EN CUESTIONES ECONOMICAS Y POLITICAS
La Iglesia es intrínsecamente ignorante
Ricardo Veisaga
Quienes son mis amigos o conocen mi pensamiento sobre el Papa francisco, conocen mi opinión sobre su persona y la simpatía que él mismo me despierta, pero sobre todo la coherencia con su forma de vida. También muchos saben que no me meto en cuestiones sobre el contenido de su fe porque no participo de ella, no tengo creencias religiosas de ningún tipo.
Pero como profesional de la política y sobre todo de la filosofía que se encara con las ideas en boga, no puedo evitar hacer unos análisis sobre ciertas ideas expresadas sobre materia político-social, contenidos en la última Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium.
Francisco lanza un furibundo pero ignorante ataque al capitalismo en general y concretamente a la libertad económica y el libre mercado. Ataque que ya se había manifestado de manera incipiente en una entrevista concedida a la revista de la Compañía jesuita «Civiltá Cattolica». En donde dijo: «Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos… (…) No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas».
Eso no hacia falta que lo diga, quienes investigamos, ya sabemos que es un peronista de izquierdas de toda la vida, no fue la beata Imelda sino su maestra paraguaya quien le daba a leer esos panfletos marxistas. En el capítulo segundo de Evangelii Gaudium, dice: «Lo que quiero ofrecer va más bien en la línea de un discernimiento evangélico. Es la mirada del discípulo misionero, que se alimenta a la luz y con la fuerza del Espíritu Santo». Si Francisco es la muestra o el resultado, vaya pobreza intelectual del Espíritu Santo.
Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata (…) Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.
Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera. De ahí que nieguen el derecho de control de los Estados, encargados de velar por el bien común (…) Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado.
Francisco señala que el actual «sistema social y económico es injusto en su raíz», como el gran causante de generar «esclavitud», «explotación» y «opresión», para su solución recomienda avanzar en una economía «ética», que sirva al ser humano, que reconozca la función social de la propiedad, del «salario justo» y la garantía del acceso universal a la educación, trabajo y salud y la madre María… ¡Perón, Perón! y todo lo que entra dentro del delirio progre-izquierdista.
Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo (…)
Por tanto cualquier persona con una neurona debería concluir que si el mercado es el culpable, su solución pasa por más intervencionismo y redistribución a través del Estado, más Estado y menos mercado. Sólo le faltó a Francisco recomendar como director general de esa utopía al presidente Maduro. Me imagino que tal idea debe haber alegrado enormemente a su ahora amiga Cristina Fernández de Kirchner y a toda la lacra intervencionista de iberoamérica. Y en honor a la verdad, hablar de economía ética, es como decir círculo cuadrado. Pero sigamos:
El crecimiento en equidad exige algo más que el crecimiento económico, aunque lo supone, requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso (…) ¡Pido a Dios que crezca el número de políticos capaces de entrar en un autentico diálogo que se oriente eficazmente a sanar las raíces profundas (…) de los males de nuestro mundo! La política, tan denigrada, es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común.
Dios ya lo ha concedido, ya nos dio a Lenin, a Stalin, Mao Tse-Tung, Fidel Castro, el Che Guevara, Kim Jong-Un, los Jemeres rojos, Hugo Chávez, Maduro, Salvador Allende, Perón, Evo Morales y sus amigos los Kirchner. Un sistema económico no es una cuestión ética ni moral, un sistema económico es efectivo o inservible y punto.
Camdessus decía que hay que juzgar a la economía de mercado por sus resultados no por sus valores, no se debe juzgar a un empresario por su conciencia moral sino por sus resultados económicos. Cuando Francisco dice que «el mercado está divinizado», no sabe de lo que habla, nadie en su sano juicio diviniza el mercado, pero de algo estoy seguro es que sus detractores sí satanizan el mercado, empezando por él.
Cuando Francisco dice que el mandamiento «no matar» pone un límite claro, está demostrando una gran ignorancia, porque ese para nada límite «claro» lo será en lo ético, pero no en lo moral y mucho menos en lo político. Vivimos en Estados, en la ciudad del hombre y no en la supuesta e imaginaria «Ciudad de Dios» agustiniana (civitate dei). En la ciudad del hombre existe algo que se llama legítima defensa y es lícito matar y los Estados mandan a matar para mantener o recuperar su eutaxia y es perfectamente legítimo. ¡Amen!
El capitalismo, sistema económico que no es una panacea, cuyo eje es la libertad económica, ha promovido el mayor crecimiento, prosperidad y bienestar de la historia por nosotros conocido. Vamos a datos concretos y no a simples alusiones metafísicas como las de Francisco. Entre el año cero y el 1000, Europa vivió un crecimiento nulo, cero, los únicos que crecían eran los señores feudales y la Iglesia, es decir el Trono y el Altar.
Desde el año 1000 al 1820 el mundo creció a duras penas a un ritmo medio del 0,2 % anual, como dijo Angus Maddison «apenas suficiente para que la población de ese entonces superara los mínimos niveles de subsistencia sin morir de hambre». José Contreras muestra que la renta per cápita del cuartil (25 %) de países con más libertad económica era de 31.501 dólares en 2009, mientras que la del cuartil con menos libertad apenas se ubicaba en 4.545, y la renta del 10 % más pobre de la población en el cuartil de países más libres era de 8.735 dólares per cápita, mientras en los menos libres era de 1.061, esto significa que los países libres son casi nueve veces más ricos que los países menos libres económicamente.
Fomentar la libertad y el Estado de Derecho, incrementar la apertura comercial, limitar el intervencionismo estatal se traduce en la reducción de la pobreza. Y en la mayor o menor libertad económica radica la diferencia entre países pobres y ricos en los distintos continentes. Singapur, uno de los más libres en libertad económica es la octava renta per cápita más elevada del mundo, 52.000 dólares al año, hace 40 años estaba situada por detrás de España hoy por delante.
Corea del Sur tiene una renta de 32.800 dólares y Corea del Norte unos 1.800 dólares al año, 18 veces menos. Una misma lengua, una misma península y la misma raza. El sistema económico capitalista ha posibilitado aunque lo quieran negar, el mayor desarrollo económico de la humanidad y una reducción drástica de la pobreza.
La evolución del PIB per cápita mundial dio un salto significativo en los dos últimos siglos y medio, desde mediados del siglo XVIII. Este mejor ingreso per cápita se tradujo en una reducción significativa de la tasa mundial de la pobreza, que se redujo un 80 % en las últimas décadas, pasando del 27 % al 5 % entre 1970 y 2005.
Según Laurence Chandy y G. Gertz consideran al periodo entre los años 2005 y 2010, a pesar de la gran recesión que sufren las principales economías, el número de personas bajo la línea de pobreza cayó de 1.300 a 900 millones de personas, el descenso de la pobreza fue de la mano de un aumento significativo de la esperanza de vida, según el doctor Hans Rosling. Si en 1960 fallecían 108 niños cada 1.000 nacidos, en 2011 sólo se registraban 28 es decir una caída superior al 75 %.
El crecimiento del PIB per cápita tuvo mayor intensidad en Estados Unidos y Europa que en el resto del mundo.
De la mano del libre mercado avanza de manera sostenida el desarrollo tecnológico y científico, no como en Cuba y su mito de su desarrollo científico-médico. Cuando el dictador Fidel Castro necesitó medicina en serio y no publicidad política, acudió a la Sanidad española. China y la India los dos países más poblados del mundo que se abrieron al capitalismo, al libre mercado y a la globalización, experimentaron una caída de la pobreza, en China en los últimos 30 años del 65 % al 4 % y la India del 51 % al 22 %.
El último índice de Libertad Económica está encabezado por Hong Kong, Singapur, Australia, Nueva Zelanda, Suiza, Canadá, Chile, Mauricio, Dinamarca y Estados Unidos. Estos países con sus diferencias están entre los más prósperos del mundo, cierran la lista Cuba, Corea del Norte o Zimbabue, donde reina la pobreza.
El tsunami en el Océano Índico en 2004, el terremoto de Haití y el tifón de Filipinas dan por el traste con la lamentable afirmación de Francisco, de un mundo no solidario. El economista francés Frédéric Bastiat dijo en 1848 a los socialistas que atacaban en esa época a la economía de mercado, que era más fácil tomarla con lo que se ve –la pobreza, las desigualdades- que con lo que no se ve, como el crecimiento inexorable que el mercado provoca. El jesuita Francisco denuncia lo visible e ignora lo invisible.
Juan Pablo II aborrecía también al capitalismo, él creía en una tercera vía, ni socialista ni capitalista y que esa tercera vía llevaría a los polacos a la prosperidad y a la justicia social. Lech Walesa, el nuevo presidente que seguía al pie de la letra lo que le dictaba el Papa, intentó sin ningún éxito y lo peor hundió a Polonia un poco más en la miseria. Su mentor el Papa, recibió clases de economía con el director general del Fondo Monetario Internacional Michael Camdessus, católico ferviente.
Camdessus convenció a Juan Pablo II que la economía de mercado no era más que un mecanismo, ciertamente imperfecto, pero el más eficaz para reducir la pobreza. Polonia desde ese momento que sigue siendo brutamente católica se convirtió al capitalismo, su renta media se ha duplicado en 20 años y fue el único país europeo que se escapó de la crísis del 2008.
En argentina y en casi todo el mundo circula una concepción equivocada de lo que es el capitalismo y también hablan del neoliberalismo, pero son incapaces de definir lo que entienden por ello, son incapaces de señalar un país en concreto como neoliberal. Creen que el capitalismo es lo que hacen los banqueros de Wall Street, que predican la tolerancia al riesgo para ganar dinero pero cuando esto se traduce en perdidas corren a ver a sus amigos del gobierno para que los rescaten, apoyan de palabra al capitalismo pero en privado colaboran con los reguladores para recibir rescates, subsidios, barreras de entrada para mantener fuera de los mercados a sus competidores.
Durante la crisis de 2008, no se hizo lo que David Stockman dice en su libro: «La gran deformación»:
«…cientos de miles de millones de dólares de deuda a largo plazo y de acciones que mantenían la máquina de especulación del Wall Street funcionando deberían haber sido barridos, incluyendo las gigantescas cantidades de acciones poseídas por los grandes directivos. Este resultado hubiera sido realmente constructivo desde un punto de visto social. Nos hubiera dado una lección de cómo evitar los comportamientos temerarios que emergen en la especulación y en el capitalismo salvaje».
Los especuladores salieron ganando, los bancos ahora son más grandes que antes de la crisis, los bancos tienen 2,2 billones más en depósito que cuando Lehman Brothers quebró ¿De dónde vino ese dinero? pregúntenle a Barack Obama que acudió en su auxilio, a la FED que ha creado toda esta masa de liquidez con su programa de estímulos, los grandes bancos odian el capitalismo lo que les gusta es un «capitalismo» entre amigos.
En la encíclica Divini Redemptoris del Papa Pío XI calificó al comunismo como un «satánico azote», constituyendo «una realidad cruel o una seria amenaza, que supera en amplitud y violencia a todas las persecuciones que anteriormente ha padecido la Iglesia». En cinco encíclicas anteriores, así como en alocuciones, mensajes y audiencias Pío XI había alertado al rebaño y al mundo sobre el lobo comunista y denunciado los crímenes cometidos en Rusia, México y España.
León XIII en «Quod Apostolici Muneris», definía al comunismo como una «mortal enfermedad que se infiltra por las articulaciones más íntimas de la sociedad humana, poniéndola en peligro de muerte».
De manera rotunda dijo el Papa Pío XI: «el comunismo es intrínsecamente perverso», irónicamente tomo esta frase para calificar a la Iglesia como intrínsecamente ignorante. Francisco dijo que el comunismo es «una ideología equivocada». ¡Perdón! la pregunta iba dirigida al Obispo de Roma y no al peronista Pancho arrabalero de Buenos Aires, una cosa es equivocada y otra cosa intrínsecamente perversa, ¡No te hagas la pe…jo, Francisco! ¿Qué, se te olvidó Divini Redemptoris de Pío XI?
En tiempos de Juan Pablo II, la Iglesia fijó como enemigo de la civilización al Comunismo, al final caído el comunismo y durante Benedicto XVI el enemigo fue el aborto, las píldoras anticonceptivas, los condones, etc. ¿Cuál será el próximo enemigo, tal vez la derecha, el capitalismo?
Luego de la castigada Teología de la Liberación pasaron con Francisco a una descafeinada y light Teología de los pobres, donde se cae peligrosamente en cierto elogio el ser pobre. Yo no soy creyente…pero estudié algo de Teología (lo suficiente) y además tengo sentido común y algo de ironía. La Iglesia no debería ser de ricos ni de pobres sino de todos los gentiles.
Debería saber don Francisco, que la derecha es la que cumple con casi todos los mandamientos y pone el dinero para sostener el culto, concurre a misa, es su principal y fiel clientela, por otro lado: «No es más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, ¿que para un rico entrar en el reino de Dios»? El doctor debe estar con los enfermos. ¿No?
Debería haber una opción preferencial por los ricos, que ya están casi condenados al infierno junto al estiércol del capitalismo, papa Francisco dixit. Los hombres de la Iglesia tienen en su mente una sociedad que nunca existió ni existirá, siguen repitiendo las mismas estupideces y son incapaces de reconocerlo
¿Francisco rectificará lo dicho gratuitamente sobre el capitalismo? ¡NO! Yo no lo espero. Los hombres de fe son los más ignorantes, jamás leen nada y si leen algo, se trata de libros o panfletos que sirven para reforzar sus creencias, es decir, para seguir hirviendo en su propio caldo, esto también es lógico. ¿Para qué leer? Si con creer se salvan. El fideísmo no lo inventé yo.
Antes la Iglesia Católica tenía grandes filósofos y teólogos, aunque uno disienta con esa filosofía o teología, hombres como Santo Tomás de Aquino, Suárez o Santiago Ramírez para no ir muy lejos. Los protestantes siempre fueron unos descerebrados a quienes sólo les importaba creer, a ese nivel se rebajaron los católicos.
10 de diciembre de 2013.