EUROPA EN MOLDAVIA
Una respuesta europea a Rusia
Ricardo Veisaga
Foto de los participantes en la segunda cumbre de la Comunidad Política Europea en el Castillo de Mimi, Moldavia.
La decisión de celebrar la cumbre de la Comunidad Política Europea en Moldavia, una antigua república soviética de unos 2,6 millones de personas, se debe interpretar como un mensaje al Kremlin tanto de la Unión Europea como del gobierno prooccidental en Moldavia, que se convirtió en candidata a entrar en la Unión Europea en junio del año pasado.
La idea es repensar Europa más allá de la Unión Europea. En el fondo se trata de encontrar un anclaje continental unido. Además de escenificar la soledad de Rusia en el continente. Es decir, que se trata del triple objetivo de la Comunidad Política Europea (CPE), el proyecto que el presidente francés Emmanuel Macron invocó hace un año y que reúne a 47 líderes de Estado y de Gobierno europeos en Moldavia.
La reunión de la Comunidad Política Europea, un encuentro de jefes de Estado y Gobierno de 47 países, reúne a líderes de la Unión Europea y otros países al sur y el este del bloque, una región en un punto de inflexión en su relación con Moscú tras la invasión rusa a Ucrania. Solo están ausentes de la cita Rusia, Bielorrusia y el Estado Vaticano.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelensky, fue el primer mandatario extranjero en llegar a Bulboaca (Moldavia), Zelenski, hizo el trayecto en tren desde Ucrania, a pesar de los ataques rusos durante la noche, ingresó al amplio patio del castillo de Mimi, con su característica camiseta verde oliva donde fue recibido por la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, en una reunión concebida como muestra de la fuerza diplomática europea frente a Rusia.
El mandatario ucraniano fue el participante más observado en la cumbre, una cumbre que se convirtió por unos días en el centro de atención de una cita que intentaba calmar conflictos regionales y consolidar un frente unido ante la guerra de Rusia. El jefe de Estado de Ucrania afirmó que la guerra terminará solo cuando venzan los ucranianos o cuando Rusia salga de los territorios ocupados.
«Hasta nuestra victoria. Cuando nosotros ganemos esta guerra terminará. O Rusia puede pararla antes. Pueden salir de nuestro territorio», respondió Zelensky a la pregunta de cuándo terminará la guerra. «Esa creo que es la respuesta», señaló el líder ucraniano a los medios tras reunirse con la presidenta Maia Sandu.
Zelenski reiteró su petición: más ayuda, más armas, más rapidez. El presidente ucraniano afirmó que su país está preparado para la (UE) y para la alianza militar de la OTAN. «Ya veremos cuándo estará lista la OTAN», agregó. Hasta que se produzca la adhesión a la OTAN, pide garantías individuales de reserva a países más grandes como Francia, Gran Bretaña o Alemania.
«Las garantías de seguridad son muy importantes, no sólo para Ucrania, sino también para nuestros vecinos, como Moldavia, debido a la agresión rusa contra Ucrania y la posible agresión contra otras partes de Europa». «Siempre hemos dicho que también debe haber garantías para un orden de paz de posguerra, y Alemania contribuirá a ello», declaró el canciller alemán Olaf Scholz.
El presidente lituano, Gitanas Nauseda, que acogerá la próxima gran cumbre, la de la OTAN, en Vilna, Lituania, en julio, exigió que la alianza adopte una hoja de ruta clara para la adhesión de Ucrania. Y también parece haber cierto movimiento en cuanto a los cazas F-16 que reclama Ucrania. El primer ministro holandés, Mark Rutte, cuyo país podría suministrar los F-16, declaró que se estaba debatiendo esta cuestión en el Castillo Mimi.
Ucrania celebrará una «cumbre de paz» en cuanto gane la guerra contra Rusia, declaró el presidente ucraniano. Sin embargo, no pudo precisar cuándo sería. Minutos antes, la presidenta moldava expresó su «orgullo» por acoger una cita tan relevante para el continente europeo y como señal de «apoyo» a Ucrania y la necesidad de «restaurar la paz»; al tiempo que aseguró que «Ucrania nos está protegiendo a todos y estamos muy agradecidos».
La Unión Europea (UE), estuvo representada en la cumbre por el máximo diplomático del bloque, Josep Borrell, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, lo que se buscaba era aprovechar la cumbre para tender la mano a muchos países de Europa oriental que pasaron décadas o bien dentro de la Unión Soviética o bien bajo su esfera de influencia, y unificar la respuesta del continente a la agresión rusa.
Moldavia, es el país más pobre de Europa y limita con Ucrania por tres lados, aspira a entrar en el bloque para el final de la década y ha reiterado su apoyo a Kiev, además de recibir a refugiados que huían de la guerra.
Josep Borrell mencionó a su llegada la importancia del lugar de la cumbre, a unos 20 kilómetros (12 millas) de la frontera ucraniana. «Es importante que este mensaje llegue a Rusia», dijo Borrell. «Rusia no está aquí, no porque no queramos invitar a Rusia sino porque Putin fue excluido de esta comunidad al lanzar este ataque, esta guerra injustificada contra Ucrania».
El mensaje más importante de esta cumbre en Moldavia fue: Europa está y estará al lado de Ucrania, el tiempo que sea necesario. Acudieron todos los Estados europeos, excepto Rusia y Bielorrusia, que lógicamente no fueron invitados. El lugar de la Cubre no es azarosa, Moldavia, que se convirtió el día jueves en la capital europea, cuenta con un conflicto congelado en el este, en la región de Transnistria, lugar donde están estacionados 1.500 soldados rusos.
Es indudable que los europeos mantienen un apoyo, por ahora, inquebrantable a Ucrania es que, si Ucrania cae, los próximos serán países como Georgia o Moldavia, y que ya tiene en lo interno el caldo de cultivo de la desestabilización rusa. Mi opinión personal es, si Rusia gana, empata o pierde militarmente estará igualmente liquidado, es decir, haga lo que haga.
En declaraciones desde la sede de la cumbre, un castillo del siglo XIX con un viñedo y a unos 35 kilómetros (21 millas) de la capital, Chisinau, la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, dijo que un objetivo importante de la cita era «restaurar la paz en el continente» y proteger la democracia en Moldavia y Ucrania ante las amenazas que plantea Rusia. El acogedor y apacible viñedo y la guerra que asola el país a pocos kilómetros de distancia… no cuadran realmente, comentó la anfitriona, la presidenta moldava Maia Sandu. Su objetivo, dijo, es restaurar rápidamente esta atmósfera pacífica en toda Europa.
El primer ministro húngaro, Viktor Orban, también acudió, aunque está en contra de las sanciones de la UE y está considerado el mejor amigo de Vladimir Putin dentro de la Unión Europea. Se le vio bastante solitario en el Castel Mimi según los reportes.
El presidente ucraniano dio las gracias al pueblo moldavo por recibir a los refugiados ucranianos y dijo que tanto Ucrania como Moldavia están destinadas a trabajar «codo con codo» en su ingreso en la UE. «Lo que es muy importante: nuestro futuro en la UE», dijo, añadiendo que su país está dispuesto a entrar en la OTAN en cuanto la alianza militar occidental esté dispuesta a aceptarla.
Otros participantes fueron el canciller de Alemania, Olaf Scholz; el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el primer ministro británico, Rishi Sunak. Un total de 27 líderes de la (UE) y 20 de países extracomunitarios más los presidentes de las instituciones europeas. El objetivo es el mismo que el del primer encuentro de Praga en octubre pasado, mostrar unidad frente a Rusia. A la reunión europea en esta ocasión se unieron Andorra, San Marino y Mónaco.
Los organizadores sostienen que se trata de un «diálogo estratégico», no de decisiones difíciles. Es la segunda reunión de este tipo tras la de Praga en octubre de 2022 y, al parecer, este tipo de reunión familiar europea XXL es popular. Ya se han programado las reuniones número tres que se celebrará el próximo octubre en Granada, España, y la cuarta en el Reino Unido.
El foro nace, según dicen los organizadores, con la ambición de depositar el germen para crear una entidad de cooperación entre países del continente desde una visión práctica y humilde: disminuyendo distancias en materias como movilidad y seguridad y ampliando la cooperación en otros como energía y conectividad.
La entidad, recién naciente, no tiene de momento grandes pretensiones. No cuenta con un calendario fijo, un presupuesto o una jerarquía organizativa. Tampoco se debe esperar que de la cita salgan grandes acuerdos o decisiones. Ni siquiera hay conclusiones. El formato divide a los países por mesas de trabajo en las que pueden debatir de modo informal. Pero lo importante radica en otra cosa, en el mensaje, en el simbolismo que trasciende a lo demás.
Y eso no es otra cosa que ensenarle el musculo a Rusia y mostrarle en sus fronteras desde Georgia hasta Finlandia su aislamiento continental. Uno de los participantes previo al viaje dijo: «Creo que uno de los principales mensajes viene ya dado por el lugar. Estaremos en Moldavia y ello debe verse desde un ángulo geopolítico. Si te sientas en Moscú y ves a 47 países reuniéndose en tu vecindad inmediata, eso ya me parece un mensaje destacable, incluso aunque no se produzcan grandes decisiones».
La guerra de Ucrania ha provocado un cambio tectónico para el armado de la seguridad europea. Ucrania, Georgia y Moldavia solicitaron inmediatamente después de la invasión rusa su ingreso en la Unión Europea (EU). Los países europeos han duplicado su inversión en seguridad y defensa. El proyecto europeo ha enviado por primera vez armas a un país en guerra. La Vieja Europa está sufriendo una metamorfosis para contener la amenaza de Rusia.
El año pasado, Macron aseguró en el Pleno de Estrasburgo que «la Unión Europea, teniendo en cuenta su nivel de integración, no puede ser a corto plazo el único modelo de estructurar el continente europeo». Y así comenzó a brotar la idea de esta nueva comunidad. Como siempre, existen críticos sobre este proyecto, primero: algunos críticos deslizaron la idea de que la comunidad política europea es un premio consuelo para los países orientales y los balcánicos que son candidatos a formar parte de la UE pero que cuentan con un calendario poco claro al respecto.
Por lo mismo, los líderes comunitarios insisten desde el primer encuentro en Praga en que no se trata de una ventana sustituta de la puerta de entrada a la Unión Europea. Un mensaje que busca apaciguar los ánimos de los países que tocan la puerta de Bruselas.
También opinan que en el continente ya existen muchos organismos de base continental. Como por ejemplo la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) o el Consejo de Europa. En su naturaleza son diferentes. La gran diferencia es que la Comunidad Política Europea (EPC) trata cuestiones políticas y el Consejo de Europa está centrado en valores.
También están aquellos que piensan hasta qué punto se puede aislar radicalmente a Rusia, el país más grande no solo del continente sino del mundo. Habrá un futuro sin la guerra, al menos como la conocemos hoy en día, y lo habrá también sin Vladimir Putin en el poder. Este aislamiento total tendrá que reconfigurarse en algún momento con el vecino oriental, más allá del resultado de la guerra
También llegaron a Moldavia países con graves problemas fronterizos y problemas diplomáticos abiertos. La gran pregunta que se hacían los medios era, además de su representante, si se presentaría el presidente de Turquía, recientemente reelegido para gobernar el país otros cinco años, Recep Tayyip Erdogan. Como ustedes saben, Erdogan, continúa bloqueando la entrada de Suecia en la OTAN y con el conflicto que mantiene en Chipre y que la Unión Europea no reconoce.
Armenia y Azerbaiyán llegaron a Chisinau, Moldavia, con el deterioro de la situación en Nagorno-Karabaj, que ha dejado en los últimos dos meses más de 40 muertos marcando la peor primavera en el conflicto desde 2020. Y Serbia y Kosovo con la violencia desatada en el norte de Kosovo, una situación que ha obligado a las fuerzas de la OTAN a desplegar a 700 soldados para restaurar la calma. Serbia, por su parte, se siente más cómodo con Moscú.
Con este marco de fondo, el valor añadido en Moldavia será lo que ocurra entre bastidores en las reuniones bilaterales. Se espera que el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente francés, Emmanuel Macron, se reúnan con el primer ministro armenio, Nikol Pashinian, y el presidente azerbaiyano, Ilham Aliyev, una semana después de que Putin acogiese a ambos en el Kremlin. El español Pedro Sánchez podría reunirse con el británico Rishi Sunak para tratar la cuestión de Gibraltar.
En Moldavia, el Gobierno teme ser el próximo país en la lista de ataque de Putin tras Ucrania. Maia Sandu gobierna un país desgarrado, relativamente pobre, sin un Ejército importante, y está obligado por la Constitución a la neutralidad militar. En la provincia separatista moldava de Transnistria hay soldados rusos, las llamadas «fuerzas de paz de Moscú», que protegen desde hace 30 años a los gobernantes poscomunistas.
Tras la crisis política del fin de semana del 10 de febrero de 2023, que supuso la sustitución del dimisionario primer ministro Gavrilița, por Dorin Recean, un experto en seguridad, la presidenta de Moldavia, Maia Sandu, se dirigió a la nación en un discurso breve y grave. Esta «Declaración sobre la situación de la seguridad en Moldavia» no tiene precedentes ni en su forma ni en su contenido. Se produce en la semana previa al aniversario de la invasión rusa de Ucrania, y tras las declaraciones de Sergei Lavrov sobre Moldavia.
Sobre todo, forma parte de una secuencia que comenzó el jueves pasado. Durante su visita al Consejo Europeo en Bruselas, Volodímir Zelensky afirmó que Ucrania había «interceptado un plan ruso para destruir Moldavia». Tras esta declaración, el servicio de inteligencia moldavo, el SIS, confirmó que había «identificado actividades dirigidas a debilitar y desestabilizar Moldavia». En su breve discurso de seis minutos del lunes, Maia Sandu confirmó el contenido de esta declaración, describiendo el plan como una operación de regime change: «Acciones violentas, disfrazadas de protestas de la llamada oposición, forzarían un cambio de régimen en Chisinau.»
Tras aclarar que Rusia seguiría un método manido, basado en elementos de desestabilización tanto internos como externos, detalla cuáles cree que son los objetivos del Kremlin: «el objetivo de estas acciones es derrocar el orden constitucional, cambiar el poder legítimo en Chisinau por uno ilegítimo, lo que pondría a nuestro país a disposición de Rusia, para detener el proceso de integración europea, pero también para que Moldavia pueda ser utilizada por Rusia en su guerra contra Ucrania.»
El 28 de febrero, la oposición moldava marchó por las calles de Chisinau contra la política de la presidenta europeísta Maia Sandu y contra una posible escalada del conflicto en la región de Transnistria. Una columna encabezada por los diputados del partido opositor prorruso Shor Marina Tauber y Regina Apostolova avanzó en dirección al centro de la capital.
Los manifestantes, en su mayoría habitantes de zonas rurales, nostálgicos del comunismo y de edades avanzadas, portaban banderas moldavas y llevaban palomas blancas de cartulina, mientras coreaban consignas en contra de Sandu y el Gobierno moldavo. Esta manifestación como los movimientos y provocaciones militares en la región separatista de Transnistria, son parte de los planes rusos para desestabilizar el país y hacerse de ella.
En la región autónoma de Gagauzia también gobiernan fuerzas favorables a Rusia. El conflicto de Gagauzia es un conflicto armado, actualmente congelado, que estalló en 1989 por los roces entre la población gagaúza y la RSS de Moldavia en los últimos años de la Unión Soviética, siendo los principales detonantes del conflicto la disolución de la URSS y la proclamación de Moldavia como estado independiente, ambos sucesos registrados en 1991.
La etapa activa del conflicto se resolvió en 1994, cuando se concedió a la autodenominada República Gagauz el estatus de región autónoma. Las tensiones interétnicas, entre moldavos y gagaúzos, estos últimos llevados a lo que hoy es el sur de Moldavia por las autoridades del Imperio ruso en el Siglo XIX, también contribuyeron significativamente al inicio de las tensiones.
En noviembre de 1989, la minoría de los gagaúzos declaró el establecimiento de la República Socialista Soviética Autónoma de Gagauz como parte de la República Socialista Soviética de Moldavia, pero la intentona no duro mucho y el territorio se vio aislado. Un año más tarde, en diciembre de 1990, el movimiento separatista Gagauz Halkı («el pueblo de Gagauz»), con el apoyo tácito de las autoridades centrales de la Rusia soviética, proclamó la llamada República Gagauz con Stepan Topal en el cargo por el gobernador.
Las autoridades de Chisináu dirigieron a las Fuerzas Armadas de Moldavia hacia Gagauzia. El conflicto se resolvió después de que el parlamento moldavo, dominado por el partido Agrario Democrático que era favorable al autonomismo regional, en diciembre de 1994 reconociera la autonomía territorial de los gagaúzos. En 1995, los límites de la nueva región autónoma se establecieron tras un referéndum local.
En 2021, tanto Rumanía como Rusia invierten en propaganda política y en ayuda a la población gagaúza para ganárselos, aunque es Moscú quien tiene la delantera, la posición de Chisináu ante estas injerencias es prácticamente impotente, porque ambos estados extranjeros no respetan la soberanía nacional moldava.
En 2022, a raíz del recrudecimiento de la guerra ruso-ucraniana con la invasión rusa a Ucrania, algunos medios de comunicación moldavos criticaron la posición de la Unión Europea de seguir entregando dinero a la Unidad Territorial Autónoma de Gagauzia, cuando se descubrió que la población aún se consideraba leal a formar parte de Rusia.
El dinero entregado por Bruselas era utilizado por las administraciones locales gagaúzas para fomentar una rusofilía como política de Estado en vez de mejorar la situación de la región, esta posición se dio a raíz de que la gobernadora regional Irina Vlah promulgó una ley que permite el uso de la cinta de San Jorge, que fue prohibido por Moldavia en abril del mismo año, junto con otros símbolos prorrusos como la Z y la V.
En mayo de 2022 a las afueras de Tomai se encontró escrito sobre la autopista «Gagauzia está contigo» junto a los símbolos «V» y «Z», además de que en la parte inferior de la oración dibujaron los colores de la cinta de San Jorge, ese mismo mes la policía local comunicó que registraron 60 casos de violaciones a la ley de prohibición de símbolos bélicos de índole rusa.
Hay una mayoría de entre el 50 y el 60% que apoya el proceso de integración europea, dice el experto en Europa Mihai Mogildea, analista del acercamiento de Moldavia a la UE para el Instituto de Política Europea y Reforma de Chisinau. Si se incluye a la gran diáspora moldava en las encuestas, probablemente se obtendría un 70%, estima Mogildea. Al mismo tiempo, sin embargo, hay una parte importante de la sociedad, en torno al 25%, que está a favor de una asociación profunda y estrecha con Rusia. Y esto a pesar de la agresión rusa contra Ucrania.
Este nuevo formato de la Comunidad Política Europea auspiciado por Emmanuel Macron busca mejorar la relación de la Unión Europea con sus vecinos, como una manera también de contrarrestar la influencia china y rusa. la Comunidad Política Europea aspira a convertirse en un foro geoestratégico.
En 2022, este país recibió junto con Ucrania el estatus de candidato oficial y, desde el inicio de la contienda, Rusia ha multiplicado sus intentos de desestabilización. La semana pasada, una manifestación popular a la que acudieron 75.000 personas, según la Policía local, reclamó la pronta adhesión del país al bloque comunitario. En abril de este año, la UE decidió establecer una misión de cooperación para aumentar la seguridad del país ante las amenazas híbridas que abarcan la ciberseguridad, la manipulación de la información y la injerencia por parte de agentes extranjeros.
Este mismo miércoles, la UE ha aprobado sanciones contra siete individuos moldavos, cinco de ellos acusados de maniobras para desestabilizar su país y los otros dos de apoyar la guerra en Ucrania. Aprovechando esta cumbre, la Unión Europea y Moldavia han firmado un acuerdo para rebajar las tarifas de itinerancia («roaming») y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha anunciado un paquete de inversiones que movilizará hasta 1.600 millones de euros y la financiación de los proyectos para integrar al país en las infraestructuras energéticas europeas.
Moldavia ya participa en las compras conjuntas de gas para hacer frente al chantaje energético ruso. «Esto es un mensaje de que Moldavia no está sola», aseguró este martes la presidenta del país, Maia Sandu, en referencia a la celebración de la cumbre. Von de Leyen explicó que la presencia de 50 líderes en el país da «un mensaje muy potente. Moldavia es el corazón de Europa. Moldavia es Europa y hoy y mañana toda Europa está en Moldavia».
Para un Estado tan pequeño como Moldavia, la celebración de una cumbre de estas características supuso un gran esfuerzo logístico y de seguridad. El espacio aéreo permaneció cerrado hasta el viernes, y estuvo patrullado por aviones de la OTAN y se incrementó el número de policías para mantener el orden público. Chisinau, sede del encuentro, recibió el apoyo de 87 agentes rumanos especializados en protección química, radiológica y biológica.
La reacción del gobierno ruso a esta cumbre no resulta demasiado difícil de predecir. El representante permanente interino de Rusia ante la Unión Europea, Kiril Logvinov, señaló a la agencia oficial rusa que este encuentro será «otro intento de Bruselas de crear una coalición antirrusa, imponer su propia visión del mundo a terceros países y persuadir a estos de que se sumen a las sanciones ilegítimas».
Tras los ataques, en mayo de 2022, en el territorio separatista moldavo prorruso de Transnistria que hacen temer una ampliación del conflicto en Ucrania, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, anunció que la Unión Europea va a «aumentar de manera considerable» su apoyo militar a Moldavia.
«Prevemos este año aumentar de manera considerable nuestro apoyo a Moldavia entregando equipamiento militar a sus fuerzas armadas», declaró Michel durante una conferencia de prensa conjunta en Chisinau con la presidenta moldava, Maia Sandu, una pro-occidental. «La Unión Europea es completamente solidaria con su país, Moldavia. Es nuestro deber europeo ayudar y apoyar a su país y aumentar nuestro apoyo a su estabilidad, seguridad e integridad territorial», agregó.
Su presidenta Maia Sandu es una mujer que ha mostrado un coraje inigualable para enfrentarse al Kremlin en sus deseos invasores. Moldavia, una antigua república soviética es uno de los países europeos más frágiles y amenazados por Putin. Por eso se señala que «simplemente nunca ha habido un evento de esta magnitud en la historia de esa nación», como lo resume Félix Hett de la fundación alemana Friedrich-Ebert-Stiftung.
«Hemos venido a decir alto y claro, con confianza y orgullo, que el lugar de Moldavia está en la Unión Europea», declaró la presidenta Sandu frente a la convocatoria, sin dejar espacio para dudas sobre las aspiraciones nacionales. Insistió la dirigente moldava de 50 años, reafirmando hace pocos días su intención de unirse a los Veintisiete para 2030 y esperando que esta cumbre detenga los deseos inmediatos de Vladimir Putin.
La CPE es un formato más grande que la Unión Europea, ya que suma a 20 países invitados además de los 27 miembros del bloque. Con naciones con asimetrías, como Armenia, Islandia, Noruega, Suiza, Turquía, Reino Unido, Serbia o Azerbaiyán. Es, por cierto, una Europa geopolítica unida pero que no puede prescindir de los Estados Unidos, como algunos piensan.
Todas las señales estuvieron dirigidas a dejar una clara decisión: Moldavia no está sola, como marca el mensaje hashtag de la cumbre #MoldovaIsNotAlone. La impaciencia de la pequeña nación, ha sido oída por los principales líderes europeos. El canciller alemán Olaf Scholz, lo anticipó a su llegada la importancia del foro. «Europa es mucho más que una consigna política, es una forma de vida, un sueño que debe hacerse realidad, el único camino para que nuestros hijos vivan en paz».
3 de junio de 2023.