LA ABERRANTE MENTIRA
LOS 30.000 DESAPARECIDOS EN ARGENTINA
Ricardo Veisaga
«Una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad», así reza la frase atribuida a Joseph Goebbels que sirve como táctica de los mistificadores y populistas de nuestro tiempo. Poco importa si esos falsarios son de izquierda o de derecha, las mentiras repetidas una y miles de veces quedan automáticamente blindados. Esto se puede notar en titulares y notas de opinión, editoriales de diarios que gozan de cierta seriedad (seriedad que nunca es cierta).
Una palabra que sirve como ejemplo es «fascista», apropiada por la izquierda para endosarlo a sus enemigos y de paso, quitárselo de encima. En realidad, el fascismo italiano era de izquierda, Benito Mussolini fue un militante socialista y no un militante cualquiera. Adolf Hitler fue un caudillo del Partido Nacional Socialista.
Lo mismo sucede con la palabra «bloqueo» que lo usan los izquierdistas para defender a la Cuba castrista, cosa que no es cierto. Un bloqueo es lo que vivió la Libia de Gadafi, hecho que a mí personalmente me consta. Lo que siempre hubo es un embargo económico, Cuba no podría resistir una semana de bloqueo efectivo de parte de Estados Unidos.
El bloqueo, rigió parcialmente durante la «Crisis de los Misiles», momento en que se estableció un cerco naval para evitar que Cuba recibiera armas de la URSS. El embargo es hacia empresas estadounidenses y subsidiarias, pero estas empresas cuando podían la eludían. Cuba siempre mantuvo relaciones comerciales con el resto del mundo. El supuesto bloqueo es usado para justificar o tratar de ocultar la escases de productos que genera el sistema comunista, cosa que sucede en cualquier lugar donde se aplica.
Esto es lo que hicieron los izquierdistas y las personas ignorantes que repiten sin investigar sobre los «30.000» desaparecidos en Argentina en el siglo pasado. En las últimas décadas del siglo pasado, en el marco de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética, hubo enfrentamientos armados entre las fuerzas armadas y policiales argentinas y los guerrilleros marxistas leninistas.
La mentira de los 30.000 desaparecidos fue una bandera de la lucha política, y no quisieron reconocer que el número de desaparecidos fue otro, ni antes ni ahora. Lo único que les importa en estos tiempos es mantenerse en el poder y seguir sosteniendo una mentira, la verdad no importa, la única verdad que importa, es su «verdad».
En agosto del 2009, Graciela Fernández Meijide, madre de un desaparecido, Pablo, formó parte de la «Asamblea por los Derechos Humanos» durante la dictadura militar, trabajó en la «Conadep» y ocupó puestos políticos como funcionaria pública, Ese año publicó el libro «La historia íntima de los derechos humanos», donde sostuvo la cifra de «casi 9.000 desaparecidos» comprobados.
Los nostálgicos de la barbarie marxista leninista, en primer lugar, la madre de guerrilleros, ferviente admiradora de Al Qaeda, ETA y cualquier otra barbarie, Hebe de Bonafini, Madre de Plaza de Mayo y beneficiaria de los chanchullos económicos del clan Kirchner-Fernández, insultó a Graciela Fernández Meijide.
El pecado de Fernández Meijide fue atreverse a cuestionar la «sagrada» cifra de 30.000 desaparecidos. El diario La Nación (9/8/2009) le preguntó a Graciela Fernández Meijide si cambiaba algo el hecho de que fueran 9.000 o 30.000 los desaparecidos, ella respondió: «No, como sociedad no hay diferencia. La tragedia de 9.000 asesinados es de tal magnitud que deja una herida que no va a soldar. En Chile los desaparecidos no llegan a 1.000, en Uruguay 144, y es tragedia».
El periodista José Eliaschev, un militante de izquierda y ex guerrillero, puso en jaque la versión subversiva de los 30.000 desaparecidos en su libro: «Los hombres del juicio» (Sudamericana, Buenos Aires, 2011), El periodista Ceferino Reato, se tomó el trabajo de investigar de manera minuciosa y desarmó la infame mentira. Reato escribió varios libros donde analiza con idéntico rigor, tanto los crímenes de la guerrilla como las de la Junta Militar. Completando el panorama desmitificador en su último trabajo sobre los orígenes del movimiento subversivo y de la escalada represiva en la ciudad de Córdoba.
Graciela Fernández Meijide.
El título del libro no podría ser más contundente: «¡Viva la sangre!», publicada por Sudamericana, Buenos Aires, 2013. Ceferino Reato dice que 7.158 víctimas es una cifra que indica una matanza atroz, con el agravante de que fue realizada desde el aparato estatal. Llegué a este número, dice Reato, luego de contar los apellidos y nombres que aparecen como víctimas de la dictadura en el Anexo II del «Nunca Más», el informe de la «Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas» (Conadep). Primero, conté las víctimas en Córdoba, que es donde se desarrolla la trama de mi último libro, ¡Viva la sangre!, y comprobé que el número era inferior al que usaba el «Archivo Provincial de la Memoria», luego, extendí el recuento a nivel nacional.
«Me gustaría hacer una aclaración sobre esa cifra total: es la suma de 6415 desaparecidos y 743 víctimas de “ejecución sumaria”, una categoría creada durante el gobierno del presidente Néstor Kirchner, según me informaron en la secretaría de Derechos Humanos de la Nación. Se trata de una categoría muy general, que abarca a personas que fueron fusiladas en intentos de fuga que fueron fraguados y a muertos por grupos paraestatales, pero también a jóvenes fallecidos en tiroteos, durante ataques a cuarteles y comisarías o fusilados por los propios grupos guerrilleros a los que pertenecían, en cumplimiento de sentencias de “juicios revolucionarios”, como fue el caso del cordobés Fernando Haymal, de 26 años. Figuran, además, personas que murieron mientras armaban bombas que estallaron antes de lo previsto. Incluye también a muertos en tiroteos con la policía de otros países, como Hugo Irurzún, el “Capitán Santiago” del Ejército Revolucionario del Pueblo, fallecido en Asunción del Paraguay en 1980, luego del atentado contra el ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza, que vivía refugiado en ese país. Un combatiente argentino, pero abatido en un tiroteo con la policía paraguaya en Asunción.
Es imposible averiguar cuántos son los casos irregulares de “ejecución sumaria” sin el libre acceso a los legajos de cada una de las personas que figuran en el nuevo Nunca Más, cuyo acceso está restringido por la Secretaría de los Derechos Humanos. Es otra de las tareas pendientes que deja el oficialismo. Además, el kirchnerismo “extendió” el objetivo original de la Conadep; esta comisión fue creada por el presidente Raúl Alfonsín en 1983 para recoger información sobre los detenidos desaparecidos durante el régimen militar; en 2006, Néstor Kirchner incluyó a las “víctimas del terrorismo de Estado” antes del golpe del 24 de marzo de 1976 y desde 1969. Figura, por ejemplo, Fernando Abal Medina, el primer jefe de Montoneros, quien murió en un tiroteo con la policía en 1970, poco después de secuestrar y matar al teniente general Pedro Aramburu; la inclusión de Abal Medina (tío del actual jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina hijo) habría sido realizada sin que su familia lo supiera. La línea política parece clara: el objetivo no es ya honrar y recordar a los desaparecidos durante la dictadura, sino a todos los combatientes por la revolución sin importar el modo ni el lugar ni el momento en el que murieron. Eso sucede tanto en el nuevo Nunca Más como en los monumentos que se han levantado últimamente, como el Parque de la Memoria, en la Costanera porteña.
Las fechas han seguido corriéndose, con el respaldo de casi todos los bloques opositores, que aprobaron las leyes respectivas, y ahora el recuento de “víctimas del terrorismo de Estado” parte desde los muertos el 16 de junio de 1955 durante el bombardeo a la Plaza de Mayo. El acceso a los legajos está restringido, pero podemos suponer que los herederos de todas esas personas han cobrado la indemnización prevista originalmente para las víctimas del terrorismo de Estado, que en estos momentos asciende a 1.700.000 pesos aproximadamente. Aunque no sería así en todos los casos, por ejemplo, en la reducida cantidad de Madres que sigue a Hebe de Bonafini y entre los herederos de Fernando Abal Medina, según me aseguró un familiar del actual jefe de Gabinete.
La lista de beneficiados podría estar poblada de kirchneristas ilustres como Kunkel el secretario de Legal y Técnica de la Presidencia, Carlos Zannini; el legislador porteño Juan Carlos “Canca” Gullo; el ex canciller Jorge Taina; el empresario Gerardo Ferreyra, y el periodista Eduardo Anguita. Zannini militaba en la Vanguardia Comunista, un grupo maoísta, y fue detenido en Córdoba luego del golpe militar, mientras que su gran amigo Ferreyra, dueño de un holding que incluye medios de comunicación como Radio del Plata, pertenecía al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y fue apresado luego de un ataque contra cuatro dependencias de la Policía de Córdoba el 20 de agosto de 1975, en pleno gobierno constitucional de Isabel Perón, como explico en mi último libro, ¡Viva la sangre! Kunkel era “oficial” de Montoneros y también fue detenido por la policía durante el gobierno de Isabelita (Isabel Perón), en Corrientes, un mes antes del ataque al Regimiento de Infantería de Monte 29, en los suburbios de la ciudad de Formosa. Gullo fue apresado el 17 de abril de 1975 cuando, junto con otros compañeros, iba a cobrar una parte (7 millones de dólares) del rescate por el secuestro de los hermanos Born. Anguita, director de Miradas al Sur, fue capturado durante el ataque del ERP al Comando de Sanidad de Ejército, el 6 de septiembre de 1973, 17 días antes de la elección que consagró presidente a Juan Perón por tercera vez con casi el 62% de los votos.
En realidad, no todos los presos políticos eran partidarios de la lucha armada; todos ellos ya cobraron una indemnización, durante el menemismo (el gobierno de Carlos Menem). Ese dinero dependió de la cantidad de días de detención, de acuerdo con la ley 24.043, de 1991: “El beneficio será igual a la treintava parte de la remuneración mensual asignada a la categoría superior del escalafón para el personal civil de la administración pública nacional por cada día que duró la medida mencionada”. Ahora, podrán cobrar esta pensión graciable todas las personas que fueron puestas “a disposición del Poder Ejecutivo Nacional” desde el 6 de noviembre de 1974, cuando la viuda de Perón decretó el estado de sitio, que luego fue ratificado por el Congreso, hasta que terminó la última dictadura, el 10 de diciembre de 1983.
El pragmatismo alcanza también a los medios para lograr esta pensión de por vida: la jubilación especial de Zannini, Kunkel y compañía depende de que también sea sancionado otro proyecto de ley que beneficia a los parientes de una decena de soldados muertos en el ataque de Montoneros al cuartel en Formosa, el 5 de octubre de 1975. Es que la lucha armada de los 70 dio paso a un toma y daca entre los legisladores ultra-K y la oposición por el cual ambos proyectos quedaron vinculados o “atados”. Algunos ex presos políticos no están contentos con esa negociación; sostienen que reedita la “teoría de los dos demonios” y que las víctimas de las guerrillas no merecen ningún tipo de reparación económica ni simbólica. Pero la mayoría la respalda con el argumento de que buena parte de los entre 8000 y 10.000 potenciales beneficiarios (no hay acuerdo sobre esta cifra ni siquiera entre quienes impulsan la ley) se encuentra “en situaciones muy duras de sobrevivencia”.
La pensión de por vida era un viejo reclamo de la Asociación Nacional de Ex Presos Políticos. Su última versión dormía en el Congreso cuando a los diputados más sensibles a las demandas de esa asociación se les ocurrió negociar su aprobación con los legisladores de la oposición que impulsaban otra “reparación”, en este caso a los familiares de los soldados formoseños. En aquel ataque -llamado Operación Primicia porque fue el “bautismo de fuego” del Ejército Montonero, con sus uniformes color azul- murieron 24 personas: 12 guerrilleros y 12 defensores del cuartel, entre ellos 10 jóvenes que a los 21 años cumplían con la obligación legal del servicio militar, un sargento primero (32 años, casado, dos hijos) y un subteniente, de 21 años. En el copamiento del aeropuerto local, por donde escaparon los atacantes que sobrevivieron, los montoneros mataron a un agente de policía de 27 años, casado, una hija.
A partir de la publicación de mi libro Operación Primicia, en 2010, los parientes de los 13 uniformados fallecidos comenzaron a reclamar el pago de una indemnización similar; todos ellos eran peronistas y en su gran mayoría muy pobres, pero sólo la senadora Adriana Bortolozzi se atrevió a respaldarlos en el Congreso, ya que el hecho en sí contrariaba el relato angelical de los Kirchner sobre los jóvenes de los 70. Lo prueba la propia Bortolozzi: terminó su mandato y ahora vive políticamente aislada en Formosa a pesar de que es la esposa del vicegobernador, Floro Bogado.
Los 10 soldados murieron mientras cumplían con su deber; no se habían podido tomar el franco porque no tenían dinero para viajar a sus casas, en el interior de la provincia. Este proyecto de ley, presentado por Ricardo Buryaile, diputado radical por Formosa, fue ganando el consenso de casi toda la oposición, incluido el peronismo no kirchnerista, y de parte del oficialismo. Al final, es probable que los 10 soldados muertos en Formosa terminen beneficiando a los ex “presos políticos” con una pensión de por vida. Desde un punto de vista afín a la teoría de la lucha de clases que movilizó a tantos jóvenes, no será la primera vez ni seguramente la última en que los pobres subsidien a las clases medias y altas».
Ceferino Reato rastrea el origen de la cifra trucada y le acerca una pista Sergio Schoklender, quien, cuando salió de la cárcel, se convirtió en mano derecha y factótum de los chanchullos políticos y económicos de Hebe de Bonafini. Con una acotación: Schoklender no había cumplido condena por actividades revolucionarias sino por asesinar, en complicidad con su hermano, a su padre traficante de armas y a su madre, con la que mantenía relaciones incestuosas. (No es el argumento de una morbosa ficción pornográfica sino un caso verídico de dominio público que se puede consultar en las hemerotecas).
Sergio Schoklender tras enemistarse con Hebe de Bonafini por una cuestión de malversaciones -que acaba de adoptar como nuevo favorito al general César Milani, acusado de violar los derechos humanos durante la dictadura militar y elevado por Cristina Fernández al puesto de jefe del ejército argentino con funciones políticas-, Schoklender empezó a ventilar los trapos sucios que compartía con su antigua patrona, y le confesó a Reato:
«Hebe era la gran mentirosa de unas mentiras necesarias. Cuando la Conadep dijo que había verificado nueve mil desapariciones, los organismos de derechos humanos dijeron que, en realidad, debía haber quince mil. Hebe salió a decir que eran treinta mil y a repetirlo una y otra vez hasta que, de tanto decirlo, así quedó. Un solo desaparecido es una tragedia, pero nunca fueron treinta mil; eso es un invento de ella».
Ceferino Reato explica:
«La política del kirchnerismo, entendido como una amplia alianza entre sectores del peronismo, la izquierda, los sindicatos, los movimientos sociales y los organismos de derechos humanos, busca homenajear a todos “los caídos por la revolución” y beneficiar a sus herederos con una indemnización a cargo del presupuesto público. Para eso, ya no se refiere tanto a la dictadura entre 1976 y 1983 sino al “terrorismo de Estado”, como una suerte de ente metafísico que se desplaza hacia los años anteriores sin reconocer fronteras políticas o ideológicas ni diferencias entre gobiernos militares y democráticos».
La prueba material de este abultamiento fraudulento del número de desaparecidos está en el monumento que se levanta en el «Parque de la Memoria», en la ciudad de Buenos Aires, en homenaje «a los que murieron combatiendo por los mismos ideales de justicia y equidad» y «a todos los que dieron su vida en la guerra revolucionaria». Ya no se trata solo de desaparecidos, sino también de los incluidos en la nueva categoría de las «ejecuciones sumarias».
¿Y estos quiénes son? Los guerrilleros muertos en ataques a comisarías y cuarteles, o en enfrentamientos con las fuerzas armadas y policiales en las ciudades, en el campo o en la selva, o durante la resistencia a la detención en pisos francos. Muchos de ellos antes de que se implantara la dictadura militar.
Cristina Kirchner y Hebe de Bonafini
Con un añadido macabro: en el monumento figuran guerrilleros que, sospechados de traición, fueron asesinados sumariamente por sus propios camaradas. Reato cita casos concretos. Reato denuncia, asimismo, el caso escandaloso de una presunta muerte por ejecución sumaria que distó mucho de serlo. Un caso del que también se ocupa el libro de Eliaschev. Fernando Abal Medina, el primer jefe de Montoneros, encabeza por razones alfabéticas el listado de víctimas. Y Reato explica:
«Abal Medina es un caso paradigmático de la laxitud con la cual el kirchnerismo elaboró ese listado. No se trata, claramente, de una víctima de “ejecución sumaria”: fue abatido a los 23 años en un tiroteo con la Policía Bonaerense en la pizzería La Rueda, en William Morris, el 7 de septiembre de 1970, apenas tres meses después del secuestro y asesinato del ex dictador Pedro Eugenio Aramburu, con el cual Montoneros se dio a conocer. Como era el jefe, Abal Medina fue quien ejecutó a Aramburu con una pistola 9 milímetros luego de un juicio revolucionario. Junto con él murió su amigo Carlos Gustavo Ramus, cuando quiso lanzar una granada contra los policías que le estalló en la mano; también Ramus figura en esa nómina. Contiene 30 mil placas que en su mayoría continúan vacías, como si estuvieran esperando la llegada de los nombres de las más de 20 mil personas que aún faltan. Cuando este monumento fue inaugurado, en 2007, con todos los agregados realizados, la lista total de víctimas llegaba a 8.717. 7.664 correspondían a la última dictadura. 981 a los cuatro gobiernos constitucionales del peronismo. 72 a los gobiernos militares que se sucedieron entre 1969 y el 25 de mayo de 1973, casi catorce veces menos que en las presidencias peronistas que los reemplazaron».
Las cuantiosas indemnizaciones que recibieron los familiares de las víctimas, tanto reales como ficticias, son un capítulo aparte. Escribe Reato (La Nación, 19/4):
«Cifras que no son ciertas, víctimas que no fueron tales, pagos irregulares que salen del presupuesto público: demasiadas opacidades para una historia que merecía otro desenlace y que ha sido corrompida por el recurso político del relato».
En una entrevista con LA NACION, Graciela Fernández Meijide habla de la película, de la dictadura, del pasado y, sobre todo, del presente. Del kirchnerismo y de la visión maniquea que, considera, se instaló con más conveniencia política que convicción. Cuestiona a Madres y Abuelas, advierte sobre la existencia de «dos varas» para medir las violaciones a los derechos humanos y carga contra el jefe del Ejército, César Milani.
¿Por qué un político debería ver El Diálogo? ¿Qué van a encontrar?
-Un político nuevo, que no cargue sobre sus espaldas la historia pesada, podrá ver adónde nos lleva la consigna amigo-enemigo y al enemigo ni justicia, que es algo que tendemos hacer los argentinos muy rápidamente. Yo creí y viví después de 1983 que se había terminado el peronismo-antiperonismo y resucitó con los Kirchner de una manera espantosa, ahora no como peronismo-antiperonismo, sino como nosotros y el enemigo, donde el enemigo es cualquiera que no esté conmigo o que esté conmigo críticamente. Para un político de hoy debería ser una de las miradas. La otra podría ser qué pasa cuando desde un poder político, sea desde la disputa o del poder sentado, qué pasa cuando se desprecia las instituciones y la república. El que viene después tiene que reconstruir. Nos cuesta mucho institucionalizar.
Cuando escribí mi libro tenía que ver porque veía como muy peligrosamente tornar en heroico un pasado que no lo fue y en valiosa una experiencia que no lo fue y que ojalá no hubiera existido. Yo puedo decir que todos los antecedentes llevaban ahí, pero ojalá no hubiera sido así. Cuando uno mira los 70 y se pregunta ¿qué hubo de bueno, en qué avanzó la sociedad argentina en esos años, qué respuesta tenemos?
Hay gente que cree que sí, que hubo algo bueno, como la resistencia a la dictadura. Aunque en el medio está la interna sangrienta del peronismo que se mete en el medio
El peronismo se mete principalmente, porque el ERP nunca había bajado las armas, porque consideraba que Perón no era revolucionario. Para ellos no era un problema y era la fuerza más chica. El que tenía más capacidad de fuego era Montoneros, que había hecho toda la campaña como JP, diciendo Luche y Vuelve, y había logrado puestos de importancia en el gobierno de Cámpora…. ¿Ahora, llega Perón y matan a José Ignacio Rucci? Y de ahí en adelante vuelven a la clandestinidad, ¿a dar la batalla? Ahí es donde lo que venía siendo un drama, se transforma en tragedia, porque ahí es donde encuentro muy acertado lo que Leis dice, cuando la violencia se desata es muy difícil pararla.
Yo le decía que como valor de los 70 está la resistencia a la dictadura o esa es la relectura actual.
Ah, bueno, pero primero hay que poner que es la relectura actual. Que no me digan a mí que Firmenich arreglando con Massera estaba resistiendo la dictadura, no me digan que FAR y Montoneros juntos matando a Rucci para negociar con Perón tirándole un cadáver querían la democracia. ¡Perón había sacado 62 por ciento de los votos! Desde donde se dice que era un movimiento popular. Es como si dijéramos que el gobierno de Cristina Kirchner es ilegítimo porque a mí no me gusta. ¿Cómo no es legítimo? Si lo votó el 54 por ciento de la sociedad… Hay que sostenerlo a muerte, por respeto a la gente. Entonces, cuando desde algún lugar ahora me dicen yo lucho por lo que querían mis hijos yo digo no es verdad, porque tus hijos no querían la democracia, porque era un concepto pequeño burgués para ellos y lo que querían era la revolución socialista, impulsados por Cuba.
¿Habla por los organismos de derechos humanos?
En el tema de los derechos humanos desde donde hoy se plantean Hebe de Bonafini y Estela de Carlotto, ¿de verdad creen que esos jóvenes tenían un aprecio por los derechos humanos? ¿Si estaban dispuestos a perder la vida y tomar la de otro? Qué aprecio había por los derechos humanos. Como decía Marco Aurelio García, el asesor internacional de Lula, ‘nosotros nos acordábamos de los derechos humanos cuando nos estaban torturando’.
¿Esta crítica a los jóvenes que plantea usted involucra también a Pablo, a su hijo desaparecido?
Pablo tenía 17 años. Podía ser del Partido Comunista, maoísta, hacer lo que todos los chicos a esa edad hacían. Pero Pablo nunca tuvo un arma en sus manos y ninguno de esos pibes.
¿Pero dónde se define la línea de responsabilidad?
La responsabilidad es siempre de las conducciones y de quien siendo adulto acepta. Cuando Montoneros manda dos contraofensivas, la segunda, dos chicos de 16 años vinieron. Se hicieron Montoneros afuera y los padres lo consintieron. A esos chicos los agarran y los matan sin que tuvieran nada, mientras la secretaria de Firmenich, que entra en la misma Contraofensiva, sobrevive. Lo que apareció fue la autocrítica de los que impulsaron la violencia desde distintos lugares, hombres del ERP, de Montoneros, Juan Gelman, Miguel Bonasso o el propio Héctor Leis, gente que actuó o apoyó la
violencia y que dicen nos equivocamos, nos dejamos tentar por la violencia y nos olvidamos de la política.
¿Cómo califica la actuación de Madres y Abuelas?
¿Cuántas quedan? Yo tengo 83 años y era de las más jóvenes. Se han muerto casi todas. Las pocas que quedan o las únicas que tienen algo todavía de misión en el horizonte son las Abuelas, en el sentido de recuperar nietos. Cuál era la consigna de todos nosotros, yo también fui madre iba a la Plaza, era Verdad y Justicia. Primero aparición con vida, que era algo de imposible cumplimiento, pero legítimamente dura contra la dictadura y, después, verdad y justicia. Cuando empieza a haber justicia, ¿qué más se puede pedir? Ya está. En 2003 se reiniciaron los juicios, ¿qué más se puede pedir? Si no se quiere disolver la organización, ¿entonces se ponen a hacer viviendas? ¿Qué tiene que ver? O es la necesidad de seguir siendo protagonista. Ahí hay un lío.
Usted tiene una posición crítica sobre los 30 mil desaparecidos.
Me lo dijo Eduardo Luis Duhalde, pusieron esa estrategia para ver si colaban en la figura de genocidio. No me pareció mal, pero ahora que se siga manteniendo eso, cuando se puede tener nombre por nombre. Siempre pensé que hay que tener nombre por nombre. Está mal que la conducción que pervive, que tiene que conocerlo, no lo diga. Mario Firmenich, Roberto Perdía, Miguel Bonasso, a todos. Sobre todo, Perdía y Firmenich, que fueron conducción hasta el final.
Luis Labraña, el inventor de los 30.000 desaparecidos.
Luis Labraña, el ex montonero dijo: «Inventamos 30.000 desaparecidos para obtener subsidios de Holanda».
El ex guerrillero reconoció en el programa «El Espejo» del viernes 18 de octubre: «Inventamos 30.000 desaparecidos para obtener subsidios de Holanda, Inglaterra, Francia, Italia, España, y otros países». Lic. en Lingüística, ex guerrillero de la FAP, ex montonero, habló sin pelos en la lengua de su rol en las organizaciones subversivas y lo que querían por medio del combate. Un tipo que está de vuelta y aboga por la libertad de los militares presos, para parar las venganzas y buscar concordia en Argentina. Alguien que muchos jóvenes desinformados deberían escuchar.
Reproducción de parte de lo que dijo Luis Labraña:
“No hay dudas de que fue una guerra… Preparamos un ejército para tomar el Estado…”. “Nos equivocamos. Primero, éramos muy jóvenes e ignorantes para discernir lo correcto o incorrecto… Cuando llegué exiliado a Holanda me di cuenta que estaba equivocado. Se podrían haber salvado muchas vidas…”. “Los militares y nosotros matamos, ambos por la Patria… Ellos mataban porque eran parte del aparato del Estado y tenían que defenderlo…”. “Hoy no tenemos FF.AA. No tenemos servicio militar obligatorio…”. “La mayoría de los cuadros del PRT, FAP, FAR, Montoneros, éramos de las clases medias, que provinieron de la inmigración. Todos los anarquistas, socialistas, nihilistas, que vinieron de Europa fueron conformando un nuevo tipo de ideología que estuvo latente y aún subyace. Esas ideologías golpeaban constantemente al peronismo. Porque no hay que olvidarse que el peronismo fue para Argentina y América Latina el dique de contención del comunismo internacional. Era cristiano, occidental, europeo, pese al gran contenido de clase obrera criolla que venía del interior. Era el enemigo de todos, tanto de Occidente como del comunismo. Porque Argentina era un país apetecible.”
Cuando se lo mata a Aramburu, se rompe la muralla del peronismo. Aramburu fue el caballo de Troya para el peronismo. Se rompe la muralla y el peronismo fue invadido por todo tipo de ideologías de izquierda, que eran más invertebradas que el peronismo, porque eran estúpidas, porque eran inocentes, manejadas por la maldad”. “Eso logra desmembrar al Movimiento Peronista. Y ahí surgen las organizaciones armadas”. “Los que peleamos del otro lado la mayoría estamos muertos. Otros están desarticulados. Otros son corruptos y están trabajando con el gobierno y apoyando el relato… La Argentina está en este momento en el llano. Estamos en el llano. No tenemos nada…”. “No fue un genocidio. No mataron 30.000 personas. Acá los muertos no sé si llegan a 10.000.” “El número de 30.000 personas lo pusimos nosotros en Holanda, para lograr el subsidio para las Madres de Plaza de Mayo. Porque nos asesoraban que era muy poco, cuando ellas trajeron 3.800 personas. Yo tengo el original de esa época, una carpeta que trajeron a Holanda con 3.800 personas supuestamente desaparecidas o muertas y después fue elevado a 30.000.”
“Todo eso se sigue mintiendo, mintiendo. Cuando las madres se dividieron eso se ocultó, porque si no mermaban los subsidios del estado a esa ONG, que además les daba una partecita a Madres de Plaza de Mayo, porque era también un negocio de la ONG. También en eso hicieron negocios los europeos. La ONG cobraba una cantidad de dinero y el 15% era para las madres…”. No se va a desmantelar esto, porque al relato va a ser muy difícil sacarlo. Va a quedar como un mito, muy difícil de sacar, porque ya enraizó en los pequeñitos, en los chicos. Pero sí creo que se va a poder sacar a los presos políticos.
De eso estoy casi seguro. Porque no lo van a soportar mucho, porque este gobierno va a caer, porque el Estado se está desmembrando… “No cobré un peso. No cobré ninguna indemnización, no cobré un peso… Nosotros éramos verdaderos. Yo trabajaba y mi sueldo lo compartía con la gente que no tenía. Yo me alimentaba con arroz, con atún, que en esa época era barato, con tomate, que en aquella época era barato, con fideos y no tomábamos alcohol…”; “Cuando yo veo estos pibes que levantan, supuestamente, esas banderas raídas y andan con los móviles, con un Audi, y patotean a una empleada, a una trabajadora, como fue el caso el otro día de Cabandié, no puedo menos que indignarme. Me alegra cuando otro nieto contesta: tenemos que honrar la memoria de los nuestros…”.
La mentira de los treinta mil desaparecidos ha calado muy fuerte, incluso en medios supuestamente de derecha, es el caso de dos periodistas de España.
Argentina 78, un Mundial marcado por los amaños y la dictadura de Videla (Tolo Leal).
Argentina se proclamaba campeona de su Mundial a la vez que en las calles desparecía gente víctima de una dictadura aterradora. El Mundial de Argentina 78’ fue un Mundial tremendamente marcado por la política. Incluso de un modo más pronunciado que el de Italia 1934. Y ya es decir. Dos años antes, concretamente el 24 de marzo de 1976, un golpe de Estado impuso una dictadura militar en el país, encabezada por la Junta de Comandantes de las tres fuerzas armadas: Ejército de Tierra, Marina, y Aviación. Una dictadura que asumió la represión y el terrorismo de Estado como método de gobierno. Se estima que durante ese período las fuerzas represoras del gobierno de facto hicieron desaparecer 30.000 personas.
Estela de Carlotto, el triunfo de la voluntad (Antonio Robles).
24 de marzo de 1976, golpe de estado militar en Argentina. Así empezó la guerra sucia que hizo desaparecer a 30.000 personas, la mayoría jóvenes idealistas. Barrios enteros se peinaban por la noche con coches camuflados y policías de paisano. Se secuestraba a cualquier sospechoso sin garantía legal alguna, se los recluía en centros de detención clandestinos y allí se borraba su memoria. Torturados y vejados, uno a uno fueron eliminados de la faz de la tierra sin dejar rastro alguno. Los familiares que preguntaban por su suerte en las dependencias policiales, militares o judiciales, nunca tuvieron respuesta alguna. Simplemente no constaban en parte alguna. O, dicho de otra manera, nunca habían sido detenidos.
El general Jorge Rafael Videla y el Mundial de Futbol 1978.
De ser cierto lo que dice Antonio Robles, los desaparecidos serían realmente un millón. Por encargo, escribí una serie de artículos sobre el origen de la guerrilla en la Argentina (inicio que se puede ubicar en la «resistencia peronista»), basado en historias de periodistas o testimonios de hombres de izquierda. En ellas se puede notar que cada una de las organizaciones guerrilleras tenía ideología marxista leninista y que su objetivo consistía en tomar el Estado por la vía armada.
Para ellos fue una guerra, lo reafirma Labraña, «si no hay dos no hay pelea». Muchos se escandalizan cuando se habla de muertes, y dicen «hablar de un muerto, ya es un horror». El hombre nació para morir, ese hecho no me paraliza ni escandaliza. Me produce indignación, la calificación que se hace de esos supuestos «jóvenes, heroicos, idealistas», que querían imponernos el marxismo por la fuerza y cuando les va mal, lloran como cobardes y hablan de «derechos humanos».
Lo que sucede en la Argentina es una vergüenza, es el único país del mundo donde se premia con dinero a los que fracasaron en tomar el poder por las armas. Es, para dar un ejemplo, como si dentro de algunas décadas, algún político surgido del partido Demócrata, pretenda indemnizar a los familiares de los terroristas que atacaron este país (Estados Unidos) el 11 de septiembre. Y en Argentina lo hace un gobierno que se dice peronista.
Ignoran (o se hacen los tontos) que, a la medianoche del 19 de enero de 1974, un grupo de entre cien y ciento veinte integrantes del Ejército Revolucionario del Pueblo, ERP, la guerrilla trotskista que lideraba Roberto Santucho, atacó una de las unidades militares más grandes y poderosas del país: el Regimiento 10 de Caballería Blindada y el Grupo de Artillería Blindada 1, con sede en Azul, provincia de Buenos Aires.
El ERP asesinó esa noche al jefe del regimiento, coronel Camilo Arturo Gay, antes para entrar al cuartel mataron al conscripto Daniel González. Ya en la mañana del 20, también fue asesinada en presencia de sus hijos, Camilo, de 20 años y Patricia, de 14, la mujer del coronel Gay, Hilda Irma Casaux.
El general Perón, que había asumido la presidencia apenas tres meses antes, tomó el episodio como un desafío a su gobierno, como un ataque a las Fuerzas Armadas y como una afrenta personal. Cargó las culpas sobre el entonces gobernador de Buenos Aires, Oscar Bidegain -vinculado a Montoneros- y lo obligó a renunciar.
Luego, en dos mensajes, uno al pueblo y otro a los militares del regimiento de Azul, Perón habló de «aniquilar» y «exterminar uno a uno» a los guerrilleros a quienes calificó de psicópatas. Por primera vez un presidente constitucional usaba esos términos para definir el combate contra al flagelo guerrillero marxista.
Ese mismo 20 de enero, por la noche, enfundado en su uniforme de teniente general, Juan Domingo Perón habló al país por la cadena nacional de radio y televisión. Fue un discurso duro y dramático. Primero, cargó contra el gobernador Oscar Bidegain:
«No es por casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones. Es indudable que ellas obedecen a una impunidad en la que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible, o lo que sería aún peor, si mediara, como se sospecha, una tolerancia culposa».
Además, Perón hizo un llamado: «El aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal es una tarea que compete a todos los que anhelamos una patria justa, libre y soberana, lo que nos obliga perentoriamente a movilizarnos en su defensa y empeñarnos decididamente en la lucha a que se dé lugar». Por primera vez, el ya anciano general, hablaba claramente de «aniquilar» y «exterminar uno a uno» a los guerrilleros.
Las izquierdas en el mundo en el siglo pasado produjeron más de cien millones de muertos, y empobrecieron y devastaron los países donde se aplicó el marxismo o sus variantes de izquierdas. Yo no me horrorizo de los números, de las cifras (y me hago cargo), si el precio para evitar que la Argentina fuera gobernada por estos marxistas y que decidieran la vida de los demás sin respetar su libertad, sin mencionar los futuros fusilamientos por el sólo hecho de haber portado un uniforme, no me parece demasiado (7.000 o 30.000).
El daño que iba a sufrir el país y su gente, no es cuantificable. Sería largo de escribir, sobre los «desaparecidos» que luego aparecieron, o los ajustes de cuenta interna que pasan por desaparecidos, en otro momento me ocuparé de ellos. Debo decir que hubo muchos que fueron eliminados siendo inocentes, sin pertenecer a grupos guerrilleros o las fuerzas armadas. También, no todos fueron unos cobardes, compartí amistad con algunos ex guerrilleros sabiendo que cada uno tenía una posición ideológica distinta, enfrentada, luego de la locura setentista, pero que deseaban un futuro político mejor para el país, aunque de manera equivocada.
22 de febrero de 2015.