INSTITUTO CONFUCIO
孔子學院
LA LENGUA DEL IMPERIO CHINO
Ricardo Veisaga
En menos de dos décadas, uno de los múltiples tentáculos de la ofensiva china ha llegado a las aulas y universidades de todo el mundo. Se trata del Instituto Confucio que supuestamente promueve la cultura y la lengua china. Su objetivo es que el dragón chino se abra paso no sólo en lo económico, sino también en la cultura y la propaganda oficial del imperio del Medio.
El Instituto Confucio comenzó en 2004, fue creado y financiado por «Hanban», abreviatura de la Oficina del Consejo del Idioma Chino Internacional, institución que depende del Ministerio de Educación de China. En 2009, los objetivos fueron descritos por el entonces jefe de propaganda del gobierno, Li Changchun, como «una parte importante de la configuración propagandística en el exterior de China».
Para el Partido Comunista, este Instituto está enmarcado en el contexto de las iniciativas soft-power diseñadas para influir en la percepción de China y sus políticas en el exterior. Los crecientes y estrechos vínculos entre el Instituto y el empresariado promueven la influencia del Partido Comunista Chino más allá de las fronteras nacionales.
China gastó en solo dos años un total de 8.900 millones de dólares para «ganarse las mentes y los corazones de los extranjeros», así lo explica en su libro Josep Nye, inventor del término soft power, que hace referencia a las políticas enmarcadas en la cultura del denominado poder blando que ha llevado al país a lanzar numerosas iniciativas para mejorar su imagen en el exterior.
El 27 de septiembre de este año se cumplirán 16 años de la inauguración del primer Instituto Confucio en Corea del Sur, en el 2004. Actualmente existen más de 300 centros de este tipo, solventados por el gobierno chino, operan en más de 150 países alrededor del mundo. Tras establecerse en las universidades, llevaron su centro más allá de la educación superior, las Aulas Confucio, es una red de abarca más de 1.100 programas afiliados en las escuelas.
Proveyeron a más de 400 universidades e institutos de secundaria de todo el mundo con subvenciones para el pago de estos programas. También Beijing provee los profesores de chino y libros de texto en las aulas. Mientras algunos ven algo positivo, otros critican que se encuentra bajo la influencia del gobierno chino, así como la falta de libertad académica en sus aulas.
Xu Lin, directora de Hanban, en una entrevista con la BBC, aseguró que los profesores del Instituto Confucio no tienen ningún tipo de control político. Sin embargo, dijo que todos tienen que escribir un informe al final del año sobre si han sido preguntados por algún «tema sensible por parte de los estudiantes».
Preguntada por los Falun Gong, una creencia prohibida en China, dijo que «era materia de la ley china» y que «todos los profesores que mandemos dirán que Taiwán pertenece a China. Deberíamos tener una China única. Sin dudar». Después Xu Lin, solicitó al periodista de la BBC eliminar esta parte de la entrevista.
El investigador de lengua y cultura del Real Instituto Elcano, Ángel Badillo, dijo que uno de los aspectos más controvertidos de la expansión de los Confucio se ha producido por la política de contratación, la supuesta vigilancia a los estudiantes chinos en los campus, las restricciones a la libertad de expresión –en torno a temas como derechos humanos, los acontecimientos de la plaza de Tiananmen, la situación en el Tíbet o Taiwán– o de conciencia y religión.
La plataforma «Stop Instituto Confucio» de España sostiene que los Institutos y Aulas Confucio, instalados en prestigiosas universidades y escuelas de Occidente, y dirigidos por un ex miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista Chino (PCCh) en Beijing, son «un riesgo para la autonomía universitaria y la libertad académica» y «un arma de propaganda».
Además, advierte que permite la libre entrada de agentes chinos, lo que el director del FBI, Christopher Wray, el 13 de febrero de 2018, dio la alerta a la Comisión de Inteligencia del Senado estadounidense, y lo describió como una amenaza «Es simplemente unas de las muchas herramientas de las que se aprovechan».
Christopher Wray confirmó las sospechas denunciadas por el senador Marco Rubio, de que los Instituto Confucio son «cómplices de los esfuerzos para influir encubiertamente en la opinión pública y enseñar verdades a medias diseñadas para presentar la historia china, el gobierno o la política oficial de la manera más favorable».
El ex miembro del Buró Político del Comité Central del PCCh, Li Changchun, en un discurso en su país reconoció que los Institutos Confucio «son una parte importante del panorama de propaganda en el extranjero de China», y tal como se expone en varios informes y en el Parlamento Australiano, los encargados de las directrices de los Institutos en distintos países del mundo son jefes de propaganda del Partido Comunista Chino (PCCh).
No son como el Instituto Goethe, Cervantes, Británico o la Alianza francesa, ya que las escuelas están peligrosamente incluidas como parte de los programas de estudios públicos, siendo un programa del Ministerio de Educación chino, es decir, del PCCh. Un ejemplo es lo que sucede en España y en otros países del mundo.
En España operaban 8 Institutos y 11 Aulas Confucio controlados directamente por el Partido Comunista Chino. De esta manera el PCCh tiene el control de parte del currículo oficial español en 23 colegios e institutos públicos de la Junta de Andalucía. El Instituto Confucio en España no debería tener vinculación contractual con instituciones españolas, ya que son agentes de un gobierno extranjero y su sitio debería estar fuera de las universidades y colegios.
El estudio que realizó la Asociación Nacional de Académicos de Estados Unidos (NAS) en 2017 concluyó: «Recomendamos que todas las universidades cierren sus Institutos Confucio», y expuso numerosos incidentes con el PCCh. Al mismo tiempo, el programa y sistema educativo chino fueron penalizados en otro documento del Departamento de Estado de Estados Unidos.
Dicho documento dice que el PCCh obligó (en 2017 y años anteriores) a los profesores, abogados y jueces, a una autocensura y discriminación operada bajo el control directo del régimen, además de persistir en la negación o destrucción de sus propias culturas étnicas. Advirtió que las leyes que China muestra al exterior no se cumplen, y Beijing niega oficialmente reconocer hechos documentados.
Anteriormente, la Asociación Canadiense de Maestros Universitarios (CAUT) y la (AAUP) la Asociación Americana de Profesores Universitarios, solicitaron a las universidades que pongan fin a los vínculos con el programa Confucio después de sus propios análisis. «Tal interferencia es una violación fundamental de la libertad académica», había expresado James Turk, director de CAUT, en un comunicado.
Es inaceptable que una entidad extranjera, dijo la AAUP, «tenga voz en varios asuntos académicos como currículum, textos y temas de discusión en clase». «Permitir que terceros controlen los asuntos académicos es inconsistente con los principios de la libertad académica, el gobierno compartido y la autonomía institucional de los institutos y universidades».
Stop Instituto Confucio, informó que accedió a un libro de chino avanzado que ofrecen los profesores chinos para sus alumnos en España, donde se incorpora una canción de la era maoísta que hace apología de Mao y textos que hablan de Deng Xiaoping como «una gran figura». «Deng fue responsable de la masacre de Tiananmen en 1989 y el régimen de Mao asesinó a unos 80 millones de personas», señaló la plataforma.
La Universidad de McMaster, de Canadá, cerró su Instituto Confucio en 2013. Una de sus profesoras provenientes de China, Sonia Zhao, pidió asilo en Canadá en 2011, mostró el contrato que le obligaron a firmar antes de volar a Canadá, donde había una cláusula que le impedía ser practicante de Falun Dafa (Falun Gong), una disciplina espiritual de la Escuela Buda basada en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia, la cual tiene seguidores en todas partes del mundo.
Andrea Farquhar, Relaciones Públicas de McMaster, dijo que la Universidad había planteado preocupaciones sobre las prácticas de contratación del Instituto Confucio chino «durante un tiempo considerable antes de que se presentara el caso de derechos humanos» de Sonia Zhao. Zhao relató que después de ofrecerse como maestra a Hanban, al ver las condiciones escondió secretamente su creencia espiritual de Falun Dafa para evitar ser arrestada.
Su madre ya había estado en prisión dos veces por no renunciar a su creencia. Dijo también que Hanban le advirtió que enfrentaría un castigo si no cumplía el acuerdo. «Simplemente no puedes ser tú mismo. Así es como me sentí durante todo un año». «Desde que dejé el Instituto Confucio, por primera vez, me siento libre por dentro», dijo Farquhar.
Los contratos entre las universidades occidentales y Hanban/Instituto Confucio de China, a veces incluyen la firma adjunta de otras instituciones o contratos paralelos con Universidades chinas, tal como se observa en las copias el control del PCCh está estipulado en todos los documentos, como, por ejemplo, con la Universidad de León (España) que dice:
«Las actividades del Instituto deben desarrollarse de acuerdo a los Estatutos […] sin infringir las leyes de China y España», y todo lo que se imparte «debe someterse a la evaluación por parte de la Oficina Central [dirigida por el PCCh]». De esta manera, la lengua china será proveída por el programa oficial del régimen chino.
Otro documento dice que el instituto, además de «acreditar profesores», deberá «efectuar otras actividades autorizadas o encargadas por la Oficina Central» (no especificadas). La Universidad española asumió cualquier demanda de terceros al Instituto Confucio, y el texto dice que libera de toda responsabilidad a Hanban. Y la Universidad de León «deberá proveer personal administrativo necesario para el Instituto y asumir los gastos correspondientes».
En cuanto al material bibliográfico utilizado para enseñar chino en los Institutos Confucio, se incluyen desde odas a Mao Tse-Tung hasta canciones revolucionarias que hablan de «la historia de cómo un chico joven se convierte en soldado del Ejército Rojo del Partido Comunista Chino».
Javier Juberías Calvo, subdirector en la Universidad de Zaragoza, dijo: «los IC son el mejor vehículo de exportación de las ideas del régimen chino al mundo. Y por definición, una Universidad debe ser el foro de debate, de reflexión y de crítica más ejemplar que pueda existir».
La cineasta Doris Liu ha investigado durante tres años la institución cultural china infiltrada en colegios, institutos y universidades de 150 países de todo el mundo. En su película «En el nombre de Confucio», desvela que el centro cultural supone un riesgo para los derechos humanos y la seguridad nacional. Señala que «en apariencia parece que solo se trata del idioma y la cultura china, pero detrás hay propaganda y lavado de cerebro».
Doris Liu sostiene que el (IC) es el Caballo de Troya del Gobierno chino. Un arma de propaganda para ganarse «las mentes y los corazones» de los jóvenes occidentales de más de 150 países de todo el mundo, en una operación diplomática en la que el gigante asiático invierte miles de millones al año.
Según Liu, «hay espías chinos que piden a los profesores que hagan determinadas tareas de espionaje: estudiar a la diáspora china, ayudar al régimen a encontrar a gente afín y obtener o robar investigaciones que tenga esa universidad. Aunque de momentos no tengamos prueba, los servicios secretos así lo creen, por lo que no es algo seguro para los países extranjeros».
Algunos países han comenzado a tomarse ya muy en serio el riesgo que suponen este tipo de centro, tanto para la libertad de sus ciudadanos y para la seguridad pública del país. Eso es lo que creen los servicios secretos de Canadá, Estados Unidos y otros países de Europa: que el Instituto Confucio es un arma de adoctrinamiento y espionaje del gobierno de la República Popular China.
Hay otro aspecto que ha pasado inadvertido. En la última década, los Instituto Confucio (IC) han intentado crecientemente entablar lazos con el sector corporativo, ofreciendo variados servicios a empresas extranjeras y, más recientemente, trabajando con un grupo selecto de compañías chinas en actividades conjuntas para implementar los IC a escala global.
Este fenómeno asume varias formas y parece destinado a incrementarse en base a un nuevo programa de colaboración lanzado en diciembre del 2018. Si bien aparentemente es inocuo e incluso beneficioso para algunas empresas y sus empleados, estas interacciones presentan una nueva serie de riesgos y desafíos para los gobiernos, educadores, padres, de una creciente influencia del Partido Comunista Chino (PCC) en sus sistemas escolares, económicos y políticos.
En su mejor momento, China, inauguraba hasta 2013 un Instituto Confucio (IC) a la semana en asociación con juntas escolares e instituciones académicas de todo el mundo, el objetivo era abrir mil para el año 2020. Sin embargo, muchas escuelas y Universidades empezaron a cortar lazos con el programa, por cuestiones que van desde violaciones de derechos humanos, incentivos financieros y contenidos censurados, hasta seguridad nacional y espionaje.
En 2016 China solo abrió 16 Institutos Confucio. En China, 3 millones de niños no van a la escuela debido a la pobreza, pero China gastó 2 mil millones de dólares en diez años estableciendo y financiando 500 Institutos Confucio y 1.000 aulas de Confucio en todo el mundo.
El Servicio Canadiense de Inteligencia y Seguridad (CSIS) dice que los IC pueden ser utilizados para reclutar espías, conducir espionaje e interferir con gobiernos extranjeros. En Canadá, los IC han estado involucrados en la movilización de estudiantes para protestar contra las políticas que no agradan a China.
Según un informe elaborado en agosto de 2018, para la Comisión asesora de Examen Económico y de Seguridad Estados Unidos-China, «los Institutos Confucio son organizaciones educativas patrocinadas por el Partido Comunista Chino (PCCh) que enseñan el idioma, la cultura y la historia china en las etapas de Primaria, Secundaria y universidad en todo el mundo».
Hasta diciembre de 2019 se han producido más de cuarenta cierres en colegios o universidades de Francia, Alemania, Suecia, Estados Unidos o Canadá, además de una negativa de apertura en la Universidad de Copenhague en 2006. En agosto de 2018 el gobierno de Estados Unidos prohibió a su vez al Pentágono financiar en 2019 a las universidades de este país que alberguen en sus campus un Instituto Confucio, y hay 3 proyectos de ley en marcha para incrementar la transparencia y supervisión de dichos centros.
No se debe ceder parte del currículo y selección del profesorado de nuestro sistema educativo a un régimen autoritario. El Instituto Confucio debe establecerse en cualquier país del mundo de igual modo que el Instituto Cervantes lo hace en China, en caso que llegara a recibir autorización del gobierno para tal apertura y no contraviniera a los intereses del país receptor. El Instituto Confucio no actúa igual que el British Council inglés, el Instituto Cervantes español o el Goethe alemán.
Es notoria la participación corporativa en la gestión y la subvención de los Institutos Confucio. Por ejemplo, Shen Yushi, quien se desempeñó como responsable de la Red de Empleo china de Microsoft, cumplió funciones en el consejo directivo del CIWA (Instituto Confucio de Washington) del 2012 al 2013. El ex Vice Presidente y director Jurídico de Nike, Jim Carter, se desempeñó en el Consejo Directivo del IC de la Portland State University, en 2010.
Desde el 2014, Donald Fan, director general de Walmart, a cargo de la «Oficina Global de Cultura, Diversidad e Inclusión», colaboró siendo parte del Consejo Directivo del IC en la University of Central Arkansas (Diversity MBA Magazine). A los IC los financia el gobierno chino, pero también reciben ayuda de muchas multinacionales.
En Alemania, la compañía Audi colaboró conjuntamente en la fundación de un IC en la ciudad de Ingolstadt, cuyo nombre es «Instituto Confucio Audi-Ingolstadt.» Este es el primer instituto del mundo fundado a través de una inversión en conjunto con una multinacional extranjera.
Las compañías chinas más importantes también han brindado ayuda financiera a los IC en el exterior; tal es el caso del patrocinio de 3 años lanzado en el 2012 por el gigante tecnológico Huawei, para apoyar la actividad del IC de Copenhague en Dinamarca. El gigante tecnológico ZTE ya ha suministrado equipamiento y capacitación a los IC del mundo entero, e incluso ha cofundado uno situado en Francia, el IC de la Universidad de Poitiers, en 2005.
Los servicios de Tencent —en particular, sus servicios informáticos en la Nube, y sus aplicaciones móviles— se han convertido en elementos omnipresentes en las comunicaciones y en el tejido financiero y social de China. Si bien la compañía desde su establecimiento, en 1998, fue forzada a adecuarse a los estrictos controles de información del PCCh, en los últimos dos años su actividad ha aumentado y se ha vuelto más visible tanto dentro como fuera de China.
Varias fugas de datos recientes, investigaciones de los medios y descripciones anecdóticas de usuarios fuera de China, sacaron a la luz un notable grado de actividad de censura y vigilancia transnacional a través de la plataforma de la red social WeChat, de la cual Tencent es propietaria.
Teniendo en cuenta la complicidad de Tencent para con los requerimientos de monitoreo del gobierno chino, algunas universidades ya han recomendado a sus alumnos que se abstengan de usar aplicaciones como WeChat cuando se encuentren en China, y las fuerzas armadas extranjeras han ordenado a sus soldados removerlas de sus teléfonos celulares.
El 23 de febrero de 2019, el Ministerio de Educación de China publicó un informe oficial en el cual se detallan las prioridades y objetivos del gobierno hasta el año 2035 en el área vinculada a la educación. Uno de las metas consiste en fortalecer la cooperación internacional en el ámbito educativo, e incluye fomentar «el desarrollo de los Institutos Confucio y de las Aulas Confucio».
El congresista Joe Wilson, en marzo de 2018, quiso introducir transparencia en la operación de los Institutos Confucio en los Estados Unidos. El proyecto de ley buscaba exigir que una entidad extranjera en Estados Unidos que promueva la agenda política de un gobierno extranjero sea registrada como agente extranjero. En virtud de la Ley de Registro de Agentes Extranjeros (FARA).
La actual ley FARA, sin embargo, permite exenciones en los casos de «actividades religiosas, escolares, académicas, científicas o de bellas artes». Las exenciones permitieron que los Institutos Confucio, que están financiados y controlados por el régimen comunista chino, se extiendan a cientos de campus universitarios en este país sin estar todavía registrados ni controlados en la base de datos FARA.
También requeriría que los colegios y universidades estadounidenses revelen donaciones de fuentes extranjeras de 50.000 dólares o más. Actualmente, sólo se les exige que lo hagan si el monto excede los 250.000 dólares. Según Wilson, la herencia cultural e histórica de China era importante para su padre, que fue miembro de los «Tigres Voladores» en la Segunda Guerra Mundial, el grupo de aviadores estadounidenses voluntarios que ayudaron a China contra los japoneses.
Varios miembros del Congreso de Estados Unidos, entre ellos el representante demócrata Seth Moulton, el senador Marco Rubio y el senador Ted Cruz hicieron declaraciones o enviado cartas solicitando a los colegios y universidades de sus estados, que corten o pongan fin a las relaciones con los Institutos Confucio en sus respectivos campus.
Un proyecto de ley, llamado «Ley de Protección de Nuestras Universidades de 2019», presentado el 12 de marzo de 2019 por el representante republicano por Indiana, Jim Banks, establecería un grupo de trabajo Inter agencial dirigido por el Departamento de Educación para abordar las vulnerabilidades que existen actualmente en los campus universitarios de todo el país.
Jim Banks señaló que el PCCh tiene un largo historial de métodos utilizados para enviar la información a Beijing. Los ciudadanos chinos que estudian en Estados Unidos son manipulados y presionados para que sean «recopiladores de información para el gobierno comunista y el ejército en Beijing».
Un informe del Senado publicado en febrero por el presidente del Subcomité Permanente de Investigaciones, el senador republicano por Ohio Rob Portman, y el senador demócrata por Delaware Tom Carper, declararon que los Institutos Confucio en los campus estadounidenses deberían cerrarse si no se producen cambios importantes en sus operaciones.
El informe bipartidista de 93 páginas señala al idioma y a la cultura de los institutos como una amenaza a la libertad académica y dice que muchas universidades de Estados Unidos no han revelado el dinero recibido por parte del PCCh, a pesar de la instrucción del Departamento de Educación de Estados Unidos de reportar los regalos extranjeros.
El PCCh lleva gastados más de 156 millones de dólares en las universidades estadounidenses desde 2006. El ex representante republicano por Virginia Frank Wolf, durante la reunión de la Coalición para el Avance de la Libertad Religiosa en China, dijo que todas las universidades que tienen un Instituto Confucio deberían invitar a sacerdotes católicos, pastores protestantes, uigures, tibetanos y practicantes de Falun Dafa a hablar, y que, si el instituto no lo permite, debería ser removido del campus.
La Universidad de Western Kentucky dijo que terminaba su relación con el Instituto Confucio debido a la nueva política federal del año pasado, que no permite que las instituciones alberguen Institutos Confucio si reciben fondos del Departamento de Defensa de los Estados Unidos para programas de idioma chino.
La Universidad de Hawái (UH) cerró su IC el 31 de mayo de 2019. Greg Shepherd, profesor de música y teatro en Kauai Community College, dijo que el cierre del Instituto Confucio en la UH y en otros lugares «debería ser una buena noticia para cualquiera que valore la libertad y los derechos humanos».
En Australia, el Gobierno notificó directamente a todos los IC sobre las nuevas leyes del país contra la influencia extranjera. La legislación requiere que las personas u organizaciones que trabajan para gobiernos extranjeros se registren como agentes extranjeros.
Los funcionarios estadounidenses apuntan a Confucio y otros programas apoyados por el gobierno chino, advirtiendo que las universidades se han expuesto involuntariamente a la influencia indebida o incluso a los esfuerzos de espionaje del principal rival político y económico de Estados Unidos.
El senador Marco Rubio y otros legisladores presionaron a las universidades para que corten lazos con los centros Confucio. Lo que finalmente llevó a San Francisco State a hacerlo en mayo del pasado año, fue un ultimátum del Congreso, incluido en el proyecto de ley de financiación del Departamento de Defensa de 2019, para cerrar su Instituto Confucio o perder fondos federales para programas de capacitación en idiomas extranjeros.
El régimen chino luego del abandono de la ideología comunista a combinado lo peor de dos ideologías, por un lado, la represión total de la ideología comunista y se han dejado parte del marxismo, y por otro lado China no es una economía de mercado o una economía planificada, es una economía capitalista, brutal, cruda, salvaje, en donde no existe una legislación que proteja al individuo o a la empresa, el que decide es el partido comunista chino (PCCh).
El adoctrinamiento en las escuelas o por medio de la educación es típico de los regímenes totalitarios eso sucede en Cuba donde no hay educación, lo que hay es adoctrinamiento. Eso pasó en la URSS, con el nazismo. Italia en la década de los 30 creó el Instituto de Lengua Italiana en toda Europa y otros países del mundo. Con los IC pasa lo mismo. Son centros de propaganda y espionaje, el fin es adoctrinar, lavar la cara y recoger información para el régimen chino.
Los centros de lengua de los institutos de otros países están separados, pero los IC están integrados en las universidades, todos los profesores del IC están controlados desde Beijing. Y de lo que se trata es que se mantenga la libertad académica, y eso corre incluso para una gran empresa que está patrocinando investigaciones en una universidad. Eso es algo tramposo, hay que saber que están tramando y de donde viene el dinero. A través de los IC (entre otras operaciones) están sabiendo lo que sucede en cada país.
El Instituto alemán Goethe, el Instituto Cervantes español, la Alianza francesa y otros institutos trabajan de manera independiente, no están ubicados dentro de las universidades, los IC forman parte de las facultades. Existe en Londres la Sociedad Azerbaiyana, que promueve a Aliyev y al régimen de Azerbaiyán, eso no constituye un problema, pues, uno lo sabe y quienes están por detrás. Lo grave es que estén en una universidad y no se sepa quiénes son y que buscan, eso es peligroso.
Los IC penetran en las universidades en Estados Unidos, porque las universidades en este país desde el siglo pasado se han convertido en centros de agitación de la izquierda mundial, o lo que da igual, de los progres. Los IC están totalmente controlados por el partido, por un ministerio o por un miembro de la dirección del partido. En realidad, en China no existe nada dentro y fuera del país que no esté controlado por el PCCh.
Al partido comunista chino no le interesa la educación, hay que recordar la Revolución Cultural china que masacró a millones de personas, a todo ser pensante se acusaba de ser burgués, llevar anteojos ya constituía un crimen que se pagaba con la vida o terminaban en campos de reeducación.
Lo que busca el PCCh es mantenerse en el poder y mantener los privilegios. Pero esos privilegios son «para los que son más iguales», como describió George Orwell en «Animal Farm», donde algunos son más iguales que otros. Esto es propio del comunismo o socialismo donde se supone que todas las personas son iguales, es decir «unos más que otros».
Güran Landblad, quien fuera miembro del parlamento sueco y de la Asamblea Permanente del Consejo Europeo, comentó que en su país hubo un conflicto con el IC, ya que querían establecerse en el Real Instituto de Estocolmo, Landblad, preguntó porque estaban aceptando a una organización comunista en la Universidad de Estocolmo, y que pretendían mudarse al Instituto de Tecnología.
Si lo hubiesen permitido hubiese sido un desastre, dice Landblad, porque allí se realizan investigaciones de la Fuerza Aérea sueca y sobre la defensa aérea sueca. En el Instituto de Tecnología todo es muy secreto, allí existe una institución especial sobre aerodinámica que es totalmente militar. En ese lugar no puede ingresar una potencia extranjera. Como no se los permitieron abandonaron la Universidad de Estocolmo, no les interesaba, su objetivo era otro.
En Suecia durante la Guerra Fría, entre 600 y 700 profesores de alemán (según archivos oficiales), fueron invitados gratuitamente por el gobierno de la Alemania Oriental, la comunista, para asistir a cursos en ese país, eso produjo que los profesores de alemán en su mayoría fueron comunistas en las ideas. En realidad, todo fue un plan orquestado desde la Unión Soviética.
Lo paradójico de esto es que, los comunistas chinos odian las ideas de Confucio, eso lo han dicho durante décadas, que sus ideas son irrelevantes y erróneas, pero usan a Confucio con fines propagandistas, ellos necesitan una marca. Como dijo un dirigente chino, que ellos no podían salir al mundo y promover a China con un Instituto Mao Tse-tung, por ello apelan a Confucio como estrategia.
Si una universidad, donde se encuentra enquistada el IC realiza investigaciones tecnológicas, hacen espionaje industrial, si las universidades hacen investigaciones en el área militar, hacen espionaje militar. En un mundo donde la gran mayoría de las personas tiene una visión armonista, buenista, progre de la historia y aceptan cualquier cosa desde su «inocencia», los IC son un gran peligro.
Y es que, como señala a película de Doris Liu citando al filósofo chino Confucio: «Un gobierno opresor debe ser más temido que un tigre».
19 de abril de 2020.