LA EXPLOTACIÓN DEL HOMBRE POR EL ESTADO
LOS MÉDICOS CUBANOS
Ricardo Veisaga
Médicos cubanos a punto de embarcar rumbo a una misión en el exterior.
Según el Diccionario de economía política de Borísov, Zhamin y Makárova, dice que la explotación del hombre por el hombre, es la:
Apropiación gratuita por parte de quienes poseen los medios de producción, del fruto del trabajo adicional y, a veces, de parte del trabajo necesario de los productores directos. La explotación del hombre por el hombre surgió como resultado del desarrollo de las fuerzas productivas, de la división social del trabajo, del nacimiento del plusproducto, de la propiedad privada y de la escisión de la sociedad en clases antagónicas: dueños de esclavos y esclavos. El carácter de las relaciones de producción dominantes en la sociedad determina, asimismo, las correspondientes formas de explotación.
La explotación del trabajo, surgida ya en el estadio de descomposición del régimen de la comunidad primitiva, es inherente a todos los modos de producción antagónicos de clase, basados en el dominio de la propiedad privada sobre los medios de producción. La explotación esclavista se basa en la propiedad total de los esclavistas sobre los medios de producción y sobre el propio trabajador: el esclavo; la explotación feudal, se basa en la propiedad del señor feudal sobre la tierra y en la propiedad parcial sobre el siervo; la capitalista, en la propiedad capitalista sobre los medios de producción y en el trabajo asalariado. El capitalismo es la última forma de explotación del hombre por el hombre. Bajo el socialismo, al suprimirse la propiedad privada sobre los medios de producción y establecerse sobre ellos la propiedad social, se acaba con las clases explotadoras y se elimina toda explotación del hombre por el hombre.
Aquí tenemos una definición marxista de este Diccionario de economía politica, que por cuestiones ideológicas no dice nada de la explotación del hombre por el Estado. Algo que se practica en Cuba, hecho que dejó en evidencia el ahora presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. Este drama denunciado sobre el abuso que el régimen cubano llevaba a cabo a través de su programa Más Médicos (Mais Médicos), con Brasil y la exportación de personal sanitario a otros países, y en el cual el régimen se queda con el 70% de sus salarios, por ahora, esto provocó reacciones en Estados Unidos en contra del régimen cubano que preside Miguel Díaz-Canel.
En el Senado de Estados Unidos se presentó una resolución bipartidista de los senadores Bob Menéndez (demócrata) y Marco Rubio (republicano), contra el programa de médicos cubanos. En la misma, califican de «tráfico humano» la venta de los servicios de personal sanitario cubano a otros países y piden restaurar el programa de refugio a médicos cubanos que escapan de misiones en el exterior.
Ambos senadores acusan a La Habana de someterlos «a una trata de personas patrocinada por el Estado». «Durante 60 años, el régimen cubano ha estado encontrando nuevas formas de explotar a su gente», criticó Bob Menéndez. «La información reciente de Brasil muestra cómo el Gobierno cubano se beneficia de sus misiones médicas en el extranjero patrocinadas por el Estado, que vende como diplomacia médica, pero se parecen mucho más a la servidumbre contratada».
El programa «Más Médicos», propuesto por La Habana a Brasilia en 2012 e iniciado por el gobierno de la izquierdista Dilma Rousseff en 2013, y que para ponerlo en práctica se utilizó como intermediaria a la Organización Panamericana de la Salud (OPS), evitando así que la propuesta tuviera que pasar por el Congreso brasileño. Tal como lo develara en su momento el diario Folha de Sao Paulo, al acceder a una serie de telegramas de la embajada de Brasil en Cuba, los mismos muestran que fue Cuba quien le propuso a la camarada Dilma Rousseff enviar médicos a las regiones más apartadas de Brasil.
Para eludir que el acuerdo intergubernamental pasara por el Congreso, en común acuerdo los gobiernos de Cuba y Brasil triangularon el acuerdo a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para maquillarlo como un esquema de «cooperación». En marzo de 2012, una misión cubana visitó Brasil y propuso el envío de médicos y enfermeras, la asesoría para la construcción de hospitales y la elaboración de sistemas de salud, a precios ventajosos, según Alexandre Ghisleni, encargado de negocios de Brasil en la isla.
Los documentos que relatan las negociaciones secretas estuvieron ocultos durante cinco años. Los ministerios implicados se negaron a comentar la filtración. Según Bob Menéndez, «Esta forma de trabajo forzoso no debe pasar desapercibida por la comunidad internacional. Debemos enfrentarnos al esquema de esclavitud moderno del régimen y apoyar a los médicos que buscan justicia después de servir en estas llamadas misiones médicas internacionales».
La resolución dice que el gobierno cubano «debe compensar» a los profesionales de la Isla que trabajaron en Brasil «por el monto total de los salarios que les fueron embargados». Consideran además que el Departamento de Estado de Estados Unidos debe endurecer la clasificación de Cuba en su informe anual sobre trata de personas. Antes de asumir el poder, Bolsonaro anunció su intención de revisar el compromiso con Más Médicos, lo que provocó que La Habana retirara de manera inmediata todo el personal sanitario que estaba en Brasil.
También la Unpacu, la «Unión Patriótica de Cuba», un grupo disidente con más de 3.000 miembros en Cuba, coordinada por el ex preso de conciencia, José Daniel Ferrer, quiere llevar al régimen cubano ante la Corte Penal Internacional (CPI) de La Haya por crímenes de lesa humanidad. La Unpacu cuenta con la colaboración de Cuba Archive, una ONG, dirigida por María Werlau, que lleva años registrando los casos en los que el régimen vulnera los derechos humanos de sus ciudadanos, como muertes y desapariciones.
El abogado español Jesús Imbroda, será el responsable de llevarlo ante la CPI. Según informes del gobierno cubano, en 2018 había 65.000 trabajadores en 62 países. Los médicos cubanos trabajaban en 62 países al cierre del 2016, en 35 de ellos el gobierno cobró por sus servicios, según estadísticas oficiales. La venta de servicios profesionales, fundamentalmente médicos, es la principal fuente de divisas para Cuba, por encima del turismo.
El ingreso por servicios profesionales médicos, estimado en 11.543 millones de dólares anuales, supera los del turismo, que se ubicaron en 2.800 millones en 2016. Según Cuba Archive, la mayoría de los cubanos va como parte de «misiones internacionalistas» de médicos, docentes y entrenadores deportivos, también arquitectos, geólogos, músicos, obreros de la construcción, agentes de inteligencia, entre otros profesionales. En Cuba existirían al menos 85 empresas estatales «que venden estos servicios de exportación».
Los años de mayores ingresos habrían sido 2012, 2013 y 2014 con más de once mil millones de dólares, y el 75% del PIB cubano procedería de estos servicios de exportación. Según el economista José Luis Rodríguez, esa actividad aportó un estimado de 11.543 millones de dólares como promedio anual entre el 2011 y el 2015. El Anuario Estadístico de Salud 2016 revela que los profesionales cubanos están en 24 países de América Latina y El Caribe, 27 del África subsahariana, dos de Oriente Medio y África septentrional, siete de Asia Oriental y el Pacífico, y en Rusia y Portugal.
A pesar de la grave crisis en Venezuela junto a Brasil fueron mercados importantes, también en otros países como Qatar, Kuwait, Argelia, Sudáfrica, Arabia Saudita y China. También Cuba ofrece servicios gratuitos mediante el llamado «Programa Integral de Salud», destinado a 27 países con menos recursos como Haití, Bolivia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Honduras, Etiopía, Congo, Tanzania, Zimbabue.
El gobierno cubano financia el sistema de salud gratuita, uno de sus más publicitados logros junto con la educación universal. Un total de 493.368 personas trabajan en el sistema, incluidos 16.852 odontólogos, 89.072 enfermeros y 63.471 técnicos. Cuba también mantiene la formación de médicos para otros países, en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), donde 2.326 estudiantes cursan los seis años de la carrera, señala el Anuario. Esta escuela tiene como parte de su curriculum la formación ideológica de los futuros médicos.
La economía de Cuba no se caracteriza por la exportación de bienes, que ocupa un lugar secundario, entre 2015 y 2016 cayó un 40%, y en 2017 apenas superó los 1.300 millones de euros, tampoco el turismo, ni las remesas enviadas por los cubanos en el exterior, que beneficia de manera directa a más del 40% de la población. Lo importante para Cuba son los servicios lo que permite llenar las arcas del gobierno, se puede afirmar que la llegada al poder de Hugo Chávez en Venezuela, sumado a los altos precios del petróleo, logró transformar la economía de servicios y profundizarlas en el tiempo.
La crisis venezolana significó para Cuba una reducción del 40% en las entregas de petróleo, especie con que cobraba esos servicios, también la destitución de Dilma Rousseff y el ascenso de Bolsonaro en Brasil, quien abrió la caja de Pandora. La contratación o ampliación de los «programas de colaboración» con países de Oriente Medio y África como Arabia Saudita, Qatar, Argelia y Sudáfrica fue un alivio para suplir en parte las dificultades.
La economía cubana está acostumbrada a estos problemas, desde su inserción histórica en la división internacional del trabajo y la especialización en la exportación de determinados rubros. La mono exportación es la misma ya sea al estilo azucarero colonial, los acuerdos del espacio de colaboración económica de la era soviética (CAME) o vender profesionales.
En 1989 durante la economía planificada copia del campo socialista europeo que se encontraba en su apogeo, Cuba produjo 8.1 millones de toneladas de azúcar, la exportación de níquel superaba las 60.000 toneladas anuales, y cultivos como los cítricos y el tabaco alcanzaban récords históricos. Tres décadas después Cuba se empecina en organizar una zafra (recogida de caña) que al menos alcance los dos millones de toneladas de azúcar, el níquel ronda sus mínimos históricos con reservas que se agotarán dentro de dos décadas y los cítricos es un simple recuerdo.
El deterioro de las industrias, la falta de mano de obra y las inversiones en la agricultura lo vuelve imposible. La industria tabacalera, gracias a la demanda del turismo, se perfila como la principal actividad productiva. Las misiones médicas al exterior trajeron como consecuencia el deterioro de las condiciones sanitarias en Cuba, sus mejores profesionales se fueron en las misiones por las mejoras económicas que brindan estos programas.
Sumando esto a los recortes presupuestarios al sistema de salud, en los últimos años se redujo los consultorios del Médico de la Familia (de 34.000 a 13.000) y el acostumbrado desabastecimiento de las farmacias, el cierre de servicios en municipios y comunidades por falta de especialistas. Mientras tanto ante la situación la gente apela al humor, dicen que, si uno necesita un médico cubano, solo tiene que ir a buscarlo a Venezuela.
La iniciativa de Unpacu se enfrenta a un problema, debido a que la CPI solo puede juzgar los crímenes cometidos por estados miembros, y Cuba no es miembro del CPI, pero existe alguna posibilidad como dice Werlau: «Pero sí comete los crímenes en algunos países que son Estados parte (del CPI, como es el caso de Brasil). Cuba tiene misiones en países que son democracias de izquierda, como Uruguay y Portugal, este último está en la UE. Hay formas de llegar con esta denuncia para que sea competencia de la CPI».
También Werlau cuestiona la formación de los médicos enviados a lugares remotos en algunos países. «No estoy diciendo que no estén capacitados todos los médicos, pero hay algunos que no tienen preparación». Y pone como ejemplo el caso de una veterinaria, «que cursó un curso de seis meses y la mandaron como médico a un país de África».
Estas denuncias al CPI serían nominales contra Raúl Castro y el presidente Díaz-Canel, y otros del régimen cubano, cuenta con la colaboración de la plataforma «No somos desertores». Integrada por miles de profesionales y técnicos cubanos, residentes en diversas partes mundo, a los que el gobierno les niega la entrada y el derecho a ver a sus familias por «decidir abandonar los convenios laborales en el exterior», por lo que el régimen los considera desertores.
«Y, en represalia, y sin previa consulta con el pueblo cubano nos impone, de manera arbitraria y aleccionadora, un castigo de ocho años y un día sin poder entrar a nuestro propio país, a contar desde el día que abandonamos la misión», dice la web de la plataforma. Según Unpacu, los médicos cubanos que trabajaban en Brasil cobraban el 10,5% de los 4.276,25 dólares que se pagaba por ellos: 450 dólares en mano (400 para ellos y 50 para sus familias), mientras Cuba retenía otros 550 dólares durante tres años, hasta que volvieran a Cuba.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la OPS nunca quisieron molestar o incomodar con sugerencias o reclamos al dueño del chiringuito, de la mano de obra médica esclava. Jair Bolsonaro, con su propuesta de otorgar trabajo, su salario completo y la residencia permanente para ellos y sus familias a los médicos cubanos que trabajan en el programa Mais Médicos, previa reválida de sus títulos en Brasil, abrió la caja de Pandora y se desataron las tempestades.
La situación de los médicos cubanos en Brasil se propagó por los medios y en las redes sociales, y el humillante sistema de explotación se ha convertido en tela de juicio. Despertando la indignación de la gente de bien mientras los perros falderos del régimen tratan de justificarlo y defender. La rápida decisión del régimen cubano estalinista de retirar a los médicos puso al descubierto los verdaderos intereses que se ocultan bajo la fachada de solidaridad, altruismo, cooperación, la hermandad latinoamericana y con el proletariado mundial.
Lo que lamenta el castrismo es la pérdida irreparable de los más de 300 millones de dólares que recibía anualmente, del robo de los salarios de los médicos. Por un lado, perderán el jugoso ingreso de dinero y una gran cantidad de trabajadores que son calificados como fuente de riqueza.
El 19 de noviembre la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el organismo especializado del sistema interamericano, intermediario entre el programa Mais Médicos del 2013 de la ex presidenta Dilma Rousseff y el gobierno cubano, emitió un comunicado donde considera al personal médico cubano como algo instrumental, y ningún reproche al castrismo, aclarando que «la Organización tiene acuerdos con los gobiernos de ambos países para el Mais Médicos, pero no hace contratos con médicos…».
El papel de la OPS queda muy claro, ellos necesitan a la dictadura cubana para cubrir los programas de la organización, son una especie de agencia de colocación laboral. Que Cuba utilice a sus médicos como mano de obra en condiciones semi esclavas, tanto en Brasil como en otros programas internacionales, es una violación al Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Carta Internacional de Derechos Humanos.
Pacto, que sirven para la garantía, entre otros, de los derechos laborales (también) de esos médicos y demás profesionales de la salud cubanos. Tanto la OMS y la OPS son cómplices de la dictadura cubana. El programa se creó (teóricamente), para 18 mil doctores que darían servicios a millones de personas de los sectores sociales más humildes de Brasil, no para engordar las arcas de la dictadura cubana.
También un grupo de médicos cubanos que participaron en el programa «Mais Médicos», de Brasil, demandó a la OPS por recibir dividendos de un acuerdo entre Brasil y Cuba, para el suministro de profesionales de la medicina en condiciones de «virtual esclavitud». Los querellantes dijeron que la OPS habría recibido 75 millones de dólares del programa en los últimos cinco años, al tiempo que la dictadura cubana se habría llevado a sus arcas 1.300 millones de dólares en ese mismo periodo.
El abogado Sam Dubbin, sostuvo que la OPS es responsable del «tráfico de miles de doctores cubanos y otros profesionales de la salud» que fueron enviados al país sudamericano como parte de una supuesta «misión médica extranjera», en condiciones que violarían las leyes estadounidenses y otras internacionales contra el trabajo forzado.
Ramona Matos, doctora cubana que escapó del programa «Mais Médicos», dijo que «simplemente estamos pidiendo la compensación total que ganamos, y esperamos que este caso exponga la terrible práctica de Cuba de abusar de sus médicos en otras misiones extranjeras». Según Dubbin, los 75 millones de dólares que habría recibido la OPS «no se utilizaron para pagar los gastos operativos, ya que estos fueron pagados por instituciones brasileñas» y agregó que «los valientes médicos se retiran después de años de silencio para mostrar cómo la OPS patrocinó, administró y se benefició de un esquema elaborado con Cuba y Brasil».
La doctora Tatiana Carballo, cuestionó la persecución que sufren los médicos que son enviados a otros países. «Allá en Brasil no podía ir ni siquiera a la bodega a comprar pan o cigarrillos porque no me lo permitían. Siempre nos tenían ‘cuidados’».
La OPS, el régimen de Cuba y una corporación cubana privada, es una fachada del gobierno para reclutar médicos «bajo presión política y amenazas para su bienestar económico y el de sus familias», según Dubbin. Dice Matos, que se encontraban vigilados todo el tiempo. «Yo no podía moverme de una ciudad a otra en Brasil y siempre estuve bajo una supervisión constante de agentes de inteligencia cubanos que trabajan en Brasil».
De acuerdo con la OPS, todos prestaban servicios «en lugares que los doctores brasileños no aceptaron». Pero Jair Bolsonaro prometió que las condiciones serían modificadas, su propuesta era: que todos los profesionales cubanos revalidasen sus títulos ante el Colegio Médico brasileño, que firmasen contratos individuales y cobren directamente todo su salario, y que pudiesen llevar a sus familias a residir con ellos.
Uno de los médicos cubanos situado en el estado de Bahía, comentó en Facebook: «Es difícil aceptar que el Ministerio de Salud brasileño pague por cada uno de nosotros más de tres mil dólares al mes y solo recibamos novecientos», este médico como el resto de los médicos, recibió la notificación de su regreso a Cuba antes «de que termine el año», pero él intentará quedarse.
«El presidente (Bolsonaro) ha dicho que nos concederá asilo político y facilitará la entrada de nuestros familiares. Uno no quisiera tener que dejar su país, pero nadie puede cuestionarnos por intentar darle el mejor uso posible al conocimiento que conseguimos con tanto esfuerzo».
Hay quienes recuerdan el «Cuban Medical Professional Parole Program», una iniciativa del gobierno estadounidense que por casi diez años favoreció las deserciones de profesionales de salud de Cuba. Alrededor de 8.000 llegaron a suelo norteamericano hasta enero de 2017, cuando el presidente Barack Obama derogó el «Parole» en una de sus últimas órdenes ejecutivas.
El anuncio del retiro de los médicos cubanos en Brasil coincidió con la gira del presidente Miguel Díaz-Canel por aliados estratégicos para esta nueva coyuntura. Cuba luego del final de Dilma Rousseff, estaba pensando en la salida de los profesionales, ya se la veían venir. Con seguridad que los reubicará en los países árabes petroleros y Rusia, China y Vietnam.
La Habana debe tomar nota de algunas cuestiones, primero el giro político hacia la derecha en el continente, el liderazgo del Brasil de Bolsonaro, su suerte en esos territorios se acabó y debe buscar aliados en otros continentes. Y también que Cuba necesita inversión extranjera urgente para tener una economía productiva sostenible y liberalizar su economía.
El otro camino que le queda es seguir dependiendo de la ayuda de otros países, hacer de ramera de alguna potencia, papel al que ya está acostumbrado. El costo de enviar sus médicos a otras latitudes en lo interno resulta muy elevado, según fuentes confiables, en los hospitales o centros de salud, a nadie se le ocurre pensar que Cuba sigue siendo una potencia médica, eso fue parte del relato oficial de la Revolución y está terminado.
A mí no me cabe duda que la intervención de Bolsonaro fue devastadora y efectiva, más importante que el embargo estadounidense, y el final de 2018 será recordado como uno de los peores momentos del régimen luego de la caída de la URSS y la desaparición del bloque socialista de Europa del Este.
Cinco son los países que recibieron ayudas millonarias de la URSS en su momento y no devolvieron el dinero, el primero de ellos fue Cuba, Moscú le otorgó muchísimos créditos que ayudaron a mejorar los sistemas de educación y salud cubanos, además de proporcionar al país petróleo, alimentos, equipo técnico y ayuda militar. A cambio, Cuba suministró gran cantidad de azúcar de caña a la URSS y, lo que es más importante, defendió y propagó el comunismo. Cuba envió sus tropas a los conflictos de Angola o Etiopía, siempre apoyando al partido comunista soviético.
Algunas fuentes dicen que Cuba mantenía una deuda con la Unión Soviética valorada en 30.000 millones de dólares. La cifra oficial rondaría los 35.200 millones, en 2014 Vladimir Putin le perdonó el 90% de la deuda al estado cubano, de manera que Cuba sólo tendrá que pagar 3.500 millones a Rusia. Los otros países fueron Siria, Mongolia, Corea del Norte y Vietnam.
Orlando Zamora, experto del Banco Central de Venezuela, antiguo jefe de la división de Riesgo Cambiario, sostiene que los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro dieron a Fidel y Raúl Castro alrededor de 40.000 millones de dólares en 17 años. Venezuela le dio más dinero que la URSS a Cuba en tres décadas. Según Orlando Zamora, la dependencia económica de Cuba ayudó a hundir la economía venezolana.
Para el organismo de salud de Naciones Unidas, el sistema de salud de Cuba es un ejemplo para todos los países del mundo. Un país que logró universalizar el acceso a la misma, la salud es pública, gratuita y muchas medicinas están subvencionadas, no existen hospitales privados ni seguros médicos.
El Estado garantiza el derecho a recibir atención médica con la prestación de la asistencia médica y hospitalaria gratuita mediante la red de servicio médico rural, de los policlínicos, hospitales, centros de tratamiento especializado, vacunación general o exámenes médicos periódicos entre otros muchos planes. Cuba tiene algo más de 11 millones de habitantes, la mayor cifra del mundo de médicos por cada 1.000 habitantes: 7,7. Dicho de otro modo, un médico por cada 130 personas.
Existen 22 facultades de ciencias médicas, distribuidas por el país, la carrera se estudia en seis años. A partir del segundo año los alumnos van a practicar a los hospitales y atienden a pacientes con todo tipo de enfermedades. El servicio militar está exento para los estudiantes de medicina. En 1959 en Cuba había 6.000 médicos, la mitad de los cuales se fueron del país tras el triunfo del comunismo.
A raíz de la crisis sanitaria el gobierno se propuso formar médicos masivamente, ahora son 75.000, la cifra más alta de iberoamérica. En 1963 salió la primera misión de cooperantes de salud hacia Argelia para apoyar a los guerrilleros que acababan de lograr la independencia. Al principio, con la ayuda económica de la URSS los servicios médicos cubanos en el exterior fueron, en su mayoría, gratuitos.
Desde la aparición providencial de Venezuela luego de la caída de la URSS, Cuba empezó a recibir beneficios y el gobierno de Castro extendió esa política a todo el mundo. Según las cifras oficiales la tasa de mortalidad infantil es de 4,2 por mil, es el mejor indicador del continente y del Tercer Mundo. Su tasa según esta medición es incluso inferior a la de Estados Unidos y es de las más bajas del mundo. La esperanza de vida es de 79 años.
A pesar de los elogios de la OMS (ahora sabemos porque), en los últimos años la capacidad como médicos de los cubanos está en duda. Duda que tengo desde hace décadas, por lo visto eso mismo sucede con los organismos de salud y colegios de médicos de países como Brasil, Costa Rica, Argentina, Chile, que califican de deficiente la formación de los doctores cubanos que buscaban la revalidación en esos países.
Hace unos años un grupo de estudiantes de Paquistán estudiaron medicina en Cuba, y al regresar a su país declararon que las escuelas de medicina de Cuba, estaban mal equipadas y que la educación era inferior a la de Paquistán, el problema fue que no podían aprobar la prueba del Consejo Médico y Dental del país para revalidar sus títulos. El mismo problema se suscitó hace unos años con un grupo de «camaradas» argentinos que viajaron a estudiar medicina a Cuba.
Digo camaradas, ya que son elegidos con un criterio ideológico, el colegio médico y la Universidad de Buenos Aires no quisieron aceptar y revalidar los títulos. Según el doctor Julio César Alfonzo, que en 1999 se exilió en Estados Unidos, muchos de los médicos que Cuba envía a estas misiones aún no están graduados en la carrera y no disponen todavía de los conocimientos necesarios. El doctor Alfonzo, quien es director de la Organización no gubernamental, Solidaridad Sin Fronteras, lamenta «la menor preparación de los recién llegados».
En declaraciones a BBC Mundo, dijo que para Cuba: «Es un negocio perfecto porque ganas una gran cantidad de dinero y te anotas el papel de héroe ante la comunidad internacional». En el 2013, los egresados de las escuelas cubanas de Medicina estaban entre los que más desaprobaban el examen obligatorio de revalidación de títulos extranjeros que aplica Brasil para poder ejercer la profesión en el país.
Un magro 11% de los graduados en Cuba que se presentaron a la prueba en sus dos años de aplicación lograron pasarla. Esto ubicaba a Cuba en el séptimo lugar del ranking de aprobados, de un total de 10 países o regiones que inscribieron como candidatos, según datos obtenidos en el Ministerio de Educación de Brasil a través de la Ley de Acceso a la Información.
El análisis estadístico de los resultados de los exámenes del 2011 y 2012 contrasta con el reportaje «Formados em Cuba lideram no Revalida», publicado por el diario brasileño O Estado de S. Paulo, que salió tendenciosamente a validar un supuesto liderazgo cubano en el Examen Nacional de Revalidación de Títulos Médicos, conocido como Revalida.
Para llegar a esta conclusión, el diario utilizó el número total de aprobados en el examen desde su implantación, sin revelar la cantidad de candidatos inscritos por país. Esta noticia corrió por sitios y redes sociales que reprodujeron el artículo de O Estado de S. Paulo, exhibiéndolo como una superioridad cualitativa de la escuela cubana de Medicina.
De los 65 aprobados en el Revalida del 2011, 15 estudiaron en Cuba, y de los 77 aprobados en 2012, 20 proceden de escuelas de Cuba. Si bien es cierto que Cuba ostenta el mayor número de títulos revalidados en Brasil hasta la fecha, es necesario considerar, antes de establecer un liderazgo, que se trata del segundo país que más postulantes presentó, después de Bolivia.
«La relación entre el número de examinados y aprobados de Cuba es baja. El parámetro correcto para evaluar qué país va mejor en el Revalida debe ser el porcentaje de aprobados en función del número de médicos inscritos», explicó entonces Juan López Linares, físico matemático y profesor de la Universidad de São Paulo, «Analizando todos los datos, es estadísticamente confiable afirmar que los resultados de los médicos graduados en Cuba son peores que los de los médicos egresados de Venezuela, Argentina, Colombia, Perú y España».
En ese entonces los mejores en el examen Revalida de Brasil fueron los egresados de Venezuela, con ocho médicos capacitados para ejercer de los 31 que se examinaron hasta la fecha, lo que se traduce en un 26% de aprobados. Argentina estuvo en segundo lugar, con 27 aprobados de 125 examinados, seguido de los nueve títulos colombianos revalidados, de 47 que se sometieron a prueba. En el caso cubano, de los 322 médicos examinados 140 en 2011 y 182 en 2012, sólo 35 consiguieron hacer valer sus diplomas. De ese total, siete son ciudadanos cubanos y 28 son extranjeros que cursaron estudios en la Escuela Latinoamericana de Medicina de Cuba (ELAM), establecida desde 1999.
Es curioso cómo se informó erróneamente en los medios a partir de Folha, pero no sólo la izquierda brasileña se hizo eco de la inexactitud. El importante periódico español El Mundo de Madrid, se encargó de divulgar el «logro de la medicina cubana». El Mundo tal vez motivado por su pasado izquierdista, desfiguró aún más cuando tituló «Los médicos cubanos sacan mejor nota en los exámenes que les hace Brasil». El corresponsal de la BBC, Fernando Ravsberg, fue otro miembro de la internacional proletaria que propagó el artículo.
El programa Más Médicos, recibió duras críticas de los colegios médicos brasileños por exonerar a los extranjeros del examen de revalidación. La prueba o revalida es para las instituciones como una garantía de calidad de la formación profesional. Brasil firmó un convenio con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) para recibir, a partir de ese año y por los próximos tres, a 4.000 médicos cubanos. Que, por decreto presidencial, ninguno se someterá a prueba.
No conozco ningún cubano que haya sido postulado para un nobel de medicina, y la mayor prueba de su limitación a pesar de la propaganda, fue el mismo Fidel Castro. Cuando se confirmó que padecía de cáncer, pidió ayuda a la sanidad española. Si realmente creyera en las maravillas de la medicina cubana no hubiese pedido ayuda extranjera.
El único tonto que se creyó la propaganda fue el comandante Hugo Chávez, y su sequito para ocultar y maquillar la fecha y circunstancias de su muerte. Hace un tiempo el economista Ramón Rayo, escribió un artículo sobre otra de las perlas de la corona cubana. «Cómo manipula Cuba sus estadísticas de salud». La alta esperanza de vida y la baja mortalidad infantil de este país no se explican principalmente por la excelencia de su sistema sanitario socialista. Transcribo el contenido de la misma:
«El castrismo es miseria, pero aun así los resultados del sistema sanitario cubano parecen ser muy positivos. La esperanza de vida de Cuba es de 79,5 años y la mortalidad infantil apenas alcanza al 4,3 por 1.000 de los niños durante su primer año de vida. En contraste, EEUU, pese a ser un país muchísimo más rico, obtuvo resultados apreciablemente peores: una esperanza de vida de 78,7 años y una mortalidad infantil del 5,7 por 1.000. ¿Cómo es posible que Cuba, siendo tan pobre, logre resultados tan notables?
En un reciente ‘paper’ para el Health Policy and Planning, los economistas Vincent Geloso y Benjamin Powell, junto con el profesor de medicina Gilbert Berdine, tratan de arrojar algo de luz sobre esta cuestión, y la conclusión a la que llegan es que buena parte de su aparente éxito se debe a la manipulación estadística y a la represión estatal. En particular, tres son los mecanismos, directos o indirectos, que las autoridades cubanas utilizan regularmente para maquillar sus ‘logros’ sanitarios:
Reclasificación de muertes neonatales como muertes fetales. Por mortalidad infantil, entendemos las muertes que se producen desde el nacimiento hasta el primer año de vida del niño; por mortalidad neonatal, entendemos las muertes que se producen desde el nacimiento hasta la primera semana de vida del niño; por mortalidad fetal, entendemos la muerte del feto desde la semana vigésima de embarazo hasta justo antes del nacimiento. La mortalidad neonatal está incluida en la mortalidad infantil, pero la mortalidad fetal no. Por consiguiente, existe una forma relativamente sencilla de manipular las estadísticas de mortalidad infantil: reclasificar una muerte neonatal como una muerte fetal (esto es, hacer como que el niño murió justo antes del parto en lugar de una semana después del mismo).
Dentro del sistema sanitario cubano, existen fuertes incentivos para realizar este tipo de manipulación estadística: a la postre, los médicos son recompensados en función de los objetivos cumplidos, y uno de esos objetivos es mantener a raya la mortalidad infantil. Ahora bien, más allá de esta sospecha, ¿contamos con alguna evidencia de que se puede estar produciendo esta manipulación estadística? Sí: internacionalmente, la ratio entre muertes fetales y muertes neonatales suele oscilar entre 1,04 y 3,03 (también en Latinoamérica). En Cuba, esa ratio se eleva a 6 (es decir, extrañamente, la mortalidad fetal es seis veces superior a la neonatal). Si corregimos está más que probable trampa estadística —suponiendo una ratio de muertes fetales/neonatales entre 1,04 y 3,03—, la mortalidad infantil de Cuba se ubicaría entre 7,45 y 11,16 por 1.000, alrededor del doble de la actual.
Abortos forzados. Otra forma de manipular la mortalidad infantil es forzar a las mujeres con embarazos de riesgo a abortar. Si los fetos con mayores problemas de viabilidad no llegan a nacer, entonces la mortalidad infantil se reduce. Nuevamente, los facultativos cubanos tienen incentivos —y autoridad— para practicar abortos no consentidos por las gestantes; no en vano, Cuba es uno de los países con mayor preponderancia del aborto: se practican 72,8 abortos por cada 100 nacimientos (en contraste, en EEUU 18,8, y en Suecia, 33,1). Si solo el 5% de esos abortos fueran forzados, la esperanza de vida de los hombres disminuiría entre 1,46 y 1,79 años (cuando combinamos este efecto con el anterior), de modo que ya pasaría a ser inferior a la de EEUU.
El racionamiento cubano de coches (hay 5,6 coches por cada 100 cubanos) elimina prácticamente la mortandad por accidentes de tráfico
Efectos no intencionados del racionamiento. El socialismo es la economía del desabastecimiento, esto es, de la escasez forzada por la pésima planificación del Politburó. En principio, esta pobreza impuesta debería acarrear efectos adversos sobre la salud (hay una constatada correlación positiva entre prosperidad y salud), pero en algunos casos puede tener, paradójicamente, un efecto positivo sobre la misma. En primer lugar, la (relativamente) baja esperanza de vida en EEUU se debe, en una parte nada despreciable, a las muertes por accidentes de tráfico, por abuso de drogas o por armas de fuego: la esperanza de vida de los hombres estadounidenses es 1,02 años más baja que la de sus pares occidentales por la influencia de estos tres factores.
El racionamiento cubano de vehículos (solo hay 5,6 coches por cada 100 cubanos, frente a 26,7 en Latinoamérica o a 91 en EEUU) elimina prácticamente la mortandad por accidentes de tráfico (y, al contrario, promueve un estilo de vida más saludable, al obligarles a usar la bicicleta para trasladarse), al igual que la prohibición de las drogas o de las armas suprime la incidencia de estos factores sobre la esperanza de vida. En segundo lugar, la carestía de alimentos también conduce a una reducción de las calorías ingeridas, lo que disminuye la incidencia de la obesidad y el riesgo de enfermedades cardiovasculares. O expresado con otras palabras, la pobreza impuesta por el socialismo no solo minora las opciones de vivir una buena vida, sino también de vivir una mala vida, y ello contribuye a mejorar las estadísticas sanitarias.
En definitiva, la alta esperanza de vida y la baja mortalidad infantil de Cuba no se explican principalmente por la excelencia de su sistema sanitario socialista: no solo porque antes de la revolución Cuba ya contara con algunos de los mejores marcadores sanitarios de Latinoamérica, sino porque sus resultados actuales se deben, en gran medida, a la manipulación estadística, a la coacción terapéutica y a la limitación de las opciones vitales de los cubanos. Manipulación, coacción y pobreza: los tres elementos clave del socialismo aplicados sobre las estadísticas de salud».
No olvidar que la primera enfermedad social en Estados Unidos no se debe a la falta de alimentación, sino a la obesidad. Estuve hablando con un médico que tuvo sobrada experiencia con médicos cubanos y se mostraba alarmado de la poca capacidad de los mismos, que no sobrepasa lo básico, lo elemental, un poco más que la de un enfermero.
Nada pinta bien para el régimen estalinista cubano, la inevitable caída de Socialismo del siglo XXI en Venezuela traerá males mayores. Muchos países exportan jugadores de futbol o de otros deportes, pero ningún estado interviene su salario, salvo Corea del Norte que le provee mano de obra barata al imperio depredador chino.
15 de enero de 2019.