que la invasión a Ucrania no fue otra cosa que volver al imperio soviético sin ideología marxista, a recuperar lo perdido y enfrentar cuando llegue el momento a Estados Unidos, ahora con la ayuda de China.
Tiene razón cuando Zelenski dice que Estados Unidos no puede estar tranquilo porque un océano lo separe de otros, desde Trump a su lacayo Vance le saltaron a la yugular a Zelenski. La vida camba y la tecnología cambia las guerras, hay una constante evolución, los que se quedaron en el tiempo y creen que un océano te aísla o te protege de una guerra, es porque no han entendido nada. ¿Y además quien dice que están lejos? En nuestras narices están Cuba que también es de Putin y de Xi Jinping, lo mismo Venezuela y Nicaragua.
Esos países son peones de la guerra imperial y Estados Unidos hace rato que debió haber limpiado esas amenazas por seguridad nacional, parece que no tienen memoria y se olvidaron de la crisis de los misiles con Cuba. Pero ahí siguen para desconcierto de muchísimos votantes que creyeron que Donald Trump iba a eliminar esa amenaza. Las guerras no se van a parar por que se le ocurra a Trump o al gordito pendenciero de Vance, o a cualquier pacifista.
Decía el filósofo Gustavo Bueno Martínez: «Heráclito: “la guerra es el padre de todas las cosas”, yo diría que la guerra es el padre de la historia, y la constitución de los Estados no pueden entenderse al margen de la historia». Gustavo Bueno, explica que decir que uno es partidario o no de la guerra es una contestación psicológica. Y da razones: La guerra es una categoría política. Que gira en torno al concepto de Estado, y que los Estados se constituyen precisamente, entre otras cosas, en función de las guerras.
«Si la guerra es una categoría, desde esas coordenadas excluye esos enfoques psicológicos, etológicos, antropológicos. El etológico cree que la guerra es una prolongación de la agresividad. La antropología que ya vemos en Kant, cuando considera que la guerra es cosa de salvajes y que hay que superar esas etapas para llegar a la civilización. Lo cual es falso, es todo lo contrario, la guerra es un producto de la civilización. En las sociedades pre-estatales no hay guerra. Tampoco hay guerra por ambición de poder, es decir, que no es cosa de un loco. Tampoco es aceptable la reducción de la guerra a la ética».
La guerra es un hecho que aparece una vez constituido el Estado, un hecho derivado «sinteticamente», no analiticamente, de la «composición» de un Estado con otros Estados, o con sociedades de rango más bajo. Un hecho «sintetico» comparable con el «hecho» de la gravitacion entre dos masas situadas a distancia. Es decir, un «hecho» no por ello es contingente, o externo, en la medida en que la composicion de Estados tampoco es un hecho externo o contingente para cada Estado que, suponemos, ha de estar siempre en conexión con otros Estados.
La teoría política de la guerra se resistirá a admitir que los hombres «deban ir a la guerra» impulsados por un imperativo categórico, estrictamente humano o personal, menos aun por un imperativo etológico; ellos deben ir a la guerra en virtud de un imperativo político, es decir, por imperativo del Estado del que son miembros. Los juicios sobre la guerra, basado en criterios éticos, constituyen un salto de escala. No se están teniendo en cuenta los contenidos políticos. Por otro lado, el juicio ético está planteando algo que no tiene salida, desde la perspectiva de los Estados.
Da vergüenza oír al comandante en jefe de una de las mayores potencias mundiales, potencia mundial, en razón de su desarrollo económico, tecnológico y sobre todo militar, poseedor de un armamento nuclear que le da superioridad sobre muchos países, hablar de «!Oh es terrible, cuantas muertes!», es puro psicologismo barato. Y para que entiendan, las guerras que se hacen contra un Estado invasor, se hacen en pos de la seguridad de las personas, es decir, circular, en el fondo también subyacen intereses materiales como el petróleo, las tierras raras, porque el Estado invasor amenaza el equilibrio económico mundial.
Creer que las razones éticas pueden ser superiores al equilibrio mundial, es una estupidez. Alentar ese pacifismo desde los Estados, es mucho más grave, es ir en contra de su eutaxia. Estas nociones no tienen lugar en lo que llamamos la Paz política, es decir, una vez más, la paz de la Victoria, ese equilibrio victorioso, que no debe identificarse con exterminio. Ya que las guerras de exterminio son cacerías. Y lo que pretende Rusia, es decir, Putin es el exterminio.
Mas allá de lo que crea Donald Trump y su entorno político, Vladimir Putin siempre tuvo sus propios planes. Y en esos planes no estaba el renunciar a sus aspiraciones expansionistas. Jamás tuvo intención de integrarse de una forma u otra en la OTAN, eso es una burda mentira que muchos idiotas se la creen. Para Putin la OTAN siempre fue una amenaza, un escollo para sus planes imperiales, lo que quedó muy claro en 2014 al anexar Crimea.
Putin quería anexionar Ucrania sin disparar un tiro, para eso trabajaron socavando o infiltraron las instituciones, la captación de altos funcionarios y políticos, las campanas separatistas y la interferencia en las elecciones. Como ese plan fracasó se optó por la invasión. Ucrania fue la pieza clave para su expansionismo. ¿Y ahora, porque tiene que parar? Máxime si tiene la simpatía o complicidad de Estados Unidos. Esto es lo que Volodímir Zelenski, intentó trasladar a Trump y Vance sin éxito.
La conclusión de Donald Trump de que la advertencia de Zelenski era producto de su odio hacia Vladimir Putin, lo que muestra es que Donald Trump razona con esquemas puramente psicologistas. Para Putin controlar Ucrania no es una cuestión de egos, ni de negocios, es parte del ortograma ruso, de su destino manifiesto. Un acuerdo como quiere Putin, es un tanque de oxígeno que le permitirá recomponerse, y el fin de las sanciones económicas le servirá para sanear sus cuentas, lo mismo que pasó con Irán y la nefasta política de Obama.
La óptica fenicia de Donald Trump es irresponsable y peligroso, lo que suceda en Ucrania, lo vengo diciendo desde hace años, no es un asunto de dinero sino de la existencia misma de Occidente. Desde el primer día de la invasión rusa Ucrania estuvo luchando con la confianza de que no estaba sola. Y si recibió ayuda en armas, dinero y el apoyo diplomático de Occidente no fue por una cuestión de negocios como cree Trump y ahora lo quiere miserablemente cobrar.
La ayuda fue porque se trata de un conflicto que pone en riesgo el equilibrio de poder en el mundo y porque Rusia al ser una de las tres potencias mundiales, con la que Estados Unidos se tendrá que enfrentar tarde o temprano a menos que renuncie a su potencia. En cuanto a Estados Unidos, el mito del poderoso ejército ruso fue puesto a prueba en el campo de combate y no ponía en riesgo la sangre ni las vidas de estadounidenses, y le evitaba otro Vietnam.
Lo hecho por Rusia era un mensaje de que un país más fuerte puede aniquilar a uno más débil y tomar su territorio y aplastar sin consecuencias, de hecho, sabemos que esto puede ser así, pero entonces debemos terminar de jugar a la diplomacia y a los acuerdos internacionales si no valen nada. Rusia ha violado el tan mentado derecho internacional al invadir Ucrania, y si Estados Unidos le retira el apoyo a Ucrania estará aceptando, de facto, que las reglas del juego son estas.
Si Vladimir Putin logra consolidar su control sobre los territorios ocupados, ¿qué impide que el próximo objetivo sea otro país del antiguo espacio soviético? Los países bálticos, Polonia, Moldavia, Georgia, etc. Si tomamos en consideración lo que está sucediendo Donald Trump está apostando por la claudicación. Occidente no puede permitirse dar este paso atrás sin que esto no traiga consecuencias futuras. La marcha atrás de Estados Unidos está debilitando toda la estructura de seguridad del mundo Occidental.
Donald Trump y Vance hablan de «dejar de gastar dinero en guerras interminables», pero el dinero que se está gastando en Ucrania no es un despilfarro sino una inversión y la contención a uno de sus contendientes en la dialéctica de imperios. Ucrania no pidió esta guerra, no emprendió una guerra imperialista ni se trata de una cuestión lúdica como pretenden sugerir los ignorantes políticos de la Casa Blanca.
Ucrania fue invadida por una potencia nuclear que le niega su derecho a existir como nación política soberana. Para Ucrania esto no se trata de dinero, creer eso es burlarse de la memoria de todos aquellos soldados y civiles que murieron defendiendo su patria, sin olvidar a los voluntarios. Hace mucho tiempo que sostengo que Estados Unidos, cualquiera sea su gobierno, jamás tuvieron un plan de victoria en Ucrania, se limitaron a gestionar la guerra, y lo mismo la Unión Europea, sin tener una estructura de mando unificado para detener esta invasión.
Las guerras prolongadas sin una estrategia de victoria, no solo es dolorosa sino desastrosa en lo económico, eso fue Vietnam, Irak, Afganistán. No solo para Estados Unidos sino también para los soviéticos y ahora para Rusia, si se repasa lo sucedido con Vladimir Putin veremos que pasó de tropas profesionales al Grupo Wagner, de los criminales carcelarios a jóvenes reclutados por la fuerza sin capacidad de combate, de los norcoreanos a los mayores de 60 años que están siendo enviados al frente bajo un salario importante.
Donald Trump está obsesionado con China y le doy la razón, pero se equivoca si cree que Rusia no es un enemigo, eso demuestra que no tienen la mejor lectura de la política internacional, de la dialéctica de imperios. Rusia, Irán, Corea del Norte y otros países canallas son parte del mismo frente que odia a muerte a Occidente. China sigue metida en Venezuela, ahora en Cuba, Nicaragua, Panamá, en Bolivia, China e Irán y en otros paisillos de iberoamérica donde construyeron puertos, rutas, de acuerdo a su ortograma imperial.
Los países de Europa, en su mayoría, mostraron su respaldo a Zelenski luego de la humillación gratuita en la Casa Blanca, el de Polonia Donald Tusk dijo en línea con los restantes mensajes: «Querido Volodímir Zelenski, queridos amigos ucranianos, no estáis solos». El presidente francés, Emmanuel Macron, fue uno de los primeros en defender al ucraniano, asegurando en declaraciones a medios franceses en Portugal que «hay que respetar a quienes luchan desde el principio», en una referencia a Ucrania y su resistencia ante la invasión rusa.
«Creo que todos hemos tenido razón al ayudar a Ucrania y sancionar a Rusia hace tres años y al continuar haciéndolo. Y cuando digo nosotros, son Estados Unidos, los europeos, los canadienses, los japoneses y algunos más», insistió el francés. Están muy bien las palabras, pero no basta, res non verba, decían los romanos. El domingo pasado se realizó en Inglaterra una reunión de urgencia. «Estamos en una encrucijada de la historia. Es hora de dar un paso adelante, liderar y unirnos en torno a una nueva misión», dijo Keir Starmer.
Los líderes de Europa consideran que las posibilidades de que Putin cumpla con cualquier compromiso de alto el fuego son escasas o nulas. De ahí que Keir Starmer, que se postula ahora como puente entre Europa y Estados Unidos, esté dispuesto a poner «botas británicas sobre el terreno y aviones en el aire» para ayudar a lograr una disuasión eficaz ante Rusia.
Reino Unido y Francia quieren enviar una fuerza de paz a Ucrania para evitar que Putin vuelva a actuar. Y tras la cumbre clave de este domingo más países europeos se comprometieron a sumarse al plan. «No todos se sentirán capaces de contribuir, pero eso no quiere decir que esperemos sentados. En vez de eso, aquellos dispuestos intensificarán la planificación ahora con urgencia real. Europa debe asumir la parte más pesada» sostuvo Starmer. El primer ministro polaco Donald Tusk señaló la necesidad de valerse por sí mismos, «dado que 500 millones de europeos estaban pidiendo a 300 millones de estadounidenses que los defendieran de 150 millones de rusos».
El gran problema de Europa no está en el frente ucraniano sino en la misma Europa que no sabe interpretar lo que realmente pasa en el mundo, tanta ideología de la nueva izquierda ha pulverizado los cerebros. Este terremoto debería servir también para que la OTAN cambie definitivamente, y si se tiene que fracturar que así lo haga, formalmente, porque de facto ya lo está. Europa debería tener su propia OTAN excluyendo de ella a países con gobiernos pro-Putin como Víctor Orban y al gobierno eslovaco de Roberto Fico que amenazó con bloquear el rearme de Ucrania con fondos de la Unión Europea.
También se opone al envío de una fuerza de paz que vele por el cumplimiento de un eventual alto el fuego con Rusia, e insistió en que cada país contribuya de forma bilateral. «Si la UE sigue apoyando masivamente (a Ucrania), sólo se hará de forma bilateral, porque Eslovaquia no apoyará de ninguna manera esta estrategia», declaró el primer ministro de Eslovaquia, el populista de izquierdas Roberto Fico, y anunció el veto a la donación de armas.
Jamás se me hubiera ocurrido pensar que Estados Unidos votaría en la ONU junto a Rusia, Corea del Norte y abrazar las tesis de Putin. Que lo haya hecho Milei, no es extraño, que un economista metido en político lo haga no es raro. Lo raro es en una potencia Occidental. El tiempo pone las cosas en su lugar, por muchos años le dije a un amigo con quien hablamos de cosas políticas, que lo más importante es la política internacional. Todo lo que está haciendo Trump en política interior lo apoyo de manera incondicional.
Pero en política internacional, no. Se puede equivocar el presidente de Bolivia ¿Qué importa? Pero no el comandante en jefe de la potencia mundial. A lo mejor tenía razón el veterano de cartón J. D. Vance cuando llamaba a Trump, NAZI y la gran decepción Marco Rubio, desdecirse de lo que dijo en estos años sobre Putin, que se puede decir. En esto tenía razón Donald Trump, no es más que «Little Marco».
2 de marzo de 2025.