QASEM SOLEIMANI. EL ÚLTIMO ERROR
Ricardo Veisaga
El 27 de diciembre de 2019, al atardecer, un vehículo militar que portaba una batería lanzacohetes Katyusha, se posicionó cerca de la base K1 en la ciudad iraquí de Kirkuk, a 250 kilómetros al norte de Bagdad.
A las 19:30 horas, disparó 31 proyectiles de 107 milímetros sobre la base en la que permanecían un centenar de instructores militares estadounidenses y de otros países. El contratista e intérprete norteamericano de origen iraquí, Nawres Walid Hameed, murió en el ataque y varias personas más resultaron heridas.
El ataque fue parte del plan de hostigamiento de las milicias iraquíes controladas por Irán. Este ataque fue el desencadenante de una escalada militar entre Estados Unidos e Irán. Inicialmente la inteligencia militar norteamericana pensó que el ataque habría sido efectuado por miembros del Estado Islámico en reconstrucción, que aún permanece activo en la zona.
Horas después, las investigaciones concluyeron que detrás del ataque estaba la poderosa milicia «Kataib Hezbolá», una de las mejores armas de Irán en Irak. En el mes de octubre, la inteligencia militar, tuvo conocimiento directo del encuentro entre Qasem Soleimani, comandante de la Fuerza Quds, el brazo de operaciones en el extranjero de la Guardia Revolucionaria iraní, y los jefes de las milicias pro-iraníes en Irak.
La reunión se produjo a orillas del rio Tigris, bastante cerca de la embajada de los Estados Unidos en Bagdad. De acuerdo a filtraciones de miembros de seguridad iraquíes y norteamericanos, Soleimani ordenó a las milicias para que aumentasen los ataques contra objetivos estadounidenses.
Los iraníes habían pasado por la frontera iraquí armamento, como pequeños misiles unipersonales con capacidad de derribar helicópteros y cohetes Katyusha. El objetivo era provocar una respuesta militar estadounidense para encender la ira de la población contra Estados Unidos.
En Irak, la población llevaba semanas en las calles exigiendo la salida del primer ministro Adel Abdul Mahdi, hombre que responde a Teherán. Los iraníes eran visto por la población como una fuerza ocupante, la represión de las milicias pro-irán habían provocado más de ciento cincuenta muertos, pero en lugar de aplacar las protestas fue en aumento.
Kataib Hezbolá recibió la orden de Soleimani de formar una milicia con miembros de bajo perfil, «difícil de detectar para los estadounidenses». Soleimani, como lo calificó un periódico fue «el obrero que se convirtió en ingeniero de guerrillas». O el «comandante en las sombras» como lo llamó Dexter Filkins en el New Yorker.
Al momento de su muerte tenía 61 o 62 años, cuatro o cinco hijos, uno de ellos futbolista profesional en Irán. Casado con varias mujeres, su vida privada era secreta al igual que su profesión. Desde 1998 dirigía la Fuerza Quds, una agencia de inteligencia, operaciones clandestinas y fuerzas especiales. Una especie iraní entre la CIA de Kissinger y las boinas verdes.
Era clave en la influencia iraní en Medio Oriente, en especial en Siria e Irak, lideraba Fuerza Quds cuando Estados Unidos invadió Afganistán en 2001. Fue muy influyente en las negociaciones políticas desde 2018 sobre la formación del gobierno en Irak. En Irán se había convertido en una estrella con numerosos seguidores en su cuenta de Instagram.
El ex analista de la CIA Kenneth Pollack le dijo a la revista Time, dedicado a las cien personas más influyentes del mundo en 2017: «Para los chiítas de Oriente Medio es una mezcla de James Bond, Erwin Rommel y Lady Gaga», y agregó: «Para Occidente es (…) responsable de haber exportado la revolución islámica de Irán, de apoyar a los terroristas (…) de librar las guerras de Irán en el extranjero».
Tenía gran influencia en Irán. «Mis interlocutores iraníes fueron muy claros sobre el hecho de que incluso si informaban al ministerio de Relaciones Exteriores, al final era el general Soleimani quien tomaría las decisiones», declaró en 2013 a la BBC Ryan Crocker, un ex embajador estadounidense en Afganistán y en Irak.
Soleimani aparecía en fotos en el campo de batalla, en documentales y fue representado en una película de animación y en un video musical. También se dijo en una entrevista exclusiva difundida por la televisión pública iraní en octubre pasado, que había pasado en Líbano, con el Hezbollah chiíta libanés, la mayor parte del conflicto israelí-libanés del verano de 2006.
Soleimani era considerado como un personaje central en las relaciones de Teherán con grupos como el Hezbollah libanés y el movimiento palestino Hamas. Soleimani era desde el 2003 objetivo militar declarado de Estados Unidos, su hermano Sohrab Soleimani, ex responsable de prisiones en Teherán.
También fue nombrado en el 2017 por el Departamento de Estado como responsable de torturas y la detención ilegal de varias personas, «incluyendo ciudadanos estadounidenses». Su capacidad para armar grupos en el Medio Oriente, lo convirtieron en una especie de aliado de Estados Unidos en la lucha contra el (ISIS), grupo sunita enemigo de los chiítas.
Una vez neutralizado el Estado Islámico y las fuerzas de Soleimani desgastadas luego de siete años en la guerra civil Siria, donde Irán junto a Rusia apostaron por al-Asaad, se dirigió a Irak, país contra el que luchó durante los ochenta. Ahora con predominio político de los chiítas. Su muerte, junto al líder de una de las guerrillas que ayudó a fundar por Oriente Medio, Abu Mahdi al-Muhandis, responsable de la versión iraquí Hezbolá, grupo creado en 2003 tras la invasión estadounidense, priva a Irán de su mayor operativo fuera de sus fronteras.
Pero sus orígenes no tienen el legajo esperado de «un mártir de la Revolución». Soleimani no era un fanático religioso, ni militar de carrera, ni conexiones con la Revolución, ni siquiera hay testimonios de que participase en las protestas previas a la caída del Sha Reza Palevi. Los Soleimani en esos tiempos eran una familia de campesinos humildes del sureste de Irán, las deudas familiares llevaron a Qasem a trabajar de obrero de la construcción para ayudar a su familia de seis hermanos.
La escasa información que se sabe, es que trabajó durante años como técnico municipal de aguas en Kermán, capital de la provincia homónima. Entonces, es cuando llegó la Revolución Islámica. Durante la guerra entre Irán e Irak, Soleimani fue reclutado y tras seis semanas de instrucción partió para el frente. Debido a sus habilidades fue reclutado por la Guardia Revolucionaria, para la recién creada por los ayatolás la Fuerza Quds.
Esta fuerza se dedicó a proporcionar armas a los enemigos de Irak, a los guerreros indomables que no tenían un estado, los kurdos. Los kurdos, fueron el primer paso, luego seguiría el Hezbolá libanés y otros grupos armados palestinos y chiítas. El objetivo de imponer la visión de la Revolución Islámica en el mundo, no se detuvo en Oriente Medio, fue alimentado con el dinero iraní.
Incluso el sustituto de Soleimani nombrado por Jamenei, el general número dos de la Quds, Esmail Qaani, fue responsable de numerosas operaciones en Paquistán y Afganistán, lejos del escenario político natural de Irán. Los miembros de la Quds fueron calculados entre 10.000 y 20.000 en su mejor momento. La Guardia Revolucionaria cuenta con 125.000 efectivos y su labor era más de formación y suministros que de participación activa en los conflictos de la región, con la excepción de Irak.
Luego de la invasión a Irak, soldados estadounidenses, los mercenarios, los trabajadores civiles y empleados de la ONU fueron objetivo de sus planes. En 2014, ante el avance del ISIS en Irak llevó al gobierno de coalición a aliarse con sus adversarios y montar un ejército paralelo alimentado principalmente por los hombres de Soleimani. La defensa de Bagdad y la reconquista de Mosul explican por qué en el Pentágono pensaron durante esos años que no era conveniente liquidar a Soleimani.
La inoperancia de las fuerzas de al-Asaad en Siria hizo que Irán tuviese que mandar cada vez más miembros de las Quds a participar en un conflicto irresoluble, donde los veteranos de casi tres décadas de conflictos caían sin remedio. Soleimani perdió buena parte de sus camaradas en Siria, para decirlo de alguna manera, Siria se convirtió en el Vietnam de Soleimani. Y finalmente su arribo a Irak en pleno bombardeo de Estados Unidos contra las milicias chiíes, fue su último error.
El Secretario de Estado, Mike Pompeo, sentía un odio personal hacia Soleimani, al igual que muchos oficiales que habían servido en Oriente Medio. Mike Pompeo, había estudiado en West Point, donde hizo amigos en las fuerzas armadas. Mark Esper fue su compañero de clase en esa academia militar. Pompeo era un enemigo del acuerdo nuclear con Irán. Consideraba a Irán el principal problema de la política exterior estadounidense. A mi juicio veraz y fundado.
En 2016 había intentado conseguir un visado para viajar a Irán, cuando era congresista por Kansas, con el secreto objetivo de tratar de encontrarse con Soleimani y encararse con él, versión proporcionada por amigos cercanos. La visa, no le fue otorgada, en ese entonces habría dicho: «No me retiraré del servicio público hasta que Soleimani esté fuera del campo de batalla».
El Pentágono le consideraba responsable de la muerte de más de medio millar de soldados estadounidenses. Tras el ataque en Kirkuk, la Casa Blanca pidió al Pentágono que le presentase al presidente Donald Trump un abanico de posibles respuestas. Entre estos estaba hundir barcos iraníes, bombardear instalaciones de misiles o atacar campamentos de las milicias en Irak.
Pero también eliminar al general Soleimani. Propuesta que también se la habían ofrecido a George W. Bush y a Barack Obama, pero que ambos lo habían rechazado. El plazo que disponía Donald Trump era de 24 horas. Los asesores militares torcidamente le ofrecieron esa solución radical para que Trump se inclinara por una más moderada.
Esto había sido ensayado por el entonces Secretario de Defensa James Mattis, en abril de 2017, tras el ataque químico en la localidad siria de Jan Sheijún. Trump había dicho entonces «Matemos a ese hijo de perra», es decir a Bashar al-Assad. Luego de deliberar optó por una operación con misiles contra la base aérea, desde donde se habían lanzado los ataques químicos.
La CIA creía que matar a Soleimani mejoraría, no debilitaría, la seguridad en Oriente Medio. Gina Haspel, la directora de la CIA, no se pronunció ni a favor ni en contra de matar a Soleimani, pero dejó caer que la amenaza que el general representaba era mayor que la que supondría la respuesta iraní.
El 28 de diciembre, el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor, y el Secretario de Defensa, Mark Esper, visitaron a Trump en su residencia en Mar-a-Lago. La decisión tomada por Trump fue atacar a Kataib Hezbolá en su territorio. Horas después, tres campamentos de las milicias en Irak y otros dos en Siria fueron bombardeados por la fuerza aérea estadounidense.
La reacción esperada por Soleimani fue nula, ni en Siria y mucho menos en Irak, no lloraron por los guerrilleros caídos, ni se produjo la insurrección espontanea contra los Estados Unidos. Pero ante la falta de una insurrección espontanea había que armarla. Aquí se produce el peor error de Soleimani, error que pagaría con su vida. Dio la orden a las milicias de atacar la embajada estadounidense.
Mientras Trump observaba las imágenes de la embajada asediada por las milicias, hizo una referencia a Bengasi en 2012. Cuando las milicias yihadistas asaltaron el consulado estadounidense en el este de Libia y mataron al embajador Chris Stevens y a tres militares norteamericanos. Suceso en la que la entonces Secretaria de Estado Hillary Clinton, actuó de manera negligente y con mala fe.
Al día siguiente en una reunión en Mar-a-Lago, altos cargos le recordaron a Trump que después de que Irán hubiese minado barcos, destruido un dron estadounidense y probablemente atacado una instalación petrolífera saudí, no había respondido. «Si no les responde nunca, creerán que pueden salirse siempre con la suya», habría dicho probablemente Mike Pompeo. Irían a por Soleimani, el presidente había optado por la opción más arriesgada.
El general Soleimani utilizaba distintos puntos para entrar a Irak. Unas veces volaba a Bagdad, otras a Nayaf, otras veces cruzaba directamente desde Irán en el puesto fronterizo de Munthiriya, o al Kurdistán iraquí, desde donde se desplazaba en coche hasta la capital. Un líder cercano a Al Muhandis le dijo a la publicación Middle East Eye tras su muerte, «Siempre habían viajado sin fecha previa y sin anunciar su destino. Usaban aerolíneas regulares».
«No pasaban a través de los canales habituales para estampar su pasaporte en los aeropuertos. No utilizaban ‘smartphones’ y se movían en coches ordinarios con el menor número posible de gente». Y «Sobre todo, era difícil rastrearles. Pero los aeropuertos de Damasco y Bagdad están llenos de fuentes de inteligencia proestadounidense. Por eso les han cazado». Luego de que se diera la orden de eliminar a Soleimani, éste había desaparecido.
El 3 de enero, lo localizaron en Beirut, donde se reunió con el secretario general de Hezbolá, Hassan Nasrallah. Según dice el medio Middle East Eye, su propósito era discutir los preparativos que iba a adoptar la milicia libanesa ante una posible confrontación con Estados Unidos. Soleimani urgido por el tiempo se dirigió en coche a Damasco. Y desde allí tomó un vuelo a Bagdad, cuya salida se retrasó dos horas por motivos desconocidos.
Sin embargo, la CIA sabía exactamente cuándo despegó el vuelo que transportaba a Soleimani de Damasco a Bagdad. La inteligencia israelí había confirmado los detalles. El primer ministro Benjamin Netanyahu, fue el único líder que tuvo conocimiento sobre el ataque inminente. Previo a la operación Mike Pompeo había hablado con Netanyahu.
Abu Mahdi Al Muhandis, el segundo de las Milicias de Movilización Popular, fue informado con escasa antelación de que Soleimani iba a aterrizar en el aeropuerto de Bagdad. En un pequeño convoy compuesto por un minibús Hyundai y un Toyota Avalon, se dirigió al aeropuerto. El vuelo de Damasco, aterrizó poco después de la medianoche. A Soleimani y sus compañeros accedieron por una vía especial, para evitar la fila de pasaportes.
El gobierno estadounidense debía resolver un detalle, es decir, quiénes recibirían a Soleimani en el aeropuerto. Si se trataba del gobierno iraquí, supuestamente aliados de Estados Unidos, el operativo debía ser abortado. Un agente en el terreno habría identificado a los miembros de Kataib Hezbolá. Mientras tanto un dron MQ-9 Reaper había despegado desde un lugar desconocido, posiblemente de una base en Qatar, y se ubicó cerca del aeropuerto de Bagdad, esperando a los vehículos.
A las 17:00 horas este de Estados Unidos, 01:00 de la madrugada en Bagdad, Trump dio la luz verde a la operación. El dron esperó a que la comitiva saliese del aeropuerto y se posicionó sobre ellos. A la 01:45 hora local, un misil hizo estallar el Hyundai y un segundo proyectil explotó junto al Toyota. El vehículo trató de escapar, pero un tercer misil acabó con él.
La madrugada del 7 al 8 de enero la fuerza aérea de Irán lanzó una treintena de misiles contra dos bases militares iraquíes ocupado por soldados estadounidenses. El ejército iraní avisó a las autoridades iraquíes de que iba a producirse el ataque. El ataque no produjo muertos y muy pocos daños materiales. Ese día se convertiría en una derrota estratégica para la república islámica de Irán luego de que sus baterías antiaéreas derribasen un avión ucraniano de pasajeros que despegaba del aeropuerto de Teherán.
Washington ha optado por una nueva ronda de sanciones contra Irán. La eliminación de Soleimani y Al Muhandis deja a las milicias iraquíes sin liderazgo, confusas y en un estado de caos, como lo han admitido ellos mismos. En estos momentos, no están en condiciones de seguir atacando a Estados Unidos. Donald Trump dice haber «servido justicia al estilo estadounidense» y recordando la lamentable actitud asumida por el Partido Demócrata.
La presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata por California Nancy Pelosi, quiere poner a votación una resolución para «limitar las acciones militares» del presidente y comandante en Jefe, Donald Trump. A Nancy Pelosi como a los demócratas lo único que les importa es la eutaxia de su partido, de su ideología y no la del país. Siempre están al borde de la traición a la patria.
«La pasada semana, la Administración Trump llevó a cabo un ataque militar aéreo desproporcionado y provocador contra funcionarios militares de alto rango de Irán. Esta acción puso en peligro a nuestros miembros de las fuerzas armadas y diplomáticos».
Así indicó Pelosi en una carta a los legisladores. Esta declaración da vergüenza ajena, avisarles a los demócratas sobre una acción militar equivale a comunicárselo a Jatami. Con tantos musulmanes y zurdos en su partido, constituyen una «quinta columna» dentro del imperio norteamericano.
Trump sí que informó al Congreso posteriormente del ataque antes del límite de 48 horas exigido por la ley, pero lo hizo a través de un documento clasificado y que no se ha hecho público, como Dios manda. ¿Por qué hay que informarle al vulgo, acaso hay que mediatizar o democratizar también la guerra?
Y también con toda razón Trump, criticó la aprobación en el Parlamento de Irak de una resolución para la expulsión de las tropas que permanecen en el país y amenazó con sanciones a Bagdad.
«Les aplicaremos sanciones como no han visto nunca. Harán que las sanciones a Irán parezcan anodinas. Si hay cualquier hostilidad, si hacen cualquier cosa que creemos que es inapropiada, vamos a poner sanciones en Irak, sanciones muy grandes».
Ante las amenazas de Irán, Washington ha comenzado a enviar a Oriente Medio a 3.500 soldados y ha aumentado sus niveles de ciberseguridad. En algunos medios se estuvo hablando de una Tercera Guerra Mundial. Sostener eso es propio del gremio de los periodistas que son unos analfabetos funcionales. Para que se dé una Guerra Mundial deben estar involucrados directamente los tres imperios realmente existentes. Tanto Rusia como China son actores marginales en este conflicto.
¿Es legal matar a alguien de esta manera según el derecho internacional? se preguntaban en medios internacionales. Lo voy a repetir una vez más, el Derecho Internacional existe pero como derecho privado, no como derecho público. De hecho existen miles de acuerdos entre diversos estados entre sí, y a veces entre grupos más numerosos de estados. Es lo que ocurre diariamente entre las personas en un país. Acuerdos privados garantizados por el Estado.
Puede haber acuerdos entre los Estados mientras duren los intereses de los Estados intervinientes, de no ser así, el que puede lo rompe. Pero por sobre todo, no existe un órgano mundial que se encargue de garantizar un supuesto Derecho Internacional Público. Para ello se necesita un aparato mundial con capacidad de obligar, como lo hacen los Estados.
Cuando la justicia emite una orden, las fuerzas de seguridad se encargan de su cumplimiento. El señor Juez será muy su señoría, pero es incapaz de detener a sus propios hijos. ¿Cuál sería ese cuerpo que tomaría sanciones contra Estados Unidos, Rusia o China? ¿Conformadas por tropas suministradas por Estados Unidos, Rusia y China? Eso significaría pegarse un tiro en el propio pie. No hay caso, como decía Sócrates: el mal no existe, lo que existe es la ignorancia.
Irán no tiene armas nucleares, aunque posee los conocimientos y muchos de los elementos para el programa de desarrollo. Irán siempre insistió que no quiere desarrollar una bomba atómica, lo cual es una mentira. El gobierno de Trump ya abandonó el llamado Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA), por sus siglas en inglés, acuerdo nuclear de Irán. Y no debería permitir que lo consigan.
Estados Unidos, tiene unos 5.000 soldados en Irak, entrenando y asesorando al Ejército iraquí en su esfuerzo por derrotar a los remanentes de Estado Islámico. El gobierno de Irak es un aliado ideológico y religioso de los chiítas iraníes, los iraníes también a armado y organizado milicias. Tanto Estados Unidos como Irán, están maniobrando en territorio iraquí el uno contra el otro.
«Esta acción se llevó a cabo sin la autorización del Congreso», dijo en un comunicado la demócrata Nancy Pelosi. «No podemos poner en riesgo las vidas de los militares americanos, diplomáticos y otros, emprendiendo acciones provocadoras y desproporcionadas».
Lo dicho por Nancy Pelosi constituye toda una declaración de principios. Esta señora ignora lo que es la lucha por el poder mundial. En la historia y en la dialéctica de imperios o Superestados, no interesa la vida de los diplomáticos y soldados, que para eso están.
Lo que importa es mantener o aumentar su potencia, su eutaxia, es el dramático destino de todo Imperio. Las palabras de Pelosi, jamás hubiesen tenido lugar en la ex Unión Soviética o en la actual Rusia, y mucho menos en China. Ese es el gran drama de Estados Unidos, que tiene un vicio (o un pecado original), es una democracia que no fue imaginada como imperio.
La vocera del Ministerio del Exterior ruso, María Zajárova, dijo que hacer una evaluación judicial de los ataques en las embajadas de los países, es competencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y Washington no había solicitado ninguna reunión extraordinaria del Consejo de Seguridad de la ONU sobre esa cuestión.
Es obvio que el Pentágono no ve ninguna necesidad de hacerlo, ya que la figura legal en Estados Unidos de la Autorización del Empleo de la Fuerza Militar de 2001, legaliza cualquier ataque militar estadounidense contra cualquier grupo armado que sea considerado como amenaza terrorista.
El hecho de designar de manera oficial como «terrorista» a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica (CGRI) en abril de 2019 por parte del Departamento de Estado, tuvo el firme respaldo del entonces Asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, y del Secretario de Estado, Mike Pompeo. Lo que hizo «legal» para las fuerzas armadas de Estados Unidos cualquier ataque a personas vinculadas a los CGRI, bajo cualquier circunstancia que pudiera ocurrir.
Las palabras de Trump, no solo están respaldadas por los portaaviones y los misiles del ejército, sus 360.000 millones de dólares utilizados en defensa, su armamento nuclear, sino también por una economía en estado de gracia y grandes reservas de petróleo. Cuando Trump dijo: «Irán parece que está bajando el tono, lo cual es bueno para todas las partes implicadas y muy bueno para el mundo».
Con esa declaración Trump está indicando, que Estados Unidos no responderá, de momento, a los 22 misiles que Irán lanzó sobre dos bases en Irak. La Casa Blanca optará por un mecanismo mucho más seguro desde su punto de vista, impondrá nuevas sanciones. Será más duro para un país que está muy aislado de los mercados internacionales, la inversión extranjera y la tecnología que necesita para explotar sus reservas de hidrocarburos.
Las bravuconadas de Trump como dicen sus detractores, no solo están basadas en la fuerza militar del ejército más poderoso del mundo, sino en una economía en su mejor momento. Una economía que, ya no pende sobre su cabeza la espada de Damocles. Esa espada o el precio del petróleo que siempre ha supuesto para el capitalismo estadounidense.
Ante un conflicto con Irán, el gobierno estadounidense de Trump tiene mucho menos que perder, que sus predecesores, que los europeos, los chinos y otros países dependientes del petróleo. En noviembre pasado, Estados Unidos se convirtió en exportador neto de crudo por primera vez en su historia. Las técnicas de fracturación hidráulica han permitido casi triplicar la producción diaria de barriles estadounidenses desde 2008.
En 1970, el estadounidense medio invertía menos de un 8% de su presupuesto en gasolina, una década más tarde, como consecuencia en parte del embargo de la OPEP, el gasto había subido al 13%. Según datos de 2017, esta factura ha bajado a menos de la mitad: un 5,8%. En estos días en que muchos gobiernos estaban al borde del infarto, el consumidor estadounidense no llegó a abonar más de 3 dólares por el galón de combustible.
Ashley Petersen, analista de Stratas Advisors, en el portal Axios, sostuvo: «El boom petrolero de Estados Unidos es la razón principal por la que nadie está vislumbrando seriamente precios del petróleo de tres dígitos, incluso con todo lo que está sucediendo». El bombardeo de refinerías saudíes, sucedidas el año pasado que rebajó un 5% el suministro global de crudo o el secuestro de petroleros en el Estrecho de Ormuz, tuvieron un impacto efímero en el precio del barril.
La economía de Irán, y con ella el margen de maniobra de su gobierno y las protestas en las calles, está severamente dañada. Tomando los últimos cuatro años, se ve una relación estrecha entre las sanciones de Estados Unidos y el desempeño económico iraní. En 2015, el presidente iraní, Hasan Rohani, firmó el favorable acuerdo nuclear con Estados Unidos, de la administración Obama y otras cinco potencias.
Muchas de las sanciones aplicadas a Irán fueron levantadas, a cambio de limitar sus actividades nucleares. En 2016 la economía iraní salió propulsada un 12,3%. Su petróleo volvía a los mercados, empresas de todo el mundo observaban las oportunidades y los turistas extranjeros llegaban a visitar uno de los patrimonios culturales más importantes del mundo.
Las pretensiones expansionistas del imperio persa, llevó a Bagdad a incumplir el acuerdo y a desparramar el terrorismo chiíta. En 2018, la Casa Blanca de Trump reimpuso, progresivamente, las sanciones. La economía iraní se despeñó hacia un -4,8% ese año y un -9,5% en 2019, según datos del Fondo Monetario Internacional.
La divisa iraní, el rial, es una moneda depreciable y la inflación ha diezmado a la tímida clase media del país islámico. La inflación en 2019 ha llegado a tocar el 40% mensual, ha carcomido los salarios y el precio de la vivienda se ha duplicado en el último año.
Josh Barro en The Intelligencer, explica claramente el panorama: «en un paisaje más del estilo de los años setenta, el presidente Trump podría haber sido reacio a sacudir Oriente Medio con un ataque como el que mató a Soleimani, por miedo a lo que una escalada militar en la región le podría hacer al comercio de crudo, el precio de la gasolina, y sus perspectivas de reelección». Pero Estados Unidos, y su gobierno, gozan de un nuevo escudo económico. Un escudo que también baja el coste de la guerra.
Dentro de tanta estupidez periodística, la columnista de The Wall Street Journal, Mary Anastasia O’Grady, sostuvo que la decisión de Trump de abatir al comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán «es una buena noticia para el hemisferio occidental». «La muerte del general de división iraní Qasem Soleimani es un golpe a los esfuerzos de la teocracia por afirmar su poder en todo el Medio Oriente. Al eliminar a Soleimani, Trump también le hizo un gran favor a América Latina».
Mary O’Grady recuerda que la dictadura militar de Cuba estuvo entre los primeros en condenar la acción de los Estados Unidos y que la muerte del general también fue lamentada por el grupo terrorista narcotraficante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), miembros de la dictadura venezolana y redes de apoderados iraníes en Brasil, Perú, Argentina, El Salvador y México.
«Un héroe de la criminalidad hemisférica se ha perdido, y los gánsteres están tristes. Puede que también estén preocupados», escribió. La periodista explicó, que la fuerza Quds que dirigía Soleimani se ocupaba de las operaciones en el extranjero de la Guardia Revolucionaria Islámica, participando en la guerra asimétrica a través del tráfico de armas, así como de los asesinatos y ataques a objetivos enemigos. «En otras palabras, exporta terrorismo».
Mary O’Grady agregó, «Hay razones para creer, por ejemplo, que el asesinato en 2015 del fiscal federal argentino Alberto Nisman fue una operación respaldada por Irán. Nisman había estado investigando un supuesto encubrimiento argentino del papel de Irán en el atentado contra la AMIA. En la víspera de una audiencia del Congreso argentino, donde estaba previsto que entregara sus conclusiones, fue encontrado muerto en su apartamento».
Recuerda que la entonces presidenta Cristina Kirchner, —a quien define como «sospechosa de orquestar el encubrimiento»—, rápidamente lo calificó de suicidio. «Pero los fiscales descubrieron posteriormente que Nisman había sido asesinado por un misterioso intruso». Según O’Grady, Nisman, a quien se le asignó el caso del atentado a la AMIA en 2005, era un problema para Irán.
«En mayo de 2013 publicó un informe de 500 páginas sobre las actividades encubiertas de Teherán en la región. Sostuvo que un atentado con bomba en 2007 en el aeropuerto John F. Kennedy de New York era una operación planeada por Irán, dirigida desde Guyana y espantosamente similar al ataque a la AMIA. Su informe sugería que células terroristas similares operan en toda la región».
O’Grady dice también que Irán logró tener mucha influencia en Venezuela «porque Hugo Chávez, como protegido de Fidel Castro, abrazó la revolución iraní y sus actividades terroristas». Además, el ministro de Industrias y Producción Nacional de Venezuela, Tareck Zaidan El Aissami Maddah, hijo de padre sirio y madre libanesa, es un hombre clave en la expansión de los lazos comerciales y militares con Irán.
Bajo su responsabilidad, Venezuela también está acusada de entregar identidades falsas a operativos del Medio Oriente para que puedan viajar por la región como venezolanos. Dice O’Grady, que «Los nombres de aquellos que han enviado condolencias por la muerte de Soleimani no son tan interesantes como los nombres de aquellos que no lo han hecho. El dictador nicaragüense Daniel Ortega, un aliado cercano de Teherán, se ha mantenido notablemente callado sobre el asunto, al igual que el Sr. El-Aissami».
«Evo Morales, el ex presidente de Bolivia que renunció en noviembre y que ahora vive en Argentina, también ha mantenido la cabeza gacha. En julio, Morales cortejó abiertamente a Irán durante una visita a Bolivia del Ministro de Relaciones Exteriores Javad Zarif».
Mary O’Grady también pone bajo la lupa la relación de Irán con México:
«Una fuente de inteligencia fiable me dice que el Irán se ha ido acercando a México desde que el Presidente Andrés Manuel López Obrador asumió el cargo hace 13 meses. Eso encaja con el patrón Soleimani y es algo de lo que hay que preocuparse. El fin de la mente maestra del terrorismo es un mensaje para aquellos en la región que albergan sus redes».
Como era lógico de esperar, López Obrador rechazó la columna de The Wall Street Journal. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), negó este martes que su país tuviese acercamientos con el Gobierno de Irán. «La verdad que ni leo eso. Ya nada más es que si me preguntan aquí ustedes, pues ¿Qué contesto? Pues que el Wall Street Journal no es objetivo, me consta, y vuela», dijo AMLO a la prensa en el Palacio Nacional.
Obrador, añadió: «¿Qué importancia se le puede dar a eso? Nada. ¿Qué me quita de tiempo? Nada», e indicó que «si no hubiese crítica» la vida «sería muy aburrida» y que respeta esa crítica. Todos los grupos de izquierdas por naturaleza son aliados naturales de los enemigos de Estados Unidos. El ataque estadounidense a Soleimani es un buen precedente para aquellos que se juntan con los terroristas.
Mientras tanto Donald Trump no respondió como todos esperaban, por cuestión de prudencia. La tolerancia en politica, no es una virtud democrática sino aristocrática, tolera quien puede no quien quiere. Irán si quiere una guerra abierta con Estados Unidos, es decir contra la OTAN, primero debe resolver sus problemas internos. El derribo del avión comercial de Ucrania fue producto de las peleas internas.
La protección del espacio aéreo iraní es responsabilidad de la Fuerza de Defensa Aérea, componente de la Fuerza Aérea de Irán, que opera los sistemas de misiles antiaéreos del país. Pero la Guardia Revolucionaria se hizo del control de los lanzamisiles de fabricación rusa Tor-M1 adquiridos por Irán en 2005 y que fue responsable del derribo del vuelo 752 de Ukraine International Airlines.
Esto significa que dos sistemas de defensa aérea coexisten dentro del país, lo que aumenta las posibilidades de error y los problemas de comunicación, en medio de una extensa cadena de errores en la noche del derribo del vuelo 752. Pero como también se sabe el Ejército de la República Islámica de Irán, fuerza armada convencional encargada de la Defensa, mantiene una larga historia de conflicto con la más política Guardia Revolucionaria, con la cual compite por los fondos, reclutamiento y otros papeles de importancia.
El misil disparado por el Tor-M1 alcanzó al vuelo 752, poco después de despegar, cuando volaba a 2.416 metros de altura y a una velocidad de 509 kilómetros por hora, de acuerdo a datos provistos por el sitio de monitoreo aéreo FlightRadar24. Cuando Rusia le vendió ese sistema antiaéreo, reportó que Irán esperaba poder usar a los Tor-M1 en la defensa de sus reactores nucleares y otros centros de investigación nuclear, como los ubicados en Natanz y Bushehr.
Ya que la Guardia Revolucionaria controla al programa nuclear iraní, esta parece ser la razón por la que los lanzadores estaban en su poder y no en manos de la Fuerza Aérea. Según el medio ucraniano el Kyiv Post, la tripulación de un Tor-M1 que protegía al reactor nuclear de Bushehr protagonizó en 2010 un hecho que adelantó lo que ocurriría este año con el vuelo 752.
Al parecer, en aquella ocasión el sistema antiaéreo detectó erróneamente como enemigo a un caza F4 Phantom de la Fuerza Aérea Iraní que por error estaba volando demasiado cerca de Bushehr, y la aeronave fue derribada por error.
15 de enero de 2020.