SERIE ROJA – 4
LAS VISPERAS DE LA REVOLUCIÓN
TODO EL PODER A LOS BOLCHEVIQUES
1917-Asamblea del Sóviet en Petrogrado
La Revolución de Octubre, también llamada Revolución bolchevique, Octubre Rojo y la Gran Revolución Socialista de Octubre. Esta fue la segunda fase de la Revolución rusa de 1917, tras la Revolución de Febrero. La fecha «25 de octubre de 1917» corresponde al calendario gregoriano vigente en ese entonces en la Rusia zarista. Luego sería abolida por el nuevo gobierno bolchevique.
La revolución de Octubre de 1917, fue una revolución que llevó al poder a una coalición formada por el «Partido Obrero Socialdemócrata Ruso» (bolchevique) junto con sus aliados del «Partido de los Socialistas Revolucionarios» o eseristas de izquierda, el partido campesino. Como saben, la Revolución de Febrero de 1917, obligó al zar Nicolás II a abdicar en favor de su hermano Miguel.
La proclamación de la República se produjo en un ambiente revolucionario, en el que los obreros, los soldados del frente y los campesinos, reconstituyeron sus asambleas revolucionarias, los sóviets, que ya habían irrumpido por primera vez en 1905 tras la derrota del imperio ruso ante Japón. Las primeras movilizaciones que llevaron al estallido, comenzaron con motivo de la celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora el 8 de marzo (23 de febrero en el calendario ortodoxo), instituido en 1910 por la Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, la organización creada en 1907 que reunía a las mujeres de la Segunda Internacional.
En el mes de abril de ese mismo año, los Estados Unidos entraron en la Primera Guerra Mundial. La excusa o el motivo fue un supuesto telegrama detectado por los servicios secretos británicos enviado por el gobierno alemán a su embajador en México en el que le planteaba sondear una posible alianza de Alemania con México contra Estados Unidos (telegrama Zimmermann).
La Revolución de Octubre llevó a la toma del poder por los bolcheviques con el apoyo de los eseristas de izquierda, siendo una de las medidas principales la firma de la paz, que se llevaría a cabo en marzo de 1918 en Brest-Litovsk. Lenin sabía que era el precio a pagar por la ayuda alemana de su regreso a Rusia desde Suiza. La firma del acuerdo, le permitió al ejército alemán lanzar una última ofensiva sobre el frente occidental al movilizar cerca de un millón de combatientes desde el frente ruso.
La ofensiva tomó el nombre del general Ludendorff, «ofensiva Ludendorff», mano derecha del mariscal Hindenburg, pero que fue controlada por la intervención de las fuerzas estadounidenses. En 1918 se llegó al agotamiento de los ejércitos. La influencia de la Revolución Rusa hizo que el apoyo inicial dado a la guerra por parte de los grandes partidos socialistas y socialdemócratas como el SPD alemán o el PS francés, empezaron a oponerse a la continuación del conflicto bélico.
La Revolución Rusa tuvo enormes influencias sobre el movimiento obrero de toda Europa propiciando la apertura de procesos revolucionarios en Alemania (1918-19, en Hungría (revolución de los Consejos Obreros de 1919), Norte de Italia (movimiento de ocupación de fábricas de 1920), y el estallido de importantes movimientos huelguistas en Francia y Reino Unido. En este último, entre 1919 y 1921, surgió un movimiento revolucionario de carácter religioso en Irlanda y que finalizara con la proclamación de la independencia de la República irlandesa, en la parte sur de la isla.
Sin embargo, solo la revolución triunfará en Rusia, con la formación de un gobierno de coalición entre los bolcheviques, bajo el liderazgo de Lenin y Trotsky, y los Socialistas Revolucionarios de Izquierda (SRI o eseristas de izquierda) apoyado en los Sóviets, debido a ello dicho gobierno ostentará el nombre de Consejo de Comisarios del Pueblo, puesto que Sóviet significa consejo.
Durante la revolución de Febrero, en Petrogrado, entonces capital rusa, se había formado un Sóviet (consejo) de diputados de obreros y soldados. Estos tenían un gran poder político y rivalizaban con la Duma (Parlamento) y el Gobierno Provisional, poco a poco se fueron creando soviets en otras partes de Rusia. En cuanto a la guerra el Gobierno decidió continuar, en contra de la mayoría de la población. El nuevo gobierno temía la reacción de las potencias aliadas contra ellos en caso de que abandonaran la guerra.
La decisión de continuar en la guerra era apoyada por algunos partidos de izquierda como los mencheviques. Sin embargo, los bolcheviques eran defensores de abandonar la contienda. Lenin defendió mediante las «Tesis de abril» el fin de la participación de Rusia en la guerra, la no cooperación con el nuevo Gobierno provisional al ser de tipo «burgués» y que el poder pasara a manos de los soviets.
La guerra seguía, lo que significaba más recursos destinadas para ella y más muertos. Los alemanes avanzaban ante el temor de los rusos. En este contexto hubo cambio de gobiernos en la nueva república. En julio de 1917 tropas de Petrogrado se rebelaron antes de su movilización hacia el frente de guerra. Se escuchan lemas como «Todo el poder para los Sóviets» o «Paz para el pueblo, guerra contra los ricos».
El gobierno temía otra revolución, pero las tropas gubernamentales consiguieron sofocar la insurrección. Lenin tuvo que exiliarse a Finlandia y el partido Bolchevique quedó tocado. Pero para suerte de los bolcheviques, en agosto de 1917 un antiguo general zarista llamado Kornilov, intentó dar un golpe de Estado. El 21 de agosto/3 de septiembre había caído Riga y Kornilov, posiblemente en connivencia inicial con el primer ministro del Gobierno provisional, Kerenski, pretende convertirse en el salvador de la patria rusa.
Las tropas del general avanzaron hacia la capital rusa, pero el 27 de agosto/9 de septiembre fue derrotado por los soldados del gobierno y por el «Comité militar revolucionario» de resistencia, donde los bolcheviques se convirtieron en grandes protagonistas. El programa de los bolcheviques levantaba las consignas de «Paz, pan y tierra» y «Todo el poder para los Sóviets», que tenía mucho éxito y ganaba adeptos en el otoño del 1917. Los bolcheviques intensificaron su campaña propagandista en Petrogrado, entonces la capital.
El poder del nuevo Gobierno se extendió por el país en diversas fases, con graves enfrentamientos en algunas zonas, como Moscú. La debilidad militar de la oposición y la popularidad de las primeras medidas, sin embargo, favorecieron a Vladímir Lenin y sus seguidores. El rechazo de la oposición más radical a la toma del poder llevada a cabo por los bolcheviques y la incapacidad de la moderada de arrebatárselo a través de las instituciones, conducirían a la guerra civil.
A pesar de los deseos de Lenin a favor de una inmediata toma del poder por el partido bolchevique, los informes sobre la actitud de obreros y soldados —dispuestos a respaldar una transferencia de poder a los sóviets, pero no a alzarse únicamente por el partido—, hicieron que la dirección bolchevique centrase sus esfuerzos en lograr que el Segundo Congreso de los Sóviets llevase a cabo la entrega del poder gubernamental a estos. La mayoría de la dirección prefería realizar un traspaso del poder durante el Congreso de los Sóviets.
El representante principal de esta opinión era León Trotski e incluso en el Comité central una parte notable, encabezada por Kámenev y Zinóviev, veía con aprensión los llamamientos de Lenin a la insurrección. Estos consideraban que la situación no era propicia para un levantamiento armado y prefería apoyarse en los sóviets y en la futura Asamblea constituyente para hacer avanzar la revolución.
Sostenía que un golpe de mano uniría en contra del nuevo Gobierno a toda la burguesía, sería incapaz de enfrentarse militarmente a Alemania y no podría contar con un apoyo decidido del proletariado mundial. Aunque acabó por imponer su opinión sobre la necesidad de un alzamiento, no se fijó fecha y el Comité central se mostró muy dividido.
Lenin estaba convencido de la necesidad de no esperar y de tomar el poder de forma inmediata. Lenin, expuso diversas justificaciones: la inminente firma de una paz entre los contendientes en la Gran Guerra —acuerdo entre potencias imperialistas según su visión—, que Kerenski se preparaba para entregar la capital a los alemanes, que se preparaba otro nuevo golpe de Estado de la derecha como el fracasado de Kornílov o que el triunfo de la revolución rusa y mundial se lograría con escasa lucha.
La movilización de fuerzas de los partidos radicales de izquierda en vísperas del Congreso se debió a los persistentes rumores de una posible contrarrevolución o cancelación de este, que los socialistas moderados únicamente habían aceptado convocar a regañadientes. Lenin volvió a la capital y los bolcheviques abandonaron el Preparlamento.
León Trotski tomó una decisión crucial al decidir utilizar los rumores de abandono de la capital por el Gobierno provisional para presentar la toma de control de la guarnición de la capital y la entrega de armas a los obreros como medidas de defensa contra los enemigos de la revolución, externos (los alemanes) e internos (los contrarrevolucionarios).
Lenin, se reunió con el Comité central bolchevique el 10 de octubre y logró que este aprobase un alzamiento armado contra el Gobierno, pero no que se fijase una fecha ni que se realizase antes de la celebración del Congreso. La decisión aprobada, ambigua, acentuó las divisiones internas en el partido entre los favorables a la posición de Lenin de un levantamiento inmediato, aquellos que preferían realizar una toma del poder aprovechando el Congreso de los Sóviets o como respuesta a un ataque del Gobierno, y la fracción más moderada y opuesta a la toma del poder encabezada por Kámenev.
No se hicieron preparativos para un alzamiento inmediato en los días posteriores a la reunión del Comité central y los cuadros bolcheviques no se encontraban en forma para llevarlo a cabo por falta de organización y dirección. No había un plan para hacerse con el control de las comunicaciones y las redes de transporte y los guardias rojos, cada vez más favorables a los bolcheviques, ni siquiera contaban con un mando unificado en la capital.
El 12 de octubre, el comité ejecutivo del Sóviet de Petrogrado aprobó la formación de un órgano para coordinar la defensa del próximo Congreso de los Sóviets, el Comité Militar Revolucionario, que debía constituirse con representantes del Sóviet, de la sección de soldados de este, representantes de la flota, de los sindicatos, de los comités fabriles, de las organizaciones militares de los distintos partidos del Sóviet, de las milicias obreras y de otras organizaciones.
El objetivo final de las maniobras del Sóviet de Petrogrado las expuso el propio Trotski: el Congreso de los Sóviets debía arrogar el poder gubernamental, declarar un armisticio inmediato y entregar la tierra a los campesinos. Para Lenin, sin embargo, la toma del poder debía realizarse antes del Congreso y el papel de este debía limitarse a aceptarla.
La decisión de los socialistas moderados de posponer el Congreso cinco días, por la falta de delegados en la capital, resultó crucial: permitió a los bolcheviques organizarse para tomar el poder e hizo que el intento de Kerenski de desarmar a los radicales se produjese antes de su celebración. En parte el retraso del Congreso se debió también a la evidencia de las disensiones internas en el partido bolchevique, que hizo albergar esperanzas a los socialistas moderados de que el Congreso acabase contando con una mayoría opuesta a la posición de Lenin.
El 9 de octubre, el mando militar de la capital ordenó la marcha de un tercio de los regimientos de la guarnición al frente. Las unidades de la guarnición repudiaron entonces al Gobierno provisional y declararon su lealtad al Sóviet de Petrogrado. Las tropas que habían sido más leales durante el levantamiento de Julio, entre ellas los cosacos, declararon su neutralidad o se alinearon con el Sóviet.
Mientras, el Gobierno —con Kerenski ausente en el frente entre el 14 de octubre y el 17 de octubre se mostraba cada vez más inquieto por la posibilidad de un levantamiento bolchevique, aunque los mandos militares de la capital seguían asegurando que las medidas necesarias para aplastarlo se habían tomado. Kishkin estaba convencido de que el Gobierno contaba con fuerzas suficientes como para aplastar un posible alzamiento de los bolcheviques, pero no para realizar una acción preventiva contra ellos.
El vicepresidente del Gobierno, Aleksandr Konoválov decidió solicitar refuerzos de las escuelas militares de Oranienbaum y Peterhof, artillería de las escuelas de artilleros de la capital y el envío de un batallón de ciclistas al Palacio de Invierno para reforzar su defensa. Al regreso de Kerenski, Konoválov tuvo que convencerlo para permanecer en la capital y asistir a una reunión del gabinete en la que los ministros de Defensa e Interior se mostraron confiados en poder aplastar cualquier disturbio y el propio Kerenski expresó su deseo de que los bolcheviques se alzasen para poder aplastarlos.
La noche siguiente, una nueva reunión del gabinete aprobó la aplicación de nuevas medidas para sofocar un posible levantamiento, que Kerenski dispuso con los mandos militares de la capital. Patrullas de cosacos recorrían la ciudad la noche previa a la del supuesto alzamiento —la fecha original de apertura del Congreso de los Sóviets— y se reforzó la defensa del Palacio de Invierno.
Kerenski comunicó tanto al embajador británico como al Preparlamento que se encontraba preparado para enfrentarse a los bolcheviques. En Kaluga, cerca de Moscú, se ordenó a los cosacos disolver el sóviet local y además se renovó la orden de detención de Lenin; todas estas medidas contaron con el firme respaldo de los mencheviques y socialrevolucionarios del Comité Ejecutivo Central Panruso.
El 21 de octubre, una conferencia de unidades de la guarnición de Petrogrado, organizada por el Comité Militar Revolucionario (CMR), confirmó la lealtad de las unidades al Sóviet de Petrogrado frente al Gobierno. La revolución aprobada animaba al Comité Militar Revolucionario y al Sóviet de Petrogrado a tomar el poder, firmar la paz, el abastecimiento de alimento a la población y aprobar la reforma agraria.
Esa misma noche, enviados del CMR acudieron a comunicar al jefe del distrito militar de la capital, el coronel Polkóvnikov, que a partir de entonces toda orden debía ser visada por el CMR, pretensión que el general rechazó. Esta actitud llevó al CMR a informar al día siguiente a las unidades de la guarnición que consideraba contrarrevolucionario al mando del distrito militar, que pensaba que la revolución se hallaba en peligro, y que toda orden debía ser aprobada por el CMR.
El 22 de octubre, se sucedieron las manifestaciones en la capital; se había proclamado «día del Sóviet de Petrogrado» y tanto los bolcheviques como los socialrevolucionarios de izquierda trataron de movilizar a la población a favor del traspaso del poder a los sóviets, con gran éxito. La ciudad estaba en tensión ante posibles choques entre los manifestantes y los cosacos, que habían convocado una marcha patriótica para conmemorar la liberación de Moscú de manos de Napoleón.
A media tarde, el jefe del Estado Mayor de la región militar de la capital, general Yákov Bagratuni, solicitó al frente norte la preparación de diversas unidades militares para su envío inmediato a Petrogrado, pero el comisario del frente, Voitinski, dijo que tal medida era imposible sin explicar a las tropas para qué se las preparaba. Kerenski reiteró la petición en vano poco después.
Al día siguiente, el CMR anunció a la población las medidas que había tomado para controlar la guarnición y los puntos estratégicos de la capital aduciendo que estaba defendiendo la revolución. Después de todo un día de debates, la Fortaleza de San Pedro y San Pablo decidió finalmente someterse a las órdenes del CMR. El arsenal de la fortaleza permitió al CMR armar a numerosos guardias rojos. La autoridad de los mandos del distrito militar capitalino era cada vez menor.
El Gobierno confiaba en contar con suficientes tropas leales para aplastar un posible alzamiento, aunque días antes el ministro de Interior había admitido que no tenía fuerza suficiente para atacar directamente a los radicales de izquierda. Kerenski, sin embargo, se mostraba seguro de poder acabar con cualquier desorden. No obstante, las maniobras del CMR, los preparativos de los guardias rojos y las manifestaciones de apoyo a la toma del poder por los sóviets acabaron por inquietar al Gobierno, que trató en vano de recibir refuerzos militares del frente norte.
Ante la inminencia de la apertura del Segundo Congreso de los Sóviets que probablemente aprobaría su destitución y el traspaso del poder, el Gobierno se decidió a aplicar medidas preventivas. La noche del 23 de octubre, Kerenski propuso detener al CMR, pero el gabinete solo aprobó el procesamiento de algunos miembros, el cierre de dos periódicos bolcheviques y el refuerzo de la defensa del Palacio de Invierno, medidas insuficientes, que desataron el enfrentamiento al proporcionar la acción «contrarrevolucionaria» que sus adversarios estaban esperando.
Kerenski ordenó además a Bagratuni presentar un ultimátum al CMR: debía rescindir su orden de control de la guarnición o enfrentarse a las medidas que el Gobierno considerase oportunas para restaurar el orden. El CMR, influido por los moderados del Sóviet de Petrogrado, decidió aceptar el ultimátum del Kerenski, concesión que resultó inútil.
El Gobierno de Kerenski dependía fundamentalmente de los cadetes y de los tres regimientos de caballería cosaca acuartelados en la capital, los bolcheviques se apoyaban en los guardias rojos —numerosos y decididos, pero inexpertos—, los marinos —fervientes partidarios, pero poco numerosos— y los soldados —expertos y muy numerosos, pero en general pasivos en el enfrentamiento—. Los bolcheviques debían tratar de ganarse el favor de los ciento cincuenta mil hombres de la guarnición; su renuencia a que se les enviase al frente como pretendía el Gobierno y el comandante del frente norte, les favorecía.
El 17 de octubre, Vladímir Cheremísov y su comisario, el ex bolchevique Voitinski, celebraron una conferencia con las unidades de la guarnición para explicarles la necesidad de que se uniesen a las unidades del frente para defender la capital. La delegación de la guarnición, con mayoría bolchevique, recelaba de los motivos reales de la maniobra e insistió en que el Sóviet de Petrogrado tuviese la última palabra en el traslado de las unidades.
La conferencia resultó un fracaso, cinco días más tarde, el 5º Ejército de Cheremísov eligió un nuevo comité con mayoría bolchevique. El mismo día, el Sóviet creó el organismo para coordinar los asuntos militares: el Comité Militar Revolucionario (CMR), que estaba controlada por los bolches. Un día después de la reunión con Cheremísov, las unidades de la guarnición se reunieron en el Smolny y expresaron su falta de confianza en el Gobierno y su respaldo al Sóviet de Petrogrado.
Alrededor de las 03:00 horas del 24 de octubre, Kerenski estaba en el Palacio de Invierno acompañado por los mandos militares para ver las medidas que tomarían para desbaratar a los bolcheviques. El ultimátum al CMR no había tenido respuestas y el gabinete había aprobado poco antes el arresto de sus dirigentes. Después se confirmó que el CMR había aceptado las exigencias de los mandos militares, pero Kerenski se negó a abandonar su plan.
El general Bagratuni continuó solicitando que le enviaran refuerzos del frente, Junkers de Oranienbaum, tropas de asalto de Tsárskoye Seló y artillería de Pávlovsk, mientras que el coronel Polkóvnikov ordenaba el arresto y juicio de los comisarios enviados por el CMR a las unidades de la guarnición. El CMR sería llevado a juicio y aquellos liberados tras haber participado en las «Jornadas de Julio» serían detenidos nuevamente.
Dos periódicos bolcheviques, Rabochi Put y Soldat, serían clausurados por incitar a la insurrección, otros dos conservadores serían cerrados también para mantener la apariencia de imparcialidad. Se reforzó la guardia del Palacio de Invierno. A las 05:30, un pequeño destacamento de cadetes y milicianos enviado por el Gobierno asaltó la imprenta de dos diarios bolcheviques, destruyeron el número del día, y dañaron las instalaciones clausurando la imprenta.
Los empleados de la imprenta acudieron a la sede del Sóviet de Petrogrado, también al Comité Militar Revolucionario (CMR) de la misma ciudad y al partido bolchevique a comunicar lo sucedido. Entonces se convocó una reunión de urgencia y a la acción gubernamental se la calificó de contrarrevolucionaria y pronto recibirían informes sobre sospechosos movimientos de tropas. El CMR consideró las medidas como una traición a la revolución y un ataque al congreso y envió su «directiva número 1» a las unidades ordenando su movilización, para garantizar la celebración del Congreso de los Sóviets.
A las 10:00, el gabinete se reunió para que Kerenski informase a los ministros las medidas adoptadas. Kerenski todavía se mostraba confiado de tener la situación bajo control, pese a las dudas de otros ministros. La milicia de la ciudad, sin embargo, desobedeció las órdenes del Gobierno de arrestar a los miembros del CMR o de desbandar a las fuerzas leales a los bolcheviques, ya que dependía del ayuntamiento y no del Consejo de Ministros.
Durante los días siguientes, la milicia mantuvo sus actividades policiales y no participó en la defensa del Gobierno provisional. La mayoría de las medidas ordenadas por Kerenski eran, en realidad, defensivas: se enviaron destacamentos de cadetes a guardar las estaciones de ferrocarril y se reforzó la guardia del Palacio de Invierno. El mismo día, Kerenski trató de acelerar la llegada de tropas leales al Gobierno a la capital, de acuartelar a la guarnición y de retirar a los comisarios políticos del Comité Militar Revolucionario destacados en ella.
Pero no tuvo éxito. Quedó claro que la mayoría de las tropas de la capital seguían las directivas del Sóviet de Petrogrado. Por la tarde, se supo que las tropas que fueron a la capital para socorrer al Gobierno se habían pasado a las filas del Comité o estaban siendo retenidas lejos de la ciudad. Los marinos del crucero «Aurora», que se hallaba en los astilleros franco-rusos para ser reparado, se amotinaron contra sus oficiales cuando estos ordenaron que el buque abandonase la capital, orden que había sido rescindida por el Sóviet de la flota.
El Gobierno tenía en la ciudad unos pocos miles de soldados —básicamente oficiales, cosacos, cadetes y un batallón de mujeres— y estaba en desventaja numérica frente a sus adversarios. Alrededor de doscientos de ellos se habían presentado en el Palacio cerca del mediodía y sesenta y ocho cadetes de la Academia de Artillería Mijáilovski se les habían unido dos horas más tarde.
Aunque la mayoría de los soldados se negaban a participar en los enfrentamientos, los que lo hicieron se inclinaron por obedecer al Sóviet. Gran parte de las unidades permanecieron en sus cuarteles, pero las más radicalizadas acudieron al llamamiento del Sóviet, al igual que casi todas las de guardias rojos, suficientes para asegurar la ventaja numérica del Sóviet de Petrogrado frente al Gobierno.
Tras abandonar la sede del Pre-parlamento, Kerenski marchó a la sede del distrito militar, anexo al Palacio de Invierno, para dirigir las acciones contra los bolcheviques, el mantenimiento del control de los edificios oficiales y de los puntos estratégicos de comunicaciones frente a posibles ataques y aislamiento de los barrios de la periferia mediante la elevación de los puentes sobre el rio Nevá.
Destacamentos de cadetes se enviaron a asegurar los edificios y a patrullar las calles, algunas instituciones oficiales comenzaron a cerrar y, a las 15:00, se desconectaron los teléfonos del Instituto Smolny en la central telefónica. Entre las 14:00 y 15:00, los cadetes tomaron el control del puente Nikoláievski y el del palacio, levantando el primero; otro destacamento trató de hacer lo mismo con el de Liteiny, pero la muchedumbre lo impidió y un grupo de guardias rojos se hizo con él.
Alrededor de las 18:30, el Regimiento Pávlovsk —fiel al CMR— ocupó el puente Tróitski, adelantándose a otra patrulla de cadetes que se dirigía allí con el mismo objetivo. El comisario del regimiento de granaderos acuartelado en el distrito de Petrogrado envió a sus fuerzas a ocupar los puentes tan pronto recibió noticia de lo que ocurría en otras zonas, incluso antes de recibir la orden del CMR. A media tarde, los principales puentes de la capital quedaban en manos de los insurrectos, los intentos del Gobierno de levantarlos fracasaron.
El CMR formó un comité para dirigir el enfrentamiento con el Gobierno; sus órdenes, en realidad, consistieron en poco más que enviar más comisarios, esta vez a los puntos estratégicos, para exigir su sometimiento al CMR. Poco a poco a lo largo del día, los principales centros de la capital pasaron a manos de las fuerzas leales al Sóviet de Petrogrado en una serie de enfrentamientos incruentos con las fuerzas fieles al Gobierno.
A las 16:00, los ciclistas que protegían el Palacio de Invierno decidieron retirarse; uno de sus comisarios ocupó una hora después la central de telégrafos por orden del Comité Militar, con el apoyo de los soldados que la guardaban, del Regimiento Kexholm, partidario del CMR.
Alrededor de esa hora, el CMR solicitó el envío de marinos de la Flota del Báltico desde Helsinfors, que partieron hacia la capital en cuatro dragaminas y más tarde, a las 03:00 del día siguiente, en ferrocarril. Estos últimos no llegaron a tiempo para participar en los acontecimientos de la capital, ya que su viaje fue entorpecido por las autoridades ferroviarias.
A las 22:00, cadetes de la Escuela de Artillería Mijáilovski trataron de arrestar a Vladímir Lenin en la cercana imprenta bolchevique del distrito de Výborg, no solamente Lenin no se encontraba allí, sino que, para cuando encontraron las oficinas bolcheviques, había llegado una unidad de guardias rojos que les detuvo.
Al anochecer, las fuerzas del Sóviet de Petrogrado controlaban ya la mayor parte de la ciudad. Las medidas del Sóviet, sin embargo, eran para evitar un posible golpe de mano gubernamental y asegurar la celebración del Congreso Panruso de los Sóviets que debía realizar el traspaso del poder.
Lenin, aún escondido en la capital, veía con inquietud los últimos acontecimientos; sin entender por qué sus camaradas no acababan definitivamente con el Gobierno de Kerenski sin esperar a la apertura del congreso, solicitó infructuosamente al partido permiso para acudir a Smolny. Desesperando por la pasividad del comité central, salió de su escondite, se disfrazó y partió en tranvía y luego a pie hacia Smolny acompañado por un guardaespaldas, una patrulla de cadetes, estuvo a punto de detenerlo, que no lo reconoció y lo tomó por un borracho.
Cerca de la medianoche del 25 de octubre, Lenin llegó a la sede del Sóviet, y desde entonces se intensificaron las acciones del Comité contra el Gobierno provisional de Kerenski, se adoptaron medidas para crear un nuevo Gobierno revolucionario antes de la apertura del Segundo Congreso. La debilidad del Gobierno de Kerenski y el control de la capital contribuyeron también al cambio de actitud del Sóviet.
El CMR comenzó a planear la disolución del Preparlamento, el arresto del Gobierno provisional y la toma de los últimos puntos estratégicos de la ciudad que habían escapado hasta entonces de su control. A las 01:30, marinos, soldados del Regimiento Kexholm y Guardias rojos tomaron la oficina central de correos. A las 02:00, tropas del Comité ocupaban la Estación Nikoláievski y la central eléctrica de la ciudad. El puente Nikoláievski fue capturado poco después, a las 03:30, tras anclar cerca el Aurora.
El intento de un pequeño grupo de tropas de choque fieles al Gobierno de retomarlo poco después no tuvo éxito. A las 06:00, se ocupaba el Banco Estatal y, a las 07:00, caía la central telefónica. Se volvieron a conectar los teléfonos de Smolny y se desconectaron los del Palacio de Invierno. Más tarde se capturó sin problemas el Tesoro, que estaba guardado por tropas del Regimiento Pávlovsk.
A las 08:00, el CMR capturaba la última gran estación de ferrocarril, la de Varsovia, que comunicaba con el frente norte. Al amanecer, casi toda la ciudad salvo el Palacio de Invierno se hallaba bajo el control del Sóviet de Petrogrado. Ni los defensores del Palacio ni los sitiadores deseaban, sin embargo, enfrentarse y arriesgarse a sufrir bajas.
En el centro, el Palacio de Invierno estaba aislado. Kerenski y varios ministros de su gobierno permanecían allí atrapados. Mientras tanto, el crucero Aurora, que tenía la orden de los bolcheviques de permanecer anclado frente al Palacio de Invierno el día 23 de octubre, apuntó sus cañones hacia el Palacio. A las 21:00, este crucero disparó con balas de fogueo el Palacio, dando aviso que era cuestión de tiempo que cayeran. Kerenski, visto el desastre, logró escapar disfrazado de enfermera. Con Kerenski huido y el Palacio cercado, la caída del Gobierno era cuestión de horas.
Al amanecer, los mandos militares trataron de conseguir ayuda de los regimientos cosacos de la ciudad, estos eran tres, pero se negaron a concederla al advertir que el Gobierno no podía contar con un respaldo claro de las unidades de infantería. A primera hora de la mañana, los mandos militares comunicaban al Gobierno la falta de tropas y la gravedad de la situación; a las 10:00, el Gobierno lo transmitía al alto mando a través de la línea directa que no había sido cortada por los rebeldes.
A las 11:00, ante la situación desesperada en la capital, Kerenski abandonó la ciudad camino del frente con el objetivo de reunir tropas leales que aplastasen la revuelta, ya victoriosa en Petrogrado. Los cadetes que defendían el Palacio habían exigido garantías de la llegada de refuerzos para continuar en sus puestos. Al tiempo, los bolcheviques proclamaban el traspaso del poder a los sóviets.
Los moderados abandonaron el congreso en protesta por la actitud radical de los bolcheviques, lo que les permitió formar el Gobierno (Sovnarkom) íntegramente por su gente, es decir, el partido bolchevique. Hubo negociaciones posteriores para formar un Gobierno de coalición entre los partidos socialistas, pero naufragó por la intransigencia de las partes.
Después de abandonar la capital rusa en busca de refuerzos con los que recuperar su control, ya entonces en manos del Sóviet de Petrogrado controlado por los bolcheviques, Kerenski llegó a Pskov, sede del mando del frente norte. No logró el apoyo de su comandante, el general Cheremísov, que estorbó sus intentos de reunir unidades para marchar sobre Petrogrado, pero sí del general Krasnov, que avanzó hacia la capital con alrededor de setecientos cosacos. En Petrogrado, los adversarios de la Revolución de Octubre preparaban un levantamiento que debía coincidir con el asalto de la ciudad por las fuerzas de Kerenski.
Los bolcheviques tuvieron que improvisar la defensa de las colinas al sur de la urbe y esperar el asalto de las tropas de Kerenski que, a pesar de los esfuerzos del alto mando, no recibieron refuerzos. El choque en las colinas de Púlkovo acabó con la retirada de los cosacos luego de que el amotinamiento Junker fracasara de forma prematura y no obtuviera respaldo de otras unidades.
El amotinamiento Junker, fue un levantamiento fallido de algunos cadetes, el 29 de octubre, contra el nuevo Gobierno bolchevique, el Consejo de Comisarios del Pueblo, surgido en el Segundo Congreso Nacional de Sóviets. El alzamiento fue preparado por el comité central del Partido Social-Revolucionario (PSR) y respaldado por el Comité para la Salvación de la Patria.
Debilitadas las fuerzas bolcheviques por el ataque de Kerenski contra Petrogrado, que obligó a los bolcheviques a enviar a sus mejores unidades al sur de la capital, los Junker en un primer momento consiguieron tomar el control de puntos estratégicos. Al no lograr el apoyo de los regimientos cosacos de la capital, quedaron pronto sitiados en diversos edificios que las fuerzas leales al Gobierno bolcheviques acabaron por tomar. Los junker eran cadetes de origen burgués, aristócratas, y nacionalistas rusos.
La ciudad despertó con notable normalidad: los edificios oficiales, escuelas y transporte público funcionaban regularmente. El Gobierno carecía para entonces, sin embargo, de luz y teléfono en los edificios que todavía controlaba. De hecho, los sucesos del 25 de octubre, no tuvieron gran repercusión en gran parte de la población de Petrogrado. La gente seguía con sus trabajos y sus actividades; los tranvías funcionaban; las calles estaban tranquilas, a excepción de los distritos centrales.
El asalto al Palacio de Invierno sucedió en la madrugada del día 26 de octubre. El asalto fue fácil y no se tomaron represalias contra los defensores del Palacio ni contra los ministros allí presentes. El asalto al poder había sido un éxito y había causado unas pocas bajas. La revolución de octubre había triunfado. El bolchevique Ovséienko fue el encargado de declarar a los ministros que estaban detenidos en nombre del Comité Militar Revolucionario.
La Proclama del Comité Militar Revolucionario que depone al gobierno provisional, dice lo siguiente:
«El Gobierno Provisional ha sido depuesto. El Poder del Estado ha pasado a manos del Comité Militar Revolucionario, que es un órgano del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado y se encuentra al frente del proletariado y de la guarnición de la capital. Los objetivos por los que ha luchado el pueblo – la propuesta inmediata de una paz democrática, la supresión de la propiedad agraria de los terratenientes, el control obrero de la producción y la constitución de un Gobierno Soviético – están asegurados. ¡Viva la revolución de los obreros, soldados y campesino!»
El Comité Militar revolucionario del Soviet de diputados obreros y soldados de Petrogrado. 25 de octubre de 1917.
El 26 de octubre, una vez tomado el Palacio de Invierno y el control del gobierno por los bolcheviques, empezaría la obra legislativa del Sovnarkom. Ese día 26 de octubre, en la última sesión del II Congreso, Lenin firmó y leyó dos importantes y famosos decretos: El Decreto de la Paz y el Decreto de la Tierra.
El Decreto de la Paz
El Decreto de la Paz proponía a los gobiernos y a los pueblos que estaban en guerra que se negociara para lograr una «paz justa y democrática» en la que no hubiera ni anexiones ni indemnizaciones ni absorciones de naciones pequeñas por otras más grandes. Proponía que se concluyera la guerra de inmediato y que se dieran los «pasos decisivos».
Este Decreto iba en la línea de la voluntad de Lenin de que finalizara una guerra que, según él, estaba acabando con las vidas de la clase obrera y campesina de Europa, que estaba agotaba y martirizada por la guerra. Incide en que los obreros y campesinos rusos habían reclamado esa paz de forma más tenaz a la monarquía zarista. Era esta una forma de atraer a campesinos y obreros de Europa a la revolución socialista que se iniciaba en Rusia.
Pero también era un decreto engañoso. Los bolcheviques sabían que el llamamiento de este decreto no sería seguido. Era, más bien, un decreto que servía de propaganda para el pueblo ruso que quería que acabara la guerra y así ganarse su favor. Pero también significaba que le daba un mensaje a los gobiernos de las potencias centrales que estaban dispuestos a iniciar negociaciones para finalizar la guerra en el frente oriental. Lenin tenia que completar el acuerdo con el gobierno alemán, que le permitió llegar sano y salvo a Petrogrado, desestabilizar a la monarquía zarista y retirarse de la guerra (esto es, dialéctica de imperios).
El Decreto de la Tierra
El Decreto de la Tierra alentaba a los campesinos a realizar una radical reforma agraria. Mediante este decreto se ponía a disposición de los Comités Agrarios y de los Soviets de diputados campesinos las grandes propiedades del clero y la nobleza. Las fincas se expropiarían sin otorgar ninguna indemnización a sus propietarios. Finalmente, se decretaba que sería un delito grave todo detrimento causado a los bienes confiscados, con lo que se mandaba un mensaje a aquellos que pretendieran causar un daño a las propiedades antes o después de entregarlas.
Mediante este decreto, la tierra pasaba a convertirse en un patrimonio del pueblo. Por tanto, no se podía vender, comprar o arrendar. Las fincas más grandes pasarían a ser del estado sin que sufrieran una fragmentación. Las fincas más pequeñas pasarían a formar parte de los campesinos.
Este decreto es de capital importancia ya que prácticamente abolía la propiedad privada de la tierra, siendo un ejemplo futuro para otros revolucionarios. Sí que es verdad que permite propiedad privada para las fincas más pequeñas propiedad de pequeños campesinos, pero era una medida provisional para que se siguiera cultivando la tierra y no hubiera un parón en la actividad económica, también les llegaría el turno.
Otra consecuencia de la revolución rusa fue la implantación del calendario gregoriano. El 31 de enero de 1918 sería seguido del 14 de febrero de 1918. Por primera vez se instauraba un gobierno que aplicaría la ideología marxista en un Estado. La Revolución de Octubre fue el nacimiento de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia y de la Unión de República Socialistas Soviéticas (URSS).
30 de octubre de 2023.