LAS REDES DEL ESTADO ISLAMICO
LA TRAICIÓN DE TURQUÍA
Ricardo Veisaga
Adhesiones recibidas por el Estado Islámico en Indonesia
La vida de Mohammad Ali Baryalei no era para nada un ejemplo, australiano de padres afganos, pasó su juventud en el King Cross, el famoso distrito rojo de Sídney, trabajaba expulsando por la fuerza a todos aquellos que deseaban meterse en el Love Machine Club, un prostíbulo en donde se desempeñaba como portero o matón, mientras pasaba los días y las horas entre alcohol, drogas, mujeres y apuestas ilegales.
Grande fue la sorpresa de los expertos cuando le identificaron en la llamada procedente de Siria donde el ex cocainómano Baryalei, reconvertido en pío líder del Estado Islámico, instaba a los musulmanes australianos a acometer «asesinatos aleatorios de infieles», a ser posible mediante decapitación, y a grabar los crímenes para «conmover, horrorizar y aterrorizar».
En un gran operativo policial realizado en la madrugada del 15 de septiembre, se detuvo a 15 presuntos miembros del Estado Islámico que pretendían secuestrar al azar a transeúntes en las calles de Sídney para luego decapitarlos en pleno distrito financiero de la ciudad, informa Business Insaider. En jornadas previas la Policía había interceptado una conversación telefónica entre Omarjan Azari y Mohammad Ali Baryalei, este último acusado de haber reclutado a la mayoría de los australianos que luchan en Oriente Medio en las filas del Estado Islámico.
Baryalei le daba indicaciones a Azari, de 22 años de edad, para que «realizara una selección al azar de personas a ejecutar». Un plan «claramente diseñado para impactar, horrorizar y aterrorizar a la comunidad», dijo la Fiscalía. Se informa que los presuntos terroristas pretendían envolver a sus víctimas con una bandera del Estado Islámico mientras las ejecutaban ante las cámaras.
El atentado podría haberse planeado como represalia a la decisión del Gobierno australiano de enviar tropas y cazas, para combatir a los milicianos del ISIS en Irak. «Nuestros informes de inteligencia revelan que Australia se encuentra en grave riesgo de sufrir un ataque terrorista. Hay grupos de personas aquí que quieren hacernos daño, pero nosotros estamos un paso por delante de ellos», afirmó, por su parte, el primer ministro australiano Tony Abbott.
Mohammad Ali Baryalei
Las investigaciones descubrieron que Baryalei, de 33 años, estaba tras la red de reclutamiento que ha llevado a unos 60 australianos a combatir con el IS, de los cuales cinco de ellos ya habrían muerto en combate. Sus instrucciones para llevar la yihad a su país, en respuesta a la intervención australiana en Irak -donde se bombardeó por primera vez objetivos islamistas en el contexto de la operación internacional- intentaron ser aplicadas.
Una espectacular operación policial que llevó a asaltar 800 viviendas derivó en 15 detenciones el pasado 15 de septiembre. Días después, un joven acuchilló en Melbourne a dos agentes antes de ser abatido: tenía en su poder, una bandera del Estado Islámico. Australia, que ha elevado su estado de alerta de media a alta, está endureciendo la legislación para convertir en delito la mera defensa de los grupos radicales.
Es probable que unos 20 yihadistas australianos hayan regresado tras su paso por Oriente Próximo, constituyendo una bomba de tiempo. El número total que combate, ha muerto o ha regresado tras luchar en Siria o Irak podría ascender a 160, todavía está viva en la memoria la imagen del yihadista australiano que posaba con su hijo de siete años en una foto de Twitter: cada uno sostenía una cabeza seccionada.
El hijo del yihadista australiano Jaled Sharrouf, de siete años, sostiene la cabeza de un soldado decapitado en Raqqa (Siria).
La fascinación por la barbarie del Estado Islámico ha sumado un millar de reclutas en Asia. Indonesia, Malasia y Filipinas son los países que registran más yihadistas, pero Australia, China o Japón, también se están enfrentando a un problema que suele pasar factura a largo plazo, cuando los extremistas, entrenados y adoctrinados, regresen a sus hogares con la intención de proseguir su lucha.
Los lobos solitarios no necesitan apoyos ni apenas medios para sembrar el terror, y detectarles es extremadamente difícil: como ejemplo, los atentados de Bali de 2002, donde un grupo de miembros de Jemaa Islamiya entrenado en Afganistán mató a 202 personas en nombre de Al Qaeda.
El poder del Califato.
Se trata de una situación sin precedentes desde los años 90 del siglo pasado, cuando la yihad afgana contra los soviéticos atrajo a voluntarios de todo el mundo. Lo más interesante es que sea el más extremista de los radicales, el Estado Islámico, el que reciba el mayor volumen de voluntarios.
«En 2012, los voluntarios se diversificaban en otros grupos, pero el IS se ha revelado más eficaz que ningún otro, especialmente tras el fracaso de la ofensiva de Jobhat al Nusra y el Frente Islámico (de principios de año) y la instauración del Califato ha reforzado la imagen del grupo», estima el experto australiano Greg Burton, miembro del Centro de Investigación del Terrorismo Global de la Universidad de Monash, en una entrevista telefónica. «Hay quien defiende que el IS sólo combate en Oriente Próximo, pero el último llamamiento de su portavoz ya llamaba a los musulmanes a llevar la yihad a todo el mundo» dice Burton.
En Indonesia, Malasia o Filipinas, la situación es diferente. Los grupos islamistas radicales están fuertemente establecidos desde hace años y la colaboración con el Estado Islámico es, para ellos, una tentadora idea que reporta recursos y una notoriedad de la que ya no disfrutaban. Para los expertos, ese es el principal motivo que ha llevado a Abu Sayyaf a ceder los beneficios por el secuestro de dos alemanes al IS. Capturados el pasado abril, Abu Sayyaf amenazó con ejecutarlos si Alemania no cesaba su participación -casi testimonial- en la campaña contra el IS y si no entregaban un rescate de casi 5 millones de euros.
El líder de Abu Sayyaf, Isnilon Hapilon, declaró fidelidad al IS mediante un vídeo el pasado mes de julio en «un intento de reforzar sus credenciales islamistas», según estima el autor de Militancia Islámica en el Sureste Asiático, Zachary Abuza. Otro grupo armado, el Frente de Liberación Islámico Bangsamoro, también se habría sumado a ellos: entre ambos podrían sumar 100 voluntarios combatiendo con el IS en Siria o Irak.
La simpatía por el IS en Filipinas parece mayor de la estimada, a juzgar por vídeos difundidos en la red donde se puede ver el juramento de lealtad de reclusos en prisiones a Abu Baqr al Bagdadi. El grado de implicación asiático en Oriente Próximo es tal que voluntarios indonesios y malayos han creado su propia unidad dentro del IS, la katiba nusantara lid dawla al islamiyyah o brigada del archipiélago malayo en el Estado Islámico: el Instituto para el Análisis Político de Conflictos de Yakarta estima que tiene 22 miembros y que actúa en la ciudad de Shadadi, en la provincia siria de Hassaka. Les une lo mismo que les distancia del resto de radicales: el idioma.
En Indonesia, principal país en población musulmana del mundo con 225 millones, el relativo vacío de poder -hasta el 20 de octubre el nuevo presidente no asumirá su cargo, obtenido en las elecciones del pasado julio- ha llevado a las autoridades a descuidar el obvio riesgo del extremismo.
Eso explica que pese a la prohibición de hacer apología del Estado Islámico sigan abiertos blogs como el de Abu al Bawi, quien se define como un «defensor del ISIS para el restablecimiento del califato islámico», donde se promocionan actividades relacionadas con IS, lo que incluye fotografías de las manifestaciones de solidaridad con el califato celebradas en Yakarta, a plena luz del día, donde han sido ondeadas banderas del Estado Islámico.
También explica que individuos como el indonesio Zirah Moslem utilice Facebook y Twitter para vender a todo el mundo khilaffastuff, una suerte de merchandising del IS que incluye desde gorras y banderas hasta cuchillos y joyas con el eslogan de la banda grabado.
En Indonesia, el líder de Jemaa Ansaru Tawhid Abu Baqr Bashir, inspirador de la Jemaa Islamiya y mentor de los atentados de Bali, declaró su fidelidad al IS desde prisión en un giro radical, dada su influencia entre los radicales: lo más escalofriante es que tuvo la libertad de invitar a una veintena de presos a la ceremonia, celebrada en una sala decorada con la bandera negra.
«Su declaración implica que es legal, desde el punto de vista religioso, apoyar al IS», explicaba el experto de la Universidad de Malikussaleh de Aceh Al Chaidar al Sidney Morning Herald. Se estima que entre 50 y 200 indonesios combaten en Siria con el EI y decenas son reclutados por gente como el empresario Chep Hernawan, auto declarado líder de la rama indonesia del Estado, que fue detenido recientemente y liberado tras comprobar que no se le podía aplicar ningún delito pese a que, en teoría, está prohibido captar reclutas para el IS.
En Malasia, donde los extremistas aspiran a derribar al Gobierno secular, el 13 de agosto de este año fueron arrestados 19 reclutas que se preparaban para viajar a Siria: se estima que un centenar ya se han unido al Estado Islámico. Al menos 30 pasaportes han sido revocados para evitar que sus titulares se desplacen a Oriente Próximo. Y en Singapur, las autoridades ya se preparan para el regreso de yihadistas, sean o no locales, tras la detención de al menos tres potenciales reclutas.
La llamada global del califato es también ocasión para estrechar lazos regionales entre grupos extremistas aislados, hasta ahora. Hace unas semanas, cuatro chinos uigures (minoría musulmana) fueron arrestados en la provincia indonesia de Sulawesi tras haber mantenido un encuentro, según las autoridades, con Santoso, líder de los Muyahidín de Indonesia Oriental, que también juró lealtad al IS tras la proclamación del califato.
El régimen de Beijín se esfuerza en presentar a los independentistas uigures como terroristas- si bien, hasta ahora, el volumen de yihadistas chinos visible era escaso. En septiembre, grupos armados sirios arrestaban a Bo Wang, un ciudadano que meses atrás había anunciado en YouTube su inmersión en la yihad. Según el experto chino Yin Gang, de la Academia de Ciencias Sociales, «centenares» de chinos estarían combatiendo con el IS.
En Japón, donde la comunidad musulmana es escasa, ha habido detenciones de potenciales yihadistas. Un estudiante de 26 años fue arrestado cuando se preparaba para viajar a Siria, en respuesta a un cartel donde se pedía ayuda remunerada para gente «que no teme a la violencia» dispuesta a trabajar junto a uigures. Un periodista japonés, Josuke Tsuneoka, ha sido arrestado bajo la acusación de organizar una red de reclutamiento de estudiantes para el IS.
Por otro lado, se desconoce la suerte de Haruna Yukawa, capturado por el IS el pasado 14 de agosto en Alepo cuando combatía con el ELS. Según un antiguo embajador israelí en Tokio, al menos nueve japoneses se han sumado a las filas del EI. «Es innegable que hay una fascinación global, universal, alentada por las redes sociales», concluye Greg Burton.
«Hay quien defiende que el IS sólo combate en Oriente Próximo, pero el último llamamiento de su portavoz, Adnani, ya llamaba a los musulmanes a llevar la yihad a todo el mundo. Sin duda representan una amenaza a corto y a largo plazo».
Combatientes extranjeros contra el Estado Islámico.
«Los kurdos han estado oprimidos durante mucho tiempo». Con estas palabras pronunciadas en inglés ante la cámara de una televisión local del Kurdistán iraquí Ronald justificó su presencia en esa región de Irak para luchar contra el Estado Islámico. Reveló también que era holandés.
Con su breve declaración Ronald hizo tomar conciencia, la semana pasada, a los medios de comunicación de los Países Bajos de que un puñado de holandeses había emigrado al Kurdistán para hacer la yihad (Guerra Santa) al revés, es decir enfrentarse a los yihadistas a las órdenes del califa Abu Baqr al Baghdadi.
En este mes Klaas Otto, presidente del moto club holandés Jamás Rendirse, confesó que tres de sus miembros, uno de ellos Ronald, se habían incorporado a las Unidades de Protección del Pueblo Kurdo, más conocidas en la prensa como peshmergas, los milicianos sobre los que recae el grueso de la resistencia a los ataques del Estado Islámico.
Ronald el combatiente holandés, de brazo tatuado, junto a un combatiente kurdo
En las filas del Estado Islámico luchan unos 12000 combatientes extranjeros de los que la cuarta parte son musulmanes residentes en Europa y un centenar en norteamericana. Entre los que los enfrentan, solo varias decenas de combatientes del Viejo Continente y de Estados Unidos. En su mayoría son originarios del Kurdistán, según Mehmet Tanriverdi, vicepresidente de la comunidad kurda de Alemania, el país de la UE donde los kurdos son más numerosos.
El Gobierno regional kurdo de Irak ha insistido en que no necesitaba hombres sino armas, pero aun así siguen llegando los voluntarios y, a veces, acaban en puestos destacados. Es el caso, de los hermanos británicos, de origen kurdo, Polad y Lahur Talabani cuya presencia en el Kurdistán fue desvelada en junio por el diario londinense Daily Telegraph.
El primero forma parte de los peshmergas mientras que el segundo ocupa un cargo en el espionaje kurdo. Hay, otros combatientes extranjeros en el Kurdistán que no tenían, como el holandés Ronald, ningún vínculo con ese pueblo repartido por cuatro Estados de Oriente Próximo y Asia Central y que en un 75 % es musulmán suní, como sus enemigos los yihadistas.
Hasta de lugares tan alejados como Wisconsin (Estados Unidos) han llegado algunos voluntarios, como Jordan Matson, de 28 años, según reveló en marzo pasado el portavoz de los peshmergas. Los peshmergas (que literalmente significa «aquellos que enfrentan a la muerte»), fueron responsables de la captura de Saddam Husein, y de la detención del mensajero de Osama Bin Laden, que luego derivó en la muerte del terrorista.
Un sacerdote, le da la bendición a un miliciano del Consejo Militar Siriaco
No todos aquellos que quieren combatir al Estado Islámico se incorporan a los kurdos. En el invierno pasado aparecieron en Siria e Irak las primeras milicias de autodefensa cristianas, que se suelen coordinar con los peshmergas. A ellas se han unido -concretamente al Consejo Militar Siriaco- una decena de jóvenes suizos, algunos con formación militar, según informó Le Courrier diario de Ginebra.
Se desconoce si hay voluntarios de España, que se movilizaron a Oriente Próximo a luchar con los enemigos del EI. En 2011 estuvo en Siria, en dos ocasiones, un ex oficial del Ejército del Aire, Luis Munar, que entrenó al Ejército Sirio Libre, el grupo armado opositor menos teñido de religiosidad. Hasta que irrumpieron los islamistas radicales esta milicia llevaba el grueso del peso de la lucha contra el régimen de Bachar al-Assad.
Ex militar de 48 años -licenciado en Derecho por la Universitat de València, piloto de avión e hijo de un coronel del Ejército de Tierra del Estado Mayor ya fallecido- tiene una consultoría de seguridad, inteligencia y defensa llamada Geuel 1315. Esta iniciativa lo realizó a título personal, por vocación y conciencia. Partió a principios de octubre y llegó a Siria vía Estambul, a través del paso fronterizo Bab al-Hawa.
«Entré al país de forma clandestina, corriendo y entre alambradas, porque por allí sólo dejan pasar a personas con pasaporte sirio», relata.
Se enroló en la Brigada al-Farouk, una unidad rebelde que asegura tener unos 12.000 combatientes en toda Siria. El panorama que se encontró fue muy distinto al de un Ejército. «Eran chicos de entre 14 y 30 años, que iban con sandalias y no tenían equipamiento alguno para luchar. Morían como… Y yo vi que tenía la posibilidad de enseñarles a durar más, a no morir tan pronto», dice.
El ex oficial español Luis Munar entrenando al Ejército Sirio Libre.
En el mes de agosto el kurdo Ansar Jamal hizo la maleta y se marchó a Siria junto a un compañero de clase. Tenía 18 años y estudiaba secundaria en una escuela de Halabya, la ciudad del Kurdistán iraquí plantada en la frontera con Irán sobre cuya geografía el ejército de Saddam Husein arrojó en 1988 un salvaje ataque químico que segó 5.000 vidas. Ansar -rebautizado como Abu Jatab al Kurdi- se incorporó en las filas del Estado Islámico y desde hacía semanas era el comandante a cargo de las operaciones militares en la ciudad kurdo-siria de Kobane.
El Judas que traicionó a su propio pueblo, perdió la vida hace unos días en el campo de batalla. Un francotirador de las Unidades de Defensa Popular (YPG) del Kurdistán sirio le descerrajó el tiro de gracia. La imagen de su cadáver -con uno de los ojos hundidos por el impacto- ha corrido por las redes sociales en el Kurdistán, que – poco acostumbradas últimamente a las buenas noticias- lo han festejado como el feliz ajusticiamiento de un traidor.
En su Halabya natal, su familia ha celebrado durante dos días unas exequias huérfanas de cuerpo. «El viernes el amigo con quien viajó a Siria informó a sus parientes de que Abu Jatab había sido asesinado. Su cadáver será enterrado en Siria», declaró un familiar al portal de noticias kurdo Basnews. Según la prensa local, el difunto engrosó las filas del califato poco después de que uno de sus hermanos -combatiente de la organización yihadista- falleciera en una escaramuza con las milicias kurdas en la provincia siria de Al Hasaka, en el norte del país.
El traidor kurdo, Abu Jabat al Kurdi
Los hermanos Jamal no son, en ningún caso, una rareza. El pasado lunes Akram Jaled, otro yihadista kurdo, murió en los alrededores de Kobane. Conducía uno de los seis coches bomba que sacudieron la villa. «El terrorista que se inmoló en el este de Kobane era un kurdo de Halabya», detalló el portavoz del YPG, Pollat Jan.
Este año más de 400 jóvenes han abandonado la región autónoma del Kurdistán iraquí rumbo a la ciudad siria de Al Raqqa, el cuartel general del Estado Islámico. La mayoría de Halabya, un enclave transfigurado en cantera de yihadistas.
«Estamos preparados para enfrentarnos a la amenaza que representan los kurdos que se marchan a Siria. Pero tengo una pregunta para usted. ¿Por qué muchos europeos viajan también a Siria e Irak para unirse al IS? Sus jóvenes y los nuestros están siendo utilizados y secuestrados por el IS», señaló el ministro kurdo de Asuntos Religiosos Kamal Muslim en una entrevista reciente.
Su departamento, responsable de vigilar el reclutamiento yihadista, calcula que unos 35 compatriotas han perdido la vida en el país vecino mientras medio centenar ha regresado a casa. Entre los retornados, hay quienes han renunciado al ideario fundamentalista. El resto permanece entre rejas para evitar que emprendan de nuevo la travesía o intente perpetrar atentados en suelo kurdo. En uno de sus últimos comunicados, el portavoz del IS Abu Mohamed al Adnani, se jactó de contar con aguerridos kurdos en sus batallones.
“No luchamos contra los kurdos porque sean kurdos. Luchamos contra aquellos kurdos que son infieles y aliados de cruzados y judíos en su guerra contra los musulmanes. Los kurdos musulmanes son nuestros hermanos. Derramaremos nuestra sangre para salvar la suya. Son muchos los kurdos que militan en nuestras filas. Son los combatientes más duros contra los incrédulos de su propio pueblo”.
Erbil trata de silenciar el desafío que habita Halabya y el asunto -elevado a tabú- aparece en pocas ocasiones en los medios de comunicación locales. La experiencia de varios cientos de oriundos como «muyahidines» (guerreros santos), sin embargo, demuestra que el enemigo ya se halla infiltrado en el Kurdistán.
«El Gobierno kurdo está muy preocupado por el creciente reclutamiento de combatientes kurdos, que representa una amenaza a largo plazo para la región. Si los militantes logran establecer células, podrán desestabilizar la zona y las autoridades se enfrentarán a una insurgencia armada o a operaciones terroristas como las que padece el resto de Irak», advierte el politólogo iraquí Sajad Jiyad.
El sendero afgano hasta el Estado Islámico.
Afganos que se dirigen a sumarse al Estado Islámico
El cruce entre Afganistán, Paquistán e Irán se ha convertido en ruta de yihadistas, la zona es un desierto inmenso, donde los vehículos tienen problemas para avanzar y las tormentas de arena dificultan la visibilidad. El único lugar del mundo donde convergen tres países considerados cuna del yihadismo -Afganistán, Paquistán e Irán- está fuera de control. Se ha convertido en un corredor de combatientes que se dirigen a Oriente Próximo a sumarse al Estado Islámico (IS).
Esta semana el portavoz de los talibanes paquistanís, Shahidullah Shahid, y cinco comandantes regionales más anunciaron en un comunicado su apoyo al líder del IS, Abu Baqr al-Baghdadi. Eso podría radicalizar la situación en Paquistán y Afganistán y, generar un flujo imparable de yihadistas en dirección a Siria e Irak.
La provincia de Nimroz, situada en el vértice suroeste de Afganistán, es la única del país que tiene frontera con Paquistán (185 kilómetros) e Irán (230). Está a más de un día de viaje en coche de Kabul, y sólo hay un vuelo comercial a la semana a su capital, Zaranj. Ya en el propio Afganistán, Nimroz se considera «el fin del mundo», un agujero negro fuera de control.
Y lo más sorprendente es que siempre fue así, incluso cuando 150.000 militares extranjeros estaban desplegados en Afganistán -ahora sólo quedan 50.000-, a pesar de que Nimroz es la principal ruta del narcotráfico del país. Afganistán es el primer productor de opio del mundo y casi la totalidad de la droga sale por esa provincia.
«Sí que hubo fuerzas internacionales, pero lejos, en Delaram», comenta el responsable de la Policía de Frontera de Nimroz, el comandante Zahir Gul Moqbel, dando a entender que los militares extranjeros no se dejaban ver por la capital provincial, y aún menos por el extenso desierto que hace frontera con Paquistán e Irán. Delaram es una pequeña localidad en el extremo norte de la provincia. Allí estuvieron destacados marines estadounidenses hasta el pasado abril.
En Nimroz, no hay un Equipo de Reconstrucción Provincial (PRT), como se conoce a los contingentes civiles y militares extranjeros que se establecieron en la mayoría de provincias de Afganistán para fomentar su desarrollo y seguridad. «No tengo ni idea de por qué Nimroz ha sido olvidada», declara el gobernador provincial, Amir Mohammad Akhudzada, un mulá analfabeto.
La respuesta parece no tenerla nadie. Cada día decenas de afganos llegan a Nimroz para intentar cruzar la frontera con Irán ilegalmente. En su capital es habitual ver ‘pickups’ donde viajan jóvenes con la cara tapada, dispuestos a iniciar la travesía. El comandante Moqbel admite que no tienen capacidad para controlar la frontera, y aún menos para identificar a posibles yihadistas. «Necesitaríamos 10 policías por cada kilómetro de frontera, y sólo tenemos 1.100 para más de 400 kilómetros», detalla.
El comandante estadounidense Paul L. Greenberg, de la oficina de prensa de la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad en Afganistán (ISAF), justifica así la ausencia de tropas internacionales en Nimroz: «Es una prueba del progreso de las fuerzas de seguridad afganas, y su capacidad de ser autosuficientes e independientes. Un ejemplo de una transición exitosa». En la ciudad paquistaní de Peshawar, en el noroeste del país, se han empezado a distribuir panfletos a favor del IS, y en la Cachemira india se ha visto ondear su bandera.
El propio ministro del Interior paquistaní, Nisar Ali Khan, admitió recientemente en el Parlamento que la ciudad de Karachi, en el sur del país, es sede de grupos religiosos radicales, y el comandante en jefe del Frente de Liberación Baluche, Allah Nazar, aseguraba que «hay campos de entrenamiento yihadistas en Baluchistán», la provincia más extensa de Paquistán, situada al suroeste del país y que hace frontera con Afganistán e Irán. Para llegar a Irak y Siria lo tienen fácil a través del corredor afgano.
Tras el repentino aumento esta semana de los bombardeos de la coalición sobre el Estado Islámico (IS) en Kobane, que están permitiendo a los defensores recuperar terreno, puede estar el primer contacto directo oficial entre EE.UU y los kurdos de Siria. La portavoz del Departamento de Estado de Washington, Jen Psaki, ha confirmado conversaciones con el Partido de la Unión Democrática (PYD), la más influyente de las más de 12 formaciones políticas que forman el arco regional.
De acuerdo con Psaki, el diálogo tuvo lugar durante el fin de semana «fuera de la región». El periodista de la versión en árabe de Voice of America, Zaid Benjamin, dijo que el encuentro fue en París. Y en Twitter, que en él participaron el colíder del PYD, Salih Muslim, y el embajador de EEUU en la capital gala Charles Rivkin.
Un combatiente kurdo, usa seudónimo (SEMO), porque para la policía turca haber luchado en Kobane, contra el Estado Islámico lo convierte en terrorista a detener. En un bar del extrarradio de Estambul, dice que combatió en el Kurdistán sirio – franja norte de Siria- en los últimos meses. Que no es el único allí con pasaporte turco. «He conocido a al menos 300 combatientes de Turquía en Kobane», asegura.
«Muchos proceden del PKK (guerrilla kurdo turca Partido de los Trabajadores del Kurdistán) pero se integran en las YPG (Unidades de Protección del Pueblo), milicia kurdo siria». Semo destaca que el PKK, con experiencia en combate tras 30 años en guerra con el ejército turco, tiene hasta miembros en rangos superiores de las YPG.
«Estamos divididos en frentes sur, este, oeste y norte. En cada frente hay numerosos comandos, de no menos de 10 combatientes, distribuidos en puntos estratégicos», relata Semo, quien reconoce que el uso de vehículos explosivos conducidos por suicidas, por parte del IS, los ha obligado a cambiar de estrategia.
«Antes contraatacábamos juntos, y en un ataque suicida perdíamos muchos combatientes de golpe. Ahora dejamos la mitad del grupo delante y la mitad en una retaguardia separada por una larga distancia. Si bombardean a los primeros, los segundos están listos para sostener el envite de los yihadistas».
La falta de armamento y munición, perjudica la defensa frente al IS. «Hay tan pocas armas que, a pesar de llegar voluntarios para combatir junto a las YPG, se les tiene que pedir que vuelvan a casa. Que hasta que no maten a un nuevo atacante, y se hagan con su arma, no pueden admitir más combatientes».
Semo culpa de esta situación a Turquía, que bloquea el paso fronterizo que da a Kobane para que no entren armas ni gente dispuesta a defender la ciudad. El guerrillero denuncia que, dada la presión que las fuerzas de seguridad turcas ejercen sobre los combatientes que van de Turquía a Siria a luchar, algunos milicianos han muerto desangrados en la frontera por impedimentos para volver a Turquía a curarse.
Por eso cree Semo que «Kobane no está sitiada por tres bandas, sino por cuatro. Al norte está Turquía, que daña más que el IS». Por el contrario, el defensor elogia la actitud de los políticos del cantón de Kobane. «Enver Muslim -máximo dirigente de Kobane-, Asya Abdullah -colíder del kurdo sirio Partido de la Unión Democrática en la localidad- y hasta sus hijos han cogido las armas para defender Kobane».
18 de octubre de 2014.