

LA OPERACION MILITAR ESPECIAL DE PRIGOZHIN
REBELION EN LA GRANJA
Ricardo Veisaga
Yevgueni Víktorovich Prigozhin, oligarca ruso, con estrechos vínculos con Vladímir Putin. El sobrenombre de «el cocinero de Putin» le fue adjudicado por el político ruso Alekséi Navalny, hoy en prisión, en una de las investigaciones de la ONG Fundación Anticorrupción. Prigozhin, fue llamado así con este mote, en un artículo de Associated Press debido a los restaurantes y empresas de catering de su propiedad que se encargaba de organizar cenas a las que Putin asistía con dignatarios extranjeros.
Yevgueni Prigozhin nació en Leningrado (San Petersburgo) el 1 de junio de 1961, hijo de Violeta Prigózhina, quien lo crió como madre soltera mientras trabajaba en un hospital local, su padre había falleció tempranamente. Tanto su padre y su padrastro eran descendientes de judíos. Fue entrenado por su padrastro, Samuíl Zharkói, que era instructor de esquí de fondo, asistió a un prestigioso internado de atletismo del que se graduó en 1977. Sin embargo, su carrera en el deporte no funcionó.
En noviembre de 1979, recibió una sentencia por robo. En 1981, con apenas 20 años fue sentenciado a trece años de prisión bajo los cargos de robo, fraude y participación con adolescentes en delitos, fue condenado a 13 años de prisión, pero fue indultado en 1988 y liberado en 1990. En total, pasó nueve años en prisión.
En 1990, salió de cárcel y se dedicó a vender perritos calientes (hot dogs). Solo le llevaría cinco años para comprar parte de una cadena de supermercados y abrir su propio restaurante. Ese primer local le permitió tejer una red de contactos y desarrollar nuevos negocios, ampliando su patrimonio. Para finales de los noventa adquirió el barco Isla Nueva, que navegaba en el río Neva.
El barco restaurante se convirtió en establecimiento habitual de la élite rusa, y el presidente Vladimir Putin llevaba al barco a sus invitados. En una entrevista recogida por la cadena BBC, Prigozhin dijo que su primer encuentro con Putin fue alrededor del año 2000, al principio del mandato del presidente, y fue durante una visita del entonces primer ministro japonés Yoshiro Mori.
Al principio, la relación entre ambos era solo de negocios. Prigozhin fundó una compañía de catering, Concord, que fue contratada por Vladimir Putin para suministrar alimentos al Ejército y a los colegios públicos del país. Un documento filtrado del bufete de abogados ruso Capital Legal Services, que contaba con Prigozhin entre sus clientes, detalla que el líder de Wagner se pasó la década de los 2000 dedicado al negocio de la hostelería a través de Concord.
2014 sería el año en el que Prigozhin daría un giro clave en sus negocios, al ingresar en el negocio de las armas con la fundación del grupo de mercenarios. El diario The Guardian sostiene que la creación de Wagner tenía mucho que ver con el concepto de «negación plausible», ya que por aquél entonces, el gobierno ruso había declarado ilegales a las compañías militares privadas.
«Creo que fue Prigozhin quien le planteó directamente a Putin la cuestión. Quizás estaba la Inteligencia militar rusa de por medio, pero sospecho que este proyecto estaba completamente en manos de Prigozhin», dice un antiguo oficial del Ministerio de Defensa ruso, bajo anonimato.
En cualquier caso, el ministerio proporcionó a Prigozhin un terreno en Molkino, en el sur de Rusia, primera base de entrenamiento del grupo, que a partir de ahí comenzó a ganar relevancia. Comenzó interviniendo junto a los separatistas en la región ucraniana de Lugansk, y se extendió a Siria y otros lugares del mundo. Estados Unidos le acusó de organizar grupos de trolls en internet para interferir en las elecciones estadounidenses de 2016.
Prigozhin controla una red de empresas, entre ellas tres acusadas de injerencia en las elecciones estadounidenses de 2016 y otros acontecimientos políticos fuera de Rusia, siendo una de ellas la Agencia de Investigación de Internet (conocida como Los Troles de Ólguino, es una compañía rusa, establecida en San Petersburgo, comprometida en la Guerra Política de internet, en beneficio de intereses políticos del gobierno de la Federación de Rusia, así como de empresarios rusos).
También Prigozhin, sus empresas y asociados enfrentan sanciones económicas y cargos penales en los Estados Unidos. En un comentario publicado en septiembre de 2022 en la red social rusa VKontakte, admitió que creó el Grupo Wagner durante la guerra del Donbáss en 2014. En agosto de 2022, medios independientes rusos como Viorstka y Mediazona han reportado su presencia en diferentes cárceles rusas con el objetivo de reclutar mercenarios para participar en la invasión a Ucrania.
En vísperas de la invasión rusa de Ucrania Prigozhin mantuvo relaciones conflictivas con el Ministerio de Defensa ruso y con la Administración Presidencial de Rusia. Prigozhin criticó a Serguéi Shoigú por las acciones del ejército ruso en Siria y dijo que el ejército estaba operando allí con «métodos obsoletos». Y a Shoigú no le agradó la provisión de alimentos para el ejército por parte de las empresas de Prigozhin.
Durante la invasión rusa de Ucrania, Prigozhin criticó públicamente al Ministerio de Defensa ruso en duros términos, tanto por la munición y suministros insuficientes hasta supuestos ataques por parte de la armada rusa contra tropas del Grupo Wagner. El 5 de junio, a medida que aumentaban las tensiones, Prigozhin publicó un video en sus canales de redes sociales, a un coronel ruso capturado que admitía haber ordenado a sus tropas que dispararan contra las tropas de Wagner, mientras aparentemente estaba borracho.
Tras la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2023, Prigozhin confirmó que creó la Agencia de Investigación de Internet, comúnmente llamada la «granja de troles», para interferir en las elecciones de Estados Unidos, hecho que estuvo negando durante diez años. A fines de abril en Bajmut, dijo que sus fuerzas estaban perdiendo alrededor de 100 hombres por día.
Según una investigación de Bellingcat, The Insider y Der Spiegel, sus operaciones «están estrechamente integradas con el Ministerio de Defensa Ruso y su brazo de inteligencia, el GRU». A mediados de junio de 2023 Yevgueni Prigozhin se alza contra el gobierno ruso provocando una crisis en el país. Prigozhin ha pasado de ser uno de los hombres más leales a Putin a desafiar al ejército ruso. Prigozhin es un hombre ciclotímico y de cambios radicales.
En los últimos años, el jefe de grupo Wagner adquirió una considerable popularidad en las redes sociales, en las que anunciaba constantemente las operaciones del grupo contra las fuerzas ucranianas. El punto de inflexión de Prigozhin y el inicio de la actual crisis, surge de su rechazo a la estrategia planteada por el Ministerio de Defensa ruso, al que acusó de privar de municiones a sus hombres durante batallas tan intensas como la librada en la ciudad de Bajmut.
El jefe de la milicia rusa Wagner acusó el viernes pasado al ejército regular ruso de haber bombardeado sus bases en la retaguardia del frente con Ucrania, provocando «un enorme número» de víctimas entre sus combatientes. «Han llevado a cabo bombardeos, bombardeos con misiles, contra nuestras bases de retaguardia. Un enorme número de nuestros combatientes murió», declaró el jefe de los milicianos, Yevgueni Prigozhin, prometiendo «responder» a esos ataques, en un mensaje de audio difundido por su servicio de prensa.
La cúpula militar rusa desmintió el mismo viernes las afirmaciones del jefe del grupo Wagner. El Ministerio de Defensa ruso afirmó que las declaraciones «no se corresponden con la realidad», calificándolas de «provocación». El Ministerio además informó que las Fuerzas Armadas rusas «continúan realizando misiones de combate en la línea de contacto con las Fuerzas Armadas de Ucrania en el área de la operación militar especial», eufemismo con el que Rusia designa la guerra en Ucrania.
El video publicado en mayo fue impactante, no sólo por lo que mostró Prigozhin, sino también por lo que se dijo. Prigozhin, se paró frente a los cadáveres ensangrentados de sus soldados caídos en Ucrania, gritó insultos plagados de improperios a los líderes militares rusos y los culpó por la carnicería.
«Ellos vinieron aquí como voluntarios y murieron para dejarlos descansar en tus oficinas de madera roja », gritó Prigozhin. «Están sentados en sus clubes caros, sus hijos disfrutan de la buena vida y graban videos en YouTube ¡Aquellos que no nos den municiones serán devorados vivos en el infierno!», manifestó Yevgeny.
El video y sus otras diatribas contra el liderazgo militar ruso habían sido recibidos con el silencio de Putin, al igual que los altos mandos. Algunos analistas indicaban el fracaso de Putin para sofocar las luchas intestinas como una señal de cambios potenciales en la escena política rusa y quizás más batallas internas. La televisión controlada por el Estado también ignoró la ruptura de Prigozhin con los militares. No obstante, fue una exhibición inquietante para los rusos acostumbrados a más de dos décadas de un gobierno controlado rígidamente por Putin.
La enemistad entre Prigozhin y los líderes militares rusos se remonta a varios años atrás. Salió ahora a la luz en medio de la lucha por la ciudad de Bajmut, y lleva a Prigozhin, de 62 años, al frente de la política rusa mostrando sus ambiciones crecientes. Su crítica al ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y al jefe del Estado Mayor General, el general Valery Gerásimov, como débiles e incompetentes en un lenguaje vulgar. Incluso afirmó que el ejército colocó minas en una ruta que sus combatientes planeaban usar y que abrió fuego contra ellos.
Prigozhin se atrevió a hacer lo que sólo Putin había hecho antes, a lo largo de los años, Putin ocasionalmente rompió el decoro con un comentario inadecuado o bromas subida de tono, mientras que los altos funcionarios trataban de usar un lenguaje cuidadoso. En un video posterior, hizo una declaración que se ha interpretado como un ataque contra el propio Putin.
El mes pasado declaró que mientras sus hombres morían debido a la incapacidad del Ministerio de Defensa de suministrar municiones, el «abuelo feliz piensa que le está yendo bien» y se preguntó, como Rusia podía ganar si «este abuelo era un completo idiota». Estos comentarios provocaron un revuelo en las redes sociales y en donde no hubo dudas que las referencias eran a Vladimir Putin. Aunque Prigozhin dijo que hablaba de Gerásimov.
Cada día Prigozhin se atrevía decir cosas mucho más arriesgadas que nunca, todos saben que Prigozhin es o era, el segundo hombre más popular después de Putin y considerado un símbolo de la victoria militar de Rusia para millones de personas. Una victoria que cada vez está más lejos, los mercenarios del grupo Wagner fueron esenciales, ya que el ejército regular ruso aún se estaba recuperando de los reveses sufridos durante la invasión.
La fama del jefe del Grupo Wagner se vio confirmada después de los duros combates del ejército privado en Bajmut en la batalla más larga y sangrienta de la guerra, en la que combatieron decenas de miles de presos convictos a quienes se les prometió el indulto si sobrevivían a seis meses de lucha.
El uso de los mercenarios en un principio fue un acierto, ya que las Fuerzas Armadas rusas terminaron siendo un mito, estos mercenarios funcionaban mejor y lograban mejores resultados, pero, al mismo tiempo surgió un obstáculo entre las tropas en el campo de batalla y la cúpula militar en Moscú. Ya se conoce sus diatribas contra el ministro de Defensa Sergei Shoigu y el máximo general de Rusia, Valery Gerásimov, por la falta de munición, la ineficacia de sus tropas y muchas otras cuestiones.
Estas diferencias llegaron a un punto en que, semanas atrás, Prigozhin dispuso la retirada de sus tropas del frente, dejando las posiciones en manos de las fuerzas oficiales. En los últimos días la situación acabó por precipitarse y la tensión se elevó al máximo. Prigozhin prometió responder y restituir la calma en el país y «llegar hasta el final», incluso si ello implicaba «destruir todo» lo que encuentre a su paso.
En el acto más desafiante al que se enfrentó Putin en el plano interno, «El comité de comando del grupo Wagner decidió que hay que poner freno a quienes tienen responsabilidad militar en el país », y pidió no oponer «resistencia» a sus milicianos ya que serán considerados «una amenaza y los destruiremos inmediatamente. Incluido cualquier bloqueo en nuestro bloqueo».
El cocinero de Putin, aseguró que cuenta con miles de oficiales en sus filas dispuestos a accionar de inmediato y que «todos los que quieran» unirse para poner fin a la comandancia militar oficial y «acabar con el desorden» serán bienvenidos. «Somos 25.000 y vamos a determinar las causas del caos que reina en el país (…) Nuestras reservas estratégicas son todo el ejército y todo el país», dijo.
Estas declaraciones fueron recibidas en el Kremlin como un claro intento de golpe de Estado y se inició una investigación sobre Prigozhin. «El Departamento de Investigación del Servicio Federal de Seguridad de Rusia inició legal y razonablemente un procedimiento penal contra Prigozhin E.V. en virtud del artículo 279 del Código Penal de la Federación de Rusia, por la organización de una insurrección armada. Sus acciones serán objeto de una evaluación jurídica adecuada», indicaron los fiscales a cargo de la causa.
La FSB llamó a los mercenarios a «no cometer un error irreparable» y detener los planes «criminales y traicioneros» de Prigozhin. «Llamamos a los combatientes del Ejército privado a no cometer un error irreparable, cesar cualquier acción armada en contra del pueblo ruso, no cumplir las órdenes criminales y traidoras de Prigozhin, y tomar medidas para su detención. Sus declaraciones y acciones son de hecho una llamada al inicio de un conflicto civil armado en territorio de Rusia y son un golpe por la espalda a los militares rusos que combaten contra las fuerzas pro fascistas ucranianas», se leyó en un comunicado.
Lo que desató la furia del gobierno ruso fue el fuerte mensaje de audio de Prigozhin acusando a los altos mandos de Moscú de engañar a los rusos sobre la guerra en Ucrania. «¿Por qué comenzó la operación militar especial?», dijo antes de denunciar que la versión oficial del Kremlin se basa en mentiras inventadas por los altos mandos del Ejército.
«El Ministerio de Defensa está tratando de engañar a la sociedad y al presidente, y contarnos una historia sobre cómo hubo una enloquecida agresión de Ucrania y que planeaban atacarnos con toda la OTAN. Es una hermosa historia», sumó. En realidad, nunca engañaron a Putin, él fue parte de la mentira, fue parte del relato.
Sostuvo que «la operación especial se inició por diferentes razones. La guerra era necesaria… para que Shoigu pudiera convertirse en mariscal… para que pudiera conseguir una segunda medalla de ‘héroe’. La guerra no era necesaria para desmilitarizar o desnazificar Ucrania». Explicó que la guerra fue una maniobra necesaria para adquirir «bienes materiales» y dividir a la élite gobernante.
Estos dichos contradicen la versión oficial sostenida por Putin que afirmó que inició esta «operación especial» con el fin de desmilitarizar y desnazificar a Ucrania, y que era una amenaza para su territorio. Una especie de lucha existencial contra una alianza occidental que buscaba valerse de Ucrania para destruir a Rusia. Prigozhin sostuvo que el Ministro estuvo en el cuartel general militar ruso en la ciudad sureña de Rostov del Don, desde donde se dirigía la ofensiva de Wagner, pero huyó «cobardemente».
Tras los dichos de Prigozhin, decenas de tanques militares fueron desplegados en las calles de Moscú durante la madrugada del sábado, a fin de reforzar la seguridad en las instalaciones más importantes y los entes estatales. Las unidades OMON y SOBR de la Guardia Nacional (Rosgvardia) fueron puestas en alerta y desplegadas en edificios gubernamentales y en Rostov, un importante punto de mando ruso donde operaba Shoigu.
Las fuerzas de Prigozhin con unos pocos soldados y casi sin pegar un tiro se hizo con el control militar de Rostov del Don, en el sur de Rusia, una ciudad de más de un millón de habitantes, la décima más poblada del país. Durante la madruga del sábado avanzaron sin encontrar resistencia hacia la región de Lípetsk, tal como informó el gobernador local.
Imágenes y testimonios recogidos el sábado mostraban combates activos a lo largo de la autopista M-4 al sur de la ciudad rusa de Vorónezh, situada al norte de Rostov. Hay vídeos de helicópteros y un camión destruido a lo largo de la carretera. Otras fotografías publicadas por los canales pro-Wagner de Telegram afirmaban mostrar a soldados rusos en un cruce fronterizo en Vorónezh deponiendo las armas.
El grupo Wagner realizó 600 kilómetros en un día arrasando con todo en su camino, encontrando escasa o casi nula resistencia en las fuerzas regulares, lo que pone en duda el poder de Putin. Uno de los tanques rebeldes tenía pintado en rojo la palabra Siberia, en clara alusión a que podían atravesar todo el territorio del país.
La columna de mercenarios de Wagner se frenó por voluntad propia a 200 kilómetros de Moscú sin que en ningún momento el ejército ruso mostrara voluntad de frenar ese avance. Tampoco esta claro sobre un enfrentamiento entre una columna rebelde y helicópteros del ejército, con el resultado de tres aparatos derribados.
Putin gozaba de una gran popularidad, alrededor del 80% de aprobación hace unos meses, era el hombre fuerte y así lo quiso demostrar el sábado a la mañana al dirigirse al país calificando a todos los que habían tomado las armas contra las autoridades como «traidores» y amenazó con una «respuesta dura», y que el ejército tenía órdenes de qué hacer.
Una intervención en la que no había espacio para la conciliación:
«Nuestras acciones para proteger la patria de esta amenaza serán firmes. Todos los que conscientemente tomaron el camino de la traición, los que prepararon la rebelión armada y tomó el camino del chantaje y los métodos terroristas, recibirán un castigo ineludible, responderán ante la ley y ante el pueblo».
En lugar de eso el resultado de la rebelión, del intento de golpe de Estado, de una Operación Militar Especial como diría Putin, no tendrá consecuencia no tendrá castigo ineludible para nadie. Desde Moscú se informó que Yevgueni Prigozhin se iría a Bielorrusia y que no se perseguirá a ninguno de los mercenarios de Wagner. A Putin lo salvó el presidente bielorruso Alexander Lukashenko, los detalles del acuerdo aún no se conocen. «Si me preguntan cuál es la garantía de que Prigozhin podrá marcharse a Bielorrusia, esa es la palabra del presidente», aseguró el portavoz del Kremlin, Dimitri Peskov, en una comparecencia este sábado.
El presidente Putin que es el comandante en jefe de todas las fuerzas armadas rusas, ha negociado con un señor de la guerra que tiene apenas 25.000 hombres, lo que habla de la debilidad que trasmite Putin, pasando de prometer castigos ejemplares a pactar con un traidor.
Prigozhin aceptó la propuesta del bielorruso, Alexander Lukashenko, que había recibido autorización de Putin para gestionar una mediación, y ordenó a sus hombres que regresaran «a las bases» «para evitar un derramamiento de sangre». «Ha llegado el momento en que se podría derramar sangre rusa. Por eso comprendemos la responsabilidad este derramamiento de sangre rusa de una de las partes y vamos a dar marcha atrás a nuestros convoyes y a regresar a los campamentos según el plan », declaró Prigozhin en Telegram.
Yevgeny Prigozhin, se reunió con el viceministro de Defensa de Rusia, Yunus-Bek Yevkurov, en el cuartel general del Distrito Militar Sur de las Fuerzas Armadas rusas en Rostov del Don este 24 de junio de 2023. Los combatientes de la fuerza Wagner comenzaron a retirarse de la ciudad de Rostov del Don, en el sur de Rusia, el sábado por la noche, en medio de vítores de la población.
Prigozhin se había aliado con otros funcionarios que apoyan la guerra, entre ellos, el gobernador de Tula, Alexei Dyumin, un ex guardaespaldas de Putin considerado por muchos como su posible sucesor. Prigozhin durante algún tiempo fue cercano a Ramzan Kadirov, el líder de la provincia meridional rusa de Chechenia respaldado por Moscú. Kadirov inicialmente elogió a Prigozhin y respaldó algunas de sus críticas a los líderes militares, después cambió de rumbo y lo criticó por sonar derrotista.
El líder checheno Ramzan Kadirov, el «carnicero de Grozny», luego de la rebelión de Prigozhin, guardó un ambiguo silencio durante horas, el checheno controla unos 20 soldados y fue cercano a Wagner, finalmente por la mañana anunció que sus fuerzas se dirigían a las «zonas de tensión» y calificó el motín de Prigozhin como «una puñalada en la espalda».
Putin usó por años a su amigo Prigozhin como un perro de ataque al que le aflojaba la cuerda cada vez que se le acercaba algún supuesto enemigo. Lo usó para tener a raya a su ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y otros altos mandos militares. Prigozhin no es ningún intelectual o analista político, es un hombre que pasó una buena parte de su vida en algunas de las cárceles más duras de la ex Unión Soviética y que formó parte de la mafia de San Petersburgo.
En el 2000 conoció a Putin que entonces era el vicealcalde la de la ciudad. Prigozhin, que unos meses antes vendía salchichas en un puesto callejero, había abierto varios restaurantes y dependía de que la oficina de Putin le diera las habilitaciones. Así empezó la relación y se hicieron favores mutuos. Cuando Putin llegó al Kremlin, le entregó todas las concesiones de los restaurantes oficiales a su amigo.
Durante la intervención de Rusia en Siria, Putin necesitaba una fuerza militar paralela para hacer el «trabajo sucio» que no podían realizar sus soldados. Prigozhin estaba listo para armar el Grupo Wagner. Luego de consolidarse en Siria prestaron servicios en Libia, Chad, la República Centroafricana y en cualquier lugar donde algún interés ruso necesitara protección.
Los Wagner se hicieron muy ricos custodiando las minas de diamante que explotan en varios países africanos las compañías de los oligarcas rusos. Hasta que vino la invasión a Ucrania y Putin necesitó nuevamente de una fuerza paralela que pudiera realizar las acciones que el ejército regular no podía. Terminó armando un verdadero ejército paralelo de más de 25.000 combatientes que cometieron todo tipo de atrocidades posibles.
Los Wagner mantuvieron el frente en la región alrededor de la tan disputada ciudad ucraniana de Bajmut cuando las fuerzas regulares rusas habían sido derrotadas. Lo hicieron reclutando convictos de las cárceles rusas a los que les conmutaban las penas a cambio de combatir en Ucrania. Salían al combate dos unidades paralelas, la primera iba al frente, la segunda se encargaba de disparar a cualquiera que quisiera retroceder. El grupo Wagner tenía desde cámaras de tortura hasta «clubes» donde tenían decenas de mujeres ucranianas cautivas.
Putin, el padre de la criatura no imaginó que algún día podía mostrarle los dientes a él. Llegó un momento en que a Prigozhin ya no le alcanzaron los videos denunciando a Shoigu y a otros generales de no proveerle las municiones necesarias para el asalto a la ciudad ucraniana de Bajmut o que los helicópteros del ejército ruso disparaban contra sus propias fuerzas. Una sola persona rompió el equilibrio en Rusia, el abuelito ya no está feliz, Prigozhin le mojó la oreja.
En medio de este pandemónium, importantes figuras políticas y oligarcas rusos abandonaron Moscú en aviones privados se dirigieron fuera de la Federación Rusa. El Ukrainska Pravda y el portal ruso de periodismo de investigación Vazhnye Istorii, detectaron un éxodo notorio de la capital rusa en medio de una incertidumbre creciente por el avance del grupo Wagner hacia el Kremlin.
Uno de esos aviones que llamó la atención fue el I196-300PU, utilizado por Vladimir Putin y equipado con equipos de control militar. Según informes, esta aeronave voló de Moscú a San Petersburgo, pero desapareció del radar cerca de Tver, en Rusia, generando interrogantes sobre su destino final. Posteriormente un segundo avión presidencial, un Tu-214PU preparado para situaciones de guerra, partió de Moscú hacia San Petersburgo a las 14:44 y también desapareció del radar sobre la ciudad rusa de Gatchina.
El oligarca Arkady Rotenberg utilizó un jet privado Bombardier BD-700, que despegó de Moscú a las 11:30 y aterrizó en Bakú a las 15:04 (hora de Moscú). Este vuelo estaba originalmente programado para la tarde anterior. Asimismo, un avión perteneciente a Denis Manturov, viceprimer ministro ruso y el miembro más rico del gobierno de Putin, despegó de Moscú a las 07:00 y aterrizó en Dalaman, Turquía, a las 12:06, indicando también una salida repentina.
Anton Gerashchenko, asesor del Ministro del Interior de Ucrania, denunció en Twitter el vuelo de Manturov. Se espera que el jet de negocios Gulfstream G650, propiedad del oligarca Vladimir Potanin, despegue de Moscú con destino a Estambul este sábado a las 17:00, sumándose a la lista de salidas notables. Además, se observó un Bombardier Global Express XLS, propiedad de la empresa estatal Inter RAO, encabezada por Boris, hijo del amigo de Putin Yury Kovalchuk. Este avión despegó de Moscú y aterrizó en San Petersburgo alrededor de las 15:00 (hora de Moscú).
Según informes del The New York Times y del Washington Post, la Inteligencia de Estados Unidos conocía los planes de rebelión del líder del grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin. Ambos medios citan fuentes de las administraciones relacionadas con el asunto. El Washington Post sostiene que esas fuentes creen que Putin debía conocer los planes del grupo Wagner. Según apuntan, la acumulación de indicios era tal, que sólo se podía concluir que «ahí estaba pasando algo».
Estas mismas fuentes declararon al Post que están seguros de que, al menos 24 horas antes, el líder ruso debía conocer los planes de Prigozhin. Sin embargo, desconocen porque el Kremlin no adoptó una respuesta inmediata. También se supo que el presidente ucraniano tenía esa información.
El secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken, ha estimado este domingo pasado que la crisis abierta el sábado con la rebelión del grupo de mercenarios Wagner en Rusia todavía no ha terminado dado que la operación ha supuesto un «desafío directo» contra la autoridad del presidente ruso, Vladimir Putin.
«Todavía no hemos visto el último acto», declaró Blinken en una entrevista este domingo con el programa Face the Nation, de la cadena CBS, en sus primeros comentarios públicos sobre la rebelión de Wagner liderada por el jefe de la organización, Yevgueni Prigozhin. No hacia falta que Blinken lo dijera, que va a pasar de ahora en más, no lo sabemos. ¿Perseguirá Putin a Prigozhin como lo hacía Stalin con sus enemigos? ¿Hubo más complotados? No se sabe si es un hecho aislado o solo la punta del iceberg.
Más allá de lo que suceda dentro de Rusia, el poder de Putin ha quedado tocado, ningún Estado en guerra puede permitirse la más mínima disidencia. Lo peor de todo esto es que está en juego el poder de una potencia nuclear. El que llegue al Kremlin tendrá una de las tres llaves que se necesitan para lanzar una ojiva con la carga para hacer desaparecer a una buena parte de Europa en apenas segundos.
25 de junio de 2023.