LOS COLABORADORES DEL NAZISMO
Ricardo Veisaga
Mordechai Chaim Rumkowski, sentado al centro.
El mes pasado el gobierno polaco aprobó una ley que castiga con hasta tres años de cárcel el uso de la expresión «campos de concentración polacos» para referirse a los centros de exterminio de judíos situados en el territorio del país centroeuropeo bajo la ocupación nazi. También tipifica penalmente las acusaciones a Polonia de complicidad con los crímenes del Tercer Reich.
La ley argumenta que es «necesario» proteger la reputación de Polonia, y asegurar que se reconozca que tanto los polacos como los judíos fueron víctimas de los nazis. «Cada polaco tiene el deber de defender el buen nombre de Polonia. Al igual que los judíos, también fuimos víctimas», en expresión de la ex primera ministra Beata Szydlo.
El primer ministro de Polonia Mateusz Morawiecki dijo que el genocidio no solo tenía perpetradores polacos, ucranianos y alemanes, sino también judíos. Jonny Daniels, un activista de la conmemoración del holocausto en Polonia, sostuvo que lo que Morawiecki dijo es técnicamente preciso, pero históricamente injusto a la luz de la naturaleza específica de la persecución nazi de judíos.
Hasta 1972, docenas de acusaciones condujeron a juicios en Israel de supuestos colaboradores judíos con los nazis, dijo Rivka Brot, miembro de la Universidad Bar-Ilan. Rivka Brot escribió su tesis doctoral sobre el enjuiciamiento de colaboradores judíos. Ninguno de los juicios terminó con una sentencia de más de dieciocho meses de prisión.
Incluso antes del establecimiento de Israel, se establecieron tribunales comunales no oficiales para procesar las denuncias contra presuntos colaboradores judíos en campos de personas desplazadas en Europa. Al carecer de poderes legales vinculantes, estos tribunales pronunciaron sentencias simbólicas de culpabilidad que significaban excomunión para los condenados.
Los polacos, agregó Brot, sufrieron mucho bajo el poder de los nazis, «pero la mayoría no estaban sujetos a las mismas circunstancias que los judíos destinados a la aniquilación». Pero tampoco se puede señalar a los polacos como responsables, cuando ellos fueron víctimas del acuerdo nazi-soviético. Los colaboradores judíos incluyeron «kapos» y otros funcionarios de la estructura de poder interno que los nazis crearon.
La excusa de muchos judíos es que ayudaron a los nazis a localizar a otros judíos que vivían escondidos a cambio de la libertad de los colaboradores o la de sus parientes. Los judíos que colaboraron dentro de los campos y guetos a menudo decían en su defensa que no lo hicieron para mejorar su propia situación, sino para mejorar las vidas de otros judíos.
Eliezer Gribaum, un kapo judío polaco, acusado de golpear sin piedad a los reclusos en el campamento de Birkenau y luego asesinado en la Guerra de Independencia de Israel, dijo que aceptó el cargo para salvar a varios conocidos. Hubo judíos que permanecieron fuera de los campos o guetos ayudando a los nazis a perseguir a otros judíos eso lo hace imperdonable.
Es el caso del judío húngaro George Soros que señalaba a las familias judías que luego serían saqueados y enviados a los campos de concentración. O el caso una mujer en la aldea de Chociszewo que denunció a su marido no judío a los alemanes por entablar una relación amorosa con una judía a quien había escondido, y que luego fue asesinado por las tropas rusas.
Quiero mostrar algunos casos como ejemplo de la maldad no ya sólo nazi (los responsables directos) sino de los hombres en general. Muchos piensan que el Holocausto fue ejecutado enteramente por los alemanes, responsables de su detención, identificación, deportación de judíos y gitanos a los campos de la muerte. Pero, a decir verdad, también hubo otros que ayudaron a los nazis, identificando a sus compañeros.
Muchos de estos colaboradores, dijeron que lo hicieron porque fueron obligados, o para salvar a su propia familia y a sus amigos. También los miembros de los Judenrats, consejos judíos establecidos en los guetos que respondían ante los alemanes, fueron colaboradores en muchos casos. Algunos de ellos se suicidaron para no cumplir las órdenes de aniquilación de los alemanes contra poblaciones del gueto, como niños y mujeres.
Stella Kübler, nacida Goldschlag, en Berlín. Según su biógrafo, Peter Wayden, la describe como una mujer encantadora y hermosa, con su cabello rubio y ojos azules, que apenas parecía judía. Goldschlag fue arrestado junto a sus padres mientras intentaban salir de Alemania. Había estudiado en una escuela judía y vivía en el gueto judío, por lo mismo, conocía a judíos que estaban en la clandestinidad.
Stella accedió a trabajar para los nazis, para que sus padres no fueran deportados y permaneció en su servicio hasta el final de la guerra. Los nazis sabían del amor a sus padres y que haría cualquier cosa para mantenerlos vivos, fingió ayudar a los judíos para que se escondieran, y se convirtió en una «recolectora».
Rolf Isaaksohn, junto a Stella Kübler. A la izquierda, Stella.
Goldschlag usó su buena apariencia para ganar la confianza de la gente, les ofrecería comida y alojamiento, sólo para entregarlos a los nazis para su deportación. Kübler y otros delatores recibieron documentos especiales de la Gestapo, armas, y algunos un bono en efectivo de 200 marcos por cada judío que ayudaron a atrapar.
Stella Goldschlag, en 1943, se casó con Manfred Kübler, quien sería deportado a Auschwitz, luego se casaría con Rolf Isaaksohn, se calcula que ayudó a atrapar a cerca de 3.000 judíos. También se registra que se le ofreció 300 reichsmarks como pago por cada judío que atrapaba, incluso después de que sus padres fueran enviados a un campo de concentración, ella siguió atrapando a los judíos para los nazis. Los alemanes la nombraron «veneno rubio».
Después de la guerra, fue juzgado dos veces por sus acciones, una vez por un tribunal soviético que la sentenció a 10 años de cárcel y luego por uno de Alemania Occidental, que la condenó, pero entendió que ya había cumplido su pena. Se convirtió al cristianismo y en una antisemita. Durante el resto de su vida habló con odio sobre el pueblo judío, hasta su muerte acaecida en 1994, fue una de las favoritas entre los editores de literatura antisemita. Goldschlag se suicidó en 1994 saltando por una ventana.
Rolf Isaaksohn, de manera voluntaria se ofreció a trabajar como receptor de la Gestapo. Se jactaba de poder llenar un tren entero de judíos para su deportación. Rolf tenía un especial talento para falsificar documentos. Muchos judíos se dirigían a Isaaksohn por ayuda y él los entregaba. Se dice que realmente amaba traicionar a su propio pueblo, y muchos judíos vivían temerosos de los Isaaksohn. Según Peter Wayden, que escribió sobre la pareja, los Isaaksohns eran muy innovadores en la forma de sacar judíos a la luz, ocultos de los nazis.
No les importaba si estas personas eran amigos de la infancia. Se comprobó que causaron la muerte de más de 2.000 judíos. Cuando Rolf se casó con la recaudadora Stella Goldschlag (Kübler), ambos fueron aún más eficaces que la propia Gestapo para arrestar a los judíos en la clandestinidad. Rolf Isaaksohn y Stella, entregaron a los nazis a sus propios parientes, un tío, en el caso de Isaaksohn, según una exposición de Der Spiegel de 1992, acerca de los cazadores judíos de judíos.
Calel Perechodnik, escribió un famoso libro titulado: «Am I a Murderer?» (¿Soy un asesino?), es la memoria sobre su vida de judío polaco que se unió a la policía en el ghetto de Otwock, durante la ocupación alemana nazi de Polonia. Nació el 8 de septiembre de 1916 en Otwock, al sureste de Varsovia y murió en octubre de 1944. Obtuvo una licenciatura en agronomía en la Universidad de Ciencias de la Vida de Varsovia y una maestría en una universidad en Toulouse, Francia. La esposa de Perechodnik, Anka (Chana) née Nusfeld, también era de Otwock; dirigió un cine llamado Oasis con sus dos hermanos.
La única hija de Calel y Anka, Alinka (Athalie), nació el 19 de agosto de 1940, un año después de la invasión alemana a Polonia. En 1940, Perechodnik y su familia, junto con los otros 8.000 judíos de Otwock, se vieron obligados a mudarse al ghetto Otwock. Para proteger a su esposa e hija, en febrero de 1941, Perechodnik se unió a la policía judía del gueto organizada por el Judenrat bajo órdenes alemanas. A principios de 1942, las autoridades alemanas iniciaron la liquidación del ghetto. La policía judía recibió la orden de ayudar en el arresto de judíos que fueron llevados a la estación y cargados en trenes de mercancías que se dirigían al campo de exterminio de Treblinka.
El comandante de la Policía del ghetto le había prometido que su familia estaría protegida, el 19 de septiembre de 1942, Perechodnik llevó a su esposa e hija a la plaza principal del ghetto. Pero la promesa no se cumplió, Anka y Alinka, estaban entre los 8.000 judíos de Otwock enviados a morir en Treblinka.
Perechodnik, sería enviado a un campo de trabajo forzado, constantemente se culpaba por la muerte de su familia. Antes de su envío a Treblinka, Anka le pidió a Calel en distintas ocasiones que obtuviera un kennkarte falso para ella, que la identificara como polaca étnica ya que no tenía el típico aspecto judío. Más tarde, Calel escribió que fácilmente podría pasar por un polaco si se teñía el pelo.
Perechodnik no pudo obtener el kennkarte para su esposa a tiempo, en parte debido a su pereza y en parte debido a su «falta de confianza en tales cosas». El 20 de agosto de 1942, Calel escapó a Varsovia. Su padre, de apariencia aria, permaneció en libertad para mantener a la familia hasta que fue capturado por la Gestapo y ejecutado. Calel pasó más de cien días oculto con su madre y otros judíos en el apartamento de una mujer polaca que arriesgó su propia vida para salvarlos. Mientras estaba escondido, pasó el tiempo escribiendo, la última entrada en sus memorias habla de su última voluntad y fechada el 23 de octubre de 1943.
Luego se unió al metro polaco, fue durante este tiempo que contrajo tifus. El 1 de agosto de 1944, el Levantamiento de Varsovia comenzó como parte de la Operación Tempestad a nivel nacional. Perechodnik participó en el levantamiento como parte del Batallón Chrobry II. Sobre su muerte existen varias teorías, una de ellas dice que se suicidó ingiriendo cianuro luego del fracaso del Levantamiento. Hay quienes afirman que fue asesinado por los saqueadores después del levantamiento. Otra (declarada en la carta de Henryk Romanowski a su hermano Pesach Perechodnik, después de las memorias en el libro) afirma que fue quemado vivo en el búnker, que no pudo salir debido al tifus, entonces Calel tenía 27 años.
Según sus memorias, desarrolló un odio hacia los judíos, culpándolos por la forma en que fueron tratados. Rechazó la fe y las tradiciones judías, la creencia en Dios y las tradiciones religiosas de su familia judía ortodoxa. Se volvió muy rencoroso con los judíos y objeto de sus críticas, los culpó de provocar estos eventos contra ellos debido a su insistencia en el aislamiento cultural y religioso. Sostenía que la culpa del odio de otras naciones se debía a que los judíos decían ser una raza elegida. Era sarcástico con los demás, y se autodespreciaba por su propia judeidad. Sus diarios de guerra fueron publicados póstumamente como Am I a Murderer? por el Centro Karta de Varsovia, en 1995
Józef Andrzej Szerynski, nació el 8 de noviembre de 1893 (otras fuentes en 1892), y murió el 23 o 24 de enero de 1943 en Varsovia. A Józef pese a nacer judío no le gustaba ser judío; luchó en el ejército ruso durante la Primera Guerra Mundial. Luego de que Polonia recobrase la independencia, trató de distanciarse de los judíos se bautizó y cambió su nombre de nacimiento de Josef Szynkman a Józef Andrzej Szerynski. Asumió la actitud de un antisemita, se refería a los judíos como «ganado», en el período de entreguerras se unió al Campo de Unidad Nacional.
La única foto de Józef Andrzej Szerynski, de espaldas.
A partir de 1920, comisionado de la Policía Estatal, al año siguiente fue promovido al comisionado (1921) y en 1930 como subinspector. Antes del estallido de la guerra, inicialmente era el jefe del departamento de organización en la Jefatura de la Policía Estatal, y en 1935 ocupó la oficina del oficial de inspección y vicejefe provincial en Lublin, al momento de estallar la Segunda Guerra Mundial. Durante la Segunda Guerra Mundial, fue nombrado el primer comisario supremo del Servicio de Orden Judío (SP) del Ghetto de Varsovia.
La Gestapo lo acusó de identificar a los judíos para que fueran deportados a los campos de exterminio, cumplió su deber sin ninguna duda, llevando a miles de hombres, mujeres y niños al campo de exterminio de Treblinka. Durante la ocupación trabajó inicialmente en la oficina de expedición, fue arrestado, fue liberado y se fue con su esposa e hija a Varsovia, donde trabajó como empleado en una oficina de transporte en el gueto. En octubre de 1940, el presidente de la comuna judía de Varsovia, Adam Czerniakow, le confió la formación del Servicio de la Orden Judío (SP). Como comisionado, el SP fue responsable de la persecución de la población del gueto, participó en registros y detenciones.
Szerynski junto con su esposa y su hija de 16 años, vivía en un bloque policial en ul. Nowolipki 10, donde ocupaba solo una habitación, sin usar su posición para ocupar todo el departamento. Era una persona privilegiada en el gueto, eximido de portar el brazalete con la Estrella de David.
Famoso por su explosividad y agresión hacia subordinados y llenar puestos con sus amigos, sobornar y mantener intereses ilegales en el ghetto. Totalmente subordinado a los alemanes, informaba a las autoridades alemanas sobre el ghetto dos veces a la semana. En noviembre de 1941, sin embargo, se negó a ejecutar la orden emitida por los alemanes para disparar a los judíos detenidos en Gęsiówka. Por el decomiso de unas pieles y un intento de contrabando en el lado ario, fue arrestado el 1 de mayo de 1942 y fue a la prisión de Pawiak. Estaba a punto de ser ejecutado, sus deberes fueron asumidos por su adjunto Jakub Lejkin.
En agosto de 1942, apenas un mes después de que él comenzara su asignación, un intento de asesinato fue llevado a cabo por un miembro de la clandestinidad judía, le dispararon en su departamento de Nowolipki, hiriéndolo dos veces, pero Józef sobrevivió. Szerynski, fue un traidor y colaborador bajo ocupación alemana, que facilitó el exterminio de la población del gueto, luego de supervisar dos deportaciones masivas que causaron la muerte de 254.000 judíos, después de la segunda liquidación en el gueto en enero de 1943. Szerynski se suicidó usando cianuro en enero de 1943.
Alfred Nossig. En su biografía, es descrito como un hombre con una mente brillante, estudió derecho, ciencia y arte. Alentó a los judíos a tratar de asimilarse como ciudadanos polacos, cuando Nossig descubrió que los polacos no querían aceptar a los judíos como polacos, Nossig se convirtió en sionista. Posteriormente cuando los alemanes invadieron Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, Nossig se convirtió en agente encubierto de la Gestapo y produjo informes periódicos sobre las actividades de los judíos que entregó a la Gestapo.
Entre la documentación encontrados en su casa después de su ejecución se encontraba una tarjeta de identidad de la Gestapo y una lista de judíos involucrados en actividades anti-nazis. Se cree que la tarjeta de identidad le facilitó tener acceso a sus jefes nazis sin ser arrestado y deportado. En el momento de su muerte, tenía 78 años.
Adam Czerniakow, de origen judío, nació en Polonia. Trabajó como ingeniero durante la mayor parte de su vida. Cuando los nazis se apoderaron de Polonia, fue nombrado jefe del Ghetto Judío de Varsovia. Czerniakow encabezó el consejo de 24 hombres de Varsovia acusado de la identificación y captura de los judíos para su deportación. Czerniakow también recomendó el nombramiento de Józef Andrzej Szerynski como jefe de la policía del gueto.
Según las órdenes directas de los jefes nazis, Czerniakow supervisó la deportación diaria de 6.000 judíos. Según el diario de Varsovia de Adam Czerniakow, intentó lograr la exención de huérfanos pero fue en vano. Se dice que su esposa y miles más fueron retenidos como rehenes para asegurarse de que cumpliera con su deber. Abrumado por la presión, se suicidó con cianuro. Czerniakow dejó una nota a su familia diciendo que el suicidio era lo correcto.
Abraham Gancwajch. Era un partidario total de los nazis, estaba convencido de que ganarían la Segunda Guerra Mundial, por lo que animó a sus hermanos judíos a unirse a los nazis como una táctica de supervivencia. Gancwajch formó una famosa pandilla llamada Grupo 13, también conocida como la Gestapo judía. Las cosas que hicieron fueron tan despreciables que judíos nazis como Czerniakow describieron a Gancwajch como un hombre malvado y feo que haría cualquier cosa por una vida de lujo. Gancwajch era conocido por participar en actividades de contrabando y otros negocios ilegales que le ayudaban a vivir como un rey dentro del gueto judío. Los nazis permitieron esta conducta mientras Gancwajch continuara combatiendo a la resistencia judía. Los judíos subterráneos sentenciaron Gancwajch a muerte pero nunca pudieron ejecutarlo. Se desconoce cómo murió y se cree que fue en 1943.
Ans van Dijk. Nacida de padres judíos en los Países Bajos. Esta mujer vivió en ese país una vida normal hasta la invasión por las fuerzas alemanas. En el apogeo de las operaciones nazis, fue arrestada. Pero fue liberada con la condición de que ayudara a la Inteligencia nazi a encontrar a otros judíos escondidos. Van Dijk infiltró la resistencia judía y fingió ayudar a familias e individuos a escapar u obtener documentos falsos. En realidad, era una trampa para entregarlos para su deportación. Inclusó atrapó a su hermano y a su familia, sin esperar ningún favor.
Al finalizar la guerra, Van Dijk, fue detenido en La Haya, donde se había mudado y estaba involucrado en una relación lesbiana. En junio de 1945, fue acusada de 23 cargos de traición. Se declaró culpable de todos los cargos y fue sentenciada a muerte. Van Dijk hizo todo lo posible para evitar la ejecución, apeló la sentencia y se convirtió al cristianismo, pero todo eso fracasó. En enero de 1948, fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Fue responsable de la muerte de 85 judíos y de los arrestos de 145. Algunos estudiosos aún la consideran una víctima.
Moshe Merin. Nació en 1905, en Sosnowiec en la Partición Prusiana, en la frontera con Austria-Hungría, y murió en junio de 1943. Se casó dos veces y se divorció. Su hija adolescente fruto del matrimonio con Marysia Gancwajch, Halinka Merin, sobrevivió al Holocausto según los registros de USHMM, fue salvado por un granjero polaco, desconocido. Merin se ganaba la vida comerciando con bienes antes de la invasión nazi-soviética a Polonia. Muchas personas lo consideraron un hombre impulsivo; en su libro: Pesadillas: Memorias de los años del horror bajo la regla nazi en Europa, Konrad Charmatz lo describió como impulsivo e inestable.
Merin se ofreció voluntariamente a los alemanes cuando invadieron Polonia y ocuparon la localidad de Sosnowiec el 4 de septiembre de 1939, y se desempeñó como jefe del Consejo Comunitario Judío, o Judenrat, en el gueto Sosnowiec. Moshe Merin se presentó a los alemanes como jefe del Consejo Comunitario de Sosnowiec, aprovechando que el entonces presidente, Lejzerowicz, permaneció en silencio en una reunión con los oficiales alemanes. Merin informó desde la última fila de miembros de la comunidad detenidos por 24 horas en un baño público, valiéndose de que hablaba el idioma alemán.
Los nazis lo instalaron como el líder de la oficina central del consejo judío en Silesia del este, que puso a como 100.000 judíos bajo él. Merin creía que podía salvar las vidas de otros judíos siguiendo las órdenes de los nazis. Cuando se le pidió que eligiera a 25.000 judíos para la deportación, lo hizo con gusto, argumentando que al menos había ahorrado un porcentaje mayor. Ese fue el comienzo de su carrera como presidente del Judenrat en el ghetto Sosnowiec y del vecino ghetto de Będzin, formando una sola unidad administrativa.
En 1940, Merin fue designado como jefe de la Oficina Central del Consejo Judío de la Alta Silesia Oriental, responsable de unas 45 comunidades judías de unos cien mil judíos polacos. En un año, estaba controlando docenas de Judenrats. Merin luchó contra la resistencia judía clandestina y firmó personalmente las órdenes de ejecución de los detenidos. Merin fue implacable con los grupos judíos que se oponían a la ocupación, entre ellos Gordonia, Hashomer Hatzair, Poalei Zion, Hazioni, Hanoar, y Hitachdut.
Merin colaboró en la búsqueda de los líderes de los grupos mencionados, llegando incluso a solicitar su arresto y firmando sus propias órdenes de ejecución. Lo hizo con la plena cooperación de la Fuerza de Policía Judía, cuyo líder defendió fervientemente las decisiones de Merin. Sus defensores creen que Merin estaba convencido de que al vincular a los judíos en sus guetos con el trabajo forzado, algunos sobrevivirían a la guerra. Sin embargo, se involucró en extorsiones que otros líderes del gueto jamás intentarían alguna vez. En una ocasión, Merin solicitó 15.000 zloty de rescate por cada uno de los 100 prisioneros que prometió liberar del trabajo esclavo mortal. La cantidad se estima trescientas veces más que el rescate similar más alto recaudado en el gueto de Lublin.
Los judíos no fueron liberados, y el dinero nunca fue reembolsado. Merin intentó justificar a los 25.000 judíos que ayudó a deportar al afirmar que su sacrificio permitió la supervivencia de aquellos que permanecieron en el gueto, él dijo: «Si he perdido solo el 25 por ciento cuando podría haber perdido todo, ¿Quién puede desear mejores resultados?» Merin expulsó de la dirección de sus consejos a los que se oponían a sus métodos, designó a judíos que le fueran leales, incluyendo a su cuñado y a un famoso criminal, Abraham Gancwajch, para llevar a cabo las órdenes nazis en Sosnowiec.
Por la insistencia en cumplir con cada solicitud alemana, se ganó la consideración de colaborador nazi. Pese a su total cooperación con los nazis, sin embargo, sus acciones no lo salvaron. Merin fue enviado a Auschwitz-Birkenau en junio de 1943, un mes antes de que el último transporte del Holocausto dejara el gueto de Sosnowiec. Merin murió en 1943 en el campo de concentración de Auschwitz, donde había enviado a sus compañeros judíos para ser asesinados.
Chaim Mordechai Rumkowski. Nació el 27 de febrero de 1877 y murió el 28 de agosto de 1944. Antes de la invasión alemana de Polonia, fue un hombre de negocios sin demasiado éxito, ni mucha importancia, fue militante sionista y director de un orfanato en la ciudad polaca de Lodz. Cuando los alemanes invadieron la ciudad y apresaron a 230.000 judíos en el gueto de la ciudad, bajo amenaza de muerte si osaban comunicarse con el exterior, Rumkowski dio un paso al frente. Los alemanes al crear los guetos, no querían tener un contacto diario con los judíos por lo que crearon los Judenrat, consejos de ancianos judíos.
Estos organizaban el alojamiento, la distribución de alimentos, la higiene, el respeto del orden público (tuvieron hasta policía judía propia) y garantizaban que los traslados de judíos a los campos de exterminio se llevaran de una manera eficaz. El 1 de octubre de 1939, Rumkowski, fue nombrado por la ocupación alemana como jefe del Judenrat del gueto de Lodz, uno de los mayores guetos judíos en Polonia. En este puesto era el líder y máximo responsable ante los nazis, allí, él era el hombre más influyente y poderoso.
En abril de 1940, como el abastecimiento de comida no llegaba para cubrir las necesidades de todos los habitantes del gueto, Rumkowski solicitó a los nazis materias primas, para que los habitantes del gueto las transformaran en productos manufacturados, a cambio los nazis deberían pagar al Judenrat en dinero y alimentos que luego distribuiría. Los alemanes aceptaron con la condición de que únicamente se pagaría en alimentos. Este acuerdo no se hizo por escrito, no se llevó a ningún papel.
Rumkowski puso algunas fábricas, pero el viejo Rumkowski se tomó su poder tan en serio, que se fue convirtiendo en un tirano dentro del gueto y estableció un culto a su personalidad inconcebible en esa situación miserable en la que vivía el pueblo judío. Mordechai Chaim, saboreaba el poder conferido por los nazis, se creyó un jefe de estado todopoderoso, la situación llegó a un delirio total, que en plena segunda guerra mundial con los nazis matando de hambre a los judíos en los guetos, Rumkowski se paseaba por el gueto en un carruaje tirado por caballos rodeado de la policía judía, acuñó su propia moneda dentro del gueto (el rumkie), puso su imagen en los sellos, lo que le valió el apodo del Rey Chaim I.
Desposeyó a los rabinos del poder de establecer matrimonios y se lo adjudicó él mismo. Por estas acciones se podría calificar a Rumkowski como un desquiciado, que el cargo se le había subido a la cabeza, pero en realidad no había llegado aún a lo alto de la maldad. En 1941 los nazis pusieron a funcionar la Solución Final y a la población judía de Lodz le correspondió ser envenenada por gas, en camiones, en Chelmno. Rumkowski organizaba quien era deportado allí y el anciano Chaim comenzó a pedir favores sexuales a las jovencitas más apuestas del gueto, la que se negaba a satisfacer sus deseos ya conocía su destino.
Numerosas jóvenes fueron violadas en grupo por Rumkowski y su cohorte para evitar ser gaseadas. En 1942 ordenaron la deportación de todos los niños, los incapacitados y los ancianos a diferentes campos de exterminio. Rumkowski, no sólo no luchó por su gente, sino que se ofreció voluntario a facilitarle la deportación a cambio de que 150 personas cercanas a su círculo familiar y amigos no fueran deportados. El 1 de septiembre de 1942, tropas de las SS asaltaron los cinco hospitales del gueto de Lodz, y unos 2.000 judíos fueron arrestados y enviados al campo de exterminio de Chelmno.
Al día siguiente el jefe del consejo, Rumkowski, recibió la orden de elaborar una lista para deportar otros 23.000 judíos más. Este antiguo director de orfanato negoció con los nazis la entrega de niños, ancianos y enfermos. El día 4 de septiembre de manera infame en un bochornoso discurso a los judíos del gueto, trataba de justificar con un macabro discurso su decisión de que sus súbditos entregaran sus hijos a los alemanes, quienes los enviaron a las cámaras de gas. Rumkowski supervisó personalmente la entrega de niños, ancianos y enfermos para su deportación a los campos de exterminio. Su discurso es recordado como: «Give Me Your Children». (Dadme a vuestros niños).
Los testigos sobrevivientes cuentan que la policía judía rompió brazos de las madres para arrebatarles sus hijos. Se deportaron 22.000 personas, los nietos de Rumkowski asi como los familiares de los altos cargos de la policía judía se libraron de ella, el gueto de Lodz quedó en «calma» hasta 1944. A continuación partes del discurso de Rumkowski:
«El gueto ha recibido un duro golpe. Nos están pidiendo que entreguemos lo más preciado que tenemos: nuestros niños y mayores. Yo no tuve la suerte de tener hijos propios así que entregué los mejores años de mi vida a los niños. He vivido y respirado rodeado de niños, nunca imaginé que tendría que realizar este sacrificio en el altar, con mis propias manos. En mi vejez me veo obligado a estirar mis manos y rogaros: ¡Hermanos y hermanas! ¡Dádmelos! Padres y madres: ¡Entregadme a vuestros hijos! (…)
Así es el sino de los judíos: siempre más sufrimiento y siempre peor, especialmente en tiempos de guerra. Ayer por la tarde me entregaron órdenes para deportar más de 20.000 judíos fuera del gueto, si me negaba me amenazaron: «¡Lo haremos nosotros mismos!». La pregunta ahora era, «¿Deberíamos asumir nosotros la responsabilidad, lo hacemos nosotros mismos o dejamos que otros lo hagan?»
Nosotros, mis colaboradores más cercanos y yo, no pensamos en ¿cuántos morirán? sino en ¿A cuántos podemos salvar? y llegamos a la conclusión de que por muy difícil que fuera, debemos ejecutar esta orden nosotros mismos. Debo llevar a cabo esta difícil y sangrienta misión, debo amputar los miembros para salvar al propio cuerpo. Tengo que llevarme a los niños porque si no, se llevarán también a los otros, Dios nos perdone. No tengo la intención de consolaros hoy. Tampoco deseo calmaros. Debo dejar desnuda vuestra angustia y vuestro dolor. ¡Llego a vosotros como un bandido, para robaros lo que más apreciáis en vuestro corazón! (…)
En el gueto hay muchos enfermos que solo van a vivir unos días más, quizá unas pocas semanas. No sé si la idea es diabólica o no, pero debo decirlo: «Dadme a los enfermos. En su lugar podemos salvar a los sanos». Sé cuánto se quiere a los enfermos en cualquier familia, y particularmente en el caso de los judíos. Sin embargo, cuando se piden cosas crueles, uno tiene que sopesar y elegir: ¿quién puede ser salvado? Y el sentido común dicta que se debe salvar a aquellos que tienen una oportunidad de ser rescatados, no aquellos a los que en ningún caso se les pueda salvar. Vivimos en el gueto, vigilados.
Vivimos bajo tantas restricciones que no tenemos suficiente ni siquiera para los que se encuentran sanos, abandonad a los enfermos. Cada uno de nosotros, los alimenta a expensas de nuestra propia salud: les damos nuestro pan, nuestra escasa ración de azúcar, nuestro pequeño trozo de carne. Y, ¿cuál es el resultado? No hay suficiente para curar a los enfermos, y nosotros mismos acabamos enfermando. (…)
Os entiendo, madres; veo bien vuestras lágrimas. También siento lo que sentís en vuestro corazón, vosotros, padres que tendréis que ir a trabajar por la mañana después de que se hayan llevado a vuestros hijos, cuando ayer mismo jugabais con vuestros amados pequeños. Entiendo y siento todo esto. Desde las 4 en punto de ayer, cuando esta orden llegó a mi conocimiento, me he sentido totalmente destrozado. Comparto vuestro dolor.
Sufro por vuestra angustia, y no sé cómo sobreviviré a esto, ¿dónde puedo encontrar la fuerza para seguir adelante? Debo confesaros algo: pidieron 24.000 vidas, 3.000 por día durante 8 días. Pude reducir el número a 20.000 pero a condición de que se incluyeran a los niños menores de 10 años. ¡Los de 10 en adelante están a salvo! Ya que los niños y los mayores juntos suman solamente 13.000 almas, el hueco se llenará con los enfermos.
Apenas puedo hablar. Estoy agotado; solo quiero deciros lo que os estoy pidiendo: ¡Ayudadme para llevar a cabo esta misión! Estoy temblando. Temo que otros, Dios me perdone, lo hagan. Delante de vosotros hay un judío destrozado. No me envidiéis. Esta es la orden más difícil que he llevado a cabo en toda mi vida. Extiendo mis temblorosas manos ante vosotros y suplico: ¡Entregadme a las víctimas! Para que podamos evitar más desgracias y se pueda preservar una población de 100.000 judíos. Ellos me han prometido: ¡Si los entregamos nosotros mismos, habrá paz!
(Gritos desde la multitud, interrumpen el discurso y comienzan a increparle «¡No dejaremos que los niños vayan solos, iremos todos!»).
¡Estas frases están vacías! ¡No tengo fuerza para discutir con vosotros! ¡Si estuvieran aquí las autoridades ninguno de vosotros gritaría así! Entiendo lo que significa arrancar una parte de vuestro cuerpo. Ayer supliqué de rodillas, pero no funcionó. Desde pueblos pequeños con poblaciones de judíos de 7.000 a 8.000 personas apenas 1000 han llegado hasta el gueto. Así que, ¿qué es mejor? ¿Qué queréis? Que se queden de 80.000 a 90.000 judíos o, Dios nos perdone, ¿que toda la población sea aniquilada? Podéis juzgarme como queráis, mi deber es preservar a los judíos que quedan. ¡No hablo con exaltados!
Apelo a vuestra razón y conciencia. He hecho y seguiré haciendo todo lo posible para que no aparezcan los soldados en las calles y no se derrame sangre. La orden no se puede deshacer; solo se puede reducir el número de deportados. Uno necesita el corazón de un bandido para pediros lo que os estoy pidiendo. Pero poneos en mi lugar, pensad con lógica y llegaréis a la conclusión de que no puedo proceder de ninguna otra forma. ¡El número de los que podemos salvar es mayor que el número de los que debemos entregar!
En marzo, el Ejército Rojo entró en territorio polaco, pero permanecieron algunos días esperando que los nazis acabaran con los judíos. Ante la posible pérdida del territorio los alemanes decidieron clausurar el gueto, en agosto se suspendió el Judenrat, se clausuraron los talleres del gueto y sus últimos habitantes fueron enviados a morir a Auschwitz. Rumkowski, sin embargo, no sobrevivió al Holocausto. En agosto de 1944, él y su familia terminaron en Auschwitz.
Existe dos versiones sobre su final, una de ellas dice que fue asesinado a golpes en Auschwitz, donde llegó en el último transporte, por sus compañeros judíos por el papel que desempeñó en la muerte de miles de niños y ancianos. La otra dice que Rumkowski y su familia murieron en una cámara de gas de Auschwitz-Birkenau el 28 de Agosto de 1944, como la mayoría de los judíos.
El gueto de Lodz, fue establecido en 1940 y fue el último de Polonia en ser liquidado a mediados de 1944. Fue liberado por el Ejército Rojo en enero de 1945, los soviéticos encontraron 877 judíos en el área que habían sido dejados para las tareas de limpieza. La población fluctuó entre las 230.000 y 250.000 personas, y 5.000 gitanos de Austria que fueron deportados a ese gueto en 1940. El gueto de Lodz fue un gran campo de trabajo, con talleres y fábricas. El hambre, el hacinamiento y la falta de higiene provocaron el estallido de epidemias, especialmente de tifus. Los habitantes del gueto no tenían contacto con el mundo exterior, la población local era hostil y todos los medios de comunicación con el exterior estaban prohibidos.
23 de marzo de 2018.