JUAN GELMAN
El POETA-MARTIR Y LA MENTIRA DE SIEMPRE
Ricardo Veisaga
El compromiso con la ideología comunista y la ternura de las armas
Juan Gelman, nació en pleno barrio judío de Buenos Aires, Villa Crespo, y fanático seguidor del club Atlanta, perteneciente a la colectividad judía, sus padres fueron inmigrantes judíos-ucranianos. Falleció en la ciudad de México, lugar de su exilio voluntario. Escritor, periodista, poeta, quien recibió importantísimos premios entre ellos el Premio Cervantes, el más prestigioso de la literatura en castellano.
Nada tengo contra ello, además en cuestión de poesía no soy un experto, tengo otras preferencias y específicamente referida a la poesía argentina, creo que, al igual que Leonardo Castellani, que sólo hubo dos poetas y medio, y ellos fueron Leopoldo Lugones y Jorge Luis Borges, y el medio son todos los demás incluidos entre ellos Juan Gelman.
Pero los escritores y poetas que se refirieron a él, como la predilecta de las izquierdas mexicanas Elena Poniatowska, quien dijo: «Además de un gran poeta, era un luchador social. Toda la vida lo fue», «Admiraba el compromiso político que tuvo pero no hablábamos de ello. No hablábamos de nosotros mismos, no era gente que hablara mucho de él, sino que discutíamos los acontecimientos que ocurrían».
¿Luchador social o mejor dicho político? Es lógico que no quisiera hablar de ello, no le convenía. Desde sus años del colegio, militó en las filas de la fede, la federación Juvenil Comunista. En 1967 fue parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), de orientación marxista-leninista, organización armada que buscaba entrenarse y unirse a las guerrillas rurales propiciadas por el Che Guevara, tomaron influencias metodológicas del grupo guerrillero uruguayo Tupamaros.
El bautismo de fuego de las FAR, fue la operación Gabriela, el copamiento de la ciudad de Garín, que en 11 minutos asaltaron el banco Provincia, el destacamento de policía, robo de armas, copamiento de la oficina de ENTEL (comunicaciones) y la estación ferroviaria, participaron 36 combatientes, 12 mujeres y 24 hombres.
Prosiguieron con secuestros extorsivos, atentados, junto a otras organizaciones guerrilleras como el Ejército Revolucionario del Pueblo(ERP). El 12 de octubre de 1973, FAR y MONTONEROS anuncian su fusión, y deciden seguir actuando con el nombre de Montoneros y los líderes de la FAR como Osatinsky, Roberto Quieto y Julio Roqué pasan a ocupar cargos de mandos en Montoneros.
Juan Gelman fue secretario de Prensa de Montoneros para Europa hasta el año 1979. Tenía el grado de teniente, en abril del 75 partió a Roma junto a su pareja de ese momento Lili Massaferro, quien perdió un hijo, Manolo Belloni que militaba en el grupo guerrillero las Fuerzas Armadas Peronistas (FAP). Pipo Lernoud, dijo:
«En 1969 tuve una discusión en el bar Moderno con mi mejor amigo, Manolo Belloni, sobre la violencia política y la obediencia ciega. Éramos muy jóvenes, 22 años, y estábamos seguros de que el mundo iba a cambiar en los próximos diez minutos (…) Él me anunció: ‘No me vas a ver más, porque voy a entrar en la clandestinidad; acá hay que tomar el poder por las armas’. Yo le dije: ‘¿Cómo vas a matar o morir siguiendo órdenes de gente que no conocés bien, por un ideal lejano? ¿Y si te equivocás? ¿Y si matas gente inocente? ¿Y si los que te mandan al muere son unos mentirosos o tienen un plan delirante?’ (…) Él quería tomar el poder y ejercerlo sin piedad y yo quería disolver los poderes. (…)Traigo todo esto a colación porque algunas discusiones de hoy y algunos profetas me hacen acordar a Manolo y su visión cerrada de cómo tienen que ser las cosas y de quién está del lado bueno y quién no. Hace años que no me atrevo a contar esta historia por respeto a su hermana Liliana y a su viuda Nina».
A partir de ese hecho Lili empezó a militar en las (FAR). Lili en el año 1973, fue organizadora de la agrupación Evita de la rama femenina del peronismo y a ella se refiere Piscitelli:
«Somos los últimos en pretender juzgar a Lili Massaferro, pero conocemos compañeras de militancia suyas que no se sentían muy cómodas cuando una ‘señora de su casa’ recién llegada a la política que –ante cualquier decisión o conclusión que no eran de su agrado- les tiraba el cadáver de su hijo».
Y recuerdo esto porque cuando se habla de cualquier militante comunista o en el caso de Gelman, también nos arrojan el cadáver de sus hijos, sin interesarle los cadáveres de los otros. Gelman permaneció exiliado en Roma, Madrid, Managua, París, New York y México. Cuando se alejó de Montoneros en 1979 dijo que lo hacía para: «proseguir la lucha revolucionaria contra la dictadura y por la liberación del pueblo argentino».
La lucha revolucionaria la había ejercido durante gobiernos constitucionales y no pretendía liberar al pueblo argentino, sino sumarnos a la dictadura del proletariado.
Durante el gobierno democrático de Raúl Ricardo Alfonsín (socialdemócrata) abogado de guerrilleros marxistas, Juan Gelman tenía orden de captura y por eso no regresaba al país, lo que ocasionó protestas de otros escritores como el amigo de los Castro, Gabriel García Márquez, Alberto Moravia, Eduardo Galeano, Octavio Paz.
En 1989 fue indultado por el presidente Carlos Menem, junto a 64 guerrilleros y a militares acusados de violaciones de Derechos Humanos. Juan Gelman protestó la medida en una nota en el diario marxista Página 12: «Me están canjeando por los secuestradores de mis hijos y de otros miles de muchachos que ahora son mis hijos». ¿De esos miles? ¿Cuántos? Es el mito de los 30.000 desaparecidos.
¿Y los miles de muertos, militares, empresarios, dirigentes obreros, soldados, y civiles inocentes?
Juan Gelman cuando abrazó la lucha armada entre 1973 y 1979, fue miembro de las FAR y «oficial» Montonero, esos seis años incluyeron tres años de gobiernos constitucionales del peronismo, donde hubo atentados que le costó la vida al sindicalista y líder obrero José Ignacio Rucci, hombre de confianza de Perón, a quien el anciano líder lloró amargamente.
Y el cobarde y traicionero ataque al Regimiento de Infantería de Formosa, el 5 de octubre de 1975, donde fueron abatidos doce defensores del cuartel, entre ellos diez soldados conscriptos, algunos de guardia y otros que no pudieron viajar ese fin de semana a sus casas por falta de dinero, durante un gobierno constitucional, peronista, no durante la dictadura militar.
Gelman durante una entrevista a Marcos el zapatista, es decir Guillén.
Es decir que Juan Gelman había asumido el riesgo de morir por la Patria Socialista y de matar a otros argentinos. Luego de romper con Montoneros, no quiso hablar de su lucha armada, pero siempre estuvo reivindicando y reclamando por el secuestro de sus hijos, hablando de la justicia y de la verdad, arrojándonos, como su compañera Lili, el cadáver de sus hijos. Pero como dijo el periodista Ceferino Reato en el diario La Nación:
«Una astucia que convence a muchos, pero no a todos. Por ejemplo, no ha convencido al filósofo Oscar Del Barco, un venerado intelectual de izquierda que en 2005 provocó una intensa polémica entre sus camaradas y compañeros, que derivó incluso en un libro titulado NO MATAR, sobre la responsabilidad. Es que en diciembre de aquel año, la revista La Intemperie publicó una carta de lectores en las que Del Barco realizó una profunda autocritica sobre su respaldo a distintos grupos guerrilleros. Ningún justificativo nos vuelve inocentes. No hay ‘causas’ ni ‘ideales’ que sirvan para eximirnos de culpa. Se trata, por lo tanto, de asumir ese acto esencialmente irredimible, la responsabilidad inaudita de haber causado intencionalmente la muerte de un ser humano».
Lo había conmovido una entrevista de esa revista cordobesa a un ex miembro del Ejército Guerrillero del Pueblo, quien relató que habían fusilado en forma sumaria a dos de sus compañeros porque no lograban adaptarse a la vida en la selva. Eso ocurrió en 1964, en la zona de Orán, en Salta. Era un grupo guerrillero enviado por el Che Guevara y financiado por el gobierno cubano para contagiar la revolución socialista en nuestro país.
En su carta Oscar Del Barco recordó un reportaje reciente de Gelman en el que el poeta se pronunciaba a favor de la verdad y de la justicia, como lo haría dos años después al recibir el Premio Cervantes por su obra literaria. Oscar Del barco, quien conocía a Gelman desde su común militancia en el Partido Comunista, agregó:
«Es cierto. Pero para comenzar él mismo tiene que abandonar su postura de poetamártir y asumir su responsabilidad como uno de los principales dirigentes de la dirección del movimiento armado Montoneros. Debe confesar esos crímenes y pedir perdón por lo menos a la sociedad».
«Los otros mataban, pero los «nuestros» también mataban. La verdad y la justicia deben ser para todos», señaló. El filósofo admitió que Juan Gelman padecía «el dolor insondable de tener un hijo muerto, el cual, debemos reconocerlo, también se preparaba para matar».
Son palabras que ahora vuelven a cobrar sentido y necesidad, con la fuerza de esas verdades pronunciadas en soledad, frente a un coro políticamente correcto.
La mentira ha sido el arma más efectivo usado por la izquierda en todo el mundo, de victimarios pasan a víctimas, a retorcer las cosas, a mentir y a confundir, los Derechos Humanos sólo cuenta para ellos, ellos no son grupos armados levantados ya no sólo contra un gobierno militar sino constitucional, ellos y sus acciones son propias de jóvenes idealistas, que querían cambiar el mundo, como manolo Belloni, ellos saben lo que significa llegar al poder, la historieta está de su lado, la izquierda ha sido y es la ideología que más muertes a causado en el mundo.
Con sus mentiras, dictadores socialistas estatizantes como Hitler han pasado a ser de derechas, o como el mismo socialista Mussolini. Querían cambiar el mundo para imponer el fracaso marxista al mundo libre, fracaso no sólo intelectual de dicha ideología, develada largamente antes de la implosión de la Unión Soviética.
Pero en mi país, las masas veneran al Che Guevara, un fracasado en lo militar, como ministro y como político. Un pueblo que exalta a un fracasado es porque ama el fracaso. Un gobierno que se dice peronista y que olvida que los grupos guerrilleros se levantaron contra Perón, y que Juan Domingo Perón mismo los echó de la Plaza de Mayo. Quien calificó de imberbes a los montoneros y les dijo: «pese a los estúpidos que gritan», antes de echarlos de la Plaza de Mayo.
«Reivindicar la guerrilla en la democracia es demencia» dijo hace poco el político Julio Bárbaro. Pero no sólo fueron reivindicados, sino que embolsaron dinero de los contribuyentes y regresaron al poder de mano de Néstor y de Cristina Kirchner, ex montoneros, pero amigos de los militares.
Se inventaron los 30.000 desaparecidos, un verdadero mito, pero necesario y funcional al gobierno, hecho de la cual me ocuparé pronto. A mí no me molesta que haya gente que quiera ser socialista, anarquista o lo que puta fuese, pero una vez que empuñan un arma, me revienta que tengan pocas agallas y dignidad, y actitudes amariconadas y lloren como magdalenas.
Me hace recordar estos lamentos lo que se vive en los barrios hispanos de Chicago, cuando algún muchacho es muerto por bandas rivales, lo primero que alegan los padres es que su hijo no se metía en nada. Me revienta mucho más la falsa conciencia y la hipocresía de militantes de izquierda o progres pertenecientes a la izquierda indefinida, que ponderan y elogian a gente que considera a Estados Unidos como la encarnación del mal, pero no viven en Cuba, Corea del Norte, ni siquiera en Venezuela, viven aquí en el Imperio.
Febrero de 2014.