PROMESAS CUMPLIDAS
TEORÍA Y PRÁCTICA
Ricardo Veisaga
Es muy común oír que todos los políticos mienten, una sentencia que escucho desde que tengo uso de razón, cuando era adolescente solía escuchar hasta el cansancio anécdotas sobre la mentira política. Aquellos que dicen que todos los políticos mienten, se les olvida agregar que todos los humanos mienten, y lo hacen muchas veces en su vida.
Mienten los padres a sus hijos y estos a sus padres, les mentimos a los vecinos, a nuestros jefes, a nuestros obreros, a nuestras novias, amantes y a los amigos. Al gobierno, al pagar impuestos, hasta al cura cuando nos confesamos, a los jueces, y un largo etcétera. La mentira es casi una necesidad en las sociedades históricas para su supervivencia, y aquel que dice que nunca mintió en su vida, ipso facto, está mintiendo.
Otra cosa es que se permita el uso impune de ella, por algo está penado en las legislaciones. Platón que no era un tonto moralista y sabía distinguir y separar las cosas, ya había advertido sobre ella y su uso político. Desde el momento en que las sociedades políticas no están subordinadas a la moral, eso hace posible la instrumentalización del uso de la mentira política.
Pero un uso desproporcionado de la mentira suele ser contraproducente y tampoco se puede vivir mintiendo eternamente, y la moralidad es instrumentalizada por el Estado. Dijo Hans Morgenthau: «Hay una verdad profunda y olvidada en la afirmación de Hobbes de que el Estado crea moralidad y la ley y de que no existe ni ley ni moralidad que la del Estado».
Los tiempos electorales son tiempos de mentira política, y el análisis de lo que se dice y no se hace, requiere un tratamiento más detenido, es necesario encararlo desde otra perspectiva, desde lo que se conoce como Teoría y Praxis o práctica. El diccionario dice que la teoría se entiende como el sistema de un saber generalizado. Una explicación sistemática de un determinado aspecto de la realidad.
También como una generalización de una actividad cognoscitiva y de los resultados del hacer práctico. La teoría se contrapone a la práctica y también a las hipótesis. La teoría no es una hipótesis, porque una hipótesis es una conjetura, y una teoría es algo ya verificado y bien fundamentado. Una teoría por sí solo no vale nada si no está vinculada con su fundamento, es decir con la praxis.
La teoría de acuerdo a mi juicio, que parte desde el materialismo gnoseológico, es adecuacionista. El materialismo gnoseológico, como teoría de la ciencia adopta el punto de vista gnoseológico, que ofrece una clasificación de los conocimientos humanos en base a criterios explícitos de corte materialista.
Y el adecuacionismo gnoseológico, se caracteriza por distinguir en los cuerpos de las ciencias, una forma (lingüística, conceptual, teórica, etc.) y una materia empírica, real, etc., y por definir la verdad científica como correspondencia, como (adaequatio) como adecuación entre las construcciones formales de la ciencia, y la materia empírica real constitutiva de sus campos.
La esencia del adecuacionismo lo ponemos en ese postulado de «correspondencia», de «concordancia», etc. La teoría y la práctica están enlazados, no puede haber teoría sin praxis ni esta sin la otra. Una teoría sin praxis sería una cosa escolástica, sería una teoría falsa y una falsa teoría, una seudo teoría. La teoría por sí sola, aunque sea potente, no es suficiente. La teoría siempre va vinculada a la práctica. Y la práctica, lo define el diccionario, como el conjunto de actividades humanas tendientes a crear condiciones indispensables para la existencia de la sociedad.
Antiguamente se creía que la teoría y la práctica estaban divorciadas (aun muchos lo creen así), es decir, hipostasiados, al margen de la práctica. Esto fue resumido entre la oposición del trabajo «intelectual» (todo trabajo es intelectual, se usa siempre el intelecto) y el trabajo manual, la práctica. Esa idea de la teoría pura dio lugar a sistemas idealistas, que llegaron a sostener que el fundamento de la realidad, fuera una consciencia teórica.
Eso es el Dios de Aristóteles, un dios autista, un pensamiento que se piensa a sí mismo, autárquico, como el origen de las cosas. El error está en hipostasiar la teoría y la práctica. Si el pensar es pensar contra algo, todo saber es un hacer, por eso el papel de la filosofía en el conjunto del saber es el «des-hacer».
Es muy apropiado hacer una distinción entre lo que se llama finis operantis y el finis operis. El finis operantis es el impulso o las motivaciones que lo llevan a alguien a hacer algo, sus proyectos, sus intenciones, las prolepsis, los planes y programas. En cambio, el finis operis, es el resultado objetivo de la obra, que está por encima de la voluntad de los sujetos. Los finis operantis son la intención y los operis la ejecución, el resultado.
En el sistema filosófico al que adhiero, el Materialismo Filosófico (MF) hacemos una distinción entre lo que llamamos, momento tecnológico y momento nematológico. El momento tecnológico se corresponde con el plano ontológico y el nematológico con el plano gnoseológico. Ambos son disociables pero inseparables. El momento tecnológico es algo tangible, que supone referencias fisicalistas y sujeto operatorio, por ejemplo, en la democracia, existen o están los políticos, los votantes, que son sujetos corpóreos, operatorios, están las urnas, las campañas, los acuerdos, los pactos, etc.
El momento nematológico, corresponde a las cosas intangibles, las ideologías, por ejemplo, la pregunta y la consiguiente respuesta. ¿Qué es la democracia? Es el gobierno del pueblo. Lo que en la antropología de la religión se identificaría con el Rito y el Mito. El Rito sería el momento tecnológico y el Mito el momento nematológico. Y también hay correspondencia con la Realpolitik y la propaganda, la Realpolitik es el momento tecnológico y la propaganda el momento nematológico. Ya que una cosa es predicar y otra dar trigo, y esto no siempre coincide.
Muchas veces no responden los objetivos a los finis operis de la política real, de aquellos que prometieron y no cumplieron. Todo esto nos lleva a la política en marcha en este país. Antes de cada elección nacional de medio término los medios hablan de «la sorpresa de octubre», algo inesperado que pudiera cambiar la expectativa de la mayoría en cuanto a los posibles resultados.
Es posible que ya esté incubada esa sorpresa o no, a una semana de las elecciones, se suele decir que históricamente, las elecciones para el Congreso o «de medio término» no son favorables al partido que gana la presidencia dos años antes. De acuerdo al relato el partido de Trump está liquidado.
La verdad, que a mí me importa poco esta parte del momento tecnológico de la política, y no estoy negando las democracias empíricas que son democracias políticas, es decir, sociedades políticas realmente existentes, que forman parte del círculo de las democracias homologadas de los estados del primer mundo, de las democracias de la Unión europea, México, Chile, Brasil, etc., que es diferente a una democracia procedimental, cuando toma una decisión un grupo de excursionistas que dirección seguir.
Pero decir que el que gana una elección tiene razón, me parece un despropósito y menos cuando se le otorga al llamado pueblo cierta sabiduría. Eso que llaman «pueblo» esa masa ignorante (en lo político), nunca tiene razón, siempre se equivoca, aun cuando el ganador sea de mi preferencia política, pues lo votará por razones que no son estrictamente políticas.
Una editorial del periódico New York Post, de hace unas semanas, es motivo de este artículo. Porque tiene que ver con el decir y el hacer, con lo que se promete y no se cumple. Porque como dijo el demagogo Juan Perón: «mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar». No es momento tampoco para des-hacer ese «decir y hacer, y ese prometer y realizar», que, en el caso de Perón, para la eutaxia de la Argentina (mejor dicho, del peronismo), de su tiempo y futuro, mejor no lo hubiera dicho ni hecho.
El New York Post, dijo que el presidente Donald Trump podría ser recordado como el presidente más honesto en la historia moderna de Estados Unidos. ¿Honesto? Y esto que significa en política. Según los del periódico New York Post el mandatario «miente todo el tiempo» (mientras no sea bajo juramento), pero cuando se trata del verdadero «barómetro de la veracidad presidencial: cumplir sus promesas», es un ejemplo de honestidad, ya que «ha hecho exactamente lo que prometió que haría».
Los finis operantis y los finis operis no necesariamente deben coincidir, hay muchos factores que impiden a veces su realización. Entre las promesas que hizo Trump, estuvo trasladar la Embajada de los Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén, algo que sus tres predecesores inmediatos también prometieron, pero ninguno cumplió. Trump prometió «aplastar y destruir ISIS» y, dos años después, está a punto de eliminar el califato físico del Estado Islámico, junto con sus aliados.
«Prometió imponer una prohibición de viaje a los países que consideraba una amenaza terrorista», lo cual también cumplió y fue respaldado por la Corte Suprema. El mandatario dijo que nominaría jueces a la Corte Suprema y ya suma dos en menos de dos años de administración. Se comprometió a nominar a los jueces de la Corte Suprema «en el molde del juez (Antonín) Scalia», y ahora Neil Gorsuch y Brett Kavanaugh se sientan en la corte superior.
Trump se comprometió a llenar los tribunales de apelación federales con jueces jóvenes y conservadores, y hasta el momento el Senado ha confirmado 29, más que cualquier presidente reciente en este momento de su administración. Trump se comprometió a aprobar reformas tributarias históricas y firmó la primera revisión importante del código tributario en tres décadas.
Pero, aunque está lejos de satisfacer a todos, prometió un retroceso regulatorio sin precedentes, con una política estricta para eliminar dos regulaciones existentes para cada nueva regulación. En su primer año, logró $ 8.1 mil millones en ahorros regulatorios de por vida y está en camino de lograr $ 9.8 mil millones adicionales este año. Y su reforma fiscal incluyó una disposición poco notoria que creaba «Zonas de Oportunidad» para tratar de revitalizar las ciudades y comunidades en dificultades.
Durante la campaña, les dijo a los votantes afroamericanos: «¿Qué tienes que perder? Voy a traer trabajos de vuelta. Volveremos a recuperar el espíritu». Ya sea por sus acciones o efecto de otras, el desempleo afroamericano alcanzó el nivel más bajo jamás registrado, en los últimos dos años los índices de empleo entre esa comunidad y también con los hispanos.
Prometió imponer una prohibición de viaje a los países que consideraba una amenaza terrorista, y después de varios inicios falsos, la Corte Suprema confirmó la versión final de su prohibición. Prometió castigar a Siria si utilizaba armas químicas en su gente y, a diferencia de su predecesor, siguió adelante, no una sino dos veces, en las mismas narices de Putin.
En cuanto al comercio, mantuvo su promesa de retirarse de la «Asociación Transpacífico» e imponer aranceles al acero y al aluminio. También se comprometió a terminar o renegociar el «Tratado de Libre Comercio de América del Norte» (TLCAN) y ya lo hizo, aunque el nuevo acuerdo deberá ser aprobado por el Congreso. También el Acuerdo de Libre Comercio entre los Estados Unidos y Corea, y recientemente firmó nuevos acuerdos con México, Canadá y Corea del Sur.
Trump prometió cancelar el «Plan de Energía Limpia» del presidente Barack Obama, retirarse del acuerdo sobre el clima de París, aprobar los oleoductos Keystone XL y Dakota Access y abrir el Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico para la exploración de petróleo. Él cumplió todas esas promesas.
El presidente prometió aumentos históricos en el gasto de defensa, y cumplió. Se comprometió a recuperar los empleos de fabricación, y los empleos de fabricación están creciendo al ritmo más rápido en más de dos décadas. Se comprometió a firmar la legislación «Derecho a intentar», y lo hizo, a enfrentar la epidemia de opioides y pronto firmará un extenso paquete bipartidista de opioides. Prometió la autosuficiencia energética y lo logró.
En materia migratoria continúa avanzando con sus planes, endureció las redadas contra indocumentados, está complicando los procesos para inmigrantes legales y su plan sobre el muro fronterizo sigue vivo a la espera de más recursos. Un muro que ya debía de estar construido ante la amenaza real de los bárbaros. Si Trump no ha cumplido sus promesas, como construir el muro o rechazar ObamaCare, no fue por su voluntad, sino por falta de apoyo del establishment demócrata y republicano. Lo mismo con su plan de obras públicas e infraestructuras, su red de comunicación vial, caminos, puentes, etc.
Sólo en unos pocos casos raros dio marcha atrás en una promesa de campaña, como cuando admitió que se había equivocado al prometer un retiro completo de las fuerzas estadounidenses de Afganistán y cambiar de rumbo. En menos de dos años, el mandatario ha logrado más que otros, a pesar de no tener grandes reformas legislativas, pero fue cambiando las reglas del juego con órdenes ejecutivas.
Se ganó el respeto de las potencias en lo que verdaderamente importa en política. Corea del Norte paró con sus ensayos y amenazas, ahora saben que con Trump no bastan las amenazas o amagues como con Barack Obama. En campaña también habló de sanciones contra China, se comprometió a imponer aranceles a China para forzarla a abrir sus mercados y detener su robo de propiedad intelectual, y está cumpliendo con eso.
Lo mismo con Europa y con los integrantes de la OTAN. Hablan los medios de una guerra comercial en la que Estados Unidos también podría salir perdiendo. Todo es posible, pero había que parar al imperio depredador chino. Los expertos en la materia creen que el PIB de China perderá hasta un 0,7% por los aranceles de Trump, y que ya está empezando a sufrir el impacto de la guerra comercial con Estados Unidos.
Con un crecimiento del 6,5%, dos décimas por debajo de los tres meses anteriores, los datos económicos del tercer trimestre han hecho saltar las primeras alarmas chinas porque revelan el principio de una preocupante ralentización. Mientras la economía estadounidense resistió entre julio y septiembre con una subida del 3%, superior al 2,5% previsto pese a los daños que causaron los dos huracanes del verano, la china registró su ritmo trimestral más lento desde 2009.
Las cifras llevaron al viceprimer ministro, Liu He, y al gobernador del Banco Central de China, Yi Gang, a llamar a la calma para evitar el pánico vendedor en la Bolsa de Shanghái, donde las acciones perdieron más de un tercio de su cotización durante los últimos seis meses por las tensiones y los aranceles impuestos por Trump.
A nadie se le escapa la preocupación que hay en China porque lo peor de la guerra comercial con Estados Unidos está por venir. Desde que Donald Trump desató el conflicto en julio para equilibrar su balanza comercial, que sufre un déficit de 375.000 millones de dólares (328.000 millones de euros), los aranceles de Estados Unidos han gravado ya importaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares. Tras la segunda ronda impuesta a finales de septiembre, Donald Trump amenazó con más tasas si China respondía, como así hizo gravando importaciones estadounidenses que sumaban 60.000 millones de dólares. Para la fase tres, la Casa Blanca promete más tarifas aduaneras sobre importaciones chinas por valor de 267.000 millones de dólares.
Lo que incluiría casi todas las compras que Estados Unidos hace a la «fábrica global» y supondría una guerra comercial a escala total. Una posibilidad que espanta dentro y fuera de China por la repercusión que tendría en la economía global. De momento, Beijín está capeado el temporal devaluando el yuan para fomentar las exportaciones, pero no será suficiente.
«En el peor de los casos, si la guerra comercial se prolongara y EE.UU. aplicara más aranceles, no esperamos un aterrizaje forzoso, pero el gigante asiático podría perder entre un 0,6 y un 0,7% de su Producto Interior Bruto (PIB) el próximo año», dice el analista Prashbat Chandran, cogestor del fondo Legg Mason Western Asset Macro Opportunities.
Vaticina Chandran, que una alargada guerra comercial afectaría más al régimen de Beijín que a Estados Unidos, cuyo crecimiento también se resentiría. Según los datos del último trimestre, la desaceleración en China se debe a una caída en el sector inmobiliario más que en las exportaciones, que se han acelerado antes de que entren en vigor los aranceles estadounidenses.
Según el economista de mercados emergentes Craig Botham, «esperamos que los datos de octubre muestren una ralentización considerable. Esto dañará el crecimiento por la vía de las exportaciones, pero también se podría reflejar en una producción industrial e inversión en manufacturas más débiles». China también se vio perjudicada por el férreo control del régimen sobre los créditos bancarios para atajar el elevado endeudamiento de los gobiernos locales, que Standard & Poor’s calcula en seis billones de dólares (5,2 billones de euros).
A pesar de este riesgo para la economía, Beijín abrió la mano para que el dinero vuelva a fluir, ya que la falta de préstamos está mermando el consumo. Entre los sectores más afectados destacan el automovilístico y el inmobiliario, con los efectos que ambos tienen en una larga cadena de industrias auxiliares.
Junto a los problemas que atraviesan las manufacturas, que «han resistido, pero tendrán el viento en contra cuando los aranceles empiecen a morder», Botham cree que «una mayor ralentización está de camino porque los aranceles todavía tienen que aparecer en los datos y por la incipiente, pero largamente esperada, debilidad del sector inmobiliario». Por todo ello, teme que «la perspectiva de crecimiento no sea positiva».
Independientemente de lo que uno piense sobre las políticas comerciales de Donald Trump, está haciendo exactamente lo que dijo. Dice el New York Post:
«Si uno está de acuerdo o en desacuerdo no es el punto. Cuando Trump dice que hará algo, puedes llevarlo al banco. Sí, se toma libertades con la verdad. Pero a diferencia de su antecesor, no aprobó su logro legislativo característico sobre la base de una mentira (“Si le gusta su plan de atención médica, puede mantenerlo”), que es claramente peor que presumir falsamente que su reducción de impuestos es la más grande. Siempre. El hecho es que, en sus primeros dos años, Trump ha compilado un notable historial de cumplimiento de promesas presidenciales».
Como dijo Lenin, para conocer a una persona no basta saber lo que dice sino lo que hace. Lo que verdaderamente importa en política, en un Estado concreto, es su eutaxia, que constituye el fin de lo político y no el metafísico Bien Común, cuya inconsistencia y mentira se puede des-hacer en media página. Y este tío se las trae, entiende verdaderamente lo que es la política y es funcional a la eutaxia del imperio estadounidense.
En este sentido, cuando hace poco calificó al partido demócrata como «criminal», me pareció algo excesivo. Partido distáxico seguro, pero criminal no tanto, pero a la luz de los últimos acontecimientos y su alianza con grupos y actores enemigos de Estados Unidos, que atentan contra el propio imperio, con el fin de imponer su propia ideología, eso sí es criminal.
Edmund Burke dijo que un error en política es peor que un crimen, un crimen afecta a la víctima y al victimario, a sus respectivos círculos familiares y nada más. En cambio, un error en política afecta a la totalidad del país, sobre todo en tiempos de translatio imperii, dentro de un nuevo orden mundial capitalista, pero que cuya primacía están disputando tres superpotencias o imperios (todos capitalistas).
El mensaje de Trump en la ONU, fue de un claro rechazo a la ideología de lo global abrazando la doctrina del patriotismo (no del nacionalismo), colocando los intereses nacionales primero, un claro mensaje contra la globalización, el multilateralismo, la cooperación internacional. Un Estados Unidos de fronteras cerradas y defensa solo de lo que le conviene. Trump al referirse a los asuntos internacionales se focalizó en Corea del Norte, Irán, Siria y Venezuela, entre varios temas. Remarcando que Estados Unidos tenía que defender sus propios intereses en esos conflictos.
Dijo que: «Estados Unidos es más fuerte, más seguro y más rico que cuando asumí hace dos años». Como un slogan de campaña, un mensaje destinado más bien a los votantes para las elecciones legislativas de noviembre, pero que no deja de ser una gran verdad. Todas las elecciones realizadas en el mundo, no pasan por lo racional pasan por lo emocional, y el soberano que será un ilustrado en materias propias de su competencia, pero ignorante en política, suena tan peligroso decidiendo sobre el futuro de una nación, sobre todo cuando esa nación no es una nación cualquiera.
A nadie se le ocurriría llamar a una compulsa popular para decidir cómo debe un cardiólogo operar un corazón, pero se llama a la plebe a decidir sobre el futuro de una nación, cuando ignoran que es una nación. No estoy menospreciando la labor de un cirujano, pero el valor de un Estado está por sobre la tarea de un médico. Si la clase política se corrompe o es incompetente, ese Estado junto con sus profesionales se va al demonio.
Si un poeta se corrompe no afecta en nada a una nación, ya Platón se encargó de asignarles un lugar poco recomendable fuera de la polis. No digo que todos sean ignorantes en lo político, pero casi una mayoría absoluta. Y esto dicho sobre el votante sin importar si lo hace a favor o en contra de Trump. Pero lo cierto es que vivimos en las sociedades políticas modernas, sometidos a eso que calificaba Jorge Luis Borges como «el abuso de las estadísticas».
Hay muchas cosas que Donald Trump no prometió en campaña, pero las llevó a cabo. Como poner en su lugar a las organizaciones internacionales que no tienen una representación real y no deben tener jurisdicción y autoridad sobre un país soberano, organizaciones funcionales a la agenda mundialista. Acabar con el negocio palestino y lo mejor sería acabar con ese engendro llamado ONU.
El uso de la mentira debe restringirse al máximo y reservarse su uso para lo absolutamente imprescindible. Abusar de ella puede provocar reacciones negativas, la mentira al ser descubierta puede concitar el odio entre los ciudadanos. Maquiavelo dijo que había que defender a la patria incluso mediante acciones vergonzosas. El Estado (su eutaxia) está más allá del bien y del mal (metafísico o no metafísico), algo obvio para una persona sensata y de orden. El único límite para la mentira política (creo yo), es la prudencia política.
1 de noviembre de 2018.