Cuadernos de Eutaxia — 29
MONTONEROS
LA JUVENTUD MARAVILLOSA DE PERÓN
Montoneros fue un grupo guerrillero argentino de origen católico y peronista, surgió en la década de 1970 en tiempos del gobierno militar conocida como «Revolución Argentina». Los partidos políticos en esa época estaban prohibidos y el jefe del peronismo, el general Juan Domingo Perón, se encontraba en el exilio. Montoneros como otras organizaciones guerrilleras y movimientos de liberación nacional, tanto en Argentina como en otros países de iberoamérica se crearon al influjo de la Revolución Cubana.
El grupo Montoneros sostenía que su objetivo era enfrentarse al gobierno militar en el poder, y obtener el regreso de Juan Perón al país, un Perón al que la mayoría de ellos no conocían y lo idealizaban. Querían elecciones libres, es decir, sin proscripción del peronismo. El problema era que el peronismo era un cáncer social y dar elecciones libres era otorgarle su regreso al poder. La demagogia y el populismo había calado tan hondo que sus seguidores eran mayoría.
Decir que Montoneros quería el regreso de Perón es una verdad a medias, antes de Montoneros los grupos peronistas de la resistencia luchaban por ello. En realidad, los Montoneros querían el poder, y establecer en el país un socialismo nacional, ese socialismo con características propias de iberoamérica y de Argentina, era para ellos una evolución natural del peronismo, y en esto hay que darle la razón.
El peronismo como movimiento fascista mussoliniano era de izquierda, pero de una izquierda nacional, no internacional como la URSS, de ahí su enfrentamiento entre ellos, el nazismo incluido, para imponer su propio socialismo. El socialismo nacional remite como concepto a la composición de «socialismo» y «nacionalismo». El término es opuesto al internacionalismo del socialismo marxista, se puede decir que se aplica este término a variantes no marxistas del socialismo, o de aquellas inspiradas en el socialismo en un solo país.
Esto es importante para explicar y que se pueda comprender la diferencia entre socialismo nacional y socialismo marxista. En primer lugar, no se debe olvidar que ambos son socialistas, por tanto, de izquierda. El nacionalsocialismo (el nazismo) y el fascismo italiano, ambos son socialistas (no son de derecha como dicen los izquierdistas) pero difieren del marxismo porque no son internacionalistas.
Digamos que la diferencia está en el alcance y la extensión, el nazismo y el fascismo son nacionalismos socialistas. El marxismo soviético era internacionalista, y el proletariado era internacional, o mejor dicho esa estupidez del proletariado que nunca existió. De ahí las acusaciones entre ellos. El peronismo es una construcción ideológica adoptada y adaptada por el entonces coronel Juan Domingo Perón, inspirada en el fascismo italiano. Perón era un admirador de Benito Mussolini, él mismo lo dijo, lo que hace Perón es trasladarlo a la idiosincrasia Argentina.
Quien niegue esto o pretenda discutirlo, será su problema, para mí no es motivo de discusión, y no pierdo mi tiempo con necios. Es por ello que Montoneros habla, con razón de una evolución natural al socialismo, esa siempre ha sido mi posición respecto al peronismo. Cuando Juan Perón estaba en el exilio sus seguidores fueron captadas por los grupos de izquierda, diría que su casi totalidad por el socialismo internacionalista.
Lo fueron desde los primeros grupos guerrilleros inspirados en el foquismo guevarista que era internacionalista. También de teóricos como John William Cooke, que llegó a ser el delegado personal de Juan Perón. Eran tiempos en que Juan Perón coqueteaba con el socialismo internacionalista. Los del ERP eran internacionalistas, lo mismo que Montoneros. Otra falacia es creer que los nacionalismos de entonces eran ajenos al izquierdismo. Es más, hablar de nacionalismo en tiempos de la Guerra Fría, durante la dialéctica de Imperios entre Estados Unidos (capitalismo) y la Unión Soviética (socialismo), era hablar de izquierdismo.
Dicen que la expresión «socialismo nacional» nació en Francia entre fines del siglo XIX y principios del XX, y desde entonces ha sido utilizada para describir diferentes formas de socialismo en todo el mundo, desde los socialismos del Tercer mundo, entre ellos el Peronismo de Argentina.
En 1896 Maurice Barrès afirmó que el Marqués de Morés había sido «el primer socialista nacional». Otras fuentes indican que el término fue usado por primera vez en la campaña electoral francesa de 1898 por el mismo Maurice Barrès, con la frase «nacionalismo socialista» o «socialismo nacionalista». En 1902, el líder de la Federación Nacional de Sindicatos Amarillos de Francia, Pierre Biétry, creaba el Partido Socialista Nacional. Este movimiento obtiene el apoyo de los sindicatos agrícolas, de la Liga de la Patria Francesa, de antiguos boulangistas (seguidores del general Boulanger) de izquierda, de antisemitas y de antidreyfusards. Sin embargo, es disuelto en 1903.
En 1910, Enrico Corradini, fundador de la Asociación Nacionalista Italiana, empleó el término «socialismo nacional» y fijó los objetivos de un movimiento socialista y nacional: establecer la paz entre el proletariado y la nación. El «socialismo nacional» en Italia encontró expresión dentro del sindicalismo revolucionario. Con la Guerra ítalo-turca de 1911-1912, y sobre todo en vísperas de la Primera Guerra Mundial, se produjo un proceso de «nacionalización» de sectores intelectuales del sindicalismo revolucionario dentro del Partido Socialista Italiano.
Cuando rompieron con el partido, estos sectores se proclamaron intervencionistas, reivindicando la entrada de Italia en las mencionadas guerras, ya que, sostenían, solamente de la guerra victoriosa podría nacer la chispa de la revolución social (teoría de la «guerra revolucionaria»). Intelectuales sindicalistas como Robert Michels, Angelo Oliviero Olivetti, Filippo Corridoni y Sergio Panunzio, entre otros, dieron la justificación racional para este primer socialismo nacional italiano, que sería el origen del fascismo de Mussolini.
Un grupo, liderado por Sergio Panunzio, le pidió al joven Benito Mussolini que reconsiderara su oposición inicial a la intervención italiana en el conflicto. El 18 de octubre, Mussolini le sugirió al Partido Socialista revisar su compromiso con la neutralidad absoluta y revaluar la estrategia socialista. Esto precipitó una crisis entre los líderes del partido. Mussolini fue obligado a renunciar a su posición como director del periódico Avanti!
El 10 de noviembre, dirigiéndose a la sección milanesa del Partido Socialista, Mussolini sostuvo que Italia, como realidad histórica, era el foco de interés y objeto de sentimiento para la mayor parte de la población. «El sentimiento de nacionalidad existe», sostenía, «y no puede ser negado. El viejo antipatriotismo está acabado». Cuando Mussolini, expulsado del Partido Socialista oficial, y editor de su propio periódico, defendió explícitamente la intervención de Italia en la «guerra revolucionaria», los sindicalistas rápidamente se aglomeraron alrededor de él.
Su periódico, Il Popolo d’Italia, se convirtió en el vehículo de propaganda no oficial del Fascio intervencionista. Para el joven Mussolini el único socialismo viable del siglo XX sería un «socialismo nacional», en el cual la nación constituiría el principal objeto de lealtad. Todos los elementos de la población estarían fusionados en la «idea de nación». Este socialismo nacional integraría a las clases trabajadoras en la totalidad orgánica de la nación histórica.
Cuando estaba finalizando el primer conflicto mundial, en 1918, Benito Mussolini había articulado un sistema de creencias revolucionario coherente que él eligió llamar «sindicalismo nacional» o «socialismo nacional». Después de la Primera Guerra Mundial el autodenominado «socialismo nacional» desarrolló la idea de la «victoria mutilada» y volvió su atención a las condiciones de los veteranos. Tales ideas se concretaron en 1919 con la fundación en Milán de los Fasci italiani di combattimento mussolinianos.
Después de la Marcha sobre Roma de 1922 y de la fusión con los conservadores nacionalistas de la Asociación Nacionalista Italiana, el régimen no pierde su connotación socialista. El socialismo tiende a absorber la nación en un verdadero Estado totalitario-corporativo, que adopta en el campo socioeconómico lo que se conocerá como corporativismo, con la Carta del Trabajo de 1927, la misma que usará Perón en Argentina, que es socialista. Aclarado esto para aquello que creen que el fascismo es de derecha.
En Argentina, entre los últimos años de la década del 60 y los primeros de los 70, el uso y la mención de «socialismo nacional» se volvió muy popular, pero donde era moneda corriente fue en el peronismo de izquierda, es decir, el sector del socialismo internacionalista. El mérito se debe al uso que, hacia Juan Domingo Perón en el exilio, tiempos en que coqueteaba con el socialismo marxista. Es cierto que Juan Perón lo usaba para referirse a los socialismos tercermundista.
Pero esa designación era mentirosa, el llamado Tercermundismo no era ajeno a los otros dos mundos, o al menos a uno, ya que todos eran socialistas y los nacionalismos de la época de entreguerras eran de izquierda, ya sean estos nacionalismos de izquierda nacional como el fascismo o el nazismo, o internacionalista. De hecho, el movimiento nacional justicialista, el peronismo, el justicialismo, se encuadraba bajo esa denominación. Para Juan Domingo Perón, que no era un intelectual, los socialismos nacionales, serían el socialismo árabe, el socialismo africano, el socialismo chino, luego del enfrentamiento y ruptura sino-soviética, es decir, con la patria del socialismo real, la Unión Soviética.
Según Juan Perón, el mundo de esa época estaba realizándose entre la lucha entre dos imperialismos, representados por la Unión Soviética y Estados Unidos, en ese contexto de la Guerra Fría, Perón propugnaba con nula relevancia, más allá de lo que digan o crean sus fanáticos seguidores, por un socialismo que estuviera equidistante de estas dos potencias imperiales. La apelación a «socialismo» habla por sí sola. En realidad, ninguno de esos socialismos nacionales era equidistante, eso era puro folclore para las masas.
La historia se va realizando por la dialéctica de imperios, no por la lucha de clases, ni por las masas, y el resto toma partida. La misma evolución de Juan Perón, es una muestra de lo que decimos, finalmente tomara partido por Estados Unidos y como él mismo lo dijo (lean al tata Jofre) regresó al país para combatir el marxismo enviado por Estados Unidos, decisión que dejará en offside a los socialistas nacionales e internacionales.
El término «socialismo nacional» su utilización no solo será patrimonio del peronismo, sino que se dará en el contexto de la corriente denominada «izquierda nacional» que acompañaron al peronismo en la misma época. Esa corriente denominada izquierda nacional tendrá influencia en países limítrofes como Chile, Uruguay y Bolivia. En el caso de Uruguay, el socialista Vivian Trías fue influenciado por esta corriente.
En Argentina, el grupo trotskista de izquierda Frente Obrero, orientado por el abogado santafesino, Aurelio Narvaja, y la revista Octubre, dirigida por el político e historiador Jorge Abelardo Ramos, el colorado, tuvieron una coincidencia en la definición del movimiento naciente. En esta línea, tenemos al izquierdista peronista, Juan José Hernández Arregui, el de la metafísica idea del ser nacional. Su libro: La formación de la conciencia nacional, es una de las bases de la izquierda nacional.
Según Hernández Arregui, dentro del marco del marxismo, que constituye el método de interpretación de la realidad, según él, se debe tener en cuenta el desarrollo y las particularidades de cada país: «la economía, la historia y la cultura en sus contenidos nacionales defensivos y revolucionarios». Asimismo, se brega por coordinar «tal análisis teórico con la lucha práctica de las masas contra el imperialismo», en un triple plano: 1) nacional, 2) latinoamericano y 3) mundial, respetando ese orden.
Estos partidos se basan en las enseñanzas y escritos de Marx, Lenin, Trotski y en las experiencias de las revoluciones en lo que ellos llaman, países semicoloniales, en el primer Víctor Raúl Haya de la Torre y en Manuel Baldomero Ugarte, los postulados centrales de la Izquierda Nacional fueron:
En el plano internacional se sostenía el antiimperialismo y la unión de la «Patria Grande», lo mismo que busca el papa Francisco y algunos idiotas útiles hispanistas. La alianza de la clase obrera y la burguesía. Y la teoría de la Revolución permanente, del ucraniano-soviético, León Trotski.
Contexto histórico.
En el año 1955, un esperado golpe de Estado cívico-militar derrocó al gobierno presidido por Juan Domingo Perón, dando inicio a un período de casi dos décadas de ilegalización y persecución del peronismo y de su columna vertebral del movimiento peronista como lo llamaba Perón. En ese periodo se alternaron distintos gobiernos militares y civiles, pero con el peronismo marginado y con los principales candidatos peronistas proscriptos.
Las raíces de donde surge Montoneros se encuentran en la llamada Resistencia Peronista de ideología izquierdista, que hizo su aparición para combatir a los gobiernos militares que derrocaron al Gobierno de Perón en 1955, y a otros que no querían a Perón ni al peronismo en la escena nacional. La otra se encuentra en la Revolución Cubana de 1958, que impulsó la «lucha armada» en iberoamérica, como la Guerrilla de Ñancahuazú en Bolivia comandada por el Che Guevara.
O Tupamaros en Uruguay, el Frente Sandinista de Liberación Nacional en Nicaragua, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) en Chile. El Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) en Guatemala, parte de la organización Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG). Las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL) en El Salvador, Vanguardia Armada Revolucionaria Palmares en Brasil. Quien jugó un rol importante en impulsar ideológicamente la acción armada fue el ex diputado, y ex representante de Perón en Argentina, John W. Cooke.
El contexto internacional
Como sucede en todo tiempo, la dialéctica de imperios seguía operando, esta vez entre dos imperios, el estadounidense y la Unión Soviética, el capitalismo y el socialismo. Y como siempre sucede, los demás países, en mayor o menor medida tomaron partida por uno de los dos. La Guerra Fría llevó a Estados Unidos a tomar acciones en iberoamérica contra el marxismo, y entre otras medidas, recurrió a la llamada Doctrina de Seguridad Nacional.
En la práctica esto significaba establecer gobiernos que se opusieran al comunismo, socialismo o marxismo internacional desde 1964, pero también hubo gobiernos militares que eran profundamente anti marxistas, pero que estaban enfrentados contra los Estados Unidos, en especial en el nefasto periodo del gobierno progre de Jimmy Carter, y su política de Derechos Humanos, doctrina que históricamente se puso de lado del izquierdismo o de los delincuentes comunes.
El peligro marxista debía de ser eliminado, ya que estos operaban bajo la excusa de movimientos populares. El peronismo ante los sucesos de la Primavera de Praga de 1968, mejor dicho, Juan Perón, entendió el peligro que significaba el marxismo, luego de su imprudente coqueteo con el marxismo. Al final de su vida, el general Juan Perón, entendió que debía acabar con el marxismo en el país.
******
Montoneros, básicamente, es una creación de la Iglesia católica: los tres grupos originarios de la organización, los de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba, son grupos juveniles de militancia católica, que hacen su opción por los pobres y por el peronismo. La conclusión es: «los pobres son peronistas por lo tanto nosotros somos peronistas». Y la única forma de enfrentar al gobierno militar antiperonista del general Juan Carlos Onganía, es la lucha armada. A partir de unas pocas consignas muy generales, se empieza a nuclear Montoneros.
El principio de reclutamiento a la organización está condicionado con la unidad en la acción. Por lo tanto, no había, en un principio, demasiadas discusiones de tipo ideológico político, más bien había algunas consignas importantes: el regreso de Perón, el socialismo nacional, los programas de La Falda y Huerta Grande. Consignas bastante amplias, y sin nada demasiado cerrado o dogmático.
Montoneros en sus inicios tenia muy pocos cuadros militantes, pero se va a incorporar un grupo muy importante, cercano a 100 militantes, que procedían de las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Las FAP es la primera guerrilla que nace entre el año 66 y 67. En 1968, un grupo importante de las FAP intenta instalar un foco rural en Taco Ralo y son detenidos todos. En esta serie nos ocupamos de ella. Las FAP es una organización que es heredera de la Resistencia Peronista, porque muchos de sus cuadros venían de participar de esa experiencia.
En sus orígenes fue una o la única organización genuinamente peronista. En 1971 se produce una discusión interna entre un sector que empieza a girar hacia la izquierda, lo que luego se llamó el «alternativismo». Los militantes que salen de la cárcel están impregnados de literatura marxista y producen un debate interno en la FAP, según estos para orientarla hacia una corriente de pensamiento más cercano al marxismo y con cuestionamientos ideológicos hacia Perón.
Se fractura la FAP entre los llamados «Iluminados» y los «oscuros», los primeros son los que querían marxistizar la FAP y los segundos el grupo mas peronista, los oscuros rompen con la FAP y toman contacto con Montoneros. En ese momento Montoneros era una organización muy pequeña. Cuando se habla de miles de militantes montoneros antes de 1973, no es verdad. Roberto Perdía, comentó que: «en julio de 1972, cuando llegué a intervenir la columna de Rosario, no quedaba más que una docena de cuadros». Y la sorpresa fue que, a fines del 72, cuando empieza la campaña electoral, «en Rosario juntamos 5.000 personas cantando FAP, FAR y Montoneros son nuestros compañeros».
Montoneros, en 1972, no tendría más de 300 cuadros de los cuales la mitad estaban presos. Eran grupos muy reducidos también el ERP y las FAR. El gran crecimiento de las organizaciones armadas, va a venir después del 25 de mayo del 73, ya en democracia durante el gobierno izquierdista de Cámpora. Hay quienes dicen que el gran encuadramiento de Montoneros viene después de la muerte de Perón, donde incorporan una enorme cantidad de jóvenes provenientes de la JUP y de la UES.
En 1970 nace Montoneros con el ajusticiamiento de Aramburu. Ese golpe les genera un apoyo popular importante, porque para el viejo peronismo Aramburu e Issac Rojas eran un símbolo viviente del enemigo. Este secuestro y ajusticiamiento de Aramburu, le granjea a Montoneros una gran simpatía el peronismo de la calle. También dentro de Montoneros se dará una disidencia y ruptura, muy similar a oscuros e iluminados, y es de la JP Lealtad, la Juventud Peronista Lealtad.
Los Oscuros deciden ingresar a Montoneros, pero Montoneros no pude absorber a todo el grupo y mandan a algunos a otra organización: «Descamisados». Uno de los líderes de los Oscuros es Eduardo Moreno, el Negro, alias «Santiago», que luego será uno de los líderes de la JP La Lealtad. Entre los primeros Montoneros y los que llegaban de las FAP había bastantes diferencias y eso pronto iba a generar discusiones, había diferencias políticas, militares y de clase social.
Los integrantes de la FAP tenían una unión con militantes de la resistencia peronista, habían hecho política en unidades básicas peronistas o en sindicatos antes que practicas militares. Los montos, aquellos que venían del Colegio Nacional de Buenos Aires, el de Córdoba y el de Santa Fe, eran grupos juveniles católicos de clase media alta, que habían hecho la opción por el peronismo y la lucha armada, de puro tilingos, no habían hecho política.
Mario Eduardo Firmenich, jamás había pisado una Unidad Básica o fue parte de un grupo de Juventud Peronista. Fue de la Juventud Estudiantil Católica (JEC) del Colegio Nacional, allí pasó a fundar el grupo «los Camilos», por el cura guerrillero marxista colombiano, Camilo Torres, otro pelotudito como ellos, y de allí a Montoneros. En 1970, tanto Mario Firmenich y Abal Medina tenían 22 años, y nula experiencia política.
Antes del inicio de la campaña electoral y del triunfo del zurdo Héctor J. Cámpora, se empezó a barajar la posibilidad de unificar las FAR y Montoneros, y recién se anunciará formalmente el 12 octubre del 73, el día que asume Perón. La unión con las FAR, se produce casi simultáneamente con el asesinato de José Ignacio Rucci, este será uno de los motivos del conflicto interno que llevará a la ruptura con la gente de la JP. La Lealtad. Al momento de fusionarse aparecen, como es lógico, nuevos Jefes y responsables políticos que llegaban de las FAR y que los de la FAP conocían de discusiones en la facultad cuando estos tenían militancia de izquierda no peronista. Obviamente eso generó mucho malestar en los cuadros peronistas más viejos.
Las FAR trae a Montoneros un pensamiento definido en materia ideológica, con ellos llegan los conceptos de la vanguardia revolucionaria, del partido revolucionario que conduce al proletariado hacia la revolución socialista. La cuestión de lucha de clases, y el convencimiento de que el peronismo es una etapa, en esa lucha de clases. Toda esa basura ideológica del socialismo internacionalista tendrá choques con los que venía de los Oscuros de las FAP, que ya habían tenido la misma discusión y ahora la tenían en Montoneros.
Los guerrilleros de las FAR consideran que la conducción de Montoneros no era clara en lo ideológico, y terminan por imponer su visión ideológica. Algunos ex Montoneros recuerdan que, en 1973, Mario Firmenich va a una reunión de la orga y dice: «terminé de leer este librito que es muy bueno, se los recomiendo», se trataba del libro: «El que hacer» de Lenin. Ya le habían lavado el poco de cerebro que tenía Firmenich.
******
Y terminar con el marxismo implicaba también terminar con las organizaciones guerrilleras, entre ellos Montoneros. Es cierto que Perón los utilizó y felicitaba sus acciones, entre ellas, el secuestro y ejecución del ex presidente, el general Aramburu. El enfrentamiento con Montoneros era cuestión de tiempo. Entre 1958 y 1959 se realizó también la Revolución Cubana, que tuvo una fuerte influencia en los grupos y movimientos sociales y populares de iberoamérica, sobre todo difundiendo la idea de que la guerrilla era la estrategia adecuada para derrotar a los gobiernos militares.
No todos los gobiernos militares eran antimarxistas, bajo el supuesto rótulo de nacionalistas (una vez más, todos los nacionalismos en iberoamérica, durante la Guerra Fría eran de izquierda). Por ejemplo, en 1968, se produjeron la Revolución peruana encabezada por el general Juan Velasco Alvarado y la revolución panameña liderada por el general Omar Torrijos Herrera, ambos izquierdistas, y el triunfo electoral de Salvador Allende en Chile en 1970, que alentó alcanzar el poder por medio de una «vía democrática al socialismo».
Esos movimientos adoptaron identidades nacionalistas, y se decían antiimperialistas y durante los años 1960 y 1970, se expresaban bajo los rótulos de «liberación» o más puntualmente, «liberación nacional».
En las décadas de 1960 y 1970, se produjeron grandes cambios en el cristianismo y en especial en el catolicismo, cuya hecatombe fue el Concilio Vaticano II, y que en iberoamérica se diera a conocer la Teología de la Liberación, que llamaba a los cristianos a optar por los pobres, en realidad, estaban llamando a los incautos a sumarse al marxismo dentro de esa dialéctica de imperios. En Argentina la rama de la Teología de la liberación que predominó fue la Teología del Pueblo, más relacionada con la experiencia peronista, y que en la actualidad es abanderada por el papa Francisco.
Entre esas fechas (1960 y 1970) surgió el novedoso activismo juvenil y estudiantil, llamado la «juventud» que generaron fuertes cambios culturales y políticos, desde la confrontación ética con los valores de los «mayores». La revolución sexual, las canciones de protestas, el rock, las campañas contra la guerra de Vietnam en Estados Unidos, la Masacre de Tlatelolco en México, y el Mayo francés del 68.
En el plano nacional, el Cordobazo fue esencial para el surgimiento de los dos grupos guerrilleros más importantes de ese tiempo, ERP y Montoneros, ambos nacieron en 1970. Según el ex guerrillero Emiliano Costa, los tres elementos que aparecen en sus camaradas cordobeses son: «La iglesia católica, el nacionalismo y el Ejército a través del Liceo Militar General Paz». Algunos integrantes de la organización Montoneros a nivel nacional, que debutaron en la toma de la localidad cordobesa de La Calera, habían egresado de ese Liceo Militar y pertenecían a familias muy acomodadas de Córdoba. Todos eran católicos, al menos de ese neocatolicismo que empujaron a los jóvenes a la elección de la lucha armada.
No se debe olvidar que entonces la Iglesia a nivel mundial estaba influencia por corrientes progresistas no solo en lo doctrinario sino también en su moral. El 27 de mayo de 2024, se conoció que en una reunión que tuvo el papa Francisco con obispos italianos, a puertas cerradas el día 20 de mayo, el papa Francisco les pidió que no dejaran entrar en los seminarios a candidatos homosexuales porque «ya hay demasiada mariconada», según se filtró en la prensa italiana.
El papa Francisco, utilizó la palabra «frociaggine» que deriva de «frocio», que se puede traducir por «maricón» que se usa para referirse a los gays. Aunque a muchos les moleste hay que decirlo, la Iglesia en tiempos conciliares estaba pasando por su peor momento, estaba impregnada de corrientes e ideas nefastas, y lo peor estuvo gobernado por papas, innegablemente homosexuales como lo fueron Juan XXIII y Pablo VI, al primero, en esos ambientes lo llamaban «juana la buena» y Pablo VI, vivió una vida llena de escándalos, con amantes conocidos y bien documentados.
Esa Iglesia estuvo volcada en lo político hacia el marxismo, y muchísimos obispos y sacerdotes reclutaban creyentes para las guerrillas marxistas. Producto del Concilio surgieron el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, cuyo primer encuentro se realizó en Córdoba (ya nos ocupamos de este movimiento en esta revista). Entre esas agrupaciones armadas peronistas de raíz católica, tenemos al Comando Camilo Torres, que tenían dos comandos, uno en Buenos Aires y otro en Córdoba.
Los Comandos Camilo Torres habían sido constituidos en 1967 por Juan García Elorrio, ex seminarista, director de la revista «Cristianismo y Revolución», pero que hacia fines de 1969 su liderazgo había sido cuestionado, quedando fuera de la organización. El Comando Camilo Torres, de Buenos Aires. Este grupo era conocido por los propios militantes de Montoneros como «Grupo Fundador». Para finales de 1969, reconocía el liderazgo de Fernando Abal Medina y contaba con la participación de Carlos Ramus, Norma Arrostito, Mario Firmenich, Carlos Alberto Maguid, Graciela Daleo, entre otros.
El Comando Camilo Torres de Córdoba. Emilio Maza, Ignacio Vélez, Héctor Araujo, el sacerdote Alberto Fulgencio Rojas, Cristina Liprandi, Susana Lesgart, Alejandro José Yofre, Carlos Capuano Martínez y José Fierro, entre otras personas. El Grupo de Sabino. José Sabino Navarro era un sindicalista del SMATA (industria automotriz), delegado de la planta de la empresa Deutz en el conurbano bonaerense, y dirigente de la Juventud Obrera Católica, que se relacionó con Juan García Elorrio y la revista Cristianismo y Revolución.
José Sabino, formó un grupo guerrillero en enero de 1969, que también integraban José Amorín, Hilda Rosenberg, Gustavo Lafleur, Carlos Hobert, Graciela Maliandi, Tito Veitzman y Carlos Falaschi, entre otros. El Grupo Reconquista, tenía su base en la ciudad de Reconquista (Santa Fe) y actuaba principalmente en el norte de esa provincia, y en menor medida en Tucumán y Salta. Estaba representado por Roberto Perdía y también a Hugo Medina, Ricardo Nadalich y Juan Beláustegui, y otros.
El Grupo Santa Fe, con base en el Ateneo de Santa Fe, estaba liderado por Mario Ernst, e incluía a René Orbelín, Roberto Rufino Pirles, Osvaldo Agustín Cambiasso, Raúl C. Yagger, Raúl Bracco, Juan Carlos Mesesses, Marcelo Nívoli, Carlos Legaz, Fernando Vaca Narvaja, y otros. Al Ateneo también perteneció Sara Susana Medina, muerta el 20 de septiembre de 1968 al explotar accidentalmente una bomba.
El Grupo Córdoba, tenía como principales referentes a Alberto Molina, Luis Rodeiro y el cura Elvio Alberione. Para el gobierno del general Juan Carlos Onganía, que se declaraba nacionalista y católico, las nuevas posiciones de la Iglesia católica emanadas del Concilio Vaticano II, se encontraba enfrentada a una que: «cuando la Iglesia reconoció las opciones pluralistas de la fe en cuestiones sociales y políticas y abandonó algunas de las formulaciones ideológicas conservadoras». Es decir, para hablar claramente, una iglesia que se había vuelto abiertamente socialista y frociaggine, para usar la palabra usada por el papa Francisco.
Desde el principio, Montoneros tenía en sus filas una importante cantidad de mujeres guerrilleras, un hecho que no estaba presente en experiencias guerrilleras anteriores. Su incorporación se dio de manera gradual y en ascenso durante los años 1971 y 1972, incrementándose, al igual que el conjunto de la militancia política tanto peronista como no peronista, hacia el año 1973.
El historiador Esteban Campos, realizó un trabajo de historia política sobre las transformaciones en la identidad de los actores políticos de la década de los 60, y sobre el caso de «Cristianismo y Revolución». Campos habla de tres procesos en la aparición de esta corriente. El primero, de índole europea, es la renovación del catolicismo que comienza en el periodo de posguerra, el segundo, es el contexto político y eclesiástico argentino, que pasó de una jerarquía conservadora a una progresista con una concepción política y religiosa de un cristianismo liberacionista.
Y el tercer proceso, el surgimiento del Tercer Mundo como identidad política y cultural, que se identificaba con las luchas sociales y políticas en iberoamérica, en Asia y África, y la revolución cubana aceleró ese proceso de radicalización, que terminó con una oposición al gobierno de Juan Carlos Onganía, por medio de la lucha armada, como método eficaz de implantar el socialismo y vivir de acuerdo a los valores cristianos. Hoy, con el diario del lunes, vemos el fracaso total de esa ideología tanto en la iglesia como en el socialismo, la última está fuera de la historia y la otra va camino a su propia destrucción.
Esteban Campos dice que hasta abril de 1968 predominó el contenido teológico en la revista, pero luego de la muerte de Juan García Elorrio, el contenido fue reemplazado totalmente por un discurso político secular, sosteniendo el vinculo de peronismo y lucha armada. En este sentido, Campos, sostiene que es un error considerar al Comando Camilo Torres, como una organización proto-montonera, aun cuando muchos de sus miembros hayan mudado a Montoneros, y otros se fueron con otras organizaciones o simplemente dejaron la aventura marxista.
El diálogo entre cristianos y marxistas, fue muy importante, pero el paso hacia el cristianismo liberacionista fue necesario la mediación del nacionalismo de izquierda y su encuentro con el peronismo. Cristianismo y Revolución fue el traductor de un lenguaje marxista al lenguaje cristiano. Otro hito importante en el proceso es la conformación del Comando Camilo Torres en 1967 hasta la llamada «revolución de los enanos», llamada así a la ruptura con García Elorrio en 1968.
Para Cristianismo y Revolución, era necesario pensar a la iglesia en términos históricos y romper con el relato de la inmutabilidad. El hombre adquiere una nueva dimensión, un rol protagónico en la historia y en la realización de la escatología, Esteban Campos, llama mesianismo histórico a esa articulación entre escatología e historia. A partir de 1969, en un contexto de agudización del conflicto social, y de radicalización ideológica, se dio un desplazamiento desde la teología antropocéntrica de la historia hacia una teología de la violencia.
Esta nueva perspectiva religiosa no era homogénea, si bien aceptaba una violencia estructural, para algunos la violencia de los oprimidos era justa, para otros, el cristianismo debía humanizar la violencia revolucionaria. Pero la mayoría veía en la violencia el mejor método para realizar las transformaciones necesarias. Desde 1966 a 1968, los trabajadores eran identificados con los pobres y desfavorecidos, pero al agudizarse los conflictos laborales surgió la noción de proletariado, posteriormente se hará patente una postura clasista y peronista.
Se presentaba así al peronismo como el máximo nivel de conciencia de clase alcanzado por los trabajadores. Campos, va a indagar la relación entre política y violencia, luego de un reportaje de Paco Urondo a Carlos Olmedo, principal dirigente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). En ella se establecía una equivalencia entre lo político y militar (como si no lo fuera), el enfrentamiento bélico era considerado parte de la esencia política.
El objeto de la violencia no era definido por una cuestión de clase, sino por su posicionamiento político ante la dicotomía amigo-enemigo. La guerra era considerada como la forma mas elevada de la lucha política y ella conformaba una ética revolucionaria y la violencia como un fin en sí mismo, que permitía reglamentar las practicas político-militares. La lucha armada era parte de la identidad revolucionaria.
Las organizaciones armadas erosionaban el poder de los gobiernos militares y conducirán a esas organizaciones del terreno político al militar, terreno donde no estaban capacitados para derrotar al ejército regular y profesional de las Fuerzas Armadas. Ante la cantidad de organizaciones armadas, las discusiones teológicas se volvieron anacrónicas, ese fue, entre otras cosas, el fin de la revista Cristianismo Y Revolución.
No obstante, pese a las contradicciones de la revista, sostienen que las diferencias del sujeto revolucionario y el lugar que debían ocupar la teoría y la organización mostradas en los artículos de John William Cooke y Regís Debray, publicados entre 1966 y 1967, abrieron el campo semántico, y permitieron elaborar nuevos conceptos y orientar a la militancia en momentos de graves crisis y segregación del movimiento.
Según Esteban Campos, el peronismo revolucionario encontró su razón de ser en el estado de excepción que impuso el gobierno de Onganía, pero una vez superada esa etapa, y con el regreso del juego electoral no pudieron accionar e imponer su propio proyecto. Hacia 1970 la vanguardia armada se había convertido en la metáfora de los trabajadores que aglutinaba a los sectores en lucha, las organizaciones armadas construyeron su identidad entre el discurso vanguardista de izquierda revolucionaria y el verticalismo que subordinaba a las órdenes de Perón.
Se dio una desconexión entre el discurso del peronismo revolucionario que rompía con la tradición peronista, por lo que el retorno de Perón se convertía en un problema. El enfrentamiento estaba a la vuelta de la esquina. Mientras tanto Cristianismo y Revolución seguía denunciando a quienes habían sido parte de los mismos y predicaban que las elecciones solo podrían realizarse sin el general Perón. Estos grupos armados, como Montoneros, querían transferir la legitimidad del líder político y mostrarse como la futura conducción político-militar del movimiento.
El problema es que Perón no los tenía en sus planes, el papel asignado como el brazo armado de su proyecto personal estaba agotado. Las órdenes era acabar con el marxismo. El regreso de Juan Perón y la preminencia de las instituciones provocó un tembladeral en los revolucionarios que quedaron heridos de muerte. Este nuevo panorama llevó a que dentro del peronismo se diera el enfrentamiento entre las Fuerzas Armadas y la llamada derecha peronista, que yo calificó como el fascismo de izquierda nacional, por un lado, y por otro, las organizaciones guerrilleras, los sindicatos clasistas, ligar agrarias, y el movimiento estudiantil
******
En los próximos capítulos seguiremos ahondando en Montoneros, pero quiero dejar expuesto lo tontos que eran estos «imberbes» como los llamó Perón, estos querían usar a Perón para hacer su revolución socialista y Perón ya estaba de vuelta. Esto está muy claro en lo dicho por Juan Bautista Yofre, en Los secretos diplomáticos sobre el gobierno de Salvador Allende, Yofre es una autoridad en la materia y bien documentado, además de ser testigo privilegiado de esos sucesos:
— ¿Qué significó la experiencia de Allende en América y particularmente en nuestro país?
— Para la América Latina de aquel entonces, con la Guerra Fría en pleno desarrollo, el acceso al poder de la Unidad Popular resultó un llamativo toque de atención. Sin la violencia cubana de 1959, el comunismo podía hacerse cargo del poder poniendo en serio riesgo la convivencia de los países estableciendo a la vista de todo un sistema castrista que la mayoría no deseaba.
— ¿Cómo fue la relación del líder de la Unidad Popular con el Justicialismo? ¿Perón lo veía como una amenaza?
— Para ser realista hay dos Perón. El del exilio, el que le escribió una carta a Allende felicitándolo por su victoria electoral. Es el líder político más importante de la Argentina buscando volver al poder con el mayor apoyo de la población. Es el que le dice en privado al coronel Juan Francisco “Tito” Guevara en 1972: “Yo, claro, voy a volver al Poder y tengo dos caminos: las urnas o las armas. Pero para llegar a las urnas yo necesito que me voten todos, desde la extrema derecha hasta la extrema izquierda y (por el momento) yo no puedo dar un documento político u opinión de doctrina (sobre lo que ocurre en la Argentina) porque voy a perder votos. Ahora, eso sí, cuando llegue al gobierno ahí llegará el enfrentamiento (con la subversión marxista), pero yo desde el gobierno”.
— ¿Y el otro?
— El otro Perón es el teniente general del Ejército Argentino que vuelve para poner orden interno y a resguardar las fronteras de su país. Es el que, al día siguiente de su victoria electoral, en septiembre de 1973, como presidente electo, manda un enviado especial a dar su solidaridad y ayuda a la Junta Militar que presidía el general Augusto Pinochet. Para decir todo esto cuento con dos pruebas: el testimonio grabado de la conversación de “Tito” Guevara con Perón en Madrid y el Acta de la Junta Militar chilena.
— ¿Cuál fue la relación de Allende con Cuba y qué consejos recibió de Fidel Castro?
— Al asumir la presidencia, Salvador Allende restableció las relaciones en todos los órdenes con Cuba y recibió consejos de Fidel Castro antes y después de llegar a La Moneda. Entre otros, le dijo que mantuviera a la industria del cobre dentro del “área del dólar” y que no diera “una imagen revolucionaria”. Como vemos, todos engaños: Allende estatizó la industria del cobre sin ningún reparo e indemnización para los inversores y daba una imagen “moderada”, mientras que fuertes corrientes de la Unidad Popular (el partido que él presidía) intentaban “cubanizar” a Chile. Por cierto, no hay que olvidar que Allende fue titular de la “Organización Latinoamericana de Solidaridad” (OLAS), una creación castrista para subvertir al continente dirigida desde La Habana.
— ¿Cómo fue la misión del embajador argentino Gallac en ese país?
— Cuando Javier Teodoro Gallac llegó a Chile como embajador ya era uno de los diplomáticos de la primera línea del Palacio San Martín y su destino en Santiago era y es uno de los cargos más relevantes de la diplomacia argentina. Su gestión no la debo calificar. Tan solo pongo sobre la mesa sus informes, su gestión económica y su acceso a los más importantes dirigentes chilenos de la época.
— ¿Qué actitud tomó Perón con la llegada de Pinochet?
— El Perón que llega definitivamente viene a poner “orden”, es decir, a terminar con el caos del gobierno de Héctor Cámpora, la infiltración castro-comunista en su movimiento y los años de peleas políticas y decadencia. Llega con la adhesión y comprensión de la mayoría de la dirigencia argentina y las Fuerzas Armadas. Llega también con amplios apoyos y compromisos extranjeros. Sabía que Chile era un santuario para la subversión argentina, como lo conocía Brasil. Quizá la mejor respuesta surge de la propia voz de Perón a una persona que lo acompañaba el 20 de junio de 1973 en su vuelo de retorno: “No se crea todo lo que se dice, de que el pueblo me trae. El que quiere que yo vuelva es Estados Unidos para terminar con el comunismo en América Latina. No vuelvo a encabezar un golpe militar, voy a ser Presidente de la Nación electo por el pueblo”.
Junio de 2024.