TIEMPO POLITICO DE ALIANZAS
NAVEGANDO POR EL MAR CASPIO
Ricardo Veisaga
El ex primer ministro Británico Benjamín Disraelí dijo: «Un país no tiene amigos ni enemigos permanentes, sino intereses permanentes», esta frase fue adjudicada a muchos personajes como Wilson o al general Charles De Gaulle. La idea en realidad se encuentra en Henry Temple, más conocido como Lord Palmerston (anterior a Disraelí), quien dijo «No tenemos (Inglaterra) aliados eternos, y no tenemos enemigos perpetuos. Nuestros intereses son eternos y perpetuos, y nuestra obligación es vigilarlos».
Tampoco importa es fundamental saber quién lo haya dicho, ese pensamiento es propio del realismo político de todos los tiempos. Estamos viviendo, políticamente, un periodo de reacomodamientos y alianzas, alianzas que (como la Solidaridad en la política) siempre son contra terceros. En Medio Oriente y en el Oriente Próximo, el entramado político es sumamente complejo, y los cambios inmediatos.
Para entender y analizar estos cambios con cierto rigor, no se puede analizar si no se conocen las tendencias, ya no sólo dentro de las últimas décadas, sino a una escala de 100 años, pero siempre desde la perspectiva dialéctica de los Estados o Imperios. En un artículo anterior titulado «La Pax russica», analizaba el acercamiento turco a Israel y a Rusia (disculpas mediante por el derribo del avión ruso), tras el fracaso de la política exterior turca, un giro motivado por cuestiones de supervivencia.
Rusia en agosto desplegó una gran actividad diplomática en Oriente Próximo y en la región del Caspio. Vladimir Putin se reunió con el presidente azerí Ilham Alíev, y con Hasán Rouhaní de iraní, en Bakú capital de Azerbaiyán, el día 8. El día 10 con el presidente armenio, Serzh Sargsyan. El Caspio, nuevamente se ha convertido en una zona de interés, donde la flota rusa realizó unos sorpresivos ejercicios.
La actividad rusa en la región del Caspio, al contrario que en Oriente Próximo, nunca ha dejado de estar en la esfera de intereses especiales de Moscú. Sobre todo, en los años 90, cuando se creía que en la región había enormes reservas de hidrocarburos. Muchos analistas con seguridad se preguntarán, ¿es posible una alianza entre Rusia- Turquía e Irán? Personalmente no lo creo, pero la política exterior rusa en la región es muy pragmática.
Rusia habla con todos y desea mantener buenas relaciones. Turquía e Irán tienen sus propios objetivos en la región. Tayyip Recep Erdogan, (con esta aparente alianza) pretende usar a Rusia para mostrarles a los occidentales que puede entenderse con Moscú. Pero Siria, constituye el quid de la cuestión y todos maniobran buscando beneficios. Turquía, Irán y Arabia Saudita, quieren ser líderes en la región, Rusia lo sabe, no busca relaciones estrechas y trata de mantener cierta distancia, no busca aliados en Oriente Próximo, sólo aprovechar la coyuntura para alcanzar sus objetivos.
Las reuniones entre Putin y Erdogan, tanto en San Petersburgo como en Bakú, ha generado una enorme atención, ambos tienen casi la misma edad 62-63 años, y son dos personalidades fuertes y con gran poder personal. Respecto a Putin, no tengo la menor duda luego de mi viaje a Rusia. Erdogan salió fortalecido del (auto) golpe. Vladimir Putin va a conservar el poder real al menos por una década, y lo mismo Tayyip Erdogan.
En términos de política exterior, las circunstancias actuales van a facilitar el proceso de reconciliación. Ambos desconfían de occidente, pero ambos difieren en la cuestión siria. Turquía sueña con reconstruir el imperio otomano y eso choca con los planes imperiales rusos. Ambos tienen un estilo unipersonal de gobernar, pero al mismo tiempo son enemigos. Ni Turquía se va a alinear con Rusia ni viceversa.
Todo es cuestión de estrategia, y el retorno a la vieja política de poder, en las que las potencias trataban de conformar bloques para balancear las fuerzas, como sucedió en el siglo XIX. Durante la guerra fría, el mundo estaba dividido en dos campos, el comunista y el capitalista. Con la implosión de la URSS, el capitalismo fue el vencedor. La aceptación del capitalismo (con sus propios particularismos) tanto de Rusia, India y China, entre los grandes Estados (para no nombrar a los pequeños), no hay más lugar a discusión salvo para los fanáticos.
La irrupción criminal del fanatismo religioso islámico, coloca a los países ante nuevas coordenadas imprevistas. La presencia del terrorismo Islámico, a mi juicio, no va a arrastrar tras de sí a todos los países como sucedió durante la guerra fría. Sólo será extensivo a la Umma, a la comunidad de creyentes islámicos dispersos por el mundo. Turquía ya no es la república kemalista aliada de Occidente, y bastión frente a la Unión Soviética. Erdogan claramente se distanció de Washington y, obstaculizó la campaña estadounidense contra el Estado Islámico (ISIS).
Ya lo había hecho en 2003, al prohibir a los aliados (infieles) utilizar la infraestructura turca para lanzar ataques contra Irak. Erdogan y funcionarios turcos, sibilinamente deslizaron el rumor de complicidad en el autogolpe a Estados Unidos. Amenaza con romper relaciones si no extraditan al clérigo Fethullah Gülen, acusado haber instigado el fallido golpe. La enemistad ruso-turco es histórica, entre 1568 y 1918, los otomanos y los rusos sostuvieron doce guerras, armisticios aparte, los rusos ganaron cinco y los otomanos dos.
La presencia militar de Rusia en Crimea y en Siria constituye un mal recuerdo para la historia militar turca. Estratégicamente, Turquía, está cercado de bases militares rusas. Al norte, en Crimea, por la flota del Mar Negro; al este, por las fuerzas desplegadas en el Cáucaso. Al sur, hay cazas de combate y misiles operativos en Siria. Los kurdos son para Turquía un grave problema.
Mientras que Rusia los considera potenciales aliados, Turquía los persigue como subversivos. El problema de Nagorno Karabaj en Transcaucasia, enfrenta a Armenia y a Azerbaiyán por la disputa territorial. Los rusos son aliados de Armenia (son socios en la OTSC), los turcos toman partido por la etnia turca, es decir Azerbaiyán.
Hasán Rouhaní (Irán), Ilham Alíev (Azerbaiyán) y Vladimir Putin (Rusia).
Este problema no es meramente folklórico, hay una lucha política sobre el Asia Central cuya población en las ex repúblicas socialistas es básicamente turcomana (como sucede en Ucrania, los separatistas son rusomanos). Que ambos países compartan enemistad con Occidente no los hace amigos, así lo expresó sin ruborizarse Yusuf Kaplan:
«Los lazos que se restauran con Rusia a través de la estrategia de equilibrio nos darán la oportunidad de llegar a una posición desde la cual podremos establecer los balances que, a mediano plazo, darán forma a nuestra historia, y que, a largo plazo, darán forma a la historia de la región y del mundo».
Aquí, aquello del enemigo de mi enemigo, es mi amigo no camina. Lo concreto es que Turquía no puede permitirse el aislamiento en tiempos en que su relación con Europa y Estados Unidos se abre como un abismo. La economía turca tiene una enorme dependencia de los negocios con Europa, el hecho de abrirse hacia Rusia, es una muestra de su voluntad a diversificar sus relaciones buscando respeto de Occidente, que según Erdogan, se entromete en sus asuntos internos.
No aceptó Erdogan el lento pronunciamiento de Europa y Estados Unidos durante la intentona golpista. No soporta las críticas tras los arrestos masivos, la constante violación sistemática de los derechos humanos, la persecución a la prensa, a las minorías y a los colectivos gay. El gobierno ruso desconfía de las intenciones del gobierno islamista turco, por el apoyo de Erdogan a los grupos insurgentes islámicos que combaten al régimen sirio.
Por eso Vladimir Putin anunció que la normalización sería paulatina y que las sanciones que impuso sobre Turquía no serían levantadas de forma automática. Entre enero y mayo de este año, el comercio bilateral se desplomó un 43%, y el número de turistas rusos cayó en un 93%. Lo más importante de estos encuentros fue resaltar que la política de poder entre potencias es tan relevante y trascendental como siempre. En las reuniones entre Putin y Erdogan, no se firmaron acuerdos solo fueron simbólicos.
Vladímir Putin apuesta por Bashar al-Assad, mientras Recep Tayyip Erdogan intenta derrocarlo. En este sentido, no ha cambiado nada. El apoyo de Ankara a las tropas de la oposición siria continúa, las mismas que ahora dirigen su ofensiva contra Alepo y que bombardean la aviación rusa. En el país turco tienen bases y operan grupos que están enfrentadas a Moscú, procedentes del Cáucaso Norte y tártaros de Crimea.
No hay ninguna garantía, que una vez arreglada sus relaciones con la Union europea y Estados Unidos, Turquía siga del lado de Rusia y se pueda desarrollar proyectos gasíferos como el Turk Stream. El miércoles 7 de septiembre de este año, la cancillería rusa expresó «su profunda inquietud por el avance de las tropas turcas», señalaron: «Estas acciones se realizan sin el beneplácito de las autoridades legítimas sirias ni el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU».
Rusia criticó por primera vez las operaciones militares turcas en territorio de Siria, luego de los encuentros entre Vladimir Putin y Tayyip Erdogan. Señaló la cancillería«Instamos a Ankara a (…) abstenerse de dar pasos que pueden agudizar la desestabilización de la situación en Siria». Vladímir Putin, aseguró «No apoyamos ni podemos apoyar nada contrario al derecho internacional», al término de la cumbre del G20 en Hangzhou (China).
Al mismo tiempo, aseguró Vladimir Putin que la entrada de tanques y soldados turcos en territorio sirio «no fue una sorpresa» para Moscú. La portavoz del ministerio ruso de Exteriores, María Zajárova, llamó a Ankara a evitar atacar a las milicias opositoras y los grupos étnicos, incluidos los kurdo sirios, aduciendo que también ellos combaten contra el grupo yihadista Estado Islámico.
Cooperación militar entre Irán y Rusia.
Seis bombarderos estratégicos Tu-22M3 (el Tupolev Tu-22M3, es un avión de largo alcance capaz de llevar a cabo ataques nucleares, convencionales, antibuque y misiones de reconocimiento, de ataque versátil, diseñado para operaciones en Europa y Asia, y para misiones intercontinentales contra Estados Unidos). Y cuatro cazabombarderos Su-34 fueron trasladados el 16 de agosto al aeródromo Hamadán de Irán.
El traslado está motivado por razones económicas y por la necesidad rusa de cambiar decisivamente el curso de la batalla por el control de Alepo. Los Tu-22M3 despegaron desde el aeródromo de Mozdok (Osetia del Norte), a 1.725 km de la capital rusa. Desplazándose a través del Mar Caspio, Irán e Irak. Los aviones recorrieron unos 5.000 km. con los depósitos de combustible llenos, los arsenales estaban cargados solo hasta un tercio: de seis a ocho toneladas de proyectiles.
La base aérea de Jmeimim en Siria, que es utilizada por la fuerza aérea rusa, no es apta para los bombarderos Tu-22M3, su pista es demasiado corta y no tiene la infraestructura necesaria. Despegar desde Irán, multiplica tres veces la efectividad, y cada bombardero puede llevar unas 20 toneladas de proyectiles y asignar 4 o 5 objetivos en la misión. La principal misión consiste en apoyar a las fuerzas sirias a ganar la batalla de Alepo.
Entre Moscú y Teherán hay de por medio la venta de armamento y la cooperación militar, la utilización de Hamadán significa que Rusia no tiene intención de renunciar a sus intereses en Medio Oriente. Sorpresivamente, días después, se anunció que Rusia no utilizará la base de Hamadán en Irán para cumplir sus misiones militares en Siria. Según especialistas, la cooperación fracasó debido a algunos errores de cálculo diplomáticos y técnicos de Moscú.
«Los rusos quieren demostrar que son una superpotencia para garantizar su participación en el futuro político de Siria y, evidentemente, este deseo ha ido acompañado de un comportamiento ostentoso y poco elegante», comentó el ministro de Defensa de Irán, Husein Dehqan, a la agencia Associated Press, luego de las declaraciones de Moscú acerca del inicio de la retirada de los Tu-22M3 de la base aérea de Hamadán.
El hecho de que las declaraciones de los líderes políticos rusos no estuvieran acordadas con Irán, fue percibido como una señal de hostilidad. Pero parece que hay otras razones de orden político y técnicos. Rusia necesita consultar con Arabia Saudita la regulación de la crisis siria, pero para Riad el despliegue de tropas rusas en territorio de su principal enemigo regional supone una grave provocación.
En el proceso de paz ‘Ginebra-3’, si es viable aun, Rusia deberá negociar con todas las partes implicadas en el conflicto, tanto con sus socios occidentales como con la oposición siria. Para estas partes, el uso de la base aérea iraní por los rusos supone también un elemento desestabilizador de las negociaciones. Rusia ya utilizó Hamadán como lugar de abastecimiento para sus aviones al principio de la operación en Siria, cuando transportaba su contingente militar a Jmeimim en otoño de 2015. Lo mismo sucedió ahora con los Tu-22M3, que realizaron una parada temporal para llevar a cabo trabajos técnicos y despegues de la aviación de largo alcance.
El Tupolev TU-22M3 Backfire. El superbombardero ruso.
Tras los dos primeros días de despegues en agosto se detectaron una serie de problemas técnicos. Para llevar a cabo estos trabajos era necesario desplegar en Irán un punto de control de sus canales de comunicación, construir un hangar para almacenar municiones para los Tu-22M3, que también requieren tareas de mantenimiento y conservación.
Y lo más importante, el estatus de los soldados rusos en Irán no estaba claro. Los soldados rusos no tienen inmunidad diplomática como los que están en Siria, cualquier incidente provocaría graves problemas. Para alquilar y utilizar la base aérea, los parlamentos de ambos países deben firmar un acuerdo contemplando los aspectos técnicos y diplomáticos para el despliegue de militares rusos en la República Islámica.
Analistas rusos consideran que la retirada del contingente ruso es una medida temporal. Según Evséyev «La aviación rusa es prácticamente la única protección de los soldados iraníes en Siria. Según los últimos datos, en los combates en Siria han fallecido más de 400 soldados iraníes. Se trata de un número considerable de pérdidas». Se considera prioritario trabajar más en la cuestión del uso de Hamadán por parte de la aviación militar rusa, aunque si la crisis siria se agrava todavía más, los aviones serán trasladados a la base inmediatamente.
¿Ha llegado a su fin de la presencia militar de Estados Unidos en Turquía?
Tensiones entre ambos países siempre hubo, desde la finalización de la Segunda Guerra Mundial, producto de las internas de la política turca. La carrera nuclear por parte de Irán, que representa una amenaza para las pretensiones turcas, el futuro político de Irak (dominado por chiítas), la guerra en Siria, el Estado Islámico y el conflicto con los kurdos. Ha suscitado un antiamericanismo, fogoneado en gran medida por la prensa turca.
Turquía, por su poderío militar (segundo en la OTAN), su posición geográfica y económica, ha sido considerado un socio estratégico. Pero su inestabilidad política y las ambiciones personales de Erdogan, han llevado a los poderes Occidentales, en especial a Estados Unidos, que estén estudiando y evaluando otras posibilidades para trasladar sus fuerzas militares a otro sitio.
Turquía, alberga la base aérea de Incirlik, la más importante de las que Estados Unidos tiene en esa parte del mundo. La Foundation for Defense of Democracies, ha preparado un paper que analiza esta posibilidad y sus consecuencias.
Turquía tenía la segunda organización militar más grande de la OTAN, uno de los principales programas internacionales de entrenamiento y formación militares y una de las bases próximas a la Unión Soviética más importantes, lo que le convirtió en un relevante socio militar para Estados Unidos durante la Guerra Fría. En particular, y durante más de 70 años, la base aérea de Incirlik, próxima a Adana, en el sureste de Turquía, desempeñó un papel vital en el diseño militar y el mantenimiento de la estrategia de la frontera norte para bloquear el acceso soviético al Mediterráneo Oriental y el Golfo Pérsico.
La base aérea de Incirlik es la clave de la estrategia política que proponen los autores del paper, el traslado del contingente americano a otro país, como Arabia Saudita, Qatar o Jordania, supone un potencial peligro militar para Turquía, sin la presencia americana dejaría de tener capacidad para la disuasión bélica no solo del terrorismo islamista, sino principalmente de su mayor enemigo Irán.
(…) sugerir que EEUU tiene alternativas podría servir a un importante propósito. Ayudaría a los oficiales turcos a reconocer la importancia de los lazos de EEUU con Turquía, y podría incluso ayudar a preservarlos.
El perfil cada vez más autoritario y dictatorial de Tayyip Recep Erdogan, su política exterior agresiva, la permisiva y deliberada debilidad de su frontera con Siria, y su colaboración con importantes organizaciones terroristas, como Hamas, empuja a que Estados Unidos empiece a considerar otras alternativas más fiables.
Más allá de una prudente planificación de futuras contingencias, la discusión enviaría un importante mensaje a Ankara de que, aunque no queremos ponerlas en marcha, las tendremos en consideración mientras las políticas de Turquía –tanto domésticas como exteriores– sean incongruentes con las nuestras. Por lo menos, examinemos nuestras alternativas mientras hacemos todos los esfuerzos entre bastidores para preservar una alianza crucial y mutuamente beneficiosa, que nos gustaría se mantuviera durante el siglo XXI y los venideros.
Algunos periodistas y analistas políticos se hacen la misma pregunta: ¿Cómo es posible que la mayor potencia militar (Estados Unidos) lleve un año bombardeando y que el Estado Islámico siga en terreno? La respuesta es sencilla, se cae de maduro. No hay intención en que desaparezcan. No, por ahora. ¿Por qué? Porque el ISIS o Daesh, son nuestros hijos de puta. ¿Y esto que significa? Lo que ya expliqué en un artículo titulado «Bashar al-Assad. Nuestro hijo de puta», un tema clásico del realismo político, no apto para progres, fundamentalistas democráticos u obamistas.
Muchos progres sentirían nauseas al enterarse en que consiste, sin embargo, muchos progres lo practican (mirando para otro costado), como Barack Obama. El Estado Islámico no es invencible. Las milicias kurdas mal armadas, perseguidas y atacadas por Tayyip Erdogan, provistos de fusiles de asalto, ya han hecho retroceder al ISIS o reconquistaron territorios en manos de este grupo.
Esto lo pude constatar personalmente en Estambul en reuniones que mantuve con milicianos kurdos. Hasta los ataques de la aviación rusa, el petróleo iraquí desde Mosul cruzaba Siria hasta Turquía, donde el hijo de Erdogan (Bilal Necmettin) se encargaba de venderlo. La prensa independiente lo sabía ¿No lo sabía la inteligencia y el comandante en jefe (Obama) de la más poderosa fuerza militar del mundo? Luego del papelón, realizaron «ataques» que llaman a risa.
El 18 de noviembre, el coronel Steve Warren anunciaba: «Fue nuestro primer ataque contra camiones cisterna, y para reducir al mínimo los riesgos para la población civil, arrojamos octavillas antes del ataque» ¿Y qué les decían a los terroristas del ISIS? «¡Fuera de sus camiones inmediatamente y corran! No arriesguen sus vidas», mientras sobrevolaban sobre los transportes de petróleo y arrojaban los avisos, 45 minutos antes del ataque.
El gobierno de Estados Unidos no considera acabar con el Daesh, no por ahora, de acuerdo a una estúpida estrategia consideran conveniente que sigan vivos pero controlados. No digo que los hayan «inventado», reclutados y armados, no participo de teorías conspirativas delirantes. Son estrategias que tienen lógicos resultados, optar por el cambio de sunitas por chiítas en Irak, era de esperar que se armaran.
Los sostenedores de esta estrategia errónea (la Casa Blanca), creen que el ISIS o Daesh cumplen el papel de un imán para atraer a los islamistas, que acuden de todo el mundo a la llamada de la yihad, eso hace innecesario identificarlos uno por uno. Es preferible que vayan a Siria y mueran allí o, en el mejor de los casos se maten entre ellos. Mientras más dure el conflicto más fundamentalistas mueren. Estos genios políticos, no les importó que los que regresan o no pudieron viajar, están preparados para realizar atentados terroristas en sus respectivos países.
La mayor cantidad de atentados fueron realizados por personas inspiradas en los discursos del Daesh, evitar eso ya es tarde, para desalentarlos es preciso acabar con el Daesh. El único enemigo de Obama y Hillary Clinton es Bashar al-Assad, y ante el fracaso descomunal de los «rebeldes moderados» lo que queda es el Estado Islámico. Siria es aliada de Rusia, pero más de Irán, y en la lucha del poder mundial no se debe permitir el eje Rusia-Irán-Siria.
Si Estados Unidos acaba con el Daesh, Irán recupera el control en gran parte de Oriente Próximo, y ese eje llegaría hasta Beirut. El peligro que representa el Daesh, hace que Hezbolláh, la milicia libanesa chiíta se constituya en la guardia pretoriana del régimen sirio. Allí concentra sus tropas y recursos y se debilita en el Líbano, lo que conviene a los partidos suníes apoyados por Washington.
Israel también se beneficia de la permanencia del conflicto (deja de ser el objetivo por ahora), de los islámicos. Desde hace unos años en mis análisis de política internacional, estoy sosteniendo esto. El analista político israelí Efraim Inbar publicó el 2 de agosto, un ensayo titulado: «Strategic Mistake», donde exhorta al gobierno norteamericano (o al próximo) a no acabar con el Estado Islámico.
El eje Teherán-Moscú y Damasco.
Efraim Inbar de la Universidad de Bar-Ilan en Israel, es doctorado en Chicago, autor de libros, se considera realista y conservador. Dicta conferencias en Harvard, Oxford, Columbia y Yale. Lo que sostiene Inbar, es que el Daesh actúa como «nuestros hijos de puta», aunque no sean cómplices del plan, y ese papel que desempeñan es útil y necesario. Aunque los progres se rasguen las vestiduras (y abominen de Inbar), Obama lo está cumpliendo. El plan ¿cuál plan? de Obama de cambiar fichas, Irán por Arabia Saudita, chiíes por suníes, tiene sus consecuencias.
Ante este nuevo panorama Israel y su archienemigo Arabia Saudita se ponen del mismo lado, ante una América (Obama) que ha dejado de considerar al régimen de los Ayatolá, un peligro y un enemigo mortal. Arabia Saudita e Irán mantienen décadas de enemistad. Arabia Saudita en el siglo pasado no era el referente árabe islámico, Egipto, Siria e Irak estaban por arriba.
Fue la Guerra de Yemen la desgracia para Egipto, si bien es cierto que el bando ganador estaba apoyado por Egipto, el desgaste económico sepultó para siempre a Egipto. Arabia Saudita, aprovechando la situación se lanzó a la guerra cultural y religiosa financiando universidades, colegios, mezquitas, madrazas, televisiones, institutos, enviando sus imanes por el mundo, principalmente por el musulmán. Una vez lograda la wahabización presta ayuda militar a grupos terroristas que predican el ideario saudí, por ejemplo, el Frente al-Nusra o el Daesh.
El único país con gobierno sunita que compitió con Arabia Saudí, fue Irak, con una tradición panarabista no religioso. Irak poseía reservas de petróleo, y también algo que los saudíes no, agua, agricultura, cultura, historia, pero…también Sadam Husein un líder ambicioso y poco prudente. La guerra de Kuwait aisló a Irak durante una década y, finalmente, destruido por una invasión que nunca benefició a Estados Unidos.
Los conspiranoicos y la leyenda urbana dicen que fue por petróleo, algo que no tiene pies ni cabeza. En el 2001 la importación de crudo iraquí a Estados Unidos se encontraba en su mejor momento, desde entonces fue cayendo y hoy está en menos de un tercio del 2001.
Hoy, Irak está gobernado por la facción chií, y un Irak estabilizado y en paz política, sólo será un peón de la política exterior de Irán, parte de la esfera persa y el Estado Islámico trata de impedirlo. Un Irak gobernado por Irán, será un corredor con Siria gobernada con Bashar al-Assad, que no es chií (es alawita), pero las circunstancias históricas y políticas ubican a Siria en el panarabismo, y confirmando una vez más aquello de que «la necesidad tiene cara de hereje».
Y de allí, a un Líbano controlado por Hezbolláh (chií) proiraní. El único medio aceptable para romper este eje, una vez constatado la imposibilidad de lograrlo con las fuerzas locales, la herramienta es el ISIS o Daesh. Lo irracional de la esquizoide política de la Casa Blanca, es no neutralizar a Irán, y en cambio Barack Obama en un gesto calificado (con razón) como traición, absuelve a Irán que estaba prácticamente al borde del nocaut.
Es cierto que Barack Obama está de salida, pero la continuidad de esa nefasta política con Hillary Clinton está asegurada. ¿Pero alguien seriamente puede pensar que la CIA puede prescindir del Mossad? O de las importantes bases estadounidenses en Arabia Saudita. La Fundación Clinton (supuestamente humanitaria, no política) en los últimos ocho años recibió decenas de millones de dólares del gobierno y de muchos ciudadanos saudíes.
En un discurso ante el AIPAC, Hillary dijo: «Las agresiones continúas de Irán, una creciente oleada de radicalismo en un amplio arco de inestabilidad y el creciente esfuerzo para deslegitimar a Israel en el escenario mundial» y sostuvo que son tres las amenazas que va a combatir, según los reportes, dedicó un 20% de su discurso -660 palabras de 3.300- a la amenaza de Irán (incluyendo Hezbolláh, con 86 palabras), frente a las 120 que reservó para el Daesh.
«Nuestra meta no puede ser contener al ISIS, debemos derrotar al ISIS», agregó la Clinton. Ante la contundente presencia rusa, y la inesperada aparición de China en ese escenario (a favor de Rusia), modifica el tablero político y es posible que el tiempo del Estado Islámico esté en cuenta regresiva. Porque una cosa es hacer que los demás se peleen, como sucedió durante la guerra fría y otra muy distinta el enfrentamiento directo.
Henry Kissinger (al igual que Palmerston y Disraelí) nos recordaba que en las relaciones internacionales, los países no tienen amigos ni enemigos permanentes, solamente intereses. Ese principio básico de lo político, está presente en los acuerdos que realizan los líderes de Rusia, Turquía, Irán, Israel, etc. A menos que Erdogan (el Nicolás Maduro de Turquía) crea honestamente que «lo pasado es pisado».
Rusia ha vuelto por sus fueros, Putin sabe que la Historia la construyen y escriben los vencedores, que la Historia se despliega por medio de la dialéctica de Imperios o Estados, Putin no es marxista (no cree en la lucha de clases) y quiere recuperar la potencia de la Rusia Imperial y Soviética (sin ideología). Y ha fijado sus límites como imperio, de la misma manera que trazaba los limes el Imperio romano, y cuando veía que la otra orilla la ocupaban los enemigos, cruzaba al frente.
Rusia, ha trabajado durante años por su esfera de influencia contra Occidente (eso es legítimo), y lo demostró en sus campañas militares en Georgia, en 2008, y Ucrania, en 2014, que está dispuesto al uso de la fuerza para mantener a sus enemigos a raya. Estados Unidos, trata de defender a sus aliados en la periferia de Rusia (es legítimo). Pero no va a entrar en guerra con Rusia, así fue en Georgia y Ucrania.
Nuestro mundo está dividido en Estados y, por tanto, es un mundo político. Y en lo político la lucha por el poder es constante y permanente. Estados Unidos y Rusia anunciaron nuevamente un plan para retomar el camino hacia una paz negociada y una transición política en Siria. No creo que pueda ser posible por ahora, un conflicto bélico multinacional como el de Siria, precisa de un acuerdo entre todas las partes involucradas, y cada país tiene su propia agenda política.
El calendario político internacional así lo indica. La elección presidencial en noviembre en Estados Unidos es de vital importancia. La acusación del candidato Donald Trump, adjudicándole a Obama y a la Clinton la creación del Daesh, es correcto pero precisa de matizaciones. No es cierto que sean sus padres, pero si le asignaron un rol, el de ser «nuestro hijo de puta». Por lo mismo no tratan de eliminarlos como Rusia, y por eso son responsables de esta tragedia, y como decía Edmund Burke «Un error en política es peor que un crimen».
No habrá un enfrentamiento directo entre las potencias. Como Rusia, Estados Unidos y China por ahora, a menos que surja un imponderable. Estamos en un tiempo de reacomodamiento y alianzas políticas, el enfrentamiento y la Guerra siempre estará en el horizonte. Pero podemos vivir un tiempo de tranquilidad y ese periodo de amistad con Rusia solamente es posible con Trump.
El principal enemigo para la civilización Occidental, por ahora, es el terrorismo islámico y sus valores. Eso es prioridad para el republicano Trump, en caso de ganar, y lo más urgente es acabar con el Daesh.
13 de septiembre de 2016.