PAX RUSSICA
CAMBIOS POLÍTICOS
Ricardo Veisaga
Benjamin Netanyahu y Vladimir Putin
Luego de la retirada rusa de Siria, se estuvieron produciendo determinados movimientos en la zona más candente de la tierra en la actualidad, movimientos llevados a cabo por el despliegue dialéctico de los imperios en la Historia. No deja de ser de enorme importancia para quienes nos dedicamos al análisis de la política.
Estados Unidos (la administración Barack Obama) ha dado un giro sin precedentes al cambiar sus aliados de siempre en la región, para embarcarse en una aventura francamente negativa. El cambio de figuritas de Arabia Saudita e Israel por Irán (cambio de sunitas por chiitas), ha desencadenado una nueva reconfiguración por las nuevas alianzas.
Las relaciones entre Israel y Rusia están en su punto histórico más alto. El 7 de junio, marcó la tercera vez desde septiembre del año pasado, en que Netanyahu viaja a Moscú a estrechar la mano de Vladimir Putin. El presidente ruso visitó Israel dos veces, en 2005 y en 2012. También Avigdor Lieberman, el ex ministro de Exteriores y actual ministro de Defensa, viajó a Moscú en 2009, 2011, 2012, 2013 y 2015. A mi juicio este romance es puramente estratégico y por lo tanto válido.
Tampoco se debe descartar el fuerte vínculo cultural entre dichos países. En Israel tiene su hogar una de las comunidades rusoparlantes más importantes del mundo, la tercera después de Estados Unidos y Alemania. La diáspora rusa en Israel, que se estima en más de un millón de personas, representa alrededor del 15 % de la población del Estado hebreo. Además, políticamente hablando, el colectivo ruso es uno de los más relevantes e influyentes del país.
En materia económica, gracias a la suspensión recíproca de los visados en 2008, el turismo entre Israel y Rusia es considerable. Existen 65 vuelos semanales entre aeropuertos rusos e israelíes, y después de Estados Unidos, Rusia es una de las principales fuentes de turistas que tiene Israel. Israel está en el puesto 25 en términos de turistas que visitan Rusia. En materia de seguridad, ambos Estados conocen de primera mano el fenómeno del terrorismo.
Rusia se interesó por los drones israelíes, y habría comprado por lo menos dos decenas de ellos por cifras millonarias. Para tener en cuenta, Azerbaiyán, aliado de Rusia, es uno de los principales proveedores de petróleo de Israel. Rusia está interesada en participar de la explotación de los yacimientos de gas natural en el Mediterráneo, próximos a la costa israelí. De acuerdo a estimaciones, estos yacimientos, llamados Tamar y Leviatán, abarcarían por lo menos un aproximado de 700 mil millones de metros cúbicos de gas.
Estas reservas significaran para Israel ser uno de los actores energéticos de Medio Oriente. Los yacimientos israelíes tocaran políticamente los intereses de Moscú fuertemente. El gas israelí podría alterar significativamente las exportaciones de hidrocarburos rusos, especialmente porque Turquía y la Unión Europea, quieren reducir su dependencia energética de Moscú.
Rusia cubre el 35 % de la demanda de gas europea, y el 57 % del gas que consume Turquía. Para Rusia, las exportaciones de hidrocarburos, representan cerca del 50 % de los ingresos del país. La Unión Europea está a favor de la posibilidad de construir un gasoducto –el proyectado «EastMed Pipeline» – que conectaría a Israel con Europa por intermedio de Chipre y Grecia.
La reconciliación diplomática entre Israel y Turquía responde precisamente a la misma cuestión, a desprenderse de su excesiva dependencia a una Rusia que antagoniza crecientemente con sus intereses. Moscú ha adoptado frente a Israel un enfoque cooperativo, diplomáticamente Rusia busca que Israel diversifique sus amistades o alianzas, es decir que despegue de Washington de forma paulatina. Hay señales evidentes de que eso ya estaría ocurriendo, como reporta el sitio especializado DEBKAfile.
Luego del último encuentro de Netanyahu y Vladimir Putin acordaron incrementar la cooperación castrense, y efectuar ejercicios militares conjuntos. Las primeras en su tipo entre rusos e israelíes, que marcaría un antes y un después entre Israel y la potencia global Rusia. Esta decisión es parte del compromiso, por parte de Netanyahu, de permitirle a las empresas rusas competir por los contratos para la explotación de los yacimientos de gas israelíes.
No sólo evitó Israel condenar a Rusia, por la cuestión de Georgia en 2008, y Ucrania en 2014, sino que incluso sacrificó sus intercambios militares con dichos países a los efectos de no contrariar al Kremlin. En contrapartida, Rusia podría tomar un rol más activo a la hora de amparar a Israel en las Naciones Unidas. Al respecto, Netanyahu ambiciona que Putin reconozca la soberanía israelí sobre los Altos del Golán.
Rusia también podría ser mediador con los enemigos del Estado judío. Por el gas Rusia adoptó un enfoque similar con las relaciones con Irán. Ambos países ostentan las reservas de gas natural más importantes del mundo, las relaciones entre Moscú y Teherán están condicionadas por esta cuestión. Si Moscú se solidariza con los intereses iraníes, lo hace por el interés de obtener réditos a cambio.
Rusia, que se encuentra debilitada por la caída en el precio del petróleo, desea que Irán se comprometa a no exportar hidrocarburos por encima de un nivel que sea perjudicial para Rusia. Pero en la realidad esto no está sucediendo, ya que Teherán busca incrementar su producción y la exportación energética. Irán, está destinado a rivalizar políticamente con Rusia, y no es confiable.
Israel, nunca rivalizará con Rusia en la escena global, es más confiable, y en estas circunstancias Israel necesita a Rusia, y Rusia necesita a Israel. Luego del conflicto en Siria, Rusia se ha convertido en un actor de peso en Medio Oriente, y ninguna tratativa de paz puede realizarse sin el consentimiento de Moscú. En este sentido la prestigiosa revista The Economist, considera a Putin como el «frenemy» de Israel (un «amigo-enemigo»).
Rusia mantiene relaciones con Hezbolláh, una entidad no estatal, suministrándoles equipamiento militar, Israel entiende que debe encontrar un modus vivendi con Rusia. Israel sabe que no puede llevarse mal con Rusia. Los misiles antiaéreos avanzados que desplegó el Kremlin en Siria, los S-400, podrían frustrar la libertad de acción de la Fuerza Aérea israelí. El acercamiento entre Rusia e Israel, en términos de la Realpolitik, se ve reforzada por el retiro gradual de Estados Unidos del Medio Oriente.
Rusia, no piensa en retirarse de Medio Oriente, va a seguir ejerciendo un rol muy preponderante como garante y balanceando el poder de los distintos actores. Estados Unidos pierde influencia entre los enemigos de Israel, mientras que Rusia los aumenta. En este sentido Israel cae dentro del accionar ruso, y su alianza con Moscú es una opción eutaxica ante la errática política obamista.
Mis contactos periodísticos en Moscú, me aseguran, que ya existe una línea directa y encriptada entre la oficina del primer ministro israelí y la del presidente ruso. Si Israel cae en la órbita de la Pax russica, a largo plazo su relación especial con Estados Unidos se verá seriamente afectada, pero la prudente decisión de Israel es responsabilidad de la «traición» política de Obama y compañía.
En este sentido, un hipotético triunfo de Trump significaría un enfoque diferente al de Obama y su sucesora Hillary Clinton. Donald Trump, no considera (en estos momentos) a Putin como el enemigo y estaría a favor de una convivencia entre las dos potencias globales. Durante la Guerra Fría, Turquía e Israel eran aliados estratégicos. Turquía estaba bajo la hegemonía de los militares nacionalistas seculares, y en conflicto con Moscú.
Turquía era un miembro clave de la OTAN y aliada de Occidente, controlaba el estrecho del Bósforo, clave para neutralizar una invasión soviética desde el Mar Negro hacia la costa del Mediterráneo Europeo. Pero se encontraba entre Moscú por el norte, Turquía combatió contra los rusos en varias guerras durante el siglo pasado, y por el sur por Irak y Siria.
El Irán del régimen del Sha en conflicto con Irak, controlado por el partido Baath (sunita), aliviaba la presión sobre Turquía. Israel por su parte contrarrestaba la amenaza siria sobre el sur de Turquía. El fin de la «guerra fría» y la consecuente democratización, facilitó el ascenso del partido islamista AKP al poder, terminando gradualmente con la alianza estratégica entre turcos e israelíes.
El ex primer ministro turco, Ahmet Davutoglu, promulgó en su momento el principio de conflicto cero con los países vecinos. Sin embargo se involucraron en Siria y en Egipto (en favor de los Hermanos Musulmanes). El ascenso del Irán chií, tras el acuerdo nuclear con las potencias mundiales, dejó a Turquía en pugna con todos los países cercanos.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, reemplazó a su premier y echó a mano el acuerdo inconcluso con Israel, en un esfuerzo por salir del aislamiento. La reconciliación entre el estado de Israel y Turquía es parte de la reconsideración de la política exterior de Turquía bajo el Partido Justicia y Desarrollo, del nuevo primer ministro Binali Yildirim.
Estas relaciones desde 1949, giraron en torno a las vicisitudes del conflicto árabe- israelí. En diciembre de 1991, tras el inicio del proceso de paz de Oslo entre los israelíes y los palestinos, se restablecieron los embajadores entre ambos países. En la década de los 90, las relaciones entre Israel y Turquía se beneficiaron de fuertes lazos militares.
El ejército turco, un actor influyente en la política nacional durante esos años, estaba comprometido en una lucha contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán. Los generales turcos empujaron al gobierno a mejorar las relaciones con Jerusalén con el fin de adquirir nuevas armas, que estaban vetados por Estados Unidos y los europeos, por cuestiones de derechos humanos en el conflicto con el PKK. En el periodo de 2007-2011 de Recep Erdogan como primer ministro, el ejército turco es arrojado de la escena política (investigación de Ergenekon. 2007).
Un supuesto plan de golpe de Estado contra el gobierno del AKP, pergeñado por Erdogan. Israel pierde su mayor aliado político. El «supuesto» proceso de paz de Erdogan con el PKK (en 2009), minimizó la necesidad del apoyo militar israelí. Entre 2008-2009, durante la ofensiva de Israel contra las fuerzas de Hamás en Gaza, la
«Operación Plomo Fundido», estalló en medio de las negociaciones de paz entre Israel y Siria con mediación de Turquía.
La ruptura entre Turquía e Israel fue expuesta públicamente durante un panel del Foro Económico Mundial en Davos en enero de 2009. Erdogan irrumpió fuera del escenario después de un intercambio con el presidente israelí Shimon Peres. La retórica hostil de Erdogan contra a Israel en apoyo de los palestinos alcanzó su punto máximo en mayo de 2010, al morir nueve ciudadanos turcos cuando la flotilla Mavi Marmara intentó romper el bloqueo marítimo de Israel de la Franja de Gaza.
Los dos países buscaron la reconciliación bajo los auspicios de las Naciones Unidas, lo que llevó al Informe Palmer (2011). Después de haber declarado que el bloqueo israelí es legal, las conclusiones del informe de la ONU llevaron a Turquía a reducir los lazos con Israel. Turquía sustituyó al embajador por un encargado de negocios, canceló los acuerdos militares, presionó a Israel en el ámbito internacional para poner fin al bloqueo de Gaza.
El primer requerimiento de las demandas de Turquía se cumplió cuando Israel emitió una disculpa tras la mediación del presidente Estados Unidos, Barack Obama, a principios de 2013. Israel no cumplió con las otras demandas. La situación se deterioró recientemente, cuando Israel exigió que Turquía ponga fin a las operaciones de Hamás en Turquía.
De hecho, la reconciliación actual no creo que lleve a Israel a levantar el bloqueo. En lugar de ello, Israel ha acordado permitir a Turquía la construcción de una instalación de desalinización, una planta de energía, y un hospital en Gaza. La decisión de Turquía de reconciliarse con Israel es el resultado del aislamiento regional de Turquía. Un reconocimiento implícito de que la política exterior neo- otomana del ex primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoğlu, ha fracasado.
La política se basaba en el uso del legado otomano de Turquía para maximizar el poder blando de Turquía en el Medio Oriente. Tratando de profundizar los lazos de Turquía con los países árabes musulmanes en la región, tanto política y en lo comercial. En línea con este proyecto llegó a diseñar un régimen de visado conjunto denominado «Shamgen», que se inspiró en la política «Schengen» de apertura de las fronteras de la Unión Europea. En el período inmediatamente posterior a la «primavera árabe», todo marchaba bien con Túnez y Egipto, en manos de líderes islamistas.
Sin embargo, la contrarrevolución en Egipto, el fracaso de Turquía para expulsar a Bashar al-Asad de Siria, y el sorprendente giro del partido islamista Ennahda en Túnez, que luego de su décimo Congreso, su líder, Rachid Ganuchi, anunciara que Ennahda separaría sus actividades religiosas y políticas, y haría formal su distanciamiento efectivo del islám político.
Los representantes del partido que participen en actividades religiosas o de actividades proselitistas en las mezquitas no podrán tomar parte simultáneamente en las decisiones políticas, y viceversa. La decisión fue aprobada por el 93,5 % de los 1.200 delegados del partido, lo que da una idea de la aceptación de esta importante transformación por parte de las bases.
Ennahda «Renacimiento» es un movimiento islamista constituido inicialmente como un grupo de interés religioso, con este reciente movimiento se convierte en el primer partido post-islamista del mundo árabe. De esta manera llevando al aislamiento regional de Turquía. El portavoz de Erdogan, Ibrahim Kalin, trató de darle un giro positivo al aislamiento de Turquía llamándola «Preciosa Soledad».
Turquía direccionó su política exterior, de acuerdo con sus valores islámicos, lo que inevitablemente llevaron a degradar sus relaciones con los «estados inmorales». No pudo normalizar las relaciones con Israel, ni con Egipto del nuevo gobierno de Al- Sisi que desalojó del poder a los fundamentalistas Hermanos Musulmanes y, obviamente con Bashar al-Assad.
Luego de la ruptura con Rusia, a quien le compraba más del 54 % del gas natural ruso para producir electricidad, Turquía comenzó a considerar a Israel como una fuente alternativa de gas natural. También vio la tecnología militar de Israel como una solución al problema, luego que Rusia desplegara sus sistemas de misiles antiaéreos S-400 a Siria y cerrara el espacio aéreo sirio a Turquía.
Las fuerzas del Estado Islámico lanzaron cohetes Katyusha a través de la frontera entre Turquía y Siria, contra la ciudad de Kilis, matando a 21 ciudadanos turcos. Sin poder tomar represalias debido a los sistemas antiaéreos rusos, Turquía se vio obligada a evacuar la ciudad y depender enteramente de descargas de artillería para contrarrestar los cohetes del ISIS.
Los dirigentes turcos comenzaron a ver el sistema de defensa antimisiles «Cúpula de Hierro» de Israel como una solución alternativa a este problema. Con reanudación de los combates entre las fuerzas de seguridad turcas y el PKK (kurdos), Ankara decidió abrir İncirlik, la base aérea de la coalición anti-ISIS, en parte, para mitigar las críticas de Occidente.
La guerra contra los kurdos en el territorio turco y su papel más activo en la guerra contra el ISIS, lo que el ISIS considera una traición, convirtió a Turquía en un teatro de ataques terroristas tanto por el ISIS (aeropuerto de Estambul) y los militantes kurdos originando un gran número de bajas civiles.
El cambio de Binali Yildirim por Ahmet Davutoğlu, artífice de la fracasada política exterior, quien declaró recientemente que, bajo su administración, Turquía hará todo lo posible para poner fin a las hostilidades con Israel, Egipto, Siria y Rusia. No debe interpretarse como un abandono del enfoque neo-otomano del AKP y de la política exterior de Turquía.
TURQUÍA.
Ankara y Jerusalén, se dan la mano después de seis años de guerra fría, será porque Turquía se siente cada vez más aislada internacionalmente, no porque sienta ninguna amistad genuina por la nación judía. Esta paz como todas en política, se puede definir como la define Ambrose Bierce, en su políticamente incorrecto «Diccionario del Diablo» (la paz): «En los asuntos internacionales, un período de trampas entre dos períodos de lucha».
Dos son los problemas insolubles para una paz genuina, uno es Hamás y el antisemitismo de la mayoría del pueblo turco. En el Weekly Standard, Jonathan Schanzer recordó que a pesar de que Saleh Arouri, un líder militar de Hamás, fue expulsado de su segura base en Estambul, «muchos otros altos funcionarios de Hamás permanecen allí. Y su expulsión desde Turquía parece estar en el centro de las demandas de Israel para finalizar las conversaciones para el acercamiento».
Schanzer dice que hay diez figuras de Hamás que actualmente están disfrutando de refugio en Turquía, y da los nombres de varios militantes de Hamás, incluyendo a Mahmoud Attoun, que fue encontrado culpable del secuestro y asesinato de un israelí de 29 años. También tres miembros de las brigadas Izzedine al-Qassam.
Schanzer añade que, «Hay un puñado más que puede ser fácilmente identificado en la prensa árabe y turca, y casi todos ellos mantienen perfiles en Facebook y Twitter, donde publican regularmente información actualizada sobre sus vidas en Turquía.» Recep Tayyip Erdogan, ha afirmado más de una vez que Hamás no es un grupo terrorista, sino un partido político legítimo y mantuvo reuniones permanentes con altos funcionarios de Hamás.
Erdogan declaró una vez que el sionismo debe ser declarado un crimen contra la humanidad. Erdogan ha propagado deliberadamente sentimientos antisemitas a una sociedad ya xenófoba hasta que decidió callar (relativamente) cuando recientemente se dio cuenta de que la guerra fría de Turquía con Israel no era sostenible. Esto no quiere decir que las opiniones suyas y de la sociedad turca con respecto a Israel y los judíos hayan cambiado.
Muy crítico se muestra Gastón Saidman, con este paso hacia Turquía, quien dijo:
«La esperanza de Erdogan, que la UE, la OTAN y los Estados Unidos corran en su ayuda, fue solo una fantasía que se desvaneció. Obama, entendió que desconectarse de Oriente Medio sería lo mejor, ya que involucrarse más en una zona de tanta inestabilidad, sólo puede generar pérdidas. Así fue, la retirada estadounidense de Turquía, como primer paso fue después de conocerse la ayuda que este último ofreció haciendo la vista gorda al Estado Islámico».
Hamás está viviendo uno de sus períodos más difíciles desde que se apoderó de la Franja de Gaza, hoy debe de enfrentarse ante Al-Sisi, el fuerte presidente egipcio, quien ha logrado disminuir gran parte de la influencia del Hamás en Egipto, y un descenso significativo por parte de la política global sobre Gaza. Hamás no ha logrado recuperarse del último revés con Israel y temen que el nuevo gobierno de Israel logre que la próxima guerra en Gaza, sea la última.
Hamás necesita tiempo, recursos y partidarios antes de salir hacia otra guerra. Hamás recibe asistencia de Turquía y este acuerdo turco-israelí podría jugar a su favor. Lo deseable para Hamás es la enemistad entre ambas partes, pero el acuerdo le da un respiro, y mejor si se levanta el bloqueo del puerto, porque así podrán seguir recibiendo la «supuesta» ayuda internacional.
El acuerdo con Turquía no mejorara la situación de Israel frente a Irán, porque la alianza entre Turquía e Irán está relacionada con el conflicto en Siria y no con Israel. Hay que recordar que las exportaciones israelíes a Turquía ya habían aumentado. Parecería ser que Israel quiere demostrar que sus intentos por llegar a la paz no tienen límites, y esto tiene su lado positivo, pero en este caso el gobierno israelí debería haber sido más consciente de los cambios que sufre Turquía y elevar el precio del acuerdo o evitarlo por completo.
Los gobiernos israelíes tanto de derecha como de izquierda muchas veces no lograron entender las señales del Medio Oriente. La disposición de Israel siempre fue vista como un acto de debilidad. Israel intenta llegar a acuerdos con Turquía bajo términos occidentales, cosa que los islámicos no les interesan.
Erdogan se disculpa ante Putin por la muerte del piloto ruso.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogán, envió una carta al presidente, Vladímir Putin, en la que se disculpa por la muerte del piloto ruso (Oleg Péshkov) cuyo caza fue derribado por un avión turco en la frontera turco-siria en noviembre del año pasado.
«Quiero expresar una vez más mis profundas condolencias a la familia del piloto ruso muerto y pido disculpas. Comparto de todo corazón su dolor. La familia del piloto es para nosotros una familia turca. Estamos dispuestos a cualquier iniciativa para aliviar el dolor y reparar el daño causado».
Cita el Kremlin las palabras de Erdogán. «Nunca tuvimos la intención ni el deseo de derribar un avión de la Federación de Rusia», y añadió el líder turco. «En relación del ciudadano de Turquía al que se asocia con la muerte del piloto ruso se ha iniciado y se lleva a cabo una investigación».
El derribo del caza ruso detonó una grave crisis en las relaciones entre los dos países y llevó al presidente ruso a acusar a Ankara de asestarle a Rusia una «puñalada por la espalda» y de sostener con dinero, medios y guerrilla a los yihadistas del Estado Islámico. Rusia reaccionó con una batería de sanciones económicas contra Ankara, desde las restricciones a las importaciones de alimentos hasta la prohibición a las turoperadoras de vender viajes a Turquía, que recibía hasta entonces millones de turistas rusos todos los años.
«Tras el incidente del Su-24, Turquía intentó encontrar aliados en política exterior y aprovecharse de la confrontación entre la UE y Rusia», declaraba el director del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, Alexéi Arbátov. La situación económica y política del país ha empujado a Ankara a cambiar de postura: la crisis financiera y la ruptura de las relaciones con Moscú han tenido un efecto extremadamente negativo en el presupuesto del país.
«A todo ello se añadía también la situación de los refugiados: la necesidad de contener la afluencia de emigrantes a Europa, el problema de las compensaciones a Ankara (por los refugiados), la salida del Reino Unido de la UE, relacionada precisamente con los refugiados y la reticencia de aceptar a Ankara en la Unión y, como consecuencia de todo ello, la discordia en las relaciones con Bruselas», señala Arbátov.
Según Alexéi Arbátov, entre estos proyectos figura la reanudación del turismo, la retirada de las sanciones al suministro de producción agrícola, la prosecución de la construcción de centrales nucleares en el sur de Turquía, valoradas en más de 20.000 millones de dólares, así como del proyecto Turk Stream, un gasoducto para unir Rusia y Europa por el lecho del Mar Negro. «Rusia contendrá una pausa para dar su respuesta, no se lanzará inmediatamente en brazos de Turquía. A partir de ahora comenzará una atenuación gradual de la confrontación con Turquía».
Todos los caminos conducen a Israel.
Israel ha jugado un importante papel en la normalización de las relaciones entre ambos países. Fue la visita del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, a Moscú, lo que podemos considerar el punto de partida en la normalización de las relaciones entre los dos países. Ahora Ankara debe iniciar unas negociaciones con el gobierno ruso sobre la compensación a las familias de los fallecidos como la que acordó con Israel. La normalización de las relaciones, tanto con Rusia como con Israel, es imprescindible para alcanzar la paz y la estabilidad en la región. La «Pax russica» en Medio Oriente es más racional e importante que la «Pax americana».
La crisis siria es la principal causa de las futuras conversaciones entre Rusia y Turquía. Últimamente Ankara ha comenzado a revisar su política exterior, lo que incluye su postura respecto a Siria. La crisis en las relaciones entre ambos países comenzó precisamente por Siria, lo que es necesario resolver. Otros temas incluyen el levantamiento de las sanciones y la eliminación de visados para los ciudadanos turcos, que entró el vigor el pasado 1 de enero.
El gasoducto Turkish Stream, es otro tema de importancia, en diciembre de 2014, durante la visita oficial de Putin a Turquía, el presidente ruso anunció la renuncia al proyecto South Stream y el lanzamiento del Turkish Stream. Se supone que este gasoducto con gas ruso irá por el lecho del Mar Negro, por territorio turco, hasta la frontera con Grecia.
El 1 de diciembre de 2014 la Gazprom firmó un memorándum con la compañía turca Botas, para el desarrollo del Turkish Stream y se esperaba la firma de un acuerdo intergubernamental, que se fue posponiendo por diferentes razones (falta de acuerdo con los costes, los volúmenes de suministro y los descuentos), además los problemas internos de Turquía que dificultaron el acuerdo. Yuri Mavashev, del Club Geopolítico del Cáucaso, sostiene que «Es importante no olvidar que estos procesos están directamente relacionados con el éxito que tenga Ankara para compensar las demandas de Moscú».
Y afirmó, «Esto implica el castigo de los culpables y también una compensación por el derribo del avión. En este sentido, Rusia se encuentra en una posición aventajada de cara a la próxima reunión. No es casualidad que el primer ministro Dmitri Medvedev declarase que los pasos de gobierno ruso serán graduales. Se trata de una señal que apela a Turquía para que dé, a su vez, pasos como respuesta».
¿En qué no están de acuerdo Moscú y Damasco?
Rusia apoyó a Siria siempre, desde que comenzara el conflicto Rusia vetó cuatro veces proyectos destinados a sancionar al régimen sirio en el Consejo de Seguridad de la ONU. Ayudó a destruir las armas químicas, y defendió al presidente sirio en negociaciones internacionales. Con el apoyo de las Fuerzas Aeroespaciales rusas, el ejército sirio, que estuvo replegándose hasta septiembre de 2015, tomó la iniciativa en la guerra civil, recuperó el control de una parte de los distritos que había perdido, entre ellos Palmira.
Pero, entre el Kremlin y Damasco existen serias contradicciones. «Los intereses de Rusia consisten en mantener un gobierno laico en Siria que siga colaborando con Moscú», opina Vladímir Ajmédov. Además, para Moscú, no es relevante que siga o no al-Assad en el poder, mientras que para el gobernante sirio esta es una cuestión imprescindible. Los representantes del gobierno sirio se niegan a negociar la dimisión del presidente como condición para el inicio del proceso de transición previsto por los acuerdos de Ginebra.
El presidente sirio está a favor de la guerra, y su presunto apoyo para finalizar la guerra es puro formalismo. «Asad es un hombre de la guerra, planea luchar hasta el final — aclara Ajmédov —. Está dispuesto a negociar únicamente desde una posición de poder, para imponer sus condiciones a la oposición. Para ello necesita victorias militares y tomar el control sobre grandes territorios del país».
Grigori Kósach, sostiene que: «A diferencia de Rusia, Assad nunca ha considerado ni siquiera a la parte moderada de la oposición siria como un posible socio en unas negociaciones. Siempre ha declarado que son terroristas que actúan por influencia de agentes externos». Para Rusia la continuación de la guerra es sumamente peligrosa, Rusia intenta conseguir una regulación política del conflicto. Moscú y Damasco no coinciden sobre la cuestión Kurda.
Cuando en marzo de 2016 los kurdos sirios declararon la creación de la Federación de Siria del Norte, Bashar al-Assad se mostró en contra de este paso, pese a que los kurdos optaron por una vía federalista para declarar su independencia. «Damasco no aprueba ninguna idea de federalismo porque teme el colapso del país», opina Grigori Kósach. En esta disputa entre el gobierno turco y los kurdos, Rusia ocupa una postura neutral.
Los kurdos sirios son un aliado muy eficaz en la lucha contra el ISIS, pero Rusia no está interesada en entrar en conflictos con el gobierno oficial de Damasco por causa de ellos. No obstante, en febrero de 2016 se inauguró en Moscú una embajada del Kurdistán Sirio (no a nivel oficial, sino como organización no gubernamental).
Los expertos aseguran que, a pesar de las contradicciones entre al-Assad y Rusia, el Kremlin no negará su apoyo al presidente sirio. Rusia por ahora no ve en Siria a nadie capaz de remplazar a al-Assad (de acuerdo a los intereses rusos), y por ello apoya todas sus iniciativas. Si Rusia ejerce demasiada presión sobre al-Assad, este podría negarse a colaborar y refugiarse en Irán, a diferencia de Rusia, Teherán no contempla la posibilidad de cambiar de régimen en Siria y apoya sin condiciones a al-Assad. Por tal motivo, Moscú no critica el régimen sirio y muestra consenso en sus opiniones incluso allí donde existen diferencias. Dando señales fuertes, por ejemplo, la retirada de las tropas.
En la gran política no existen aliados permanentes, lo que existen son intereses permanentes, según Benjamin Disraeli.
13 de julio de 2016.