SERIE ROJA – 7
GUERRA CIVIL RUSA (2)
Cosacos del Kuban durante la Guerra Civil Rusa
La «Fuerza Expedicionaria del ejército Estadounidense» que invadió Siberia (FEA en Siberia) fue una formación del Ejército de los Estados Unidos que se vio involucrado en la guerra civil rusa en Vladivostok, Rusia, durante la Primera Guerra Mundial después de la Revolución de Octubre, desde 1918 hasta 1920. Esta Fuerza fue parte de la mayor intervención aliada en el norte de Rusia.
La Campaña del Norte de Rusia fue parte de la intervención aliada en la guerra civil rusa y duró de mayo de 1918 a octubre de 1919. Fue una parte menor dentro de la intervención, cuyo objetivo oficial era la protección de los enormes bastimentos y armamento almacenados en el norte de Rusia para el sostenimiento del esfuerzo de guerra ruso y la reconstitución del frente oriental, desaparecido tras la firma de la paz en Brest-Litovsk por el gobierno soviético y los Imperios Centrales.
Ya en agosto de 1918, sin embargo, con los alemanes en retirada en Finlandia y Ucrania, se admitió que las tropas en realidad iban a combatir a los bolcheviques y no a los Imperios. Para ello los Aliados tomaron los puertos árticos de Murmansk y, con una fuerza militar menor, Arjanguelsk. En la primavera de 1919, el esfuerzo principal de reconstruir el frente se asignó a las fuerzas que debían provenir de Siberia, principalmente japonesas, pasando el norte de Rusia a un segundo plano.
Según el presidente de los Estados Unidos Woodrow Wilson los motivos para enviar tropas a Siberia eran tanto diplomáticos como militares. Una de las principales razones fue rescatar a los 40.000 hombres de la Legión Checoslovaca, que estaban retenidos por las fuerzas bolcheviques mientras intentaban abrirse camino a lo largo del Ferrocarril Transiberiano hacia Vladivostok, y se esperaba, al Frente Occidental.
La otra razón fue proteger las grandes cantidades de suministros militares y material rodante del ferrocarril que los Estados Unidos habían enviado al Lejano Oriente ruso en apoyo de los esfuerzos de guerra del Imperio ruso en el Frente Oriental. El presidente Wilson destacó la necesidad de «estabilizar cualquier esfuerzo de autogobierno o autodefensa en el que los propios rusos puedan estar dispuestos a aceptar ayuda».
En ese momento, las fuerzas bolcheviques solo controlaban pequeños bolsillos en Siberia y el presidente Wilson quería asegurarse de que ni los merodeadores cosacos ni el ejército japonés aprovecharan el inestable entorno político a lo largo de la línea ferroviaria estratégica y en las regiones siberianas ricas en recursos que se extendían a ambos lados. Al mismo tiempo y por motivos similares, cerca de 5.000 soldados estadounidenses fueron enviados por Wilson a Arcángel, en Rusia, como parte de la Expedición Oso Polar.
La (FEA) en Siberia fue comandada por el General de División William S. Graves y totalizó 7.950 oficiales y hombres alistados. La fuerza incluía los Regimientos de Infantería 27º y 31.º del Ejército, además de un gran número de voluntarios de los Regimientos de Infantería 12º, 13º y 62.º de la 8ª División, la antigua división de William Graves.
El General Graves llegó a Siberia el 4 de septiembre de 1918, pero las primeras 3.000 tropas estadounidenses desembarcaron en Vladivostok entre el 15 de agosto y el 21 de agosto de 1918. Fueron asignados rápidamente a la vigilancia de varios segmentos a lo largo del ferrocarril entre Vladivostok y Nikolsk-Ussuriski en el norte. Graves creía que su misión en Siberia era brindar protección a los bienes provistos por los estadounidenses y ayudar a evacuar la Legión Checoslovaca de Rusia, y que no incluía la lucha contra los bolcheviques.
En muchas ocasiones, solicitando moderación, William Graves se enfrentaba con los comandantes de las fuerzas británicas, francesas y japonesas, que también tenían tropas en la región y querían que tomara parte más activa en la intervención militar en Siberia. La experiencia en Siberia para los soldados fue miserable. Los problemas permanentes con el combustible, las municiones, suministros y los alimentos que estaban muy alejados.
Los caballos acostumbrados a los climas templados no podían aguantar temperaturas bajo cero en Rusia. Las ametralladoras enfriadas con agua se congelaron y se volvieron inútiles. Los últimos soldados estadounidenses abandonaron Siberia el 1 de abril de 1920. Durante sus 19 meses en Siberia, 189 soldados murieron por todo tipo de causas. Como comparación, la fuerza expedicionaria estadounidense más pequeña del norte de Rusia experimentó 235 muertes por todas las causas durante sus 9 meses de lucha cerca de Arcángel.
Grigori Mijáilovich Semiónov, Semiónov era de ascendencia ruso-buriata, hijo de un próspero comerciante cosaco y de madre buriata, nacido en la región de Transbaikal, en la aldea cosaca de Kuranzka, en el curso medio del rio Onon, en 1891. Creció entre la tradición cosaca y las historias de la antigua grandeza mongol, convirtiéndose en un tipo de frontera, audaz pero brutal.
Fue un jefe contrarrevolucionario ruso de la región del lago Baikal y alrededores entre 1917 y 1920. Se lo considera el más importante de los jefes militares financiados por Japón en la región durante la Guerra Civil rusa, famoso por su crueldad y tachado de bandido incluso por los aliados. Durante la Primera Guerra Mundial combatió en el frente sudoccidental y persa y trabó amistad con su futuro lugarteniente durante la Guerra Civil rusa, Ungern von Sternberg.
En agosto de 1917, Semiónov recibió el nombramiento de comisario del Gobierno Provisional en la región del lago Baikal, responsable del reclutamiento de unidades militares voluntarias buriatas para luchar en la guerra. Inmediatamente comenzó sus actividades entre las diversas agrupaciones mongolas, con notable éxito.
A esta zona, las consecuencias de la Revolución de Octubre llegaron tardíamente. Hasta finales de 1917 y comienzos de 1918, los diversos partidos socialistas cooperaron en aplicar reformas agrarias y sobre el trabajo, y los sóviets (consejos) locales no tomaron el poder hasta esas fechas. Luego de la Revolución de Octubre comenzó su lucha armada contra el nuevo Gobierno soviético, denominado Consejo de Comisarios del Pueblo (Sovnarkom), y las autoridades locales con reclutas de variado origen.
A comienzos de 1918, con la llegada de las primeras tropas Aliadas de la intervención aliada en la guerra civil rusa, los Gobiernos de la Entente confiaron en Semiónov para acaudillar las fuerzas opuestas a los bolcheviques en Siberia. Semiónov, considerado corrupto e indeseable, parecía ser la única alternativa a los bolcheviques en la región y contaba con trenes blindados que le permitían controlar las comunicaciones de la zona a pesar de sus escasas tropas.
Hasta la revuelta de la Legión Checoslovaca, sus tropas constituían la única fuerza antibolchevique de importancia en la zona. En 1918 mantenía contactos con las autoridades antisoviéticas de la región e intentaba recabar el apoyo de los aliados, que logró como principal fuerza opuesta al nuevo Gobierno de Lenin. Recibió ayuda económica de Francia y Gran Bretaña, pero su principal influencia y fuente de dinero y armas fue Japón, del que se convirtió en la práctica un agente en la zona.
A finales de enero de 1918, representantes de Semiónov viajaron a Pekín para presentar sus planes frente al avance bolchevique y para solicitar su ayuda, militar y económica. Los informes británicos, favorables, hicieron que el Gobierno de Londres aprobase la ayuda al caudillo (atamán) cosaco. A finales de febrero y principios de marzo, Semiónov comenzó a recibir subsidios (diez mil libras mensuales) y armamento de los británicos.
Sin tener conocimiento los estadounidenses y británicos, el Gobierno japonés había alcanzado un acuerdo con Semiónov para abastecerlo a gran escala, convirtiéndolo pronto en su agente en la región. Los japoneses no sólo armaron al cosaco, sino que le enviaron tropas especializadas para reforzar sus unidades. Los instructores japoneses para el armamento regalado a Semiónov viajaron a su territorio con uniformes rusos.
En Japón, el zaibatsu Kuhara, es decir, la «camarilla financiera», conformada por un gran grupo de empresas que están presentes en casi todos los sectores económicos, ellos corrieron con los gastos del apoyo a Semiónov. Tanto el Gobierno británico como el francés entregaron también armamento y dinero a Semiónov por las mismas fechas, en secreto, para no perturbar sus negociaciones simultáneas con el gobierno de Lenin para tratar de lograr su vuelta a la guerra contra los Imperios Centrales.
A pesar de estos apoyos, en marzo Semiónov se encontraba arrinconado entre las tropas soviéticas que avanzaban hacia Manchuria y las unidades chinas en el transmanchurriano. En marzo los chinos, temerosos de que los soviéticos entrasen en su territorio en persecución de Semiónov, impusieron una tregua a las partes y comenzaron las negociaciones con los soviéticos, que exigieron el desarme de las tropas del cosaco.
Los chinos procedieron a internarlo brevemente y a prometer que sus unidades no cruzarían la frontera al menos hasta el 5 de abril. La represión china era más aparente que real ya que las autoridades no desarmaron a Semiónov y se le permitió reorganizar sus fuerzas bajo protección de las tropas chinas. Los instructores japoneses acabaron por participar en su siguiente ofensiva.
A comienzos de abril, contaba con tres regimientos de caballería con un total de unos mil doscientos hombres, diversos regimientos de infantería, artillería y cuatro trenes blindados. En total reunió alrededor de dos mil soldados. En abril un representante de Semiónov propuso a Aleksandr Kolchak, entonces empleado por los británicos y camino de Pekín para formar una fuerza contra los bolcheviques en Asia, unirse a aquel en la formación de un Gobierno cosaco con base en Manchuria.
Kolchak, consciente de que Semiónov no era más que un bandido saqueador a sueldo de Japón, rechazó la propuesta. Este rechazo hizo que Semiónov, con su «Destacamento Especial Manchú» formado por buriatos, mongoles, coreanos y cosacos, junto con los cosacos de Ussuri al mando de Iván Kalmykov y la misión militar japonesa del general Nakajima, frustrasen los esfuerzos de Kolchak en los meses siguientes en Manchuria.
Ante la desobediencia de Semiónov a las órdenes británicas de no comenzar en abril una nueva ofensiva para no desbaratar sus negociaciones con los bolcheviques, los británicos suprimieron su ayuda. El 21 de marzo de 1918, a pesar de los deseos de sus protectores, Semiónov comenzó su segunda ofensiva y tomó Dauria y Hailanor el 23 de abril. El 28 capturó Borzia y forzó la retirada de las tropas soviéticas del Ono dos días después.
Semiónov las persiguió, forzándolas a replegarse a Karýmskaia y tomó el 9 de mayo la estación de Aga, no pudo avanzar más por problemas con los suministros. A comienzos de la campaña, se había nombrado atamán para lograr autoridad entre las tropas cosacas y roto sus lazos con Horvat en Harbin, proclamándose presidente de un nuevo «Gobierno Temporal del Territorio del Transbaikal».
El saqueo de la población, las ejecuciones sumarias de bolcheviques o sospechosos de serlo y su general anti socialismo convirtieron a las unidades de Semiónov en impopulares y limitaron el número de voluntarios que se unió a sus filas, que contaban con antiguos bandidos chinos. A pesar del reclutamiento forzoso de prisioneros de guerra y ex bandidos, sus fuerzas apenas alcanzaban los mil hombres. La población no respaldó en general su nuevo Gobierno.
El 14 de mayo de 1918, los soviéticos, superiores en número, comenzaron su contraofensiva y el 27 lo forzaron a retirarse a Borzia tras cruzar el Onon. Esta última tuvo que ser abandonada el 11 de junio y a finales de mes Semiónov se hallaba nuevamente restringido a la zona fronteriza con China. Los reveses militares y la retirada británica y francesa de su anterior apoyo no llevaron al Gobierno japonés a abandonar a Semiónov, sino a redoblar su respaldo, tanto económico como militar y diplomático ante China, durante el verano.
En agosto de 1918, se las arregló para consolidar sus posiciones en la región del Baikal gracias a la supresión de las autoridades soviéticas en la región por la Legión Checoslovaca, e impuso un régimen sin piedad. Las tropas bajo su mando fueron descritas como un «hatajo de bandidos para detener trenes y forzar pagos, sin importar qué clase de carga o en favor de quién es la carga». El comandante de las tropas estadounidenses destacadas en Siberia, general Graves, describió al jefe cosaco como «un asesino, un ladrón y un canalla disoluto… que no podría haberse mantenido en Siberia ni una semana sin la protección de Japón».
En septiembre, tras la revuelta de los checoslovacos, logró al tercer intento avanzar definitivamente hacia Siberia y tomar Chitá (6 de septiembre). Semiónov instaló su «corte» en su tren blindado, «el terrible», dando rienda suelta a sus fantasías de poder y a sus planes de dirigir un gran ejército mongol contra los bolcheviques. A pesar de compararse con Napoleón y Gengis Khan, Semiónov no volvió a dirigir sus tropas tras la conquista de Chitá, negándose además a enviarlas al frente de los Urales y limitándose a utilizarlas en correrías por la región bajo su control.
El Gobierno Provisional de Siberia, una de las autoridades antibolcheviques surgidas en Siberia, nombró a Semiónov comandante de una unidad con base en Chitá, el V Cuerpo del Amur. Semiónov había reconocido teóricamente a los Gobiernos de Omsk surgidos tras la expulsión de los bolcheviques en el verano, en especial por la presencia de tropas checoslovacas al este del Baikal que los sostenían, pero se opuso rotundamente al golpe de Estado que entregó el poder a Aleksandr Kolchak pues este frustró sus planes de ampliar su poder y exigió ser consultado en el nombramiento de un nuevo dirigente del Movimiento Blanco en noviembre de 1918.
Para mostrar su poder comenzó a confiscar los abastos para Kolchak que pasaban por Chitá y a cortar la comunicación telegráfica entre Omsk y Vladivostok. Los intentos británicos en noviembre y diciembre de 1918 de retirar la ayuda japonesa a Semiónov, considerado perjudicial para los esfuerzos Aliados de formar un Gobierno fuerte en Omsk, resultaron infructuosos.
Al principio, el almirante Kolchak, establecido como dictador y comandante de las fuerzas antibolcheviques en Siberia desde finales de noviembre de 1918, rechazó reconocer la autoridad de Semiónov, relevándolo del mando y acusándolo de traición, pero más tarde tuvo que aceptar su permanencia debido a la insistencia de los Aliados y lo nombró comandante en jefe del distrito militar de Chitá (mayo de 1919).
El sustituto nombrado por Kolchak, convencido de poder deshacerse de los tres mil hombres de las fuerzas de Semiónov, tuvo que abandonar los planes de acabar con este ante el riesgo de enfrentarse a los japoneses, que lo sostenían. El general Iuki, comandante de la 3.ª División destinada en Transbaikalia, había afirmado: «Japón no permitirá ninguna medida contra Semiónov y no renunciará al uso de la fuerza para evitarlas».
Mientras, a comienzos de enero de 1919, Semiónov había detenido diez convoyes de trenes provenientes de Vladivostok, haciéndose con mil doscientos vagones de los que doscientos servían de cuarteles para sus tropas mientras que el resto había sido alquilado a alto precio a especuladores.
Las relaciones mejoraron ligeramente a finales de enero de 1919, cuando Semiónov permitió las comunicaciones con Vladivostok y expresó su intención de subordinarse a Kolchak y este abandonó los intentos de someter a los atamanes cosacos a la autoridad de su Gobierno. El acuerdo fue, en realidad, temporal e inestable. A pesar de sus promesas, Semiónov, al igual que sus padrinos japoneses, no envió nunca tropas al frente contra el Ejército Rojo, mantuvo el control sobre los suministros a Kolchak y los interrumpió en ocasiones.
En febrero Semiónov capturó al menos cuarenta y ocho trenes. Según cálculos de observadores británicos y norteamericanos, Semiónov capturó unas doscientas toneladas diarias de alimentos de los trenes que cruzaban la región bajo su control, suficientes para abastecer un ejército de sesenta mil hombres, a pesar de que no debía de contar por entonces con más de unos cuatro mil. El resto era revendido a comerciantes. Esto, junto con los aranceles que imponía a todo tren que cruzaba Manchuli, reportaba unos ingresos de unos veinte mil rublos diarios al atamán.
Aprovechando la revuelta de la Legión Checoslovaca, logró avanzar contra los rusos soviéticos y tomar Chitá, donde instauró su dominio de terror sobre la región, sostenido por el permanente apoyo japonés y el control de la red de ferrocarriles. Se opuso al golpe de Estado que nombró gobernante supremo a Aleksandr Kolchak, con el que mantuvo malas relaciones y al que privó de suministros gracias a su control de una sección del transiberiano y del transmanchurriano.
Kolchak, dictador del Gobierno instalado en Omsk, mantuvo malas relaciones con Semiónov, que saqueaba sus envíos de armamento y abastos, aunque al final de su Gobierno acabó nombrándolo comandante de las tropas orientales para lograr, en vano, su apoyo militar.
Durante el gobierno de Kolchak, Semiónov administró, en un régimen de terror, la región de Transbaikalia como su feudo particular, saqueando a placer a la población local y los envíos a Kolchak. Uno de sus lugartenientes más hábiles y a la vez más crueles y despiadados fue el barón Roman Ungern von Sternberg, otro el atamán Iván Kalmykov. Sátrapas asesinos, establecieron un régimen de terror en las regiones del Amur, Ussuri y en la frontera mongola.
A inicios de 1919, Mijáilovich Semiónov se nombró atamán del «Cuartel Cosaco del Transbaikalia» con el apoyo del Ejército Imperial Japonés, elementos del cual habían sido desplegados en Siberia. Los japoneses financiaban y armaban a Semiónov y a otros caudillos cosacos de la zona como Ivan Kalmykov. Los caudillos cosacos no sólo cooperaban con Kolchak únicamente cuando convenía a sus intereses particulares, sino que, con su control parcial de las líneas de abastecimiento de este, se surtían de abastos o desviaban envíos a Kolchak a voluntad.
Semiónov, sin embargo, no tenía un dominio total sobre el territorio, estando bajo la dirección real de las tropas imperiales japonesas que lo «apoyaban». Los japoneses lo utilizaban como un instrumento para lograr sus objetivos en la región. Semiónov, intenso antisemita, repartió copias de «Los protocolos de los sabios de Sion» a las tropas japonesas con las que se asoció.
A finales de 1919, con la derrota en ciernes de Kolchak, su primer ministro Tretiakov decidió solicitar la ayuda de Semiónov para sostener a aquel. Semiónov, aparte de hacer un llamamiento a los checoslovacos para facilitar la retirada de Kolchak y sus unidades, se negó a enviar sus tropas al oeste y tomar el control de Irkutsk sin ser antes nombrado comandante en jefe de las fuerzas de Lejano Oriente ruso y de la zona del transmanchurriano.
Kolchak entendió la exigencia de Semiónov como chantaje. A Semiónov lo habían nombrado jefe del distrito militar de Chitá en mayo de 1919. Sin embargo, como otros sátrapas, solo colaboraba cuando le convenía y como sus aliados japoneses, jamás envió tropas al frente. En esos momentos el atamán contaba con más de 3000 seguidores que en poco tiempo alcanzaron los 4.000.
Detenido por los checoslovacos que sólo permitían avanzar su tren lentamente y ante la noticia de numerosos levantamientos de los sociales revolucionarios en localidades del transiberiano, el 23 de diciembre de 1919 Kolchak cedió a las pretensiones de Semiónov y lo ascendió a teniente general, poniendo bajo su mando diversas regiones para «salvaguardar la seguridad del Estado y el orden en la retaguardia».
Debido a la derrota del Movimiento Blanco, el almirante Kolchak transfirió el poder a Semiónov en el Lejano Oriente ruso el 4 de enero de 1920. Tras la derrota y captura de Kolchak, el atamán asumió el mando en el Lejano Oriente ruso durante los primeros días de 1920. Semiónov se proclamó gobernante temporal de Siberia, sin definir con claridad sus poderes ni sus territorios. Tras la derrota y muerte de Kolchak, quedó como gobernante provisional de Siberia y hubo de enfrentarse a las nuevas autoridades de la República del Lejano Oriente, respaldadas por Moscú.
Sin embargo, no logró el objetivo marcado por el almirante, sino que enfureció a los checoslovacos, que consideraban a Semiónov un bandido, y acabó con las posibilidades de acuerdo con los socialrevolucionarios, que veían el llamamiento a Semiónov como un ataque. En efecto, Semiónov les había amenazado con la voladura de unos estratégicos túneles que el ferrocarril tenía que atravesar al este de Irkutsk si el almirante no era liberado y se le permitía moverse sin estorbos.
Intentó recuperar Irkutsk de las tropas bolcheviques, pero falló. En abril, defendió con éxito Chitá de la recién creada República de Lejano Oriente, tres meses más tarde los nipones empezaron a retirarse de la región, a pesar de las súplicas de Semiónov. Con el avance constante de las tropas rojas, el general blanco Vladímir Kápel se refugió con él junto a los últimos restos del ejército de Kolchak.
Sin embargo, las fuerzas de Semiónov en Siberia, mercenarias, eran poco más que matones. Robaban, quemaban, asesinaban y violaban a civiles que vivían en el territorio controlado por las tropas. A pesar de su nombramiento, Semiónov envió a Irkutsk una fuerza escasa: dos regimientos de caballería, otros tantos de infantería y tres trenes blindados, al mando del atamán Skípetrov.
Esta expedición fracasó en su intento de tomar Irkutsk. En abril, logró defender Chitá de la ofensiva de las tropas de la nueva República del Lejano Oriente recién creada gracias a la contraofensiva desencadenada a su favor por los japoneses. En julio de 1920, el Cuerpo Expedicionario Japonés inició su retirada de acuerdo con el Tratado de Gongota firmado por la República del Lejano Oriente y para agosto habían abandonado Transbaikalia.
La llamada «Gran marcha Helada Siberiana» empezó en enero de 1920 en Irkutsk y terminó un mes más tarde, con el arribo de los soldados zaristas a Chitá, ciudad que cayó finalmente el 22 de octubre. Semiónov tuvo que refugiarse en la costa, en ese lugar, en mayo de 1921 apoyó un golpe de Estado contra las autoridades de la República de Lejano Oriente, proclamándose gobernante del Krai de Primorie hasta septiembre, cuando la derrota era inminente, se exilió.
Los japoneses abandonaron al atamán ante los partisanos del Transbaikal, los internacionalistas y el 5.º ejército soviético dirigido por Génrij Eije, que dirigía la campaña de reconquista de Chitá. Los intentos de Semiónov de detener la retirada japonesa apelando al príncipe heredero japonés fueron vanos. En octubre de 1920, unidades del Ejército Rojo y guerrillas, obligaron a las fuerzas de Semiónov y a los restos de las del fallecido Vladímir Kápel a abandonar la región de Baikal y retomaron Chitá (22 de octubre).
Sus partidarios se retiraron al sureste. En mayo de 1921, tras la expulsión de las autoridades de la República del Lejano Oriente de Vladivostok con la anuencia japonesa, Semiónov se trasladó al Krai de Primorie, donde intentó seguir el combate a las fuerzas soviéticas y se proclamó comandante en jefe y virrey de la región, pero finalmente fue obligado a abandonar territorio ruso en septiembre de 1921. No contaba por entonces ya con el respaldo japonés.
Semiónov primero huyó a Manchuria a comienzos de 1920 y luego a Nagasaki, para más tarde establecerse en los Estados Unidos donde se lo arrestó acusado de robo de pieles y juzgado in absentia por un comité del Senado. En marzo de 1922, se le permitió entrar en Canadá. El atamán vivió principalmente en el norte de China y en Corea, al servicio de Japón. Tenía lazos con el espionaje japonés y había sido el líder de los emigrantes blancos en el Lejano Oriente, estando a cargo de las actividades antisoviéticas.
En abril de 1940, se trasladó a Shanghái para tratar la formación de un ejército antisoviético que pudiese apoyar posibles ofensivas militares japonesas contra el Gobierno de Moscú. Durante el periodo de entreguerras residió en el norte de China, siempre cercano a los japoneses y tras la Segunda Guerra Mundial, en septiembre de 1945, fue capturado por el Ejército Soviético capturó a Semiónov en Manchuria, fue enviado a Moscú y sentenciado a muerte por ahorcamiento por el Colegio Militar de la Corte Suprema de la URSS. Fue fusilado o ahorcado (más probablemente) en Moscú el 30 de agosto de 1946.
Ussuri
La cuenca del Usuri quedó dominada por Ivan Pávlovich Kalmykov, atamán de los cosacos locales desde enero de 1918, quien empezó a reunir sus fuerzas para levantarse en armas abiertamente un mes más tarde. Muy pronto centró sus actividades al oriente del ferrocarril del Este de China, capturando la estación de Grodékovo, el 4 de julio. Después de conseguir el apoyo de checoslovacos y japoneses, tomó Jabárovsk entre el 5 y el 7 de septiembre, pero como el resto de los caudillos cosacos dependía de la ayuda exterior.
A comienzos de 1919, se somete a la autoridad de Kolchak, pero nunca le dio mayor ayuda. Después que aquel cayera, a finales del mismo año, empezó a atacar las ciudades del Krai de Primorie, impidiendo a los blancos enfrentar apropiadamente a los rojos. Finalmente, la presión de las tropas bolcheviques fue insostenible para él y sus hombres.
En febrero de 1920, se retiró de Jabárovsk hacia China, pero las autoridades locales lo detuvieron el 5 de marzo, junto a sus últimos ochocientos seguidores en la aldea de Norti. Fue acusado de numerosas atrocidades contra civiles indefensos. En septiembre, cuando se planeaba su extradición a Vladivostok, intentó escapar y fue asesinado por sus carceleros.
Tuvá
La región de Tuvá era parte de los dominios de los Qing como el resto de Mongolia, sin embargo, en 1911, se proclamó independiente con el apoyo ruso y Tuvá hizo lo propio, bajo el nombre de República Urianjái, poco después se convirtió en un protectorado ruso (Krai) en abril de 1914. Para asegurar el dominio, tropas de cosacos ocuparon Tuvá en julio de 1916, pero se retiraron a finales del año siguiente ante el colapso del imperio.
Cuando llegó la Guerra Civil, los bolcheviques se apoderaron de la región en marzo de 1918 pero en julio eran expulsados por los blancos, su dominio duró poco. Un mes más tarde tropas chinas, mongolas y tuvanas expulsaron a los cosacos y se dividieron el territorio. El suroeste fue ocupado por los mongoles del general Khatanbaatar Maqsarjav y el sur por los chinos, pero los blancos consiguieron mantenerse en el resto del territorio hasta julio de 1919, cuando los soviéticos conquistaron Tuvá.
Los bolcheviques siguieron hasta febrero de siguiente año, cuando vino una gran ofensiva china. A inicios de 1921 se inició una guerra sanguinaria entre los chinos y las tropas nominalmente blancas de Ungern von Sternberg. Los comunistas supieron aprovechar la debilidad de sus rivales y en junio de 1921 tomaron el control definitivo del área, proclamando la República Popular de Tannu Tuvá un mes después y se declararon independiente de China en diciembre. Esta república será parte de la futura Unión Soviética un año después.
En el Asia Central
A mediados del siglo XIX los pueblos musulmanes del Asia Central habían sido conquistados por Moscú, quedando bajo una especie de protectorado. Todo el resentimiento acumulado ante la imposición de una autoridad extranjera finalmente estalló en 1916, como rechazo a las levas forzadas producto de la Gran Guerra. Además, desde su anexión los rusos habían convertido al fértil valle de Ferganá en una región productora de algodón, pero la distribución de la riqueza fue muy desigual.
Muchos de los agricultores locales fueron forzados a endeudarse y con condiciones de trabajo bastante peores para los nativos frente a los rusos. Por esas razones la revuelta inmediatamente mostró una feroz violencia étnica, forzando a cientos de miles de colonos rusos y pobladores nativos a huir a la República de China.
República de China.
El conflicto internacional obligó al gobierno a fijar los precios, lo que llevó a la ruina de los pequeños productores. Hubo un aumento de los vicios, en particular el alcoholismo. Poco después aparecieron las primeras bandas de forajidos, las que sirvieron de base de las partidas guerrilleras. El término basmach proviene del turco que significa bandido o merodeador.
Muchos de los combatientes, una vez vencido el movimiento, volvieron a su antigua vida delictiva. Esta rebelión construirá las bases de larga resistencia a las autoridades moscovitas en el Asia Central, gracias, en parte, al apoyo de agentes británicos. El gobierno de los rebeldes se instalará en Kokand durante noviembre de 1917, pero ante su debilidad militar dará amnistía a bandas de criminales para su protección (Gobierno Provisional Autónomo de Turkestán). El peligro que llevó a tal decisión fue la ofensiva bolchevique proveniente de la ciudad de Taskent.
Ahí se había instalado un soviet el 2 de marzo de ese año. La ciudad fue tomada y saqueada, estimándose en catorce mil los civiles asesinados en el pogrom posterior (febrero de 1918). Luego de la victoria, los rojos de Taskent se enfrentarán al Gobierno Transcaspiano con asiento en Asjabad. Una heterogénea coalición de autonomistas, mencheviques y social-revolucionarios apoyados por los ingleses del general Wilfrid Malleson y los ejércitos blancos desde febrero de 1918.
Taskent se impondrá sobre Asjabad en julio de 1919, tras la retirada de Malleson y la llegada de refuerzos de Mijaíl Frunze, dominando completamente la región en 1920. A pesar de la aparente victoria, los soviéticos se mostraron incapaces de acabar con las guerrillas basmachíes que aún controlaban los campos de Ferganá. Los soviéticos buscaron dividir a las guerrillas, muy autónomas entre sí, granjeándose el apoyo de sectores más moderados, ofreciendo integrarlos al Ejército Rojo.
En marzo de 1920, tras una feroz política de represión durante el invierno numerosas partidas desertaron y gran parte de la población civil dejó de sustentar a los basmachí. Sin embargo, los soviéticos cometieron el error de hacer levas forzadas durante el verano de ese año y requisar los alimentos, lo que produjo una nueva insurrección. En esos momentos, unos 120.000 a 160.000 soldados bolcheviques operaban en la región. Sus rivales tenían 20.000 o 30.000 combatientes.
En noviembre de 1921, llegó el exministro de defensa turco Ismail Enver a ayudar a los soviéticos, pero inmediatamente desertó y se volvió el líder más importante de los basmachí, unificando las guerrillas bajo su mando. A inicios del año siguiente, tenía bajo su mando más de 16.000 rebeldes y controlaba Samarcanda y Dusambé. Enver morirá en un combate el 4 de agosto de 1922, su sucesor, Selim Pasha, se refugiará en Afganistán un año después.
Este conflicto trascendió las fronteras rusas. Los basmachí enfrentaron en numerosas ocasiones a las tropas del Kuomintang en Sinkiang (Kuomintang significa partido nacionalista chino y fue fundado tras la Revolución de Xinhai y tenía su sede en Taipei) y del Estado Imperial de Irán en territorio persa entre 1928 y 1929. Las relaciones de los rebeldes con los zaristas no fueron siempre buenas, aunque en un principio colaboraron con los blancos.
En enero de 1920 se iniciaron enfrentamientos que solo acabaron cuando los bolcheviques expulsaron a los blancos del territorio. El movimiento será finalmente vencido tras una serie de concesiones económicas y religiosas a mediados del año 1920 de parte del gobierno comunista. También se buscó ganarse a los musulmanes incorporándolos por millares en sus milicias. En 1924 las guerrillas del valle de la Ferganá desaparecerán definitivamente. Los sobrevivientes aun sumaban cinco o seis millares de rebeldes, número que pronto cayó a dos mil.
Muchos terminaron por refugiarse en Afganistán, siguiendo a las doscientos mil personas que escaparon de Tayikistán a ese reino. La mayoría de los bastiones de resistencia cayeron en 1926, continuando combates en la frontera afgana hasta 1930. Los últimos núcleos basmachíes desaparecieron en 1934, en las montañas de Kirguistán.
Otras insurrecciones fueron las del Kanato de Jiva, estos habían sido vasallos del Zar desde 1873, por lo que siguiendo el colapso del poder zarista las tribus turcomanas se aliaron a los bolcheviques a finales de 1919, derrocando al Kan el 2 de febrero del año siguiente. Nacía en su lugar la República Soviética Popular de Corasmia el 26 de abril, pero el 20 de octubre fue renombrada como República Soviética Socialista de Corasmia.
La otra fue la del Emirato de Bujará, que se inició por un conflicto entre el Emir conservador y una facción de reformadores conocida como el Movimiento de Jóvenes Bujaros. Estos últimos pidieron ayuda a los bolcheviques, cuyo ejército atacó Bujará en marzo de 1918 siendo derrotado y expulsado a Taskent. Hubo que esperar hasta el 2 de septiembre de 1920 para que Frunze tomara la ciudad. El 8 de octubre se proclamaba la República Popular Soviética de Bujará, disuelta el 17 de febrero de 1925 entre las repúblicas soviéticas de Uzbekistán y Turkmenistán.
Tras la derrota de los Blancos en Crimea a finales de 1920 la principal resistencia al régimen soviético vino de las numerosas rebeliones de campesinos. Tras la victoria las autoridades de Moscú implementaron medidas de colectivización agrícola, y les quitaron a los agricultores tierras y producciones, lo cual provocó las insurrecciones. Hordas de aldeanos se enfrentaron con dureza a tropas veteranas equipadas con armamento moderno, llegando a durar meses sus resistencias.
Rebelión de Kronstadt, fue una revuelta en la base naval de Kronstadt, urbe de la isla de Kotlin, en el golfo de Finlandia, a finales de febrero de 1921. Marcada por su fuerte carácter anarquista, fue protagonizada por campesinos y ciudadanos locales a los que se les sumaron los marineros de la Flota Soviética del Báltico ahí anclada. Liderados por el anarco-sindicalista Stepán Maxímovich Petrichenko, fueron capaces de organizar sus defensas y escribir un petitorio de demandas al gobierno bolchevique para desmovilizarse.
Cerca de 10.000, aunque otros hablan de 30.000 marinos se sumaron al alzamiento. Cifras modernas estiman que la población de la ciudad era de cerca de 50.000 almas y la de su base naval de otras 15.000. El general rojo Mijaíl Tujachevski fue enviado con una poderosa tropa de 60.000 soldados y tomó con un sanguinario asalto de varias semanas la base naval (18 de marzo). El coste para los comunistas fue la vida de más de 10.000 de sus combatientes.
Algunos estiman que 10.000 a 18.000 rebeldes y civiles fueron asesinados, muchos fueron tomados como rehenes por los soviéticos. De los que fueron capturados vivos, cerca de unos 15.000 terminaron haciendo trabajos forzados en Solovkí, en las islas Solovetsky del mar Blanco. Fuentes oficiales soviéticas dan las siguientes cifras: 527 muertos y 3285 heridos entre sus hombres y 1.000 muertos, 2.000 heridos y entre 2.300 y 6.528 capturados por el lado de los vencidos, con 6.000 a 8.000 fugados a Finlandia a través de la capa de hielo que cubría entonces el golfo.
Estos últimos fueron los más afortunados, aunque significaran un grave problema de refugiados para la recién independizada república. Su líder estaba entre ellos. Recibirán en su mayoría la amnistía de parte del gobierno finlandés, lo que no impedirá a personajes como Petrichenko volverse espías de los comunistas. Archivos recientemente publicados revelan que entre abril y junio hubo 2.103 sentencias de muerte y 6.459 de trabajos forzados relacionados con Kronstadt.
La otra rebelión de gran importancia sucedió en los Óblast de Tambov y Vorónezh en agosto de 1920, como rechazo al comunismo de guerra. Los campesinos odiaban a los bolcheviques por sus requisas forzadas de las cosechas. Otra fuente de odio eran las levas forzadas que provocaron numerosos fugitivos. Todo comenzó en cuando 14.000 «desertores» al mando de Aleksandr Antónov expulsaron o asesinaron a los representantes del gobierno, avanzando luego sobre Tambov, apoyados por miles de campesinos armados a veces solo con garrotes o armas corto-punzantes que marchaban al son de las campanas de las iglesias de sus pueblos, alcanzaron tal vez los 50.000 combatientes, se apoderaron de la ciudad en momentos que las autoridades soviéticas solo tenían 5.000 soldados en la región ya que estaban más ocupados en expulsar de Crimea a Wrangel.
En pocas semanas, aquella revuelta campesina, indistinguible en sus comienzos de los centenares que se habían producido en Rusia y Ucrania los dos años anteriores, se transformó en un movimiento bien organizado gracias a la inspiración de su carismático caudillo. Conocida también como Antónovshchina en honor a su dirigente, la revuelta se extendió por la cuenca del Volga como el fuego sobre el pasto seco, llegando a controlar Sáratov y Penza.
Un poderoso ejército bolchevique de 50.000 soldados al mando de Tujachevski fue enviado a aplastarlos en octubre, apoyado por trenes blindados, artillería pesada y armas químicas de los almacenes de la Gran Guerra. Las tropas rebeldes se componían principalmente de «desertores» rojiverdes, unos 20.000, apoyados por miles de milicianos mal armados, con los que podían llegar a ser el doble o más. La tropa era conocida como el Ejército Azul.
Los azules empezaron a controlar más y más territorios, pronto alcanzarían un máximo de 70.000 en febrero de 1921. Pero tras el término de la guerra con los polacos en marzo, los rojos pudieron liberar recursos suficientes para armar 100.000 soldados, incluidos destacamentos de la policía secreta, e iniciar la campaña definitiva contra los azules entre abril y mayo. Para junio de ese año estos últimos estaban totalmente vencidos. Antónov resultó muerto el 24 de junio de 1922, en un combate entre soldados rojos y una de las últimas partidas guerrilleras.
Revueltas siberianas.
Menos conocidas son las sublevaciones en Siberia Occidental iniciadas a comienzos de 1921. Como en los otros casos, se trataba de una comarca rica afectada duramente por la guerra civil y después por el comunismo de guerra. Multitudes de varios millares de agricultores se dispusieron a rodear y asaltar los hangares donde era guardado el grano requisado, muy pronto las autoridades soviéticas perdieron el control de provincias de Tiumén, Omsk, Cheliánsk y Ekaterimburgo y las ciudades industriales de Petrogrado y Moscú tenían sus actividades cerradas, con sus líneas férreas cortadas. Durante el verano de ese año todas las revueltas habían sido aplastadas. No llevaban ni cuatro años de comunismo en Rusia y empezaron a parecer pintadas en las paredes de las grandes ciudades que decía «¡Abajo Lenin y la carne de caballo!¡Dadnos al Zar y la carne de cerdo!». Aunque algunas partidas continuarían actuando por los siguientes dos años en el sudeste ruso.
Revuelta de Yakutia
Aprovechando el caos producido por la Revolución de Octubre, el gobierno regional de Yakutia proclamó su independencia del poder bolchevique en enero de 1918, buscando de inmediato la protección japonesa. Sin embargo, en julio tropas bolcheviques venidas de Irkutsk pusieron fin al movimiento separatista.
Durante agosto de ese año, las tropas de Kolchak se apoderaron de la región. Los blancos avanzaran hacia los Urales una vez dominada toda Siberia, pero tras ser detenidos a mediados de 1919 son forzados a retroceder con grandes pérdidas. Mientras los rojos avanzaban estallaron una serie de revueltas contra los blancos, en Yakutsk se produjo una en diciembre, haciéndose los revolucionarios con el control de la urbe. Posteriormente, en junio de 1920 estos se someterían efectivamente al gobierno rojo de Moscú.
En reemplazo de Kolchak, que fue detenido y ejecutado por los rojos, se instaló la República del Lejano Oriente en abril de ese año, sobreviviendo gracias a la protección que les daba la intervención japonesa en la región. Mientras el atamán Semiónov era abandonado a su suerte por los asiáticos en julio que firmaron una tregua con los soviéticos, en consecuencia, era derrotado y Transbaikalia ocupada por los comunistas en noviembre.
Tras la caída de Chitá en octubre, el Gobierno de la República quedó muy debilitado, produciéndose un golpe de Estado, con la anuencia de Japón, en mayo de 1921, que instaló en Vladivostok un nuevo gobierno. Pero los japoneses ya habían perdido las ganas de anexarse la región de Amur. Por su parte, el 2 de septiembre estalló un levantamiento blanco en Yakutia con apoyo de los rusos exiliados en Harbin, haciéndose con el control de Yakutsk.
La guarnición comunista es masacrada. El jefe militar rápidamente pidió ayuda a Vladivostok, pero el 27 de abril los bolcheviques proclamaban la República de Sajá, iniciando inmediatamente una campaña para recuperar la ciudad. Poco después, en junio, los nipones iniciaron su retirada de Siberia. El 12 de febrero de 1923, el contingente de Ivan Strod derrota a los blancos cerca de Sasyl-Sasyg y durante marzo se recupera la localidad de Amga.
Mientras desde Vladivostok zarpan los buques Indiguirka y Stávropol capitaneados por Stepán Vostretsov y desembarcan cerca de Ayán el 6 de abril, Pepeliáyev se retira a Nelkan, aunque Ayán es recuperada el 1 de mayo. Pero al día siguiente es vencido cerca de Ojotsk. Los últimos combates entre los remanentes del ejército blanco se libran en Ojotsk (6 de junio) y Ayan (16-17 de junio). Tras el segundo enfrentamiento Pepeliáyev capitula y es tomado prisionero con 103 oficiales y 230 soldados.
Son enviados a Vladivostok, ahí el general es sentenciado a muerte, pena conmutada a diez años de prisión. Sin embargo, durante las purgas estalinistas terminara finalmente ejecutado. El coronel Korobéinikov en cambio, consiguió hacerse a la mar con algunos sobrevivientes y refugiarse en China, pasando el resto de su vida en Harbin. La ciudad manchuriana en 1932, momento de la invasión japonesa, tenía 200.000 habitantes chinos, 100.000 rusos, 4.000 japoneses y 2.000 occidentales.
Los rusos eran refugiados que vivían en malas condiciones de vida, obligando a muchos millares de mujeres rusas a prostituirse en Shanghái, Pekín y Tianjin. Una última revuelta de los pueblos evenkis y yakutos se produciría en Yakutia en agosto de 1925 pero fue aplastada rápida y sangrientamente. El control soviético sobre el vasto ruso queda asegurado.
9 de diciembre de 2023.
Imagen: Sociales y lengua