LA MUERTE DEL CAPO
SALVATORE «TOTò» RIINA
Ricardo Veisaga
El ataúd con los restos mortales del capo mafioso Salvatore Totò Riina, fallecido el 17 de noviembre, en la sección para presos de un hospital de Parma donde cumplía cadena perpetua, fueron trasladados por mar desde Nápoles con escolta policial hasta la isla de Sicilia. El féretro arribó al puerto de Palermo a bordo de la nave Vincenzo Florio de la empresa Tirrenia.
El vehículo fúnebre, rodeado de un ejército de policías partió rumbo a Corleone, la pequeña localidad siciliana, ubicada a unos 54 km. de Palermo, donde Riina nació hace 87 años. Sus restos fueron sepultados en el cementerio de Corleone que permaneció cerrado al público desde que se supo de su muerte y custodiado por policías de civil.
Salvatore Riina fue enterrado bajo una lápida de mármol perteneciente a la familia Riina-Rizzo. En la misma hay cuatro fotografías, una es del campesino siciliano Giovanni, padre de Salvatore Riina. El 11 de septiembre de 1943, Giovanni Riina regresaba de una agotadora jornada en el campo con su mula y sus tres hijos. El mayor, Salvatore, llamado Totò, Gaetano y Francesco.
Giovanni Riina encontró una bomba americana, perteneciente a los aliados que habían desembarcado unos meses antes, pero esta no había explotado y también un obús alemán medio roto. El campesino creyó que había sido su día de suerte, se los llevaron a casa para sacar la pólvora y aprovechar el hierro. En su mísera casa de Corleone, el padre, comenzó a manipular el proyectil alemán y explotó.
Murieron el padre y dos niños. Solo se salvó Totò, que con sus 12 años se tuvo que convertir en el capofamiglia. No lo mató la bomba, lo mató la pobreza, diría Riina. Ya en aquel entonces Salvatore era taciturno, bajito, de mirada oscura. Las otras tres fotografías corresponden a la madre de Totò y a dos de sus tías.
Il Giornale di Sicilia informa que Fra Giuseppe Gentile, párroco de la iglesia di Santa Marie della Grazie, amigo de la familia, bendijo el cadáver en presencia de la viuda Antonietta Ninetta Bagarella, vestida de luto, su hija Lucia, Concetta y Giuseppe Salvatore Salvuccio Riina. Giovanni el primogénito cumple cadena perpetua en la cárcel por distintas causas.
El mayor capo de la historia de la mafia italiana murió pocas horas después de su cumpleaños. Su mujer y tres de sus cuatro hijos tenían permiso para poder visitarlo y despedirse. «No eres Totò Riina para mí. Solo eres mi padre. Y te deseo un feliz cumpleaños, papá, en este día triste pero importante», escribió su cuarto hijo, el día en que su padre cumplía el último año de una vida dedicada al crimen.
Su otra familia la «Cosa Nostra» deberá pensar ahora en cómo remplazarle. La arquidiócesis de Monreale, en cuya jurisdicción se encuentra el pueblo de Corleone, por boca de su arzobispo Michele Pennisi, dijo que no habría un servicio religioso para Riina, pues, la excomunión pesa para los mafiosos que no se habían arrepentido, la medida decidida por el Papa Juan Pablo II, en 1993, la prohíbe.
Salvatore Riina fue sepultado sin funeral público, con la sola presencia de sus familiares más cercanos. En ese cementerio están enterrados algunos de los dirigentes más representativos de la Cosa Nostra. Un poco alejado de su tumba se encuentra la de Bernardo Provenzano, el mafioso que heredó el poder de Riina cuando este fue arrestado.
También en ese cementerio se encuentra la tumba del histórico jefe Michele Navarra, el capo local de la mafia, un doctor que poseía coche y usaba trajes, un clásico personaje de la mafia tradicional. Cuando Totò Riina era un adolescente ejerció de matón de Michele Navarra, el dottore. Michele Navarra fue asesinado en 1958 en una emboscada orquestada por Luciano Liggio, Bernardo Provenzano y Salvatore Riina.
A Michele Navarra lo mataron en una emboscada al paso de su coche, un Fiat 1110 negro, en un camino entre campos de cereal, fue acribillado por más de cien tiros de ametralladoras. Su funeral fue celebrado en la iglesia Madre, en la majestuosa iglesia de San Martino, y estuvieron presentes los capos de toda Sicilia. Una gran lápida de mármol en la entrada informa que, en 1947, el templo se consagró al Sacratissimo Cuore di Gesú, «a la espera del retorno del orden y del bienestar en un mundo convulso». ¿Convulso por la mafia?
El mausoleo de Michele Navarra es uno de los más imponentes, en su época dorada la mafia concentraba todos los poderes, y tras la Segunda Guerra Mundial fue el mayor referente. Los estadounidenses recurrieron a él (y a otros jefes de la Cosa Nostra) para obtener ayuda para el desembarco en 1943. Michele Navarra aún sigue siendo el dottore, ante la pregunta permanente de los turistas responden: ¿El dottore Navarra? Ahí al fondo.
Navarra era la Mafia rural, ligada a la tierra, pero las cosas cambiaron de rumbo cuando su lugarteniente Luciano Leggio, ordenó su asesinato convirtiendo el asesinato de los opositores en una marca distintiva de los corleoneses. Luciano (lucianeddu) junto a sus diez hermanos creció en una pequeña granja en medio de la extrema pobreza.
De adolescente incursionó en la delincuencia, pero su primera condena la obtuvo a los 18 años por robo de maíz, una vez cumplida la sentencia de seis meses, asesinó a quien lo había denunciado a la policía. Su tío Leoluca Leggio trabajaba como matón a sueldo del boss Michele Navarra, su tío le facilitó su ingreso a la mafia de Navarra.
En la década de 1940, mientras cumplía una condena conoció a un Totò Riina de 19 años de edad. Después de los seis años de condena por homicidio Riina fue liberado y se convirtieron en socios, junto a un joven local Bernardo Provenzano. Leggio organizó su propio grupo con mafiosos leales (Riina, Provenzano), y en 1956 la facción de Leggio entró en guerra con Michele Navarra y sus seguidores, contrarios a ampliar los intereses mafiosos más allá de los temas agrícolas.
En junio de 1958, una tarde, mientras Luciano Leggio caminaba por el campo algunos de los hombres de Navarra abrieron fuego contra él, pero logró huir con una herida leve en la mano. El 2 de agosto del mismo año, Leggio, Riina, Provenzano y otros pistoleros les tendieron una emboscada a las afueras de Corleone. Michele Navarra, dio la vuelta el coche tratando de retomar el camino para escapar, pero fue acribillando.
Michele Navarra murió en el acto junto a un amigo a quien conducía a la localidad de Lercara Friddi. Leggio se proclamó jefe de Corleone y en los próximos cinco años, persiguieron y mataron a medio centenar de partidarios de Navarra. Luciano Leggio, victorioso, tomó su lugar en la Comisión, pero el aumento de la violencia en Corleone, sumado a esto la masacre de Ciaculli, la policía ordenó una ofensiva contra la mafia en 1963. Entonces Leggio y sus socios pasaron a la clandestinidad.
El 10 de marzo de 1948, el sindicalista Placido Rizzotto, fue secuestrado a plena luz del día por tres hombres, muchos de los testigos afirmaron que uno de ellos era Leggio. Un año después dos personas confesaron ser los acompañantes de Leggio en el secuestro de Rizzotto.
Confesaron que luego de asesinarlo trasladaron su cuerpo hasta Rocca Busambra, muy cerca de Ficuzza, lugar famoso por el palacio real construido por el borbón Ferdinando III di Sicilia, conocida como Casina reale di Cascia, arrojándolo en una foiba, un sumidero natural, un hueco de 50 metros de profundidad. La policía pudo recuperar el cuerpo de Rizzotto y de otros dos hombres más.
El coche fúnebre con los restos de Totò Riina, llegando al puerto de Palermo.
Luciano Leggio fue arrestado, pero después de casi dos años entre rejas fue puesto en libertad y los cargos desaparecieron cuando los testigos se negaron a declarar. Tiempo después los dos presuntos cómplices fueron finalmente asesinados. Luciano Leggio pasó a la clandestinidad sin problemas, después de ser procesado de nuevo por el asesinato de Rizzotto, porque nadie en Corleone se atrevía a avisar a la policía sobre su paradero.
Fue juzgado dos veces in absentia del asesinato del sindicalista, pero fue absuelto por falta de pruebas en ambas ocasiones. Finalmente sería capturado en Corleone en mayo de 1964 (curiosamente, se escondía en la casa de la novia de Plácido Rizzotto, a quien había asesinado). En primer lugar, fue juzgado por el asesinato de Michele Navarra y su acompañante en 1958. El juicio terminó en absolución por falta de pruebas.
A Luciano Leggio se debe la imposición de los corleonesi como el clan mafioso dominante en Sicilia, se hizo célebre por evitar condenas por una multitud de crímenes, incluyendo homicidios, antes de ser encarcelado de por vida por fin en 1974. Leggio fue uno de los más sanguinarios jefes de la Cosa Nostra.
La mafia bajo su dirección se dedicó al negocio de la construcción, al tráfico de drogas, de personas, a los secuestros, a la extorsión, el pago conocido como Pizzo y al terror, como medio de sumisión. En poco tiempo se llenaron de tanto dinero que les resultaba tan difícil de blanquear que durante una requisa policial encontraron habitaciones llenas de billetes.
Las tumbas de los mafiosos no llevan ningún dato adicional, solo su nombre, asi se encuentra Luciano Liggio, detrás del imponente mausoleo de Michele Navarra, oculto en una tumba anónima, en un panteón familiar, quienes decidieron no poner su nombre. Pero la mafia compite con la antimafia, mejor dicho, están eclipsadas públicamente por las tumbas de Placido Rizzotto y Bernardino Verro, ubicadas hace pocos años en la misma puerta del cementerio.
Aunque la de Bernardino Verro tardíamente fue trasladado desde Palermo. Los restos de Rizzotto asesinado en 1948, fueron recuperados en 2009 gracias a la confesión de un mafioso arrepentido cuarenta años después.
Placido Rizzotto, tiene un busto frente al Ayuntamiento, y su nombre también está en unos paquetes de pasta, digamos que no es un destino mejor. Bernardino Verro, fue asesinado en 1915, hace ciento dos años, en una calle de Corleone. Fue un líder sindicalista de Corleone y primer alcalde socialista del pueblo. Fundó los fasci, el primer movimiento campesino por las tierras que se enfrentó a la mafia, a finales del siglo XIX.
Bernardino Verro tiene una placa en el lugar donde fue liquidado de 14 disparos de lupara (la escopeta de dos caños que fue el arma tradicional de los hombres de honor. Provenzano tenía una en su escondrijo cuando lo capturaron). Tardó seis años el Ayuntamiento en autorizar la colocación de la placa porque decía «El 3 de noviembre de 1915, aquí caía Bernardino Verro asesinado por la mafia…». En el Ayuntamiento decían: «¿La mafia? No hay ningún proceso que diga que ha sido la mafia. Nos puede denunciar».
Eran tiempos en que los mafiosos, los políticos y los jueces, tenían los mismos intereses y era algo que no se podía demostrar. Así era aún Corleone en los ochenta. Pero el cementerio municipal también tiene cadáveres anónimos, dos de ellos no pudieron ser identificados, pero la gente de Corleone sabe quiénes fueron estos hombres en vida. Uno de ellos se trataría de Calogero Bagarella, cuñado de Riina, fue compañero de andanzas de Totò y Provenzano.
Calogero Bagarella cayó durante un enfrentamiento, pero se llevaron su cuerpo sin vida. Como nunca se denunció su muerte, estuvo en la lista de buscados hasta el año 1990. En una escucha que realizaron los carabinieri a la madre de Calogero, descubrieron que Bagarella llevaba muerto hace 21 años. El supuesto cuerpo de Bagarella tiene el cráneo agujereado producto de un disparo.
El enfrentamiento entre las bandas terminó con la muerte de cinco mafiosos, entre ellos Bagarella. El tiroteo tuvo lugar en una calle de la ciudad de Palermo y se lo conoce como «la matanza de Vía Lazio». Riina y su gente sepultaron a Bagarella sin identificación. El otro cadáver que tampoco tiene nombre, se dice que pertenecería a un empresario de pompas fúnebres, Francesco Coniglio.
El empresario funebrero habría descubierto la tumba falsa de Bagarella, Francesco Coniglio fue asesinado por la mafia en 1976 para asegurar su silencio. Además, conocía muchos secretos del cementerio, tumbas no marcadas, cuerpos sin identificar, muchos asesinatos y eso lo hacía peligroso. La Cosa Nostra le cerró la boca y lo dejó sin nombre. Un mes después del asesinato o desaparición de Francesco Coniglio, fue muerto el empleado municipal encargado de transcribir los entierros en el registro.
Totò Riina, el ex capo de capos de la mafia, nunca se arrepintió de sus crímenes, había sido condenado a veintiséis cadenas perpetuas por los múltiples asesinatos que él había ordenado, entre ellos el de los magistrados Giovanni Falcone y Paolo Borsellino en 1992, por lo que se encontraba detenido desde 1993, cuando fue localizado.
Salvatore Riina, y sus amigos Bernardo «Binnu» Provenzano y Calogero Bagarella, muchachos de pueblo, muy pobres y de escasos estudios, que desde muy niños trabajaban en el campo, formarían el temido clan de los Corleoneses. Crecieron en un mundo feudal y antiguo que se preparaba para un cambio generacional. Solían mirar el Castillo, la prisión del pueblo, como un lugar donde necesariamente un hombre debe ir al menos una vez en la vida.
Estos muchachos desarrollaron su cursus honorum con asesinatos y masacres rurales, imponiendo el terror hasta que un día mataron al propio Navarra. En los setenta comenzó el ascenso para tomar por asalto Palermo (la mafia fue siempre palermocéntrica). Hubo un primer gran juicio en 1969 que intentó procesar al clan, pero los miembros del jurado recibieron una nota anónima:
«Si un caballero de Corleone es condenado, saltaréis por los aires, seréis destruidos, seréis descuartizados y también vuestros familiares. No os queda más que ser juiciosos».
Hubo 64 absoluciones y ya nadie pudo pararlos, la mafia aristocrática y burguesa de Palermo los consideraban unos pobres campesinos, que podrían infundir temor pero que no estaban preparados para el poder. Pero la banda de un centenar de mafiosos acabó con sus rivales, dejando un saldo macabro de muertos en una guerra de gran proporción inimaginable en la Europa de los ochenta, 1.700 muertos sin perder un solo hombre, poniendo en jaque al propio Estado italiano durante la década siguiente.
Llegaron a hablar de volar la Torre de Pisa, tenían dinero en el banco del Vaticano. La startup corleonesa contaba con un comando sanguinario y un barracón industrial con bidones de ácido donde disolver a las víctimas. ¿Niños? «En Sarajevo mueren muchos niños ¿por qué tenemos que preocuparnos nosotros aquí?», dijo una vez. A ellos les corresponde la autoría del secuestro y la muerte del pequeño Giuseppe Di Matteo, hijo de un arrepentido, después de dos años de cautiverio.
Eliminaron a policías, jueces, políticos, periodistas y las bombas que asesinaron al juez Giovanni Falcone y, 55 días después, al juez Paolo Borsellino, en el año 1992. Para eliminar a Giovanni Falcone volaron la autopista que une el aeropuerto de Palermo. Los detenidos por el homicidio de Borsellino pasaron 18 años en la cárcel hasta que se descubrió que todo había sido un montaje policial y eran inocentes.
En 1978 un capo mafioso, Giuseppe de Cristina, contemplando el panorama tan negro llamó a la policía para pedir ayuda: «Riina y Provenzano son dos bestias, tenéis que pararlos. No son solo peligrosos para nosotros, lo son sobre todo para vosotros». Sin embargo, con su familia era todo lo contrario, su hija contaría años después, que vio las noticias de la muerte de Falcone en brazos de su padre, en el sillón de casa.
Su mujer era maestra y les daba clases privadas a sus hijos, vivieron siempre en la clandestinidad y en el secreto. El día del arresto de Riina en Palermo, ella subió a un taxi con sus hijos y se volvió a Corleone. A Salvatore Riina lo llamaban Totò el terrible, el tirano, la bestia, el viddano (paisano). Attilio Bolzoni, periodista de La Repubblica, contó su impresión de la primera vez que vio a Riina cara a cara:
«Era un campesino. ¿Sabes a quién me recordó? A Stalin, otro campesino. El mal tras una mirada neutra, el aspecto vulgar, áspero».
Salvatore Totò Riina, prófugo de la justicia, comenzó a eliminar a sus enemigos junto a Provenzano y otros mafiosos, eliminaron a tiros al boss Michele Cavataio y a otros, en la mencionada masacre de Vía Lazio. Dos años después al Procurador de Palermo, Pietro Scaglione, al ex secretario provincial de la Democracia Cristiana, Michele Reina y en enero de 1980, al presidente de la región, Piersanti Mattarella, hermano del luego presidente de Italia, Sergio Mattarella. Cuando es capturado Leggio, Riina asume la conducción junto a Stefano Bontate y Tano Badalamenti.
Vista panorámica de Corleone.
Luego de sangrientas batallas en el interior de la mafia y un centenar de cadáveres se convierte en el capo dei capi de la Cosa Nostra. Condenado en ausencia en 1992, gracias al primer arrepentido de la mafia, Tommaso Buscetta. En venganza mandó a matar a once familiares de Buscetta y luego le declaró la guerra al Estado italiano (grave error). Empezó con Salvo Lima, hombre en Sicilia del siete veces ex primer ministro italiano, Giulio Andreotti, y el magnicidio de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, que marcaron su final.
En Sicilia se conoce a Corleone como la «ciudad de las cien iglesias», otros la conocen como «la cuna de la Mafia». Esta pequeña ciudad se encuentra al sur de Palermo y su población no supera los 12.000 habitantes. Está protegida por una pequeña cordillera de rocas calcáreas (calcariniti glauconitiche corleonesi) de donde recibe su nombre.
Corleone significa en griego «Tierra del León», y gracias a la saga de películas de Francis Ford Coppola protagonizadas por Marlon Brando, Robert de Niro y Al Pacino, Corleone es conocido mundialmente. Su origen se remonta al periodo neolítico. Los yacimientos arqueológicos muestran la presencia griega y romana. Se ha sugerido que Corleone pudiera ser la antigua Polis de Schera.
Es indudable la presencia de rastros bizantinos, árabes y normandos, que en el 1072 ocuparon la ciudad. Corleone es un pueblo de casas antiguas y estrechas construidas sobre callejuelas irregulares; muchas casas se encuentran desocupadas por el éxodo. En la primera mitad del siglo veinte, llegó a tener cerca de veintidós mil habitantes. La pobreza de los campesinos corleoneses en el siglo pasado, llevó a los que tuvieron oportunidad a una masiva emigración hacia Estados Unidos y a Argentina, los que no, debieron resignarse a vivir en silencio para seguir con vida.
En el contexto de la Guerra Fría, la mafia se alineó en el bloque ganador frente al comunismo, la Democracia Cristiana (DC), la «dichí», lo pronuncian los italianos, el partido dominante, el de la Iglesia. Entre 1944 y 1966 la mafia asesinó a unos 45 activistas de izquierda.
Se cuenta que en Caccamo, un pueblo cercano dominado por la mafia, el boss local, Don Peppino, se sentaba en un sillón honorario al lado de la silla del alcalde. Era quien mandaba, quien tenía el poder real, hasta 1962 la mafia impidió en Caccamo que en las elecciones se presentara otro partido que no fuera la DC. La primera vez que lo intentaron los comunistas el cabeza de lista fue enviado al manicomio. El siguiente, cinco años después, fue cortado en dos con un hacha, de arriba a abajo.
Durante décadas Sicilia en general vivió en comunión con la mafia. Corleone fue también el pueblo de Vito Ciancimino, el poderoso dirigente democristiano que controló el Ayuntamiento de Palermo y que al final de su vida fue arrestado por mafioso. «Don» es un tratamiento que solo se daba a los padrinos mafiosos y a los curas, y él aceptaba complacido este tratamiento, en realidad Don Vito, era él en Corleone. Y obviamente no por cura. En la película El Padrino, Don Vito es él.
En la segunda mitad del siglo pasado, cuando la FIAT (empresa automotriz), desde el norte industrial y rico demandó mano de obra, más de tres mil corleoneses emigraron a Venaria Reale, pueblo cercano a Turín donde viven hasta hoy. Hace unos años, mientras estaba en Palermo, fui invitado a conocer Corleone, en menos de una hora se llega hasta la ciudad. Quienes me acompañaron no solo hablaban italiano sino el siciliano, lengua predilecta que los mantiene al resguardo de oídos extranjeros, en ella encuentran un buen refugio.
Norman Lewis, propuso el origen de la palabra «Mafia» proveniente del término árabe idéntico que significa lugar de refugio. La historia de Sicilia es de una isla invadida por extranjeros. El origen de la Mafia estaría en una forma de autodefensa frente a los extranjeros, y el principio era que si la ley es injusta, los problemas se solucionan entre nosotros. El mayor novelista siciliano, Fernando Sciascia, escribió: «Luchar contra la Mafia era en cierta medida luchar contra nosotros mismos».
El poder de la mafia no se asentaba en su fuerza militar, sino en el control social, en sustituir las reglas o el vacío que dejaba el Estado por las suyas, si hay que recurrir al mafioso para conseguir un puesto de trabajo o para recuperar un coche robado o, el honor, entonces su poder es grande. La mafia no se limitó a crear criminales sino una nueva mentalidad y costumbres que fueron asumidas por la clase social y política.
El historiador Giuseppe Carlo Marino, dijo: «la Mafia nace en la organización social derivada de la economía del latifundio». El periodista Adolfo Rossi quien visitó la ciudad en 1893, relata el momento del reparto del trigo:
«El patrón se queda con la mitad y da al campesino la otra mitad. Pero luego le va quitando trigo por diferentes razones, como el pago del aceite para las lámparas. Al final se queda con un puñado, con el que debe hacer la pasta para su familia. Apoyado en el mango de madera de guadaña, una lágrima recorre el rostro del campesino».
Los mafiosos eran los gabellotti, los burgueses que ayudaban a los grandes propietarios, a gestionar los campos que trabajaban los campesinos sin tierra por una miseria. Los mafiosos robaban a los pobres para dárselo a los ricos. Eso se acabó con el asesinato de Michele Navarra.
En las calles de Corleone, era frecuente encontrarse con cientos de turistas, sobre todo estadounidenses, muchos lo hacen por su cuenta, pero la mayoría toman los tours organizados por el Centro Anti-Mafia. Los turistas buscan tomarse una foto frente a la casa de algún mafioso. No faltan aquellos que dicen tener un abuelo siciliano y quieren conocer la tierra de sus antepasados, muchos van a Corleone buscando no el real sino el de la película.
Hay una curiosa anécdota, dicen que el abuelo del actor Al Pacino era de Corleone. Cuando estaban rodando la película «El Padrino III» en Sicilia, en el año 1990, un día fue a Corleone en busca de sus parientes, lo acompañaron Diane Keaton y Andy García. Mientras comían en el restaurante «A’ Giarra», le pidió al dueño que le ayudara. El apellido de su familia era Gelardi. El hombre dijo que los conocía y buscó el número en la guía.
Llamó y comunicó a los Gelardi que allí estaba Al Pacino en persona, que era familia suya y que quería conocerlos. El señor al otro lado del teléfono pensó que era una broma, era 1 de abril, el día de los Inocentes en Italia, y los mandó a fanculo. El dueño del restaurante no se atrevió a volver a llamar, y Corleone se privó de tener a Al Pacino de ciudadano honorario, y aprovecharlo para el turismo, Al Pacino se largó y no volvió nunca más por allí.
No es raro encontrar en el menú de los pocos restaurantes de Corleone, platos americanos para los turistas. O el rico licor de hierbas Amaro, marca «El Padrino», negocios decorados con fotos de la película de Francis Ford Coppola, acompañados de la famosa música de Nino Rota de la misma película. La única librería ofrecía entonces en su escaparate libros sobre la mafia.
El vino es bueno como todos los de Sicilia, es agradable beber un vino «Principe di Corleone», un rosso o un rosato, mientras por las callejuelas transitan las mujeres vestidas de negro de pies a cabeza y los hombres con Coppola, la tradicional gorra siciliana, estos hombres pasan la tarde sentados en los bancos de la plaza Falcone- Borsellino.
Pero no hablan de la mafia o no, mejor dicho, quieren hablar, hablan del trabajo en el campo, de historias, de cuando se levantaban a las cuatro de la mañana para trabajar toda la jornada y, a veces dormir en las tierras porque no tenían tiempo de volver a casa. Los turistas suelen visitar la vivienda de los Provenzano en la parte nueva, deshabitada desde su captura; el lugar en que fue detenido, en una calle campestre a unos tres kilómetros del centro llamada Montagna dei Cavalli.
El edificio en el que tiene su sede la Guardia di Finanza, una vivienda incautada a Totò Riina, o la casa donde se escondió Luciano Leggio, el primer padrino corleonés, situada en la parte baja, junto al riachuelo. La casa en la que vive todavía la mujer de Riina, situada en la zona alta de la ciudad.
El padre Calogero Giovinco, el párroco de San Leoluca, y el sacerdote más respetado de la villa, célebre por sus quejas dijo: «La gente se cree que aquí todo el mundo anda con la lupara y la Coppola», el padre llegó a Corleone hace cuatro décadas. «Es una ciudad con gran tradición histórica, pero sólo es conocida por la Mafia. Hay muy pocos pueblos que tengan dos santos, san Leoluca y san Bernardo, y un beato». ¿Serán San Leoluca Bagarella y San Bernardo Provenzano?
Su economía sigue siendo agrícola, cerrada, con muy poca inversión, su economía depende en un 70 % de la agricultura. Corleone vive del cultivo de cereales, del vino, la oliva y el tomate. El campo provee las materias primas que mueven la pobre economía del lugar, y el 15 % de sus habitantes se encuentra sin empleo.
El turismo es el gran atractivo tanto que, Angelo Provenzano, uno de los hijos del boss, años atrás trabajaba para una agencia de viajes de Boston, la «Overseas Adventure Travel», para impartir charlas como estrella invitada en un tour siciliano sobre la mafia. El paquete duraba dos semanas y su precio entre tres y cuatro mil dólares. El paquete incluía «una iluminante discusión sobre la mafia siciliana con uno de los hijos de un boss», en un hotel de Palermo. Como era de esperar esto causó un gran escándalo.
Contemporáneamente al ingreso en la cárcel de Riina, la primera República italiana se hundió en el fango de su corrupción y el crimen organizado (el partido que había dominado el país desde la Segunda Guerra Mundial, la Democracia Cristiana, desapareció). Bernardo Provenzano, como nuevo boss desde 1993, puso en marcha la «estrategia de la invisibilidad o de la inmersión».
No más cadáveres excelentes, no más matanzas, la Cosa Nostra tenía que hacerse invisible para sobrevivir, volver a dar garantías a los encarcelados (ayudas a las familias, nada de exterminios) para que los presos respetasen la omertá (el silencio), comunicarse a través de pizzini (papeles que pasaban de mano con mensajes), los hombres de honor debían vivir con austeridad.
Pero, desde su detención hay un nuevo capo, aunque sin ostentar oficialmente el título de «capo de los capos», el propio Riina le coronó en 2013 desde la cárcel. Matteo Messina Denaro, el padrino de Trapani, ha sido el gran cerebro de Cosa Nostra desde el cambio de siglo, es considerado el mafioso más poderoso de Europa, con más de 24 años en fuga. Amante de los autos lujosos y de colección, y de trajes caros.
Se ignora si está en el extranjero o si se esconde en su tierra, en el área de Trapani. En el 2001, Messina Denaro saltó a la fama mundial cuando «L’Espresso» le dedicó en una portada el titular «Este es el nuevo capo de la mafia». Fue incluido en la lista de los 10 criminales más buscados del mundo, alguna vez dijo: «yo por mi cuenta he llenado un cementerio», se cree un héroe del pueblo, un filósofo y un seductor inigualable.
Durante su fuga de más de dos décadas, ha mantenido un lujoso estilo de vida y una lista infinita de amantes. Matteo Messina Denaro realizó inversiones en centros comerciales, compañías de distribución de alimentos o parques eólicos, en la construcción y otras difíciles de detectar. A principios de 2014, la policía italiana acorraló a 30 familiares y miembros de Cosa Nostra.
Estos detenidos fueron acusados de pertenecer al círculo de Messina Denaro y que dirigían la compleja cadena de carteros que transportaban los mensajes hasta sus escondites. Su hermana, Patrizia Messina Denaro, fue detenida en la operación y fue acusada de liderar el entramado que proporcionaba el dinero obtenido de la extorsión, que permitía a Messina Denaro seguir fugitivo.
¿El Estado italiano permitió o incluso participó en los asesinatos de los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino? Totò Riina respondió: «en vía D’Amelio (la calle de Palermo donde fueron asesinados Borsellino y cinco agentes de su escolta) estaban los servicios…». Y sobre su arresto dejó caer el manto de la traición: «Me hicieron arrestar Provenzano y Ciancimino, no los Carabinieri». Es decir, su sucesor en la mafia y su nexo con la política, el ex alcalde de Palermo, el jefe de la Democracia Cristiana local.
Para Totò Riina, la complicidad con el Estado es claro:
«He estado 25 años fugitivo sin que nadie me buscase. ¿Cómo es posible que sea responsable de todas estas cosas? La verdadera mafia son los jueces y los políticos que se han protegido entre ellos. Ellos descargan su responsabilidad sobre los mafiosos. La Mafia cuando empieza una cosa la termina. Yo estoy bien. Puedo ver más allá de estas paredes».
Su hijo primogénito, Giovanni, fue su predilecto y fue preparado para ser su sucesor, su delfín. Pero Giovanni Riina, está en la cárcel desde en 1997, condenado a cuatro años por asociación ilícita. Posteriormente, fue condenado a cadena perpetua por el Tribunal de Palermo, por el asesinato a sangre fría de cuatro personas en Corleone en 1995.
¿Seguirán existiendo las mafias? En tiempos de carteles tan de moda y de esas otras especies de carteles que están enquistadas en el poder del Estado ¿Por qué no deberían hacerlo? Con la eliminación del dottore Michele Navarra, el de la mafia rural y medieval, hubo un recambio mental y generacional. Fracasada la estrategia de Provenzano y muerto Salvatore Riina, de la nueva oleada mafiosa. Matteo Mesina Denaro no puede ser, él pertenece al mundo que murió con Riina.
Es necesario un nuevo boss capaz de entender las actuales circunstancias no solo a escala local sino global. En estos momentos hay una cantidad de nuevas mafias surgidas en Palermo y en Sicilia, hay enfrentamientos con las bandas locales conformadas por inmigrantes africanos, en un principio miraron para otro lado ante pequeños crímenes cometidos por los africanos, pero ahora son una verdadera amenaza criminal y ya se ha cobrado una víctima mortal.
Si alguna vez tiene la posibilidad de visitar Sicilia y llega a Corleone, el cementerio merece la pena visitar, observar la muerte nos ayuda a veces a entender la vida.
24 de noviembre de 2017.