LA AGONIA DEL MONOTEISMO
DIOS EXISTE, TODO ESTÁ PERMITIDO
Ricardo Veisaga
Milicianos del Estado Islámico
El mundo observa atónito el accionar del llamado Estado Islámico (EI), sin poder comprender este fenómeno en su verdadera dimensión. Para quienes no somos ajenos a las cuestiones «religiosas», a las cuestiones angulares, para calificarla de alguna manera, no es un hecho nuevo ni será la última aparición en escena. En el verano del 2007, escribí en el prefacio del libro: Post Monoteísmo, lo siguiente, cosas que se pueden seguir repitiendo hoy.
«Dijo Malraux “El siglo XXI será religioso o no será”, y de acuerdo al calendario gregoriano bajo el cual nos regimos ya estamos en el siglo XXI, y es muy temprano para afirmar con certeza cuál será el hecho que se destaque o que marque con mayor fuerza este tiempo, es posible y deseable que se produzca la pérdida del poder político del último de las tres religiones monoteístas, el islam».
Hubo siglos en los cuales la religión tuvo un protagonismo importantísimo, pero también cabe aclarar que no fue de alcance mundial, pero aun cuando no sea lo religioso la nota más característica de este siglo, que nos puede suceder ¿Acaso la nada?
No se puede ignorar los ataques a las Torres Gemelas y otros objetivos, el 11 de septiembre. Un acontecimiento de gran magnitud y que no pasó inadvertido para el resto de las naciones, por la enorme repercusión en un mundo altamente globalizado, pero para quienes por diversos motivos nunca perdimos de vista la presencia de lo religioso en la historia, no constituye algo nuevo ni novedoso.
La cuestión religiosa, para llamarlo de alguna manera, fue tratada a través del tiempo de distintas maneras y por distintos medios, como libros, canciones, obras teatrales, en los diversos medios de comunicación, radio, televisión, periódicos, como si se tratase de una cuestión lúdica.
La revista Time en abril de 1966, preguntaba en su portada, «¿Dios ha muerto?» eran tiempos en la que el secularismo realizaba una travesía victoriosa, pero igualmente con la misma intensidad fue perdiendo esa hegemonía. El presidente secular de Egipto, Nasser, sufría una vergonzante y catastrófica derrota militar a manos de Israel. Aparecía en el horizonte el Ayatolá Jomeini y la revolución iraní en 1979.
La elección papal recaía en Juan Pablo II, un ciudadano polaco, cuyo país estaba sometido a la dictadura del ateísmo soviético. El legendario movimiento sindical polaco «Solidaridad» en el mismo país, cuyos miembros llevaban colgados en sus cuellos un rosario, la toma del poder en Afganistán y los combatientes muyahidines ayudando a derrotar al imperio ateo, y las interminables luchas religiosas en Irak.
Hace muy poco tiempo, luego de que Hamás obtuviera la victoria en las elecciones palestinas en el año 2006, los seguidores de este grupo terrorista ante la vista de millones de telespectadores de todo el mundo, sustituyeron en un edificio gubernamental, la bandera nacional por la enseña verde del islam, con una leyenda atravesada que rezaba; «No hay más Dios que Dios, y Mahoma es su profeta».
El actual presidente iraní Ahmadinejad, ataca de manera sistemática y permanente a los Estados Unidos e Israel en un tono netamente religioso, y así le recordaba al presidente George Bush Jr., en una carta pública, «Estamos viendo cómo, cada día más, pueblos de todo el mundo se encaminan en masa hacia un punto: el Dios todopoderoso».
El presidente Hugo Chávez al jurar por cuarta vez ante el parlamento venezolano, en una ceremonia mezcla de teísmo, idealismo y espiritualismo, producto de una confusión ideológica surrealista, que constituye la base ideológica de su llamado «Socialismo del siglo XXI», apoyado según él, en «nuestros aborígenes», «la memoria de los afrodescendientes», «Cristo el más grande socialista de la historia», «Dios todopoderoso», «su espíritu», «mi alma», etc.
Sólo faltaba mencionar al diablo, pero eso sería más adelante y lo describiría en la sede de la ONU. Es innegable la importancia electoral que la religión tiene en Iberoamérica, el peso político de los grupos evangélicos en Brasil.
Ignacio Da Silva, Lula, fundó el partido de los trabajadores con la ayuda de sectores de la iglesia Católica, su compañero de fórmula presidencial y actual vicepresidente, José Alencar, pertenece al partido Liberal, el partido político de la «Iglesia Universal del Reino de Dios», conocido popularmente por sus anuncios en televisión como «pare de sufrir», especializada en sacarles dinero a los incautos.
En Brasil la mayoría de los partidos políticos tienen sus propios «bloques» políticos y dirigentes identificados con iglesias evangélicas, lo cual les permite obtener licencias para TV, radios, personerías jurídicas que dan legitimidad a sus cultos, instrumentos al servicio del enriquecimiento personal de los pastores.
Los «cristianos renacidos» en Estados Unidos, atraen a los jóvenes por medio de guitarras eléctricas y tribus urbanas, como en el Cornerstone Music Festival, en el sur de Chicago, quienes escuchan la palabra del Señor en medio del punk rock, la abstinencia y el sonido constante de la música.
Los evangélicos en Estados Unidos, constituyen una fuerza poderosa que inclinaron la balanza a favor de Bush en su reelección, los pastores electrónicos legitimaron a Bush, ordenaron a sus fieles por quien votar, glorificaron la guerra en Irak y les inculcaron una suerte de patriotismo irracional, no había más opción que entre Dios o el Diablo, millones de evangélicos están educando a sus hijos, aprovechando el sistema «home School», con una educación restringida o netamente religiosa. La institución evangélica Patrick Henry University, fue creada con el único propósito de formar futuros dirigentes políticos con sus creencias religiosas.
En México, la iglesia católica y el apoyo indisimulado de una jerarquía corrupta, cuyo cardenal primado está acusado de proteger a pederastas, puso su maquinaría al servicio del candidato del partido PAN, al ahora presidente Felipe Calderón, quien se presentó en la campaña electoral como el candidato de la virgen de Guadalupe.
«¿Por qué Dios está ganando?» decía en el año 2006, la revista Foreign Policy, «La democracia está dando a los pueblos del mundo su voz, y ellos quieren hablar de Dios». Pero la pregunta es: ¿Dios está muerto o está ganando?
Nadie puede morir o ganar si no existe, lo que existe es la idea de Dios, una idea que es contradictoria y no se sostiene a sí misma, y que pone en cuestión nuestra existencia por afirmarla o negarla, no existe Dios existen los teístas o los deístas. Para tener una idea estadística, desde el año 2000, el 43 % de las guerras civiles
fueron religiosas, los integristas musulmanes de Sudán sostuvieron más de 16 años de guerra contra los cristianos y animistas negros del sur de ese país, las facciones chiítas y sunitas produjeron ríos de sangre en Irak e Irán en nombre de Alá, que dieron como resultados millones de muertos, heridos, mutilados y desplazados.
Al grito de «Dios es Grande», los fundamentalistas islámicos estrellaron aviones el 11 de septiembre, contra las Torres Gemelas y otros objetivos conmocionando al mundo. En este sentido pareciera que hay un retorno a la Edad Media, el regreso con mayor virulencia de las creencias, en medio de la modernización y la democracia, en la que no sólo quieren hablar de Dios, sino que quieren imponer su creencia en Dios a todos los demás.
El proceso de globalización estaría ayudando a su crecimiento y muchos piensan que Dios también está ganando la batalla global, los grupos religiosos toman partido para imponer lo sagrado frente a lo secular. ¿Pero están resurgiendo de nuevo las religiones monoteístas? La respuesta es rotunda y terminante, NO.
Si lo que se entiende por religión es el acatamiento a dogmas, a una moral, a cierto tipo de verdad o verdades, creencias, la obediencia y pertenencia a grupos religiosos que se arrogan la interpretación absoluta de la vida personal o de la humanidad, en lo que debe ser según ellos una familia, la sexualidad, la vida, la muerte. Se puede decir que a la mayoría de las personas no les interesa, o viven sin cumplir con esos mandamientos, por lo cual ipso facto están fuera de ella.
Las religiones establecidas no gozan de mucho crédito, puede haber un cierto tipo de adhesiones hacia la persona, como fue el caso de Juan Pablo II, un líder sumamente carismático a quien las masas le cantaban «Juan Pablo II, te quiere todo el mundo», pero que no acercaba concretamente a la gente a vivir en comunión con la Iglesia.
Los pueblos de pertenencia al mundo islámico, lo que buscan en su religión no es su espiritualidad, ya que todo es uno para ellos, sino un marco de identificación frente a otros pueblos o culturas que los superan económica, militar, tecnológica y culturalmente, lo que no pueden lograrlo por si mismos en la historia, creen que pueden lograrlo con una ayuda desde una supuesta metahistoria.
Las grandes migraciones, producen entre otras cosas una situación de desarraigo, que lanza a los inmigrantes desesperadamente a buscar un refugio y contener sus carencias emocionales, una fuga a la dura realidad económica y social, a la marginación y discriminación. En las iglesias encuentran su lugar, como sucede con la inmigración hispana en los Estados Unidos, no se trata de una vuelta a la religión, sino un desahogo a sus inquietudes psicológicas, aunque estos mismas personas vivan en grave contradicción con los mandamientos de su propia iglesia.
Desde la aparición del Homo Sapiens y con el desarrollo posterior de un lenguaje más abstracto y simbólico, el hombre no ha cesado de preguntarse sobre sí mismo, sobre el universo, sobre la vida y la muerte y la religión ha sido una de las tantas respuestas. Interrogantes hechas en las diversas etapas de la larga historia, munidos de elementos reflexivo acordes a culturas primarias o a más evolucionadas.
Respuestas que han fascinado a los hombres por milenios, y no sólo a los hombres de la religión terciaria sino también de los de la secundaria. Respuestas a las preguntas existenciales sobre todo sabiéndose mortales, la ignorancia sobre otro mundo o algo más allá de la muerte que provoca miedos y temores, y sin detenerse en buscar respuestas racionales, prefieren tener esperanzas espirituales o religiosas en una vida eterna que exorcice esos miedos.
Cuentan que el ex presidente francés Mitterrand, en sus encuentros nocturnos le preguntaba a Jean Guitton, «¿qué hay más allá?» y el pensador francés le contestaba que entre el absurdo y el misterio se quedaba con el misterio, es decir, que prefería buscar refugio en el absurdo llamado misterio y no en la razón.
Las religiones mal que les pese a muchos, han resultado útiles para la política, desde una escala tribal hasta en los grandes imperios, las religiones rígidas y burocratizadas constituyeron una base de legitimidad, como lo fue en el comienzo de la crítica filosófica al politeísmo helénico por parte de Heráclito de Éfeso, o la alianza político religiosa en Arabia Saudita con el Wahabismo, y como no recordar a Napoleón, «Un cura, me ahorra cien gendarmes».
El papa Benedicto XVI no hace mucho dijo «En estos tiempos sufrimos una sordera ante Dios», y durante su viaje a Alemania completó la idea diciendo que la sordera de Occidente, preocupaba al islam y a las poblaciones del Asia y África, que se sentían perplejos «ante un Occidente que excluye a Dios de la visión del hombre».
En primer lugar a cientos de millones de personas del Asia, la idea de un Dios trascendente les resbala, no la conocen. Lo que me tiene perplejo es que esas poblaciones del Asia, se preocupen por esas cuestiones, que en principio no la entienden. Entiendo que es una suposición gratuita del Papa. En lo personal prefiero seguir sordo de manera libre a que pretendan abrirme los oídos los islamistas a bombazos.
Ese silencio de Dios ha sido una cuestión muy preocupante para muchos, que entre otros llevó a George Steiner a interrogarse «¿Está o no está…Existe o no. Hay o no hay vida después de la muerte, en definitiva, existe Dios o no existe?» Silencio que mantuvo perturbado a Ingmar Bergmar hasta su muerte, o un silencio que llevó a Primo Levi, a afirmar rotundamente «Existe Auschwitz, no existe Dios».
Cuestión que se trasladó al humor para restarle dramatismo y decir como Woody Allen «Dios no juega a los dados con el universo, juega a las escondidas», o como Lacan «Dios no ha muerto, es inconsciente», o aquella frase de Stendhal que le produce mucha risa a un amigo, «Es una suerte que Dios no exista, si existiera, habría que fusilarlo».
Atormentado Dostoievski afirmaba «Los hombres están solos en la tierra, ésta es su tragedia». ¿Es una tragedia estar solos? ¿Y Dios? Porque está ausente y no da señales, y no dialoga ni se le aparece a alguien confiable como para certificarlo, ya no planifica las batallas, y no está presente ni conduce los ejércitos en los campos de combate.
Ni participa directamente para asegurar la descendencia de su pueblo elegido, como nos relata el Antiguo Testamento. Hechos que no pueden ser probados ya que el Pentateuco (los cinco primeros libros), no es digno de crédito, como se verá más adelante. Escrito con intencionalidad política y realizada 1500 años después de lo que siempre creímos.
Pero ese silencio se ha vuelto palabra por medio de los fundamentalistas que hablan en su nombre «Dios nos acompaña en esta guerra» (Bush), y no sólo eso «Dios no es neutral». «Dios no ha muerto sino que vive en la fe fanática de los fundamentalistas belicistas», dirá Slavoy Zizek. Dios no está muerto, ni estuvo vivo, ni ausente, ni oculto, ni en un esparcimiento lúdico jugando a los dados o a las escondidas, tampoco es un drama estar solos, ¿Solos?
Dios no existe, ni puede existir, lo que existe es la idea de Dios y el hombre se niega a aceptarlo. Pero… ¿Cuál es el temor a usar la razón? Si «todo lo real debe ser racional» según Ernst Bloch. Idea un tanto mentirosa. Pero cuando hablamos de religión o nos referimos a la misma ¿Qué entendemos por ella?
En las sociedades bajo influencia de cualquier religión terciaria, entiéndase el judaísmo, cristianismo o islamismo, todas las personas creen saber de qué se trata cuando se habla de religión y hacen una asociación inmediata a Dios con la religión, y la relación de Dios con el hombre, incluso aquellas personas que no creen en Dios, entienden de que se trata cuando se habla de ella, pero ese modo de entender no es racional, es en todo caso una vaga idea muy superficial.
En la interpretación que hace el materialismo filosófico, y que está extensamente desarrollado en el monumental libro El animal divino del filósofo Gustavo Bueno, un verdadero clásico en la materia, nos presenta una visión revolucionaria de lo que son las religiones, indagando sobre el fondo de verdad que las anima, y tiende a desligar el lazo que las religiones terciarias establecen entre Dios y la religión, demostrando que la fuente de la religión no hay que buscarla en Dios o en los dioses ni en los hombres, desechando la idea de Xavier Zubiri como dimensión trascendental.
Tampoco la religión es algo permanente para decir que es, sino cómo se desarrolla. Estableciendo tres fases históricas de desarrollo de la religión, fases sucesivas, pero en la que las fases anteriores no son borradas por las posteriores, ya que una fase puede reaparecer o coexistir en otras fases.
La religiosidad terciaria no procede de «lo alto». La religión mitológica o secundaria, con el arrastre de fondo de la religiosidad primaria, es el verdadero origen de donde brotan las religiones terciarias. La idea fundamental es que la vida religiosa del hombre empezó a raíz del trato con los animales (númenes), en el paleolítico.
Estos animales representaban para el hombre paleolítico y lo encarnan realmente, el papel de númenes, es decir, de entidades, que sin ser humanos son centros de voluntad y entendimiento, a las que había que rogar, engañar, someter o matar. Y que llegan hasta nosotros en las pinturas representadas en las cuevas prehistóricas.
Esta fase primaria de la religión se acaba con la domesticación de los animales, las figuras animales de la religión primaria, representadas en la bóveda de las cavernas se proyectan ahora en la bóveda celeste, es la fase de la religión secundaria, es la religión de los dioses, religión mitológica.
Esta fase mitológica, la secundaria, es una fase de transición falsa, un delirio de la imaginación, que se irá descomponiendo lentamente ante la crítica racional de las llamadas «religiones superiores», (las religiones filosóficas), en cuya fase son sustituidos los dioses animales por dioses antropomorfos y, eminentemente, por un Dios único e incorpóreo. El «dios de los filósofos», una invención de Aristóteles, que es un ser al que no se puede rezar, ni puede hablarnos, es decir, la religión terciaria, por paradójica que parezca es la antesala del ateísmo.
Otro aporte de El animal divino es la pervivencia en nuestra sociedad actual de las fases primaria y secundaria, y los indicios de un renacimiento, que se abre camino al mismo tiempo que la religión terciaria retrocede, el sentimiento de interés por los animales (la Etología es presentada como la Teología de nuestros días), los grupos de liberación animal, sociedades protectoras de animales, gran parte de los movimientos ecologistas, e incluso la visión demoníaca de los animales en la literatura o el cine, el creciente interés por los extraterrestres, los ovnis.
Tampoco la idea de Dios, no es una idea innata ni eterna, sino que aparece en una fecha más o menos determinada de la historia. Hace un tiempo atrás mientras me encontraba en New Orleáns, post huracán Katrina, mientras tomaba y degustaba un café en un pequeño jardín adjunto a la casa que fuera del Gral. Jackson, leí en el periódico las reflexiones que hacía S. Zizek, citando a Dostoievski, quién expresó en Los hermanos Karamazov con gran alarmismo, que si Dios no existe todo estaría permitido.
«Tal idea no puede estar más equivocada. La lección del terrorismo actual es la contraria: si Dios existe, todo está permitido, incluyendo en ese todo hacer saltar por los aires a miles de inocentes, al menos, para aquellos que dicen actúan así en nombre de Dios (…) En eso, algunos fundamentalistas religiosos vienen a coincidir con los estalinistas, que creían que todo les estaba permitido en nombre del comunismo».
Unos en nombre de Yahvé y otros en nombre de Alá, nos mantienen rehenes en la peor irracionalidad, en ese entonces le escribí a una joven abogada que vivía en Chicago, compartiéndole la falsedad del razonamiento de Dostoievski. Y regreso al diálogo entre los personajes en Los hermanos Karamazov, «¿Que será del hombre, sin Dios ni inmortalidad? ¿Luego todo está permitido, todo es lícito?» Sostengo con todo el convencimiento que más allá de que Dios exista o no, no todo está permitido.
Estamos asistiendo a la expansión mundial violenta y salvaje, de uno de los tres monoteísmos en un escenario global, el fundamentalismo islámico, asentados en sociedades que nunca alcanzaron ni el Renacimiento ni la Ilustración. Pero esos bárbaros no sólo están fuera sino también adentro, en el mismo corazón de la Civilización Occidental laica, están extendidos por el Lejano Oriente, por la zona asiática de la ex Unión Soviética y en el África.
Pero esta expansión del islam no es nuevo en la historia, en el siglo VIII, los califatos árabes conquistaron parte del sur de Europa, como la península Ibérica, donde se mantuvieron durante ocho siglos, y también gran parte de la cuenca del Mediterráneo, hubo un nuevo intento de ocupar Europa, pero fracason en Viena en 1528.
Hoy continúan con la expansión, apoyados indirectamente por permisivos y estúpidos gobernantes de Occidente, olvidándose que en el pasado las revoluciones como la francesa, acabaron con el predominio del Trono y el Altar del Antiguo Régimen, y se prestan a los propósitos de la teocracia islamita.
El islam tiene más de dos mil millones de adherentes y también mantienen una larga e interminable guerra interna, los conflictos irresolubles entre chiítas y sunitas, y los conflictos entre otras facciones del Magreb, fueron la causa de guerras civiles en Sudán, Argelia, Somalia, Jordania, Afganistán, Chad, Timor, Indonesia y Filipinas.
En Irak se da una situación muy curiosa, por un lado los sunitas, para quienes el gobernante debe ser el líder religioso, como sucedió con los seguidores de Saddam Hussein, combatieron sin piedad a los chiítas, líderes religiosos a la conquista del poder como sucede en Irán. Pero es posible que un país chiíta como Irán apoye a los sunitas si estos se encuentran peleando contra los llamados infieles.
Hamás acaba de demostrar que no le interesa en absoluto la democracia, o sólo le interesa para alcanzar sus fines, democracia que le sirvió para llegar al poder y desde el poder continuó con sus ataques contra Israel, también rompió lanzas con Al Fatah para luego apoderarse de la Franja de Gaza.
El fundamentalismo islámico no cesa su lucha con otras religiones como los judíos, los cristianos y contra los apostatas del islam, el gobierno de Paquistán ahora es el nuevo blanco de estos criminales, los cristianos en el Líbano, Armenia o Timor Oriental fueron masacrados por los fundamentalistas. No sólo los inmigrantes islámicos son parte de ese gigantesco «caballo de Troya», sino también los multiculturalistas y los restos fósiles de las izquierdas definidas e indefinidas.
Los llamados progres, que irónicamente se unen al fracaso y a la barbarie y asedian a la modernidad. Los utopistas o idiotas útiles que en busca de un protagonismo mundial o tal vez de mala fe, nos quieren vender la «Alianza de Civilizaciones», como si existieran varias civilizaciones, como si fuera compatible estar unidos y revolcados con subculturas que no respetan a la mujer y la consideran la mitad de un hombre. Pero ese fanatismo religioso no puede ser enfrentado con otro fundamentalismo monoteísta, el fuego no se apaga arrojando más combustible.
No estoy en contra de la Guerra, pues, tendría que estar en contra de la política, pero soy muy crítico con la guerra emprendida por Bush Jr., por su falta total de previsión adecuada, sin inteligencia o prudencia política, erróneamente planteada desde su mismo inicio invocando a Dios como si estuviéramos en la Edad Media y se tratara de una cruzada medieval. Estos dos periodos de gobierno de George Bush marcarán un antes y un después en la política estadounidense.
No es necesario dejar transcurrir el tiempo para emitir un juicio de valor, sobre los efectos negativos que tendrán no sólo para Estados Unidos sino para todo Occidente, ya que se trata nos guste o no a los occidentales, de la mayor potencia del mundo Occidental. Los daños están a la vista, pero no sólo a partir de la guerra sino desde antes, la guerra hizo descender más aceleradamente por la pendiente el delirio religioso, confundiendo la religión con la política, tanto en su razonamiento como en la práctica.
No voy a descalificar a Bush, como muchos lo hacen a la ligera por intereses particulares, ya sea por un enfrentamiento ideológico personal, como es el caso de la izquierda, sosteniendo argumentos superficiales o ad hominen, que no sirve de nada salvo para descargar la ira o la impotencia. Muchos repiten entre otras cosas hasta el cansancio que Bush es un idiota y un estúpido, etc.
Lo que me hace recordar lo que sucede aún en España, con el caso del General Francisco Franco, triunfador en la guerra civil, sus adversarios ideológicos que fueron derrotados por las armas, no quieren aceptar esa derrota e insisten en las descalificaciones, refiriéndose al «Caudillo», como un idiota, un mediocre, un inepto, incapaz, etc. A lo que respondió Francisco Umbral, en un periódico en su momento.
“Ahora sabemos que fuimos vencidos por un mediocre, y no por un gran militar. Esto resulta aún más humillante. Uno no cree demasiado en la gloria de los tontos…Declarando ahora que Franco era un manús supone la mayor humillación para el Ejército de la República y para los españoles que lo padecimos. En verdad que el historial de Franco no está del todo mal para un tonto. Se puede sospechar que la tontería se encuentre en Blanco y en Preston.”
Muchos genios deberían preguntarse si esto no es aplicable aquí y a otros detractores en el mundo. En primer lugar ningún idiota llega a la presidencia de la primera potencia mundial (por ser idiota) es cierto que no es un intelectual, es obvio, pero fallan al juzgarlo por la falta de esas cualidades, la cuestión radica en que actúa como un hombre religioso antes que como un hombre político, hay una enorme e insalvable diferencia entre uno y otro.
En la historia humana hubo muchos casos de hombres religiosos metidos en la política, hubo muchos profetas desarmados, por citar un caso, Savonarola en Florencia, pero en el caso de Bush Jr., se trata de un profeta armado, como Osama Bin Laden. Muchos no quieren o no pueden dimensionar el daño que se ha hecho a Estados Unidos y a Occidente, la intromisión de la religión en la política, esta confusión en lo político nos hace retroceder al periodo anterior a la Revolución Francesa, al Trono y el Altar.
«Creo que Dios habla a través de mí. Si no fuera así, no podría hacer mi trabajo» dijo Bush cierta vez, para burla de muchos intelectuales o seudo intelectuales, que son incapaces de interpretar la gravedad de estas afirmaciones, o lo que significa esto en boca de un religioso (o con delirios) metido a político.
«Dios me dijo que golpeara a Al-Qaeda y lo hice, y me indicó entonces que golpeara a Saddam y lo hice, ahora estoy decidido a resolver el problema del Medio Oriente.» Esperemos que no la haga, es necesario resolver el problema de Medio Oriente, pero con prudencia política y no en nombre de Yahvé o de Alá.
Muchos se indignan porque ven en el petróleo, la motivación principal o exclusiva de esta guerra, ¿Y el petróleo es un bien es insignificante? Y cuando los manifestantes antiglobalizadores se trasladan para celebrar sus reuniones ¿lo hacen a pie o nadando? Antiglobalizadores que quieren imponer su propia ideología globalizadora, anarquistas que desean lisa y llanamente, la destrucción y la desaparición del Estado. La izquierda, resentidos y huérfanos sin ninguna referencia estatal concreta, ya que Cuba más que referencia es una desgracia y una vergüenza, y las vergüenzas se ocultan, no se muestran.
Huestes resentidas ante la implosión de la Unión Soviética. Que no quieren entender que la globalización, es el estadio final de la era de los combustibles fósiles, cuya energía fue y es el motor del llamado mundo industrial, que permitió entre otras cosas acortar las distancias y el tiempo en la actividad comercial, que posibilitó la explotación de las materias primas, la mano de obra, y la comercialización de servicios y productos elaborados en un mercado mundial único.
Al petróleo le quedaran unas cuantas décadas de existencia (eso dicen), y las últimas reservas quedarán en territorios que se encuentran en mano de estos fanáticos, que consideran el petróleo como un regalo de Alá. Y que no dudarán en usarla como arma de extorsión y revancha política, lo cual generará graves y tensiones mayores, si antes no se desactiva esa amenaza.
Cuando en Occidente observamos el triste espectáculo de políticos e intelectuales, junto a despreciables dictadores, cómo no recordar a Albert Camus, cuando nos decía sumido en la desazón.
«La mayor tragedia de nuestra generación es la de haber visto, bajo los falsos colores de la esperanza, como se superponía una nueva mentira a la antigua. Por lo menos ya nada nos obliga a llamar salvadores a los tiranos y a justificar el asesinato del niño por la salvación del hombre.
Nos negaremos así a creer que la justicia puede exigir, incluso provisionalmente la supresión de la libertad. Las tiranías dicen siempre que son provisionales.
Se nos explica que hay una gran diferencia entre la tiranía reaccionaria y la progresista. Habría así campos de concentración que van en el sentido de la historia, y un sistema de trabajos forzados que suponen la esperanza. Suponiendo que eso fuera cierto, podría uno preguntarse al menos sobre la duración de esta esperanza.
Si la tiranía, incluso progresista, dura más de una generación, ella significa para millones de hombres una vida de esclavitud y nada más.”
Y qué mejor que citar a otro hombre valiente que se enfrentó a la intelligentzia, y confesaba «Jamás dejé de considerarme como un hombre de izquierdas. En un principio, ser de izquierdas era luchar por la verdad y la libertad (aunque) si encontrar a Castro repugnante es ser de derechas, entonces quiero ser de derechas» Jean-Francoise Revel.
Para tomar una posición decididamente en contra de dictadores de izquierda o derecha, no es preciso enrolarse en ninguna posición ideológica, ser de derecha o de izquierda es atrofiarse y permanecer en el error, tener una hemiplejia mental.
En el mes de mayo de 2006, me llegó la noticia de la muerte de Revel. La noticia de su deceso fue apenas difundida en pocos medios de información, al enterarme de su fallecimiento no pude evitar recordar un tiempo muy lejano, tiempo de mi incipiente adolescencia, cuando ávido de lectura y al buscar entre libros y revistas, me encontré con uno que me llamó poderosamente la atención, tal vez por el diseño de tapa que tenía dibujado los rostros de las personas aludidas.
Pero más por el título, demasiado provocador y hasta algo sacrílego para un muchacho de 13 años, nacido y educado en un hogar de católicos practicantes. La tapa del libro tenía por título «Ni Marx ni Jesús», recuerdo que lo llevé a mi habitación y allí lo mantuve ocultó por muchos meses, tiempo en que trataba de entender el ensayo con la ayuda de un diccionario.
Ese acto casi clandestino ciertamente llevaba aparejados problemas con mi conciencia religiosa, con los años sabría más acerca de Francoise Revel, y también fui ahondando y penetrando en los misterios de la religión desde una fuerte piedad, formado intelectualmente en la filosofía y teología cristiana, en el tomismo aristotélico.
Ese tomismo proclamado por sus seguidores como filosofía perenne, que permanece inalterable y descansa en la verdad suprema, como si se tratara del permanente ser de Parménides. No es posible o mejor dicho es inadecuado denominar a una filosofía como cristiana, musulmana, etc.
La filosofía es necesariamente impiedad, hablar de un filósofo o de una filosofía religiosa, es una contradictio in terminis, para un creyente las creencias son certezas, para un impiadoso que niega la idea de Dios y se embarca en búsqueda del conocimiento y el saber, lo hace a través de la razón, del empirismo y la prescindencia de la fe como método para conocer la realidad.
La filosofía me permite analizar las ideas en boga, cosa que se me negaba desde la fe y además de una filosofía entrampada en la falsedad del motor inmóvil, de la causa sui de Aristóteles. Coincidente con la muerte de Revel, me encuentro analizando no tanto a Jesús, que, por razones expuestas en este ensayo, considero menor y tampoco a Marx, sino más bien al monoteísmo en general y al islam en particular, para explicar por qué los islámicos actúan como actúan.
Y también la actitud asumida por los hijos putativos del marxismo, en el papel de colaboracionistas y quinta columna del islam en Occidente, cosa que parece no ser ajeno y una constante en su larga e incoherente marcha. Como dijo Revel:
«La gran ventaja de ser de izquierdas, es que la certeza sobre la bondad moral de las posiciones propias está al alcance de cualquier imbécil: basta y sobra con ser antinorteamericano siempre; pase lo que pase y ocurra lo que ocurra».
Actitud que es coherente con ese pasado. Basta recordar el acuerdo entre Stalin y Hitler, el pacto Molotov-Ribentrop, sin importar que ahora esta alianza sea con los fanáticos religiosos «del opio de los pueblos».
Para entender correctamente el accionar de los hombres religiosos, es necesario hacerlo desde la óptica adecuada, explicar que es la religión y que es la idea de Dios, que son los monoteísmos y como surgieron en la historia. El problema de Dios es una cuestión de ontología y de la filosofía de la religión, no de la teología, pero en cualquier caso no es un problema científico.
La presencia de terroristas con un buen nivel económico, con formación profesional, va decididamente en contra de la teoría que relacionaba el terrorismo con la pobreza (y de paso culpar al capitalismo) teoría que se hizo añicos, además de ser una estupidez. L. Foix se preguntaba en su blog:
«no sabemos quiénes son, de donde vienen, como se alistan a ese movimiento global», «Sabemos que tenemos un enemigo muy peligroso, pero no sabemos cómo hacer frente a gente que vienen de fuera y están aquí, van y vienen, portadores de una cultura que amenaza nuestra civilización».
Gustavo Bueno Martínez, nos aporta elementos para entender con mayor precisión, la razón por la cual se inmolan los islámicos, cuestión que tiene que ver con una incorrecta interpretación filosófica del entendimiento agente de Aristóteles, llevada a cabo por su comentador Averroes y refutado por Santo Tomás de Aquino.
Es importante saber cómo se alistan los suicidas, donde se forman, si existe un islam moderado o es una mentira. La situación de los derechos humanos en esa cultura, la cuestión del petróleo, el fundamentalismo e integrismo, los cristianos renacidos en Estados Unidos, etc.
No estoy en contra de la existencia de la religión, eso es inevitable, ni pretendo arrinconarlo a la sacristía, no tengo poder para ello y si lo tuviera tampoco lo haría. No soy anticlerical, ni de aquellos anarquistas que ponían bombas en las iglesias, pienso que todo el mundo tiene derecho a creer en lo que sea y rendirle culto a lo que sea, mientras no dañe a la sociedad y a las personas.
Cosa que normalmente no sucede con los creyentes, que les resulta inconcebible que exista un no creyente, o te consideran ovejas descarriadas, y te miran con un desprecio mal disimulado, o lo que es peor para nuestra inteligencia rezan por nosotros, por nuestra conversión, como si una opción racional fuera posible modificarlo con unas oraciones.
Cuando una persona le cuenta a otras que tuvo visiones y da detalles de esos mensajes o visiones, puede ocurrir que la gente lo mire con cierta indiferencia o ironía. Pero si sigue insistiendo, lo mirará con cierto fastidio o molestia, pero si su insistencia va in crescendo probablemente le recomienden un psicólogo o lo denuncien a las autoridades, y posiblemente termine en un psiquiátrico.
Pero si a esa misma persona le creen sus familiares y amigos, como en el caso de Mahoma, y se rodea de seguidores tan o más creyentes que él, a eso se le llama religión, y seguramente no terminará en un psiquiátrico y los locos serán los ateos, los no creyentes, los infieles.
Cualquier ser humano puede creer que todo el Universo fue creado por un «Gran Simio», que gobierna en el más allá rodeado de un harem de monas. Y le rinde culto diario y le entrega como ofrenda una gran cantidad de bananas, diré que ese es su problema.
Pero si en nombre del Gran Simio, pretende que adoptemos una moral que no ofenda al Simio desde el más acá, porque así está escrito en alguna parte, que nuestras sociedades deben ser gobernadas de tal o cual manera, y encima pretendan que paguemos por la ingesta de bananas. Es en ese mismo momento cuando se convierte en «nuestro problema», y esas pretensiones no son otra cosa que consecuencias del fundamentalismo y el integrismo.
Muchas cuestiones tratadas en este artículo, parecerán demasiadas abstractas e inaceptables para un mundo donde prima lo pragmático, pero dos aviones estrellándose en las Torres Gemelas, deja de ser algo abstracto, no es otra cosa que la materialización de lo abstracto.
15 de octubre de 2014.