LA CONSPIRANOIA EN TIEMPOS DE PANDEMIA
Ricardo Veisaga
La conspiranoia no se toma descanso ni en tiempos de pandemia, al contrario, es ahora cuando más trabaja. Si hacemos un recorrido por YouTube veremos una gran cantidad de videos con sus respectivos profetas hablando del nuevo orden mundial.
Hace unas semanas un amigo me había enviado un video en la que se veía a un adolescente, ensayando una pose de intelectual iluminándonos con su sabiduría. El susodicho repitió los consabidos tópicos conspiracionistas hablaba del verdadero poder, de un poder secreto. Si un imberbe sabía de ese poder que era ultra secreto, por sentido común, uno debe concluir que no es ni secreto ni tienen poder.
Otra persona me hizo llegar una entrevista realizada por un medio de comunicación El Mercurio, el entrevistado era ni más ni menos que la estrella de la conspiranoia, el ruso Daniel Stulin. Este señor es un verdadero ignorante que no sabe de lo que habla, pero encontró un gran nicho en el mercado, nicho conformado con gente que tiene escasa o nula formación política.
Los cultivadores de este género de ficción, diría, que son en general antisemitas, y reducen la historia a datos teológicos. Cometiendo el mismo error al pretender interpretar la política desde otras categorías o nematologías.
«Los pueblos de la tierra deben ser sometidos a un gobierno mundial supuestamente autoritario y supranacional (supuestamente judío), cuyo objetivo es subyugar a la humanidad».
Esta clase de barbaridades o irracionalidades brotan de estos sujetos. ¿Por qué sucede esto? A bote pronto, podría decir que no saben de lo que hablan por ignorantes. Ignoran lo que deberían saber para hablar de algo.
Platón supo establecer la conexión entre el conocimiento y el ser, por eso en los textos socráticos se empieza de esta manera. ¿Tú sabes algo? Sí- ¿Qué o de que…? Puesto que si hay un entendimiento será de algo. Y al revés sucede lo mismo, si hay algo se tendrá un conocimiento de ese algo.
El ser no está en forma pura fuera de todo conocimiento, y tampoco el conocimiento independiente de todo ser, eso es imposible. Esa correlación es necesaria entre la ontología y la gnoseología (ser y conocer), por eso no se puede hablar de algo que no existe, solamente fantaseando.
Cuando estas personas creen que están hablando o haciendo política (la gran mayoría) en realidad están equivocados, lo que hacen es meternos en una confusión babélica. Para hacer o hablar de política hay que hacerlo a la escala del Estado, hay que tener como referente al Estado, sin él no hay política.
Antes de las sociedades políticas existían sociedades prepolíticas o preestatales. Para decirlo de manera rotunda allí no hay Historia, lo que hay es antropología. La historia empieza con el Estado. La Polis, la sociedad política, no surge por un milagro sino por anamorfosis de las sociedades humanas preexistentes.
Y desde entonces, más allá de los nombres con los que se lo denomine, ese cuerpo de la sociedad política, consta de tres capas y ramas del poder. Una capa conjuntiva, una basal y una cortical. Algunos tratadistas de la política han llegado a identificar la política con el Estado de manera tajante. Si no hay Estado no hay política, entonces para hablar de política hay que conocer lo que es el Estado (no confundir con gobierno) ni con el Estado socialista o liberal.
El mapamundi de un hombre del paleolítico era muy limitado no excedía unas pocas leguas de distancia, le bastaba con saber dónde estaba el agua, reconocer un numen (animales pre-históricos) para huir y refugiarse en las cuevas. Pero vivimos en un mundo político en la que las instituciones que la componen mantienen una racionalidad.
En la vida política no existen organizaciones (ultra secretas y con un inmenso poder) exentas del Estado. Por eso existen los conspiranoicos y las conspiranoias, porque son incapaces de entender la complejidad de la política y de la historia. Y no lo entienden por vagos, o porque en las universidades o institutos que enseñan las llamadas Ciencias Políticas no enseñan lo que es la política.
También se debe a esa superstición tan en boga, que cree que hacer o entender la política es reunirse entre amigos y hablar de chismes de la vida de los políticos. Soy un gran partidario de reunirme con amigos para platicar, pero eso no significa que estemos haciendo política. La política como la filosofía son saberes de segundo grado, que presuponen saberes previos de primer grado, por eso ninguna de las dos son ciencias.
Por ello la tan meneada cientificidad de las Ciencias Políticas no lo es estrictamente hablando, no estoy negando que exista en la política cierta cientificidad, pero no da para tanto. Por eso, ya que la política se apoya en múltiples disciplinas o saberes, es necesario llegar a ella conociendo ciertos saberes.
A la entrada de la Academia de Platón estaba escrito: «Nadie entre aquí sin saber geometría», que era una de las ciencias del momento. En lo que respecta a la Política, se debería poner un enorme cartel que diga a la entrada: No entre aquí sin saber filosofía, etología, historia, sociología, economía, epistemología, ontología, bioética y un largo etcétera.
Pero sabemos que no es muy común obtener tantos conocimientos, pero al menos se debería tener una noción de ellos. Lo mínimo que se debe exigir es que sepan reconocer que son esencias distintas y que en una sociedad política una está primero que otras. No puede ocupar el lugar de la política, la ética, la moral, la sociología, la religión o la psicología.
Lo que es ineludible es saber o tener un conocimiento, aunque sea primario de filosofía, y eso ya lo sabemos desde Platón a nuestros días. En los lugares donde se enseña Ciencias Políticas no se enseña filosofía política, se hace doxografía, se enseña lo que dijo tal o cual político, la división de poderes o la democracia procedimental.
Sin embargo, están hablando o mencionando todo el día nociones o conceptos filosóficos, hablan de la humanidad, del hombre, de la ética como sinónimo de la moral, de la historia, de la guerra, de la paz, etc. Lo mismo sucede con la filosofía, creen que, por tener un título, escribir uno o varios libros, hacen filosofía.
La filosofía como la política tiene que estar insertas en el presente en marcha, en lo que está sucediendo aquí y ahora, para analizarla, para criticarla y triturar lo que haya que triturar. La filosofía no actúa a priori sino a posteriori de los hechos, las ideologías se dan a priori porque no se encuentran en la realidad, solo existen en la mente de algunos afiebrados.
En sociedades y tiempos tan complejos es necesario tener o respaldarse en algún sistema filosófico, en un sistema que me dé o ayude a obtener herramientas para responder las preguntas de este tiempo. Y como sabemos en la historia hubo y hay pocos sistemas filosóficos, si digo una docena creo que estoy siendo muy generoso.
No basta con tener una teoría, sino que esa teoría debe ser enfrentada con otras teorías dialécticamente y quedarse con la más potente. Los materialistas históricos o los marxistas tenían una teoría, equivocada, pero tenían una teoría, ellos creían que el motor de la historia o lo que hacía avanzar la historia era la lucha de clases. Un gran error, pero no el único, sino todo su materialismo monista.
Los Estados o Superestados que han actuado tratando de redirigir a otros según sus planes, también obedecieron a una teoría, ya sea en una misión histórica basándose en una superioridad racial, etc. La historia se desarrolla por la dialéctica o el enfrentamiento entre Estados o Imperios.
¿Cuál es la teoría de los conspiranoicos? Si hay alguna, ya que lo que sostienen es tan endeble que no se puede confrontar con nada. Digo que no hay una teoría porque ellos mismos jamás la enuncian, solo lanzan campanadas al aire sin ton ni son.
Si creen que un grupo de millonarios, conditio sine qua non, eso sí muy secreto, dirigen el mundo al margen de los Estados, es reducir el Estado a su capa basal pasándose olímpicamente por algún sitio la capa conjuntiva y la cortical. Es decir, un Estado troceado, mutilado, un verdadero mamarracho.
Si nos atenemos a la teoría del Espacio Antropológico para saber o interpretar el mundo donde estamos inmersos, cual es nuestro sitio, es decir donde estamos parados. Para los conspiranoicos ese espacio antropológico se reduciría al eje radial, sin eje circular o angular. Según esa creencia debemos concluir que esos plutócratas son hombres que no viven en Estados y sin Instituciones (empezando por la Política) como unos adanes en el paraíso.
Cuando recurren a su libreto para hacer proselitismo nunca dejan de mencionar a los Rothschild y a Rockefeller. Mi consejo es que en una plática en cuanto los nombren salgan disparando lo más rápido que puedan, procuren sacárselos de encima como hacen con los acólitos de cualquier secta predicante.
Lo curioso, por lo anacrónico que resulta seguir nombrando a los mencionados, se debe, dejando de lado el grado de irracionalidad que subyace en los conspiranoicos, a que son tan vagos que no se informan o documentan, que prefieren detenerse en datos superados por la realidad. Como si la acumulación de la riqueza en unas manos hubiese llevado al fin de la historia.
La célebre familia Rockefeller, cuyo patriarca, David Rockefeller, falleció a los 101 años de edad en marzo de 2017, le debe la fortuna a John D. Rockefeller, que a principios del siglo XX fundó un imperio empresarial que presidia un virtual monopolio de la industria petrolera, mediante su empresa Standard Oil.
La revista Forbes calcula que la fortuna de John D. Rockefeller en 1916, convertida a dólares de hoy, llegaría a US$30.000 millones. Fue el primer estadounidense en sumar más de US$1.000 millones en activos. Lo que significa es que a principios del siglo XX era el hombre más rico de Estados Unidos. David Rockefeller era el último nieto vivo del fundador y la cabeza de la familia.
La lista de multimillonarios de la revista Forbes, publicada por coincidencia el día de su muerte, estimaba su fortuna personal en US$3.300 millones. Muy reducida frente a la de su abuelo, o la de potentados de más reciente factura como Bill Gates o Sam Walton, la cabeza del imperio de Walmart. El clan Rockefeller hoy por hoy tiene decenas de herederos.
La fortuna combinada del clan, hoy, ya no domina los listados de archimillonarios en Estados Unidos. En la lista de fortunas familiares de la revista Forbes, el clan Rockefeller ocupa el puesto 23 de Estados Unidos, con un valor combinado de US$11.000 millones. Esto es una décima parte de la riqueza de los Walton de Wal-Mart, estimada en US$130.000 millones.
La cifra también ubica a los Rockefeller por debajo de Carlos Slim de México, estimada en más de US$50.000 millones, o la de los Santo Domingo de origen colombiano, con una fortuna que puede rondar los US$14.000 millones.
A principios del siglo XX estaban en la cúspide del capitalismo mundial, y muchos consideraron que ese poder económico constituía un peligro para la democracia estadounidense. Es en ese tiempo donde se quedaron los conspiranoicos, clavaditos a principios del siglo XX.
Por tanto, como los conspiranoicos viven en un espacio antropológico plano, el eje radial, y en un Estado reducido a la capa basal, no se enteran que hay una capa conjuntiva una de cuyas ramas se llama legislativa.
Esos trust o monopolios de las grandes familias, en Estados Unidos, como los Rockefeller en el petróleo, los Morgan en la banca, los Vanderbilt en los ferrocarriles y los Carnegie en el acero, para citar algunos, dieron lugar a un poderoso movimiento político para restringir su poder, que se manifestó en la promulgación de las primeras leyes antimonopolio.
En el año 1911, la Corte Suprema ordenó desintegrar la Standard Oil, la todopoderosa empresa petrolera de Rockefeller, por ir en contra de las leyes antimonopolios. La compañía se dividió en muchos pedazos, sin que ningún «poder ultra secreto y poderoso» pudiera impedirlo.
Standard Oil de California dio lugar a Chevron. La Standard de New Jersey formó Exxon eventualmente, la de New York dio lugar a Mobil. Pero no importa lo que diga, como respuesta sacaran un as de la manga para justificar ese poder secreto. Porque los conspiranoicos son como los peronistas, es decir, según Jorge Luis Borges, son incorregibles.
Una parte importante de su peso económico y político se trasladó al mundo de la filantropía. La Fundación Rockefeller financió proyectos sociales en todo el mundo, especialmente después de la Segunda Guerra Mundial. El auge de la filantropía internacional de los Rockefeller coincidió con el apogeo de la lucha anticomunista por Washington. Por lo que no fueron muy bien vistos en iberoamérica, que la veían como un instrumento velado de la política exterior del gobierno de Estados Unidos.
La familia Rockefeller siguió teniendo un papel importante en los negocios, por ejemplo, mediante el banco Chase Manhattan, parcialmente de propiedad de la familia. Según Forbes, en la actualidad, la fortuna de los Rockefeller se divide entre 174 herederos.
En marzo de 2016, el Fondo de la familia Rockefeller, que agrupa a algunas de las fortunas de sus descendientes, retiraron todas sus inversiones del negocio petrolero, en protesta por una supuesta de falta de transparencia de las grandes firmas del sector frente a su impacto ambiental.
Los nuevos billonarios del mundo consiguen su fortuna en menor tiempo, no necesitan generaciones como los Rockefeller. Los fundadores de los gigantes tecnológicos, dominan los rangos más altos de la lista de nuevos multimillonarios de Forbes. El virus chino provocó grandes caídas en los mercados bursátiles y redujo más de la mitad de las fortunas tecnológicas.
Pero los multimillonarios tecnológicos más ricos siguen dominando los rangos más altos de la lista. Nueve de las veinte personas más ricas del mundo son magnates tecnológicos, una más que en la lista de 2019. (Jack Ma subió al top 20 este año, subiendo el total). Las veinte personas más ricas en tecnología valen 740 mil millones de dólares combinados, por debajo de 758 mil millones del año pasado.
1- Jeff Bezos, Estados Unidos, fortuna: 113,000 MDD, empresa Amazon. El patrimonio neto de Bezos cayó de 131,000 millones de dólares del año pasado, después de que le dio a su ex esposa MacKenzie Bezos 36,800 millones en acciones de Amazon como parte de su acuerdo de divorcio a mediados de 2019.
2- Bill Gates, Estados Unidos, 98,000 MDD. Empresa: Microsoft. La fortuna de Gates aumentó a 96,500 millones el año pasado, en parte debido a un aumento en el precio de las acciones de Microsoft.
3- Larry Ellison, Estados Unidos. Fortuna: 59,000 MDD. Empresa: Fundador de Oracle. El fundador de Oracle se unió a la lucha contra el coronavirus, trabajando para crear una base de datos para los casos de coronavirus del país con la Casa Blanca, la Administración de Alimentos y Medicamentos, los Institutos Nacionales de Salud y otras agencias federales. Ellison se clasificó como el número 7 más rico del mundo en la lista de 2019, con un valor de 62,500 millones de dólares.
4- Mark Zuckerberg, Estados Unidos. Fortuna: 54,000 MDD.
Facebook recibió una multa histórica de 5,000 millones de dólares por parte de la Comisión Federal de Comercio en julio por presuntamente violar la privacidad de los consumidores. La red social, que tiene casi 3,000 millones de usuarios, se ha convertido en una herramienta de comunicación.
También fue la primera gran compañía tecnológica en anunciar planes para pagar a todos los trabajadores un bono de 1,000 dólares para ayudar a compensar el impacto económico del coronavirus. Zuckerberg, que ocupa el puesto número 8 en la lista del año pasado, vale 7,600 millones menos que en 2019.
5- Steve Ballmer, Estados Unidos. Fortuna: 52,700 MDD. Empresa: Ex CEO de Microsoft, propietario del equipo Clippers de Los Ángeles.
6- Larry Page. Estados Unidos. Fortuna: 50,900 MDD. Empresa: Alphabet, creador de Google.
7- Sergey Brin, Estados Unidos. Fortuna: 49,100 MDD. Empresa: Google.
8- Jack Ma, China. Fortuna: 38,800 MDD. Empresa: Alibaba Group.
9- Ma Huateng, China. Fortuna: 38,100 MDD. Empresa: Tencent Inc.
10- Mackenzie Bezos, Estados Unidos. Fortuna: 36,000 MDD. Mackenzie Bezos debuta en la lista después del divorcio con Jeff Bezos que le otorgó un cuarto de su participación en Amazon.
11- Michael Dell, Estados Unidos. Fortuna: 22,900 MDD. Empresa: Dell Technologies.
12- William Lei Ding, China. Fortuna: 17,000 MDD. Empresa: NetEase.
13- Colin Zheng Huang, China. Fortuna: 16,500 MDD. Empresa: Pinduoduo.
14- Laurene Powell Jobs, Estados Unidos. Fortuna: 16,400 MDD. Empresa: Apple, Disney. Jobs heredó su fortuna de su difunto esposo, el cofundador de Apple Steve Jobs, quien falleció en 2011.
15- Zhang Yiming, China. Fortuna: 16,200 MDD. Empresa: TikTok.
16- Eric Schmidt, Estados Unidos. Fortuna: 13,200 MDD. Empresa: Google. Actualmente preside la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial y la Junta de Innovación de Defensa. El patrimonio neto de Schmidt aumentó 300 millones de dólares desde 12,900 millones el año pasado.
17- Dietmar Hopp, Alemania. Fortuna: 13,000 MDD. Empresa: SAP.
El resto de billonarios lo pueden seguir en Forbes. No se toma en cuenta fortunas estatales como la del Sultán de Brunéi Hassanal Bolkiah y la familia real saudí Ibn Saud, que dominan sus estados respectivos. Curiosamente los conspiranoicos no nombran a George Soros, que es uno de los mayores ideólogos de la globalización.
La globalización que es una ideología y no está exenta a los Estados se hace por medio de los Estados. Una ideología que no depende de los Estados, digamos extra Estados, debería tener una capa basal propia, un territorio, una capa cortical, ejército y diplomacia.
Por lo mismo la ideología marxista se hizo o la capitalista se hace a través de Estados realmente existentes. El padre de George Soros fue el inventor de una lengua que estaba pensada para ser universal, el esperanto, de cuya lengua extrajo los nombres para sus hijos, y creo que los Soros fueron los únicos que la hablaban.
Decir que Soros es «judío» es actuar de mala fe, es un arma de los antisemitas, y no dicen lo que el mismo Soros reconoció en el viejo programa 60 Minutos (cuyo video aún está en las redes). En esa entrevista Soros reconoció que todas las noches salía recorrer la ciudad para señalar las casas de los judíos para que sean saqueados y deportados a la muerte.
El padre de Soros que era un hombre de negocios sobornó a un funcionario húngaro, cristiano, para que adoptara a sus hijos. La justificación de Soros para la entrega de judíos fue, que si él no lo hacia otro lo haría. Soros lo que ha buscado por décadas es comprar a funcionarios, candidatos políticos, de los Estados, para imponer su ideología globalista. Por eso los rusos, Orban de Hungría y otros países, echaron a las organizaciones de Soros.
El partido Demócrata le fue muy funcional a sus planes, solo basta repasar la larga y conveniente amistad con la familia Clinton, con Barack Obama, con Powell, para no citar a representantes, senadores, gobernadores del establishment o del estado profundo. En el artículo que escribí sobre Soros está muy detallado.
A través de su fundación penetró en la Iglesia Católica, en organizaciones, en ONGs, en Universidades, en grupos pro-inmigrantes. La firma de Soros estuvo detrás de la africanización e islamización de Europa, en las caravanas hacia Estados Unidos, detrás de organizaciones globalistas en esencia, que niegan las fronteras, que niegan la capa cortical de un Estado.
La ideología globalista entró en descenso con la llegada de Trump a la presidencia de la mayor potencia mundial, fue un grano en el trasero para los globalistas, el Brexit fue contra la política de la globalización, y ahora la pandemia que ha demostrado la ineficacia de esos organismos internacionalistas, o como la Unión Europea que resultaron ser a la hora de la verdad un verdadero fiasco.
Donald Trump tampoco figuraba en ninguna organización globalista, y eso descolocó a los conspiranoicos, lo que me causa extrañeza es que aún no le hayan encontrado un lugar entre algunos masones, en alguna fiesta o en el trasero de alguna dama que haya tocado, que era globalista. Porque si en algo son buenos los conspiranoicos es en usar el modelo de vasos comunicantes para encontrar alguna conexión. Para ellos no existe la Symploké, todo está conectado con todo.
Como sucede con el materialismo monista donde todo está conectado con todo, que si fulano, que si mengano, que si el cuñado, etc. Como si el sujeto de la Historia fuera el individuo y no el Estado. En Alemania hace unos años quisieron imponer una ley que favorecía a la globalización económica, y un juez del poder judicial, que es una rama de la capa conjuntiva del cuerpo del poder del Estado, se opuso esgrimiendo leyes del Estado alemán.
En nuestro presente en marcha, acabamos de ingresar en una nueva Guerra Fría, dos potencias mundiales enfrentadas, dos Imperios realmente existentes China y Estados Unidos como una totalidad, con sus respectivas capas conjuntivas, basales y corticales. Ni lucha de clases ni conspiranoia (en los Estados hay conspiraciones no conspiranoia), ni Rockefeller, ni madres.
Un capitalismo con derechos y libertades contra un capitalismo totalitario al estilo salvaje Oriente. Y los Estados periféricos a mirar la película.
18 de mayo de 2020.