EL ÚLTIMO CAUDILLO: LÓPEZ OBRADOR
LOS INTELECTUALES: LOS ADULADORES DE SIEMPRE
Ismael Carvallo Robledo
De casualidad me acabo de enterar que el filósofo Ismael Carvallo Robledo, en el curso de este año, presentó en el Espacio Cultural San Lázaro junto al Consejo Editorial de la Cámara de Diputados, su último libro «El último caudillo. Textos Políticos». Anteriormente había publicado, me imagino que, con el dinero de los contribuyentes mexicanos, «Primero como tragedia. Ensayos sobre historia».
Opino que debería completar la trilogía con un nuevo libro titulado: «El caudillo, primero como tragedia. La repetición como farsa». Según el autor sostiene que en sus «dos libros es posible advertir de alguna manera la conjugación de la razón histórica (Primero como tragedia. Ensayos sobre historia) y la razón política (El último caudillo. Textos políticos) a partir de cuya convergencia se define una perspectiva filosófica como escala de aproximación a la experiencia según es troquelada política y generacionalmente».
Tanta verborragia para disimular la «razón barbera de los intelectuales», en México se utiliza la palabra «barbero» para aplicarse a los aduladores. Es lamentable ver que una persona que se cree un intelectual trate de revestir al pobre «peje» de una figura política, intelectual, de alcance histórico. El autor se refiere a quienes lo acompañaron en su presentación:
«Éste fue más o menos el sentido de los comentarios que comenzó a hacer Veytia, al afirmar que, a su juicio, además de intempestivo y políticamente incorrecto, y de recordarle a Gramsci, se trata de un libro muy contemporáneo en el sentido de Agamben, para quien “contemporaneidad” no es lo mismo que “actualidad” y se define en función de la presencia de una distancia crítica respecto del presente analizado: tal vendría a ser, iba yo apuntando en mis notas, la distancia desde la que se ejercita la crítica filosófica como saber de segundo grado en el sentido, ahora, de Gustavo Bueno, y que interpreto yo como la forma del entendimiento (Bueno habla, en Ensayos materialistas y siguiendo a Platón, de las formas que la conciencia adquiere en la ciudad) desde la que mapeas estratégicamente las configuraciones prácticas de la realidad, desplegada a una escala de primer grado, para terminar por ofrecerte un punto de vista desde el que le confieres unidad operatoria y actual (actualista) a la pluralidad de partes del mundo entre medio de cuyo despliegue tiene lugar la vida cotidiana.
Esa es la distancia desde la que, detectando las ideas disueltas en infinidad de coyunturas, me fue posible sobrevolar –por decirlo de algún modo– el presente puntual sobre el que escribía (los primeros textos son más o menos de 2010 o 2012) para encontrarle entonces una geometría ideológica a partir de la cual le fuera posible al lector de hoy atribuirle al libro una vigencia teórica, política y filosófica».
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Ni distancia, ni crítica, ni madres, solo una lamentable adulación. Antes de seguir debo decir que no he leído el libro, no está en venta al menos por ahora. El señor Ismael Carvallo Robledo sostiene que «No se puede entender la historia universal de la política sin la existencia de los caudillos». Bueno, para alguien que se define como marxista y hace profesión de fe, la historia universal debería entenderse desde la lucha de clases. Desde la filosofía del Materialismo Filosófico entendemos que la única forma de entender la Historia es desde los Imperios, sobre todo desde la aparición de los imperios universales como España.
Carvallo Robledo, asegura que no se puede entender la historia universal de la política sin la existencia de los caudillos, entendidos como capos, jefes o líderes, es decir, que toda organización humana necesita de un jerarca para entenderse dentro de una sociedad. Entonces, Andrés Manuel López Obrador, sería el condottiere mexicano, il capo di tutti capi, en esto debo darle la razón, AMLO es el capo mafia, el capo narco. Pero para concluir en esto no es necesario gastar el dinero de los contribuyentes.
Nosotros, que no somos marxistas, a Dios gracias, pese a ser ateos y seguimos a Gustavo Bueno Martínez, sostenemos que el individuo, el caudillo, el condottiere, no es el sujeto de la Historia. El sujeto de la Historia es el Estado.
La doctora Karla Lenia de Alba Vázquez mencionó que este libro es un instrumento que ayudará a develar la realidad en la que actualmente está inmersa la sociedad, porque refleja y sintetiza la complejidad de los problemas que vive, a través de cuatro ejes temáticos que son filosofía, historia, política y literatura. Dijo que el autor aborda de manera pormenorizada la política desde las diferentes directrices, así como el feminismo, la libertad, la música, la corrupción o de soberanía.
Le faltó a esta señora Vázquez, a quien no tengo el gusto de conocer, el indigenismo, otras de las lacras de AMLO y la Cuarta T, propio del izquierdismo de séptima generación. Cosa que ni la Teología de la Liberación, que era de quinta generación de izquierdas, se atrevió a enarbolar. Resulta que una doctora nos viene a decir que, quien no lee este libro, no podrá «develar la realidad en la …». No se preocupe doctora, que decenas de millones de mexicanos por más de 80 años ya la conocen, por eso cruzaron y siguen cruzando la frontera rumbo a Estados Unidos. Las estupideces que uno debe leer y soportar, como si no bastaran las mañaneras.
¿Qué es un caudillo?
Dice Ismael carvallo Robledo: «Para detonar el diálogo, Tania (Hernández Cervantes) enumeró varias preguntas de gran actualidad: ¿la 4T es o no, verdaderamente, una transformación?; ¿el líder que la encabeza, AMLO, es único?; ¿se logrará instaurar un orden que dure?; AMLO pone fin a una época, ¿pero continúa la 4T?; ¿cuál es la diferencia entre un hombre de nación y un hombre de Estado?; ¿qué es un caudillo?
Bien, el Diccionario de la Real Academia Española dice:
Caudillo. 1- Nombre masculino. Jefe absoluto de un grupo armado. Usado también en sentido figurado.
2- Nombre masculino. Dictador político, generalmente militar.
Para la catedrática Carmen Collado: «Un caudillo es un hombre que tiene la lealtad de sus soldados y que no está dispuesto a compartir el poder con nadie», en referencia a Álvaro Obregón, el caudillo invicto de la Revolución, el hombre de armas más destacado del ejército constitucionalista. «La experiencia de Obregón es la que le enseña que necesita tres cosas para acceder y mantener el poder: uno, es el apoyo del ejército, otro, el de los trabajadores, y el de los campesinos».
Un caudillo en iberoamérica, es algo más de lo que dice el diccionario y no es nada bueno, pero es tan duro que no lo voy a repetir. Según las entendederas de Carvallo Robledo, Suiza sería un país del cuarto mundo porque no tiene caudillos. Para justificar el título de su libro dice Carvallo Robledo:
«el título se toma del que corresponde al último artículo, que a su vez se sitúa como pivote problemático fundamental de la filosofía política alrededor del cual un conjunto muy vasto de textos se organiza gravitando de manera tanto directa como oblicua, y que tiene como nervio medular el problema político de la relación entre un líder, un pueblo y la mecánica de conducción, seguimiento y cesión de voluntad, elementos centrales a todo proceso –vale decir drama– político digno de ser considerado con una estatura histórica o epocal, que es lo que para mí está ocurriendo con López Obrador, el último caudillo, y la Cuarta Transformación de México».
Es el colmo de la falta de vergüenza y honestidad intelectual, es uno de esos casos típicos de intelectuales medrando detrás de los políticos. La historiografía está llena de ejemplos, ahora mismo, recuerdo al nazi Martín Heidegger. Mark Lilla, el politólogo estadounidense recuerda una anécdota sobre martín Heidegger, en el epílogo del libro Pensadores temerarios. Corría el año 1934 y el pensador alemán acusado de colaboracionista del nazismo retomaba la enseñanza universitaria tras su paso como rector de la Universidad de Friburgo, cuando un colega se le acerca y le pregunta irónicamente: «¿De vuelta de Siracusa?» Esto dicho en referencia a los viajes de Platón a Siracusa, pero que en el caso de Platón es un episodio mal interpretado.
Leyendo en el blog de Ismael Carvallo Robledo, encontré dos artículos sobre Javier Milei, como no podía ser de otra manera el zurdaje internacional está histérico al respecto, e Ismael Carvallo Robledo no podía faltar. En uno de ellos titulado: «Milei: un populista anarco-capitalista y liberal», dice el autor:
«He visto con mucho interés la ceremonia de toma de protesta (sic)de Javier Milei como presidente de Argentina para el período 2023—2027, y debo decir que, entre otras muchas cosas que hay que analizar y monitorear respecto de lo que está por hacer con su gobierno y, sobre todo, con la economía de su país, lo que me ha parecido escandalosamente contradictorio y bastante chocante es el hecho de que los analistas, políticos o ideólogos que están a su favor no dicen nada del hecho de que lo que ocurrió en ese acto, y en general lo que define las coordenadas de su perfil y proyecto, es una rotunda, acabada y perfecta expresión de populismo.
En efecto, Javier Milei es un consumado populista, sólo que de ideología anarco-capitalista o anarco-liberal, y por tanto anti-nacional. Es populista porque su discurso inaugural de asunción del cargo, luego del juramento protocolar que tuvo lugar en el congreso nacional, fue ante las masas del pueblo enardecido que lo vitoreaba como el nuevo líder que los salvará de la catástrofe a la que ha llevado al país la clase política tradicional o casta política, según él mismo dijo durante su campaña. […]
«‘el populismo proclama hablar en nombre del pueblo, pero primero lo divide’, dijo en 2018 David Frum, asesor conservador republicano opositor a Donald Trump. ¿Acaso no ha dividido ya Javier Milei a la sociedad argentina al grado de que una de sus entusiastas le llegó a decir a Hernán Gómez Bruera que le deseaba la muerte a Cristina Fernández?
Así que, al igual que Trump en su discurso inaugural cuando asumió la presidencia, Milei despreció a los diputados del congreso nacional y no fue ante ellos, representantes electos indirectamente por el pueblo, sino ante las masas agolpadas en la plaza a las que él representa directamente como emitió su primer mensaje como presidente de la nación».
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En «Milei y la cuestión argentina», dice Carvallo Robledo:
«La noticia cayó como bomba en muchos lados. El candidato ganador en la elección presidencial de Argentina Javier Milei venció por poco más de diez puntos porcentuales a su rival Sergio Massa, actual ministro de Economía del bloque peronista-progresista que no pudo contener la que terminó siendo una avasallante campaña de encendida retórica y demagogia por parte de un candidato de perfil excéntrico, estrafalario (su pelo, además de parecer una peluca, parece también el de una caricatura japonesa de superhéroes) y ultra-liberal o anarco-capitalista con algunos elementos de racismo fascistoide (un amigo mío me dijo un día, con toda razón, que el mamarracho de Ricardo Salinas Pliego podría ser un Milei a la mexicana), pero que al final terminó por representar y resumir en su figura y discurso el repudio aplastante hacia la clase política en general por parte de una mayoría electoral que ha decidido optar por un cambio radical mediante la conocida fórmula y engaño del “político supuestamente no-político”».
El resto del articulo no lo voy a copiar por vergüenza ajena, primero, voy a responder a esto último, como Ismael Carvallo Robledo ignora lo que sucedió en la Argentina en los últimos cien años, dice tonterías y lo peor, se mete en cuestiones tan banales como el peinado o peluca de Milei y su racismo fascistoide, y eso de «un amigo mío me dijo un día…», y a quien le importa lo que dijo un amigo suyo. Me parece una bajeza en alguien que se cree un intelectual.
A mí también me dijeron y escuché de usted Carvallo Robledo, a muchas personas que algunos son mis amigos y otros no, sobre su condición personal, pero no voy a caer también en otra bajeza, al final, esas son cuestiones privadas que nada tienen que ver con la política. ¿Populismo? Los únicos populistas son los izquierdistas que prometen cosas que nunca van a poder cumplir, Javier Milei, nunca habló del pueblo ni estuvo adulando a esa masa informe e ignorante. ¿Qué es el pueblo para usted?
Como es marxista, ya sabemos que significa para usted «Pueblo». ¿Javier Milei dividió a esa cosa llamada pueblo? Lo que después de la segunda mitad del siglo XIX se llamó Argentina, siempre estuvo dividida, obviamente que usted ignora la política argentina. Y para que sepa, sus amigos los izquierdistas peronistas dividían entre patria y antipatria, y a los que no comulgaban con su fascismo mussoliniano los llamaban gorilas, cipayos, como le gusta recordar al papa Francisco, otro más.
Debería averiguar si Donald Trump cumplió con lo prometido o no, como usted lo ignora le informo que Trump es uno de los pocos políticos del mundo que cumplió con todo lo prometido y lo que no pudo terminar, no fue por su voluntad sino por sus opositores. En un artículo de mi autoría de 2015, titulado: «El Populismo», dije lo siguiente:
«Sin embargo, el fantasma que recorre el mundo, es el Populismo, que tampoco es nuevo, pero cobra fuerza en Europa e Iberoamérica. No es una nueva generación de izquierdas, la séptima, pero es un fenómeno muy extendido en nuestro tiempo. La séptima generación es distinta a las anteriores y surgió en Estados Unidos.
El Populismo es un término que no forma parte del diccionario de la Real Academia Española pero que, es de uso muy frecuente en la lengua castellana (española). El «populismo» es un concepto político que sirve para hacer referencia a los movimientos que rechazan a los partidos políticos tradicionales, pero no siempre, y que se muestran, ya sea en la práctica efectiva o en los discursos, combativos frente a las clases dominantes. El populismo apela al «pueblo» para construir su poder, entendiendo al pueblo como las clases sociales bajas y sin privilegios económicos o políticos.
Suele basar su estructura en la denuncia constante de los males que encarnan las clases privilegiadas. Los líderes populistas, se presentan como redentores de los humildes. El término populismo, por un lado, hace referencia a las medidas políticas que no buscan el bienestar o el progreso de un país, sino que tratan de conseguir la aceptación de los votantes sin importar las consecuencias». Por ejemplo:
«Sancionar a las empresas norteamericanas es una decisión propia del populismo, que tiene consecuencias nefastas desde el punto de vista económico», «El populismo de izquierda ha ahuyentado las inversiones y sumido a la población en la pobreza», «Quienes nos acusan de populismo son aquéllos que gozaron durante años de ganancias inmensas a costa de la pobreza del resto de la sociedad».
Dice Jesús Silva-Herzog Márquez, sobre el populismo:
“La palabra populismo es una nube de asociaciones detestables. Es demagogia, irresponsabilidad, rechazo a la negociación institucional, desprecio de las sumas y las restas, adoración de un caudillo. No hay ejercicio sobre el contenido de la palabra que no parta de la dificultad de encontrarle un marco. Es un concepto impreciso –si es que llega a ser concepto. Con la palabra se ha designado una vasta variedad de experiencias políticas: un movimiento intelectual de apreciación del campesinado ruso, una organización de granjeros racistas en Estados Unidos, muchos gobiernos latinoamericanos a lo largo del siglo XX y diversos movimientos de la derecha radical en Europa. Populismos de derecha y de izquierda.”
“Hay un aire religioso en los movimientos populistas que se expresa en esta noción de un universo partido entre el cielo de los buenos y el infierno asegurado a los malos. En la imaginación populista, el pueblo adquiere virtudes infinitas. El trabajador manual, el hombre sencillo y pobre encarna un ideal cívico, mientras que el burócrata y el banquero parásito son los enemigos de la sociedad. La política que alimenta esta fantasía es redentora e intolerante. Instaura, según Hermet, un “apartheid inscrito en los corazones.” Finalmente, el populismo niega dos veces la política. Primero cancela la posibilidad de un gobierno aceptable: los gobernantes son irremediablemente perversos. Sólo el héroe podrá expresar las demandas del pueblo. Después, el populismo niega la capacidad de la política de administrar el tiempo. No hay en su reloj manecilla para el futuro: al poner fin a la conspiración de los poderosos, el futuro llegará automáticamente. El populismo moderno se separa en alguna medida de ese radicalismo. No rompe definitivamente con las instituciones de la democracia representativa, las usa con frecuencia, pero mantiene una posición ambigua frente a sus ordenanzas. Se asocia hoy, sobre todo, con una expectativa de certeza y de poder firme. Nostalgia del hombre fuerte. Los populismos contemporáneos pueden ser paraguas multiclasistas, pero coinciden en la búsqueda de firmeza frente a la angustia de la incertidumbre.”
Soledad Loaeza apunta tres elementos centrales en todo populismo: un discurso que idealiza al pueblo, una relación directa y vertical entre el dirigente y las masas, y una aversión a las instituciones del pluralismo democrático. En todo caso, resulta claro que el uso común del concepto es peyorativo. Como el vocablo neoliberal, es una patología que nadie se atreve a reivindicar como propia.
El kirchnerismo (una versión coyuntural del peronismo) en la Argentina, capturó a un grupo amplio de llamados «pensadores». Pero no a Juan José Sebreli, que, en El malestar de la política, su último libro, da batalla dialéctica contra el neopopulismo iberoamericano. Un ensayo dado a luz cuando se postula al socialismo del siglo XXI como novedad y guía de Occidente, irónicamente constituye una ideología casi tan vieja como el mundo.
Este trabajo puede leerse como una respuesta inquietante a las ideas de Ernesto Laclau, gurú presidencial (fallecido en 2014), y también como una descripción sobre los peligros e implicancias que tienen esos proyectos para la democracia, y que cuyos militantes ignoran sus consecuencias. Juan José Sebreli vincula las experiencias argentinas y venezolanas con el cesarismo plebiscitado y el bonapartismo. Cita a Karl Marx, Max Weber y a Antonio Gramsci para remontarse a Roma y a Julio César, y luego a Napoleón III y a Ferdinand Lasalle: había que apoyar a un partido burgués de derecha que integrara a las masas y practicara el asistencialismo.
Jan José Sebreli sostiene con acierto que: «El peronismo no es una invención autóctona y original». Y que los populismos del 40 y del 50 eran: «continuadores a su modo del lado jacobino plebeyo del fascismo, cuando éste ya había sido derrotado. Pero con la ola izquierdista de mitad de siglo veinte no vacilaron en proclamarse ‘socialistas’ con el agregado de ‘nacionales’, algo que parecía novedoso, pero la denominación también había sido usada por el fascismo histórico. Los jóvenes de izquierda, desconocedores de la historia del pasado reciente, cubrieron con una apariencia revolucionaria a esta ideología de derecha no tradicional».
Dice Sebreli: «El populismo rechaza la democracia como una idea extranjerizante y cosmopolita ajena a la idiosincrasia nacional, y también al liberalismo pluralista porque disgregaría la unidad de la nación y del pueblo. El partido, como su nombre lo indica, es una parte, admite la existencia de otras partes. La relación entre el líder y las masas es pretendidamente directa y prescinde de las intermediaciones institucionales. El bonapartismo, el fascismo y el populismo se autodefinen como movimiento, expresión del pueblo y la nación en su totalidad, por lo tanto, el que no pertenece a él, queda excluido. Se niega la pluralidad, la disidencia, la oposición».
La denominación de movimiento nacional y popular, pero también democrático:
«Tergiversan la palabra democracia, le ponen adjetivos. Y un adjetivo le cambia el significado. El estalinismo también hablaba de la democracia popular. Pero eso nada tenía que ver con la democracia. Yo defiendo enfáticamente el sufragio, pero digo a la vez que no es suficiente. Mirá, nadie subió al poder con métodos más democráticos e institucionales que Adolf Hitler. Para que exista una verdadera democracia, debe haber un gobierno de mayorías y de minorías. Te doy un ejemplo pequeño: en Canal 7 (canal de TV del gobierno), la oposición legal no podría tener ni siquiera un programa». Dice Sebreli
Ismael carvallo Robledo, tiene en su debe no haber leído a Juan José Sebreli, en cambio se indigestó de autores como el colorado Abelardo Ramos, justamente de la izquierda nacional, quien no le hizo asco al puesto de embajador en México en el gobierno del neoliberal, así llamado por ustedes los izquierdistas, de Carlos Saúl Menem. O al empujador de guerrilleros marxistas, el gramsciano Portantiero.
En un artículo del 12 de abril de 2023, Ismael Carvallo, hace profesión de fe y se declara marxista: «Por qué soy marxista»:
«Escribo este texto copiando el título del que correspondientemente escribiera Ernest Mandel por ahí de 1978 y con el que me crucé recientemente en una publicación digital que lo reprodujo en conmemoración del centenario del natalicio de aquél extraordinario marxista belga, nacido el 5 de abril de 1923 y fallecido en julio de 1995.
A la obra de Mandel llegué de la misma manera en que llegué al marxismo: como autodidacta y abasteciéndome principalmente en librearías de viejo (ediciones ERA, Biblioteca de Pensamiento Socialista de editorial Siglo XXI), habiendo tenido eso sí una detonación académica fundamental que tuvo lugar en la Universidad de Warwick, Inglaterra, donde estudié un postgrado en Economía Política Internacional y en donde tuve mi primer contacto con esa órbita intelectual y política fascinante a través de los gramscianos británicos (Robert Cox, Stephen Gill, Quintin Hoare), y de la que ya nunca me he salido.
Estoy redactando esto fuera de mi biblioteca, así que no me es posible buscar los libros de Mandel con que cuento. El único que recuerdo de memoria es el extraordinario El significado de la Segunda Guerra Mundial, que es una apabullante reconstrucción estructural de los factores que determinaron aquella colisión histórica tan importante para el siglo XX, y que Mandel expone con una soberanía y una penetración analítica y crítica verdaderamente fascinante».
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Bueno, debo confesar que yo no leí nada de Ernest Mandel, pero llegué al trosko en mención, por un artículo del amigo ya fallecido Carlos Semprún Maura, y la verdad me divertí mucho con el tal Mandel, ya que era un perfecto gilipollas:
«Resumiendo: la tesis central de Trotski y de sus discípulos consistía en afirmar que lo que ocurría en la URSS, su degeneración, exigía una “revolución política”. y sólo eso, porque la base del sistema seguía siendo socialista. O sea, que la propiedad privada y las leyes del mercado seguían abolidas. Con lo cual fácil es imaginar que, para las diferentes secciones y escisiones de la IV Internacional, un cambio en la dirección del PCUS (a condición de que reconociera los méritos de Trotski) bastaría para que la URSS se convirtiera en lo que proclamaba su propaganda: la Patria de los Trabajadores. Porque sobre los demás dogmas, o sea la “dictadura del proletariado”, la justificación del Terror (véase Su moral y la nuestra de Trotski) y demás, mantenían los mismos principios, incluso de forma aún más sectaria.
Me fui distanciando. Pero fueron los propios trotskistas los que me alejaron definitivamente del trotskismo. Podría contar mis anécdotas, pero me limitaré a referir el caso de Ernesto Mandel, líder indiscutible de una de las corrientes troskas. Cada vez que nos veíamos, y nos vimos a menudo durante un periodo, me preguntaba cuándo iban a estallar las insurrecciones campesinas en Andalucía. La primera vez me sorprendí mucho, pero pensé que tal vez tenía informaciones que yo desconocía.
Después, cuando repetía y repetía la misma pregunta y yo le contestaba que no se divisaba la menor insurrección campesina en Andalucía, su réplica consistía siempre en decir que no podía ser, que tenía que producirse necesariamente, puesto que Trotski, por los años treinta, lo había afirmado en un escrito. Yo, desde luego, vivía un delirio –o ilusión– revolucionario, pero me di cuenta de que Mandel y los suyos vivían totalmente inmersos en el pasado, totalmente fuera de la realidad; un delirio infinitamente más delirante que el mío. Y claro, no se trataba únicamente de las insurrecciones andaluzas.
Como se habían hecho la ilusión de que AC ingresaría en la IV Internacional, y algunos lo estuvimos pensando –yo escribí en su prensa, y otros, como Ubierna, se adhirieron a nivel personal–, cuando después de dudarlo decidimos no hacerlo, lógicamente se enfurecieron. Recuerdo mi ruptura personal con Mandel, que me había citado para un cara a cara en un café del bulevar San Miguel, para una explicación a fondo. Después de una farragosa discusión, me espetó: “Pese a todo, lo esencial es que los comunistas y nosotros estamos detrás de la misma barricada anticapitalista”. Y yo dije: “Pues yo estoy en la barricada de enfrente”. ¡La que se armó!
¿Qué significaba para mí la “barricada de enfrente”? Había llegado a la conclusión de que, pese a sus defectos, las democracias parlamentarias eran preferibles a cualquier dictadura, de izquierda como de derecha. En realidad, había llegado un poquitín más lejos, pues consideraba que el peor sistema político existente, una vez destruido el nazismo en la guerra, era el comunista, el que padecían en la URSS, China, Vietnam, etc. Por lo tanto, para mí los partidos comunistas, prosoviéticos o prochinos, eran enemigos políticos. Eso me planteó los habituales problemas en el seno del FLP, donde la mayoría consideraba que estábamos en la misma barricada antifranquista, pero también, de otra forma, en AC.»
Carlos Semprún Maura, «Por qué deje de ser de izquierdas».
Es así como actúan los intelectuales como Mandel, viven fuera del mundo realmente existente. Sigamos con don Ismael:
«Así que, ante la pregunta ¿por qué soy marxista?, diría yo que lo soy porque fuera de las coordenadas del marxismo es imposible comprender el sistema de contradicciones dominantes de nuestro tiempo que se perfilan a partir de la doble revolución epocal de la edad contemporánea: la revolución industrial, de la que se desprende la poderosa dinámica de la economía moderna –ya sea capitalista, ya sea socialista–, y las revoluciones ideológico-políticas atlánticas (la francesa, la norteamericana y las hispánico-americanas), de las que se desprende y recorta la nación política con pueblo soberano e igualdad formal ciudadana como unidad básica de comprensión de la dialéctica geopolítica mundial.
Gustavo Bueno dice además que la clave de Marx fue la de haber logrado una conjugación intelectualmente explosiva entre la idea de objetivación de la filosofía clásica alemana con la de fabricación de la economía política inglesa, encapsulándolas luego en la de producción como pivote explicativo de toda la antropología filosófica futura. Soy marxista porque no serlo significaría no saber el mundo en el que vivo, de la misma forma en que soy aristotélico porque no serlo significaría no saber cómo se organizó el mundo a partir de sus fundamentos lógicos perfilados en la antigüedad, y que llegan hasta nosotros».
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Es verdad, usted no sabe cómo es el mundo donde vive, el marxismo político es inútil e inservible para entender el mundo actual en marcha. Se le olvidó mencionar que Gustavo Bueno Martínez (del que, por lo visto no aprendió nada) destrozó el marxismo y en cuanto a que usted lo sea, es su problema ¿Qué quiere que me ponga a llorar? ¿Qué me flagele por irresponsabilidades ajenas?
Hay quienes se llaman jacobinos en la actualidad y ahora participan de partiditos de la izquierda española, que me imagino sus reuniones la deben hacer en una cabina telefónica. Con tal de que desaparezcan de la Fundación Gustavo Bueno, lo que sea, que ya hay demasiado cripto-marxista metido adentro.
Dice Ismael Carvallo Robledo al borde de las lágrimas (por AMLO) el peje:
«Sí: se va el que tal vez sea el último caudillo de la historia de México; el último héroe en el sentido de Scheler, no sé si me explico. Luego vendrán otros, desde luego. Más técnicos, más equilibrados, y también más mediocres. Políticos profesionales en todo caso. Pero como él ya no habrá nadie, creo yo. Como él ya no.
[…] El héroe, dice Scheler, es aquel que pone en el centro de todo su ser la realización de lo noble, que se consagra a un valor ‘puro’ y no técnico, mientras que el genio es el que realiza su individualidad en sus obras creando cosas ejemplares y únicas, perdurables».
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—¡Dios mío, Dios mío!, ¡por qué me has abandonado!, ¡Eloi, Eloi, Lama Sabactani!—
Don Ismael Carballo Robledo estuvo muchos años integrando el núcleo de la Fundación Gustavo Bueno, y se fue, luego de tratar de colar la séptima generación de izquierdas y no tuvo éxito, digamos que abandonó con la cola entre las piernas. La gente ajena a estos círculos seguramente no sabe de qué estamos hablando. En aquellos años Ismael carvallo Robledo presento su llamada Tesis de Gijón.
Él como Santiago Armesilla Conde, otro idealista marxista, que en estos años se convirtió en un revolucionario de YouTube, estaban tratando de encontrar la séptima generación de izquierdas, y se puso en marcha todo un aparato para sumar a todos en el socialismo del siglo XXI, ¡Sí, el bolivariano!, instrumentaron un periódico digital llamado El Revolucionario, y como siempre pasa con las izquierdas terminaron todos enfrentados. Un mal propio de los zurdos, son cuatro y se dividen en 5.
Para ilustrar sobre las Tesis de Gijón (el equivalente al Manifiesto Comunista, pero del tercer mundo) y el revuelo de la séptima generación de izquierdas, voy a copiar parte de esas discusiones, esta vez, al recientemente fallecido José María Rodríguez Vega. Publicado: Sab. mayo 26. 7:19 am. Título del mensaje: La filosofía de la historia del botellón.
Hola. Baldomero ha tenido la gentileza de meternos en otro sitio esta cita de Carvallo:
Cita:
<Se trata de dirigir el curso de estas tesis hacia la configuración de una plataforma ideológico-política en cuyo suelo queden ofrecidas (…) las líneas maestras que definirán a la que, desde la filosofía de la historia del materialismo filosófico, será denominada como la [/i]séptima generación de la izquierda[/i].> Así, aparte de los universalismos exsocialistas y capitalistas (pues el socialismo real se ha hundido) que desde luego no pueden ir dirigidos hacia la configuración de ninguna plataforma, tenemos que todo lo más o menos “racional” es ahora propiedad de la “Séptima”.
No sólo ahí el Sr. Carvallo configura plataformas “ideológico-políticas” a go-gó, o según su santo y legítimo capricho, sino que es él el que “define las líneas maestras” que “definirán” a su vez a la santa Séptima izquierda. No diré yo que Carvallo no sea un sujeto de mucha valía -Dios me libre-, pero es para echarse a temblar como sale y surge de la más crasa nada una nueva generación entera de “izquierda” basándose únicamente en una supuesta “filosofía de la historia” del MF. Aún me queda por saber si esta famosa filosofía es la filosofía de la Historia Universal (aquella señora hegeliana que anda por ahí hacia no sé dónde), o es la filosofía de la historia de otra cosa cualquiera, de la historia de España, del melocotón o de la economía socialista, por ejemplo. Como no creo que esa historia se refiera al melocotón o a España, debe referirse sin duda a la “Historia Universal”…cuya última etapa no puede ser otra cosa sino el mismísimo Materialismo filosófico, que por su adviento, nos aclara y define qué es eso de la Séptima justo en el momento en que Bueno calla y no sabe nada de ello: <¿Qué podemos concluir? Nada, y menos aún formular las líneas de una séptima generación de izquierdas. (Don Gustavo)>.
Pero no me hagáis caso, puesto que yo -el burlador- manipulo los textos sacándolos de su contexto.
Entonces, como beber vino o las bacanales y saturnales no parece hoy día cosa muy racional, viene este septimio del Armesilla y me dedica a mí su mensaje, como diciendo: <¿Ves? Lo contrario del botellón es parte de los “componentes esenciales de carácter socialista” de la Séptima…Esto es la Séptima.>
Que todo lo que la razón ve como razonable pertenece a los septimios y a su maldita Séptima, y es ya y en sí mismo y en cuanto razonable, Séptima en bruto. No es posible así equivocarse aún y a pesar de que tampoco en este caso sabe Don Gustavo (Bueno) “qué se hace con esa gente y cuáles son las raíces de todo eso”. Los de la Séptima sin embozo lo saben (por lo menos el Armesilla). Saben que los de la Corriente Roja están indudablemente equivocados en su “revolución juvenil” o en su “demanda insatisfecha de espacios de socialización públicos” o socialización de la borrachera. Y como lo sabe eso es la Séptima.
No conocemos aún la tesis de los septimios del porqué del fenómeno del Botellón… Pero sea cual sea esta tesis pertenecerá una vez descubierta sin duda alguna al elenco majestuoso de acervo de la Santa Séptima, ya que semejante hallazgo estará sin duda basado en el MF (Materialismo Filosófico) y su “filosofía de la historia” universal o de la historia del vino y la borrachera. Como estos de la Corriente Roja son anormales, lo normal es la Séptima… Como ellos son así nosotros somos asá, esto es, lo verdadero. Y no hace falta ni pensar en el por qué… Se mete aquí como mensaje y asunto hecho. Hecho y acabado: Todo lo normal y racional es algún “componente esencial de carácter socialista” de la Séptima… Por eso la dicotomía sacada por Armesilla no es entre el botellón y la sobriedad, sino entre “el botellón y la izquierda”, o al revés, como dice el título del fabuloso tema de Armesilla: <La(s) Izquierda(s) y el Botellón>… Y está muy claro que todas las izquierdas (incluyendo los grupos de los “pseudogrupos” trotskystas -¡?!-) están equivocadas y son irracionales menos la certera Séptima, que para eso está aquí y es una “izquierda sobria”.
No es de extrañar que la “Séptima” quede como lo que no es más que eso: una opinión personal de cuatro sujetos más o menos fundada sobre el error del mundo: Botellón, Sindicatos, jacobinos, progres, subcomandantes Marcos, otras izquierdas, ETA, el populismo, etc. Esperemos que no crean que todas las fundadas opiniones sobre cualquier cosa y tema han de estar bajo las banderas de la Séptima. ¿No tendría eso, tal vez, septimios míos, un ligero tufillo dogmático?
¿No será que en una confusión majestuosa llamaseis “Séptima” al realismo político y al racionalismo vulgaritos? Y eso en una época en que nadie cree aquí, ni en el Trono ni en el Altar. ¡Qué bello sería eso de ser los “protagonistas” de la Historia! Largos siglos dirían admirados de Carvallo, Armesilla y otros y en letras de mármol y bronce:<Estos son los Padres fundadores del izquierdismo científico. Los de la Séptima. Honor y gloria>
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Lo peor de todo, es que estos sujetos no se enteraron nunca, ni se quieren enterar es que ya estaba funcionando una séptima generación de izquierdas, nacida en Estados Unidos, cuyo padre fue el renegado (con razón) del marxismo, el ex de la Escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse. Uno de los fallidos revolucionarios se fue con el PRD a México, herederos del PRI y el otro tratando de hacer la revolución en las redes, lugar donde se pueden encontrar muchos cabezas de termo, en especial hablando de la hispanidad, tema que atrae mucho distraído por no decir otra cosa, ese espacio de la hispanidad está plagado de oportunistas y estafadores.
Carvallo Robledo terminó siendo, aunque él crea que hace política, un pequeño burócrata a sueldo, logrando que le publiquen libros con el dinero de los mexicanos, es decir, lo que dice Javier Milei, la Casta, los vividores de la política. Luego de un fallido paso por una facultad de filosofía en León, Guanajuato. Una supuesta facultad en la que embarcaron lamentablemente al profesor Gustavo Bueno Martínez. No se preocupe don Ismael, gane quien gane las elecciones en México seguirá siendo socialista, ya lo llevan en su ADN.
No sé porque el supuesto intelectual Carvallo no habla del narco. Hace unos años en un artículo hice una distinción entre narcopolítica y narcoestado, el narcoestado es aquel que pone a disposición de los traficantes de todo tipo de estupefacientes, las tres capas de poder del Estado. Su capa conjuntiva (ley Cienfuegos), capa cortical (militares y policías, fronteras, al servicio del narco) y su capa basal (producción, elaboración, distribución, etc.). No me voy a meter con las denuncias que hicieron en su momento periodistas de buena reputación, de Estados Unidos, ni falta que hace.
Un jefe de gobierno de un Estado, si tiene la voluntad de combatir al narco, lo hace. No comparte la soberanía territorial con los narcos, es innegable que los narcos manejan una media docena de estados en México. El 12 de mayo de 2024, el medio llamado INFOBAE, informaba lo siguiente:
«Los grupos del crimen organizado están convirtiendo las elecciones mexicanas en un campo de batalla en toda regla, haciendo de la campaña de este año una de las más mortíferas de la historia moderna del país. Más de dos docenas de candidatos han sido asesinados antes de la votación del 2 de junio, cientos han abandonado la carrera. Más de 400 han pedido seguridad al gobierno federal. La campaña de intimidación y asesinatos está poniendo en peligro la propia democracia.
El objetivo de los grupos armados es instalar a líderes amigos en los cargos locales para poder explotar mejor a las comunidades mexicanas. Los cárteles, que antes se centraban principalmente en el envío de drogas a Estados Unidos, ahora también trafican con inmigrantes, extorsionan a empresas y consiguen contratos para las empresas que controlan. Quieren nombrar a los jefes de policía y directores de obras públicas de las ciudades».
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Es obvio, que Andrés López Obrador, pactó con el narco, a cambio de «abrazos y no balazos», mejor dicho, de muchísimo money. En conocimiento de la historia el peje es un cero a la izquierda, identificar al estado mexicano con los mexicas, es tratar de esconder que en la región de lo que hoy es México, donde había centenares de tribus y enfrentados unos a otros, algunos más sanguinarios que practicaban canibalismo como los mexicas, que no aztecas (error del alemán Humboldt).
Tomar partida por los mal llamados aztecas, es eliminar de la historia a centenares de grupos indígenas que habitaban la región, y si fuera así, el territorio sería muy reducido. Lamentablemente, México desde el verdadero padre de la patria Agustín Iturbide, siempre estuvo en el lado equivocado de la historia, siempre con los perdedores, llámese «república española», es decir, las izquierdas españolas que fueron derrotadas por el generalísimo Francisco Franco, y hasta la fecha en que han convertido el país en una cueva de izquierdistas, y su diplomacia reducida a proteger a delincuentes (siempre y cuando sean de izquierda).
¿Y qué de la economía? Bien, a los intelectuales como Carvallo Robledo los aterra los datos. Las remesas son una fuente muy importante de dólares para la economía mexicana, sólo después de las exportaciones no petroleras. A diferencia de las petroleras, las remesas han mantenido una dinámica de crecimiento muy importante en los últimos años, particularmente desde el inicio de la pandemia, incrementando el poder adquisitivo de los hogares de menores ingresos (CEMLA), que son quienes más los necesitan.
Cerca del 96% de las remesas que llegan a México lo hacen desde Estados Unidos, y el monto anual que se envía anualmente no ha dejado de incrementarse desde hace 10 años. Con los datos de 2023, se registraron en los primeros 11 meses del año 8.7% más remesas que en el mismo periodo de 2022. El envío de dinero del exterior en concepto de remesas para 2023, asciende a 63,313 millones de dólares, importe superior al año anterior que fue de 58,867.
¿Carvallo, que hizo el peje por la economía? Las exportaciones no petroleras que aquí no se menciona, pero lo vamos a hacer, se debe en mayor porcentaje al producto del narco crimen, una industria que produce más dinero que el petróleo.
Diario La Prensa: El desmadre de MORENA
Es la empresa petrolera más endeudada del mundo, debe 106,800 millones de dólares. El gobierno de MORENA no es el único en el cual genera pérdidas PEMEX, pero sí cuando más aumentaron. Busqué en el diccionario de la Real Academia Española qué adjetivo es el más adecuado para señalar una situación económica como la del monopolio estatal petrolero mexicano, y me marcó el término desmadre, cuyos principales sinónimos son: desorden, caos, abuso y exceso.
De 2013 a 2018, PEMEX perdió 12 dólares por cada barril de petróleo, de 2019 a septiembre de 2023, 32.2 dólares, pérdidas 168.3 % mayores que en el gobierno anterior. De 2019 al primer trimestre de 2024 PEMEX recibió vía apoyos directos del gobierno federal 1.75 billones de pesos (IMCO).
PEMEX es una costosa carga para los mexicanos. No aporta ni 5 centavos netos a las finanzas del gobierno, quien le redujo casi totalmente el pago de impuestos, que son mucho menores a los miles de millones que le transfiere el gobierno a ese monopolio para cubrir sus pérdidas y deudas. De 2019 a 2022, PEMEX perdió 31,500 millones de dólares y recibió subsidios equivalentes al 4 % del PIB.
Vende gasolina más cara y de menor octanaje que empresas privadas petroleras en EUA que ganan dinero.
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Para los gobiernos mexicanos el gran negocio fue expulsar a su gente al exterior, al demonio imperialista Estados Unidos, y de esa manera se aseguran de recibir una gran suma de dinero que los mexicanos del exterior, con su trabajo logran mantener la paz social en muchos estados de México, construyen escuelas, arreglan iglesias, plazas, se construyen viviendas, arreglan calles y caminos.
Unos verdaderos héroes, mientras tanto unos chupatintas nos quieren pintar al ignorante de López Obrador como el salvador de la patria. Su pertenencia al Grupo de Puebla ya lo delata, al Foro de San Pablo, su ayuda al hambreado Cuba, no al pueblo sino a los capangas que someten al pueblo. Alguien que usa palabras metafísicas, vacías de contenido, no se puede llamar intelectual, eso sería banalizar lo intelectual. A eso mis amigos del café lo llaman «chupamedias», «barbero» o lame tal cosa.
Mayo de 2024