LAS FEMINAZIS O LA DICTADURA DE LA VAGINA
Ricardo Veisaga
El caso conocido en España como «la manada», sobre una supuesta violación y la votación sobre la aprobación del aborto en Argentina, puso nuevamente en la escena a las Feminazis. En realidad, hace mucho tiempo que estas féminas se han apropiado del escenario mediático con el apoyo de asociaciones afines y de sus respectivos gobiernos.
A su vez los colectivos que se ven perjudicados, el «antifeminismo», ha encontrado en internet el campo de batalla donde desmontar las proclamas feministas, que mantienen una interpretación sesgada y tendenciosa de la historia. Hubertine Auclert, francesa, pionera del movimiento feminista, ya en 1882, hablaba de la justicia social y política para las mujeres.
La Real Academia de la lengua Española (RAE), en 1914 incluyó por primera vez como neologismo definiéndolo como «doctrina social, favorable a la mujer, a quien concede capacidad y derechos reservados antes a los varones». En el año 1992 la RAE, actualiza su significado y lo deja en el que hoy sigue vigente y que habla de «principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre». Si «anti» es un prefijo que significa «opuesto», se puede concluir en que el antifeminismo es la oposición al feminismo.
¿Pero hay un sólo tipo de feminismo? La división entre diversos tipos de feminismo, es dividida en «olas». Olympe de Gouges, en Francia, reescribe la Declaración de los Derechos del Hombre y los Ciudadanos, por el de «la mujer» y la «ciudadana». Otra de ellas es Mary Wollstonecrapt, cuya hija, Mary Shelley, fue la autora de Frankenstein, ante el surgimiento de esta primera ola, se suceden fuertes represiones, uno de ellos llevada a cabo por Napoleón Bonaparte, no se permite la reunión de más de cinco mujeres en la calle, Olympe es eliminada.
La segunda ola, no es una ola intelectual como la primera sino de acción social, es sufragista, y surge en dos países anglosajones (Estados Unidos y Reino Unido). Lucretia Mott, E. Cady Stanton en 1848 exponen la declaración de sentimientos, hacen hincapié en el voto. Flora Tristán, dice que la mujer es «la proletaria del proletariado», es el feminismo socialista. El feminismo en la segunda ola, buscan por un lado la igualdad de derechos y la otra cambiar el sistema.
Simone de Beauvoir, en 1949, escribe el «Segundo sexo» y comienza la tercera ola. La socióloga Betty Friedan, escribe la «Mística de la feminidad», crea (NOW), Nacional Organization for Women, y comienza en los 60s el feminismo liberal, con los años aparecerá el feminismo radical, que creen que hay que resolver el problema de raíz, y ese problema a resolver es el Patriarcado, entonces surge el movimiento de liberación de la mujer. El feminismo liberal busca la igualdad de las mujeres ante la ley, el radical quieren acabar con el sistema patriarcal.
En los noventa, surgen el feminismo negro, el postcolonial, transfeminismo radical, ecofeminismo, la teoría Queer, etc., etc., en nuestro siglo surgen los movimientos sociales como #Me Too. La ideología feminazi aparece en Estados Unidos con Valerie Solanas, que en los sesenta escribió el «Manifiesto S.C.U.M» (Society for Cutting Up Men), propugna una revolución feminista donde la mujer tenga el poder absoluto, quiere desaparecer al hombre de la tierra.
Para esta feminazi, las mujeres que no piensan como ella son unas estúpidas adoctrinadas. Fue ingresada en un neuropsiquiátrico y en los últimos días de su vida ejerció la prostitución en las calles, murió en medio de la miseria, las drogas y las enfermedades. Las feminazis son biologicistas, creen en la superioridad de la mujer sobre el hombre, las feministas de la primera y segunda ola, buscaban la igualdad de la mujer ante la ley, propósito que apoyo totalmente.
Es difícil entender a las feminazis ¿será tal vez porque somos hombres? El término feminazi apareció por casualidad, y fue en un programa de 1992, en la televisión estadounidense (video que se puede ver en YouTube), el conductor dice: Aquí está un Feminis… femi… Tarjetas feminazi coleccionables. ¿Ustedes no tienen de estos…?
Las feminazis usan el cabello corto, casi siempre, se lo tiñen de colores llamativos, se pintan los labios de rojo, negro o violeta, aunque también usan otros colores, anteojos con marcos gruesos al estilo nerd, muchas de ellas asumen una estética marcadamente masculina, es muy popular entre esta manada el uso de tatuajes. Odian a los hombres, pero se cortan el cabello como los hombres. Eliminan la letra O en el plural, por ejemplo, Amigos sería amixs, amigues, amig@s.
Dicen diputades, aquelles, indecises, estudiantes secundaries, es lo que llaman el «lenguaje inclusivo». Definitivamente el mundo se va al carajo con tantas tontaines y analfabetisme, que triste y doloroso final para la dictadura del proletariado, miren la cría que dejaron.
Una de estas tontitas estaba sumamente molesta por la palabra Patrimonio, porque cree que viene de Padre y no de patriotismo. Sus redes sociales preferidas son Twitter, Instagram y Tumblr, es cierto que muchas feminazis no visten así, pero sí aquellas que tienen una postura política acentuada.
El antifeminismo tiene una presencia fuerte en internet, hay manifiestos en el que se habla del feminismo como una «sociopatía» causada por un «severo trastorno narcisista», además de catalogarlo como «una agresión y violación flagrante de la realidad y de la historia», como en revoluciónantifeminista.org en que «Vaginismo mental, generocentrismo, agresión, genocidio, histerismo, odio a la raza humana y a la naturaleza» son algunos de los calificativos.
A muchos les sorprenderá que muchos portales antifeministas sean administrados por mujeres como ladiesagainstfeminism.com, o comunidades online como la página de Facebook Women against Feminism, que acumula más de 45.000 seguidoras de todo el mundo o la creada por mujeres hispanohablantes Soy mujer y soy anti-feminista. Una de las administradoras de esta página califica al movimiento feminista de «muy agresivo», se define como antifeminista «porque que no existe un feminismo bueno y otro malo ya que todo el feminismo es sexista, prejuicioso y negativo».
Según ella, es sexista porque:
«afirma que los varones han creado adrede un sistema especialmente diseñado para oprimir, explotar y someter a las mujeres. El feminismo también afirma que los hombres son los privilegiados y beneficiados de la historia y que las mujeres son las únicas perjudicadas. La hipótesis del patriarcado es el resultado de una interpretación tendenciosa que omite todos los perjuicios que ha padecido el varón. El feminismo, con esta hipótesis, crea un prejuicio sexista a priori y generalizante contra el género masculino».
Una de las páginas de Facebook de mujeres antifeministas que más adeptos tienen es Mulheres contra o feminismo, en la portada se puede leer: «Feminism is cáncer». La cifra de personas a las que «les gusta» esta página supera las 45.000. Brasil es, uno de los territorios donde el antifeminismo se hizo más fuerte. En Instagram, tres mujeres brasileñas montaron su lucha contra las feministas, Mirelly Fontes, una joven de Sao Paulo, dice: «No hay igualdad. El hombre tiene un papel y la mujer tiene otro». Dada la distinta naturaleza de unos y otros se posiciona radicalmente en contra de que las feministas, «más preocupadas por quemar sus sujetadores» que, por cualquier otra cosa, quieran «rebajar» la posición actual del hombre.
Thais Azevedo, en su perfil se define como «cristiana, libertaria y antifeminista», dice que no ve «a los hombres como opresores». De hecho, piensa que «a las mujeres les ha ido mejor desde que el patriarcado ha ido ganando peso en las civilizaciones occidentales». Critica a los medios de comunicación por no hacerse eco del maltrato feminista del que muchos hombres son víctimas. Subraya que «el feminismo nunca ha querido la igualdad. De hecho, las feministas odian que les traten igual que a los hombres. No son promujeres, sino antihombres».
Para el antifeminismo no es fácil propagar sus proclamas en Internet. Un ejemplo de esto es Vanesa Vallejo, economista y escritora colombiana a quien hace un año le censuraron su perfil en Facebook por emitir mensajes en contra, según Facebook, de la «victimización de la mujer para conseguir privilegios para el sexo femenino» y cargar duramente contra el «feminismo colectivista».
Tras una avalancha de reportes su perfil en la red social de Mark Zuckerberg era eliminado. No así su cuenta de Twitter ni de YouTube, donde sigue opinando.
«las mujeres colectivistas, cuando no les gustan las decisiones de vida de otras, trasladan la culpa a los hombres, al patriarcado y a la cultura machista», explica Vallejo. «Por un lado se dice que las mujeres tienen las mismas capacidades intelectuales que los hombres y, por otro, cuando las mujeres deciden casarse con un hombre rico y no tener que estudiar o trabajar, las tratan como un animalito».
La mayor parte del feminismo no persigue la igualdad entre sexos, sino la desigualdad favorable al sexo femenino. Además de la victimización de la mujer y culpabilización general del hombre. Sólo se publican las estadísticas de mujeres muertas por un varón, pero no se publican, ni estudian, las de hombres asesinados por sus mujeres.
Vallejo está en contra de la «humillación» que a su juicio representan los cupos femeninos y la búsqueda de la igualdad salarial.
«Esas posiciones se basan en una premisa falsa, que es la idea de que haciendo el mismo trabajo la mujer gana menos que el hombre. Por eso, la brecha salarial se logra combinando peras con manzanas, ya que una enfermera siempre ganará menos que un ingeniero y por eso cuando se hacen los promedios resulta que los hombres ganan más que las mujeres. Esto se debe a que los hombres tienden a estudiar carreras que son más valoradas por el mercado, y porque no tienen que parar de trabajar un año por embarazos ni cuidar niños».
El resultado es «falso», ya que, si se descartan estos factores, «una mujer ingeniera ganará lo mismo que un hombre ingeniero» sí están en las mismas condiciones de preparación y trayectoria. La «brecha salarial» es uno de los caballitos de combate de las feminazis, argumento esgrimido demagógicamente por los políticos, como penosamente lo hizo en el día internacional de la mujer, el presidente argentino Mauricio Macri.
El supuesto problema de la brecha salarial es que cuando la calculan, dividen todos los salarios sumados de los hombres que trabajan por cantidades de hombres que trabajan, y todos los salarios de las mujeres trabajadoras sumados por cantidad de mujeres trabajadoras, y concluyen que cada una de esas mujeres están cobrando menos. Lo que sucede es que, horas menos, en el país que gobierna Macri, las mujeres en promedio por semana, trabajan 10.
Si no se tienen en cuenta esas variables en el estudio, es obvio, que va a resultar que ganan menos. Pero cuando en distintos países serios hacen análisis, donde contrastan la edad en la que ganan, controlan la cantidad de horas trabajadas, el tipo de trabajo, no es igual. Los hombres promedio eligen trabajos mejor pagos, por ejemplo, en tecnología, no todos, como los obreros.
El trabajo de un obrero norteamericano que trabaja reparando las calles, el asfalto, gana más de 30 dólares la hora (y me quedo corto), y si ponen a una mujer en esos trabajos es por presión de la Unión (Sindicato), y su trabajo consiste en ordenar el tráfico o señalizar. Para las mujeres en general es imposible que hagan esos trabajos.
Esa brecha se extiende mucho en la edad en la que la mujer es madre. Los empresarios por su lógica comercial quieren ganar más y pagar menos, si fuera cierto el argumento de las feminazis, los empresarios contratarían sólo a mujeres.
Cuando tienen posibilidad de estudiar una carrera no eligen ser ingenieros o ingenieras (como a ellas les gusta), carreras vinculadas con alta tecnología, aplicadas a la alimentación, a la biotecnología, a la genética, a la informática, prefieren ser enfermeras. Quiero aclarar que ser enfermera me parece muy loable, pero como se habla de salarios no es el mejor ejemplo. No conozco ninguna mujer equivalente a Bill Gates ni a Steve Jobs.
Ni se dedican a las ciencias más duras como madame Curie, sin embargo, los hombres realizaron los mayores descubrimientos, aun cuando las mujeres tienen acceso al campo científico y esto lo podemos discutir cuando lo deseen, más que discutir mostrar, que en los mayores descubrimientos que hicieron más cómoda la vida de los hombres, como la luz eléctrica, están los hombres. Colón descubrió América, no Colona.
Vanessa Vallejo está convencida que subyace la intención de «decirles a las mujeres que son unas víctimas y entonces sancionar leyes en su favor, que solo siguen el juego a las feministas». Unas feministas que pueden, no todas perseguir el socialismo, «pero detrás de ellas, las verdaderas cabezas pensantes sí buscan fines políticos de izquierda, por eso es que las marchas feministas terminan en iglesias católicas. ¿Por qué? ¿Qué daño les ha hecho la religión? Pues porque detrás de todo esto está destruir la cultura occidental, los pilares de nuestra civilización y sus instituciones, para implantar finalmente el socialismo».
Con acierto dice: «si revisamos lo que decía la escuela de Frankfurt, veremos que querían tumbar la cultura occidental». ¿Cómo lo hacemos?, se preguntaron, «pues atacando la familia y la iglesia, que son objetivos frecuentes del feminismo». Debo decir que es la lucha de clases aplicada a los sexos, de Engels, los años 50, la Escuela de Frankfurt, Marcuse, etc., plantearon un hombre nuevo, una mujer nueva, una lucha en la que el elemento dominado, la mujer, la oprimida, tenía que suprimir al opresor.
Vallejo no entiende porque algunos partidos que se supone son de derecha acepten de manera acrítica estos postulados, algo que atribuye a que «la cultura está totalmente tomada por la izquierda», y los medios, agrego yo. Por lo que «si queremos acabar con estas ideas, lo que hay que hacer es mostrarle a la gente lo que hay detrás de este programa y explicarlo, porque de los partidos políticos no se puede esperar otra cosa que el ofrecimiento de lo mismo que ofrece la izquierda».
En muchos países algunos partidos se jactan de sus listas llamada «cremallera», Vallejo considera la implantación de cupos una «humillación» hacia la mujer, porque «si solo la contratan por llenar una cuota, se está reconociendo que no ha sido por sus méritos y que te ofrecen un trabajo porque así lo dice la ley». Por otra parte, «provoca un terrible problema de ineficiencia, ya que determinadas posiciones las ocupan personas que no están capacitadas, pero que han sido puestas porque son mujeres, con lo que finalmente estamos nivelando la sociedad hacia abajo, por ocupar lugares con personas que no tienen las habilidades necesarias».
Lo más difícil de atacar, dice, es la liberación de la culpa. El marxismo, desde siempre, ha tratado de quitarle la culpa al hombre por las cosas que hace, porque ser responsable de tus actos es bastante difícil y te causa problemas. Con el aborto, vienen a decirte: «Si tienes un hijo no querido no es tu culpa, no es tu responsabilidad. Puedes matarlo». «Eso es muy cómodo, pero los estudios muestran que las mujeres que han abortado sufren de depresiones y pasan graves problemas. Por eso las feministas quieren quitarles la culpa y es contra eso que debemos luchar».
Vanesa Vallejo expone su opinión sobre la «cara oculta» del feminismo colectivo explicando que la felicidad es algo subjetivo y que no entiende como algunas mujeres critican a otras por ser mantenidas o amas de casa. «Unas mujeres encuentran la felicidad estudiando o trabajando y otras la encuentras casándose con un hombre que las mantenga, teniendo hijos y estando en casa». Esto, que es una verdad como un templo, no ha sentado bien al colectivo feminista y a Vallejo le han llovido denuncias, críticas e incluso amenazas.
Vallejo dice: «No soy mi abuela, que por cierto fue una mujer muy independiente y adelantada para su tiempo, ni mi bisabuela, ni mi tatarabuela. Los tiempos han cambiado y a las mujeres ya no se nos educa para estar en casa, cuidando de los hijos y realizando las labores del hogar. No necesito que nadie me represente, ni me defienda como mujer y no quiero ser igual a un hombre. No me siento inferior, ni menos capacitada, ni menos inteligente que ellos».
No tengo complejos por ser mujer y pienso que, si quiero que me traten como «igual», lo primero que he de hacer es demostrar que lo soy. Trabajo, esfuerzo, tesón, aptitud y actitud. Autoconfianza en lugar de autocompasión. Si yo no creo en mí, tampoco puedo esperar que crean los demás.
«No soy una fémina desvalida y mucho menos voy a aprovecharme de la nueva moda que aboga por la igualdad de género, para empezar, porque no somos iguales. Puede que tengamos la misma capacidad a nivel intelectual pero no la tenemos físicamente y eso es indiscutible. La naturaleza es sabia y por algo nos hizo diferentes… diferentes y complementarios». «Si quiero respeto, debo ganármelo y eso, como mujer y como persona. No soy sexo, no soy débil y mucho menos del sexo débil. No me molesta un piropo agradable, lo considero un halago no una agresión, y me gusta que un señor sea galante y detallista».
«Eso no me convierte en una mujer machista, como me han calificado en alguna ocasión mis congéneres “feminazis”, que no feministas, y ahora me pongo con ellas». «Las feministas son a veces mujeres frustradas, amargadas, rabiosas y fracasadas como personas». Y no solo las comparto, todavía podría ampliar más la lista de calificativos porque yo sigo hablando de esas feministas radicales, matizo para que no se sientan ofendidas otras feministas, desde luego esos esperpentos a mí no me representan».
«No son más que machos castrados. Ahora resulta que todo es opresión del “heteropatriarcado” y todas aquellas que no pensamos como ellas, es porque hemos sido educadas bajo ese concepto. Hemos crecido en un ambiente “heteropatriarcal” y fascista, por lo tanto, somos merecedoras de recibir insultos e incluso ser agredidas por el citado colectivo de “femiengendros” que, todo hay que decirlo, no me despiertan la más mínima simpatía, ni ganas de empatizar bajo ningún concepto. Esa falta de respeto, esa agresividad y los cada vez más recientes ataques hacia el género masculino, me parecen enfermizos, descabellados, estúpidos, ilógicos y fuera de lugar».
«¿Acaso no tienen padres, hermanos y abuelos? ¡Sigo con el mundo de lo absurdo! Resulta también que defender los derechos de la mujer, pasa por compararnos con las vacas porque sepan Uds. que ordeñar vacas, también es un acto machista. Pues nada señoritas, por eso de la igualdad, pónganse Uds. a ordeñar toros.» «No a los lácteos, no a la explotación de ninguna fémina, el consumo de lácteos es MACHISMO. Las vacas son compañeras». Cuando no están con una manifestación así de surrealista, nos están indicando a todas las mujeres, como debemos vivir nuestra sexualidad.
Vi en estos días en internet manifestarse a una feminazi, «Yo voy a la huelga porque estoy cansada de ser considerada material productivo y reproductivo. Nos queremos libras (sic) y libres de todo tipo de violencia». No más machos alfa, ahora por la acción de tu pareja (feminazi) serás un macho beta. Dicen estos engendros, que las guerras en el mundo es culpa de las testosteronas de los hombres, y eso se soluciona castrando los huevos a los machos.
Según afirma Beatriz Gimeno, otra zurda descerebrada «miembra» de Podemos y diputada de la Asamblea de Madrid, «Por lo visto lo ideal, lo perfecto, sería imponernos a todas un mundo lésbico», como sus consignas de «machete al machote», ya no gozan de simpatía ni la feminización del lenguaje, ahora pretenden que la penetración sea considerada un delito porque, el acto sexual, es violencia de género y una agresión machista.
Entonces ¿la utilización en el mundo lésbico de juguetes sexuales, debe considerarse agresión con arma blanca? Estoy de acuerdo con la miembra Beatriz Gimeno, en que hay que vivir en un mundo lésbico, siempre y cuando me aseguren que esos nacimientos que se van evitar sean de progres y zurdos.
Son tan asquerosas y repugnantes estas feminazis, que no dudan en pintarse con sangre menstrual su cara y el cuerpo como señal de protesta.
«Llámenme loco, pero me parece que pintarse la cara con sangre menstrual. No es lo mío, pienso que eso es la razón por lo cual muchas de estas mujeres mueren solteras y solas. Pero no se preocupen, seguro tendrán sus 83 gatos para consolarlas».
Así se refiere al respecto Ben Shapiro, un verdadero azote de las feminazis, de las musulmanas y musulmanes, los progres y antisemitas estadounidenses, que tienen copadas las universidades y no permiten que nadie que opine lo contrario tenga lugar en las mismas.
Respecto a la maternidad, por un lado, están las que manifiestan que no son contenedores para albergar un embarazo y por otro, las que afirman que abortarían en caso de estar gestando un varón. Con semejante planteamiento no queda ni heteropatriarcado, ni mundo lésbico, ni reproducción por esporas porque me temo que todo apunta a la extinción de la especie. Lo grave de esto no es que existan engendros como estos, sino que sucede a golpe de subvención estatal, como si no hubiera prioridades realmente importantes, dilapidando el dinero en fanatismos y feminismos extremos e inútiles.
Otra cosa que repugna, es esa moda de reivindicar cualquier cosa irrumpiendo en cualquier lugar, con las tetas al viento y consignas pintadas sobre el cuerpo. Eso cuando no lo hacen totalmente en pelotas. Se creen muy valientes porque lo hacen en público, pero no tienen los ovarios para presentarse en mi casa o en la casa de otro macho alfa en pelotas.
Me cuesta imaginarme a hombres irrumpiendo en las instituciones, con las bolas en ristre, para reivindicar algo…excepto cuando lo hacen en alianza o muestra de solidaridad, hacia tan encantadoras criaturas. Pero ¿Qué tipo de hombre es el que se solidariza con ellas? ¿Quiénes son estos eunucos idiotas? Es inconcebible que un hombre normal se pueda aliar con quienes pretenden sodomizar, aniquilar o coser a machetazos en el mejor de los casos, a todo el género masculino.
Lo mismo va para los partidos políticos de izquierdas del mundo, como sucede en este país con los del partido Demócrata, que fuera de toda lógica y sin aplicar un mínimo de sentido común, apoyan, animan, fingen compartir sus inquietantes inquietudes y utilizan el tema en función de sus propios intereses. Debe de ser por eso de que hay que tener más empatía entre los colectivos de inadaptados porque también votan, lo mismo va para el resto de partidos, unos cínicos oportunistas.
Hay que diferenciar entre el feminismo que buscaban la igualdad ante la ley y las feminazis, entre feministas y femibestias. Dijo María Jamardo: «Discriminar al hombre no tiene nada que ver con proteger a la mujer. Ni con la igualdad. Ni con el progreso. Es socialmente inasumible.»
Volviendo a Vallejos, basta ver el criterio de Facebook, en el mismo post por el cual fue censurada también pidió a las mujeres aprender de los hombres, ya que «los hombres no pierden el tiempo en eso y no se organizan para volverse un lobby poderoso de gente resentida», fue censurado pese a cumplir con los requisitos que la red social demanda -borra los contenidos y bloquea las cuentas en las que existe riesgo de daños físicos o amenazas directas a la seguridad pública-.
«Sé que quieren destruir la superestructura del patriarcado, para reemplazarla con… con… bueno, con cualquiera sea la mierda esa en la que creen ustedes.» Les dijo en una universidad Milo Yiannopoulos, Milo es un británico, ciudadano de los Estados Unidos, gay, votante de Donald Trump, terror de Muslin, feminazis, en una palabra, de toda la basura fanática y progre, a la que gusta Milo de revolcar con conocimiento a estos engendros, una verdadera delicia intelectual.
Los micromachismos.- La microagresión (micro aggressions) enunciada por Chester Pierce, un afroamericano, profesor en Harvard, dice que es lo que sufren las minorías sociales día a día. Ejemplos de micromachismos sería, por ejemplo, que tú te encargues de la compra semanal, que cuando estés con la regla él sea incapaz de tener sexo contigo porque le da mucho asco, y que esos días del mes se tengan que convertir en los días de la mamada. ¡Ja, ja, ja, ja!
Lo único que me da asco son estas boludas y el estúpido de Pierce. Serán tan boludas estas femibestias que sostienen que es vergonzoso que la cuenta del restaurante se lo den a él.
En Francia se planea o ya está decidido multar con un mínimo de 90 euros «el derecho a importunar». ¿Con cuántos miles de euros deberían multar al tontín de Macrón que le tomaba la mano y miraba embelesado a Donald Trump? En las series de Netflix está prohibido mirar más de cinco segundos a otra persona en los rodajes. Ahora los piropos y silbidos a una mujer en Francia, son crímenes de odio, este intento para que se prohíba silbar a los hombres, es imposible de aplicar.
¿Cuántos cientos de miles de policías van a necesitar para cubrir las calles? Las feminazis que dicen amar la libertad, que odian a la policía, pero están invitando a la policía que intervengan en nuestras interacciones personales.
En las propuestas del partido de la nueva izquierda Podemos, de España, estos proletarios dicen: «Por eso propongo que haya un toque de queda nocturno hacia los hombres, (por ejemplo, desde las 23:00 horas hasta las 7:00) que en caso de infringirlo sea castigado con una multa ejemplar por parte de la autoridad. Los únicos hombres autorizados para circular por las calles deben ser aquellos que por su trabajo se vean obligados a ello (los barrenderos, policías, etc.)». Estos idiotas en cualquier momento te obligan a orinar sentado.
Una situación que le ha tocado vivir al escritor Arturo Pérez-Reverte, miembro de la Real Academia de la Lengua Española, ante la imposición de una feminista contra lo que denominan el heteropatriarcado, ha sido motivo de un artículo en XL Semanal por la situación absurda que le tocó vivir:
”Ayer me quedé de pasta de boniato. Estaba a punto de entrar en una librería y coincidí en la puerta con una señora. Al menos, creí que lo era”. ”Me detuve en el umbral, como digo. Para cederle el paso a la señora, igual que se lo habría cedido al lucero del alba. Incluso a mi peor enemigo. Hasta a un inspector de Hacienda se lo habría cedido. Pero mi error fue considerar señora a la que sólo era presunta; porque al ver que me detenía ante ella, en vez de decir ‘gracias’ o no decir nada y pasar adelante, me miró con una expresión extraña, entre arrogante y agresiva, como si acabara de dirigirle un insulto atroz, y me soltó en la cara: ‘Eso es machista”.
”Habría querido disponer de tiempo, por mi parte, y de paciencia, por la de ella, para decir lo que me hubiera gustado decirle. Algo así como se equivoca usted, señora o lo que sea. Cederle el paso en la puerta, o en cualquier sitio, no es un acto machista en absoluto, como tampoco lo es el hecho de no sentarme nunca en un transporte público, porque al final acabo avergonzándome cuando veo a una embarazada o a alguien de más edad que la mía, de pie y sin asiento que ocupar.
Como no lo es ceder el lugar en la cola o el primer taxi disponible a quien viene agobiado y con prisa, o quitarte el sombrero –porque algunos, señora o lo que usted sea, usamos a veces panamá en verano y fieltro en invierno– cuando saludas a alguien, del mismo modo que te lo quitas –que para eso también lo llevas, para quitártelo– cuando entras en una casa o un lugar público. Así que entérate, cretina de concurso.
Cederte el paso no tiene nada de especial porque es un reflejo instintivo, natural, que, a la gente de buena crianza, y de ésa todavía hay mucha, le surge espontánea ante varones, hembras, ancianos, niños, e incluso políticos y admiradores de Almodóvar. Ni siquiera es por ti. Ni siquiera porque seas mujer, que también, sino porque la buena educación, desde decir buenos días a ceder el paso o quitarte la puta gorra de rapero, si la llevas, facilita la vida y crea lazos solidarios entre los desconocidos que la practican’’.
Ceder el paso a alguien ha pasado a convertirse en, cuando menos, una afrenta. El discurso del heteropatriarcado, promovido desde la progresía institucional y mediática, provoca situaciones tan surrealistas como las que denuncia el escritor. Una de estas feminazis que fue rescatada de morir ahogada, dijo frente a las cámaras, «que mientras la salvaba de morir ahogada, bien le pudo practicar el puto sexo debajo del agua, y aunque le haya salvado la vida. Como mujer siente que fue violada». Aquí el idiota fue el salvavidas, debió haberla sumergido en lo más profundo y mantenerla hasta que dejara de patalear.
La escritora por los derechos de la mujer, del periódico Telegraph, Radhika Sanghani, una morocha de origen hindú, paquistaní o de Bangladesh, dijo que «el aire acondicionado en las oficinas se regula a una temperatura para los hombres, y no para las mujeres». Entonces esta feminazi ha lanzado toda una cruzada para liberar a la mujer de la opresión climatológica machista. ¿Por qué las feminazis no se quejan de los privilegios o beneficios que las mujeres tienen sobre los hombres en muchas situaciones?
El 70% de los consumos a nivel global están en manos de las mujeres, el 65% de los bienes de consumo en Estados Unidos están en manos de las mujeres, el 80% de las personas en situación precaria son los hombres, el 82% de los suicidios son de hombres. ¿De qué estamos hablando? Entre 120 y 140 mil hombres son violados en las prisiones de Estados Unidos anualmente, según reportes de Human Right. Lo de las mujeres es insignificante pero las feminazis no dicen nada de esto. El 92% de las muertes laborales son de hombres y el 97% durante las guerras y el 77% el número de víctimas de homicidio.
Casi la mitad de las víctimas de abuso doméstico en Estados Unidos y Canadá son hombres. En este país, la violencia doméstica, fue una de las formas tramposas de obtener papeles legales. Conozco casos de mujeres que denunciaron a sus maridos para quedarse con la casa, o una paisana mía que, a pesar de denunciar a su pareja, se los veía caminar o hacer las compras tranquilamente. Los hombres no tienen refugio y programas de defensa legal, ni atención jurídica subvencionada por el Estado, como las mujeres.
Estas feminazis son autistas, viven encerrados en su perro mundo, en su mondo cane, o perra si eso más les gusta, sólo se escuchan a sí mismo. Son como el Dios de Aristóteles, que se piensa así mismo y vive en la felicidad eterna. Son una entelequia, tienen principio y fin en sí mismo. Pero eso no impide que pontifiquen diciendo que ellas son la humanidad. «La humanidad es un arco iris», ¡Tomá, macho alfa!
Porque a pesar de tanta rudeza y masculinidad ellas también sienten, sobre todo en un mundo en que hace muchas décadas, se educa para sentir y no para pensar. Pues a mí me la suda su psicología barata, me importa poco su psicologismo, de otra manera lo dice Ben Shapiro:
«Que quede perfectamente claro, no me importa nada acerca de sus sentimientos. No quiero oír acerca de sus emociones subjetivas. No quiero oír hablar de tu corazón gritar al cielo. No me importa, no eres mi esposa, no eres mi hijo, me importa un bledo».
A mí también, gracias Ben.
El triunfo de Donald Trump, ha sido un grano en el trasero para estas progres, cada vez más surgen personas capaces de enfrentarse y vapulear intelectualmente a estas o estos progres izquierdosos en las universidades. Para quienes no manejan el inglés, dejo abajo un link con subtítulos en español, para que puedan ver en acción a Milo Yiannopoulos.
En ingles existen numerosos videos del gran Milo. Para aquellos que tienen en casa un engendro de estos y se sienten molestos con lo expuesto, les diré que me importa un bledo, más bien debería enojarse con ustedes mismos en el mejor de los casos, o en el peor suicidarse por haber permitido que semejantes engendros se desarrollaran.
https://www.youtube.com/watch?v=WFNMMKBYQls
3 de agosto de 2018.