

LA RECONFIGURACIÓN MUNDIAL
LOS ARANCELES Y LA GUERRA ECONÓMICA
Luego de la aplicación de los aranceles recíprocos dispuestos por Donald Trump, una gran cantidad de artículos, análisis y noticias en los medios, se refieren a la actitud del presidente Donald Trump como una cuestión psicológica, simplemente está loco. Ese error es común en personas que carecen de una teoría explicativa de cómo se mueve el mundo o como se construye la historia. Eso lo vengo repitiendo hace muchos años y lo continuaré repitiendo mientras sea necesario.
Toda economía es política, una cuestión tan elemental que la gran mayoría de los economistas la ignoran, y cada tanto, la realidad pone las cosas en su lugar. Estas cuestiones sobre la política, lo político y el poder no es entendible para economistas como Juan Ramon Rallo, cuya filosofía política lo lleva a conclusiones tan inútiles e inservibles en la vida política. Imbuidos en ideas ajenas a este mundo viven en una esfera alejada de la vida política concreta, viven en una burbuja y creen que la economía está al margen de la política.
Las sociedades políticas viven en una biocenosis social permanente (idea de Gustavo Bueno Martínez), todos luchan por sus intereses y se encuentran en una guerra permanente. La economía, la capa basal de un Estado, es otra arma política más empleada en la dialéctica de imperios o Estados. Los lideres políticos mundiales y los politólogos o analistas, siguen en babia, no saben que pasa y dicen que Donald Trump está loco. El presidente Donald Trump está reconstruyendo el orden global, así de simple, un nuevo reparto económico del mundo a partir de una acción permanente, y los aranceles de son parte de esta acción política.
Estamos viviendo un periodo muy fuerte de dialéctica de imperios en la que está en juego la traslatio imperii. Quienes nos dedicamos a analizar la política internacional estamos obligados a saber que toda sociedad política, también está sujeta a las leyes de la entropía. Sin importar la situación en la que esta sociedad se encuentre, siempre acabará generando caos en el interior de su Estado. En estos casos se suele intentar muchas formas de descomprimir esos problemas y muchas veces ya no es posible gestionarlos. Y cuando se llega a ese momento, no hay otra salida que exportarlos, de darle una salida al exterior.
La historia es generosa en estos casos proporcionando ejemplos de este tipo que sucedieron en el transcurso del tiempo, pensemos en el imperio mongol de Gengis Khan cuya expansión al mundo exterior fue la única manera de evitar las guerras civiles, en un mundo donde miles de clanes estaban enfrentados entre sí. Lo mismo con el imperio romano, y lo mismo sucede con Rusia y ahora con Estados Unidos. Cuando estamos hablando de Imperio nos estamos refiriendo al Imperio diapolítico o diamérico, y este es lo que dice el Materialismo Filosófico:
«El Imperio, en su acepción diamérica, es el Imperio como sistema de Estados mediante el cual un Estado se constituye como centro de control hegemónico (en materia política) sobre los restantes Estados del sistema que, por tanto, sin desaparecer enteramente como tales, se comportarán como vasallos, tributarios o, en general, subordinados al “Estado imperial”, en el sentido diamérico. El Imperio diamérico no es un “Estado de Estados” porque las “totalidades centradas” no pueden, a su vez, dar lugar a otras “totalidades centradas” de tipo holomérico. Es un sistema de Estados organizado por la subordinación (no por la destrucción) de un conjunto de Estados al Estado Imperial. (Las “Leyes” o fueros del Estado subordinado habrán de ser mantenidos, en principio, en un sistema imperial, siempre que sean compatibles con las leyes del Estado hegemónico)».
Los imperios a lo largo de la historia pudieron solucionar sus problemas internos orientándolos hacia el exterior. Los romanos trataron de tapar sus grietas internas mediante la expansión guerrera de forma sistemática contra los bárbaros, ampliando sus limes, el imperio británico pudo sostenerse por su expansión comercial permanente durante mucho tiempo y la Alemania nazi por medio del camino de la conquista bélica. El imperio estadounidense en este momento está intentado salvar su eutaxia en el plano mundial y también en lo interno mediante la expansión y una reordenación del mundo político global.
Los distintos gobiernos estadounidenses por décadas han llevado al país al desastre, y los aranceles son parte de esa labor reparadora, por un lado, los aranceles son un arma contra sus aliados europeos, algo que ya se vivió en tiempos de Richard Nixon, en tiempos difíciles, los aranceles juegan el mismo papel que la Reserva Federal de Volcker que utilizó los tipos de interés: «como un arma que inflige más daño a los capitalistas europeos y asiáticos que a los estadounidenses», según Yanis Varoufakis.
El orden internacional se está transformando por la ruptura estadounidense, que quiere escribir un nuevo reparto más favorable y menos favorable para los países que estaban beneficiados en el antiguo orden global, como son los europeos. Con China la cosa es más difícil y, además, ambas economías están muy vinculadas, y la respuesta china puede causar daño a los estadounidenses. Además, en Estados Unidos se está operando una sustitución de élites, los señores de la tecnología quieren apartar del poder a los tecnócratas.
Dentro del plan del presidente Donald Trump se contempla asignar a los países que supuestamente son aliados, y a los que quiere otorgar un nuevo y reducido papel. En su primer mandato dijo que Europa debía realizar una aportación justa a la OTAN, gastar más en defensa, y ahora, que debe hacerse cargo de la seguridad de Ucrania. Según Trump los europeos se habían aprovechado de Estados Unidos, algo innegable, de modo que el aporte a la OTAN era insuficiente. Y, por otro, desde una posición de seguridad gratuita competían o abusaban de Estados Unidos en materia comercial, ya es era hora de cambiar y Donald Trump no es el idiota político de Biden.
Por medio de los aranceles la administración de Donald Trump quiere reconstruir el comercio mundial para reconfigurarlo en términos que sean más provechosos para su economía desde el bilateralismo. Ya no hay arreglo por medio de la Organización Mundial del Comercio (OMC), sino de acuerdos bilaterales y por la vía rápida, fin del multilateralismo. En el viejo orden internacional basado en reglas que irónicamente Estados Unidos construyó, acabaron perjudicando al país, los resultados están a la vista sobre todo en sectores como las manufacturas.
Esta revolución política que acaba de emprender Donald Trump para ingresar en una nueva época le puede salir bien o mal, el éxito no está garantizado a priori, pero nunca será peor a lo que le espera si no lo intenta. A este ritmo está condenado al fracaso total como imperio. Lo que hace Trump es tratar de deconstruirlo de manera que puedan posicionarse mejor en los ámbitos donde se perciben en declive y expandirse en aquellos que les resultan convenientes, en estas negociaciones con alguna irá bien y con otros no.
Parece ser también, que la gente no entiende que la globalización acaba de morir con Donald Trump y sus aranceles, y por fin llegó el «Día de la liberación». En ese viejo orden mundial, Estados Unidos era la potencia hegemónica y el guardián global, el neoliberalismo había planificado que China fuera la fábrica del mundo y la Unión Europea una instancia reguladora que ya no está vigente, ni se lo necesita.
Hay nuevas potencias que están tratando de jugar un rol en el nuevo orden mundial, pero China es la verdadera amenaza para Estados Unidos. Por su enorme capacidad industrial, su avance en tecnología y energía, su salto en inteligencia artificial, el crecimiento de su ejército y las redes que ha creado en Asia, África e Iberoamérica, a través de la Ruta de la Seda, su creciente influencia global, su alianza con Rusia y otros estados canallas. Estados Unidos sabe que el mundo ya no es unipolar y que no es la potencia hegemónica, sino la dominante en un orden multipolar.
Estados Unidos quiere formar un bloque económico y de seguridad vinculado a su esfera como en tiempos de la Guerra Fría y, del mismo modo que exige a los aliados que aporten más para su defensa, pretende que pongan menos trabas a los productos y servicios estadounidenses. Estados Unidos ha aplicado una batería de imposiciones a los países extranjeros, pero también ha mostrado su predisposición a negociar, si quieren una reducción o una eliminación de los aranceles, tendrán que ofrecer algo a cambio. Pero si plantean entrar en la pelea los incrementará como sucede en estos días con China.
El desequilibrio comercial desfavorable da ventaja a Estados Unidos, son los otros países los que deberían preocuparse ya que pueden perder un mercado tan apetecible como el estadounidense. Donald Trump no deja de insistir en que es hora de que Estados Unidos recupere sus capacidades productivas y que esa industria que perdió, y cuya ausencia somete al país a debilidades estratégicas significativas, empiece a retornar a tierras estadounidenses.
Los desequilibrios comerciales desfavorables ofrecen una ventaja al país que los padece, si cuenta con el poder suficiente para soportar, es decir, ganará el que más aguante, son los otros Estados los que temen perder un mercado que les resulta muy provechoso. En la hora de las negociaciones, Estados Unidos se sentará en la mesa, además de poner la pistola sobre ella, teniendo consigo muchas cartas a favor. En estos momentos hay un gran número de países que están ofreciendo cesiones a cambio de no renunciar a sus exportaciones.
Muchos niegan, empezando por la Unión Europea, que ellos apliquen aranceles. Mientras China y Europa subieron los aranceles nadie dijo nada. En las últimas dos décadas el mundo entero se ha acostumbrado a una política comercial en la que todos los países pueden exportar todo lo que quieran a Estados Unidos, pero a Estados Unidos se le ponen todo tipo de barreras. Esas barreras no son solo arancelarias, son administrativas, burocráticas, fiscales, e impiden que las empresas estadounidenses exporten. La Unión Europea tiene un gigantesco superávit comercial con Estados Unidos en productos en donde la producción europea es mucho más cara, porque los costes laborales, los impuestos, etcétera, son mucho más altos.
Los aranceles efectivos que aplica la Unión Europea contra Estados Unidos son mucho más elevados en alimentación y ganadería, en bebidas alcohólicas y tabaco, en aceites animales, en todo lo que tiene que ver con aceites vegetales, química, productos manufacturados, maquinaria y transporte, y en general todas las materias primas. Estamos en un mundo con un gigantesco proteccionismo contra Estados Unidos. Lo que quiere Donald Trump es equilibrar la balanza, y equilibrar la balanza negociando. Lo que hace es anunciar aranceles, porque Estados Unidos no puede hacer lo que hace la Unión Europea.
Estados Unidos no puede inventarse todo tipo de barreras bajo la excusa fiscal, medioambiental, etc. Entonces lo que hace es anunciar aranceles. Y si se levantan las barreras comerciales de los demás y se equilibra la balanza, obviamente eso será positivo para todo el mundo. La propia jefa de la UE, Von der Leyen, y el propio Draghi, explicaron que las barreras que se pone la Unión Europea a sí misma suben los precios del sector servicios en un 110% y al manufacturero un 45%.
Durante su primer mandato, Trump le quitó los aranceles a Italia y Grecia que negociaron con éxito los aranceles al aceite y a la aceituna. Los aranceles son una medida de negociación, pero los medios de comunicación y los políticos de la Unión Europea sostienen tres mentiras. Es absolutamente falso que la Unión Europea es un campeón del libre comercio. La segunda mentira es sostener que los aranceles solamente los pone Estados Unidos. Y la última falacia es querer que toda negociación sea desde la Unión Europea a través de la burocracia europea, y eso no es cierto, se puede y de hecho se negocia de manera directa de país a país.
En los últimos 15 años China, India, Rusia, Brasil, Indonesia, Sudáfrica, y los países de la Unión Europea, estuvieron elevando las barreras arancelarias, y no se dijo nada sobre los aranceles del chino Xi Jinping. Las barreras que puso la Administración Obama fueron absolutamente claras, y nadie dijo absolutamente nada. Joe Biden mantuvo y aumentó los aranceles que había de la administración anterior y nadie dijo nada. Ahora, quieren culpar a Trump de todos los problemas que acumularon sus economías en los últimos años, pues necesitan de un enemigo exterior.
Es absurdo decir que van a poner aranceles de respuesta cuando la Unión Europea tiene un superávit comercial gigantesco con Estados Unidos. Cuando un Estado o la Unión Europea ya ha aplicado una gigantesca cantidad de barreras arancelarias y no arancelarias contra Estados Unidos, la capacidad de infligir daño a Estados Unidos es muy pequeña o nula. En las dos últimas décadas se acostumbraron a que el exceso de capacidad y la posición de las empresas de los países se compensaban en cuanto a costes con Estados Unidos.
Una empresa europea cuando se encontraba saturada de impuestos, de cargas burocráticas, entonces sentía la necesidad de vender a Estados Unidos su exceso de capacidad porque estaba cargado el propio mercado interno. Eso lo reconoce hasta el mismo Fondo Monetario Internacional (FMI). Estados Unidos no tiene por qué tener superávit comercial, pero tampoco puede tener un déficit comercial que se les ha multiplicado en los últimos años. En cuanto a la inflación, los aranceles, por sí mismos, ante la misma cantidad de dinero, no aumentan la inflación.
La inflación es la pérdida del poder adquisitivo de la moneda, y se manifiesta en la subida continuada y anualizada de los precios. Los aranceles pueden hacer que un precio individual suba si ese producto está producido un 100% en el extranjero, y si a la vez la demanda es inelástica, pero esto ocurre con muy pocos productos. China es uno de los países con más barreras al comercio, arancelarias y no arancelarias, del mundo. Si los aranceles causasen la inflación, China no tendría la baja inflación que tiene, tendría una enorme inflación.
El catedrático español Rafael Pampillón, dijo hace pocos días: «A mí me gustaría que Van der Leyen (presidenta de la Comisión Europea) sacara un tablero como sacó Trump anteayer y mostrara cuáles son los aranceles que tiene frente a Estados Unidos y cuáles son los que va a ponerle». Pampillón recuerda que la Unión Europea también tiene aranceles frente a Estados Unidos y otras barreras no arancelarias que tienen que ver con el medio ambiente, la huella de carbono, las medidas de seguridad que se exigen a los productos… «Los automóviles americanos llevan un arancel de entre el 10% y el 20%, tenemos aranceles a la carne, la fruta, los lácteos, a los productos industriales, a los aviones…». Pampillón entiende que debe haber una negociación «que tendría que terminar bien, porque si no habrá un colapso de la economía globalizada».
En la Unión Europea están buscando como siempre, un chivo expiatorio y, una excusa para que la Unión Europea mantenga sus gigantescas barreras al comercio, que son un problema para ellos y para nosotros. El mismo razonamiento empleado con Europa lo lleva al resto del mundo en lo económico. Hay naciones que se han aprovechado de la apertura del mercado estadounidense y llegó la hora de acabar con una situación en la que Estados Unidos pierde y la pagan sus ciudadanos. Trump sabe que no puede derrotar a China y que China tiene su zona de influencia y esta situación se mantendrá por mucho tiempo. Lo que pretende Donald Trump es que sus aliados no jueguen a dos bandas como lo hacen en la actualidad.
China tendrá su propio ámbito de influencia, en especial en Asia, en Oriente, de manera que se terminará de conformar una suerte de nueva Guerra Fría, como lo vengo sosteniendo desde hace mucho tiempo. Entre ambos, existirán una serie de actores, como Arabia Saudita, India, Turquía, que se vincularán con China o con Estados Unidos, y que por algún tiempo aprovecharan de las ventajas que les da su influencia regional para obtener partido de unos o de otros, Rusia ya está alineado con China, pero finalmente acabaran vinculándose más a una de las dos esferas.
La izquierda estadounidense realiza protestas en todo el país por los aranceles, pero cuando China, la Unión Europea, Vietnam, Taiwan, Israel y demás países del mundo aplicaban aranceles a Estados Unidos no había protestas. No vemos a personas en Alemania protestando por los aranceles que Alemania aplicaba a los productos de Estados unidos. La administración Trump ha repetido cientos de veces que estos aranceles son recíprocos, es decir, que, si otros países eliminan sus restricciones a los productos estadounidenses, Estados Unidos hará lo mismo.
Scott Bessent, secretario del Tesoro, dijo: «No tiene por qué haber recesión ¿quién sabe cómo va a reaccionar el mercado en un día o en una semana? lo que estamos haciendo es construir fundamentos económicos sólidos a largo plazo para la prosperidad, porque creo que la administración anterior nos había puesto en camino hacia un colapso financiero». La hipocresía de la gente llega a un punto en que creen que es un derecho que sus propios países apliquen aranceles o cualquier tipo de restricciones a Estados Unidos y este no debe hacer lo mismo.
La noticia más importante aquí es que, hemos llegado al fin del globalismo, según dijo Independent, de Inglaterra: «Sir Keir Starmer declarará el fin de la globalización y admitirá que esta ha fracasado ante el público, en medio del creciente impacto de la imposición de aranceles globales por parte de Donald Trump, incluyendo un 10% al Reino Unido». Y en otro artículo publicado la semana previa a la entrada en vigencia de los aranceles, Sir Keir, dijo: «El mundo que conocíamos ya no existe. Tenemos que estar a la altura del momento».
Un funcionario del 10 de Downing Street le dijo a Sunday Times: «Trump hizo algo con lo que no estamos de acuerdo, pero hay una razón por lo que la gente lo apoya en todo esto», y agregó: «El mundo ha cambiado. La globalización se acabó, y estamos en una nueva era. Tenemos que demostrar que nuestro enfoque puede ofrecer respuestas para la gente en todas partes del país». ¿Ha terminado el globalismo como lo conocemos? Si entendemos el globalismo como desequilibrios comerciales donde Estados Unidos debería ser el perdedor en cada acuerdo y cargar con los costos de la defensa de las políticas que ocurre en los demás países, del fin de las fronteras nacionales, eso sí se acabó.
Pero si hablamos de un comercio global, eso no se terminó, aun cuando la guerra comercial con China lleve a dividir el mundo en dos esferas de influencia como en la Guerra Fría, no se terminaría. Lo que se acaba es esa teoría que piensa que Estados Unidos debe mantener a otros países económicamente, incluso bajo su propia destrucción. Howard Lutnick, el secretario de Comercio, dijo a Newsmax:
«lo que ha pasado en el mundo es que los gobiernos globales han respaldado el hecho de quitarnos nuestras fábricas, no hay nada en Taiwan que justifican que ellos han de fabricar semiconductores, no hay nada en Corea que justifique que deben fabricar todos los electrodomésticos y electrónicos del mundo. Lo que pasó fue que sus gobiernos adoptaron una política de quitémosles estos negocios a Estados Unidos, mientras ellos no están prestando atención, así que nuestras fabricas se fueron al extranjero, pero lo que van a ver ahora es que las fábricas más modernas del mundo van a regresar aquí».
Las abusivas multas a las empresas tecnológicas estadounidenses son consideradas aranceles y otras políticas similares están siendo incluidas dentro de los aranceles recíprocos. Así lo dice el asesor e ideólogo del America First: Peter Navarro:
«Este es el análisis que estamos intentando hacer bajo el principio de que el presidente quiere cobrarles a esos países lo mismo que ellos nos cobran a nosotros como usted señaló, Vietnam tiene una tarifa aplicada, una taza arancelaria que es mucho más alta que la nuestra, pero ni siquiera se acerca al arancel que nosotros les cobramos a ellos, entonces la pregunta es ¿cómo valoras eso? Dejame contarte las formas, hay que valorar la manipulación monetaria, hay que valorar las distorsiones por impuestos al valor agregado, IVA, dumping, los subsidios a la exportación, las barreras técnicas al comercio, las barreras agrícolas, las cuotas, las prohibiciones, la falsificación, el robo de propiedad intelectual, todo eso y aquí viene el punto central, si miras el déficit comercial que cada país mantiene con nosotros, lo primero que debería decirte un economista, pregúntale al próximo que tengas en tu programa, ¿Estados Unidos debería tener déficits comerciales crónicos y sostenidos? No, y hay consenso en que no debería tenerlos. Segundo, según la teoría económica no deberían existir, entonces lo que representa el déficit comercial de cualquier país con nosotros es la suma de todas sus trampas, es la suma de todas sus prácticas desleales».
Peter Navarro estuvo advirtiendo sobre todas estas prácticas espurias desde hace más de 20 años. Autor de «Muerte por China», Death by China, donde detalla todas las prácticas tramposas que aplica el Partido Comunista Chino a Estados Unidos y el resto del mundo. El robo de la propiedad intelectual, la manipulación monetaria, la devaluación del yuan, del diseño. Hay que poner en contexto a la Unión Europea, que está amenazando a Elon Musk con una multa a “X” de 1.000 millones de dólares, y de acuerdo a la lógica empleada por Trump, esto también es un arancel.
Las quejas del gobierno chino y su amenaza de recurrir a la Organización Mundial del Comercio (OMC) es una burla, cuando ellos ya lo estaban haciendo y en muchos productos abusivos, es largo de enumerar la larga lista con que el imperio abusador y depredador chino aplica a cada una de sus transacciones comerciales, desde el robo de patentes, al abuso de obligar a toda empresa internacional radicada en China, a admitir en sus juntas a miembros del Partido Comunista Chino y el acceso a cualquier información relativa a sus productos, para luego plagiar de forma descarada.
Desde 1978 cuando Estados Unidos reconoció a la República Popular China, las empresas estadounidenses se lanzaron a conquistar un mercado de más de mil millones de personas, pero rápidamente se dieron cuenta que el socio chino no era tal socio, y que no cumplía con las reglas aceptadas. En un informe de 2017, ya se mencionaba el robo de la propiedad intelectual estadounidense, en ese entonces, ya se calculaba que el costo del robo anual ascendía a 256 mil millones, entre productos falsificados, softwares pirateados, secretos comerciales robados, etcétera.
Actualmente China sigue presionando a las compañías extranjeras para que entreguen la tecnología y los derechos de propiedad intelectual, a cambio de los accesos a los mercados, eso sí constituye una violación al comercio internacional. De cualquier manera, Estados Unidos pasa de estas organizaciones que son parte de ese viejo mundo global, una organización típica del globalismo neoliberal.
Cuando Trump anunciaba que ponía aranceles del 34% a China, además del 20% que ya había impuesto previamente, es decir, un total del 54%, China respondió con aranceles del 34% sobre productos estadounidenses, de esta manera se convertía en el primer país en tomar represalias contra Estados Unidos. Pero Donald Trump dijo lo siguiente: «¡China jugó mal, entraron en pánico, lo único que no podían permitirse hacer!», de inmediato dijo que iba a redoblar la apuesta en 48 horas agregando un arancel del 48% a productos chinos si el régimen no retiraba su arancel de represalia.
China dijo que iba a luchar hasta el final y que no aceptaba las políticas de Trump, ante la negativa de China, Trump aumentó los aranceles hasta un 104% y luego al 125%, llegando al 245%. El tesorero del gobierno, Scott Bessent, dijo lo siguiente: «China exporta a los Estados Unidos 5 veces más de lo que exportamos a China, así que pueden aumentar sus aranceles. Pero ¿y qué?». Muchos analistas dijeron que los lideres de otros países del mundo, luego de patalear, terminarían arreglando con Estados Unidos, pero Xi Jinping, no. Algunos de ellos argumentaron las razones de la negativa china, como Christopher Balding: «Xi Jinping se ha vendido a sí mismo y a nivel internacional como el tipo que se enfrenta a Estados Unidos, y que todo aquel que quiera plantarle cara a Estados unidos debe ponerse en fila detrás del presidente Xi. Así que sería catastrófico para Xi ser visto como cediendo ante Trump».
El experto de origen chino, Yeh Yao-Yuan, dijo: «Esto es más que una desvinculación agresiva, porque la escalada arancelaria hará que el comercio entre ambos caiga todavía más. Si este desacoplamiento se prolonga, desembocará en una Guerra Fría». Alexander Liao, aseguró: «Washington tiene muchas más cartas, Beijing pocas». Cuando Trump anunciaba la lista de países arancelados, China ocupaba el primer puesto, pero no tenía la tasa porcentual más alta, si en cambio, otros países asiáticos que las empresas chinas usan para el trasbordo de sus mercancías a Estados Unidos como Vietnam y Camboya, recibieron gravámenes de casi el 50%.
Pero China ocupaba el primer puesto de la lista porque para la administración Trump lo tiene como objetivo, pero lo hace de manera encubierta, de manera más silenciosa, pero a medida que la escalada continúe, Estados Unidos se pondrá más agresivo. El hecho de poner aranceles altos a China fue ex profeso con la intención de que sean más difíciles las negociaciones. Hay que recordar que Trump acusaba a tres países por no hacer lo suficiente para frenar el tráfico de fentanilo, Canadá, México y China, pero a China le sumó un 10% más.
En estos momentos las importaciones chinas a Estados Unidos están sujetas a un impuesto superior del más del 60%. Trump dijo que estaría dispuesto en reducir los aranceles a la mitad si Xi Jinping estaba de acuerdo en cumplir ciertos compromisos que, el líder chino no está dispuesto a aceptar. Según Balding aun en el caso de que China lograra una reducción del 50% China no estaría en condiciones de aceptar: ¿Qué quiere Trump? Me parece que básicamente está diciendo: «desvinculemos todo lo posible de China».
Desde que regresó al poder Trump, ha lanzado una serie de políticas destinadas a frenar a China, el secretario de comercio Howard Lutnick, dijo hace unas semanas que el propósito de los aranceles globales era evitar que China trasbordara productos a Estados Unidos. Trasbordar eso fue lo que hicieron muchísimas empresas chinas durante el primer mandato de Trump para eludir sus aranceles. «Básicamente dijo Trump no puedo permitir que en ninguna parte del mundo haya lugares desde la que China u otros países puedan realizar envíos a través de ellos».
El nuevo gobierno de Trump a aprendido las lecciones, en su primera administración Trump tardó dos años en negociar y firmar un acuerdo comercial de fase uno que al final no cumplieron, China no compró los dos años siguientes los 200 mil millones de dólares adicionales en productos estadounidenses como había prometido. Trump a mencionado numerosas veces que China había prometido castigar a cualquiera que fabricara y enviara fentanilo a Estados Unidos, otra promesa también incumplida. A China no le preocupaba retardar las promesas ya que el costo de todo recaía sobre Estados Unidos, pero ahora la cuestión se ha dado vuelta y es Estados Unidos quien toma la iniciativa.
Christopher Balding dice: «Le vamos a imponer un sufrimiento enrome desde el principio, así que, si quieren prolongarlo, solo estarán prolongando su sufrimiento». El modelo de la economía China depende de la exportación. En 2024 el crecimiento de las exportaciones chinas fue una de las pocas buenas noticias para Beijing, y se debe a que pueden exportar a bajo coste, por tanto, crecieron por encima de la media mundial, entonces, la historia puede cambiar ya que los aranceles encarecerán los productos chinos en Estados Unidos por mucho que el gobierno chino devalúe la moneda como acostumbra a hacer para vender por debajo del valor de mercado.
China produce mucho más de lo que puede consumir, su mercado está orientado al mercado extranjero. El secretario del Tesoro mostraba su escepticismo sobre la capacidad de China de tomar represalias contra Estados Unidos: «El modelo de negocio de economía china son los más desequilibrados en la historia del mundo moderno, nunca se ha visto nada igual en cuanto a sus niveles de exportación en cuanto a su PIB, en cuanto a su población, así que creo que les va a resultar muy difícil cambiar el modelo. Están tratando con una recesión deflacionaria/depresión en este momento y están tratando de exportar para salir de ella y no podemos dejar que lo hagan. Pero creo que cuando piensas que el sistema de fabricación chino es como esa vieja película de Disney con las escobas llevando los cubos, no hay nada más que puedan hacer. Ese es su modelo de negocios y no van a parar y creo que el presidente Trump ha roto su modelo de negocio con estos aranceles, y tienen un déficit tan grande con nosotros que necesitan nuestros mercados, no pueden sobrevivir sin ellos».
China produce el 90% de las tierras raras necesarias para el mundo actual y ahora está controlando la venta a Estados Unidos en represalia, y esa ha sido una de las razones por la que Trump a estado buscando minerales críticos en Ucrania, y cuando el precio de esas materias primas para uso militar y electrónico, dejen de mantenerse bajos debido al monopolio chino, más empresas se unirán al negocio de su procesamiento, habrá más fabricantes y competencia para el régimen chino. En estos momentos Estados Unidos está trabajando en el fondo del Pacifico para extraerlos.
China y Estados Unidos están en una batalla por restablecer el protocolo comercial internacional e incluido el nuevo orden mundial, el gobierno chino considera que los desafíos que Trump acaba de lanzar al modelo chino, representan un desafío para todo el modelo chino, y por lo mismo Xi Jinping no puede ceder, si lo hace, su legitimidad dentro de China se derrumbará. Para Donald Trump el éxito de sus medidas dependerá si sobrevive al impacto inicial y que los votantes no desesperen mientras se reanuda el comercio global. No se descarta que Estados Unidos realice alianzas con sus vecinos más descontentos como India, que se sume a una campaña global de derechos humanos y su violación en China, sobre el origen del Covid-19 y el ataque a las minorías étnicas en China.
Entre el año 2000 y 2024 vemos que el comercio de Estados Unidos tanto en exportaciones como en comercio general, no estaba equilibrado, pero tenía un déficit comercial relativamente bajo. A partir del 2000 se ha ido desatando una brutal ola que ha hundido el comercio de Estados Unidos y se disparó el poder de China como el gigante exportador, que, además, utiliza ese gigantesco superávit comercial que tiene con Estados Unidos para atesorar dólares, y al atesorar dólares está utilizando esos dólares para minar a la sociedad y el sistema financiero estadounidense.
Al anuncio de la respuesta de Trump de aumentar los aranceles a 104%, China responde aumentado mucho más. Hay que recordar que las tarifas y las barreras no tarifarias de China son muy superiores a las de Estados Unidos y fue de manera constantemente aumentando, por tanto, esto es una guerra total y que ahora se ha trasladado a los bonos del Estado. Todos saben que China es un importante tenedor de bonos de Estados Unidos, y si lo que hace es vender los bonos de Estados Unidos, muchos dicen que eso pone en riesgo a Estados Unidos o directamente lo acaba.
Se repite de manera permanente que China es el mayor tenedor de bonos de Estados Unidos, y no es verdad, el mayor tenedor de bonos es la Reserva Federal, pero tampoco es China el mayor país del mundo tenedor de bonos, ya que es Japón. La inmensa mayoría de la deuda de Estados Unidos no la tiene ni la Reserva Federal, ni Japón, ni China, sino que la tienen las administraciones de fondo de pensiones, y demás instituciones estadounidenses. Por tanto, China no es el mayor tenedor de bonos estadounidenses, sino que se fue reduciendo sin que ello represente ningún impacto sobre el mercado, son 760 mil millones de dólares, que no son un gran problema financiero para Estados Unidos, se pueden absorber.
Si China decide venderlo todo puede absorberse toda esa cantidad rápidamente, se puede decir que en menos de dos días por parte de los operadores estadounidenses. Sin embargo, lo que está reflejando el mercado, es un enorme nerviosismo que se puede ver en el VIX, el indicador de volatilidad que se ha disparado y si bien está lejos de lo sucedido el 2008, ha aumentado y de manera significativa. Que es lo que vemos con esa política de China de ir eliminando los bonos de Estados Unidos, lo que vemos es que su moneda frente al dólar se ha hundido en los últimos años.
Y en estos días de guerra comercial hemos visto el desplome de la moneda China al nivel más bajo en los últimos 20 años. ¿Y esto por qué? Si vendes bonos de Estados Unidos, esos bonos en el balance del Banco Central de China son un activo, si tu vendes ese activo también devalúas y pones en peligro el valor adquisitivo y el valor de tu moneda. Y eso que tiene control de capitales y que tiene fixing, obviamente son dos razones por la que el yuan no es una moneda de reserva del mundo.
China tiene una economía potentísima y su moneda solo se utiliza en un 4% de las transacciones globales. ¿Por qué? Porque está introducido un control de capitales y un fixing que hace que el tipo de cambio no sea real o al menos de mercado, eso hace que muchos operadores del mundo no quieran realizar transacciones con yuanes. Las ventas de bonos estadounidenses por parte de China han hecho que la rentabilidad de los bonos estadounidenses subiera a una 4,4%, pero no olvidemos que estaba en el 5% en septiembre de 2023, por lo tanto, lo que está demostrando que el efecto no es el que los chinos y mucha gente esperaba.
Lo que ha ocurrido con la posición de los bonos del Estado de China con Estados Unidos, no ha hecho otra cosa que bajar en los últimos años de manera constante reduciéndose en lo que ya era una guerra comercial, y con lo que era una política de China de desdolarizarse y de intentar de que el yuan sea la moneda con la que los BRICS y otros países vayan a funcionar de manera permanente, porque mucha gente habla de la moneda de los BRICS y en realidad se trata de la moneda china. El Banco Central de China ha intentado comprar oro para mantener su balance relativamente potente, vende bonos del Estado, compra oro, un oro que se ha disparado, y, además, las tenencias del oro del Banco Central de China han aumentado.
Como ya vimos China no es el mayor tenedor de bonos de Estados Unidos, lo que tiene ahora mismo, lo podría comprar la Reserva Federal o los grandes fondos de inversión de deuda estadounidense. El que ha estado aumentando su posición sobre bonos estadounidenses es Japón, que es el mayor tenedor a nivel países. Lo que existe también, en los últimos años es una reducción a la exposición de los bonos de Estados Unidos y de los países de la eurozona. Esto ocurre porque estamos viviendo una guerra comercial, que no ha empezado con Trump, sino que venía de mucho antes, lo que estamos viendo no es solo la gigante brecha del déficit comercial entre Estados Unidos y China, ni todos esos vicios y abusos del imperio depredador chino.
Lo que estamos viviendo es un cambio monetario global en la que China está intentando que su moneda se convierta en una moneda utilizada por sus grandes socios comerciales, Rusia, India, Brasil, Sudáfrica, etc., aumentando masivamente su cantidad de préstamos a esos países emergentes y desde esa posición, y esperando que la llegada de materias primas y de oro estabilice su moneda, pero sucede que cuando vendes bonos del Estado estadounidense, también estás destruyendo la moneda, no se puede utilizar el arma de vender los bonos estadounidense sin destruir al yuan, y ese es el gran riesgo de esta guerra comercial.
En estos momentos ni China ni Estados Unidos tienen intenciones de negociar unos con otros. No olvidar que China es un país con mayor cantidad de barreras al comercio, es uno de los diez países del mundo con barreras al comercio. ¿Por qué hace esto China cuando tiene su moneda que se está desplomando? Ya que está perdiendo reservas y existe el riesgo de que todos esos aranceles le cueste a su economía. Lo hace porque su mirada es a muy largo plazo y cree que Estados Unidos no puede pensar a largo plazo.
Estados Unidos es una democracia y tiene todo tipo de opositores ideológicos que internamente se ponen detrás de los enemigos de Estados Unidos, la izquierda estadounidense es un verdadero caballo de troya. También China piensa en la Unión Europea que, con tal de no claudicar y negociar un acuerdo de libre comercio total, se van a entregar a ellos y saldría ganando, una pequeña muestra de eso es el socialista Pedro Sánchez que le rindió pleitesía a Ho Chi Min en su viaje a China. Los países del BRICS y muchos otros que están enormemente endeudados y que tienen problemas de reserva, van a pedir más financiación a China a cambio de materias primas, control político, social, control de pasos marítimos, Canal de Panamá, etc.
Pero enfrente está Estados Unidos que dice que no, que no permitirá que China esté utilizando un gigantesco ingreso de dólares para dinamitar a Estados Unidos, su moneda y su poder mundial. Esto es también el fin del multilateralismo que se empezó a romper en 2009. El mundo político se rompe en dos y debe ser claro para unos y otros. Y no pude haber neutralidad, hay que elegir entre Estados Unidos o China. La Unión Europea debe optar entre un país que tiene las mayores barreras arancelarias del mundo y, además, es una dictadura autocrática como China, o arregla con Estados Unidos y deja de abusar a la potencia occidental.
China necesita del dólar como moneda de reserva mundial para importar de occidente el 40% de la comida diaria que consume. Tampoco deberían olvidar los lideres occidentales que China representa el 23% del total de la mano de obra mundial y si pierde mercados como el estadounidense deberá soportar la inestabilidad de cientos de millones de chinos sin trabajo. En estos días se ven puertos chinos en inactividad y fábricas trabajando a medio turno. Estados Unidos debe entender que el enemigo mayor es China y, en segundo lugar, el socio de China, la Rusia de Putin. Finalmente, Europa debe decidir con que bando se une, si con China como quiere Pedro Sánchez o con Estados Unidos, es decir, con oriente o con occidente.
Países como Vietnam, Camboya y China han visto cómo se les imponían aranceles significativamente superiores al 10% de base aplicado a la mayoría de las importaciones estadounidenses. Vietnam, por ejemplo, se enfrenta a un arancel del 46%, mientras que Camboya está sujeta a una tasa del 49%. La atención prestada a estos dos países no es casual, ya que casualmente reúnen una gran parte de las exportaciones chinas, especialmente Vietnam. Estos aranceles no solo amenazan con socavar la competitividad de los países asiáticos, sino que dificultan que China eluda los aranceles estadounidenses sobre sus productos utilizando otros lugares para el ensamblaje y la reexportación.
Algo que también estaba haciendo México. Se espera que este aumento tenga un profundo impacto en la economía china, pudiendo recortar un punto porcentual del crecimiento de su PIB en 2025. Los efectos se dejarán sentir en varios sectores, incluidas las industrias de alta tecnología, como la electrónica y los semiconductores, que son fundamentales para la estrategia económica de China. En los casos mejicano y canadiense, la lógica parece ser transaccional, en un quid pro quo donde Trump utiliza las tarifas para lograr concesiones como (inmigración, drogas, etc.).
El comercio con Estados Unidos representa, más o menos, el 2,9% del PIB con cada uno de esos países, mientras que representa el 21% del PIB mexicano y el 30% del PIB canadiense, o el 75% de las exportaciones mexicanas y el 70% de las canadienses. Por tanto, Trump está usando la ley del más fuerte para doblegar a sus vecinos en otras cuestiones como migraciones, drogas, fentanilo, etc.
Todos los lideres europeos se rasgan las vestiduras acusando a Trump de romper y cambiar el mundo que tanto les gustaba, y del cual Europa se lleva aprovechando por más de tres décadas. Sin embargo, Europa lleva tolerando políticas mercantilistas de China mucho más agresivas, sin rechistar. Los culpables son principalmente los europeos, y llevan décadas aprovechándose de sistemas arancelarios absolutamente impresentables que Estados Unidos les permitió tejer hace más de 50 años, para ayudar a su reconstrucción tras la segunda guerra mundial y el Plan Marshall, y que los europeos han asumido como derechos adquiridos. Pero no lo son.
Un camión estadounidense paga el 22% por entrar en Europa y un coche paga el 10 %, mientras que, a la inversa, las tasas son del 2,5%. Asimismo, en la agricultura la tasa por importar productos agrícolas de Estados Unidos es, de media del 14%, mientras que en Estados Unidos es del 4%. En algunos casos, como los productos que están en la tabla «Meursing», en arancel se basa en un complejo mecanismo basado en el contenido de leche, almidón, azúcar y proteínas, que hace imposible calcular la tasa real.
Luego están las restricciones por volumen, en los aranceles ocultos, regulatorios. Las limitaciones sobre ventas de vehículos que no comulgan con la agenda 2030 son otra muestra de la regulación ideológica, a pesar de que parecería que la producción del kilovatio eléctrico en la pura y ecológica Alemania, provenientes de las centrales de carbón, contamina más que cualquier vehículo diésel moderno, sobre todo si se toma en cuenta el ciclo completo de vida de las baterías de litio.
Muchos países solicitaron negociar con la Casa Blanca, pero a Donald Trump no le basta, va por más, y lo hace por algo elemental que los economistas ignoran, que no tienen en cuenta y que es el poder político en la vida de los Estados, que es lo máximo a la hora de conseguir que los demás, o al menos una gran parte de ellos, hagan lo que quiere. Pese a su situación económica, Estados Unidos tiene el mayor ejército del mundo, con la moneda de reserva, el dólar, y grandes cantidades de capital que fluyen hacia su esfera financiera, energía de sobra y un potente sector tecnológico.
Karoline Leavitt, la portavoz del presidente Trump fue categórica en la conferencia de prensa de ayer al indicar: «La época de la rendición política ha terminado, Estados Unidos no necesita tanto a otros países como nos necesitan a nosotros». La portavoz adelantó que «el presidente tendrá acuerdos personalizados e integrales con cada país que lo llame incluyendo el tema de presencia militar de Estados Unidos en esos países». «Los teléfonos no dejan de sonar en la Casa Blanca porque saben que necesitan a Estados Unidos, necesitan nuestro mercado y nuestros consumidores y el presidente lo sabe y no dudará en aprovechar todo el poder de nuestro país para beneficiar a los trabajadores estadounidenses» sentenció Leavitt.
La portavoz adelantó que «el presidente tendrá acuerdos personalizados e integrales con cada país que lo llame incluyendo el tema de presencia militar de EE.UU. en esos países». Los gobiernos y las empresas del mundo entero que se encuentran metido en el cepo arancelario de Estados Unidos, no terminan de entender la nueva logica de estos tiempos. No terminan de entender a Donald Trump, la mayoría de las personas viven en un mundo que ya no existe, tampoco sirven las comparaciones con ex presidentes del pasado y tampoco con los de hace unos años, el mundo cambia velozmente y cada uno de ellos vivió de acuerdo a sus circunstancias. Donald Trump es una respuesta a un problema de pérdida de hegemonía estadounidense.
Para entender lo que pasa ya no sirve ni siquiera el marco jurídico-político en el que vivíamos. Para entender lo nuevo hay que abandonar lo viejo, es decir, el Gobierno federal, las organizaciones internacionales, la economía global, los aliados del pasado. Tratar de comparar la revolución cultural maoísta con la revolución MAGA es no entender nada y seguir con una mentalidad del pasado. Los jóvenes maoístas salían a destruir todo lo que oliera a tradición, a occidental, a intelectual. Los jóvenes técnicos de Elon Musk salen a cazar la corrupción, el despilfarro, la ineficiencia, el robo, la burocracia, al partido de Washington.
En el fondo el trumpismo es también nostalgia de un pasado glorioso, es un freno de la globalización y de la séptima generación de izquierda cultural. Y lo que estamos viviendo no es otra cosa que dialéctica de imperios y no la lucha de clases ni la guerra de los sexos.
Ricardo Veisaga
16 de abril de 2025