LOS HUTÍES DE YEMEN
A finales del siglo pasado, el exótico nombre de «hutíes» fue apareciendo en el concierto internacional, pero de manera restringida a un pequeño público, reducido al ámbito de los analistas o especialistas en la política internacional. A comienzos de este siglo y en las siguientes décadas se haría extensivo al conocimiento de una audiencia mayor, y en estas últimas semanas, su nombre fue acaparando las noticias, casi llegando a opacar el conflicto entre Israel y Hamas.
Este conflicto tiene gran relevancia por varias razones, una de ellas, por la escalada del conflicto dado casi en paralelo a la artera invasión de palestina sobre Israel, en la que han entrado los aliados del régimen de Irán desde El Libano, Siria, Irak y Yemen y que amenaza con extenderse por toda la región. Preocupa el ataque con misiles llevado a cabo por Irán contra la región del Kurdistan, en el norte de Irak.
El mismo papa Francisco mostró su preocupación: «Expreso mi cercanía y solidaridad a las víctimas, todas civiles, del ataque con misiles que ha golpeado una zona urbana de Erbil, capital de la región autónoma del Kurdistán iraquí», dijo al término de su tradicional audiencia general del miércoles con los fieles. Francisco que había viajado a Irak y a Erbil en marzo de 2021, recordó que «las buenas relaciones entre vecinos no se construyen con acciones de este tipo sino con el dialogo y la colaboración».
Los hutíes apoyan a Hamas en la guerra que estalló en Gaza el 7 de octubre de 2023, tras el ataque que la milicia palestina lanzó contra Israel y que dejó 1.200 muertos. Más de 24.000 personas han perdido la vida en Gaza ante la lógica respuesta israelí.
Tras el inicio de las operaciones militares de Israel en Gaza, los rebeldes hutíes dispararon decenas de misiles y aviones no tripulados hacia territorio israelí, y han atacado varios buques comerciales en el mar Rojo con drones y misiles balísticos disparados desde la costa de Yemen. Buques de guerra estadounidenses, británicos y franceses interceptaron muchos de estos proyectiles, pero a pesar de ello varios barcos resultaron alcanzados.
Ante esta situación, el Comando Central del ejército estadounidense dijo: «Estos ataques, si bien son lanzados por los hutíes en Yemen, están totalmente habilitados por Irán». Fue entonces cuando Estados Unidos propuso un grupo de trabajo naval para proteger el transporte marítimo comercial contra nuevos ataques hutíes.
El viernes 12, Estados Unidos y Reino Unido lanzaron una ofensiva que, de acuerdo al Pentágono, afectó «más de 60 objetivos en 16 ubicaciones de militantes hutíes, que cuentan con el respaldo de Irán», sistemas de radar, sitios de lanzamiento y almacenamiento de drones, instalaciones de almacenamiento y plataformas de lanzamiento de misiles y nodos de comando y control. También hubo reportes de ataques en Saná, la capital de Yemen, controlada por los hutíes, así como en el puerto hutí del mar Rojo de Hodeidah, Dhamar y Saada, el bastión del grupo en el noroeste del país.
El viceministro de Asuntos Exteriores de los hutíes, Hussein al-Izzi, afirmó en una televisora yemení que Estados Unidos y el Reino Unido «pagarán un alto precio» por esta «descarada agresión». Un portavoz militar de los hutíes señaló además que 5 de sus miembros murieron y otros 6 resultaron heridos.
Los rebeldes hutíes advirtieron que atacarían los barcos cuyo destino fuera Israel, hay que señalar que fueron atacados buques que no se dirigían a Israel. Hay que hacer notar que los hutíes, que desde 2015 buscan tomar el control de Yemen, un país que se encuentra justo a las puertas del mar Rojo, y han lanzado misiles y drones contra navíos cargueros que trataban de cruzar el Canal de Suez rumbo a Occidente desde Oriente y viceversa.
Debido a estos ataques, cinco grandes empresas navieras, entre ellas la petrolera British Petroleum (BP) y las navieras MSC, CMA CGM, Maersk y Hapag-Lloyd, fueron forzados a utilizar rutas comerciales mucho más largas para proteger a sus barcos, su tripulación y mercancías, provocando interrupciones en el transporte marítimo internacional. Esto está provocando un aumento del precio del petróleo.
Estados Unidos y el Reino Unido lanzaron el jueves pasado un ataque militar conjunto contra objetivos hutíes en Yemen. La ofensiva militar ordenada por Washington y Londres contra varias provincias controladas por los rebeldes ocurre tras meses de ataques por parte de los hutíes contra embarcaciones de banderas internacionales que utilizaban la ruta del mar Rojo. El día martes 16 de enero, el Ejército de Estados Unidos lanzó nuevos ataques contra objetivos hutíes dentro de Yemen, y que fueron apuntados a misiles balísticos antibuque del grupo rebelde respaldado por Irán.
Los ataques estadounidenses impactaron y destruyeron cuatro misiles balísticos antibuque hutíes, que estaban preparados para lanzarse desde áreas de Yemen. Los funcionarios militares agregaron que estos objetivos representaban una amenaza inminente para los buques comerciales y de la Armada de Estados Unidos en la zona, horas más tarde, los hutíes lanzaron un misil balístico antibuque hacia las rutas marítimas internacionales en el sur del mar Rojo, impactando en el M/V Zografia, un barco de transporte de granos con bandera de Malta. El barco no sufrió daños importantes y pudo continuar su viaje.
Estas refriegas se producen en medio de crecientes tensiones en Medio Oriente y temores de que el conflicto en Gaza entre Israel y Hamas pueda extenderse en la región. Los funcionarios estadounidenses han sostenido durante meses que el conflicto está contenido en el enclave, pero existen preocupaciones sobre una escalada en varios frentes y su desplazamiento.
Además de los continuos ataques de los hutíes, que Estados Unidos ha prometido responder si el grupo militante continúa amenazando el mar Rojo, el gobierno estadounidense también enfrenta frecuentes ataques contra sus fuerzas y de la coalición en Irak y Siria, todo mientras Israel y Hezbolláh están involucrados en combates transfronterizos.
El lunes pasado, el Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán lanzó ataques con misiles contra lo que llamaron una base de espionaje de la agencia de inteligencia de Israel, el Mossad, en Irak, y contra «grupos terroristas anti-Irán» en Siria. Un funcionario estadounidense dijo posteriormente que no se había atacado a personal ni instalaciones estadounidenses. Los ataques del martes 16 de enero que lanzaron contra la infraestructura de los hutíes tuvo como objetivo casi 30 posiciones controladas por estos en Yemen.
Los ataques impactaron sistemas de lanzamiento, instalaciones de producción, sistemas de radar de defensa aérea y nodos de mando y control del grupo yemení. Pero esta operación militar solo destruyó menos de un tercio de las capacidades armamentísticas de los hutíes. Durante semanas, los hutíes han lanzado decenas de ataques con drones y misiles contra barcos comerciales en el mar Rojo.
El lunes, un misil balístico hutí impactó contra un buque de carga estadounidense que transportaba productos de acero, lo que parece ser la primera vez que el grupo respaldado por Irán ataca con éxito un buque comercial operado y tripulado por Estados Unidos. El presidente, Joe Biden, dijo el pasado jueves, tras los ataques liderados por su país, que «no dudaría en tomar medidas adicionales para proteger a nuestro pueblo y el libre flujo del comercio internacional según sea necesario».
El viernes 12, Estados Unidos realizó ataques adicionales utilizando misiles de ataque terrestre Tomahawk contra una instalación de radar utilizada por los hutíes. En el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, refiriéndose a los ataques dijo que no buscaban disuadir «completamente» a los hutíes, sino a degradar sus capacidades «para que su habilidad de llevar a cabo ataques sostenidos y complejos se vuelva más difícil».
«Pero no dijimos cuando lanzamos nuestros ataques que terminarían de una vez por todas, o que los hutíes serían disuadidos por completo», aclaró Sullivan. «Anticipamos que los hutíes continuarían tratando de mantener en riesgo esta ruta crítica, y seguimos reservándonos el derecho de tomar más medidas, pero esto debe ser un esfuerzo conjunto».
Los permanentes ataques de los rebeldes hutíes han logrado aumentar los costos de transporte marítimo a nivel mundial, y que los transportistas de carga o sus clientes opten por rutas alternativas más largas desde Asia a Europa y Estados Unidos, e hicieron sonar y las alarmas sobre los costos económicos en caso de una guerra más amplia. Casi una quinta parte de las cargas que llegan a los puertos de la costa este de Estados Unidos transitan por el Canal de Suez. Paneles solares, baterías de vehículos eléctricos, juguetes y aspiradoras se encuentran entre los productos que realizan ese viaje.
Los fabricantes de automóviles Tesla y Volvo dijeron estos días que paralizarían sus plantas en Alemania debido a la escasez de repuestos relacionada con la interrupción. La petrolera británica Shell detuvo todos sus envíos a través del Mar Rojo. El buque el Gibraltar Eagle, fue alcanzado por un misil, otro buque de carga fue atacado en el Mar Rojo el martes, mientras que una segunda compañía petrolera importante comenzó a alejar sus buques cisterna de la vía fluvial del Mar Rojo. Nadie se atribuyó la responsabilidad de los últimos ataques, que se produjeron tras una tercera ronda de acciones militares estadounidenses contra objetivos hutíes en Yemen.
Los ataques están empezando a extenderse más allá del Mar Rojo hasta el Golfo de Adén, que desemboca en el Mar Arábigo y el Océano Índico, lo que amenaza el acceso marítimo a Djibouti, la puerta de entrada comercial para los 120 millones de habitantes de Etiopía, y complica la tarea que enfrentan los planificadores militares de Estados Unidos y sus aliados. Se espera que el Canal de Suez, que maneja entre el 10 y el 15% del comercio mundial de petróleo, quede efectivamente cerrado al transporte marítimo internacional.
Enviar un barco a través del Canal de Suez costará ahora entre 3 y 5 millones de dólares, incluidos mayores gastos de seguro, seguridad e indemnización por el peligro para la tripulación. El desvío alrededor del Cabo de Buena esperanza, en el sur de África, que añade de siete a nueve días al viaje desde Asia, podría costar sólo 2 millones de dólares para el mismo tipo de barco.
Si los ataques en el Mar Rojo continúan, algunos transportistas de la costa este de Estados Unidos podrían optar por traer sus mercancías a través de los puertos de la costa oeste antes de cargarlas en trenes de carga para el viaje hacia el este. Desde el estallido de los combates en Medio Oriente, el costo de enviar un contenedor estándar desde China a Europa se ha disparado a más de 4.700 dólares desde menos de 1.000 dólares, según el índice Freightos.
Esto constituye un aumento espectacular, pero no llega al pico de la era de la pandemia de alrededor de 15.000 dólares de hace dos años. Los costos de envío no han aumentado más porque la industria tiene mucha capacidad excedente. Esa capacidad adicional está permitiendo a la industria absorber la interrupción actual reasignando buques a las rutas marítimas más largas alrededor del Cabo de Buena Esperanza.
En circunstancias diferentes, la decisión de grandes compañías petroleras como Shell de detener el transporte marítimo a través del Mar Rojo tendría un impacto importante. Pero la demanda y la oferta de energía son amplias. Con la economía china en dificultades y la producción de petróleo estadounidense en un nivel récord, el impacto de los ataques hutíes es limitado.
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En el Yemen hay una guerra civil que enfrenta al gobierno suní y a los hutíes, que es un movimiento chií zaidí que controla de facto la capital, Saná. Este conflicto está creando la mayor crisis humanitaria del mundo. Los hutíes son un movimiento político religioso que se opone al gobierno Suní de Yemen. Estos se autodenominan «Ansarolá» o «Ansar Allah» (partidarios de Dios en árabe) y surgieron en los años noventa como reacción al creciente poder de Arabia Saudita en la península arábiga y por las malas condiciones de vida.
Adhieren a una rama del islam chiita conocida como zaidismo. Los zaiditas conforman un tercio de la población y gobernaron Yemen del Norte bajo un sistema conocido como imamato por casi 1.000 años, hasta 1962. En la actualidad, el dominio de este grupo rebelde no abarca la totalidad de Yemen, un país predominantemente sunita, lo que presagia un recrudecimiento de la violencia sectaria en el país.
El mundo islámico está dividido entre sunitas y chiítas, y entre ambos conforman casi la totalidad del islam. Además, para los islámicos, sean sunitas, chiítas u otras denominaciones, lo social, lo político y lo religioso son una misma cosa, no existe una separación entre la mezquita y el Estado.
Esta división religiosa ha delineado los apoyos externos en el conflicto. Por un lado, Arabia Saudita apoya al gobierno yemení sunita. La principal potencia islámica suní quiere mantener la paz en la región y en su frontera, que fue atacada varias veces por los hutíes. Por otro lado, Irán como potencia chiíta apoya a los hutíes por su interés estratégico en la región y niega las acusaciones tanto de Estados Unidos y Arabia Saudita de proporcionarles armamento.
Mientras que el zaidismo predomina en el norte de Yemen, el gobierno suní controla el sur del país, donde a su vez organizaciones salafistas como Al-Qaeda dominan algunas zonas. El objetivo de los hutíes es recuperar el poder que perdieron en 1962. En 2014 establecieron un gobierno autónomo de facto en Saná, la capital yemení, y desde 2016 controlan el noroeste del país.
El nombre «hutíes» procede del primer líder del movimiento, de Hussein Badr al Din al Huti, quien lideró el primer alzamiento del grupo en 2004, en un esfuerzo por obtener mayor autonomía para la provincia de Sadá -que consideran como suya- y para proteger la religión zaidista y sus tradiciones culturales de lo que perciben como una usurpación por parte de los islamistas sunitas.
Luego de que soldados yemeníes mataran a Huti a finales de 2004, su familia tomó el control y lideró otras cinco rebeliones antes de que un cese el fuego fuese acordado con el gobierno en 2010. En 2011, los hutíes se unieron a las protestas en contra del expresidente Salé –cuyo régimen se extendió por más de 30 años– y sacaron ventaja del vacío de poder para expandir su control territorial en las provincias de Sadá y la vecina Amran. Posteriormente participaron en la Conferencia para el Diálogo Nacional, en la que el presidente Hadi terminó anunciando planes para que Yemen se convirtiera en una federación de seis regiones. Corría febrero de 2014.
En julio de ese año, en la provincia de Amran, los hutíes propinaron varias derrotas a grupos tribales y militantes que estaban respaldados por el principal partido islamista del país, Islah. Los hutíes sostienen que los yemeníes acogieron a estos grupos porque se sentían frustrados con un gobierno de transición dominado por sectores vinculados con al antiguo régimen, incluyendo las familias Saleh y Ahmar y el propio partido Islah.
Los reclamos de los hutíes se iniciaron en los noventa, cuando Huseín al Huti criticó al gobierno por corrupción y demandó mayor autonomía política para los zaidíes. El entonces presidente Alí Abdalá Salé su respuesta fue reprimir las protestas en contra del gobierno a inicios del 2000. En 2004, los hutíes se rebelaron contra el gobierno de Salé y Al Huti fue asesinado. Tras la derrota del movimiento y hasta 2010, los hutíes se enfrentaron unas cinco veces con el gobierno yemení.
Durante la Primavera Árabe en 2011, las protestas se organizaron en contra de la corrupción del gobierno, exigiendo la dimisión de Salé. Éste se ofreció a dimitir, pero a último momento se negó. La oposición atacó la capital, dando comienzo a la llamada Revolución yemení hasta el año siguiente. Salé transfirió el poder a su vicepresidente, Masur al-Hadi. En el 2014 los hutíes habían conseguido expulsar a los grupos salafistas del norte del país y avanzaron hacia Saná.
En el 2014 tomaron la capital, disolvieron el Parlamento y en el 2015 formaron un Comité Revolucionario para establecer un sistema de gobierno autónomo de facto. A partir de entonces, la guerra civil de Yemen adquirió un tinte regional. Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos (EUA) y Bahréin, formaron una coalición para devolver a Al Hadi al poder. Se llevaron a cabo acciones terrestres y bombardeos.
El expresidente Salé vio esto como una oportunidad para volver al gobierno y se alió con los hutíes. Juntos continuaron su avance hacia el sur, pero en 2017 Salé anunció el fin unilateral de la alianza y su acercamiento a Arabia Saudita. Dos días más tarde, los hutíes lo asesinaron. Desde entonces realizaron ataques tanto contra las tropas de Al Hadi como contra las fuerzas sauditas en la frontera.
El conflicto en Yemen había sumido a la población en la mayor crisis humanitaria del mundo. Para finales de 2021 había 377.000 muertos y, según Amnistía Internacional, todas las partes del conflicto habían cometido violaciones de derechos humanos. La coalición de Arabia Saudita bloquea los puertos yemeníes, lo que impide la entrada de la ayuda humanitaria. Actualmente veinticuatro millones de personas, el 75% de la población yemení, necesitan ayuda humanitaria y protección. Casi veinte millones sufren una enorme inseguridad alimentaria, y unos 18.000.000 no tienen servicios sanitarios básicos.
En abril de 2023, ante semejante crisis, se realizaron negociaciones entre Arabia Saudita y los líderes hutíes para finalizar el conflicto. Sin embargo, se paralizaron en octubre, cuando los hutíes atacaron a Israel como represalia a su asedio a la Franja de Gaza. Los ataques son parte de la estrategia del Eje de la Resistencia chií. Los hutíes, parte de esta coalición, lanzaron misiles contra el Estado hebreo el 20 de octubre que fueron interceptados por un barco estadounidense, y se confirmó su autoría en otros interceptados por Israel.
El acercamiento entre Arabia Saudita e Israel, fue neutralizado de acuerdo a los mismos planes por Irán, para evitar el acuerdo entre Arabia Saudita e Israel, que quedó paralizado tras la guerra en Gaza, y la posibilidad de un conflicto regional dificultan el futuro de las negociaciones en Yemen.
Los hutíes son un grupo armado de la minoría musulmana chiita del país, los zaidíes, y que luego de la invasión a Irak encabezada por Estados Unidos en 2003, estos adoptaron el lema: «Dios es grande. Muerte a Estados Unidos. Muerte a Israel. Maldición a los judíos y victoria para el Islam». Se declaran parte del «eje de resistencia» liderado por Irán contra Israel, Estados Unidos y Occidente en general, junto con Hamas y Hezbolláh.
Es por ello que los barcos con destino a Israel son atacados en el Golfo, eso los muestra como que en realidad están luchando contra los imperialistas, contra los enemigos de la nación del Islam y eso queda muy bien en su base de seguidores. En 2017 mataron a Alí Abdalá Salé cuando el ex presidente intentó cambiar de bando para unirse a los sauditas, como lo habíamos explicado.
Los rebeldes hutíes siguen el modelo de Hezbolláh, el grupo armado chiita de El Líbano. El grupo Hezbolláh les ha proporcionado amplia experiencia y entrenamiento militar desde 2014. Los hutíes también consideran a Irán como un aliado ambos son chiítas, y porque Arabia Saudita es su enemigo común. Irán se encarga de suministrar armas a los rebeldes hutíes. Estados Unidos y Arabia Saudita dicen que Irán suministró los misiles balísticos que los hutíes dispararon contra la capital saudí, Riad, en 2017, y que fueron derribados.
Arabia Saudita también culpó a Irán de suministrar los misiles de crucero y los drones que los hutíes utilizaron para atacar las instalaciones petroleras saudíes en 2019. Los hutíes han disparado decenas de miles de misiles de corto alcance contra Arabia Saudita y también han atacado objetivos en Emiratos Árabes Unidos. El suministro de estas armas violaría un embargo de armas de la ONU. Irán ha negado su implicancia.
Este conflicto sucede en una de las principales rutas marítimas del mundo, cualquier barco que pase por el Canal de Suez hacia o desde el Océano Índico debe hacerlo por el estrecho de Bab al-Mandab y el Mar Rojo. El Canal de Suez es la ruta marítima más rápida entre Asia y Europa y es particularmente importante para el transporte de petróleo y gas natural licuado (GNL). Unos nueve millones de barriles de petróleo por día se enviaron a través del Canal de Suez en la primera mitad del 2023, y cerca del 15% de los bienes importados a Europa, Medio Oriente y el norte de África fueron enviados desde Asia y el Golfo por mar.
Eso incluye el 21,5% del petróleo refinado y más del 13% del petróleo crudo. Pero no se trata sólo del petróleo. Las embarcaciones transportan todo tipo de bienes de consumo que se ven en las tiendas, como televisores, ropa, zapatillas y equipamiento deportivo.
El gobierno oficial de Yemen es el Consejo de Liderazgo Presidencial, al que el presidente Abd-Rabbu Mansur Hadi transfirió sus poderes en abril de 2022. Tiene su sede en Riad. Sin embargo, la mayor parte de la población yemení vive en zonas bajo control hutí, y la organización recauda impuestos en la parte norte del país y también imprime dinero.
Ahmed al Bahri, un experto en el movimiento hutí, afirma que en 2010 los hutíes tenían entre 100.000 y 120.000 seguidores, compuestos por tropas armadas y partidarios desarmados. La ONU también dijo que casi 1.500 niños reclutados por los hutíes de Yemen murieron en combates en 2020, y cientos más en el 2021. Los hutíes controlan gran parte de la costa de Yemen en el mar Rojo, desde donde lanzan sus ataques contra el transporte marítimo.
Desde la Casa Blanca, el presidente Joe Biden, dijo que los ataques fueron una «respuesta directa a los ataques sin precedentes de los hutíes» contra el transporte marítimo internacional, agregando que eran necesarios después de que se ignoraran los intentos de la diplomacia.
«Estos ataques selectivos son un mensaje claro de que Estados Unidos y nuestros socios no tolerarán ataques contra nuestro personal ni permitirán que actores hostiles pongan en peligro la libertad de navegación en una de las rutas comerciales más críticas del mundo», dijo Biden. A su vez el primer ministro británico, Rishi Sunak, también condenó los ataques hutíes como desestabilizadores, confirmando la participación de aviones de combate británicos en los ataques del jueves.
«Sus acciones imprudentes están poniendo en riesgo vidas en el mar y exacerbando la crisis humanitaria en Yemen», dijo Sunak en un comunicado. «Esto no se puede sostener». Es la primera vez que objetivos hutíes dentro de Yemen han sido atacados desde que los militantes comenzaron a atacar barcos en el Mar Rojo tras el ataque de Hamas a Israel el 7 de octubre.
Desde mediados de noviembre se han lanzado 27 ataques desde zonas de Yemen controladas por los hutíes, que han afectado a ciudadanos, carga y embarcaciones de más de 50 países, según Estados Unidos. En el mes pasado, la acción defensiva de Estados Unidos evitó que un ataque hutí golpeara y probablemente hundiera un barco comercial lleno de combustible para aviones.
Antes de los ataques liderados por Estados Unidos y Gran Bretaña el jueves por la noche, varios funcionarios estadounidenses advirtieron tanto a los hutíes como a Irán contra lo que describieron como un comportamiento imprudente e ilegal. El secretario de prensa del Pentágono, el mayor general Pat Ryder, dijo el jueves en respuesta a una pregunta periodística: «Habrá consecuencias».
Agregó Pat Ryder: «Los hutíes son financiados, entrenados y equipados por Irán en gran medida. Y, por lo tanto, sabemos que Irán tiene un papel que desempeñar en términos de ayudar a detener esta actividad imprudente, peligrosa e ilegal». La semana pasada, Estados Unidos y 12 aliados habían emitido un comunicado advirtiendo a los hutíes de consecuencias no especificadas si continuaban sus ataques contra el transporte marítimo en el Mar Rojo.
«Que nuestro mensaje sea claro: pedimos el fin inmediato de estos ataques ilegales y la liberación de los buques y tripulaciones detenidos ilegalmente», decía el comunicado. Entre los firmantes de la declaración se encontraban Gran Bretaña, Australia, Canadá, Alemania y Japón. La declaración siguió al lanzamiento de la «Operación Guardian de la Prosperidad» por parte de Estados Unidos, Gran Bretaña y unos 20 países para proteger a los barcos de los ataques hutíes.
Desde el lanzamiento de «Prosperity Guardian», al menos 1.500 buques han pasado sin problemas por el estrecho de Bab el-Mandeb, que conecta el Mar Rojo con el Golfo de Adén. El comandante de las operaciones de la Armada de Estados Unidos en Oriente Medio la calificó la semana pasada como «la mayor presencia aérea y de superficie en el sur del Mar Rojo en años».
El Consejo de Seguridad de la ONU emitió su propia resolución el miércoles pasado, pidiendo a los hutíes que detengan los ataques de inmediato. No es de esperar que los ataques de Estados Unidos y Gran Bretaña contra los hutíes, puedan disuadir a Teherán. «Irán tiene el lujo de luchar realmente en lo que yo llamaría una operación de mano oculta con muy pocos iraníes sobre el terreno», dijo el excomandante del Comando Central de Estados Unidos, el general retirado Kenneth “Frank” McKenzie.
Esta no es la primera vez que el ejército estadounidense ataca sitios de lanzamiento hutíes en Yemen en respuesta a ataques militantes contra embarcaciones en aguas cercanas. En octubre de 2016, el destructor estadounidense USS Nitze lanzó misiles de crucero Tomahawk contra tres sitios de radar a lo largo de la costa yemení del Mar Rojo con el fin de degradar la capacidad de los hutíes para rastrear y apuntar a barcos.
El gobierno de los Estados Unidos, este miércoles 17, anunció que considerará nuevamente a los rebeldes hutíes de Yemen como terroristas, e impondrá nuevas sanciones sobre este grupo pro iraní. La medida entrará en vigor en 30 días, es decir el 16 de febrero. «Estos ataques son una definición de manual de terrorismo», explicó uno de los funcionarios estadounidenses.
Durante el próximo mes, las autoridades se abocarán a «diseñar» la forma de como implementar las sanciones que implican la designación, que estarán principalmente enfocadas en «cortar la financiación» de los hutíes a través del sistema financiero internacional. Biden ordenó cortar el financiamiento de los rebeldes afectando lo menos posible a la población civil. La Casa Blanca puso el énfasis en que Joe Biden ordenó que el grupo sea catalogado como «Terrorista Global Específicamente Designado» (SDGT por sus siglas en inglés) en lugar de: «Organización Terrorista Extranjera» (FTO en inglés).
En el pasado, la milicia rebelde ya había sido incluida en las listas. Durante la presidencia de Donald Trump, el mandatario sumó a los hutíes en ambas categorías -SDGT y FTO- pero, al asumir el cargo, Biden dejó sin efecto la medida para no agudizar la situación humanitaria allí, una nueva reivindicación para Donald Trump.
17 de enero de 2024.