¿NUEVO ORDEN MUNDIAL?
¿O EL ORDEN POLÍTICO DE SIEMPRE?
Ricardo Veisaga
Las personas, normalmente suelen opinar sobre la realidad política envolvente basada en la televisión o en los medios, no en la estrategia. No hay análisis, sólo emociones fuertes y fugaces, poca memoria y nada de historia. Hace algunos meses los ojos estaban puestos en la guerra de Siria, luego se redireccionaron al califato instaurado por el Estado Islámico en Irak.
Hasta hace poco todo era Ucrania en las noticias, las milicias separatistas prorrusas derribaban un avión de transporte ucraniano en la provincia de Luganks, y el miércoles, a apenas 24 horas del derribo del Boeing 777 de Malaysia Airlines, un caza Su-25, también ucraniano, era abatido con un misil aire-aire, supuestamente desde otro caza ruso, sobre Donetsk.
Un centenar de vehículos blindados y de transporte de tropas rusas cruzaba la frontera en Luganks. Y no era la primera vez que ocurría algo así. En la historia pasada reciente, cuando las fuerzas armadas, tanques, blindados, soldados cruzaban la frontera de un país vecino sin su consentimiento, se llamaba invasión. Esto es lo que han proclamado a viva voz las autoridades de Ucrania desde hace meses.
Sin embargo, ni los Estados Unidos de Obama ni los miembros de la Unión Europea, al menos los más importantes, han querido verlo así y siempre han hablado de hacer «esfuerzos para bajar la tensión», otro eufemismo para tapar el miedo y la cobardía. La eufemia apareció en la vida cotidiana para evitar o suplantar la blasfemia, pero ahora están para evitar los enojos, la vergüenza, para no hablar directamente y no llamar las cosas por su nombre.
En muy poco tiempo se cumplirá el 25 aniversario de la destrucción del Muro de Berlín, Y paradójicamente estamos en medio de una fuerte tensión con Rusia, la heredera de la Unión Soviética. El objetivo de reiniciar (reset) la relación USA-Rusia del presidente Obama, basado en la mayor declaración antipolítica hecha por un político, hablando de un mundo sin fronteras, de acuerdos y acciones multilaterales.
Ese castillo de naipes se derrumbó por la política del realismo, los intereses y el poder de Vladímir Putin. Sólo el constante deseo de escapar a cualquier conflicto llevó a que Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, hicieran la vista gorda en lo que fue la primera gran expresión imperial de Putin, su agresión sobre Georgia para anexionarse Abjasia y Osetia del Sur con total impunidad.
Pero seamos justos eso sucedió en tiempos de Bush Jr., Putin valiéndose de la pura y dura política de poder se anexionó Crimea, a la vez que instigaba a otras zonas de mayoría rusa a seguir los pasos de los independentistas de Crimea. El paso siguiente fue: presencia militar y unidades especiales camufladas y sin insignias, equipamiento y armas para los rebeldes prorrusos, etc.
Nada de lo que hiciera Putin sobre Ucrania modificó sus relaciones con los líderes de occidente, nunca se cortaron los contactos y los encuentros. El ataque contra el vuelo MH17 se produce justo un día después de que esa ofensiva de encanto y finura de Vladímir Putin fracasara en buena medida.
Y que los Estados Unidos y la Unión Europea acordasen imponer nuevas sanciones contra Rusia, y que afectarían a empresas energéticas como (Rosneft y Novatek, aunque no a la suministradora de gas a Europa, Gazprom), a dos importantes bancos (VEB y Gazprombank, pero sin tocar todavía aquellos directamente relacionados con Putin: Sberbank y VTB) y algunas compañías de armamento.
El misil que derribó el 777 era un SA-11 de origen ruso. Y según han filtrado algunos agentes de inteligencia estadounidenses, se tendría constancia del cruce de una unidad rusa de dichos misiles la noche anterior, desde suelo controlado por los rebeldes pro-rusos. No es versión oficial, ni lo será nunca, pues sería un claro casus belli con el que nadie quiere hacerse cargo.
Para quienes analizan políticamente y tienen memoria, saben que la historia nos ha dejado lecciones al respecto. Quien juega con fuego se arriesga a quemarse. Y Rusia asumió un juego estratégico muy peligroso. La pérdida de la influencia de Rusia en Ucrania constituyó el mayor cambio en el escenario estratégico en Europa desde la caída del Muro de Berlín, y un golpe enorme a la autoridad política de Rusia sobre las otras Repúblicas de la ex Unión Soviética.
La pregunta que recibo con frecuencia, es sobre si estos ataques responden a una estrategia deliberada de Vladimir Putin de seguir imponiendo sus términos o, por el contrario, ha sido una equivocación o producto del descontrol de ciertas unidades de rebeldes pro-rusos. ¿Y eso es relevante?, el fin se logró, bien por Putin.
Pero la pregunta crítica e importante es qué va a pasar a partir de ahora. ¿Seguirán los lideres occidentales negando lo evidente o reaccionaran (más allá de las sanciones económicas) ante la política de Moscú? Barack Obama ha hablado de una «atrocidad de proporciones indescriptibles», a la vez que ha afirmado que la investigación del siniestro será larga y compleja.
Obama, actuando de apaga incendios, ha hecho un llamamiento a un alto el fuego entre las partes. Sin decir cuáles o quienes conforman esas partes. Las preguntas políticas exigen respuestas del mismo tenor o calibre y no tonteras psicologistas. Los europeos no han estado mucho mejor. La OTAN pudo enviar instructores y armas al Gobierno de Ucrania. Pero no lo harán, porque es más fácil y cobarde condenar a Israel y no enfadar a Putin.
El razonamiento político depende de la concepción ideológica del sujeto operatorio, su visión política del mundo y de la vida. En la vida política estadounidense, en lo relativo a la política exterior (la alta política), se habla de halcones y palomas, las palomas serían aquellos que prefieren agachar la cabeza y permitir todo lo que haga la potencia rival. El halcón se muestra fuerte, se lanza en una carrera armamentista, pone todas las cartas sobre la mesa.
En el peor de los escenarios muchos dirán que entre dos halcones, el resultado es la «Destrucción Mutua Asegurada». Imaginemos un conflicto entre dos personas o instituciones -llamémoslas A y B-. Si ninguna de ellas cede, se producirá un accidente, tragedia o desgracia, en la que ambos saldrán malparados (en caso extremo, muertos).
Lo mejor para cada una de ellas es mantenerse firme y que la otra ceda: de esa forma se evitará la desgracia colectiva y quien se haya mantenido firme podrá sentirse satisfecho por haber ganado el pulso. El conflicto lo podemos representar así (los números de las celdillas indican la utilidad obtenida por cada jugador, empezando por A):
En la Teoría de Juegos esta situación de conflicto se conoce como chicken game («juego del gallina»), por el nombre que daban los adolescentes norteamericanos a quien saltaba primero de un coche en carrera hacia una acantilado, como ocurre en una escena de la película «Rebelde sin causa» (1955).
No es frecuente que el juego aparezca en el cine o la literatura que en la vida real. En la práctica, sólo algunos adolescentes o jóvenes excesivamente impulsivos juegan al juego del gallina. A finales de la década de 2000 y principios de 2010, en el Uruguay, varios motociclistas murieron o se lesionaron gravemente cuando ninguno de los dos se rindieron y chocaron.
La expresión «juego del gallina» se aplica como metáfora a una situación en la que dos bandos se enzarzan en una escalada en la que no tienen nada que ganar y en la que sólo el orgullo evita que se echen atrás. Bertrand Russell comparó la carrera armamentística y la escalada nuclear al juego del gallina.
Russell acabada la Guerra era partidario de la guerra preventiva al igual que John Von Neumann, quien fue comisario general de energía atómica de los Estados Unidos, célebre por aquella frase: «si ustedes me dicen por qué no bombardear la Unión Soviética a las diez, yo les digo porque no lo hicimos a las nueve».
Russell el pacifista, sostenía que había que bombardear la Unión Soviética no bien acabada la guerra, antes que consiguieran la bomba atómica, luego cambia totalmente y se hace pacifista militante. En 1959 el filósofo Bertrand Russell utilizó ese símil para describir la confrontación entre dos potencias nucleares (en la versión de Russell, los coches rivales se dirigen una contra otro y quien cede -y pierde- es el primero que da un volantazo para evitar el choque frontal).
La crisis de los misiles en Cuba, en octubre de 1962, fue un clásico juego de chicken entre Kennedy y Nikita Kruschev que ganó el primero (aunque, como concesión, Rusia obtuvo la retirada de Turquía de ciertos misiles, y la promesa de no invadir Cuba). Otro ejemplo de este juego sucedió en Italia, entre Silvio Berlusconi y el primer ministro Letta, que ganó éste, pues Silvio Berlusconi acabó retirando su amenaza y votando a favor de la continuidad del primer ministro.
Menelao, el «gallina» de la Ilíada. Homero ya describió en la Ilíada un «juego del gallina». En efecto, su Canto XXIII (versos 417 y siguientes) narra cómo el joven Antíloco arrebata a Menelao el segundo puesto de la carrera en uno de los juegos funerarios con que Aquiles honra la muerte de Patroclo.
Antíloco, que sabe que los caballos de su carro son más lentos que los de su rival, sigue el consejo de su padre y, poco antes de que unas piedras estrechen el camino, sitúa su carro a la izquierda del de Menelao y azuza los caballos. Menelao se asusta y le reprende:
«¡Antíloco! De temerario modo guías el carro. Detén los corceles; que ahora el camino es angosto, y en seguida, cuando sea más ancho, podrás ganarme la delantera. No sea que choquen los carros y seas causa de que recibamos daño».
La paradoja de la racionalidad.
Muchos estudiosos de esta teoría equivocadamente sostienen que ser racional, reflexivo y tener acendrados sentimientos humanitarios es una fuente de debilidad. Por ejemplo, en un caso de secuestro por parte de terroristas, acrecienta la eficacia de la amenaza terrorista y la convicción de los secuestradores de que el chantaje rendirá fruto.
Sin embargo, tener una reputación de firmeza y de repudio visceral de todo chantaje. Si no evita desde el principio el propio intento de chantaje, puede al menos obligar a los secuestradores a renunciar a la victoria incondicional y a conformarse con la satisfacción parcial de sus aspiraciones.
Pero es posible, que la ostentación pública de esa supuesta impermeabilidad a la amenaza puede inducir a los secuestradores a un temprano derramamiento de sangre, con el fin de quebrantar esa supuesta firmeza. Vladimir Putin es un claro ejemplo de su firmeza y racionalidad ante los terroristas chechenos que habían secuestrado a cientos de escolares.
No le importó la muerte de esos niños inocentes. Ceder al chantaje iba a ser lo peor para la eutaxia de Rusia. En su libro: «La estrategia del conflicto», el economista Thomas Schelling describió la «paradoja de la racionalidad»: «No es cierto, como ilustra el caso de la extorsión, que cuando se recibe una amenaza sea siempre ventajoso ser racional, especialmente si el hecho de que se es racional no se puede ocultar».
Falso, el ser racional significa no actuar bajo creencias o falsas expectativas. Una persona (un político) racional evalúa todas las posibilidades y actúa con prudencia política (aunque parezca una crueldad o inmoralidad) debe poner en la balanza la vida de unos pocos (cientos o miles) a la conservación del Estado.
El asalto a la embajada estadounidense en Teherán se produjo en noviembre de 1979, durante el infeliz gobierno de Jimmy Carter, un presidente de espíritu dialogante y pacifista, un verdadero progre, muy susceptible a las influencias religiosas. Todo concluyó felizmente con la liberación de los rehenes en enero de 1981, el día que tomaba posesión del gobierno Ronald Reagan, un presidente de características radicalmente opuestas a las del manisero de Georgia.
El derribo del avión malasio podría o debería ser el punto de partida de una nueva política occidental hacia Ucrania y Rusia (pero el debería es ajeno a la política), pero sólo van a producir más presiones para que Kiev y los rebeldes alcancen un acuerdo. Sobre las bases de Putin (obviamente), no sobre las de Kiev. Y la Guerra Fría o cualquier guerra serán enviadas al desván de la historia por Europa y los Estados Unidos de Barack Obama.
Mirando para otro lado, prefieren que Putin imponga su orden y restablezca sus esferas de influencia a tener que recurrir a la confrontación y la contención, o incluso la disuasión. Putin seguirá con su política y reabrirá el centro de espionaje electrónico de Lourdes, Cuba. Clausurado en 2001, tras un acuerdo sellado durante la visita que realizó a la isla caribeña el presidente ruso, Vladímir Putin, según publicó ayer el diario ruso Kommersant.
El centro fue cerrado hace 13 años por la compleja situación económica de Rusia en aquel entonces y por las reiteradas peticiones del gobierno de Estados Unidos.
«Nuestras relaciones (con EE.UU) se deterioraron mucho antes de (la crisis de) Ucrania. En realidad nunca han mejorado, salvo algunos períodos puntuales que han sido la excepción a la regla», señaló un alto funcionario ruso para explicar el resurgido interés de Moscú por las comunicaciones de Washington.
Tras la crisis de los misiles.
El sofisticado complejo de radares, capaz de captar señales electrónicas a casi 2.000 kilómetros y cubrir casi todo el territorio estadounidense, fue instalado en el suburbio de El Wajay, al suroeste de la capital, La Habana. Estima Kommersant que «su utilidad será incluso mayor, ya que a diferencia de entonces, Rusia no tiene medios de espionaje electrónico en el espacio y sus capacidades para interceptar comunicaciones mediante la flota son incomparablemente menores».
Construido por el servicio de espionaje militar soviético (GRU), el centro de Lourdes permitió a la Unión Soviética interceptar los planes de Washington contra Irak en 1991. Un ex coronel del servicio secreto (KGB) que desertó de Rusia dio a conocer en 1998 el alcance del centro.
Sostuvo este ex Coronel que, tras la invasión de Kuwait por parte de Saddam Hussein (1990), y la campaña para liberar al emirato árabe llamada operación
«Tormenta del Desierto» en enero de 1991. Moscú espió en todo momento desde la base de Lourdes los planes bélicos de la coalición internacional. De acuerdo a los servicios secretos occidentales, desde Cuba los rusos podían «interceptar faxes, conversaciones telefónicas y comunicaciones por computadoras».
En plena Guerra Fría, la base de Lourdes tuvo hasta 3.000 empleados y fue el centro más grande operado por Moscú en el exterior para reunir información de inteligencia de señales de radio. La base, que está ubicada a 250 kilómetros de la costa de Estados Unidos, también fue utilizada para proveer comunicaciones a los barcos rusos.
El presidente Putin, ordenó el cierre de la base en 2001 como parte de un esfuerzo para acercarse a los Estados Unidos tras los atentados terroristas del 11 de septiembre en New York y Washington. Y para ahorrar los aproximadamente 200 millones de dólares que Moscú pagaba cada año a Cuba por el uso. Bajo las políticas más agresivas del líder del Kremlin, más recientemente, varios buques de guerra rusos han hecho escala en Cuba y en Venezuela.
«Estamos estudiando la creación de puntos de asistencia y suministro en territorio de Cuba, las islas Seychelles y Vietnam», aseguró Víctor Chirkov, comandante en jefe de la Armada rusa, a la agencia oficial RIA-Nóvosti. El vicealmirante subrayó que Rusia, que ha lanzado un programa de rearme que incluye la adquisición de cuatro portahelicópteros, se ha marcado como objetivo estratégico de cara a los próximos años «el despliegue de las fuerzas de la Armada fuera de sus fronteras».
Precisamente, Cuba y Vietnam fueron dos de los puntos más calientes de la Guerra Fría, ya que tanto la URSS como Estados Unidos contaban con bases militares en esos dos estratégicos países. En diciembre de 2008, una flotilla rusa encabezada por el destructor caza submarinos «Almirante Chabanenko» abrió una nueva era al atracar en La Habana por vez primera desde 1991.
«Mantenemos desde hace años con Rusia una cooperación estratégica que seguirá progresando en el futuro. Por ello, cederemos a Rusia las infraestructuras en Cam Ranh, entre otras cosas para el desarrollo de la cooperación militar», señaló a la emisora de radio «La Voz de Rusia» el gobierno de Vietnam. Putin adelantó que Rusia entregará a Hanói un préstamo de 10.000 millones de dólares, que en su mayoría se destinará a costear la construcción por ingenieros rusos de una central nuclear.
Rusia, que reanudó hace unos pocos años las patrullas por los océanos Atlántico y Pacífico, y el mar Mediterráneo, cuenta actualmente con dos bases navales en el exterior, una en el puerto sirio de Tartus y otra en el ucraniano (hoy ruso) de Sebastópol. Además, está construyendo otra en el puerto de Ochamchira (mar Negro) de la región separatista georgiana de Abjasia, pese a las protestas de la OTAN.
Vladimir Putin aclaró que su país no pensaba reabrir las operaciones de inteligencia electrónica de la base Lourdes cercana a La Habana. Vladimir Putin llegó al poder de la mano de Boris Yeltsin para completar el entierro del comunismo, no para revivirlo. Pero la necesidad tiene cara de hereje y si eso significa meterse de nuevo en la cama con los Castro tiene sentido.
El 31 de diciembre de 1999, Boris Yeltsin, enfermo y alcoholizado, renunciaba a la presidencia del país dejando a su discípulo Putin al frente de la Federación Rusa con la secreta tarea de que le cuidara las espaldas y lo defendiera de las (fundadas) acusaciones de corrupción. Enterraron la Unión Soviética, disolvieron el Partido Comunista, privatizaron el aparato productivo con amigos y testaferros, renunciaron al colectivismo y a la planificación centralizada, y transformaron los servicios de inteligencia.
La base de Lourdes permaneció abierta durante el gobierno de Yeltsin. Putin, a poco de asumir el poder, la cerró, y lo hizo tan sorpresivamente que Fidel y Raúl Castro se enteraron por la prensa de la decisión del nuevo líder ruso, propinando un durísimo golpe a la economía y la vanidad de los Castro.
Raúl Castro necesita renovar su obsoleto arsenal de los años ochenta, plantas eléctricas, una línea de crédito, inversiones, ofreciendo como garantía los petrodólares venezolanos —su permanente fuente de financiamiento—, nada tiene para exportar a Rusia, y los médicos cubanos, son innecesarios y poco respetados en Rusia.
Al presidente Putin le conviene arreglar con Raúl Castro, porque se trata del padrino (godfather) de Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador, y mantiene unas magníficas relaciones con Argentina, Brasil y Uruguay. Aunque pobre, desorientado Raúl Castro paradójicamente es el director de la izquierda iberoamericana. Putin despreciaba a la familia Castro y los acusaba de: «mendicidad revolucionaria».
La cámara baja del Parlamento ruso ratificó un acuerdo firmado entre Rusia y Cuba para la anulación del 90 % de la deuda contraída por Cuba con la Unión Soviética. Un acuerdo firmado entre Moscú y La Habana el 25 de octubre de 2013 prevé la cancelación de la mayor parte de la deuda de 35.200 millones de dólares- unos 25.800 millones de euros- y el pago del resto (unos 3.500 millones de dólares) en diez años.
Luego de Cuba, Putin viajó a la Argentina el 12 de julio para encontrarse con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Todo lo que en el pasado se hizo contra una Unión Soviética fuerte, ahora da miedo repetirlo frente a una Rusia débil y en camino a una frágil situación. Eso dice Illan Berman en su libro: «Implosion. The End of Russia and What it Means for America».
Con un oso insaciable representa The Economist a Rusia en la portada de un número de la revista. Un oso que mete miedo, pero Rusia no es lo que aparenta, es más bien el nuevo enfermo de Europa, de cuya muerte por descomposición pueden derivarse consecuencias catastróficas. Rusia no es la Unión Soviética de la época de Stalin sino los despojos de un imperio que no le cuesta volver por sus fueros, difícil de soportar el peso estratégico del halcón Vladimir Putin (pero necesario) en su lucha por el poder.
Lo que debiera ser, más de las veces no puede ser, y es muy difícil, aunque no imposible que Rusia sea lo que quisiera ser: detrás de la rozagante aldea Potemkin que vende Russia Today (la Pravda de Putin), hay un vasto e inmenso territorio sacudida por miles tensiones capaz de eclosionar en una tremenda hecatombe.
El descomunal post imperio soviético tiene apenas 143 millones de habitantes, 8 habitantes por kilómetro cuadrado, para mediados de siglo puede perder un cuarto de su población y llegar a 2080 con un censo fantasmagórico: 52 millones en 17 millones de kilómetros cuadrados (3 habitantes por km2). Según las predicciones políticas proyectadas a un «futuro» no muy lejano.
La muerte y la emigración restan al censo medio millón de personas al año, el índice de fertilidad está en unos paupérrimos 1,61 niños por mujer (178 en el ranking mundial) y el número de abortos se mueve en el entorno del millón anual… o entre los 2 y 2,5 millones.
Rusia se vacía, y los que se quedan y no pertenecen a los círculos del poder o su entorno, viven una triste existencia hoy, el varón ruso promedio tiene una esperanza de vida seis años inferiores… ¿a la de su semejante europeo, japonés, australiano?; no: aunque parezca una broma, a la del hombre corriente de Botsuana, Madagascar o el Yemen.
Es cierto también, que las cifras y las mediciones, hay que tomarlas con mucho recelo, porque es evidente, que el hombre ruso o de cualquier parte (que en sí mismo no es nada, políticamente), ya que es algo por su pertenencia a los que lo rodean, su familia y la sociedad política que lo envuelve. No hay comparación entre un ruso y los pobres tipos de Botsuana, Madagascar o el Yemen, pertenecientes a sociedades casi prepolíticas, insertos en clanes o tribus.
Hoy, el varón ruso promedio tiene una esperanza de vida 13 años inferiores a la de un norteamericano (64 contra 77 años). El alcoholismo causa estragos, la tasa de homicidios triplica a la europea y se calcula que desde el fin de la Unión Soviética 800.000 personas se suicidaron.
Rusia podría ver en el futuro tambalear la Cruz por la Media Luna: entre 1989 y 2002 la población musulmana creció un 20 % (y la eslava menguó un 4 %); si en 1991 las mezquitas se contaban por centenares, hoy hay más de 8.000; en ese mismo año hicieron el Haj o hajj, es decir la peregrinación de los fieles islámicos a La Meca (Arabia Saudita), apenas 41 rusos, pero en 2009 fueron 40.000.
Moscú tiene 11,5 millones de habitantes, y hay 2,5 millones de musulmanes. Las proyecciones hablan de un 20 % de población islámica para finales de la década. ¿El bastión de la Cristiandad oriental convertido en Dar al Islam? La Iglesia ortodoxa ve temeroso que su país degenere en un «Irán ortodoxo». Y qué islam le espera a Rusia. ¿El tártaro oficial, moderado, o el wahabismo de los grupos más fanatizados?
El wahabismo tiene siempre detrás capital saudí guardián de las esencias suníes, cómo no tenerlo también en la Rusia que sostiene al Eje del Mal que conforman para Arabia Saudita, los regímenes heréticos de Damasco (alauita) y Teherán (chií). Por último, pero no menos importante (Last but not least) dirían en ingles más apropiadamente, China, con su vocación de volver a ser el Imperio del Centro está tendiendo innumerables redes por el continente asiático.
Rusia no es rival para China, ni demográfica ni económicamente, pero no así militarmente. China, de hecho, está tratando de comérselo en el Lejano Oriente ruso, generoso en recursos naturales que precisa para sostener su descomunal crecimiento, invirtió 3.000 millones de dólares en 2011, más de tres veces de lo que invirtió la propia Rusia.
El Lejano Oriente ruso es una zona deprimida que va despoblándose, y los que se quedan no son precisamente los mejores ni los más brillantes. Viven hoy 25,5 millones personas (tres millones menos que en 2000), menos de 6 habitantes por kilómetro cuadrado; mientras que al otro lado del río (el mítico Amur), China exhibe la densidad de población en la provincia de Heilongjiang de 210-220 habitantes por km2. «La expansión de China es un hecho en el Lejano Oriente ruso, y poco puede hacer Rusia por evitarlo», cita Berman un texto del Asia Times de 2006.
Pero ¿de verdad Putin no va a hacer nada contra lo que parece inexorable, habida cuenta de que el Lejano Oriente es lo que permite que Rusia sea el país con las primeras reservas de gas, las segundas de carbón y las novenas de petróleo? Yo no lo pienso así, sea como fuere, la cooperación sino-rusa, que es un hecho y de amplio espectro, tiene fecha de caducidad, como lo han tenido todas las cooperaciones o alianzas entre potencias.
Basta retroceder en el tiempo para encontrar un ejemplo, en la confrontación sino- soviética, que estuvo al borde (con muertes de ambos bandos, en la frontera) de una guerra de grandes proporciones. Las fronteras de Rusia (como todas las fronteras del mundo político actual), no son eternas o sostenidas para siempre.
«Implosión» de Berman, concluye así:
No sabemos qué dirección tomará Rusia en los años por venir, ni si será capaz siquiera de sobrevivir. De todas formas, lo que está claro es que el futuro de Rusia no es uno de dominación global, como parecen creer los actuales inquilinos del Kremlin (y sus interlocutores en Occidente). Más bien, es uno de convulsión étnica, demográfica y social.
Con todo respeto, pero no estoy de acuerdo en que los «inquilinos del Kremlin» crean que el futuro de Rusia es «de dominación global». Es más, ninguna potencia mundial actual, y estamos hablando de Estados Unidos, China y Rusia, puedan pensar seriamente en esos términos. El Orden Mundial impuesto por los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, ha llegado hace tiempo a su fin.
El actual Orden Mundial se nos presenta bajo un aparente desorden, que no es otra cosa que el reacomodamiento de las potencias, la Historia la hacen los vencedores y su motor es la dialéctica entre Estados. Obama y Europa siguen pensando y actuando como palomas, Europa en plena guerra fría proclamaba rojos antes que muertos, ese es su mapamundi y carecen de capacidad racional de entender que el Oso ruso no es la Gran Bestia del apocalipsis, de serlo ya los hubiese liquidado.
El Oso ruso da zarpadas con sus garras y se va (toco y me voy). Sabe que no puede emprender una carrera armamentista, que eso acabaría como la Unión Soviética sumida en una Implosion. Pero son ignorantes y no saben discernir que Vladimir Putin, como dicen en mi país, los corre con la vaina, se comen el amague y dan el volantazo.
Porque en el fondo no saben distinguir entre un charlatán de Parlamento y un «animal político», que estudia, analiza al «enemigo político», que sabe y conoce las debilidades humanas, que abraza y acaricia, pero también hace daño con sus garras.
Quienes creen que el «hombre es bueno por naturaleza» y en confían en su «bondad natural», y se van de rositas, que creen cándidamente que el motor de la Historia es el diálogo, el amor fraternal, y ama la Paz en sentido psicológico o espiritual y quiere erradicar (no sé cómo) la Guerra para siempre. Es mejor que se dedique a la jardinería, a la cocina o a cualquier otro menester.
Pero que no se meta en política que es un territorio vedado a los ilusos. En nuestro mundo realmente existente, un mundo repartido en Estados, es decir un mundo político. El Orden es un Orden impuesto por los vencedores, como debe ser, donde «unos pocos mandan y otros obedecen». (Mando y obediencia, así es la cosa).
Los gobernantes son una minoría y el pueblo, la plebe o la muchedumbre constituyen la mayoría, la clase de los gobernados (como Dios manda).
8 de agosto de 2014.