Lo que es un Imperio
El retorno de los imperios
Ricardo Veisaga
A ningún imperio le debe agradar perder su lugar, su potencia imperial, a todos les sucede lo mismo. Sin embargo, no todos reaccionan de la misma manera. Algunos suelen morder el polvo de la derrota y aceptar la nueva realidad, otros no quieren enterarse que ya no son imperios y quieren seguir recibiendo el mismo tratamiento como si nada hubiese pasado.
El Imperio Romano, camino a su fin, primero se dividió entre Flavio Arcadio y Flavio Honorio Augusto. Arcadio, nació en Hispania, durante el exilio temporal de su padre Teodosio I, antes de subir al trono. Fue emperador romano de Oriente entre los años 395 y 408 d.C., año de su muerte. Según muchos historiadores se lo considera el primer emperador del Imperio Bizantino, denominación actual de la división de la mitad oriental del Imperio romano, en el siglo IV.
Flavio Honorio Augusto, nacido en Constantinopla en el 384, y falleció en Ravena en el 423. Era el hijo menor de Teodosio I y nombrado emperador del Imperio romano de Occidente en el 395, a la edad de 10 años, y gobernó hasta su muerte. Cuando Honorio murió, el imperio estaba al borde del derrumbe, los problemas internos y los constantes ataques desde el exterior, sumado a esos factores su debilidad y timidez contribuyeron a la desintegración de la mitad del Imperio.
Cuando el Imperio romano de Occidente fue repartida entre tribus godas, lo que quedaba se refugió en Bizancio, «la nueva Roma», hasta que los otomanos acabaron con ella. Esa tensión que se vivió en esos tiempos se sigue suscitando hasta nuestros días en el plano religioso, entre cristianos católicos y cristianos ortodoxos. El imperio otomano quiso abarcar más de lo que podía y terminó debilitándose en guerras constantes. Su epitafio fue puesto por la Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial y la revolución de Mustafá Kemal Atatürk.
El Imperio español, sufrió una devastadora caída con la independencia de las nuevas naciones, producto de la Guerra Civil en Hispanoamérica, causada básicamente por la dialéctica de imperios, el británico, el francés, en principio. Estados Unidos terminó de hundir al imperio con la guerra de Cuba y Filipinas.
La Francia napoleónica se acabó en Waterloo, y tuvo la suerte de ser tratado con generosidad en el Congreso de Viena de 1815. Durante el siglo XIX, pudo desplazar su imperialismo en dirección al África y al sureste asiático. Pero Francia finalmente tuvo que aceptar la independencia de Argelia.
El Imperio Británico llegó a su fin tras la Segunda Guerra Mundial, cuando su ex colonia, los Estados Unidos, decidieron acabar con las que tenía, Gran Bretaña tuvo entonces que desprenderse de Indostán, la joya de la corona, y luego de la Segunda Guerra Mundial, a pagar las deudas de guerra entre otras cosas. El puntapié final fue con la guerra de Suez en 1956, cuando Estados Unidos dio un fuerte golpe en la mesa, acabando con las pretensiones británicas y francesas.
Los prusianos envalentonada en 1870 se metieron en graves problemas en 1914, y fueron humillados en Versalles en 1919. Las consecuencias de esa penosa situación fue la República de Weimar y la aparición del nazismo, el final de la historia ya la conocemos. A Japón, el imperio del Sol Naciente, le pasó algo parecido, luego de las barbaridades cometidas en Corea, China y el sureste asiático.
China no pretendía ser un imperio universal, se conformaba con ser el Imperio del Centro, en un claro desprecio del mundo exterior. Pero sufrió lo que se conoció como el siglo de las humillaciones. Sun Yat-sen fue el impulsor del desarrollo chino, luego del fracaso rotundo de Mao Tse-tung, el ortograma chino se reencarriló con Deng Xiao-ping hasta Xi Jinping. Hoy, con pretensiones de ser el imperio mundial en alianza con Rusia.
En nuestros días Turquía, con su política neo-otomana, pretende restaurar el viejo imperio, lo mismo sucede con Irán, heredera del viejo Imperio Persa, y Rusia, heredera del Imperio zarista, previo paso por la extinta Unión Soviética. Estados Unidos es un caso especial entre los imperios modernos, ha superado con creces la centuria, una medida necesaria para evaluar la eutaxia de un imperio, su duración en el tiempo.
Rusia no se resigna a aceptar que ya no es un imperio central. Lo fue durante siglos con los zares y luego con el comunismo bolchevique, junto al estadounidense. Luego del hundimiento de la Unión Soviética, vuelve por sus fueros, y ni hablar de descolonizar Siberia, reprimió durísimamente la rebelión chechena, fracasó en Afganistán, y luego de asegurar Bielorrusia y Kazajistán, y mantener a raya otras ex repúblicas soviéticas, quiere apoderar de media Ucrania en una guerra expansionista típica del siglo XIX.
¿Hay un retorno de los imperios? Los Imperios no vuelven a repetirse, el imperio mongol está muerto, es cosa del pasado, lo mismo el imperio español. La historia no se repite, la historia no es cíclica, se pueden producir nuevos imperios en la misma capa basal, pero bajo ideologías y circunstancias diferentes. Como nos advirtió Stephen Hawking sobre el tiempo, la historia tampoco va hacia atrás.
Carl Marx fue muy claro al respecto, como lo muestra al inicio de su libro «El 18 brumario de Luis Bonaparte». «Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa».
Los imperios siempre han existido, aun en épocas prepolíticas, unas tribus o grupos tribales imponiéndose sobre otros, como los llamados imperios absolutos. La historia lo hacen los imperios en su dialéctica y sin los imperios es imposible explicar la historia. Sobre todo, a partir de los imperios universales como el imperio español, realmente universal, ya que ni el romano ni el macedónico fueron universales.
Todo Estado es un imperio en potencia, pero no todos llegan a ser efectivamente imperios, menos de una docena por milenio. Para ser un imperio, no es cuestión de voluntad, hay que tener un elevado grado de desarrollo económico, tecnológico, científico y militar. Tampoco es cuestión de nombre, ninguno de los imperios de los últimos siglos quiere llamarse así.
Ningún pueblo quiere identificarse con su pasado imperial, no se quiere hablar de ese pasado, como si se tratara de una pars pudenda suya y mucho menos ser un pueblo imperialista, aunque lo sea, como pudo haber sido Gran Bretaña, la Unión Soviética o el actual Estados Unidos.
El término imperio en sentido político, decía al respecto Gustavo Bueno, es visto como un desprestigio, así sucede con el término Imperio y sus derivados, como imperialista, imperialismo. Pero eso no quita nada, son imperios a pesar de ello. Wolfgang Thierse, en 1998, al tomar posesión como Presidente del Bundestag, dijo que renegaba del nombre de Reichstag, «porque Alemania no es un imperio, sino una federación de Estados».
Para empezar, el término «Imperio» no es univoco, tiene cinco acepciones rigurosamente diferenciadas, tampoco el término «Imperio» es un término primitivo de la Teoría política. Gustavo Bueno Martínez ha realizado un trabajo excepcional al analizar cada uno de ellos. No nos vamos a ocupar de cada uno sino solo nombrarlos. La primera de ellas es, el Imperio como facultad del Imperator. Segunda acepción de Imperio como espacio de la acción del Imperator.
La cuarta acepción de Imperio, es el Imperio como Idea Trans-política, y la quinta acepción, como Idea filosófica del Imperio. La tercera acepción de Imperio, es el Imperio como «sistema de Estados» subordinado al Estado hegemónico, y el que podemos contrastar en la historia política. Caso límite: Imperio depredador e Imperio Unitario. Este tercer concepto de Imperio, pude ser designado como concepto diapolítico de Imperio.
El Imperio, en su acepción diamérica, es un sistema de Estados mediante el cual un Estado se constituye como centro de control hegemónico (en materia política) sobre los Estados restantes del sistema que, por tanto, sin desaparecer enteramente como tales, se comportaran como vasallos, tributarios o, en general, subordinados al «Estado imperial», en el sentido diamérico.
Como dice Gustavo Bueno Martínez, el concepto de imperio utilizado por los historiadores positivos y por los antropólogos se corresponde, casi siempre, con esta acepción diamérica intermedia del imperio, Steward y faron, por ejemplo, entienden por Imperio «un nivel de integración (multiestatal) sociocultural, que es mas alto que el del Estado». Julian H. Steward y Louis C. Faron. Native people of South America.
Un Imperio diamérico no es, por tanto, un «Estado de Estados» y no lo es porque las totalidades centradas no pueden, a su vez, dar lugar, a unas «totalidades centradas» de tipo holomérico. Ahora bien, el concepto de Imperio en sentido diamérico es un sistema de Estados organizados por la subordinación (no la destrucción) de un conjunto de Estados al Estado Imperial.
Las «leyes» o fueros del Estado subordinado habrán de ser mantenidos, en principio, en el sistema imperial, siempre que sean compatibles con las leyes del Estado hegemónico. Las relaciones que el conjunto de estados constitutivos de un Imperio mantiene entre sí y con el Estado hegemónico podrán clasificarse naturalmente en tres grandes grupos:
a) el de las relaciones orientadas desde el Estado hegemónico hacia los Estados subordinados. b) el de las relaciones reciprocas establecidas entre los Estados subordinados y el hegemónico, c) El de las relaciones de «coordinación» de los Estados subordinados entre sí.
El concepto común de imperialismo podría reducirse, casi sin residuo, al concepto diapolítico de Imperio. Caben, sin duda, muchos grados. Pero el «grado cero» corresponderá a la situación en la cual, sin desaparecer las relaciones de subordinación (como es el caso límite del Estado solitario), se desvanezca o desaparezca la condición de Estado subordinado.
Hablaremos aquí de Imperio depredador o colonial (y aun de «imperialismo»). Desde este punto de vista conceptual, el «Imperio depredador» se nos revela, no ya tanto como una alternativa dada dentro de los Imperios diapolíticos, sino como la situación límite de estos imperios en la cual la relación diamérica desaparece, al desaparecer los Estados subordinados.
El Imperio que llamamos depredador como pudo serlo el llamado «Imperio de los vikingos», es decir, el conjunto de las zonas a la que alcanzaban sus pillajes (durante los siglos IX, X y XI) no es, en rigor, un Imperio en sentido político, porque el Estado depredador se mantiene únicamente en el ámbito de la «razón de Estado de sí mismo».
Este es el caso de los primeros Imperios «recaudadores de tributos», como pudo serlo el Imperio cretense que tuvo su centro en Cnossos. Sin duda sus planes y programas habrán de detener la depredación (o condicionarla) a los límites que hagan posible que se mantengan las sociedades explotadas (lo que podrá tener lugar mediante el llamado «gobierno indirecto» de las colonias).
Los imperios «diaméricos», en sentido politológico, podrán calificarse; atendiendo a la cantidad de Estados subordinados, en tres grupos: 1- el Imperio diamérico mínimo, constituido por un Estado imperial, respecto de un único Estado subordinado que, en el límite, llegaría a ser el mismo Estado: Imperium, en esta línea se utilizará también para designar sinécdoque, a una soberanía absoluta característica del Estado, tal como fue concebido por el absolutismo de un Bodin o de un Hobbes.
Se puede citar, como casos de estos Imperios unitarios límite, dos casos en antiguas colonias francesas, como recuerdo de Napoleón. Por ejemplo, el llamado «Imperio de Haití», fundado por el «Emperador Jacobo I», en 1806, de raza negra; años después en 1849, un tal Souluque se hizo con el poder de Haití y se autodenominó «Emperador Faustino I».
Como segundo ejemplo, citaremos el llamado «Imperio Centro africano» fundado sobre la antigua colonia francesa de Ubangui-Chasi, por el llamado «Emperador Bokassa» también de raza negra, el 4 de diciembre de 1976. Y también podríamos citar dos casos de Imperios unitarios, efímeros, que se constituyeron en el México del siglo XIX.
El llamado «Imperio de Iturbide» (Iturbide fue elegido «Emperador de México» el 18 de mayo de 1822; abdicó el 20 de marzo de 1825 y fue fusilado el 19 de julio de 1824). El llamado «Imperio de Maximiliano» (una «Asamblea de Notables» lo eligió el 10 de junio de 1863, entró en la capital de México para empezar su mandato el 12 de junio de 1864, y fue fusilado el 19 de junio de 1867).
2-el Imperio diamérico intermedio, como sistema constituido por un Estado imperial hegemónico, respecto de varios Estados subordinados, tributarios o vasallos. Es el caso ordinario de las «Ciudades Imperiales» de la antigua Mesopotamia o del antiguo Egipto. También es el caso del Imperio romano, siempre que Roma se considere como un Imperio, no tanto en relación con los bárbaros (supuestos que estos se encontraban en un estadio tribal, prepolíticas), sino en relación con otros Reinos, Ciudades, o Repúblicas mediterráneas.
Roma, aunque destruyó Cartago, no destruyó los cientos y cientos de ciudades-Estado que llegó a incorporar a su sistema, ni tampoco llegó a destruir todos los Reinos orientales sobre los cuales ejerció su control. La estructura del Imperio en su sentido diamérico estricto aparece ahora, por ejemplo, en el momento en el cual una ciudad-Estado (en las civilizaciones asiánicas, del Egeo al Cáucaso) comienza ejercer su hegemonía sobre otras ciudades, de un modo análogo, aunque a escala mayor, a como la estructura del Estado originario habría comenzado en el momento en que una ciudad haga girar en torbellino, en torno a ella, a un campo preurbano más o menos extenso.
3- el Imperio diamérico máximo o universal estaría constituido como un sistema tal en que un Estado mantuviera su hegemonía respecto de todos los demás Estados. El «Imperio diamérico universal» no ha existido nunca en la Historia; es una idea límite porque ella comportaría la extinción misma del Estado.
También existe una concepción del imperialismo, como capitalismo monopolista. En Lenin se encuentra este error que caló fuerte entre sus seguidores, tanto teóricos como activistas. En su exposición sistemática de su «Imperialismo», Lenin hace un resumen de cinco cuestiones básicas que caracterizan al imperialismo como «fase monopólica del capitalismo».
Primero, sería el grado de concentración y centralización del capital, que llegaron a un punto en convertirse en monopolios. Segundo, la fusión del capital bancario e industrial, dando lugar a una nueva realidad, el dominio de la oligarquía financiera. Tercero, la exportación de capitales que domina y se impone sobre la exportación de mercancías.
Cuarto, las «asociaciones internacionales de capitalistas», adaptados al contexto geográfico y social correspondiente que en siglos atrás solo se asociaban en torno al Mediterráneo, o al conjunto formado por el Mar del Norte y el Mar Báltico. Quinto, se habría terminado el reparto territorial.
Primero, falso, los monopolios siempre existieron junto a pequeñas empresas desde la época mercantilista hasta hoy. Lenin no tuvo en cuenta, por ejemplo, a los Visconti en la Baja Edad Media, los Fúcar en la Europa de Carlos V, o a las compañías de la Indias Orientales en el siglo XVII, a banqueros como John Law en los inicios del siglo XVIII, y podemos seguir.
La exportación de capitales sucedía también en la época de Ricardo y de Marx. ¿Que se podía esperar en el paso del capitalismo mercantil al capitalismo productivo? El reparto de tierras vírgenes puede haber terminado, al no existir más tierras vírgenes, pero la caída de algunos imperios produce una fragmentación, y el surgimiento de nuevas republicas. Así fue con la caída del Imperio soviético y Checoslovaquia.
También se pueden dividir los Estados, por ejemplo, Sudán. Los imperios siempre han existido y por tanto los imperialismos. ¿No lo fue el persa, el egipcio, el mongol, cuya economía era producto del nomadismo y del saqueo, el macedónico, el romano? Pero los seguidores de Lenin o del comunismo en general, lo repitieron de manera dogmática que el «imperialismo es la fase superior del capitalismo».
La misma Unión Soviética fue un Imperio, aunque su economía no era capitalista, por eso no pudieron competir exitosamente frente a la de Estados Unidos. Aunque muchos sostuvieron que era otro tipo de capitalismo, es decir, un capitalismo de Estado.
También existen los Imperios generadores y depredadores, España fue un Imperio generador, España no tuvo «colonias», por eso, decir «en la época de la colonia española», es no saber de lo que están hablando. Es no saber la diferencia entre un sistema colonial y otro. España no tuvo colonias, tuvo Virreinatos. Imperios depredadores fueron el británico, el belga, el francés, y el neerlandés.
Al sistema colonial no le importa cambiar o elevar el nivel cultural de las personas, España, fundó ciudades, escuelas, hospitales, universidades. La primera imprenta de América se estableció en la Nueva España en 1539, instalándose en la llamada Casa de las Campanas en Ciudad de México, hoy perteneciente a la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Cuando España e Inglaterra desembarcaron en el hoy territorio de Estados Unidos, había aproximadamente un millón de Indígenas. Cuando salieron quedaban 500.000, casi todos en las zonas hispanas del oeste. La primera cátedra de Medicina de América se creó en la Universidad de México en 1551. Los ingleses crearon la suya en las trece colonias en 1765.
El único Patrimonio de la Humanidad declarado por la Unesco en el estado de Texas, es el conjunto de misiones españolas alrededor del río San Antonio, fundadas en el siglo XVIII, que incluyen iglesias, viviendas, silos, piezas arqueológicas y arquitectónicas de gran valor histórico. Son las misiones de San José, Concepción, Espada, San Juan y San Antonio Valero (El Álamo). Según la UNESCO (2015), son una muestra de mestizaje entre la cultura hispánica y la coahuilteca.
Treinta y tres ciudades hispanas de América correspondientes a quince países, han sido declaradas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. De las ex colonias inglesas, holandesas y francesas en América y en otras partes del mundo no han encontrado algo digno para una declaración como esta.
La vida política evoluciona, así se pasó de una fase prepolítica o preestatal a una fase estatal, también se habla de una fase post-estatal, pero de cualquier manera el Estado sigue siendo básico, fundamental, para la vida política. Luego de la invasión de Rusia a Ucrania, el panorama es más claro. La dialéctica de Imperios se desarrolla en una nueva perspectiva. Previa a la invasión, los imperios realmente existentes eran Estados Unidos, China y Rusia.
Debo dar la razón a José Ortega y Gasset, cuando dijo: «Tal vez andando el tiempo, se diga con verdad que la realidad histórica más profunda de nuestros días, en parangón con la cual todo el resto es solo anécdota, consiste en la iniciación de un gigantesco enfrentamiento entre Occidente y Oriente».
Hoy, el Occidente se ve enfrentado al Oriente, tanto el Occidente como el Oriente, no son conceptos geográficos o geopolíticos, va más allá de eso. Es un conjunto de valores. Hoy, Rusia y China están aliados frente a Occidente, ya no se trata del Imperio estadounidense, sino, podríamos hablar de un Imperio Occidental enfrentado a un Imperio Oriental. Un Imperio Occidental que no se circunscribe solamente a la OTAN, se prolonga al Pacífico y a otras regiones del Mundo.
Gustavo Bueno Martínez. España frente a Europa. Alba Editorial.
José Ortega y Gasset. Sept. 1923. Revista de Occidente.
5 de agosto de 2022.