GUERRA EN SIRIA
LOS ENEMIGOS DE OCCIDENTE ENFRENTADOS
La operación iniciada el día 29 de noviembre denominada «Disuasión de agresión», es sin lugar a dudas, la más violenta desde 2020, y es llevada a cabo por una coalición denominada «Mando de Operaciones Militares» liderada por el Organismo de Liberación del Levante, cuyo objetivo es derrotar al régimen sirio de Bashar al-Assad y recuperar las zonas pérdidas durante las batallas de la última década. El grupo islamista Organismo de Liberación del Levante está patrocinado por Turquía y su base principal se encuentra en la provincia noroccidental siria de Idlib.
En el 2011, cuando comenzaron las revueltas populares en plena «Primavera Árabe» se llamaba frente al-Nusra, y era una rama de Al-Qaeda en Siria. Su fundamentalismo islámico no cayó bien entre los jóvenes enemigos del presidente sirio. En esos años, el régimen sirio ayudado por Rusia, pudo detener, derrotar y expulsar del país al grupo rebelde, ejecutando y expulsando al movimiento rebelde original.
En 2016, Abu Mohamed al-Jolani, quien era el jefe del grupo Al-Nusra, se desvinculó totalmente de Al-Qaeda, y adoptó el nombre Hayat Tahrir al-Sham (Organismo de Liberación del Levante). Pero el régimen sirio lo siguió llamando Al-Nusra. Al-Jolani tuvo un acercamiento a Turquía, alejándose de Al-Qaeda y provocando fricciones entre los grupos que operaban en Idlib. En esta nueva agrupación, operan otros movimientos armados como Sultan Murad, o Yeish al-Izza, apoyados por Turquía. El ministro de Exteriores de Turquía, Hakan Fidan, afirmó el día 30 que su país está «tomando precauciones».
Hakan Fidan aseguró: «No lanzaremos ninguna acción que pueda desencadenar una nueva ola migratoria», y se encargó de desmentir que su país esté implicado en la ofensiva contra el gobierno sirio. «Turquía no interviene en los combates que tienen lugar en Alepo. Se están tomando precauciones». El ministro hizo estas declaraciones falsas a la prensa después de su intervención en el Foro Mundial organizado en Estambul por TRT, la cadena pública turca, y citado por el diario turco Hürriyet.
La ofensiva de las milicias islamistas partió el miércoles de Idlib, el último bastión controlado por los opositores a Al-Assad. Cabe destacar, que la región está parcialmente controlada por el ejército turco, que respalda a distintos grupos armados sirios en las regiones que domina al norte y oeste de Alepo. En los últimos meses, el gobierno turco, venía anunciando su disposición a negociar con el dictador Bashir al-Assad, para continuar con las relaciones diplomáticas rotas al inicio de la guerra civil siria en 2011.
El gobierno turco, hizo este llamado para no ser implicado en esta ofensiva, el gobierno sirio fue claro en su momento, de que todo intento de reanudar relaciones diplomáticas estaba condicionada por la retirada de tropas turcas del territorio sirio, ese reclamo es conditio sine qua non. El gobierno turco, sostiene tramposamente, que respetan la integridad territorial de Siria, pero el propio Hakan Fidan recordó en septiembre pasado que en las zonas ahora controladas por el ejército de Turquía viven «cinco millones de personas que no confían en el régimen».
Esta nueva ofensiva de los insurgentes islamistas, respaldados y azuzados por el gobierno turco, ha destapado, nuevamente, la caja de Pandora, de un conflicto no resuelto que llevaba años hibernando y que cada país o grupo tiene por detrás, como manda la inexorable ley de la dialéctica de imperios, a una o varias potencias mundiales. Quienes siguen la política internacional, saben que el conflicto civil sirio se inició en 2011. Desde ese año el conflicto provocó al menos 350.000 muertos y 5,7 millones de refugiados.
Todo se inició con unas revueltas populares y derivó en una situación muy compleja, en la que muchas potencias mundiales, como es lógico, trataron de controlar de manera indirecta para sus intereses permanentes el territorio sirio. En aquel entonces, se pudo establecer que había unos ocho sectores principales metidos en el tablero sirio, el gobierno sirio de Bashar al-Assad, el Frente Islámico, los kurdos, el Ejército Libre Sirio, el ISIS, Turquía, Occidente y Hezbolláh. Estos sectores o grupos, por momentos colaboraban entre sí y formaban alianzas, pero estas alianzas, más de las veces eran efímeras.
El gobierno sirio controla dos tercios del territorio, pero ese control no se ejerce de manera efectiva, ya que, por ejemplo, en Alepo, ese control se realiza bajo la presión constante de las facciones rebeldes. En 2014, Siria se encontraba asediado por las fuerzas fundamentalistas y al borde de la derrota. Con un ejército débil, a Bashar al-Assad en 2015 no le quedó más remedio que pedir la intervención de Rusia en el conflicto. Necesitaba la ayuda militar de Rusia para resistir a los rebeldes.
Rusia, a su vez, necesitaba regresar al escenario mundial, y quería agrandar su zona de control, entonces desplegó 22.000 soldados en Siria, y una fuerza aérea en tres bases, que participaron activamente en el conflicto, y mantiene hasta ahora una base naval en Tartús, que sirve además para asegurar la logística de las fuerzas sirias. No hay que olvidar que Siria, mejor dicho, el padre del actual presidente sirio, fue un viejo aliado de la Unión Soviética.
La intervención rusa en 2015, cambió definitivamente el rumbo de la guerra civil que había estallado cuatro años antes, en favor del gobierno, cuyas fuerzas entonces habían perdido el control de la mayor parte del país. Vladimir Putin salvó a Al-Assad del colapso con su intervención, el precio a pagar fue abrir la puerta a Rusia en el mar Mediterráneo, donde tiene sus bases militares. La intervención rusa ha causado miles de muertes, incluyendo las civiles. En estos momentos, Rusia, es el país que más está apoyando a Siria realizando el lanzamiento de ataques aéreos y la defensa sobre el terreno.
Pero la situación actual de Rusia es muy grave, no es la misma que la de 2015. Entonces el ejército ruso era temido y tenía la fama de ser imparable e imbatible. Hoy, eso es un mito, hace casi tres años que los rusos prometieron tomar toda Ucrania en cuestión de meses, y no lo lograron, ya no tienen fuerzas profesionales, tuvieron que recurrir al Grupo Wagner, a los presidiarios de todas las cárceles rusas, tuvieron que reclutar forzosamente a jóvenes inexpertos y por último recurrir a tropas norcoreanas. Por semana, Rusia pierde más de 1500 soldados en Ucrania.
El otro aliado del régimen sirio es Irán, a quien le cedió el control del sur y el oeste de país mediante la interposición de las milicias de Hezbolláh a su favor. Las milicias apoyadas por Irán tienen una fuerte presencia en la región de Alepo después de haber brindado un apoyo terrestre crucial al ejército en su recuperación de las áreas de la ciudad controladas por los rebeldes. Irán se aseguró así el control con la frontera con El Líbano, en donde está el bastión del grupo terrorista.
Hezbolláh luchó junto a las fuerzas sirias y rusas en contra del ISIS, que llegó a tener el control sobre una parte importante del territorio sirio y hoy está limitada a algunas zonas del este del territorio. El grupo terrorista Hezbolláh, fue el responsable de liquidar a la oposición en la batalla de Alepo en 2015. En estos momentos, la capacidad de Hezbolláh está muy golpeada, y está muy limitada tras la guerra contra Israel en El Líbano. De cualquier manera, aún siguen muy activas con una fuerza militar considerable.
En el plano internacional, a diferencia de la década anterior, Bashar al-Assad cuenta ahora con el apoyo de la comunidad de países árabes, al menos en los papeles, tras ser readmitido en la Liga Árabe en 2023, una Liga que no entraría en la batalla directa contra los insurgentes. Las fuerzas islamistas están en estos momentos en una mejor posición para apoderarse de aldeas y ciudades que las fuerzas del gobierno sirio. No tiene Siria la mejor ayuda de sus aliados, ya que Rusia se encuentra en un brete en Ucrania y los iranies están tratando de sobrevivir en El Líbano, y más aún luego de sufrir un bombardeo en su territorio, en represalias de parte de Israel.
El otro grupo que enfrentó al ISIS en la década pasada fueron los kurdos, que habitan el norte del país. Ocuparon una zona que declaró su autonomía y a la que llaman República de Rojava. En Rojava se aliaron con las fuerzas de las minorías asirias y caldeas. Los kurdos de las Fuerzas Democráticas de Siria resistieron la pretensión de Al-Assad de someterlos y a los turcos, que por definición son enemigos de los kurdos, porque Rojava es una retaguardia segura para el PPK que lucha hace décadas por la independencia kurda.
Estados Unidos fue un firme aliado y un proveedor de armas y entrenamiento de los kurdos, pese a las sucesivas traiciones, empezando con George Bush, hijo, hasta llegar a el 2018, cuando Trump abandonó a los kurdos. Aun así, Estados Unidos es otro de los actores en el tablero, porque conservaba bases en el territorio sirio para darle apoyo limitado, junto a Gran Bretaña, a los kurdos. Los kurdos mantienen en prisión a 10.000 milicianos del ISIS en Rojava y esa es la principal razón de que se siga manteniendo el apoyo estadounidense desde su base en Dier ez-Zor, en donde operan también fueras británicas y francesas, y en la base área de Hemo en Qamishli. Los kurdosirios, dirigen una administración en el norte y noreste de Siria, separada del Gobierno sirio, y están apoyados por Estados Unidos.
Desde el 2011 y en años sucesivos escribimos numerosos artículos sobre la situación en la región, pero no pudimos rescatarlos, pero ponemos a disposición algunos, que son de actualidad como ..\Downloads\BASHAR AL-ASSAD.htm, y ..\Downloads\EL KURDISTÃN IRAQUÃ.html Hay otra base de Estados Unidos en Al Tanf, en el sur de Siria, junto a la frontera jordana. Esta región no es la más violenta por el momento, ya que la mayor parte de los combates se dan en la zona contigua a la frontera con Turquía. Pero esa base mantiene el control territorial y es un sitio occidental en suelo sirio.
Turquía intervino en el conflicto en 2019 con la excusa de perseguir a las fuerzas kurdas que operaban desde Siria. Hay que tener en cuenta que el gobierno de Recep Erdogan es intervencionista, y que tienen un proyecto imperialista de corte neo-otomano. Desde entonces se anexó una franja del territorio sirio de 30 km de ancho y realizó una limpieza étnica de kurdos que huyeron en gran parte a Rojava. En ese tiempo, los kurdos habían sido atacados por el gobierno sirio, lo que provocó el desplazamiento de 140.000 miembros de esa etnia.
En estos días, el gobierno turco que no es ajeno al conflicto, sabe que ya se está produciendo un éxodo de población para buscar refugio en Turquía, por ello, el ministro de Exteriores de Turquía, pidió por «un marco político en el que se pongan de acuerdo el régimen y la oposición» para evitar esa oleada migratoria. Los grupos rebeldes aliados con Turquía han protestado en los últimos meses contra todo intento de reconciliación entre Turquía y Siria, y la actual ofensiva parece alejar ese objetivo.
Las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), se puede decir, que es una suerte de paraguas liderado por kurdos pero que también está integrada por grupos árabes, y que se han convertido en un actor importante en esta contienda por tener como enemigo a los turcos y a los movimientos insurgentes que apoya. Durante la última ofensiva de Turquía en el noreste de Siria contra los kurdos en 2019, estos últimos pidieron la ayuda en el terreno del Ejército sirio -con quien también está enfrentado- y de Rusia para detener el conflicto, lo que llevó a un acuerdo de alto el fuego turco-ruso.
Guerra y Guerra Civil
La llamada guerra civil en Siria, ya tiene una duración de 13 años, y cobra mayor vigencia con la ofensiva rebelde que ha tomado control, al menos hasta cuando escribo esto, de la ciudad de Alepo, la segunda ciudad del país y su antigua capital económica. La operación Disuasión de la agresión, es la más violenta desde 2020, y la ofensiva es ejecutada por una coalición llamada «Mando de Operaciones Militares» y liderada por el yihadista Hayat al-Sham (Organismo de Liberación del Levante), que quiere derrocar al dictador Bashar al-Assad, y reconquistar los territorios perdidos en los combates de la década pasada, y algo más.
En todos los medios se habla de guerra civil, pero nunca aclaran porque es una guerra civil y que entienden por ella, y en esta revista que, humildemente, también tratamos de hacer filosofía política, no podemos aceptar tal denominación por que sí. Nuestro maestro Gustavo Bueno Martínez, en su libro: La vuelta a la caverna. Terrorismo, Guerra y Globalización, al analizar los distintos géneros de guerra, al enumerar el cuarto género, decía:
—Guerras del género cuatro. Incluimos aquí las llamadas «guerras civiles». Son las guerras en las que únicamente interviene, teóricamente al menos (o jurídicamente), un único Estado. Pero no nos parece riguroso decir que en una guerra civil nos encontramos con la «guerra del estado consigo mismo». Una guerra cuyo resultado más probable sería el «suicidio político». Ahora bien, una guerra civil podrá conducir a la destrucción del Estado, pero no por ello este resultado habría de tomarse como definición de la guerra civil. En la guerra civil, una parte formal del estado (una región, una sección del ejército, una clase social organizada), entra en conflicto armado con otras partes para conseguir el control del propio Estado. Es el caso de las guerras civiles de la Roma republicana, la guerra civil entre las partes encabezadas por Mario y Sila y, poco después, por César y Pompeyo. Según esto, una guerra civil no puede confundirse con los conflictos derivados de un movimiento de secesión, porque en el movimiento de secesión la parte formal del Estado que inicia la guerra no pretende hacerse tanto con su control, cuanto separarse del Estado del que forma parte. Está fuera de lugar, si mantenemos el concepto político de guerra, adoptar aquí la perspectiva del relativismo político: «la secesión no es guerra para el estado que la soporta, pero sí lo es para la parte que lo inicia». La razón es, sencillamente, que la parte secesionista no es un Estado, y precisamente por eso busca la secesión. Sólo desde una perspectiva subjetiva emic, que pide el principio (procediendo como si estuviese ya implantada en la plataforma del Estado que busca mediante la secesión) podría el secesionista considerar como guerra a su movimiento. Un movimiento de secesión solo podrá considerarse como una guerra retrospectivamente, si la secesión logra su objetivo, a efectos de la reconstrucción interna de la historia. En el supuesto de que la secesión lograse crear un nuevo Estado podría suponer el vencedor que el Estado resultante en su movimiento ya existía virtualmente y, por consiguiente, podría intentar reinterpretar el Estado proyectado, como si fuera un Estado in fieri que promueve una guerra con el «Estado opresor». Pero si la victoria no se produce, o hasta que no se produzca, el movimiento de secesión no podrá considerarse como una guerra sino como una traición. Los sediciosos ya no podrán considerarse como guerrilleros sino como traidores. ¿Cómo justificar, entonces, la creación de un «género de guerra» ad hoc que acoge en su ámbito a las «guerras civiles»? Sólo porque este género de guerra es interpretado como un caso límite. De todas formas, nos inclinamos a interpretar las guerras civiles, cuando no son guerras de secesión, como guerras enmascaradas entre Estados, es decir, entre Estados que apoyan a las facciones enfrentadas dentro del propio Estado. Tal habría sido el caso de la Guerra Civil española de 1936 a 1939. En ella contendieron tanto las Potencias del Eje como las Potencias aliadas, las mismas que se enfrentaron explícitamente, cinco meses después de acabada la guerra de España, en la Segunda Guerra Mundial.
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Y en la guerra en Siria existe una guerra entre potencias extranjeras enmascaradas, o no tan enmascaradas, es decir, entre Estados que apoyan a las distintas facciones en guerra. ¿Por qué?, en virtud, no de la geopolítica sino de la dialéctica de imperios. Las Fuerzas gubernamentales de Bashar al-Assad, el ejército, principal fuerza militar del gobierno, lucha junto a las Fuerzas de Defensa Nacional, un grupo paramilitar pro régimen. Y cuentan también con el apoyo de Irán, y como sabemos Irán tiene subcontratistas como la Fuerza Quds, que están presentes en el país y la milicia proiraní como Hezbolláh y de la aviación rusa.
El Organismo de Liberación del Levante (HTS, por su nombre en árabe) es el nuevo nombre de lo que fue el Frente al-Nusra, que rompió su lealtad a Al-Qaeda en 2016. Su líder Abu Mohamed al-Jolani, en los últimos años, se acercó a Turquía tratando de conseguir legitimidad internacional y alejarse del extremismo ideológico religioso de Al-Qaeda. Junto al HTS, operan otros movimientos armados como Sultan Murad, o Yeish al Izza, apoyados por Turquía.
Las Fuerzas rebeldes sirias turcas, están alineadas con Turquía y se encuentran en el norte de Siria. ISIS se encuentra en el centro país y otras zonas controladas por ellos, este grupo yihadista que llegó en su apogeo a gobernar en Irak y Siria, un territorio que era la mitad del Reino Unido. Allí intentó establecer su Estado e imponer su interpretación extrema del Islam, que incluía ataques a grupos religiosos minoritarios y duros castigos a los musulmanes considerados apóstatas.
El día en que entró en vigor un alto el fuego entre Israel y El Líbano, las fuerzas de la oposición siria, lideradas por el HTS, lanzaron la ofensiva desde su base en la provincia de Idlib, en el noroeste de Siria. Fue el primer ataque de la oposición contra Alepo desde 2016, cuando una brutal campaña aérea de aviones de guerra rusos ayudó a Al-Assad a retomar la ciudad noroccidental. La intervención de Rusia, Irán y Hezbolláh, aliado de Irán, y otros grupos permitieron a Bashar al-Assad, continuar en el poder tomando el control del 70% de Siria bajo su control.
El primer día de ofensiva, los rebeldes habían capturado al menos 19 pueblos y ciudades que estaban en manos del gobierno, incluyendo instalaciones militares y municiones, en su avance hacia el oeste de la provincia de Alepo. El gobierno sirio respondió bombardeando las zonas controladas por los rebeldes, mientras la aviación rusa realizaba ataques aéreos. Al día siguiente, los rebeldes capturaron más territorio y expulsaron a las fuerzas del gobierno de pueblos del este de Idlib, y avanzaron hacia la autopista M5, una vía estratégica que conduce al sur, a Damasco, la capital siria, a unos 300 km de distancia.
El día 30, los insurgentes tomaron la mayor parte de Alepo y continuaron avanzando en la provincia circundante. En el camino se apoderaron de la principal estación de bombeo de agua de la ciudad, que se encuentra fuera de funcionamiento. El 1 de diciembre, las tropas del gobierno levantaron una línea defensiva en el norte de Hama, con la intención de frenar a los insurgentes. La aviación continúa con el bombardeo de las ciudades de Idlib y Alepo, dando muerte al menos a 25 personas.
El coronel rebelde, Hassan Abdulghani, declaró el día 2, que los insurgentes avanzaron por los alrededores de Idlib, controlando toda la provincia del mismo nombre. También afirmaron haber entrado en la ciudad de Hama, pero no hay confirmación. En Khan Sheikhoun, en la provincia de Idlib, los vehículos militares fueron abandonados por las tropas sirias en las carreteras, mientras los insurgentes se apoderaban de municiones y proyectiles antes de continuar su avance hacia el interior de Siria.
El director del Observatorio Sirio de Derechos Humanos, Rami Abdel Rahman, dijo que las fuerzas del gobierno no estaban en absoluto preparadas para el ataque. «Es extraño ver a las fuerzas del régimen recibiendo golpes tan fuertes a pesar de la cobertura aérea rusa y las primeras señales de que el HTS iba a lanzar esta operación», sostuvo Rami Abdel Rahman. Según el Observatorio, «Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y facciones aliadas… pudieron entrar en las afueras de los barrios de Al-Hamdaniya y Nueva Alepo, después de llevar a cabo los ataques suicidas con dos coches bombas».
Los insurgentes prometieron llegar hasta la capital, Damasco, pero en esa ciudad la vida sigue con cierta normalidad por ahora. En el sureste de Alepo, sin embargo, la principal carretera de salida de la ciudad se mantiene bloqueada mientras la gente huye de los combates, y las gasolineras de la zona carecían de combustible. Los rebeldes también lograron entrar en Tel Rifaat, una pequeña ciudad cercana a Alepo, que se encontraba en manos las fuerzas kurdas sirias que están respaldadas por Estados Unidos. Tel Rifaat se encuentra lejos del sector noreste de Siria controladas por las tropas kurdas, o Fuerzas Democráticas Sirias.
Los insurgentes les habían pedido a las FDS que abandonaran las zonas cercanas a Alepo y se retiraran a sus bastiones del noreste. Los kurdos se oponen a la insurgencia, pese a estar enfrentados políticamente al gobierno sirio, y han acusado al gobierno turco, principal respaldo de los grupos opositores sirios. Funcionarios turcos declararon que en las últimas semanas se planeó una ofensiva limitada de los rebeldes para detener los ataques del gobierno contra zonas controladas por la oposición, pero que se continuó cuando las fuerzas del gobierno retrocedieron.
El Ejercito Libre de Siria es un grupo armado de unos 25.000 milicianos formado en 2011 por desertores del ejército sirio y asentados en la región de Idlib. Su objetivo es sacar del poder a Al-Assad, este grupo en su mayoría son sunitas. En el pasado recibieron apoyo de Estados Unidos, hasta 2017, y luego de Jordania, Qatar y Arabia Saudita. Lograron ese respaldo por su capacidad de poner en duda la permanencia en el poder de Al-Assad. Hoy tienen un fuerte apoyo de Turquía. El ESL no es lo mismo que el Ejército Nacional Sirio, aunque ambos utilicen una bandera similar. El Ejército Nacional Sirio es un grupo paramilitar formado por desertores del ESL, creado por Turquía para apoyar el área del norte bajo su control y luchar contra los kurdos.
El Frente Islámico, que cuenta con unos 45.000 hombres en armas, su propósito no solo está en derrocar al gobierno, sino instaurar un régimen coránico con la Sharía como ley principal. Esta facción surgió en 2013 de la unión de los integrantes del Frente Al-Nusra, asociado a Al-Qaeda, y junto a otros 6 grupos buscaron crear un Estado Islámico. La alianza fue gestionada por agentes de Arabia Saudita para unificar bajo su manto a la oposición armada contra Al-Assad. El Hayat Tahrir Al-Sham de 11.000 milicianos es el principal grupo dentro de la coalición que forma el Frente Islámico.
Son sunitas del ala conservadora salafista y su fundador, Abu Jalid al-Suri, era el representante de Al-Qaeda en Siria. No debe confundirse Ahrar Ash Sham o con Ajnad Al Sham afiliado a la Hermandad Musulmana, ni con el Harakat Sham Islam formado por voluntarios marroquíes. Ni al Tahir Fateh Al-Sham ex Frente Al-Nusra, con el Hayat Tahir Al-Sham. Estos grupos islámicos no son tan radicales como el ISIS. La mayoría de ellos son salafistas más proclives a adoptar una versión del wahabismo saudita, lo que le valió en su momento el apoyo de la monarquía saudita.
No es extraño que se enfrenten con el ELS por el control de los territorios y los recursos. Además, porque la propuesta más secular de ese grupo choca con su proyecto religioso para Siria y la resistencia a la presencia de Estados Unidos y Turquía. El neo-otomano Recep Erdogan, desde el inicio de la guerra propuso crear un Consejo Nacional de Siria, que funcionaría como un gobierno rebelde en el exilio con sede en Ankara. Erdogan quería agrupar a los rebeldes, incluyendo a los alauitas, una rama del Islam a la que pertenecen los Al-Assad.
El Frente Islámico participó inicialmente del Consejo, pero se retiró al chocar con la idea de un liderazgo turco que anteponía el proyecto estratégico por encima de su salafismo. Esto llevó a veces al choque con el ELS. Estas diferencias no impidieron que en ciertos momentos el Frente Islámico y el ELS colaboraran cuando se trató de enfrentar al gobierno y al ISIS en su momento de mayor peligrosidad. O contra los kurdos, cuando lo salafistas intentaron crear el fallido Frente Islámico Kurdo.
El ESL ahora se unió al Frente Islámico y al ENS para tomar Alepo con el respaldo de la artillería turca. Lo que se ignora es que también existen otros grupos locales que dominan algunas regiones menores y pueden sumarse ocasionalmente a alguno de los bandos, como los alauitas. No es cierto que la ofensiva fuese desencadenada por un bombardeo previo sobre posiciones del Frente Islámico. Esos bombardeos ocurren a diario desde hace 13 años. Lo cierto es que esta ofensiva rebelde fue largamente planificada.
En la zona de Damasco, la capital siria, se pudo detectar que opera una facción del Frente Islámico denominada «Ejército del Islam», que realizó acciones contra el grupo palestino FPLP, un derivado de la OLP aliado de al-Fatah, Hamas y Hezbolláh. En los combates de Alepo también se detectaron miembros de Hezbolláh, lo cual es interesante, ya que hablamos de la misma organización que acaba de ser vapuleada por Israel en el sur libanés. Esto dice que los aliados de Al-Assad están desesperados, ya que Hezbolláh tiene que abrir otro frente en su peor momento militar.
Este nuevo frente los limita en su capacidad para organizar una nueva ofensiva contra Israel en el futuro inmediato. Es evidente que las fuerzas opuestas a Al-Assad detectaron un momento de debilidad y lo están explotando, ya que saben que Rusia tiene una capacidad limitada por su desgaste en Ucrania y ya no es la misma potencia que salvó al régimen sirio en el año 2014.
Irán y Hezbolláh representan al chiísmo, el enemigo del sunismo dentro del mundo islámico. No es extraño que el Frente Islámico pueda apuntar a Hezbolláh. El ELS tiene motivos similares porque Irán y Rusia son las ayudas militares que impiden el derrumbe de Al-Assad. Hay que ver si esto pueda afectar la presencia de Estados Unidos, una presencia molesta para quien quiera mandar en Siria y una potencia que Turquía siempre quiso ver lejos de este escenario. Por ahora, los combates están lejos de las bases estadounidenses. Estados Unidos también se ha desvinculado de esta nueva ofensiva y dijo que «no tiene nada que ver con esta ofensiva, dirigida por Hayat Tahrir al-Sham, organización designada terrorista».
El Hayat Tahrir Al-Shan (HTS) estuvo preparando y reforzando sus capacidades militares para iniciar operación como la que está en marcha, según informaciones, el HTS había creado una academia militar dirigida por desertores del ejército sirio, y su brazo armado fue transformado en una fuerza convencional. También habría creado unidades especializadas en incursiones detrás de las líneas enemigas y operaciones nocturnas. Pero lo más importante fue aprovechar las operaciones militares de Israel contra Hezbolláh e Irán, que desde el mes de octubre debilitaron a las milicias chiítas que respaldan al régimen de Al-Assad.
El momento fue elegido por la vulnerabilidad que muestra el «Eje de la Resistencia» tras los ataques de Israel. Luego de los ataques israelíes del 8 de octubre de 2023, estos han afectado seriamente a las milicias chiítas que apoyan al gobierno de Al-Assad, muchos de esos combatientes, apoyados por Irán y Hezbolláh, fueron trasladados desde Siria a El Líbano para enfrentar los ataques del Estado Judío. Esos desplazamientos, y las bajas sufridas por los bombardeos israelíes, mermaron la capacidad de combate de las milicias.
Lo mismo podemos decir del ataque aéreo israelí del 26 de octubre en Siria, contra instalaciones iraníes, en la que Irán sufrió una pérdida elevada de su capacidad de disuasión. Esa ofensiva israelí fue en represalia por un lanzamiento de misiles desde Siria hacia Israel. Muy grave también es la situación del régimen sirio, ya que Rusia su principal aliado, se encuentra en una situación difícil por su invasión a Ucrania, y ni que hablar de su grave problema económico. La llegada al poder de Donald Trump es un duro golpe para la teocracia coránica iraní, podrían aumentar las sanciones y presiones económicas sobre Irán.
Un comandante rebelde, entrevistado por el Canal 12 de Israel, destacó la conexión entre el avance rebelde y los éxitos recientes de Israel contra Hezbolláh e Irán. Un oficial rebelde explicó que la captura de Alepo fue resultado de un análisis detallado sobre el acuerdo de alto el fuego con Hezbolláh. «hemos comprendido que ha llegado el momento de liberar nuestras tierras». Agregó que esta operación tenía como objetivo evitar que Hezbolláh y los iraníes se instalaran en la región. «Esta operación era crucial», aseguró el comandante rebelde, «no permitiremos que Hezbolláh luche en nuestras zonas ni que los iraníes se instalen allí».
Según los rebeldes, el objetivo final es derrocar el régimen de Bashar al-Assad y poder establecer un gobierno que mantenga buenas relaciones con todos los países vecinos, incluido Israel. Sin embargo, aunque este avance es significativo, no será suficiente para cambiar el régimen, será necesario tener el apoyo de otros grupos, especialmente los del sur de Siria. Por ahora, la ofensiva ha logrado cierto éxito, pero no será posible continuar sin la colaboración de las facciones de la oposición, algo que no se pudo lograr en los momentos clave de la guerra civil, hace casi una década.
Si Rusia, Irán y Hezbolláh, ven aumentar la amenaza real podrían redoblar sus esfuerzos para mantener el control en la región, lo que podría alterar el curso de los eventos rápidamente. ¿Pero podría hacerlo Rusia? No, y es muy difícil mantener varios frentes cuando no pueden conquistar Ucrania y tuvieron que recurrir, en primer lugar, a fuerzas profesionales, luego al Grupo Wagner y los presos de las cárceles, reclutar forzadamente a jóvenes que no quieren combatir y carecen de formación militar adecuada, y, por último, recurrir a las tropas norcoreanas.
Si la guerra continúa y se expande, Estados Unidos va a tener que intervenir, ya que ni Estados Unidos ni Occidente vería con buenos ojos que los kurdos, que ofician de carceleros de 10 mil hombres del ISIS, y son la fuerza más eficaz para contenerlos sean derrotados, ya que el grupo integrista podría aprovechar la oportunidad para resurgir. Y el regreso del ISIS es un riesgo para toda la región y en particular para Irak. Si Bashar al-Assad es desplazado del poder, Rusia e Irán no tendrían nada que hacer en Siria, de quedarse, si se da ese hipotético escenario, Siria se convertirá en su nuevo Afganistán.
Lo mismo en el caso de Irán y el fin de la primacía de Hezbolláh, que permanece y controla una gran parte del territorio y desde allí se proyecta a El Líbano. Lo que está en juego es mucho en términos estratégicos. Si cae Al-Assad o si se repliegua en el norte, va a afectar la capacidad de Irán para influir en la región. También se vería afectada el abastecimiento de armas a Hezbolláh, cuya ruta se realiza principalmente por Siria. Por su parte Israel está siguiendo con mucha atención lo que sucede en Siria y está preparado para cualquier escenario.
Es cierto que la caída de Bashar al-Assad, podría generar un caos en Siria, lo que traería riesgos no solo para la estabilidad interna sino también para la región en general. No habría certeza de quien gobernaría y eso dificultaría las negociaciones futuras. Tal situación dejaría un vacío de poder que podría desembocar en un desorden generalizado, sin saber con certeza, quién tendría el poder para mantener relaciones estables con otros países, incluidos los vecinos cercanos como Israel.
De cualquier manera, Israel estaría atento para que las armas químicas existentes en Siria no caigan en manos riesgosas para su seguridad, o si los Altos del Golán estuvieran en riesgo. De suceder así, la intervención militar israelí estaría más que justificadas. El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, calificó la situación en Alepo como «una violación de la soberanía de Siria», y expresó su apoyo al «gobierno de Siria para restablecer rápidamente el orden en este distrito», dijo el ruso.
Da vergüenza la hipocresía de este hijo de puta ruso, cuando ellos violaron con total impunidad la soberanía de Ucrania. El ministro de Asuntos Exteriores iraní, Abbas Araghchi, prometió «un apoyo continuo al gobierno, la nación y el ejército de Siria», en una conversación con su homólogo sirio, Bassam al-Sabbagh, según un comunicado. El portavoz del ministerio iraní Esmaeil Baghaei dijo que la ofensiva era «parte de un plan del régimen diabólico (Israel) y de Estados Unidos», y pidió «una acción firme y coordinada para impedir la propagación del terrorismo en la región». Cuando hablan estos coránicos parecería que el mono acaba de bajar del árbol.
La zona de Idlib está sujeta a una tregua negociada por Turquía y Rusia desde 2020. El alto el fuego fue violado repetidamente, pero se mantuvo en gran medida. Según enviados de los medios, los yihadistas y sus aliados respaldados por el gobierno turco, reciben órdenes de un comando de operaciones conjuntas. Parece ser que los combatientes están tratando de anticiparse a una campaña militar siria en la región de Alepo, y se cree que el gobierno sirio y su principal aliado, Rusia, se estuvieron preparando para una campaña de ese tipo.
Algunas facciones apoyadas por el gobierno turco que se van sumando a la ofensiva, dijeron que «Turquía está enviando un mensaje tanto a Damasco como a Moscú para que den marcha atrás en sus esfuerzos militares en el noroeste de Siria». En tanto que un general de la Guardia Revolucionaria de Irán murió en Siria el jueves pasado durante los combates entre las fuerzas del gobierno sirio y los yihadistas, según informó una agencia de noticias iraní.
Existen un millón de drusos repartidos en Siria, Israel y El Líbano y los cristianos libaneses podrían ver una oportunidad en el debilitamiento de Hezbolláh. Lo mismo sucedería con otros grupos proiraníes, chiítas y sunitas si el conflicto al norte debilita más el poder militar de sus adversarios. El llamado a Hezbolláh para que acuda al norte debería ser aprovechado por los drusos para cobrase cuentas pendientes con el régimen sirio, y con los terroristas desde el inicio de la guerra civil, y el ataque al Golán en el que 12 niños drusos fueron asesinados.
No quiero anticiparme a futuros escenarios, en el que Recep Erdogan alberga como un sueño su estrategia neo-otomana, al tener vía libre para intentar regresar a Palestina, ya que Hamas habita en ese lugar luego de su expulsión de Qatar. Turquía podría reforzar la capacidad del ELS, a menos que ese grupo pacte un acuerdo por su cuenta con el Frente Islámico. No olvidar que en esos lugares todo es posible, y que una cosa es un acuerdo político y otro el religioso, y que esto último para estas personas es lo principal.
Un triunfo del Frente Islámico haría colapsar la presencia rusa y del chiísmo iraní, y la presencia turca en el norte y convertiría a las bases occidentales en una presencia indeseable. El futuro con el triunfo yihadista sería de un estado integrista en Siria. Si el Frente Islámico lograra imponerse, el régimen secular de Al-Assad y la propuesta del ELS serían desplazadas a favor de un gobierno de corte islamista sunita en donde se impondría la Sharía.
Para eso el Frente Islámico tendría que imponerse a otros grupos que no adhieren a esos preceptos, como los kurdos, drusos, alauitas y la minoría chiíta que aún existe en territorio sirio. Y también a los palestinos que residen en Siria, lo que implica al 26% de la población siria. La guerra civil siria había entrado en una meseta y el poder de Bashar al-Assad ya no era puesto en duda. Ahora el Frente Islámico detectó la debilidad y el conflicto se reavivó luego de cuatro años sin mayores variaciones en el balance de poder.
Irán, Arabia Saudita y Turquía están interviniendo en paralelo apoyando a sus peones dentro del tablero de la guerra civil siria. Esos países saben que el resultado de este conflicto influye en el de Israel y Palestina. El que controle Siria por sí o por medio de terceros, tendrá una enorme influencia en el desarrollo del conflicto vecino. Por ahora, el contexto regional e internacional favorece la ofensiva rebelde en Siria.
En este contexto, el gobierno estadounidense atribuyó el éxito de la ofensiva rebelde en el norte a «la continua oposición del régimen de Assad a iniciar un proceso político delineado en la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas 2254 y su dependencia de Rusia e Irán».
Personalmente, tengo una opinión, que está determinada por mi mayor desprecio a la Rusia de Putin, y con Irán, y así como en la década pasada deseaba el triunfo ruso en Siria para evitar el mal de ese momento, al ISIS, que estaba poniendo en grave peligro a Occidente. Ahora, luego de su invasión a Ucrania, espero que caiga Bashar al-Assad, para que se vaya desmoronando los sueños imperiales rusos y pierda las bases en Siria. https://revistaeutaxia.com/bashar-al-assad/
En estos momentos puedo tolerar a los coránicos, hincados rezando a su Ala, que al despreciable de Vladimir Putin y a todos sus seguidores, tan despreciables como el mismo Putin. Entre Rusia, Corea del Norte, Irán, los palestinos, China, Venezuela, Cuba, Nicaragua, Bolivia, enfrentados a Occidente, no hay absolutamente ninguna duda lo que tengo que elegir.
Ricardo Veisaga
2 de diciembre de 2024.