Cuadernos de Eutaxia — 17
ABRAHAM GUILLÉN
EL TEÓRICO DE LA GUERRILLA URBANA
Abraham Guillén Sanz nació el 13 de marzo de 1913 en España y falleció el 1 de agosto de 1993. Políticamente fue un anarquista y considerado como teórico de la guerrilla urbana sudamericana y cuyas ideas fueron volcados en su libro: «Estrategia de la guerrilla urbana» de 1966.
De joven Guillén se dedicó a las tareas agrícolas extrayendo resina. Fue miembro afiliado de las «Juventudes Libertarias» (FIJL), también participó toda su vida en la «Confederación Nacional del Trabajo» (CNT) y en la «Federación Anarquista Ibérica» (FAI). Durante los primeros meses de la Guerra Civil fue director de Juventud Libre, editada por el Comité Peninsular de las Juventudes Libertarias. También fue redactor de Castilla Libre y de CNT.
Marchó al frente y a partir de 1938 fue comisario político en la XIV División y del IV Cuerpo del Ejército, comandado por Cipriano Mera. También dirigió Nosotros, portavoz de FAI, de la Federación Ibérica de Juventudes Libertarias (FIJL) y de la Columna de Hierro en Valencia. Luego de la derrota militar, fue detenido en el puerto de Alicante y condenado a la pena de muerte, está sentencia le sería conmutada por 20 años de prisión. Se evadiría en 1942.
Participó en el comité central de la CNT clandestina hasta que en 1943 es nuevamente detenido, pero logra fugarse de prisión en la nochevieja de ese mismo año. Con la ayuda de gitanos anarquistas conseguiría ingresar a Francia en 1944, en ese país dirigirá Solidaridad Obrera. Luego sería expulsado de la CNT por colaborar con la procomunista Junta Suprema de la Unión Nacional Española (UNE), y rehabilitado con la llegada de Germinal Esgleas a la dirección, el 1 de febrero de 1946.
En 1948 emigró a Argentina y pasó un tiempo en Uruguay y en Cuba. En Buenos Aires se licenció en Ciencias Económicas. Durante el peronismo editó «Economía y finanzas» bajo el seudónimo de Jaime de las Heras. Fue profesor de economía política (director de investigación económica en la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires) y columnista de El Laborista, y Democracia en Buenos Aires.
En 1952 publicó su primer libro: «El destino de Hispanoamérica» con el que comenzó a alejarse de las ideas nacionalistas del peronismo y empezó a plantearse la necesidad de la unión continental para la liberación iberoamericana. Cuando se refugió en Uruguay, fue asesor económico de la Universidad del Trabajo del Uruguay y periodista del diario Acción de Montevideo. También se fue al exilio al Perú, y actuó como experto internacional de la OIT en economía autogestionaria y desarrollo cooperativo en Perú, donde colaboró en La Prensa de Lima.
Después de los bombardeos que sufrió Perón el 16 de junio de 1955, John William Cooke fue la primera persona en ser convocado por Perón y fue nombrado interventor del partido peronista de la Capital Federal, Buenos Aires. John W. Cooke en previsión de un golpe militar quería convertir las unidades básicas y sindicatos en centros de resistencia popular armada. Esa política provocó un fuerte rechazo entre los militares y los dirigentes peronistas, se hicieron pedidos para que Cooke fuese arrestado antes del golpe militar de 1955.
El escritor Richard Gillespie dijo:
«Se ha sugerido, quizás con exageración, que el plan de acción de Cooke estaba basado en la experiencia de la resistencia española a Franco y que éste la conoció a través del veterano de la Guerra Civil Abraham Guillén, amigo y colaborador de De Frente. La idea básica era organizar una fuerza guerrillera urbana clandestina que pudiera frustrar un golpe de estado por medio de actividades guerrilleras respaldadas por el apoyo y la movilización popular. Cooke debía actuar con precaución dado que el Consejo Superior Peronista había rechazado la idea de crear milicias populares; ya que sabían aun los militares «peronistas» se opondrían a la idea, temerosos de que podría surgir una estructura de mando paralelo. A pesar de la falta de autorización, Cooke y otros pocos estaban preparados para actuar a espaldas de los lideres y organizar secretamente los contingentes guerrilleros. Al ocurrir el golpe de septiembre, poco es lo que se había realizado y que tuviera resultados prácticos, pero tiempo más tarde sus ideas formarían la base de la primera actividad de la Resistencia Peronista, en especial cuando Perón, en enero de 1956, les dio su respaldo táctico».
El plan «Guillén-Cooke» quedó en el papel hasta que, en enero de 1956, Perón desde el exilio ordenó comenzar la resistencia, para ese entonces William Cooke ya había tomado el control de la estructura partidaria del peronismo, el plan Guillén-Cooke, constaba de seis puntos básicos: 1— Vanguardia Popular Armada, 2— Ejércitos y Guerrillas, 3— Ejércitos de superficie vs tácticas de frente y líneas, 4— Espacio y población, 5— Estrategia de guerrillas, 6— Política, estrategia y táctica.
El plan Guillén-Cooke, luego le sería ofrecido al gallego Manuel Mena, el uturunco, que tiene similitud con el primer «manual guerrillero» que Guillén inserta en el segundo volumen de «La agonía del imperialismo» (1956-57). En dicho manual de prácticas guerrilleras dentro del capítulo «La lucha armada contra el imperialismo». El manual llega a la guerrilla cubana y es incorporado a sus tácticas. En 1965 se publica en Buenos Aires la obra de Guillén «Teoría de la violencia», y el mismo año aparece en Montevideo la primera edición de su «Estrategia de la guerrilla urbana», son obras que sirven de base estratégica para los Tupamaros en Uruguay y para la guerrilla brasileña de Marighella y Lamarca, así como para la lucha urbana que ese año se desarrolla en Santo Domingo, varios exiliados dominicanos son aleccionados directamente por Abraham Guillén en Buenos Aires.
En septiembre de 1955, el general Perón se rindió sin combatir, un militar que a la hora de la verdad se raja, dejando a sus seguidores perplejos, sus argumentos posteriores es pura propaganda basura por sus seguidores. Perón desde el exilio decía: «Cada casa debe ser una unidad básica y cada peronista un jefe y un vigía de nuestro movimiento», claro y el jefe de los jefes en el exterior, el clásico animémonos y vayan. El general retirado Juan José Valle, no un general en actividad, intentó derribar al gobierno militar y fue fusilado.
La llamada resistencia nunca estuvo centralizada, realizaban atentados aislados, para 1959 había muchos que actuaban realizando acciones armadas de esa manera. Ese tipo de resistencia había atraído a Guillén. De esta manera irrumpe el «Comando 17 de Octubre» que estaba ligado a Cooke. El apego a esta nueva táctica va a producir división en el Comando y se separan en dos facciones, una de ellas crea el comando guerrillero Uturunco y suben al monte en el norte argentino, de ese pintoresco y poco trascendente grupo ya nos ocupamos al inicio de esta serie.
Guillén además de hacer un trabajo de captación de fondos y apoyo político en Buenos Aires, entre ellos el izquierdista peronista José Maria Rosa, y Silvio Frondizi, subió al monte y fue detenido, posteriormente sería encarcelado por tres meses en virtud del Plan Conintes que estaba en vigencia. Años después Abraham Guillén diría que:
«Los Uturuncos fueron la primera guerrilla urbana y rural en los comienzos de los años 1959 y 1960. Al unir el campo y la ciudad en los guerrilleros “Uturuncos”, mi punto de vista estratégico, político, económico y social, era dar a la guerra revolucionaria, sobre todo, un carácter estratégico opuesto a la batalla o el combate de línea; es decir, que una guerra de un pueblo en armas, si quiere vencer a un gran ejercito represivo, tiene que ser una guerra en superficie, en todo un territorio nacional, como si fuera hecho a manera de una piel de leopardo, circulando los guerrilleros por todos estos intersticios. Como los combatientes “uturuncos” eran (casi todos) todos peronistas, yo estime que ello constituía una limitación política, pues una guerra revolucionaria debe englobar a todo un pueblo y no sólo a un partido. Si la concepción política es mala o estrecha, por mas brillante que sea la táctica y la estrategia guerrillera, se pierde la guerra revolucionaria o no se supera el estado primario de pequeños grupos de acción que no se convierten en ejércitos de liberación, en pueblo en armas, único medio de alcanzar el triunfo».
Ustedes han leído el artículo sobre los uturuncos, y habrán visto que esos primarios no hicieron otra cosa que cometer errores que no lo habrían cometido ni mis amigos del barrio, y por más que los quieran recubrir de gloria, no fueron otra cosa que una banda de delincuentes y que la policía se encargó de ponerlos en su lugar, así que Guillén se pone a filosofar desde la nada, ex absurdus sequitur quodlibet. Cuando Guillén fue encarcelado por tres meses, en el penal conoció a otro guerrillero Jorge Eduardo Rulli, y este lo recuerda de esta manera:
«…Entonces, el viejo nos levantaba el ánimo, y nos hablaba desde su propia experiencia como desde un oráculo… no me lo puedo olvidar… ‘Que importan las cadenas’, decía… ‘las rejas son de paja…lo que vale es la organización…con seis años de condena adonde nos llevaran? …A Rawson, en la Patagonia…pues mejor…tomamos la guardia y nos alzamos con las armas del penal y de allí, con los vehículos que requisemos, encolumnados y en marcha a la montaña…a empezar la guerra de guerrillas’. Pero viejo -le decíamos-, las montañas quedan lejos de la cárcel… ‘No hay distancia que no se pueda vencer’ nos replicaba ‘importa la voluntad y la decisión, las armas siempre las tiene el enemigo, los barrotes son de paja, iniciaremos la guerra un puñado de decididos y luego seremos miles, hasta que nos extendamos por todo el Andes…’ Y así continuaba por horas…recuerdo que remataba siempre con una condición sine qua non para ayudarnos… una condición que nos terminaba de convencer que el Comandante de milicias, hablaba en serio…esa condición era que en algún momento del triunfo revolucionario lo dejáramos partir con parte del ejército de liberación para reconquistar y liberar España… Estábamos en esos diálogos cuando una mañana cualquiera de primavera de ese año ’60, cuando el guardia voceó su nombre desde la reja y se fue en libertad. Lo abrazamos, pero sentimos algo mágico que habíamos construido había estallado como un globo. A nosotros días después nos trasladaron, primero a la cárcel de Magdalena y luego a la cárcel de Viedma en la Patagonia, nunca pudimos tomar el penal ni tampoco iniciar la guerra de guerrillas…por lo menos del modo en que nos lo había enseñado Guillén… al Viejo no lo vimos nunca más… pese a todo, el guardo un gran cariño, pero con pena y con bastante ternura, no tan sólo por él, supongo que también por esa juventud que pasamos entre rejas, rejas que no eran de paja…»
Jorge Rulli, correo electrónico del 30de enero de 2008.
Que manga de delirantes, ahora uno entiende porque el generalísimo Franco les dio un repaso, lo único mágico es lo que llevaban en la mollera, en suma, todos estos gloriosos guerrilleros son parte de ese batallón internacional de perdedores en la Historia. Los chinos son ricos por cambiar de bando, de dar el golpe de timón y hoy, minuto a minuto, producen plusvalía y tienen más multimillonarios que Estados Unidos y la India juntos ¿Dónde está el comunismo?
En 1961 fue encarcelado durante unos meses acusado de ser miembro de los uturuncos, guerrilla activa en el noroeste de la Argentina durante 1960 y 1961, a raíz de este hecho pidió asilo político en Uruguay en 1962 y, poco después, se puso en contacto con los elementos revolucionarios de este país. Durante estos años estuvo en la mira de los servicios de inteligencia.
En 1961, Guillén viajó a Cuba, donde permaneció, según dicen, como entrenador de cuadros guerrilleros, luego de recibir instrucción en Cuba, en compañía de otros izquierdistas argentinos más conocidos de su tiempo, como John W. Cooke, su compañera o concubina Alicia Eguren, el vasco Bengoechea, Guillén viajó a Uruguay, donde pasará a ser considerado como uno de los inspiradores de la experiencia de los Tupamaros, así como de la OPR-33, grupo armado vinculado a la Federación Anarquista Uruguaya.
En Uruguay colaboró con el periódico Acción, bajo el seudónimo de «Arapey», de ese periodo dice Guillén: «Con Sendic me vi pocas veces, pues siempre andaba clandestino. Pero había cuatro comandantes que recibieron preparación sobre estrategia de la guerrilla urbana. Estos eran los hombres de acción, mientras que Raúl Sendic era más bien un político, ex dirigente del Partido Socialista, muy vinculado a los obreros cañeros del Departamento de Artigas. Tanto es así, que la consigna de estos cañeros era la siguiente: “por la tierra con Sendic”. No era ese movimiento guerrillero, sino reformista, pues pedía la reforma agraria en los latifundios de los cultivos de la caña de azúcar. Hasta 1965, el grupo de Sendic, muy castrista, estaba limitado a realizar marchas por carreteras hasta Montevideo pidiendo tierra para los obreros cañeros. Como Fidel Castro, “Che” Guevara, Regis Debray, no concebían la guerra revolucionaria fuera de las montañas, y el Uruguay no las tenía, no había posibilidad de crear así un movimiento guerrillero, según la doctrina cubana. Justamente en 1965, cuando publiqué “Estrategia de guerrilla urbana”, los ‘Tupamaros’ vieron una luz, pues yo decía que los “bosques de cemento son más seguros que los bosques de árboles. Y que las ciudades tienen más recursos logísticos que el campo. Y como nuestra civilización es capitalista y concentra el capital y las poblaciones en las ciudades a ritmo acelerado, en países como Uruguay con más del 80% de población urbana, era absurdo ir a hacer la guerra revolucionaria en el campo, donde hay más vacas y ovejas que población rural».
«[…] creo que los “Tupamaros”, por ser fieles al modelo castrista, fueron derrotados, en términos políticos. El marxismo-leninismo, de tipo castrista o soviético, no reo que arrastre a las masas a hacia una Revolución de tipo cubano, ni en América Latina ni en ninguna otra parte. Fui el inspirador táctico y estratégico de los “tupamaros”, pero mi origen libertario me separaba políticamente de ellos, fervientes castristas, aunque alguno también era libertario».
GUILLÉN, Abraham en bicicleta: Revista de comunicaciones libertarias, Año 1 Núm. 9 de octubre de 1978. España.
En 1969 publica un libro en Montevideo: «Desafío al Pentágono» donde hace una crítica al foquismo, en ese libro muestra la incongruencia de la tesis del libro de Regis Debray «Revolución en la Revolución». En Montevideo se reencontró con el gordo Joe Baxter, a quien había conocido en Cuba. En 1973 retornó a Buenos Aires, donde se desempeñó como profesor de economía política en la facultad de filosofía y letras de la UBA, eran épocas donde cualquier zurdo podía dar clases con solo sus antecedentes izquierdistas, entre 1973 y 1974 colaboró en el diario La Opinión. Guillén fue una influencia para Montoneros, pero se vio opacado por las obras del prusiano von Clausewitz, eso lo dice Jorge Rulli:
«La influencia de Guillén es de fines de los cincuenta y principios de los sesenta. Tengo idea de que influyó o tuvo una participación en Uturuncos, pero no puedo precisar. A poco de andar se descubría como panfletario y poco sustancial, no tuvo la obra de Guillén una prolongada influencia, creo yo. Se lo conocía en todos los sectores, pero en la época de los debates internos como el de los iluminados entiendo que no eran obras tenidas en cuenta […] En toda esta etapa la obra de Guillén ya no es tenida en cuenta en absoluto, todo lo contrario, la influencia cubano-soviética barre con el gallego e impone con otros paradigmas. Si algunos sectores cristianos lo tuvieron en cuanta no lo sé. En el Conintes yo era uno de los pocos sino el único que lo leía, en general no se lo consideraba serio en los medios militantes». Correo electrónico de Jorge Rulli, del 14 de marzo de 2008.
Guillén fue amenazado por la organización peronista de derecha corporativista fascista, Triple A, y se rajó a Perú, en ese país colaboraría en el diario La Prensa y se desempeñó como especialista en economía autogestionaria y desarrollo cooperativo en la Organización Internacional del Trabajo (OIT) organismo transnacional de izquierda. Guillén que se consideraba un experto en táctica militar y estrategia revolucionaria decía:
«En resumen, un revolucionario para poder asumir la historia en un momento crítico debe conocer las leyes de la dialéctica y de la economía política; dominar la política científica; unificar su pensamiento y acción; saber esperar una ocasión histórica, que siempre se presenta, para transformar el mundo y resolver las contradicciones que se opongan al interés general; plantearse a cada momento sólo lo que se pueda resolver, sin ser centrista ni oportunista; no destruir sólo aquello que se pueda sustituir para no adelantarse ni atrasarse en los cambios de estructuras socio-económicas, políticas, culturales y jurídicas».
Sus fans dirán que la guerrilla peronista de los Uturuncos, así como la que lideró Hugo Blanco en el Perú, pasando por la guerrilla uruguaya de los Tupamaros, lo reconocieron como maestro. Bueno, que podemos decir, con semejante maestro tales alumnos. El fracaso del izquierdismo en general, y con ello me estoy refiriendo a las izquierdas definidas, según Gustavo Bueno, desde la tercera hasta la sexta generación de izquierdas, anarquista, socialdemócrata, comunista y maoísta, no tenían aplicación práctica, a no ser por las armas.
Solo fue posible su aplicación por medios violentos, la historia ya la conocemos, y los pocos países que hoy insisten en ese gran fracaso, viven sumidos en la miseria, se encargaron de hundir países como Venezuela. Y si existen personas que creen que Rusia o China son comunistas deben hacerse revisar con un psiquiatra. No era cuestión de foquismo o no foquismo, la única necesidad histórica, científica, era que iban a terminar como terminaron.
En ese sentido el marxismo político es «perro muerto», y la séptima generación de izquierdas actual, la marcusiana, la cultural, ya no es marxista, no hay en ella ni lucha de clases, ni plusvalía (el capitalismo woke es su exponente), ni el proletario como sujeto revolucionario sino el inconforme radical de Marcuse. Pero no por ello deja de ser una séptima generación de izquierdas, bien plotiniana, surge del mismo tronco. Que se hayan saltado por completo una nueva generación de izquierdas es el problema de los que no tienen los pies en la tierra.
«Los exiliados brasileños que llegaron al Uruguay, luego del “golpe” de Estado contra el presidente Goulart, sus líderes principales, casi todos me conocieron. “La estrategia de la guerrilla urbana” -antes que a otros idiomas- fue traducida al portugués; entró en Brasil mimeografiada; dio lugar al movimiento guerrillero urbano, dándole doctrina estratégica; influyó notablemente en el movimiento guerrillero del capitán Lamarca, de Marighella y del mayor Piriz. Antes de publicarse el “Minimanual de guerrilla urbana” de Marighella, con un par de años de anticipación, se publicó en Montevideo, “La estrategia de la guerrilla urbana”».
Según Guillén y sus seguidores, Marighella, que era maoísta, no quería desmentir a Mao y a Fidel en cuanto a que la guerrilla de campo es estratégica y la de ciudad táctica, es decir, menos importante ésta que aquella. Lamarca también, maoísta y fidelista, luego de ganar muchos combatientes en Sao Paulo, gracias a sus audaces golpes de guerrilla urbana, quizá por seguir la doctrina maoísta y fidelista de la guerrilla de montaña se fue con todo su ejército guerrillero (que había ganado en las ciudades) a combatir en las sierras situadas en el triángulo de Río de Janeiro, Sao Paulo y Salvador, siendo aislado de los campesinos, clavado al terreno por fuerzas muy superiores, con repetidos bombardeos de la aviación, perdiendo así, en una inoportuna guerra de montaña, lo que había ganado en meses de guerrilla urbana inaprensible, imbatible. En suma, por querer salvar los principios fidelistas y maoístas (no apropiados en todo para Brasil), la guerrilla urbana fue derrota, no en su medio de las megalópolis, sino por haberse ido al campo; es como si una ballena intentara hacer en la tierra lo que le sería más fácil en el mar.
Crítica al foquismo
Dirá Guillén: «Sobre el “foquismo” publiqué en Montevideo, en 1969, un libro titulado: “Desafío al Pentágono”. Se trata de una obra que explica la inconsistencia de las tesis de Regis Debray, expuestas en “Revolución en la Revolución”, libro “foquista”, copiado por Debray al dictado que le hicieron en Cuba; pues él era licenciado en filosofía y letras, no sabe nada de estrategia militar.
La tesis más socorrida del “foquismo” cubano es que todas las guerras revolucionarias hay que hacerlas desde el campo, desde las montañas. Yo planteo -como dije- la ciudad populosa más apropiada a la guerrilla en la época del capitalismo. Indico que si en la Edad Media, cuando toda la población estaba en el campo, no han triunfado las guerras campesinas, ¿cómo podrían hacerlo ahora en plena civilización urbana? Aclaro que la Revolución cubana no se hizo exclusivamente en Sierra Maestra, sino que hubo más muertos y más combates que en ésta en las ciudades; que se propagó la insurrección en superficie apareciendo en -segundo frente de Escambray”; que se luchó por todo Cuba; y que eso hizo que el ejército batistiano, cogido entre dos frentes, tuviera que rendirse, no sólo frente a Sierra Maestra, sino porque está copado por su retaguardia, en las ciudades.
Otra consigna simplista es la de que “el poder viene del cañón del fusil”. Si fuera esto verdad, los suboficiales y los sargentos darían los “golpes” de Estado; pero son los generales y los coroneles los que los dan; aunque no estén todos los días con los fusiles y los soldados. Y es que sin fin político no hay visión de lo estratégico. Los generales piensan en políticos y por eso dan los “golpes” de Estado; pero los sargentos y los suboficiales no piensan ni en generales, ni en políticos. Así, teniendo más de cerca las armas y los soldados, los suboficiales y los sargentos casi nunca producen un “golpe” de Estado y, cuando lo dan, lo pierden posteriormente porque no saben qué hacer con el Poder.
En cambio, los “foquistas” pequeño burgueses, sin vinculación al trabajo de fábrica o de campo, tienen la patología del Poder. Y cuando lo alcanzan, crean un partido monolítico que excluye de él a todo el pueblo, constituyéndose así estos en la “nueva clase”, más difícil de desalojar del Poder que la burguesía. Pues la nueva clase se presenta no como clase, sino como la encarnación del proletariado por medio del Estado totalitario y del Partido único. El “foquismo”, pequeño-burgués, separado de los trabajadores o sin ellos en sus filas guerrilleras, puede ser un nuevo stalinismo.
Será preciso meditar esta perspectiva seriamente para evitar que una minoría domine a las mayorías mediante el capitalismo de Estado y el Partido monolítico. Para ello hay que preparar a los sindicatos, a los jóvenes revolucionarios, en un espíritu autogestionario, con pleno dominio de la estrategia, a fin de cortar el paso al Poder a grupos “foquistas”, totalitarios, inspirados en el modelo soviético de socialismo burocrático».
Me imagino que los zurdos amantes del fidelismo, el guevarismo, el estalinismo, el foquismo y todas esas supercherías, de deben estar haciendo el haraquiri.
«El “Che” Guevara y Fidel fueron instruidos por el coronel español Bayo, que durante la guerra civil española tenía conocimientos de táctica de grupos guerrilleros, operando en la retaguardia franquista. Cuando el “Che” y Fidel llegaron a Cuba en el “Granma” -luego de ser descubiertos al desembarcar en la isla, procedentes de México-, les quedaron 7 hombres y 11 fusiles o viceversa. Sin embargo, se fueron a la Sierra Maestra. Y como el planteo político era bueno para la guerra de guerrillas, esos pocos hombres y esos pocos fusiles sirvieron para echar a Batista, que administraba a Cuba, su negocio privado.
Si Fidel hubiera dicho al comenzar la guerra de guerrillas en Sierra Maestra que era marxista-leninista, en vez de hablar de libertad, de democracia, de lucha contra la corrupción batistiana, hubiera sido aislado y derrotado como tantos otros guerrilleros, sin programa político compartido por la casi totalidad de una nación. Así las cosas, Fidel tuvo el apoyo de la burguesía, la clase media, los obreros y los campesinos de Cuba, incluso la simpatía de Estados Unidos. De esta manera, al llegar a formaciones de batallón con sus guerrillas, Fidel venció a las brigadas o divisiones de Batista, desmoralizadas y acorraladas en las ciudades, los montes y el campo. Cuanto mejor sea un programa político de liberación tanto más fácil es ganar una guerra contra el imperialismo de fuera o el despotismo de adentro. La mayor parte de los movimientos guerrilleros de América Latina han sido derrotados por imitar al Fidel marxista-leninista y no al Fidel guerrillero que tuvo como programa la democracia, la lucha contra la dictadura y la corrupción.
Conocí al “Che” Guevara en 1962, en plena “crisis del Caribe”, una noche larga conversando los dos y en presencia de Alicia Eguren, esposa del líder peronista, exiliado en Cuba, John William Cooke. Los barcos de guerra y los aviones norteamericanos estaban merodeando por las playas de Cuba. El “Che” Guevara esperaba el desembarco de las divisiones pentagónicas a los cuatro o cinco días del cerco de Cuba por Estados Unidos. Yo le dije que eso era muy improbable e incluso innecesario, pues el desembarco de los yanquis era permanente: databa de 1898 cuando nos fuimos los españoles de Cuba, y ellos se reservaron la base naval estratégica de Guantánamo. El “Che”, sin embargo, estaba convencido de que los norteamericanos desembarcarían en Cuba. Yo le dije que, teniendo una superioridad estratégica absoluta en aviones y barcos de guerra, podían aislar a Cuba del resto del mundo, ganando así la batalla estratégica, logística, sin tener que entrar en la batalla táctica, frontal del desembarco, pero el “Che” pensaba que los yanquis desembarcarían en la isla. Le dije que, a menos que ellos tomaran Guantánamo, los yanquis se quedarían quietos. Y como los soviéticos se pusieron de acuerdo con los yanquis, sin consultar a los cubanos, se cambiaron los proyectiles atómicos, en bases cubanas de los rusos, por bases de proyectiles yanquis en Turquía.
Aclaré que el gatillo atómico en Europa -en la OTAN- lo tenían los yanquis y que, en Cuba, igualmente estaba en manos de los soviéticos. Por tanto, a menos que los cubanos no crearan una situación irreversible en Guantánamo, yanquis y soviéticos se entenderían sin los cubanos. Además, en guerra convencional, los rusos tenían perdida la partida en el Caribe: Negociarían con los norteamericanos. El “Che”, molesto contra los soviéticos, me dijo que él había ido a la URSS con otro cubano, cuyo nombre no recuerdo, para establecer el acuerdo de bases de proyectiles soviéticos en Cuba. Pues los rusos las habían solicitado en defensa del mundo socialista.
Yo lo creí así -me dijo el “Che”- pero luego nos han dejado pagando… Desde ese momento, el “Che” se hizo más pro-chino que soviético; no asistía a las recepciones de la embajada rusa en La Habana; se lo veía más en las de China y Albania.
Finalmente, los soviéticos, contra los créditos a Fidel Castro, echaron al “Che” del Ministerio de Industria, ya que creía más en el “nuevo hombre socialista” que, en el stajanovismo, política productivista de los soviéticos.
No nos entendimos bien nunca el “Che” Guevara y yo. Era un hombre más bien dogmático. Lo disuadí de hacer empresas guerrilleras de montaña con pocos hombres (grupos de 25 guerrilleros), por entender que, en el caso de los “Uturuncos” -algo que yo había experimentado-, la contraguerrilla operaba con secciones de más de 30 hombres dotadas de algunos morteros. Por tanto, el combate frente a frente tenía así correlación de fuerzas desfavorables para la guerrilla. Pero el “Che” seguía el reglamento cubano como un dogma. Yo era partidario de 4 a 5 grupos de 25, viviendo separados en el bosque y montaña, pero combatiendo juntos contra las secciones de más de 30 contra guerrilleros. Así habría superioridad de número y de fuego; la victoria estaría asegurada para los guerrilleros. Sin embargo, el Che se fue con un grupo chico de combate a las montañas del oriente boliviano: tuvo victorias tácticas iniciales, pero perdiendo su poca tropa por el desgaste del medio rudo y de los combates, y porque no suplía sus bajas con la llegada de campesinos, no teniendo población favorable, fue derrotado como le dije, 3 meses antes de serlo, al amigo del “Che”, Ricardo Rojo.
El “Che” Guevara, que tenía excelentes condiciones político-militares de comandante, se empeñó, sin embargo, en morir como sargento al frente de un pequeño grupo guerrillero en el oriente boliviano donde convergen las fronteras de Brasil, Argentina, Bolivia y Paraguay. Quizá el “Che” eligió esta zona geo-estratégica porque pensaba actuar en varios países sudamericanos a la vez con sus guerrilleras. En esa región hay más espacio que población, siendo así muy lento, en el mejor de los casos, el crecimiento militar de los grupos guerrilleros; pues los campesinos son más bien indiferentes a la guerra revolucionaria.
Echado del Ministerio de Industria de Cuba por los soviéticos, que presionaban económicamente para que abandonara su cargo, el “Che” Guevara, después de renunciar secretamente, debía dar una explicación política sobre este acontecimiento; pero su fidelidad absoluta a Fidel le llevó, clandestinamente, al Congo, donde luchó, y luego al oriente boliviano donde murió. Se diría que el Che iba buscando la muerte para no tener que explicar por qué había renunciado al Ministerio de Industria, teniendo así que disminuir la figura política de Fidel Castro. Hubiera sido más útil el “Che” Guevara escribiendo un libro sobre la labor contrarrevolucionaria de los soviéticos en Cuba, que yendo a morir a Bolivia al frente de un pequeño grupo guerrillero; pero su muerte lo sublimó como héroe; dejó así intacta la figura política de Fidel Castro que, sin duda, lo sacrificó políticamente contra ayuda económica y militar soviética».
Luego de lo expresado por Guillén, los zurdos, ya estarán dispuestos al suicidio, sino que de estar vivo Abraham Guillén le habrían aplicado la justicia revolucionaria.
Sobre los trotskistas
«Entre los trotskistas peruanos y argentinos de la IV Internacional -partidos POR- existía una gran afinidad política. Yo nunca fui trotskista, pero fui asesor estratégico para programar la rebelión campesina en el Perú. Mi punto de vista era que había todas las condiciones políticas, económicas y sociales para desencadenar una rebelión campesina al estilo de la de Tupac Amaru (1780); pues el feudalismo peruano reducía a los campesinos a la condición de pongos (siervos). La Caja de Selva peruana (borde montañoso de la Amazonia), es un terreno muy favorable a la guerra de guerrillas: Ahí, un campesinado en armas, si es bien dirigido política y estratégicamente, puede derrotar a los más poderosos ejércitos regulares; pero haciendo una guerra móvil, sin fijarse al espacio, sin ocupar tierras en frente fijo, tratando de vencer, primero, al ejército represivo, y después hacer la reforma agraria.
No lo entendieron así los dirigentes del POR argentino, especialmente, el inútil Nahuel Moreno, un trotskista de pacotilla que leía y releía, como libro único, la “Historia de la Revolución Rusa”, de Trotsky. Y como éste decía que no hay Revolución si no se crean “poderes paralelos” (Soviets), Nahuel Moreno y los trotskistas peruanos optaron por hacer una guerrilla al servicio de los campesinos y de la reforma agraria comenzando, inmediatamente, por ocupar los latifundios y permanecer en ellos como pueblo armado. Mi punto de vista, en franca disidencia con Nahuel Moreno y la gente de Hugo Blanco, es que la ocupación de tierras obligaba a clavarse en el terreno. De esta manera, los éxitos tácticos iniciales se convertirían después en derrotas estratégicas frente a las tropas de represión, muy superiores en número y en capacidad de fuego sobre los guerrilleros de Hugo Blanco.
Al querer aplicar a la realidad peruana las experiencias de la Revolución Rusa de 1917 (en situaciones específicas completamente diferentes en lo político, económico y estratégico), los campesinos del valle de la Convención fueron derrotados en su rebelión. El ejército ruso, por ejemplo, había sido derrotado en el frente alemán en 1917; se volvía de los frentes; y al llegar a Petrogrado se reunió con los obreros y los ciudadanos formando Soviets; esa situación no se daba, de ninguna manera, en Perú, ya que su ejército estaba intacto».
Bueno, lastima que Guillén no se enteró o ignoró olímpicamente a Sendero Luminoso que implementó su guerrilla como lo quería el español.
Sobre la actual guerrilla de los ochenta y noventa.
«El hecho de haber copiado el modelo cubano, especialmente en lo político y en la táctica guerrillera, no descubriendo las especificidades de cada país latinoamericano, ha conducido, en muchos movimientos guerrilleros, a llenar las cárceles de presos y a amontonar cadáveres. Repito que la Revolución, en cada país, debe ser re-inventada; descubrir sus leyes estratégicas especificas; programar bien sus objetivos políticos; combinar perfectamente su frente unido de clases oprimidas contra las clases opresoras; dar unidad de pensamiento y acción a los grupos políticos sin tolerar sectarismos; y, sobre todo, para que la guerrilla conduzca a la Revolución no basta con tener unos cuantos fusiles y unos pocos hombres, sino, más que nada, hay que aprovechar una ocasión histórica favorable a la Revolución: Una gran crisis económica, una guerra perdida, un desprestigio total del gobierno y de las clases dominantes, una dictadura odiada por todo el pueblo, que no debe ser discutida, sino combatida y vencida.
Por tomar los deseos por realidades, creo que en Guatemala perdieron los guerrilleros al lanzarse al ataque con escaso planteo revolucionario. El momento de la guerrilla en Guatemala era más apropiado a la caída de Jacobo Arbez, en 1954, cuando la United Fruit, con apoyo del Departamento de Estado, colocó en el Poder a Carlos Castillo Armas. Entonces los guerrilleros tenían a su favor la lucha por la democracia, la liberación nacional contra el imperialismo y la lucha por una legalidad constitucional, que compartía la mayor parte del pueblo guatemalteco.
La guerrilla guatemalteca, luego de la revolución cubana, tenía menos condiciones de triunfo que en 1954; pero unos cuantos jóvenes, creyendo que lo de Cuba se reproduciría como hongos, se lanzaron a la lucha armada. El ejército guatemalteco exterminó, según parece, a los militantes de estos grupos guerrilleros, a sus simpatizantes y a cuantos tuvieran alguna vinculación con ellos. A este tipo de “limpieza” -sin ningún respeto por los derechos humanos- se le llamó “guatemalización” que luego, en similares condiciones, se ha convertido en “argentinización”, “uruguayización”, “colombianización”, “brasilenización”, “chilenización”, “bolivianización”, “mexicanización”, etc.
En Colombia la guerrilla tenía ya su implantación antes de la revolución cubana. El guerrillerismo colombiano surgió como una explosión de protesta popular en 1948 cuando el asesinato político del líder liberal Gaitán, que dio lugar a la guerrilla urbana generalizada, más conocida con el nombre de “bogotazo”. Como consecuencia de este acontecimiento revolucionario, muchos revolucionarios colombianos se fueron a las sierras, surgiendo así un copioso movimiento guerrillero con cierta similitud a la guerra de guerrillas china del Yenan, luego de la “Gran Marcha” del IV y el VIII ejércitos comunistas.
Tanto se implantaron las guerrillas en Colombia, que se llegaron a liberar zonas de montaña como las repúblicas independientes de “Marquetalia”, “El Pato” y otras. Cuando escribí “La estrategia de la guerrilla urbana”, en 1965, dije que esas repúblicas guerrilleras no se podrían consolidar como frentes fijos, pues las divisiones de helicópteros, que son una “caballería del aire”, acabarían con ellas. En cambio, en el Yenan (China), los helicópteros no habían sido empleados como si se tratara de una infantería volante. Y como había pronosticado, “Marquetalia” y “El Pato” dejaron de existir. La guerra de guerrillas tenía que ser móvil, no fija, indiqué, y más en las ciudades que en las montañas, pues en las megalópolis, si no se las libera apresuradamente, pero se gana su población y con ellas se combate en muchos puntos urbanos a la vez, no sirven las divisiones de helicópteros ni las unidades blindadas. Sin embargo, la guerrilla colombiana ha seguido siendo preferentemente rural, pero ya ha entrado en la fase urbana, o en ambas al mismo tiempo: Tiene varios ejércitos guerrilleros, pero le falta un programa común, no se ha liberado del dogmatismo marxista-leninista y, en consecuencia, no saben los guerrilleros plantear correctamente su problema nacional, su revolución específica, sin importarla desde Cuba u otros países.
Otro movimiento guerrillero, que cometió los mismos errores estratégicos que el colombiano, fue el intento insurreccional del grupo armado dirigido por de la Puente Uzeda, en Perú. Concentró sus guerrilleros en Mesa Pelada, en vez de actuar en los grandes suburbios de Lima; se fijó al terreno con pocas fuerzas, sin poder contrarrestar a la aviación y la artillería del ejército; así, sin movilidad, fue masacrado por querer intentar, en cierto modo, la experiencia fracasada de las “repúblicas guerrilleras” de Colombia. En Lima hay, aproximadamente, un millón y medio de pobres en los barrios miserables (“pueblos jóvenes” pero los guerrilleros de Lima se iban a pelear en las montañas y selva, en un terreno que les era hostil, más desconocido que el “cinturón de miseria de Lima” y menos seguro que éste logística y políticamente.
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Al morir el generalísimo Francisco Franco, regresó a España y en los últimos años destacó como conferenciante y escritor de ensayos en la prensa anarquista. Su nombre fue vendido como conocido experto en técnicas de guerrilla urbana, en las multinacionales, en autogestión y en temas relacionados con la guerra de España y la degeneración del comunismo. Muchos sostienen que Abraham Guillén fue el teorizador de la guerrilla urbana y de sus aplicaciones prácticas en América (tupamaros, uturuncos) fue calificado como anarco marxista y guevarista. Usó distintos seudónimos (Jaime de las Heras, Fernando Molina, Arapey, etc.).
Abraham Guillén Sanz defendió el socialismo de mercado, y afirmaba que «una sociedad sin competencia es una sociedad sin incentivos». Describe al Socialismo de Mercado como parte de su visión general del socialismo libertario:
«El socialismo libertario no tiene necesidad de planificación centralizada, sino de un socialismo de mercado, de la competencia entre grupos colectivos de trabajo, de la democracia directa en las empresas por medio de los consejos autogestores de obreros, técnicos y administrativos, que nombran al director de la fábrica y lo revocan; tienen el control de su empresa; son dueños colectivos de repartir e invertir su excedente económico; deben aportar o invertir una buena parte del mismo para realizar la reproducción ampliada del capital social (comunitario, no estatal). El socialismo sólo será con libertad o de autogestión; pues, de lo contrario, será capitalismo de Estado, donde de la burocracia sustituirá a la burguesía como nueva clase opresora y explotadora.»
Guillén sostiene que el socialismo de mercado debe evitar la planificación económica exhaustiva e implementar una planificación descentralizada establecida por las fábricas tal como es planteado por el socialismo autogestionario. Guillén planteó que el socialismo de mercado es el camino para alcanzar el anarcocomunismo:
«Ahorrando los capitales disipados inútilmente en los consumos de lujo o con exceso de consumo improductivo, colocando a todo el mundo a trabajar útilmente, se acumularía doble o triple cantidad de capital social, que invertido en desarrollo económico y tecnológico haría que se produjese más en una hora que antes en un día, lo cual disminuiría el valor-trabajo de los productos, pudiendo así alcanzar un socialismo libertario, basado en una abundancia mesurada para todos. Entonces se podría pasar a una sociedad comunista: cada uno aportaría según su capacidad y recibiría según sus necesidades, superando, una vez por todas, la economía mercantil capitalista y sus dirigentes: burgueses, burócratas y tecnócratas.»
Y dale con esa superchería de la plusvalía el grave error de Ricardo. Abraham Guillén murió el 1 de agosto de 1993 en Madrid.
5 de febrero de 2024