LAS IZQUIERDAS Y LOS POBRES
Ricardo Veisaga
“Pero los pobres sin éxito en la vida, que enseñan el puño a los pobres que tuvieron éxito; los trabajadores sin fortuna que se encienden en ira contra los trabajadores con fortuna, son locos que quieren negar a la naturaleza humana el legítimo uso de las facultades que vienen con ella”.
Prólogo de José Martí a los Cuentos de hoy y de mañana, de Rafael de Castro Palomino.
Alrededor de dos siglos que las distintas generaciones de izquierdas continúan firmes en su amor por los pobres. Los políticos de izquierdas suelen ser por lo general personas que no son económicamente pobres, su gran mayoría provienen de sectores económicos favorecidos, no vivieron la pobreza y las necesidades sólo lo conocen de lejos. Estos dirigentes surgen de lugares como la Universidad, que gozan de un sueldo superior a la del pobre, amén de incrementar la misma con charlas, conferencias, libros o se convierten en consulta obligadas de sectores progres. Siente una gran aversión por la inhumana riqueza, que está por detrás de cada acto de injusticia.
Él (izquierdista) ama a los pobres, no como la derecha o los conservadores que sólo se preocupan de incrementar su riqueza y mantener sus privilegios. Seamos sinceros para decir que el de izquierdas, lo que quiere es mantener la pobreza para que no se evapore su ingreso de dinero. Recuerdo los discursos en favor de los pobres de los izquierdistas o, algo más reciente como los discursos u homilías del Papa Francisco, cualquier intento de diferenciar unos de otros es tarea vana, ya que esencialmente es lo mismo.
Usted se preguntará cómo puede ser eso, que los hombres de ideas de izquierdas hagan esto. Muy simple vea como se multiplican los pobres y la pobreza en países como Cuba, Corea del Norte o en Venezuela, y lo mismo sucedió en todos los lugares del mundo en donde gobernaron.
Escuchar las descripciones de la pobreza que hacen dirigentes políticos como el hombre de las coletas Pablo Iglesias de España, o de Francisco con su sotana y solideo blanco, mete miedo y seguidamente indignación ante semejante cuadro apocalíptico. Pero la realidad es otra no hay tal apocalipsis, nunca pero nunca en la historia de la humanidad hubo menos pobres que ahora, aun cuando no lleguen a conformar una clase media tendrán sus necesidades mínimas cubiertas. ¿Y porque lo digo?
Porque al contrario de Francisco no me voy a documentar con los teólogos de la liberación ni en ninguna Unidad Básica peronista argentina. Hace un tiempo escribí un artículo sobre la ignorancia en materia política y económica de los hombres de la iglesia y no lo voy a repetir. Francisco escribió una encíclica donde alegremente dice inexactitudes, lo cual me hace pensar que nos enfrentamos a un ignorante, a un necio o simplemente a alguien, como se dice en Buenos Aires, que tiene «mala leche», que lo hace con malicia.
Es entendible pero no justificado, que opine y repita esos tópicos, alguien que culturalmente pertenece vive y respira el populismo político argentino. Más aun siendo peronista, que como dice la marcha peronista que más de una vez lo debe haber cantado Francisco, llevando en la solapa orgullosamente el escudito peronista (el mismo que aparece en una foto), «combatiendo al capital», y culpando de todos sus males no a la incapacidad política y a su ideología perimida sino al capitalismo. No es necesario ser un político de derecha o conservador para moralmente odiar a los pobres (no ontológicamente), a la pobreza, no a los seres humanos en tal condición, cualquier hijo de buena madre debería desear que exista la menor cantidad de pobres.
Y algo es innegable salvo para los necios, idiotas y gente con mala leche, el capitalismo ha sacado de la pobreza a millones y millones de personas, sobre todo en sociedades de economías libres que permiten a las personas salir de la pobreza y a muchos llegar a la riqueza. Bergoglio no es comunista, pero es peronista (peronista de izquierdas), y el peronismo está inspirado en el movimiento fascista italiano, Perón fue agregado militar en Italia y vio en vivo y en directo al Duce, y el fascismo italiano fue socialista. El peronismo en la actualidad es un partido de izquierdas.
Francisco en (Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium) afirma que el capitalismo mata, decir eso es criminal, tan sucio y artero del mismo nivel intelectual de un agitador peronista callejero. Parece que Francisco no se enteró que el único que mató política y económicamente fue el comunismo o las izquierdas que se cargaron más de 100 millones de personas en el mundo, tratando de imponer una política y una economía degradante del ser humano. Parece que no se enteró sobre la muerte de millones de personas de hambre en Ucrania impuesto por los soviéticos.
Ya San Basilio había dicho hace siglos «El dinero es el estiércol del demonio». Con eso basta para saber lo que piensan los de su cofradía. Soy una persona que alabo la dedicación que tiene la Iglesia Católica en el mundo, y sin importar donde se encuentre ha practicado la caridad, pero eso no es erradicar la pobreza, eso es loable pero sólo es «pan para hoy y hambre para mañana». Erradicar la pobreza o reducir su número sólo es posible creando las condiciones para que la sociedad mediante su trabajo, consiga generar riqueza para escapar de la pobreza.
No es necesario retroceder hasta la Revolución Industrial para mostrar con cuadros comparativos la disminución de la pobreza (mostrado en el artículo antes aludido). Vayamos a la segunda mitad del siglo pasado y veamos lo que sucede con los cuatro tigres asiáticos, Taiwán, Singapur, Hong Kong, Corea del Sur, y se puede sumar a ellos Israel.
“La causa principal de la pobreza es un sistema económico que ha quitado a la persona del centro y ha colocado al dios dinero; un sistema económico que excluye siempre a los niños, los ancianos, los jóvenes sin trabajo y que crea la cultura del descarte. Éste es el motivo principal de la pobreza, no las familias numerosas”. Papa Francisco
Esta frase es la favorita de Francisco y de las más comentadas, frases ucrónicas, repetidas sin sentido, es claro que se está refiriendo al sistema económico capitalista. Algunos periodistas especializados en temas económicos sostienen que Bergoglio juega con tres conceptos que tendrían una aceptación general en el ciudadano común.
- Cada vez hay más pobreza y más pobres.
- Existe un causante de esta pobreza.
- El exceso de población y el incremento del número de nacimientos son un peligro para el desarrollo.
1 y 2 son enunciados falsos, en cuanto al tercero no es totalmente verdadero si se habla en términos generales, pero si lo es en casos particulares, y además en los países económicamente más ricos su eutaxia es puesta en peligro por el crecimiento desmesurado de los grupos inmigrantes que se multiplican y tiran aldemonio cualquier plan económico. Sucede en Europa con la inmigración islámica que se multiplican como conejos y abusan de los beneficios del agonizante Estado de Bienestar. Lo único que pone en jaque al sistema económico capitalista es la explosión demográfica.
Estoy de acuerdo en que existen países que ahora son más pobres que hace 20 o 30 años, pero globalmente se puede decir que nunca en la historia humana se vive mejor como en estos tiempos. Vamos a datos comprobables. El Banco Mundial acaba de publicar sus previsiones para este año, y según estos datos si todo se mantiene según lo previsto, a finales de 2015 menos del 10% de la población mundial estará por debajo de la línea de la pobreza extrema. Son 700 millones de personas. Nunca antes el porcentaje de los que pasan privaciones severas fue tan pequeño.
¿Cómo ha sido la situación económica de las personas en la historia? Y esta pregunta viene a cuento por la prédica de Francisco de repetir estúpidamente cuando habla de «causar» pobreza, lo que el común de la gente cree en la intencionada explotación de unos países sobre otros, o que unos pocos ricos explotan a la inmensa mayoría. Lo cierto es que lo «normal» ha sido la pobreza y no la riqueza. La gran mayoría de la humanidad vivió en condiciones de acuciante pobreza. En tiempos en que gobernaba el Trono junto al Altar, es decir el Antiguo Régimen, el Clero y la monarquía, salvo esa casta gobernante el resto de la población vivía sumido en la ignorancia y la pobreza, sin ningún tipo de derechos.
En 1800, más del 90% de la población mundial vivía con menos de 1 dólar al día (en términos reales). Sólo en algunos pocos países de Europa y América del Norte comenzaba a intuirse un embrión de la clase media. Es que incluso los ricos de aquella época tenían en muchos aspectos un nivel de vida peor que el del ciudadano medio europeo de la actualidad: esperanza de vida, consumo de calorías, variedad alimenticia, oferta de ocio a su disposición, comodidades en sus hogares, etc., En cualquiera de estas variables, nuestra situación es mejor que la de los potentados de 1800. Y lo mismo en la Grecia clásica, la Roma imperial o la Edad Media italiana.
Por muy idealizadas que tengamos aquellos momentos, lo cierto es que si por algo se definían era por la pobreza. ¿Cuándo empezó a cambiar todo esto? Eso se puede ver en el gráfico de Max Roser, el porcentaje de población mundial que vive por debajo de la pobreza no hace más que bajar desde hace 200 años, y en los últimos 30 o 40 años de manera acelerada.
La tabla del Banco Mundial nos muestra una realidad aún más increíble. Desde 1990, la población mundial ha pasado de 5.200 a casi 7.400 millones de habitantes. A pesar de ese incremento, el número de pobres ha pasado de 1.958 a los 702 millones de los que hablábamos antes. Es decir, la caída en el porcentaje de población que vive con menos de 1,9 dólares al día (la nueva medida del Banco Mundial para definir pobreza extrema) es de tal magnitud que no sólo descienden las cifras relativas, sino también las absolutas.
La región que ha sufrido un enorme cambio ha sido el sudeste asiático, hay que recordar que en los años 50-60 del siglo pasado, la pobreza era patrimonio de esa región. África era, en términos de ingresos per cápita, menos pobre que China, Indonesia, Vietnam o la India. Hasta 1990, el 60% de la población del este asiático vivía por debajo del nivel de pobreza extrema por un 56% en el África Subsahariana. Actualmente las cifras de pobreza para el sudeste asiático son del 4,1% contra un 35%. La globalización y la entrada en los mercados mundiales ha generado en muy poco espacio de tiempo un nivel de riqueza que nadie había previsto hace un cuarto de siglo. No fue el Espíritu Santo ni el socialismo quien sacó de la pobreza a esa cantidad de gente sino el sistema Capitalista en las últimas décadas.
A pesar del incremento demográfico la generación de riqueza no ha cesado, pero ha aumentado la degradación medioambiental. El objetivo de los organismos internacionales es reducir la tasa de pobreza extrema por debajo del 3% en 2030. Yo no sería tan optimista. Para ello el mundo tendría que crecer de media al menos al 4% en los próximos 15 años. Hay numerosos riesgos en el horizonte, el freno de los emergentes, el parate de China, la oscilación de los precios de las materias primas, los conflictos político-militares, ejemplo Siria, Ucrania, etc.
Para generar riqueza, es una estupidez creer (y los ejemplos sobran), que el Estado deba crear o generar empleos. El Estado no genera empleos genera burocracia, ineficiencia, destrucción de las empresas y aumento del gasto. El Estado debe generar las condiciones jurídicas y geoeconómicas para que las grandes o medianas empresas puedan generar riqueza y trabajo. Las empresas deben ser exitosas y no desastrosas como las empresas bajo tutela del Estado. Hace falta innovación tecnológica, responsabilidad, grupos emprendedores, creatividad, mano de obra calificada, saber y anticiparse a las necesidades del mercado, la competencia mejora la calidad de la oferta.
El Estado debe tener otro trato con los grupos económicos exitosos, no hacer retenciones a las exportaciones como se hizo en la Argentina, con el sector agricolaganadero su verdadera «gallina de los huevos de oro». El mercado no lo es todo, su rol no es lo político, y como toda creación humana está sujeto a grandes errores, levanta y hunde fortunas no por la maldad del mercado sin por los errores de los que dirigen las empresas y, también suele ser campo propicio para la creación de burbujas por la codicia de algunos, pero es el único sistema que permite a la sociedad avanzar en el progreso material.
Si un día desaparecen grandes y tradicionales empresas, grandes y famosas marcas, el mundo no se acaba por ello, serán reemplazadas por otras actualizadas y acordes a las nuevas necesidades del mercado. En el mercado existe competencia y búsqueda de beneficios ¿Quién no lo busca? ¡Vamos, no tomemos por idiotas a la gente! Y ese metafísico Bien Común de la que habla Francisco o propio de la Doctrina Social de la Iglesia es una creencia.
El fin de la política no es el Bien Común, todas las personas persiguen un bien particular, y nunca sucede la coincidencia de un bien compartido por todos, algo común a todos (me gustaría que me den un ejemplo), el fin de la política es la eutaxia del Estado, la permanencia del ser, el buen orden, de mantenerse en el tiempo.
Francisco dice que la dignidad de las personas se nutre de las tres «T», techo, trabajo, tierra. Como nunca aclara nada Francisco, al contrario oscurece, esto me suena a la Ley general agraria de 1915 de Pancho Villa, o Pan, trabajo y libertad del maoísta español Javier Verdejo Lucas. Esos elementos a los que califica Francisco como «derechos», derechos de bienes futuros, que aún no existen, que no fueron creados por el hombre, a menos que esté pensando en okupas tan de moda en las izquierdas que se apropian de lo ajeno. Para ello es necesario una gran cantidad de recursos y deben ser aportados por otros trabajadores, es el fruto del esfuerzo de muchas personas, no se trata de sacudir el árbol.
Hay una equivocada creencia de suponer que el hombre por el sólo hecho de respirar ya tiene derechos ¿Por qué? ¿Sabe Francisco cuanto es el precio medio de una vivienda? ¿Y la tierra, su tamaño, la calidad y la ubicación de las mismas? ¿Y el derecho al puesto de trabajo? ¿En qué tipos de empresa y destinado a que potenciales consumidores? Y si no existe el beneficio al cual Francisco descalificó dura pero ingenuamente, no explica como pagará los sueldos de los trabajadores o lo que es peor como se va a sostener la empresa sin quebrar. Para crear puestos de trabajos es necesario empresas rentables, que sean medianamente necesarias en el mercado.
¿O estará pensando en las genialidades del Che Guevara, como ministro de industrias, que compró a Checoslovaquia camiones equipados con limpiadoras de nieve para Cuba, y terminaron arrumbadas y abandonados por su inutilidad? En la Unión Soviética o en Cuba, existía el pleno empleo, el derecho al trabajo, pero en realidad las personas engrosaban las nóminas de las empresas, que iban hundiendo gradualmente el aparato productivo, disminuyendo en la práctica el salario real, por no cumplir una actividad beneficiosa, así terminaron.
Cuando Francisco o los «zurditos» (como dijo recientemente al salir en defensa de un degenerado fisgón nombrado Obispo de Osorno recientemente en Chile), hablan de derecho es una «chicana», una forma de extorsión propia de la lucha de clases, que lleva a la frustración y al convencimiento de que aquellos que han logrado salir de la pobreza son unos infames explotadores y canallas. A eso se refería José Martí en la cita escrita al principio. En una sociedad próspera no es necesario el gasto social, ni la caridad ni la compasión. Porque no hay nada másdigno que ganarse el propio sustento por sí mismo, y no encadenarse a los grupos políticos como clientelismo con fines bastardos.
Parece que se olvidaron estos creyentes aquello de San Pablo: «El que no trabaja no tiene derecho a su pan». También existen personas que por distintas situaciones culturales, físicas o mentales no puedan lograrlo por sí mismo, entonces el Estado y la sociedad deben moralmente ayudarlos, pero no crear dependencia como sucede en la Argentina país de Francisco y el mío, donde un 38% de la población depende de algún tipo de subsidios del Estado. Y con ello aseguran su sostenimiento en el poder. La Iglesia no entiende las cosas de este mundo, tienen un discurso simplemente metafísico, extemporáneo o para decirlo en términos «porteños» (de Buenos Aires), «meando fuera del tacho».
Cuando lo normal en nuestro mundo era la pobreza era válido paliar esa situación, socorrer al indigente era una actitud éticamente correcta, eso era lo que enseñaba el Sermón de la Montaña. Pero desde que hace 300 años comenzó a cambiar ese horizonte, para decirlo sin avergonzarse, desde la Revolución Industrial, seguir insistiendo en ese modelo y, pontificando ex-cátedra es no entender nada. Si Jesús realmente fuese el que creen y predican, no estaría imponiendo el asistencialismo, sino la responsabilidad personal, la educación como método de superación.
El capitalismo no excluye ex profeso a las personas o los países como creen en Argentina y en otras latitudes. Motivo o discusión que nos llevó a romper todo tipo de contacto con un amigo personal, por esa controversia. A ese punto llega la necedad y no querer ver la realidad, creer que el fracaso de algunos países se debe a un país maligno que no permite que se desarrolle el suyo, es francamente una tontería. Para ejemplo, basta considerar una misma península en el Asia, una misma lengua, una misma raza, uno perdedor en la guerra (Corea del Sur) y otro vencedor (Corea del Norte), y comparar la situación actualmente de cada uno de ellos derriba totalmente esos estúpidos argumentos.
Al capitalismo no le interesan países pobres, a los pobres no se les puede vender nada, ni bienes ni servicios. En los países donde no hay sistemas políticos abiertos no hay mercado y si no hay mercado hay miseria, como en CUBA. No les voy a pedir que crean en mí, pues supongo que, a la altura de la lectura, ya debo estar considerado como un miserable explotador, un agente del imperialismo, o un hijo de mala madre. Les pido que lean el «Índice de Desarrollo Humano» que publica anualmente la ONU.
En ella podrán comprobar que los 25 países más desarrollados del mundo, son democracias liberales en que las actividades económicas se desarrollan dentro del marco del mercado y la propiedad privada. Propiedad privada que incluso la China ya lo incluyó en su Constitución. La competencia no es un pecado ni unaaberración, es por el contrario muy humano y necesario, en todas las esferas de la vida se compite, llámese trabajo, cultura, en la educación, en los deportes, etc.
Deng Xiaoping, al contrario del fracasado de Mao Tse Tung, dijo sin ruborizarse que «enriquecerse es glorioso», pero no por las ventajas que ello trae para quien lo logra, sino porque en ese proceso por alcanzar la gloria de la riqueza los emprendedores sacan de la miseria a numerosas personas, y poderoso a su país. En China, 400 millones de personas lograron salir de la pobreza gracias al capitalismo, para seguir con otro tanto en la India.
Lo irónico para no decir lo hipócrita de la Iglesia Católica, es que se alimenta de las exitosas sociedades capitalistas mientras no deja de destinarlas al infierno. Si no fueran exitosas las empresas, y no tuvieran excedentes al igual que sus fieles, no sería posible mantener una institución tan improductiva en términos económicos como es la casta eclesiástica. ¿Puede aportar algo de dinero un feligrés cubano, que gana menos de 20 dólares al mes? Así que menos satanizar al dinero y a las empresas capitalistas, que sin ellos Francisco no podría viajar en Alitalia o American Airlines. Ni podría estar el Papa cómodamente instalado en el Vaticano, un lugar libre de refugiados, o familias de refugiados sirios, libios, o etíopes. Esos…esos deben refugiarse en los países europeos capitalistas.
Nunca me quise meter en cuestiones doctrinales de la Iglesia Católica, a la que respeto profundamente pero no por las razones que esgrime Francisco. Y porque soy ajeno a su grey, pero mi vana curiositas me ha llevado a indagar sobre lo que piensan miles de hombres consagrados en la Iglesia. Y existe un grupo con un gran conocimiento de la Doctrina Católica que pone en paralelo al Denzinger (el Magisterio de la Iglesia), a la prédica del Che Bergoglio y este es el resultado:
El Papa Francisco dijo en una parte de su comunicación lo siguiente:
Encuentro con los representantes de los medios de comunicación. Sábado 16 de marzo de 2013.
“Algunos no sabían por qué el Obispo de Roma ha querido llamarse Francisco. Algunos pensaban en Francisco Javier, en Francisco de Sales, también en Francisco de Asís. Les contaré la historia. Durante las elecciones, tenía al lado al arzobispo emérito de San Pablo, y también prefecto emérito de la Congregación para el clero, el cardenal Claudio Hummes: un gran amigo, un gran amigo. Cuando la cosa se ponía un poco peligrosa, él me confortaba. Y cuando los votos subieron a los dos tercios, hubo el acostumbrado aplauso, porque había sido elegido. Y él me abrazó, me besó, y me dijo: «No te olvides de los pobres». Y esta palabra ha entrado aquí: los pobres, los pobres.
De inmediato, en relación con los pobres, he pensado en Francisco de Asís. Después he pensado en las guerras, mientras proseguía el escrutinio hasta terminar todos los votos. Y Francisco es el hombre de la paz. Y así, el nombre ha entrado en mi corazón: Francisco de Asís. Para mí es el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y custodia la creación; en este momento, también nosotros mantenemos con la creación una relación no tan buena, ¿no? Es el hombre que nos da este espíritu de paz, el hombre pobre… ¡Ah, cómo quisiera una Iglesia pobre y para los pobres! Después, algunos hicieron diversos chistes: «Pero tú deberías llamarte Adriano, porque Adriano VI fue el reformador, y hace falta reformar…». Y otro me decía: «No, no, tu nombre debería ser Clemente». «Y ¿por qué?». «Clemente XV: así te vengas de Clemente XIV, que suprimió la Compañía de Jesús». Son bromas… Os quiero mucho.
Os doy las gracias por todo lo que habéis hecho. Y pienso en vuestro trabajo: os deseo que trabajéis con serenidad y con fruto, y que conozcáis cada vez mejor el Evangelio de Jesucristo y la realidad de la Iglesia. Os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María, Estrella de la Evangelización, a la vez que os expreso los mejores deseos para vosotros y vuestras familias, a cada una de vuestras familias, e imparto de corazón a todos mi Bendición.
En sus dos mil años de historia, la Iglesia siempre se distinguió por su amor y desvelo maternal hacia los pobres, tanto que muchos Pontífices hablaron de una «opción preferencial» por ellos. Sin embargo, el sentido de esta penosa condición a que el hombre está sujeto parece estar sufriendo una extraña metamorfosis… ¿Qué nos enseña el Magisterio sobre la pobreza? ¿Por qué la Iglesia se preocupa por los pobres, y cómo comprendió siempre esta ardua condición humana? ¿La Iglesia debe ser pobre? ¿En qué sentido?
¿Quién nos salva, Cristo o la pobreza?
Congregación para la Doctrina de la Fe
-El lugar teológico fundamental es la fe apostólica. Poner los pobres como punto de partida es desvirtuar la fe
San Ambrosio
-La pobreza material no es bienaventurada en sí misma
-Ni son bienaventurados todos los pobres
Juan Pablo II
-El pobre de la bienaventuranza no es el indigente
Congregación para las Causas de los Santos
-Un indigente puede ser egoísta y apegado a la única moneda que posee
Juan Pablo II
-Son bienaventurados los ricos de Dios, tengan o no bienes materiales
Pío XI
-Ricos y pobres deben tener su mirada fija en el cielo
León XIII
-Para alcanzar la felicidad eterna no importa ser rico o pobre
San Juan Crisóstomo
-La pobreza es buena según los sentimientos de los que la padecen
Santo Tomás de Aquino
-La perfección no consiste en la pobreza, sino en seguir a Cristo
-La suma perfección puede coexistir con una gran opulencia: el ejemplo de Abrahán
-Nada impide que de la pobreza nazca un vicio
San Basilio Magno
-La pobreza no salva al pobre
¿La Iglesia debe ser pobre? ¿En qué sentido?
Juan Pablo II
-No se trata de añadir pobreza a la de los pobres, sino de enriquecer a los demás
-La pobreza evangélica es la sumisión de todos los bienes al Bien supremo de Dios
Juan XXII
-Cristo y sus Apóstoles tuvieron bienes materiales
Juan XXIII
-Jesucristo tenía una caja para su Iglesia
Juan Pablo II
-Es derecho de la Iglesia poseer y administrar bienes temporales
Benedicto XVI
-Cuando movimientos pauperísticos se levantaron contra una Iglesia rica y hermosa, las órdenes mendicantes se les opusieron
Pío X
-La reverencia despertada por la magnificencia de la Iglesia es un honor tributado a Cristo
Juan Pablo II
-La Iglesia no teme “derrochar” en el culto a Dios
Oficina para las celebraciones litúrgicas del Sumo Pontífice
-En el culto, no se debe confundir “noble sencillez” con “pobreza litúrgica”
Concilio Vaticano II
-Para el esplendor del culto, los objetos sagrados deben ser dignos y bellos
San Francisco de Asís
-Todo lo que concierne al santo sacrificio sea precioso
-Dondequiera que esté indebidamente colocado el Santísimo Sacramento, que se ponga en lugar precioso
Benedicto XVI
-El amor no repara en gastos; la preocupación de Judas por los pobres era el disfraz de su egoísmo
Juan Pablo II
-La Iglesia es universal y no de una sola clase
El lugar teológico fundamental es la fe apostólica. Poner los pobres como punto de partida es desvirtuar la fe
En su libro Jesucristo liberador, el P. Jon Sobrino afirma: “La cristología latinoamericana determina que su lugar, como realidad sustancial, son los pobres de este mundo, y esta realidad es la que debe estar presente y transmitir cualquier lugar categorial donde se lleva a cabo”. Y añade: […] la “Iglesia de los pobres es el lugar eclesial de la cristología, por ser una realidad configurada por los pobres”. Aun reconociendo el aprecio que merece la preocupación por los pobres y por los oprimidos, […] esta “Iglesia de los pobres” se sitúa en el puesto que corresponde al lugar teológico fundamental, que es sólo la fe de la Iglesia; en ella encuentra la justa colocación epistemológica cualquier otro lugar teológico. El lugar eclesial de la cristología no puede ser la “Iglesia de los pobres” sino la fe apostólica transmitida por la Iglesia a todas las generaciones. El teólogo, por su vocación particular en la Iglesia, ha de tener constantemente presente que la teología es ciencia de la fe. Otros puntos de partida para la labor teológica correrán el riesgo de la arbitrariedad y terminarán por desvirtuar los contenidos de la fe misma. […] La reflexión teológica no puede tener otra matriz que la fe de la Iglesia. La verdad revelada por Dios mismo en Jesucristo, y transmitida por la Iglesia, constituye, pues, el principio normativo último de la teología, y ninguna otra instancia puede superarla.
(Congregación para la Doctrina de la Fe. Notificación sobre las obras del P. Jon Sobrino S.J., n. 2.11, 26 de noviembre de 2006)
Bueno, que se puede esperar de un marxista como Jon Sobrino.
Yo no soy teólogo, aunque estudié por mi cuenta teología en su mayor parte, y para ello no es necesario estudiar 4 o 5 años, eso es una estafa. Y al leer las cosas que decía Francisco, de manera inmediata me di cuenta que estaba desubicado, o como dije hace un rato, estaba «meando fuera del tacho». Lo escrito ut supra, arriba, por sacerdotes que si saben y estudiaron el Magisterio de la Iglesia así lo certifican, porque se guiaron fielmente por el Denzinger. ¿Y ustedes se estarán preguntando qué es el Denzinger?
El Denzinger es la denominación común por el que conocemos la obra denominada «Enchiridion symbolorum definitionum et declarationum de rebus fidei et morum» (Compendio de las definiciones de los símbolos y de las declaraciones de las materias de fe y costumbres), conocida modernamente en español como «El Magisterio de la Iglesia». Fue publicado por primera vez en 1854 por Heinrich Denzinger dedicando su primera edición a S.S. Pio IX. Contiene los documentos más importantes del magisterio eclesiástico, incluyendo definiciones papales, documentos de Concilios ecuménicos (y locales), y otros documentos de relevancia en la historia de la Iglesia.
Es una fuente de primera mano que permite acercarse a todos estos textos de manera compendiada y sucinta. De todos los textos se aporta su versión en la lengua original (latín, principalmente), y su traducción al español. La obra consta de las siguientes partes:
PREFACIOS. Prefacio a las últimas ediciones. -Indicaciones para el uso teológico del Denzinger. -Indicaciones para la lectura.
PRIMERA PARTE. Confesiones de fe. -Confesiones de la fe de la Iglesia Antigua.
SEGUNDA PARTE. Magisterio eclesiástico. –Documentos papales y conciliares desde Clemente I Romano hasta Juan Pablo II (1995), por orden cronológico.
INDICES. –Índice sistemático: índice de materias interesantísimo para acceder a todas las referencias que aparecen en las obras relativas a alguna materia de la fe y las costumbres. –Índice de referencias bíblicas. –Índice de documentos. –Índice analítico.
11 de octubre de 2015.