El sueño chino
De Sun Yat-sen a Xi Jinping
Ricardo Veisaga
Sun Yat-sen Mao Tse-Tung Deng Xiaoping Xi Jinping
Artículo publicado en la revista Metábasis
Los medios de comunicaciones mundiales diariamente hablan de China, las constantes referencias a China van desde xinólogos al homo qualunque, críticas a favor y en contra, de izquierda a derecha. Pero la mayoría de ellas son superficiales y carentes de un análisis político objetivo, y están en general determinados o limitados por ideologías.
Marx decía que para conocer a una persona no solo se debe tener en cuenta lo que dice, sino también lo que hace. Y eso es válido también para los Estados. Y lo que hacen puede estar en total contradicción con lo que dicen, y es a mi entender, lo que sucedió y aun sucede con China. La nematología contradictoria que envuelve al ortograma chino.
No me voy a detener en la historia anterior a Sun Yat-sen porque no es propósito de este artículo. Este ortograma proléptico o sueño chino se puede sintetizar en cuatro personajes y sus respectivas políticas, Sun Yat-sen es considerado el Padre de la revolución republicana a inicios del siglo XX, Mao Tse-Tung es el fundador de la nueva china y Deng Xiaoping, el arquitecto de la reforma y la apertura china desde finales de la década de los setenta, y actualmente Xi Jinping.
Respecto al «sueno chino» debe oponerse otra mirada histórica, sin meternos en cientos de años, y me refiero al llamado «siglo de las humillaciones» (1839-1949), incluyendo los últimos sesenta años de la dinastía Qing, desde la guerra del Opio (1839-1842) hasta el principio de la república (1911), y también las cuatro turbulentas décadas de ese régimen (1912-1949), en la que China se vio inmersa en una guerra civil entre las fuerzas nacionalistas de Chiang Kai-shek y las fuerzas comunistas lideradas por Mao Tse-Tung.
A esto hay que sumar las disputas militares entrecruzadas entre las dos fuerzas con las tropas de los señores feudales, y la lucha contra la invasión japonesa. Este periodo se terminó con la victoria del Ejército Popular de Liberación y la constitución de la República Popular china, el 1 de octubre de 1949.
Sun Yat-sen (1866-1925) fue el primer presidente chino, y ejerció un papel preponderante en la articulación de la oposición al emperador, y en la preparación de un terreno propicio posterior a la caída del Imperio. Sun Yat-sen provenía de una familia campesina de Guangdong, y recibió una educación occidental de manos de unos misioneros de Honolulú, lugar a donde había emigrado con su hermano mayor. Estudió medicina en Hong Kong, en Honolulu formó una organización anti-manchú, que luego lo extendería a Hong Kong, el fin que perseguía era crear la república.
En Cantón organizó una rebelión que fracasó y se tuvo que marchar al exilio por dieciséis años. En 1905, fundó la Liga de la Alianza en Tokio, la que estaba centrada en «los tres principios del pueblo», primero: nacionalismo (expulsión de los bárbaros, eliminación del manchuísmo y regeneración de la nación), segundo: la democracia (creación de una república), tercero: una mejora en la vida del pueblo (igualdad en la propiedad de la tierra).
Sun Yat-sen creía que al poner en marcha estos tres principios, China podía superar a Estados Unidos y a Inglaterra, básicamente este es el origen del ortograma chino. En octubre de 1911 dio inicio a una revolución militar en Wuchang que fue apoyada por la asamblea principal de Hubei que se proclamó independiente del imperio feudal, luego se sumarían otras provincias de la China central y meridional.
Se proclamó la república y Sun Yat-sen asumió como presidente provisional. Estuvo en el cargo algunos meses y luego fue reemplazado por Yuan Shikai, después de choques militares entre las fuerzas revolucionarias y gubernamentales comandadas por Yuan. En febrero de 1012, Yuan obtuvo la abdicación de la dinastía y en marzo Sun Yat-sen le cedió la presidencia. Yuan disolvió el parlamento, modificó las constituciones y se autoproclamó emperador en 1915, murió en 1916 y China se sumergió en luchas por el poder entre caudillos regionales.
El fracaso de la revolución de 1911 fue clave para que Mao abandonara el objetivo de aprender de Occidente. Una de las mayores causas de la decadencia de China fue cerrarse al mundo y repudiar los avances científicos y tecnológicos provenientes del Renacimiento y de la Revolución industrial, la apertura al exterior, según Sun Yat-sen, no solo debía darse en economía, en el comercio, sino también en la ciencia y en la tecnología.
En lo económico significaba atraer inversiones extranjeras directa, alianzas con esas empresas, renovarse a partir de los avances en ciencia, tecnología y cultura. Sun Yat-sen había sido testigo de ese avance en Japón, una de las naciones más pobres del siglo XIX, y que gracias a la restauración Meiji se convirtió en una potencia regional y global, por su apertura a Occidente. Sun pensaba que China, que era veinte veces el territorio de Japón, en cinco años podría ser diez veces mayor que Japón.
Sun vio la decadencia de China, su debilidad ante los pueblos invasores y las duras condiciones que el sistema gobernante imponía a las mayorías campesinas. Intentó reconciliar el confusionismo con el nacionalismo y con el modelo occidental de sociedad moderna que vio en Inglaterra y los Estados Unidos. Sus reflexiones sobre la política internacional influyeron mucho en los líderes posteriores.
Luego de su muerte Sun fue considerado el Padre de la nación china. Hoy, se estima que sus ideas se anticiparon al programa de Deng Xiaoping, de reforma y apertura de fines de los setenta, pero en contraste con las políticas de Mao Tse-Tung.
Mao Tse-Tung
La revolución china fue la primera revolución social y una de las primeras con una base campesina, sin ninguna colaboración de la ciudad, sólo llegaron a ella para tomar el poder. Mao Tse-Tung era un campesino que no vivió en ciudades y sólo viajó al exterior, a la Unión Soviética, en su vejez y luego de tomar el poder.
Su conocimiento del marxismo fue muy elemental, a través de pobres y escasas traducciones al chino, no hablaba lenguas extranjeras. Tampoco conoció el concepto marxista de modo de producción asiático importantísimo para analizar la realidad china. La formación de Mao se debía al arte, a la filosofía y a la literatura china, la poesía, y durante la Larga Marcha consultaba el I Ching.
No conoció el pensamiento Occidental, incluido en ello el marxismo, la sexta generación de izquierdas no pertenece a la historia del socialismo Occidental. El maoísmo tiene sus raíces en la historia de la china clásica. Si bien es cierto que la revolución china se da en lo social, lo económico y político, su ascenso tiene mucho que ver con las dinastías fundadas en torno a un líder carismático. Un líder campesino que sube al poder por una revolución social de campesinos hambrientos.
En la historia china es una constante como los nuevos emperadores, una vez en el poder, llevaban a cabo purgas en contra de aquellos que lo entronizaban. En la segunda mitad del siglo XII a. C., los gobiernos de la dinastía Shang que habían caído en la corrupción y en la explotación de los campesinos, fueron eliminados por los Chow, que eran tribus nómades atrasadas.
La dinastía Ching, 200 a. C., cayó por las grandes revueltas de los campesinos ayudados por los esclavos. Wang Mang, a comienzos del siglo I, perteneciente a una familia de funcionarios militares pobres, se presentó con un programa de reformas en el año 9, derrocó al emperador, les arrebató las tierras a los grandes terratenientes y declaró la tierra como propiedad estatal.
Persiguió el comercio, planificó la economía, intentó imponer la moral confuciana hasta en lo más íntimo de la vida privada, digamos que es un antecedente de los totalitarismos modernos. Wang Mang a su vez fue derribado del poder por un levantamiento campesino, debido a la gran hambruna por el llamado «Ejército del bosque verde».
Liu Siu, fundador de la dinastía Jan, accedió al poder y puso el acento en el estatismo del modo de producción asiático. La dinastía Jan fue igualmente derrocada del poder por un levantamiento campesino conocido como «Turbantes amarillos». Entre los años 870 y 900, los últimos de la dinastía Tang, muchos terratenientes formaron ejércitos con sus propios campesinos y se levantaron contra el poder central.
Un rico y próspero comerciante en el año 875, organizó una revuelta social dando lugar a una guerra campesina que duró diez años. En ese proceso derrocó a la nobleza, confiscó tierras y proclamó el imperio Gran Chi que tuvo lugar en los últimos años de la dinastía Tang.
El líder campesino Honan, conocido por sus seguidores como el Padre Reverendo, surge a la caída de la dinastía Sung en el siglo XIII, sublevó a los campesinos con las siguientes palabras: «La ley que divide los plebeyos de los nobles, que separa a los ricos de los pobres no es una buena ley. La ley que yo implantaré conferirá igual rango a plebeyos y nobles e igual grado de riqueza y pobreza».
Entre los siglos XIII, XIV y XV, fue fundada la dinastía Ming por un campesino y por medio de una revolución. Durante la dinastía Ming surgió una guerra civil que duró veinte años, trece jefes rebeldes se ganaron el apoyo de los campesinos al repartir las propiedades con ellos. Siglos después Mao Tse-Tung haría lo mismo.
Este breve repaso por la historia china nos muestra los antecedentes del maoísmo. Dos cosas hay que tener en cuenta, uno, que el maoísmo y su posterior desarrollo llevó a una industrialización en detrimento del campesinado, lo que hace imposible una nueva revolución campesina.
Segundo, el autoritarismo, la violencia, el despotismo y la intolerancia ejercida hacia los súbditos es parte de la cultura china. Una de las preguntas que los estudiosos se siguen formulando es sobre cuál fue el motivo, que, en algún momento de la historia, llevó a Oriente y a Occidente a seguir caminos opuestos.
Querer explicar el atraso teórico, científico y el poco desarrollo económico de Oriente, por argumentos étnicos o raciales no sirve. Oriente en otros tiempos demostró un espíritu creador superior al Occidental, los chinos inventaron el papel, la pólvora, la brújula, la astronomía y la imprenta.
No se puede recurrir al argumento del imperialismo Occidental, ya que la última etapa de esplendor de Oriente fue a fines de la Edad Media, digamos, que China estuvo en soledad por siglos sin la presencia de ningún enemigo extranjero.
Una de esas causas hay que buscarlas en el singular sistema económico, político y social, que el filósofo Hegel, antes que nadie, denominara con el nombre de «despotismo oriental», y que Marx tomara de ella la categoría de «modo de producción asiático», una categoría que no era geográfica sino histórica, puesto que se dio tanto en África y en la América precolombina.
Esas sociedades burocráticas contenían muchos de los rasgos típicos de los sistemas totalitarios modernos. Ausencia de libertad, el culto o la idolatría a los emperadores o gobernantes, la ausencia de la propiedad privada, un sistema estatal despótico, paternalista y protector, en donde la burocracia estatal poseedora de los medios de producción era la clase dominante.
En cambio, el desarrollo histórico de la Europa Occidental se debe entre muchas cosas, a la apropiación de los medios privados de producción y a la distinción entre clases y su consecuente lucha entre ellas. Es en este sentido que cobra importancia las luchas sociales, estas formas antagónicas de producción provocaban en sí mismo las condiciones para resolverlas esos antagonismos.
Algo que no lograron las estructuras más o menos anquilosadas como la asiática clásica, que impedía los conflictos y detenía la evolución de las sociedades como la china, la árabe o la hindú. Este mismo sistema impedía el surgimiento del individuo desprendido de la familia, de la tribu, de los clanes o de la comunidad. «El sujeto aquí no existe como persona», decía Hegel.
El concepto de individuo, de persona, es exclusivo de la civilización Occidental. En la filosofía y religiones orientales, la personalidad, la voluntad, la acción individual, el deseo de vivir, el anhelo de superación, constituyen el mal y son fuente de dolor de los que hay que desprenderse, diluyendo los límites subjetivos y fusionándose con el cosmos, con el Ser Universal o el Gran Todo, como dice Juan José Sebreli, en su libro: «El asedio a la modernidad». El modo de producción asiático es causa esencial pero no única, para analizar el ocultamiento de Oriente del mundo.
Las diferencias entre Mao Tse-Tung y la Internacional Comunista (Komintern) atravesaron la década de los años veinte y en el siguiente (debido al nacionalismo chino) y en la construcción socialista. A mediados de los cincuenta, Mao empezó a cuestionar el modelo soviético de desarrollo. Se criticaba fuertemente la planificación centralizada que apostaba a la industrialización con el mayor énfasis en las industrias pesadas.
Las características chinas sugerían la importancia de la agricultura y la industria ligera, la industrialización del campo, la planificación descentralizada, el acento en proyectos intensivos en mano de obra antes que, en capital, el desarrollo de las zonas del interior, las más pobres. La china de Mao se fue alejando gradualmente de la Unión Soviética y en 1963 rompió con ella en su disputa por la hegemonía del movimiento comunista internacional.
Después Deng Xiaoping, desafiaría la ortodoxia de la construcción del socialismo en base a nuevos enfoques sobre la relación entre mercado y planificación, y sobre la composición del partido, de esa manera se llegó a lo que llaman bajo Xi Jinping el socialismo con características chinas. En febrero de 1956, meses después que Jruschov denunciara los crímenes perpetrados por Stalin, Mao lanzó su campaña «Que se abran cien flores y compitan cien escuelas», con el fin de criticar a la intelectualidad no partidaria y estrechar la brecha entre pueblo y partido, entre el gobierno y los gobernados.
Ante el ataque, la intelectualidad se agrupó y criticó a la burocracia, a la corrupción incluso al partido y a la existencia misma del socialismo. Mao se replegó y habló de la «crítica correcta y la incorrecta», calificando a los que ejercían la segunda como «mala hierba venenosa», de esa manera liquidando todo posible debate con los intelectuales.
El Gran Salto Adelante (1958-1961)
Como vimos, tanto en el sueño chino como en las propuestas marxistas, el salto de una economía atrasada y agraria a una potencia industrial se mostraba muy lejana. Mao creía que la enorme población de China era el principal recurso que tenían, por tanto, ya sea por cuestiones ideológicas como prácticas, el «modelo chino» solo podía ser intensivo en trabajo y lograr un vínculo agrícola-industrial menos conflictivo que la de la revolución rusa.
En este contexto surgió el Gran Salto Adelante para elevar la producción, combatir con la movilidad popular a la burocracia del partido, elevar la producción industrial, lo que llevaría a una menor dependencia con la URSS, reducir la brecha entre el campo y la ciudad mediante pequeñas industrias rurales, atacar el subempleo rural y el urbano, lograr que el campesinado aprendiera a manejar la tecnología, de esta manera sería posible obtener saltos espectaculares en la producción industrial de un modo diferente a la Unión Soviética.
Después de cada reunión del Comité Central las metas de producción eran incrementadas, si se dudaba del potencial de las masas, se los calificaba de contrarrevolucionarios. Los funcionarios locales, por temor, falsificaban las cifras, se inflaba de manera grosera respecto a la producción real. Las metas del II Plan Quinquenal 1958-1962 se desinflaban con rapidez.
En 1960, Mao, había dicho que China sería el tercer productor de acero del mundo. Para equilibrar el sesgo industrialista Mao Tse-Tung, ideó una forma de organización revolucionaria, la comuna, sería el emblema del Gran salto Adelante. Mao una vez más apeló al utopismo, y este le pasaría factura, aumentando el descontento popular respecto a la economía y a la falta de los abastecimientos básicos, el resultado fue catastrófico.
En diciembre de 1958 se reunieron los líderes más importantes del partido para proponer importantes rectificaciones al rumbo actual, pero tratando de no cuestionar de manera directa el liderazgo de Mao. Se restauró la propiedad privada de bienes personales, las parcelas individuales, una vuelta al principio de distribución según el trabajo como una fuerte crítica al sistema de libre suministro propio de la «comuna».
En dicha reunión, Mao el Gran Timonel, sintonizando el malestar de los dirigentes dimitió como presidente de la República Popular, aunque conservó la presidencia del Partido, siendo reemplazado por Liu Shaoqi desde abril de 1958. En 1960 se liquidó el Gran salto Adelante y en los años siguientes las políticas implementadas por Mao se fueron borrando.
Apelando al pragmatismo Liu Shaoqi y Deng Xiaoping, reafirmaron el control centralizado de la economía y le dieron un mínimo margen a la acción de las comunas, se abandonó lo ideológico para pasar a la recuperación económica. De esa época viene la famosa frase de Deng «no importa el color del gato; lo que importa es que cace ratones», frase que procedía de un viejo refrán campesino.
La Revolución Cultural Proletaria (1966-1970)
Ante el fracaso de la campaña «Que se abran cien flores y compitan cien escuelas», y el Gran Salto Adelante, Mao se embarcó en una lucha ideológica, tenía gran preocupación por la pérdida de la ideología, hecho que podría llevar a la restauración de la burguesía que se encontraba esta vez en el partido. Mao llamó a «la lucha de clases contra el revisionismo» en septiembre de 1962, temía caer en el camino soviético, que, según su opinión, había llevado al abandono del marxismo-leninismo.
Le molestaba el éxito académico y la subestimación de lo ideológico, en lo cultural, le molestaba la forma en que se estaba restando importancia a la lucha de clases, como se establecían vínculos entre el confucionismo y el marxismo, y la manera como se estaba trasmitiendo «una peligrosa neutralidad ideológica en las artes», esto era inadmisible. Básicamente le preocupaba la educación y la cultura, pidió una rectificación cultural pero no consiguió el apoyo de los líderes del partido.
El paso siguiente fue alentar la lucha contra la autoridad burocrática. En mayo de 1966, surgieron los Guardias Rojos que eran estudiantes secundarios y universitarios, que se afirmaban ser los auténticos seguidores de Mao. En agosto de ese año, Mao, convocó a un Pleno extraordinario del Comité Central.
En esta reunión explicó los objetivos de la Revolución Cultural, que consistía en derrocar en el partido a quienes adoptaran el «camino capitalista», desburocratizar el partido, destruir a los «cuatro viejos» (ideas, cultura, costumbres y hábitos), eliminar la distinción entre trabajo manual e intelectual, exigir que los estudiantes participen en el trabajo manual, reducir las diferencias entre el campo y la ciudad.
El Pleno encargó la gestión de la tarea al llamado Grupo de la Revolución Cultural, en la que participaba la esposa de Mao, Jian Qing. Acusaron al presidente Liu Shaoqi y a Deng Xiaoping del delito de «haber tomado la ruta del capitalismo».
Mao creía que la Revolución Cultural era el instrumento ideal para la transformación total del pensamiento y de las conductas de las personas, esta transformación provocaría una movilización sobre las bases sin antecedentes en la historia humana, una movilización que eliminaría todo vestigio de individualismo en las personas.
La Revolución Cultural, el último sueño utópico de Mao terminó siendo una siniestra pesadilla. La mayoría de las escuelas y universidades fueron cerradas, los profesores e investigadores fueron enviados a reeducarse en campos de trabajo forzado. Los Guardias Rojos sostenían que el pensamiento de Mao llevaría a «poner el viejo mundo patas arriba, romperlo en pedazos, pulverizarlo, crear el caos y organizar un tremendo lio».
Los Guardias Rojos destruían templos y lugares históricos, ingresaban en casas privadas y en museos, rompían y saqueaban todo a su paso, quemaban libros y rompían pinturas, joyas, arte, documentos históricos, todo lo que representara el pasado, en especial aquello que se vinculara a la cultura ancestral china.
Los funcionarios del partido o públicos, y los maestros universitarios fueron humillados en público, fueron obligados a desfilar por las calles con «orejas de burro», los escritores fueron atacados físicamente, sus bibliotecas destruidas, el simple hecho llevar anteojos era un signo de intelectual burgués. Ante la inminencia de una guerra civil y el caos reinante, que se prolongó en el año 1967. En septiembre, Mao, el pirómano convertido en bombero, acudió al Ejército Popular de Liberación (EPL) para restaurar el orden.
Lo que siguió fue una brutal represión contra los Guardias Rojos, el saldo fue de miles de muertos y el lógico incremento de poder para los militares. Alrededor de dieciocho millones de Guardias Rojos fueron enviados a realizar trabajos forzados para su reeducación. El partido quedó devastado y gran parte de sus cuadros históricos sufrieron la persecución, el destierro y la muerte. La educación y la cultura casi exterminadas.
Deng Xiaoping sufrió durante la represión, él y su mujer fueron arrestados en 1967, en 1968 su hijo Deng Fufang fue arrojado desde una ventana por los Guardias Rojos, y se quebró la columna vertebral, lo que le produjo parálisis en las piernas de por vida. En octubre de 1969 fue enviado a Nanchang donde debió someterse a trabajos físicos y de reeducación en el pensamiento de Mao Tse-Tung. Su amigo Zhou Enlai se las ingenió para darle un mínimo de protección.
Mao había elegido como sucesor a Lin Biao como su «camarada de armas», honor que Lin había rechazado varias veces al ver la caída de Liu Shaoqi. Liu Shaoqi y Deng habían sido expulsados del partido, y Deng calificado como el «Jruschov de China» en 1968. Lin Biao fue aumentando cuotas de poder, esto molestó a Mao lo que significó el fin de Lin. En el verano de 1971, Mao sostuvo reuniones con líderes militares cercanos a él, para neutralizar la enorme influencia que tenía Lin Biao en el ejército.
Ante el inminente peligro Lin y su familia contrataron un avión para huir a la Unión Soviética, pero misteriosamente el avión se estrelló en Mongolia y no quedaron sobrevivientes. Deng estaba convencido de que las políticas de Mao agravaban la situación económica y social, y estaba seguro que el camino a seguir era aprender de Japón y los NIC (Newly Industrialized Countries) asiáticos como Hong Kong, Taiwán, Singapur y Corea del Sur, que estaban creciendo.
En estos se encontraban rasgos similares como el mercado, aperturas económicas, inversión extranjera, adquisición de ciencia y tecnología. El prestigio de Mao y su ascendiente sobre el partido y el pueblo estaba por el piso, las pérdidas humanas eran enormes, los desastres económicos, la hambruna del Gran Salto Adelante, y la violencia y destrucción de su Revolución Cultural, a esto se debía sumar su falta de capacidad para elegir un sucesor.
Mao estaba enfermo y con un grado severo de depresión, pero seguía conservando un valor simbólico, seguía siendo un mito, y temían que su salida provocase caos e ingobernabilidad. En enero de 1973, Deng regresó a Beijing, este regreso lógicamente suscitó una división en la jerarquía del partido. Deng y Lin para la Banda de los Cuatro y sus simpatizantes representaban la cara del revisionismo y del camino al capitalismo. Luego de seis años, en marzo, Deng fue recibido por Mao, Deng asumió como vice primer ministro y quedó a su cargo las relaciones internacionales.
En agosto ya era miembro del Comité Central y en diciembre, del Politburó y de la Comisión Militar Central. Deng se estaba acercando cada vez más al núcleo del poder. Desde 1971 a 1976, año de la muerte de Mao, se dio una lucha encarnizada entre los radicales y los pragmáticos. Los radicales estaban encabezados por la esposa de Mao y miembro del politburó, Jian Qing, y otros tres líderes con los cuales conformaban la banda de los cuatro.
Los pragmáticos se encolumnaban detrás de Zhou Enlai, que en el mes de marzo se le había diagnosticado cáncer. Zhou era un sobreviviente de las críticas y castigos de la Revolución Cultural. Mientras tanto, Mao jugaba a dos puntas, por un lado, sabía que Zhou le era leal, pero sospechaba de su derechismo, otro punto a favor de Zhou era la capacidad que tenía para lograr acuerdos.
Lo mismo pensaba de Deng, pero le era necesario para contrarrestar el poder que pretendía la banda de los cuatro, Mao los promovía, pero no le daba acceso a la cúpula del poder, ya que a su juicio eran inmaduros y carecían de experiencia. En los años 1973 y 1974, Mao Tse-Tung, empezó a promover la figura de Wang Hongwen, que le era muy leal pero no tenía conocimiento de gobierno.
En 1973 se realizó el X Congreso del PCCh, el primero desde 1949, en la que Mao no dio ningún discurso, estaba muy enfermo, apenas podía levantarse. Wang fue consagrado vicepresidente del partido, después de Mao y Zhou. En diciembre de 1973 Mao criticó duramente a Zhou, lo acusó de ser demasiado conciliatorio con Estados Unidos, y en varias secciones del politburó se discutieron ese error. Los miembros fueron obligados a criticarlo públicamente.
Deng fue presionado para sumarse al ataque y para contentar a Mao y de paso dañar a Zhou, realizó un breve y ambiguo comentario. Una semana después como premio, Mao, pidió que Deng fuera nuevo miembro del politburó y de la Comisión Militar Central. Deng aprovechó el nombramiento para reformar el ejército, estableció un equipo de líderes en cada unidad, mejoró el entrenamiento, reincorporó a unos 25.000 oficiales, que según Deng habían sido «falsamente acusados», todo esto bajo la tolerancia de Mao.
A finales de 1975 los choques con Mao se agudizaron. Mao era consiente que Deng estaba rehabilitando gente que él había defenestrado en la Revolución Cultural. La muerte de Zhou Enlai en el mes de enero profundizó la brecha. Los funerales de Zhou se convirtieron en un referéndum político en la que se exaltaba al difunto y se criticaba al régimen. Más de dos millones de personas salieron a la calle para estos eventos. Mao no fue a visitar a Zhou al hospital y no asistió a las ceremonias oficiales.
El 20 de enero de 1976, Deng solicitó una entrevista con Mao, pero esta le fue denegada, por tanto, presentó la renuncia a sus cargos, pero permaneció en el partido. El 1 de abril durante la celebración china de los fallecidos, en las calles de Beijing comenzaron a aparecer guirnaldas, poemas y ensayos en homenaje a Zhou Enlai, especialmente en el monumento a los Héroes del Pueblo en la Plaza de Tiananmen.
Se oyeron críticas a la banda de los cuatro y se ensalzaba la figura de Deng, homenaje que se hacía a través de pequeñas botellas que aparecían en las calles. Zhou era un héroe, Deng tenía el apoyo popular para ser el próximo líder, y la banda de los cuatro y sus políticas repudiadas. Estos choques, como era de esperar, terminaron en choques violentos. El 6 de abril se reunió el Pleno y dictaminó que los actos de la plaza Tiananmen había sido un complot contra el Estado y señalaron a Deng como el responsable.
Jian Qing presionó a su marido Mao para que Deng fuera expulsado del partido, pero Mao no lo hizo. El 8 de abril de 1976, Deng fue removido de sus cargos y volvería en la primavera de 1977, luego de la muerte de Mao. Cuando Deng regresó al partido con la totalidad de los cargos, tratando de sintonizar con la ideología del partido dijo que el pensamiento de marxista-leninista-maoísta, era el correcto, pero le agregaba mucha flexibilidad a esas ideas que muchas veces se volvían irreconocibles respecto a esas ideas.
Deng Xiaoping insistía con el catching-up, en alcanzar a las economías occidentales más avanzadas. En un acto audaz y a contrapelo de Mao, promovió la formación de miles de científicos otorgándoles facilidades y seguridad económica. Lo irónico de todo esto era que el propio Deng por órdenes de Mao, había comandado la represión a los intelectuales durante la campaña de las «cien flores».
Otro problema fue que en el partido no se veía bien que se apoyara a las élites meritocráticas, más aún cuando la banda de los cuatro encabezada por la mujer de Mao atacaron a los intelectuales, y sobre todo cuando Hua había llegado al poder con el apoyo de Mao. Para Deng era una necesidad histórica la apertura comercial y las inversiones extranjeras, se trataba de una cuestión clave para que China alcanzase una posición central en el mundo.
En 1978 entre los meses de abril y mayo, oficiales del principal ente planificador y del Ministerio de Comercio Exterior, viajaron a Hong Kong. La consecuencia de ese viaje se tradujo en la instalación de una zona de procesamiento de exportaciones, en la provincia de Guangdong, que sería el origen de la Zona Especial de Shenzhen. También creó la oficina de Negocios con Hong Kong y Macao. Una vez que el partido estaba alineado con sus ideas, centralizó el esfuerzo en textiles y confecciones, imitando el ciclo industrial que habían realizado primero Japón y luego Hong Kong, Taiwán y Corea del Sur, y elevando la oferta interna.
En 1975 había viajado por cinco días a Francia, ese viaje le permitió ver con claridad el atraso económico de China, y en el futuro sus seguidores continuarían realizando «viajes de estudios» al exterior. En mayo de 1978, Gu Mu, que ocupaba el tercer cargo en la dirección económica, realizó un viaje de un mes en compañía de veinte miembros de la cúpula económica a Francia, Alemania, Dinamarca, Suiza y Bélgica, visitaron quince ciudades y ochenta localidades.
La expedición se informó de las últimas novedades en lo que se refiere a puertos, trenes, barcos, logística, infraestructura, plantas industriales y eléctricas, granjas, institutos de investigación. La comitiva quedó sorprendida por los niveles de automatización, digitalización y por elevado nivel de vida de los trabajadores europeos. Una vez terminada la gira se realizaron numerosas reuniones de trabajo durante dos meses.
Durante las reuniones dos puntos de vista se enfrentaron, una que quería apoyar más el comercio exterior y la inversión extranjera, de otorgar más incentivos a privados, empresas y extranjeros, contra los que opinaban que perderían el control de la economía y que querían sostener el control de la economía a través del sistema de planificación.
La conclusión fue leída por Lin Xiannim, que fuera conductor de la economía en tiempos de la economía cerrada. China ya no estaría cerrada, se había iniciado una nueva etapa, se abriría a importar tecnologías, bienes, capital, equipos y técnicas de gestión.
El Tercer Pleno del XI Congreso del partido fue realizado desde el 18 al 22 de diciembre de 1978, y se puede decir que es el punto de partida de las reformas económicas encabezadas por Deng. Mao ya había fallecido y los integrantes de la banda de los cuatro estaban en la cárcel. Era la primera vez que se realizaba el Congreso en un ambiente abierto y sin el ojo vigilante de Mao y las amenazas de la banda de los cuatro, algo que no ocurría desde 1957, antes del lanzamiento del Gran Salto Adelante.
Las reuniones de los encuentros derivaron en una fuerte crítica a la Revolución Cultural, al desastre económico y al gobierno de Mao. Marshal Ye un viejo, respetado y mítico líder desde 1927, dijo que el Salto Adelante y la Revolución Cultural, habían sido dos desastres originados porque todo el poder estaba concentrado en una persona, Mao.
Deng se mostró en su discurso final muy conciliador y sostuvo que no pretendía reavivar las críticas a Mao y que el partido debía mantenerse unido bajo la figura de Mao, y que su principal compromiso estaba en mantener la estabilidad económica, social y política. Por otro lado, creía que era la única manera de poder abrir la economía y atraer inversiones y tecnologías extranjeras. Exhortó a los altos oficiales del partido a estudiar economía, ciencia, tecnología y gestión.
Mientras Hua continuaba en su puesto de dirigente tanto en el partido, el gobierno y el ejército, Deng quedó segundo en las jerarquías en esos tres sectores. Quedando en sus manos la relación con la prensa extranjera, las relaciones diplomáticas y la vocería política. En los siguientes tres meses, de manera gradual fue restándole poder a Hua. Un año se tardó para armar sus equipos mientras compartía el poder con Hua.
Luego que su gente entró en acción, comenzó a reemplazar a Hua y a sus aliados con los hombres de su propia confianza. Mientras las críticas de sus opositores se centraban en la clase de los profesionales, Deng sostenía que las clases ya no existían en China, y lo que se necesitaba era profesionales de calidad sin importar su procedencia social.
Esto permitió a Deng seguir avanzando con la excusa de los cuadros cualificados y empezar con las Cuatro Modernizaciones que había propuesto Zhou Enlai, como agricultura, industria, defensa nacional, y ciencia y tecnología. Cuando Deng solicitó al partido una lista de jóvenes prometedores para mejorar su formación, comprobó que de la lista de 165 nombres, solo 31 tenían formación universitaria.
Se puede decir que el manejo efectivo de las reformas de Deng, empezó en 1980, en enero de ese mismo año presentó los objetivos para la década. Frente a quienes empezaron a dudar de la superioridad socialista, Deng insistía que el único camino era conseguir mayores tasas de crecimiento y eficiencia económica superior a las economías capitalistas.
El crecimiento económico sería el mejor apoyo interno a las reformas y de paso reduciría lugar a aventuras hegemónicas desde el exterior, y que ese elevado crecimiento redundaría en la reunificación con Taiwán. En la década de los setenta, Japón presentaba un elevado ritmo de crecimiento, había duplicado su ingreso en una década. Deng estaba impresionado y quería lograr una meta similar, para ello consultó a diversos técnicos y a funcionarios del Banco Mundial, y se convenció de que era posible cuadruplicar el ingreso en dos décadas, lo que equivalía a crecer un 7% anual.
A todo esto, Deng tenía ya la suma del poder, había desplazado a los viejos y nuevos maoístas, pero se cuidaba mucho de criticar a Mao, era evidente que ambas concepciones, la marxista-leninista de Mao y la pro capitalista de mercado de Deng, eran totalmente opuestas, pero que era momento de centrarse en el crecimiento y en las Cuatro modernizaciones.
Deng Xiaoping rechazó el culto a la personalidad, nunca ocupó los puestos principales, solo el de presidente de la Comisión Militar. Tenía claro que el uso centralizado del poder de Mao había dado lugar a grandes errores, y los líderes del partido no se habían atrevido a contradecirlo por el temor al castigo. Su meta era preservar la unidad del partido a toda costa y evitar las divisiones de la sociedad. Las lecciones del Gran Salto Adelante y de la Revolución Cultural, estaban aún muy presentes con la carga de millones de víctimas humanas, de pérdidas materiales, de hombres resentidos a la espera del castigo a los responsables.
Para juzgar a Mao siguió la misma táctica que usó el Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) para referirse al balance de Stalin: 70% de méritos y un 30% de errores, y añadiendo que esos errores no fueron personales, no solo de Mao, sino que eran colectivos. Esta manera de castigo a sus líderes sigue vigente en la actualidad con el nuevo emperador, Xi Jinping.
Deng fue el responsable del salto económico chino, que creció a un promedio anual del 10% durante 40 años. La pobreza se redujo en 850 millones de personas, fue el primer exportador de bienes, el primer manufacturero, principal tenedor de bonos internacionales y el mayor acreedor de Estados Unidos. Con Deng se dio el salto de una economía cerrada a una abierta, de una economía planificada a una de mercado, y de una sociedad rural a una urbana.
Deng sabía que el pueblo necesitaba mantener una ideología, por lo que tuvo que redibujar el marxismo-maoísmo. La plusvalía dejó de ser el eje de la teoría de la explotación, y, por tanto, podía permitirse la propiedad privada de los medios de producción que la generaban. Si bien es cierto que la propiedad pública dominaba a través de la planificación, podían coexistir diversas formas de producción.
La lucha de clases, el motor de la historia para Marx, y para Mao la arcilla de la construcción socialista, no tuvo relevancia ante el desarrollo económico, para Deng lo importante era privilegiar las Cuatro Modernizaciones. Posteriormente en 2002, Jiang Zemin propondrá la teoría de las Tres Representaciones, es decir, que el partido ya no sería solo el representante de la clase obrera, sino también de las fuerzas avanzadas de la producción.
En otras palabras, los propietarios de los medios de producción, empresarios, ingenieros, técnicos, y los de la fuerza de la cultura, artistas, intelectuales y científicos. El partido abrió sus puertas al sector privado, mejor dicho, blanqueó una situación existente de hecho, ya que por entonces existían muchísimos millonarios.
Pero la audacia de Deng respecto a la ideología que cuestionaban rotundamente al maoísmo, creyó que era necesario hacer un guiño a los sectores maoístas del partido. En marzo de 1979, al inicio del proceso de reforma y apertura, dijo que todo el accionar modernizador debía de guiarse por los Cuatro Principios, es decir: la construcción del socialismo, el gobierno de la dictadura del proletariado, el liderazgo del PCCh y el pensamiento marxista-leninista-maoísta.
Todo esto es pura nematología, ya que sucedía todo lo contrario. Lo que buscaba Deng era neutralizar a la derecha del partido al ofrecerle las Cuatro Modernizaciones, y a la izquierda, con los Cuatro Principios. En el plano ideológico, sin embargo, Deng combatió la disidencia intelectual contra Mao entre los años 1956-1957 y, por si fuera poco, fue él quien tuvo la responsabilidad en la masacre de la plaza de Tiananmen en 1989. Tampoco demostró entusiasmo por la democracia occidental, creía que las reformas no hubiesen sido posibles sin un PCCh fuerte, con toda razón.
Les otorgó responsabilidad a las familias en la producción agrícola, las familias debían cumplir con una meta de producción para el Estado y el excedente venderlo en el mercado, en 1982 se aprobó este sistema y se disolvió las comunas maoístas, una vez más, escapando de las inútil ideología marxista-leninista-maoísta. Entre 1979 y 1980 se congelaron las cuotas estatales para facilitar un excedente agrícola, y para 1986 el 20% de los productos agrícolas eran comercializados en el mercado libre.
También se permitió diversificar el cultivo liberándolas de sembrar solo cereales como sucedía en la errática época de Mao. Las industrias rurales privadas, a veces, se asociaban con los gobiernos locales, y fue tanto el éxito que llegaron a emplear 130 millones de trabajadores, es decir, el motor que impulsó a la industrialización vino desde la agricultura.
En 1985 se rompió con el empleo permanente en el sector público, se otorgó a los administradores flexibilidad para contratar y despedir trabajadores. Desde 1984 se creó una economía de mercado socialista, eso de socialista fue un eufemismo para los maoístas, que fuera superadora de la economía de mercado planificada. Para fines de 1986, había en China más de 12 millones de empresas privadas.
El papel de Hong Kong
El papel que jugó Hong Kong en las reformas económicas chinas fue muy importante, entre 1974 y 1995, dos terceras partes de las inversiones extranjeras llegaron desde allí, fue su principal fuente de inversión, de tecnología, de capital, de dinamismo empresarial y el conocimiento necesario del mundo exterior al chino.
Antes de la caída de China en manos del comunismo, en 1949, decenas de miles de empresarios huyeron a Hong Kong, donde formaron prácticamente la industria textil y la fabricación de naves que caracterizó a Hong Kong en las décadas siguientes. En los sesenta ya era un centro financiero global, los jóvenes estudiaban en Europa y en Estados Unidos, donde obtenían conocimientos adelantados, ya sea en finanzas, tecnologías y conocimientos de los mercados internacionales.
Las empresas constructoras de Hong Kong, fueron responsables del boom de los sesenta y setenta, encontraron oportunidades en Guangdong luego de la apertura china, para desarrollar el boom inmobiliario, el puente sur que se construyó entre Hong Kong y Guangdong fue el paso para el ingreso de la inversión externa, la tecnología, la gestión y el emprendimiento empresarial. Gorbachov, por desgracia, no pudo contar con un Hong Kong en sus fronteras, y que además hablara su idioma y tuviera las mismas costumbres.
En 1978 la economía china ya estaba sufriendo un sobrecalentamiento, el presupuesto desbalanceado y los compromisos de importación de tecnologías excedían las reservas internacionales. Entre los años 1978 y 1981 se dio un debate político y económico entre dos grupos, por un lado, los builders (constructores) y los balancers (balanceadores), los builders proponía y abogaban por grandes inversiones en infraestructuras, nuevas fábricas y altas tasas de crecimiento. Los balancers no estaban en contra del crecimiento, pero llamaban la atención sobre los equilibrios de precios y balanza de pagos, que podían originar un crecimiento excesivo.
Cuando Deng quiso salir del modelo de planificación centralizada, una medida que juzgaba necesaria, no tenía muy claro cómo hacerlo, si acercarse al mercado de manera gradual o con una terapia de shock. Otra opción era convivir con ambos modelos por un tiempo, pero tampoco se especificaba cuanto duraría ese tiempo. Para Deng la solución era el mercado, pero temía grandes resistencias en el partido de gente que había sido nominado por Mao.
Zhao Ziyang, iba muy adelantado con ese experimento en Sichuan, la provincia más poblada de China en ese entonces. Deng quiso ampliar esta iniciativa en otras provincias. Zhao había promovido la estrategia de desarrollo de las regiones costeras con gran éxito. Según algunos estudiosos, el verdadero arquitecto de las reformas económicas chinas habría sido Zhao y no Deng.
En el XIII Congreso de octubre de 1987, Zhao Ziyang asumió como secretario general del partido en lugar de Hu Yaobang. Deng que entonces tenía 83 años, renunció a sus cargos en el Comité Central, en el Politburó y en el Comité Permanente, pero conservó sus cargos de cabeza de la Comisión Militar Central y de la Comisión Militar Estatal. En 1982 Zhao con el apoyo de Deng proclamó que China estaba viviendo la primera etapa del socialismo, para apaciguar a los maoístas.
En la primera etapa, la planificación ya no era una cuestión principal, y llegar a la segunda (y final) etapa tomaría por lo menos un siglo. En este Congreso denominado el «Congreso de Zhao», se aprobó el concepto de economía de mercado planificada. Esto significaba un cambio político de enormes proporciones, el sujeto ahora era el mercado y la planificación un complemento. A inicios de 1988 se eliminaron más controles de precios y se otorgó mayor autonomía a las empresas, algo que ya había realizado Zhao en Sichuan.
Zhao para Deng era un funcionario calificado, tenía experiencia de gobierno, comulgaba con los Cuatro Principios, estaba comprometido con la reforma y la apertura y se había opuesto a cierta liberalización burguesa. Hu Yaobang, había ido más allá de las reformas promercado, y hablaba de libertad y democracia tal como se la entendía en occidente. Esto fue criticado por Deng, quien aceleró la salida de Hu y el paso para reemplazarlo por Zhao.
Para Deng era importante evitar el uso imperial del poder, tan asociado a los periodos despóticos de la historia china, era evidente el recuerdo cercano de Mao Tse-Tung. Zhao empezó a trabajar en un sistema político socialista con un alto grado de democracia, pero regido por un Estado de derecho socialista, pese al apoyo de Deng a estas propuestas, el partido no quiso pronunciarse sobre ellas.
Jiang Zemin continuó la obra de Deng, permaneciendo por 13 años como líder del partido, Presidente de la República y de las Comisiones Militares del partido y del Estado. Los principales aportes de Jiang a la estrategia de reforma y apertura fueron el ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC), base fundamental para su dinámica exportadora, el elevado ritmo de crecimiento económico, entre 8 y 10% anual, el apoyo creciente a la empresa privada.
También la aceptación de los empresarios privados en el partido, según la teoría de las Tres Representaciones, los avances en la construcción de un Estado de derecho, un mayor control sobre las Fuerzas Armadas a las que se les prohibió realizar negocios y su financiación pasó a depender del presupuesto. Una mejor relación con Estados Unidos, y un traspaso de poder no traumático a la cuarta generación, encabezada por Hu Jintao.
Hu Jintao había sido promovido por Deng en 1992, al Comité Permanente del Politburó con apenas 49 años de edad. Hu fue nominado vicepresidente de la República en 1998, en el 2002 secretario del partido, y en marzo de 2003, presidente de la República. Hu Jintao y su primer ministro Wen Jiabao se preocuparon de manera especial en proteger a los menos favorecidos y en reducir las brechas de progreso y de oportunidades entre las regiones y los grupos sociales.
Durante la gestión de Jiang Zemin su sello distintivo fue el crecimiento económico, en Hu Jintao fue la distribución y la armonía social. Algo que no estuvo ausente en Jiang, no hay que olvidar que durante su gestión empezó la estrategia del Go West, es decir, llevar los frutos del crecimiento hacia el oeste.
En política exterior, Hu formuló la teoría de la emergencia pacífica de china, o sea, que el sueño chino operaría su participación en la globalización económica a través de medios pacíficos. Para aquellos que maldicen la globalización económica no se les olvide que China fue parte esencial de la misma. Otro aporte de Hu Jintao fue la elaboración de una concepción científica del desarrollo, término incorporado en los estatutos del partido.
Según Hu, la contradicción principal seguía radicada entre las crecientes necesidades materiales y culturales de la población, y el limitado nivel de producción y desarrollo de las fuerzas productivas. China aun estaría atravesando la etapa primaria del socialismo, el desarrollo debería seguir siendo la prioridad, adecuadas a las exigencias contemporáneas, aprovechando el conocimiento científico disponible para avanzar en la industrialización, informatización, expansión de la economía de mercado e internalización.
Esta concepción del desarrollo fue la base en la nueva fase de reformas económicas, destinadas a atacar las debilidades de la economía china, que el primer ministro chino Wen Jiabao sintetizó como «los cuatro uns» (unbalanced, unstable, uncoordinated, unsustainable). Desequilibrado, inestable, descoordinado, insostenible.
Los estatutos del partido recogieron los aportes de sus líderes y allí solo se dice que la gestión del partido deberá estar regida por el marxismo-leninismo, el pensamiento de Mao, la teoría de Deng Xiaoping (reforma y apertura), la teoría de la Triple Representación (Jiang Zemin), la concepción científica del desarrollo (Hu Jintao) y, en estos años, la teoría del socialismo con características chinas para la nueva era (Xi Jinping).
Pero en la constitución los dos únicos líderes que aparecen nombrados son Mao Tse-Tung, Deng Xiaoping y ahora Xi Jinping. Digamos que el partido recoge los aportes de Jiang Zemin y Hu Jintao, pero no los graba en los anales del partido.
El ingreso en la Organización Mundial de Comercio (OMC) una institución propia del capitalismo globalista apátrida, significó el auge y apogeo de la economía china. Los chinos aprovecharon todas las concesiones que le dieron y pensaron erróneamente, que ese estado de cosas duraría eternamente. Para ello planificaron la llamada Ruta de la seda, terrestre y marítima, y la Ruta de la seda polar.
Desde que Xi Jinping anunció su iniciativa en 2013, China ha otorgado o prometido cientos de millones de dólares en préstamos o subvenciones para la construcción de plantas eléctricas, gasoductos, puertos, aeropuertos y vías ferroviarias en 138 países en África, el sureste y centro de Asia, Europa e Iberoamérica. Desde 2013 China prestó 461,000 millones de dólares a países, la mayoría de ellas en África y casi todas consideradas deudoras de alto riesgo.
Howard Zhang, editor de BBC China, dijo que desde su inicio la iniciativa fue extensamente criticada dentro del país asiático, «La cúpula dirigente en Beijín realmente nunca tuvo un consenso sobre la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda», «Muchos han cuestionado la sabiduría de la estrategia del presidente Xi, y algunos incluso hasta han sugerido que se trata esencialmente de algo extravagante, un hoyo sin fondo». Pero en la China actual se practica el culto a la personalidad y Xi es intocable.
La Iniciativa de La Franja y la Ruta de China (BRI) constituye una «trampa de endeudamiento» y una «trampa de datos», ya había advertido en su momento el jefe del MI6 británico, Richard Moore. Ocho años después, el BRI está plagado de puentes a medio construir, proyectos sin terminar, ferrocarriles cuyos presupuestos son desbordados, carreteras que no llevaran a ninguna parte, muchas deudas y gente enojada.
«Las antiguas rutas de la seda encarnan el espíritu de paz y cooperación, apertura e inclusión, aprendizaje mutuo y beneficio mutuo», dijo el líder chino Xi Jinping en la inauguración del Foro de La Franja y la Ruta en mayo de 2017.
En ningún momento Xi mencionó los beneficios que el BRI, un proyecto de miles de millones de dólares, traería al pueblo chino, así como el establecimiento de un orden mundial liderado por China, desplazando a Estados Unidos como potencia global predominante, obteniendo acceso a recursos naturales, controlando otros países a través de trampas de endeudamiento, comprando amigos y estableciendo una red de bases militares en el extranjero para asegurar las ambiciones hegemónicas del Partido Comunista Chino (PCCh).
Actualmente, 142 países se han unido al BRI, firmando un memorando de entendimiento (MOU) con China. El modelo básico del BRI es que China otorga préstamos, a menudo a altas tasas de interés, a países para construir infraestructura como carreteras, estaciones de generación de energía, ferrocarriles y aeropuertos. La mayor parte del trabajo de construcción es realizado por empresas chinas, utilizando mano de obra china y materias primas chinas.
Como parte de los términos del acuerdo, las empresas chinas asociadas con el BRI no pagan impuestos al gobierno local durante sus primeros años en operación. Muchos se adhieren al BRI porque no tienen ningún otro lugar para pedir prestado. Dos tercios de los países de la BRI están plagados de deudas y de una calificación crediticia soberana por debajo del grado de inversión.
Algunos tienen calificaciones crediticias a la par con los bonos basura, mientras que otros se consideran políticamente inestables. Para ellos, China se convierte en el prestamista de última instancia. Cuarenta y dos de los países más pobres de la BRI ya le deben a China el 10% o más de su PIB. Los ocho países más endeudados (Laos, Angola, Kirguistán, Djibouti, Surinam, Maldivas, Congo y Guinea Ecuatorial) le deben el 30% o más de su PIB a China.
La investigación realizada por el AidData encontró que el 35% de los proyectos de infraestructura de BRI enfrentaron problemas importantes de implementación, corrupción, violaciones laborales, degradación ambiental y protestas. Los países no solo están plagados de deuda BRI, sino que, en muchos casos, los proyectos siguen sin terminar.
En Kenia, el gobierno se enfrenta a una emergencia de deuda debido a un ferrocarril BRI cuyo presupuesto es desbordado. El ferrocarril de vía estándar Mombasa-Nairobi debía recorrer 290 millas, conectando la ciudad de Mombasa, en el Océano Índico, con la capital del país, Nairobi. En cambio, terminó en una pequeña aldea, a 75 millas de Nairobi, porque China retuvo 4.900 millones de dólares en fondos.
Montenegro es ahora el hogar de «el camino a ninguna parte». Se construyó solo la mitad de una carretera porque los chinos no pasarán a la siguiente fase de construcción hasta que se pague la primera parte. Como resultado de los préstamos chinos, la deuda pública de Montenegro supera ahora el 100% del PIB.
El PCCh cortó la financiación de un ferrocarril de alto perfil en la capital kazaja de Nur-Sultan. Los funcionarios kazajos dijeron que ahora tendrían que pedir prestado a los bancos nacionales con el fin de obtener 1900 millones de dólares para terminar la construcción. En muchos países, la mala gestión del BRI, la corrupción y la falta de beneficios para los lugareños han provocado desconfianza generalizada e, incluso, odio hacia los chinos.
En las Islas Salomón, los ciudadanos irrumpieron en el palacio presidencial e incendiaron edificios en el barrio chino de Honiara. En Malasia, la ira por la corrupción en los proyectos de BRI llevó a la destitución del primer ministro. Los birmanos furiosos incendiaron fábricas chinas en Birmania (o Myanmar). Los habitantes de Sri Lanka protestaron cuando su gobierno tuvo que entregar el aeropuerto del país y el puerto marítimo más grande a China, debido a la imposibilidad de reembolsar los préstamos del BRI.
El 20% de los proyectos de infraestructura en África están financiados por China y el 30% de ellos son construidos por empresas chinas. Los trabajadores chinos fueron atacados en un proyecto ferroviario en Kenia. Los gambianos incendiaron una planta de harina de pescado china. Gerentes chinos fueron asesinados en una fábrica de ropa en Zambia. Las empresas chinas se quemaron en Nigeria. Y Uganda corre el peligro de tener que entregar el Aeropuerto Internacional de Entebbe a China porque no cumplió con los pagos de la deuda.
Brad Parks, director ejecutivo de AidData, dijo que los préstamos de China no se tratan de «prosperidad común», sino que son préstamos comerciales, diseñados para obtener ganancias. Por el contrario, Estados Unidos y la mayoría de los países de la OCDE otorgan préstamos para el desarrollo con tasas de interés bajas. El préstamo BRI promedio tiene una tasa de interés del 4%, en contraposición al 1% de los préstamos de la OCDE. Además, los préstamos de la OCDE son transparentes, los préstamos BRI no lo son.
Muchos de los países que recibieron los cuantiosos préstamos de China están ahora enfrentando enormes dificultades. Y uno tras otro le han informado a Beijín que no pueden pagar sus deudas. Como resultado de la pandemia, varios países, incluidos Pakistán, Kirguistán, Sri Lanka y varias naciones africanas, le pidieron reestructurar a China, retrasar o perdonar los pagos de sus deudas que se vencen este año.
Si China reestructura o perdona las deudas, podría colocar a su propio sistema financiero bajo presión y provocar una reacción negativa de su población, que también está sufriendo los efectos económicos de la pandemia. Pero si les exige a sus deudores cumplir con sus pagos esto podría generar duras críticas en el mundo, principalmente entre los escépticos que advirtieron que la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda era una «trampa de deudas».
En abril de 2019, el G20, que incluye a China, acordó permitir que 73 países pudieran suspender los pagos del servicio de sus deudas hasta fines de 2020, lo cual se cree incluye a los bancos chinos y este 2021 las cosas no cambiaron. La mayoría de los países que han recibido préstamos son considerados «deudores de alto riesgo». China no condonará las deudas. La caridad, no es algo que forme parte de la cultura china.
Para China esto ocurre en un mal momento no solo por las críticas sobre la pandemia, sino por los efectos de las amenazas comerciales del ex presidente Trump. Sino porque la economía china no solo se ha estancado, sino que está en caída. La mayoría de los préstamos (de la Nueva Ruta de la Seda) se hicieron en dólares estadounidenses, y durante la guerra comercial con Estados Unidos se sintió los escases de dólares.
El crecimiento económico y la prosperidad de China en los últimos 20 años se basaron principalmente en el auge de las exportaciones y los proyectos de construcción. China se convirtió en miembro de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en 2001, un largo sueño de China. Desde entonces, el aumento del capital extranjero que entraba en China hizo que el crecimiento de sus exportaciones supere el 25% anualmente.
El auge de las exportaciones impulsó el crecimiento económico chino durante casi dos décadas. China aceptó y fue parte de la globalización económica del neoliberalismo, se benefició y sacó ventajas de ella. El ingreso en la OMC (institución globalista) significó la verdadera época de prosperidad china, sumado a la mano de obra barata, la inversión extranjera, las exportaciones chinas que crecían casi un 25% cada año, que fueron las verdaderas locomotoras del crecimiento.
El 17 enero 2017, Xi Jinping, el primer presidente de China en asistir a la cumbre internacional de Davos en Suiza, ofreció en ese escenario una apasionada defensa del libre comercio y la globalización. «Algunos culpan a la globalización por el caos en nuestro mundo, pero nuestros problemas no son causados por la globalización», dijo el líder chino el último gran defensor de la globalización.
El auge de las exportaciones y la construcción es cosa pasada y ya no volverán a repetirse, eso ya no es sostenible. El fenómeno del auge de las exportaciones de China —ganando todo el dinero del mundo, vendiendo más y comprando menos, y acumulando enormes reservas de divisas— debía terminar en algún momento.
En 2008, la crisis de las hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos provocó una reducción sustancial de los pedidos de exportación de China. Marcó el punto de inflexión en el auge de las exportaciones de China. A medida que los salarios aumentaban y las empresas extranjeras comenzaron a retirar su capital, las exportaciones de China comenzaron a disminuir en 2012. Las exportaciones de China en 2016 ya habían caído un 7,7%.
Esta caída fue una mala noticia para el PCCh que utiliza la economía para demostrar su legitimidad y convencer al pueblo que ignora otros problemas, como la corrupción política y la violación de los derechos de los ciudadanos. En rescate del menguante sector exportador acudió el sector inmobiliario. China no tardó en poner en marcha su modelo de crecimiento económico basado en tomar préstamos y construir, impulsado no solo en la construcción de viviendas sino en la construcción de carreteras, puentes, infraestructura esencial y no esencial.
La proporción de la inversión en construcción en el PIB aumentó del 18 al 20% antes de 2008, al 35% en 2013 y 2014. Aunque el auge de la construcción apoyó el crecimiento económico chino durante otros 10 años después del auge de las exportaciones, la burbuja inmobiliaria también se fue formando silenciosamente.
El sector inmobiliario es de 5 billones de dólares. El régimen chino confió en este sector y en las industrias relacionadas, para mantener la economía del país en marcha en las últimas dos décadas. El sector inmobiliario representa el 29% de la economía china, esto frente al 9% PIB del mismo sector en Japón, antes que estallara la burbuja económica de Heisei en Japón en los 90. Durante la crisis de las hipotecas de alto riesgo de 2008 en Estados Unidos, que produjo un desastre financiero mundial, esta proporción era solo del 6%.
Si comparamos la proporción de la inversión inmobiliaria en el PIB, la burbuja inmobiliaria de China equivale al doble del tamaño de la burbuja económica de Heisei en Japón, y la burbuja inmobiliaria durante la crisis de las hipotecas de alto riesgo de Estados Unidos es solo una fracción de la burbuja inmobiliaria de China. La subida de los precios de la vivienda acompañó al boom de la construcción. Pero cuando la clase trabajadora ya no podía permitirse una casa, la industria inmobiliaria siguió expandiéndose, lo que representa la burbuja de los activos inmobiliarios.
El precio de las viviendas subió a niveles extremadamente elevados, sobre todo en las principales ciudades. Según informes, la relación entre los precios de las viviendas y los ingresos era de 48% en la ciudad de Shenzhen, el 30% en Beijing, esto en relación a las ciudades de San Francisco de 9,3% y en New York de un 6,6%. En algunas ciudades chinas, una persona promedio tiene que trabajar unos 20 años, para poder comprar un apartamento, pero en esos 20 años, no debe comer, beber, gastar en ropa, no realizar gastos.
El boom de la construcción convirtió al sector inmobiliario en el líder y pilar de la economía china en solo 10 años, impulsando decenas de industrias proveedoras y transformadoras. Durante el pico, China consumió más cemento en tres años que Estados Unidos en todo el siglo XX; la capacidad de producción de acero bruto pasó de 660 millones de toneladas en 2008 (equivalente al 49% de la producción mundial de acero bruto) a 1160 millones de toneladas a finales de 2014 (equivalente al 69% de la producción mundial de acero bruto).
También impulsó el crecimiento de muchas industrias ascendentes y descendentes. Este crecimiento inmobiliario sería para otros países un símbolo de prosperidad, pero en el caso de china, es el resultado de los prestamos masivos y la sobre inversión de los gobiernos locales. La verdad es que China completó tanto los proyectos de construcción urbana necesarios como los innecesarios.
Este tipo de prosperidad no solo no es sostenible, sino que conlleva efectos secundarios. La deuda de los gobiernos locales es un verdadero agujero negro, estos dependen del desarrollo de los bienes raíces y están implicados en sus deudas astronómicas. En China los derechos de propiedad funcionan de la siguiente manera:
Nadie puede poseer o comprar tierra, toda la tierra es propiedad del régimen, la gente solo tiene derecho a usar la tierra que dura normalmente unos 70 años. Y en medio del auge inmobiliario, los gobiernos locales llegaron a depender de la venta de derechos del suelo, en un grado asombroso. Las oficinas locales del PCCh obtienen una media del 56,7% de sus ingresos, de la venta de los usos de la tierra, y pueden ser mayores en algunas zonas.
La relación por los ingresos de propiedad y los ingresos totales en las provincias de Jiangsu es del 117,2% y en la de Zhejiang del 141,8%. Un mercado inmobiliario en caída significa que los promotores no pagaran tanto a los gobiernos locales por los derechos del suelo, la reducción de esos costes supone una grave amenaza al ingreso de los gobiernos locales, y que se están hundiendo bajo la deuda.
Algunos economistas sostienen que la deuda china oculta bajo los gobiernos locales, ya alcanzó la mitad del PIB del país. Al analizar la deuda de 86 ciudades chinas, la mayoría de ellas capitales de provincias o ciudades importantes, en términos de sus proporciones de su deuda respecto al PBI, 85 de ellas tenían proporciones superiores al 100% en el 2020, y las 10 ciudades más endeudadas superaban el 500%, ciudades como Tianjin, Wuhan y otras ocho, la ciudad de Guiyang llega al 929%.
Las autoridades de chinas se enfrentan desde 2017 a un dilema de política económica: frenar el sobrecalentamiento del mercado inmobiliario o evitar que la burbuja inmobiliaria estalle. Cuanto más grande sea la burbuja inmobiliaria peor serán las consecuencias. Muchos creen que el régimen chino (el Partido Comunista Chino) no permitirá una caída generalizada de la estabilidad social.
Desde que la economía se vio duramente golpeada por la pandemia, el régimen comenzó a reprimir el alboroto inmobiliario debido a tres factores. En primer lugar, se redujo la compra de hogares urbanos debido a lo caro de la vivienda y a las elevadas hipotecas.
En segundo lugar, la dependencia del gobierno local de las transferencias de tierras como fuente de ingresos es insostenible. El impuesto sobre bienes inmuebles es una fuente de ingresos alternativa para las finanzas locales.
Una vez introducido el impuesto sobre bienes inmuebles, las personas que posean varias propiedades las venderán para evitar el pago del impuesto sobre bienes inmuebles. Un gran número de propiedades de segunda mano inundará el mercado inmobiliario y los precios de la vivienda caerán, lo que inducirá una crisis financiera para el sector bancario.
En tercer lugar, los bancos chinos han aportado constantemente enormes cantidades de dinero a los promotores y compradores de viviendas. Pero si los precios de la vivienda caen considerablemente y los promotores inmobiliarios quiebran, los bancos se hundirán y el régimen no podrá rescatarlos.
El gobierno chino estableció la política reguladora de las «tres líneas rojas» para los promotores inmobiliarios en agosto de 2020. Se trata de un plan que trató de restringir los préstamos bancarios a los promotores inmobiliarios en la primera mitad del 2021. Los reguladores evalúan la situación financiera de los promotores inmobiliarios en función de tres criterios: en primer lugar, un límite máximo del 70% de la ratio entre el activo y el pasivo, excluyendo los ingresos anticipados de los proyectos vendidos por contrato.
En segundo lugar, un límite del 100% en la ratio de deuda neta sobre fondos propios; en tercer lugar, una relación entre el efectivo y la deuda a corto plazo de al menos uno. Según esta nueva política de financiación, no se concederá ningún préstamo si se cruzan las tres líneas, la deuda puede aumentar hasta un 5% al año si se cruzan dos líneas, se permite un aumento de la deuda del 10% si se cruza una línea, se puede aumentar un máximo del 15% de la deuda si no se cruza ninguna línea.
Esto significa que el préstamo bancario tiene un tope del 15% para los promotores de viviendas con mejores resultados, y el préstamo bancario se corta para los promotores de viviendas que no mejoran sus finanzas. Desde que entró en vigencia la nueva política, los promotores inmobiliarios chinos han estado teniendo problemas durante los últimos ocho meses.
El número de empresas inmobiliarias que incumplieron la política superó al de los dos últimos años: 12 de ellas en los primeros seis meses, y 274 promotores inmobiliarios quebraron hasta el 5 de septiembre, un promedio de uno al día. Se trata de pequeñas empresas inmobiliarias con fuentes de financiación limitadas. Las grandes empresas inmobiliarias tampoco podrán sobrevivir mucho tiempo
El China Evergrande Group es el segundo promotor inmobiliario de China y ocupa el puesto 122 en la lista Fortune Global 500 este año. La crisis financiera del gigante inmobiliario, su descenso en serie en la bolsa de Hong Kong, constituye un enorme impacto a los consumidores chinos. ¿Es solamente el comienzo de una crisis del sector inmobiliario chino luego de dos décadas de un espectacular desarrollo? ¿O es el inicio del fin del modelo chino?
El sector inmobiliario está poniendo en riesgo el llamado «milagro económico» de china. El hundimiento del productor inmobiliario Evergrande puede estar escondiendo debajo del agua la tambaleante economía china. Desde que se conocieron las noticias un gran número de cobradores de deudas se reunieron en la sede de la empresa en Shenzhen, rodearon el edificio central exigiendo la devolución de su dinero.
El productor inmobiliario chino se está ahogando en una deuda de más de 300,000 millones de dólares, que es casi equivalente al PBI de Sudáfrica que es de 302,000 millones de dólares, y más que la deuda pública total rusa que es de 257,000 millones de dólares. Su crisis financiera no solo preocupa a Beijing, sino también a muchos inversores nacionales y extranjeros, más adelante veremos cuál puede ser su impacto.
Evergrande tuvo en su día una historia gloriosa. Además de sus propiedades inmobiliarias, poseía el mejor equipo de fútbol profesional de China (el Guangzhou Evergrande), una unidad de coches eléctricos, turismo, agua embotellada, y otras industrias de productos financieros.
Los pasivos ascienden a más de 300,000 millones de dólares, de los cuales 88,630 millones son pasivos sin coste financiero, y el 42% de los cuales vencerán en menos de un año; mientras que el efectivo y los equivalentes en los libros son solo 13,400 millones de dólares, además de 460,000 millones de propiedades inmobiliarias y 146 proyectos de viviendas, principalmente en Pearl River Delta, de los cuales 62 están en Shenzhen. 19,000 millones corresponden a bonos offshore, es decir, tenedores de bonos internacionales.
Estos tenedores de bonos internacionales, según expertos, son los que menos posibilidades tienen de recuperar su dinero, mientras que la deuda que mantienen con tenedores nacionales tendría más posibilidades de recuperar, siempre y cuando el régimen chino decida rescatar a Evergrande. Entre los tenedores de bonos extranjeros figuran, entre otros, Blackrock, Royal Bank of Canada, Fidelity, UBS, que son los mayores gestores de activos del mundo, de Estados Unidos y Europa, así como el fondo de pensiones del gobierno japonés.
Al parecer Evergrande debe dinero a unos 171 bancos nacionales y a unas 121 empresas financieras que podrían o no recuperar su dinero. Recientemente Evergrande vendió 1,5 millones de viviendas a ciudadanos chinos, pero esas viviendas aún no se construyeron. En cuanto a los ciudadanos chinos que invirtieron los ahorros de su vida, es probable que nunca lleguen a ser entregados.
Evergrande emplea de manera directa más de 200,000 personas y da trabajo a 4 millones de empleados. El grupo no puede pagar múltiples deudas, mientras tanto comenzó a vender algunas de sus propiedades terminadas con grandes descuentos, hasta un 40%, pero los expertos advierten que con la cantidad de viviendas baratas que inundan al mercado, provocan la caída de los precios inmobiliarios. Pero Evergrande no está sola hay decenas de promotoras chinas en dificultades.
Shimo 820 millones de dólares. Xinjuan 229, Sinic 244, Seazen Holding 100, Central China Real Estate 400, Agile 200, Zhenra 200, Ronshine China 150, Kaiza 400, Fantasia 149 millones de dólares, empresas que están en dificultades o dejaron de pagar, y se enfrentan a plazos que no llegaran a cubrir. La ola de quiebras ya empezó entre los deudores. Según un informe de la prensa china, hasta septiembre, 274 empresas inmobiliarias se declararon en quiebra, muchas de ellas son pequeñas empresas, pero esto supone casi una quiebra diaria en el mercado.
De acuerdo a la política de las «tres líneas rojas», las condiciones de funcionamiento de Evergrande están en peligro. Su situación financiera ha cruzado las tres líneas rojas y, por tanto, se le prohíbe recibir más préstamos bancarios. En medio de la recesión económica y de las medidas reguladoras del sector inmobiliario, la empresa aún no ha quebrado. Sin embargo, no hay compradores, y otras grandes empresas inmobiliarias también están faltas de liquidez o preocupadas por el estancamiento de las ventas.
El valor de mercado de las acciones de Evergrande se evaporaron en un 90%, el precio de las acciones de la sede central de Evergrande en Hong Kong ha caído en un 90%, Evergrande Property Services Group en un 77 % y Evergrande Vehicle ha caído en un 93%. Evergrande cometió el error de ampliar excesivamente sus operaciones al calcular mal las políticas de Beijing.
Dado que el banco central del Partido Comunista Chino (PCCh) ha endurecido la política monetaria este año, aunque Evergrande se libre de las tres líneas rojas, ningún banco se atrevería a concederle una refinanciación. Ahora que Evergrande carece de efectivo y ha superado todas las líneas rojas, el banco solo puede cortar el préstamo.
La deuda pública de China ya representa el 270% de su PIB y los préstamos en mora alcanzaron los 466,900 millones de dólares. La compañía ahora debe un pasivo total de 305,000 millones de dólares lo que la convierte en la promotora inmobiliaria más endeudada del mundo. También es el mayor emisor de bonos basura en dólares de Asia. Evergrande debe dinero a 128 bancos y a más de 121 instituciones no bancarias.
La deuda de la empresa es de un tamaño tan significativo que puede representar un riesgo sistémico para el sistema bancario de China. Los pagos atrasados o en mora de Evergrande podrían provocar una reacción en cadena de incumplimientos en todas las instituciones. Una venta masiva de Evergrande podría hacer bajar los precios, colapsando a los desarrolladores que tienen una cantidad excesiva de apalancamientos financieros.
Durante los últimos años, la relación entre la deuda empresarial y el PIB de China ha aumentado de manera constante. En 2017, alcanzó un récord del 160%, frente al 101% 10 años antes. El líder chino Xi Jinping ha convertido en una prioridad controlar la deuda, particularmente los 10 billones de dólares en el sector bancario en la sombra. Los vehículos de financiación de los gobiernos locales (LGFV) han incumplido muchos préstamos fiduciarios en el sistema bancario en la sombra.
En lo que va de año los LGFV han incumplido con el pago de 915 millones de dólares. Esta supuesta deuda oculta de los gobiernos locales se ha vuelto tan omnipresente que Beijing la ha catalogado como un problema de seguridad nacional. El futuro de Evergrande y la economía china depende de si las autoridades centrales permitirán o no que Evergrande entre en default, dejando a sus acreedores en el abismo, o si el Partido Comunista Chino (PCCh) intervendrá para mantener la estabilidad.
Los elogios que se realizaron a la economía de China ya no se sostienen. Las malas perspectivas de la economía china no harán más que frustrar a los corredores de Wall Street pro-China: su deseo de mejorar las relaciones económicas y comerciales entre Estados Unidos y China también empezará a enfriarse. La caída de la economía china es una de las razones por las que el PCCh está ansioso por mejorar las relaciones entre China y Estados Unidos.
Después de que el presidente Biden y el líder chino Xi Jinping hablaran por teléfono, el medio de propaganda extranjera del PCCh, DW News, publicó un artículo titulado «La implicación de la charla de Xi Jinping y Biden». Este artículo nos dice que el PCCh necesita desesperadamente aliviar su crisis económica mejorando las relaciones entre China y Estados Unidos y levantando todas las sanciones estadounidenses de la época de Trump.
El artículo dice que Beijing está perdiendo la paciencia con la indecisión y la ambigüedad estratégica de la Administración Biden respecto a su política hacia China. «Xi instó a Biden (…) a devolver las relaciones bilaterales a la vía correcta del desarrollo estable lo antes posible (…) a demostrar visión estratégica y valor político», citaba DW News un reporte de Xinhua. También afirmaba que Biden está «dando pequeños pasos, tambaleándose en el camino para restaurar las relaciones entre China y Estados Unidos (…) esto es demasiado conservador (…) ¿pueden las actividades comerciales civiles entre China y Estados Unidos permitírselo?».
Beijing ha comenzado a aplicar un impuesto sobre la propiedad, largamente criticado, en algunas regiones chinas para regular la compra de viviendas, ya que el régimen trata de frenar la especulación inmobiliaria. El Comité Permanente de la legislatura títere de China autorizó el 23 de octubre al Consejo de Estado a comenzar a gravar a los propietarios. El régimen durará cinco años y el Consejo de Estado determinará las zonas piloto, según la prensa estatal china.
El nuevo impuesto se aplicará tanto a las propiedades residenciales como a las no residenciales, así como a los propietarios de terrenos y bienes inmuebles, aunque los propietarios de tierras rurales estarán exentos. Los precios de las propiedades en China se han multiplicado más de 20 veces desde que comenzó la propiedad privada de viviendas en 1998, creando una crisis de asequibilidad que solo se ha agravado en los últimos años.
Las autoridades han estado considerando la posibilidad de imponer un impuesto a los propietarios de viviendas desde 2003, pero no actuaron al respecto, por temor a que la disminución de la demanda de propiedades pudiera desencadenar una crisis fiscal para los gobiernos locales que dependen de la venta de terrenos para obtener ingresos.
En enero de 2022, se deben pagar más de 5,2 mil millones de dólares en intereses de un menú de 15 empresas inmobiliarias chinas más pequeñas y fuertemente apalancadas. Eso es más del doble del monto de los pagos actuales del servicio de la deuda de Evergrande. Los titulares de bonos nacionales todavía están recibiendo sus pagos de intereses. Las autoridades chinas solo están amenazando con endurecer a los titulares de bonos extranjeros (denominados en dólares), al menos por el momento.
Esto nos lleva a otro punto más destacado sobre estos activos financieros denominados en dólares en el extranjero que posiblemente incurran en mora. ¿Podría, en algún momento, desencadenar una crisis más amplia como temen los pesimistas?
¿Qué pasa si hay una corrección sistémica más grande en el mercado inmobiliario de China? Ciertamente, parece que eso está sucediendo. ¿Cuánta exposición tiene realmente Estados Unidos y sus inversores individuales? ¿Existe un vínculo con las empresas chinas que cotizan en las bolsas de valores de Estados Unidos? Todo parece bastante turbio, al igual que las garantías de las autoridades chinas.
Pase lo que pase con Evergrande, algunos analistas no son tan optimistas sobre el futuro de los precios de las materias primas. «Ya estamos viendo una desaceleración en los precios de algunas materias primas en respuesta a la desaceleración del crecimiento que se esperaba de China», dice Jennifer James, analista del grupo británico de gestión de activos Janus Henderson.
China fue un país que se benefició de la globalización económica, fue el lugar perfecto para la ideología neoliberal, porque las ideologías funcionan a través de los Estados, pero luego del duro golpe asestado por Donald Trump y de la pandemia, que hizo abrir los ojos a cientos de millones de personas en el mundo, muchas empresas han comenzado a mudarse de China.
Vietnam es uno de los beneficiados de este éxodo. También están en la mira algunos países del África, Guyana (que hace algunos años se descubrió importantes yacimientos de petróleo) y España en Europa (el acuerdo con grandes sindicatos ven como un guiño a esto).
En diciembre de 2020, China multó al gigante de internet Alibaba con la cifra récord de 2,800 millones de dólares por prácticas anticompetitivas. También ordenó una revisión de su empresa financiera hermana y advirtió a otras empresas tecnológicas que deben obedecer las normas de Beijing. El régimen chino, que había dejado libres a sus empresas tecnológicas para poder competir y consolidarse, sin embargo, endureció las restricciones a las finanzas digitales y agudizó una ley antimonopolio a finales del año pasado.
Por años, China bloqueó los sitios web extranjeros y vigiló el contenido de las plataformas nacionales, pero había dejado que empresas tecnológicas nacionales como Alibaba y Tencent compraran empresas rivales, desarrollaran nuevos productos y se expandieran. Pero en las propuestas reguladoras y legales, China anunció su deseo de poner en jaque a un sector caracterizado por una competencia despiadada y una enorme influencia en cuestiones políticas delicadas como el trabajo y la seguridad de los datos.
El régimen chino, obligó a empresas de Internet como Alibaba, ByteDance y Tencent a prometer públicamente que seguirían sus normas contra los monopolios. En noviembre de 2020, las autoridades detuvieron la oferta pública inicial de Ant días antes de lo previsto, y en diciembre abrieron la investigación antimonopolio sobre Alibaba. El 12 de abril, China también ordenó a Ant que se sometiera a un plan de rectificación para cambiar su forma de gestionar los productos de inversión y crédito.
La China de estos días, es decir, su clase política, teme el creciente poder de los nuevos supermillonarios directores ejecutivos de las grandes empresas tecnológicas y responden con una persecución política. Ese viejo dicho que dice «el dinero es poder y todo lo puede», en estos días está demostrando que es solamente eso, un dicho folclórico. Si no lo creen pueden preguntárselo a Jack Ma. El doble golpe que recibió el fundador de Alibaba e icono empresarial, lo dejó prácticamente fuera de combate.
El 24 de octubre de 2020, Jack Ma, entronizado en sus billones cometió una novatada política, el error de ser crítico con China y, por extensión, con el Partido Comunista Chino (PCCh) que dirige el país. Jack Ma declaró públicamente en Shanghái que China «carecía de un sistema financiero que funcionara» y que los bancos chinos estaban dirigidos con una «mentalidad de casa de empeño».
El multimillonario (o en su día trillonario) fundador y director del gigante de Internet Alibaba, era considerado el hombre más rico de China. Se calcula que el patrimonio neto de Jack Ma superaba el billón de dólares. Pero sus riquezas no le sirvieron de nada como él y muchos lo pensaban o lo siguen pensando. Ahora el ingenuo Jack Ma sin duda sabrá, que no es forma de hablar de un gobierno que está librando una guerra imperial por la supremacía mundial, y que además se cree infalible y tiene concentrado el poder en sus manos.
Lo que no supo entender Jack Ma, es que su crítica, en definitiva, iba dirigida al liderazgo del nuevo emperador vitalicio chino, Xi Jinping y ponía en entre dicho la capacidad y legitimidad del tambaleante PCCh. Como era de esperar de un superestado, el que tiene el poder en sus manos en China, reaccionó «rápido y furioso» y Jack Ma desapareció del mapa durante meses, sin tuits, ni nada de posteos en los medios de comunicación.
El Financial Times le preguntó a un representante de Alibaba por la repentina ausencia de Jack Ma en los eventos, este ofreció como excusa un conflicto de agenda. La división de tecnología financiera de Alibaba, Ant Group, vio cómo su cotización en bolsa de 37,000 millones de dólares desaparecía de repente. Creo que no es necesario preguntarse a donde fue a parar el dinero de las multas ¿no?
El poder político fue a por más, ordenó que Alibaba liquidara sus activos mediáticos, incluida la propiedad del periódico South China Morning Post y Weibo, la plataforma de redes sociales equivalente a Twitter en China. El banco central de China, objeto de las críticas de Jack, cortó los vínculos de Ant Group con su empresa de servicios de pago, Alipay, separando financieramente a las empresas de Jack Ma, que estaban estrechamente conectadas y comunicarse entre sí. El banco acabó controlando todos los productos de fondos de Jack Ma, incluida la información y la liquidez financiera de esos fondos.
El PCCh, que no quiere competencia se dio cuenta que Jack Ma no era una excepción. Empresas tecnológicas relacionadas con los medios de comunicación, como Tencent, Baidu, Didi Chuxing, SoftBank y otras, fueron objeto de multas, órdenes de desinversión e incluso de cese de actividad por parte de los reguladores del mercado por el delito de operar como monopolios. Hay más ejemplos, desde los servicios de transmisión de videos musicales hasta los servicios de tutoría y la minería de criptomonedas, ya han captado la idea.
Lo que les suceda a estas empresas no importa, da lo mismo si el precio de las acciones se desploma en miles de millones o trillones, o que sus fundadores desaparezcan. Lo importante es que los fundadores de empresas privadas de éxito sepan que su éxito es posible si el partido comunista lo quiere. Jack Ma, reapareció (porque el PCCh lo quiso) sumamente apagado en contraste con su personalidad pública: «He estado estudiando y reflexionando, y he tomado la determinación de dedicarme a la educación y al bienestar público».
Dicen medios muy informados que nadie puede presentar una fotografía suya o que diga que lo ha visto desde entonces. La lección es, la que aprendió Jack Ma y los demás, que el dinero no siempre es poder, pero el poder político si, y que algunos gobiernos están decididos a usar si es necesario el poder etológico puro para lograr sus objetivos. Los medios de comunicación dicen ingenuamente: esto no pasa en Estados Unidos. Parece que no existe ese problema con los magnates de las grandes empresas tecnológicas.
Xi Jinping es la quinta generación de líderes chinos, su padre Xi Zhongxun fue secretario del partido de la provincia de Guangdong. Sufrió tres veces la purga de Mao, Deng lo rehabilitó en 1979. El avance del sueño chino requiere una economía mundial abierta, pero Xi Jinping dejó de lado una recomendación de Deng, «Oculta tu fuerza, espera el momento, nunca tomes la delantera». La Franja y la Ruta para Jinping es como el sueño de Deng proyectada al exterior.
Donde surgen los quiebres de la política de Xi Jinping con sus antecesores es en la corrupción y en la presencia China en el exterior. Xi proclamaba que «quienes quieran ganar dinero, no ingresen al partido». Sin embargo, la realidad dice lo contrario, ingresar al partido permite acceder a redes de influencia y ganar dinero. La ingenuidad de Jinping y muchísimos líderes y políticos mundiales es, que carecen de filosofía política, ignoran cosas básicas de la política. Creyó que China podía seguir creciendo sin despertar enemigos.
En la política es de manual la relación amigo-enemigo, y para esto no es necesario leer a Julen Freund, Donald Trump lo sabía sin leer a estos clásicos. Vio a su enemigo político en Europa, Rusia y sobre todo en China, así es la vida política y no cambiará mientras exista la política.
¿Por qué actúa de esta manera China? No lo hacen porque estén locos, ni porque sean comunistas, como muchos sostienen. China era marxista en la época de Mao y el país fue un desastre, muertes, hambrunas, atraso social y cultural. Con Deng Xiaoping y el famoso «golpe de timón» empezó el abandono del marxismo y la apertura a una economía de mercado, aunque siguieran hablando de marxismo-leninismo.
Cuando critican por derecha que China es comunista porque existe un partido hegemónico llamado comunista, eso no significa que sean marxistas. Cuando Alemania se dividió en dos, la llamada Alemania del este, la Alemania oriental o comunista se llamaba República Democrática Alemana (RDA).
La existencia de un partido único llamado Partido Comunista Chino (PCCh) no implica que el país sea comunista, que el uso de la censura, de la violación de los derechos de los ciudadanos, la falta de una opinión pública, de medios llamados libres, del uso de la violencia, no lo convierte en comunistas ipso facto. Que históricamente las izquierdas de tercera, quinta y sexta generación hayan utilizado necesariamente la violencia política y etológica para sostener su régimen político, la única manera de mantenerse en el poder, no los convierte en marxistas por lo dicho anteriormente.
Si repasaran la historia de China verán que el uso de la violencia es inherente al pueblo chino. Una sublevación campesina se sucedía a otra, sometiendo y eliminando a los opositores, y otra vez a empezar. Incluso la revolución de Mao fue campesina, además de violenta, y solo llegó a la ciudad para gobernar desde ella. Desde el golpe de timón y la consecuente industrialización china, ya no es posible más rebeliones campesinas. China es un país industrial y tecnológico (tecnología robada).
China necesitó del capitalismo para abandonar la pobreza, recuerden que hasta entonces China era más pobre que muchos países del África y de Asia, y si hubiesen seguido el camino de Mao quien buscó el sueño chino por medio de una economía cerrada, estarían tan pobres como Cuba. Los nombres no dicen mucho. La diferencia está en los medios de producción y desde el momento que existe Mercado ya no hay marxismo.
En China no existe la lucha de clases factor importante para el marxismo. Y no es porque se hayan eliminado las clases, existen diferentes clases sociales y económicas, sino porque carece de interés. No es el motor de la historia, el ortograma chino no pasa por esa estupidez. El sueño ha sido ser superiores a los países más desarrollados de Occidente o, los países occidentalizados en sus modos de producción.
Un país que tiene supermillonarios, burgueses, no puede llamarse marxista, aunque un engañabobos como Santiago Armesilla Conde viaje pregonando (sin vergüenza alguna) que China es marxista. China es el país con mayor número de multimillonarios del mundo, China supera a Estados Unidos y la India juntos en multimillonarios. Decir que China es marxista, creer eso solo deja dos alternativas, el que lo dice es un farsante o un imbécil, no hay otra.
Lo ridículo de estos defensores de China y del marxismo, que pretenden casar a Marx con Gustavo Bueno Martínez, siguen hablando de la plus valía, propio de algunos diletantes que continúan con discusiones bizantinas, hablando de los sexos de los ángeles. Tan anacrónico que Deng ya lo había abandonado por inservible, no se dan cuanta que a nadie en el mundo le interesa hablar de ello. Tan ingenuo y desfasado como pretender hacer política hablando de la leyenda negra.
El éxito de China se debe al capitalismo, pero no a cualquier capitalismo, sino a uno peor que el llamado «capitalismo salvaje», que al lado del capitalismo chino del salvaje oriente, el capitalismo salvaje palidece. China fue elegida por el capitalismo neoliberal como fábrica del mundo de la misma manera que ya le están buscando sustituto (Vietnam, etc.). Otro de los problemas existentes con los políticos es, en desconocer la existencia de los imponderables (cisnes negros lo llaman otros).
Los chinos iban a por todo, pero la aparición de Donald Trump y de la pandemia, desbarataron los planes. Trump significó el repliegue de la globalización y la defensa del Estado nacional soberano, y el virus chino (producto de una fuga de laboratorio) abrió los ojos a millones de personas y gobiernos en el mundo.
El régimen chino consciente de ello trata de mantener una cohesión interna, no puede permitirse disidencias, y tiene que someter a los que no obedezcan al nuevo emperador Xi Jinping. ¿Eso los llevará a una economía cerrada? No lo creo, pero el recuerdo vivo de Mao no debe descartarlo, Mao más que un sueño fue una pesadilla en el ortograma chino.
Con todo el dinero ganado gracias a la avaricia de los capitalistas, China se rearmó y mientras Rusia y Estados Unidos estaban bloqueados por los acuerdos sobre armamento nuclear, iniciaron la construcción de ojivas nucleares. En el exterior, el creciente aislamiento de China del mundo es claramente evidente y subraya su actual desvinculación de la economía global y de las normas internacionales de comercio y de la diplomacia.
A China no le conviene una Guerra Fría contra Occidente. Para Estados Unidos sería una forma efectiva de contención a los chinos, como lo fue la contención a la Unión Soviética hasta su implosión. La Unión Soviética al menos, más allá de su economía desastrosa, tenía una ideología que arrastraba a muchísimos hombres en el mundo. ¿Tiene China una ideología? No tiene nada, solo puede ofrecer depredación. La lógica china consiste en que le vaya mal a otros para tener éxito.
En occidente se siguen engañando creyendo que existe un grupo poderoso de «reformistas» dentro del Partido Comunista; que, si se les apoyara, eso permitiría que se liberalizara todo. En Occidente se ha sobrestimado el atractivo del modelo occidental de la democracia liberal y, al mismo tiempo, se ha infravalorado la capacidad del PCCh: pese a todos los problemas que China tiene y los que se pueda tener con el partido, aprobaron ser extremadamente competentes para mantenerse en el poder y gobernar el país.
El partido quiere convertir el mundo en un lugar seguro para su eutaxia, para garantizar así su permanencia en el poder en el largo plazo, no quiere oír críticas, lo toman como un ataque a su soberanía, pero necesitan seguir creciendo económica y militarmente, y es ahí donde se torna todo incierto a qué puede llevar. China es en muchos aspectos, como dice Susan Shirk en su libro: «China, una frágil superpotencia» (China: Fragile Superpower). Podríamos hablar también del ‘frágil poder del Partido Comunista’, porque una y otra cosa son lo mismo.
«Deng Xiaoping les hizo ricos y Xi les hará fuertes», así se puede resumir el pensamiento del actual presidente del país. El sello de Jinping es haberse posicionado para gobernar por un largo periodo de tiempo, posiblemente para el resto de su vida. Tiene todos los resortes del poder en sus manos, y ha conseguido que el PCCh respalde el culto a la personalidad.
El Partido Comunista Chino (PCCh) aprobó recientemente una «resolución histórica» que estableció firmemente la posición indiscutible de su líder, Xi Jinping. La larga resolución, la tercera en los 100 años de historia del Partido, preparó el terreno ideológico para que Xi busque un tercer mandato o, de por vida. También expuso la visión de Xi para el futuro en sus llamados «10 principios que deben seguirse estrictamente».
El primer y principal principio es mantener el poder del PCCh. La resolución subrayó que el liderazgo del Partido es «integral y holístico». Todas las instituciones del Estado, los departamentos gubernamentales, los órganos judiciales y fiscales, las fuerzas armadas, las empresas estatales y privadas, los grupos sociales y culturales, las organizaciones de base, etc., tienen que estar bajo la dirección del PCCh.
Esto recuerda las palabras de Mao, el fundador de la República Popular China (RPC): «Obreros, campesinos, estudiantes, empresarios, soldados; el este, el oeste, el sur, el norte y el centro: el Partido lo dirige todo». La resolución de Xi también subrayó que «el liderazgo del Partido Central es el principio más elevado» y que «la práctica de informar al Partido Central debe ser aplicada». En el vocabulario del PCCh, «Partido Central» en este contexto se refiere a Xi.
De estos 10 principios, la mitad de ellos implican un retorno a la época de Mao, por ejemplo, la posición primordial del Partido, el énfasis en el marxismo, las luchas ideológicas, la revolución ininterrumpida, así como la autosuficiencia y la independencia.
Además, la política de reforma y puertas abiertas de Deng no se mencionó en los principios. Desde 1979, Deng situó el desarrollo económico como la tarea principal del PCCh y, para lograrlo, el país se adhirió a la política de reforma y puertas abiertas. Incluso advirtió a los cuadros en su gira por Shenzhen en 1992 que «quien no quiera la política de reforma y puertas abiertas tiene que renunciar». Por tanto, la omisión de esta política significa un alejamiento de Deng.
La tercera «resolución histórica» no es un buen augurio para China, ya que se inclina hacia las políticas de la era Mao. La China comunista debe su rápido crecimiento económico a Deng, mientras que Mao trajo el desastre y la pobreza económica a través de su Revolución Cultural; este es el camino que Xi está trazando para el pueblo chino.
Eso hace muy difícil que veamos algún cambio en el liderazgo. Creo que hay mucha gente que se queja y que no está necesariamente contenta con él, pero no son lo suficientemente fuertes o significativos como para provocar un cambio. Al menos no ahora, ni en un futuro cercano. No están en Occidente. En definitiva, el éxito de China se debe al modelo de mercado, de economías abiertas, al capitalismo neoliberal.
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