

Crónicas argentas —8
EL CORONEL JUAN PERON Y EL ESTUPRO
Roberto Montenegro
Nélida Haydeé Rivas- Nelly María Cecilia Yurbel Peña- La Piraña
En 1953, luego del fallecimiento de Eva Duarte, «evita» quien fuera la segunda esposa del entonces coronel Juan Domingo Perón, mantuvo una relación con una menor Nélida Haydeé Rivas, conocida como «Nelly», sobre esta situación perversa hay un articulo publicado por Ricardo Veisaga en esta revista. Muchos conocedores de la vida privada de Perón sostienen que no fue la única.
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Nelly Rivas mantuvo un vínculo no solamente sexual con el coronel Perón, sino que fue amoroso, ella tenía tan sólo 14 años. Incluso existe documentación fotográfica que comprueba que el expresidente argentino hasta iba acompañado por su lolita a eventos sociales de la época. La relación entre ambos se acabó luego del golpe cívico-militar de 1955, cuando Juan Domingo Perón abandonó el país y dejó a sus seguidores abandonados.
En el exilio, mientras estaba en Panamá Juan Perón conoció a María Estela Martínez, popularmente conocida como «Isabelita» que luego sería su esposa legal y ejerció el cargo de vicepresidente de su último mandato iniciado el 12 de octubre de 1973. Tras la muerte del entonces general Juan Perón, meses después, la viuda se hizo cargo del Poder Ejecutivo, hasta el golpe del 24 de marzo de 1976. La historia de un hombre que a sus 58 años tenía una amorosa y sexual con una niña de 14, es un tema prohibido o al menos, sus seguidores no quieren hablar.
Como dije ya conocemos el caso de Nelly Rivas, y esa relación surge por la desviada costumbre que tenía Perón con las adolescentes, ya que tenía por una cosa normal invitar a grupos de adolescentes de la «Unión de Estudiantes Secundarios» (UES) a la quinta presidencial de Olivos, localidad cercana a la Capital Federal, situación que la oposición miraba con espanto y que desembocaría en una relación con todas las letras entre un hombre casi sesentón y una menor de edad.
En 1941 Juan Domingo Perón tiene 45 años, acababa de terminar su misión en Europa, donde se había empapado de fascismo mussoliniano, regresa a Buenos Aires por pedido de las autoridades argentinas ante la evolución hacia la Guerra al llegar al país le asignan nuevo destino. Este destino será Mendoza, como profesor del mendocino Centro de Instrucción de Montaña. Su domicilio será una casa de la calle Perú de esa ciudad. En su nuevo destino se dedicará de lleno a su trabajo y al ejercicio de la esgrima, la equitación y el esquí.
En la inauguración de la filial del Instituto Nacional Sanmartiniano. Juan Domingo Perón, vocal, descubre a una chica que le llama poderosamente la atención, ella es María Cecilia Yurbel Peña. Perón ducho en estas lides con las menores no demorará mucho en mantener una relación, al punto que se van a vivir juntos. En esos tiempos, la lleva consigo a reuniones sociales, y acudiendo al viejo truco, la presenta a veces como sobrina y a veces como ahijada. Como María Cecilia Yurbel Peña era aún menor de edad, Perón recurría a estas mentiras, pero entre los íntimos la llamaba «Piraña».
¿Y Piraña por qué? Sobre este sobrenombre no suele existir acuerdo, según algunos Perón la había bautizado de esta manera «porque comía como una piraña», según otras fuentes: «Tenía dientes muy grandes», la mas segura es la siguiente: «Perón, cada tanto, aparecía con huellas inequívocas: mordiscos de amor». En ese entonces sostenían que María Cecilia Yurbel era hija de un campesino sin recursos que la entregó a Perón para todo servicio.
Cuando Juan Perón retorna a Buenos Aires, vive en un departamento de la calle Posadas y la exhibe como novia. Un periódico de la época la describe como: «bella, desenfadada, piernas esbeltas, caderas mórbidas», pero hay más, en diciembre de 1943, Perón había ascendido a Coronel y ostentaba el cargo de secretario de Trabajo y Previsión, entonces ya actuaba como ideólogo entre bambalinas del Grupo de Oficiales Unidos (GOU) una logia fascista, y era un hombre muy mencionado y se mostraba como uno de los más influyentes del gobierno militar.
El 16 de diciembre de 1943, Perón había sido invitado al ciclo «Estampas porteñas», que se emitía por Radio Belgrano. El grupo de periodistas y actores que participaban del programa esperaban su llegada con ansiedad. Dicen que antes de que la audición saliera al aire, en la puerta de Radio Belgrano se estacionó un Cadillac negro y, para sorpresa de todos, asomó tras la puerta del auto un par de piernas torneadas. El coronel Perón ayudó a descender del auto a la mujer y avanzaron por el corredor central de la radio tomados del brazo.
Ella era muy joven, esbelta, tenía el porte de una actriz. Todos los presentes sabían que Juan Perón era viudo. Ante el silencio desconcertado de los presentes, Perón presentó a la joven: —Ella es María Cecilia… —hizo una pausa estudiada y completó— mi hija. Entre los presentes se encontraba Alejandro Berrutti, José Antonio Saldías y las actrices Blanquita del Prado y Mary Lewis, quienes no podían decir palabra. Ninguno de los presentes sabía que el secretario de Trabajo tenía hijos.
Como era de esperar la noticia corrió como un reguero de pólvora y al día siguiente las revistas comentaron: «La hija del coronel, de no más de quince años, fue homenajeada por Mary Lewis». Días después del incidente, un periodista solicitó una entrevista al coronel Perón, y quiso saber sobre la misteriosa hija que jamás había sido mencionada. Pero el coronel Juan Perón, viejo tramposo, con la ambigüedad que lo caracterizaba, le preguntó al periodista:
—¿Qué hija? ¿Se refiere a «la Piraña»?
—¿Qué Piraña? —interrogó el periodista, sin entender.
—Y si no sabe, para qué pregunta… —finalizó Juan Domingo Perón, evitando dar explicaciones. La gente seguía sumida en la duda, nadie sabía en realidad quién era esa muchacha que acompañaba a Perón a todas partes, ni qué vínculo los unía. En otra oportunidad, en una reunión, ante la curiosidad de los presentes, el coronel Perón la presentó con un gesto ampuloso:
—Les presento a María Cecilia, mi querida sobrina.
Ciertas versiones dicen que cuando Juan Perón recibía visitas en su casa de la calle Posadas, ni siquiera la presentaba y, ante sus camaradas del GOU, se dirigía a ella como si fuese una empleada doméstica pidiéndole que sirviera café. Durante mucho tiempo María Cecilia Yurbel, apodada a veces «la Piraña» y otras «la Pilonga», fue un verdadero misterio, lo cierto era que el coronel Juan Domingo Perón mantenía un vínculo incestuoso.
Las declaraciones de Perón desde el exilio también eran un gran escándalo, en una entrevista dijo: «yo nunca he pensado que un hombre que busca una mujer comete delito, solamente a un gobierno de maricones se le puede ocurrir que un hombre que busca una mujer comete delito. A mí nadie me va a convencer de que a un hombre que le gustan las mujeres es un inmoral… ¡inmoral es que le gusten los hombres!».
Al respecto, sobre su origen o su aparición en escena de la menor, una versión señala que María Cecilia Yurbel era hija de un peón rural, viudo que no podía mantener a sus hijos. El coronel, obnubilado por la belleza de la muchacha, aceptó alivianar al hombre de la carga económica que significaba su hija. Así, María Cecilia pasó a ser una suerte de empleada de todo servicio del solitario coronel viudo, como solían decir entonces: «cama adentro patrón encima». Es decir, Juan Perón se hacía cargo de ella y a cambio, obtenía todos los «servicios» que necesitaba el hombre.
La otra versión más piadosa y elaborada por sus seguidores, es decir, falsa pero más presentable, dice que ambos se conocieron en el acto ya mencionado de la inauguración del Instituto Nacional Sanmartiniano de Mendoza. Lo mas fidedigno es que María Cecilia Yurbel Peña nació en Mendoza el 11 de febrero de 1924. Y era treinta años menor que Juan Perón, María Cecilia abandonó todo lo que la unía a su familia y se alejó de la provincia para marcharse junto a Juan Perón. En un artículo de El Laborista la describía: «Era una joven de expresión desenfadada, esbeltas piernas y mórbidas caderas».
Muchos se preguntaban por qué Juan Perón la apodaba la Piraña. Algunos seguidores obsecuentes lo atribuían a su buen apetito, pero estos nunca no aclaran exactamente a qué se referían con lo de voracidad. El sentido común nos dice que la relación de Perón con su Piraña era puramente etológica. En esos tiempos como secretario de Trabajo manejaba la información pública de la misma manera que sobre su vida privada, era muy común que se inventara noticias estrafalarias para mantener otra información en secreto.
¿A qué se debía esa mentira pública sobre su supuesta paternidad de la Piraña? Cada vez que sus amigos íntimos le hacían ciertos reproches sobre su ligereza, la risa de Juan Domingo Perón bien ensayada era una maniobra de distracción para que no se descubriera que la Piraña era menor de edad, y que le había sido «entregada» de manera dudosamente legal.
El 15 de enero de 1944, se produjo un lamentable terremoto en la provincia de San Juan, la «Piraña» partió como un rayo a San Juan, ya que ella tenía parientes en esa provincia. En ese momento apareció en escena Eva Duarte, una joven que además de resentida social, estaba buscando su tabla de salvación. Eva Duarte, en su pueblo de la provincia de Buenos Aires solía frecuentar bailongos donde amenizaban orquestas, mayoritariamente de tangos y milongas, y poder mantener relación con algunos artistas que se encontraban de gira, con el fin de salir del pueblo.
Aunque les duela a ciertos ciegos fanáticos, su salida a Buenos Aires, a la capital, a las luces de la ciudad, se dio a través de uno de estos cantantes que recorrían los pueblos buscando ganar unos pesos, normalmente eran hombres que la doblaban en edad. En el famoso acto de recaudación para ayudar a las victimas del terremoto realizada en el mítico Luna Park, Eva Duarte se arrimó a Perón y allí empezó otra historia. Digamos que, si la «Piraña» corría, Eva volaba. En esa carrera del sálvese quien pueda, Eva ganaba por robo.
Según Araceli Bellotta en su libro: «Las mujeres de Perón», relata que cuando la mendocina volvió a Buenos Aires, Evita ya estaba instalada en el departamento de Perón y le prohibió verlo. Eva le puso su valija en la puerta y la echó, a Juan Perón le dijo: «¡La fleté!», en este caso se cumplió el viejo dicho: «El que se va a Sevilla, pierde su silla». Poco o nada se supo de la «Piraña», lo cierto es que nunca mas se vieron, de eso se encargaría la famosa Evita.
María Cecilia regresó a Mendoza donde se casó y tuvo un hijo, muchos años después se supo que maría Cecilia Yurbel murió en 1989, entonces contaba con 65 años. Su concubinato con Perón duró más de tres años. Juan Domingo Perón, el 5 enero de 1929, con 33 años de edad contrajo matrimonio por primera vez. En este caso fue Aurelia Gabriela Tizón, ella era la sexta hija del matrimonio Cipriano Tizón y Tomasa Erostarbe, españoles ambos, y él, conocido fotógrafo, dueño de un negocio de fotografía, y afiliado a la Unión Cívica Radical.
El matrimonio formaba parte de una respetable familia de clase media. Aurelia era maestra, pintora, traductora de inglés. Ambos se conocieron en los bosques de Palermo. Cuatro años después se casarían en la Iglesia Castrense Nuestra Señora de Luján, calle Cabildo, en el barrio de Belgrano. El padrino de la boda sería el teniente coronel Bartolomé Descalzo, uno de los 188 miembros de la Logia San Martín, raíz del Grupo de Oficiales Unidos (GOU), una logia militar que sería decisiva en el futuro de Juan Perón.
Se dice que el matrimonio estaba impedido de tener hijos, posible causa la esterilidad de uno de ellos, por tanto, sus biógrafos dicen que pensaban adoptar una niña. El matrimonio vivía entonces en un piso de la avenida Santa Fe 3641. Aurelia siguió dando clases en los cursos de tercer grado de la Escuela número: 2 República de Honduras. El 10 de septiembre de 1938, con 30 años, un cáncer útero terminó su vida. Descansa en un nicho del Cementerio el Salvador, Rosario, Santa Fe.
Juan Perón fue muy reacio a hablar sobre su vida con Aurelia Tizón, hubo muchas especulaciones al respecto, si en la relación hubo o no amor, si su casamiento fue obligado por las exigencias de su carrera militar. En aquellos años, un oficial del ejército que permanecía soltero no era bien visto por la institución militar. La pertenencia familiar también era muy observada, su madre Juana Sosa Toledo, no estaba casada con Mario Perón, padre de Juan Domingo, además de tener cierta relación con la etnia tehuelche.
Luego de la muerte de Aurelia, Juan Perón se dedicó de lleno al Ejército y fue enviado a Italia, junto a otros militares, a estudiar el funcionamiento militar en esos países y Perón en Italia se encontró con el régimen fascista. El general Carlos Márquez, ministro de Guerra había dado ordenes a los militares enviados a investigar. Perón se quedó asombrado y fascinado por la figura del Duce Benito Mussolini, y muchos militares argentinos estaban enamorados de Mussolini, en especial los del GOU, aunque también, como el mismo Perón lo confesó, por Adolph Hitler.
El general Carlos Márquez les había dicho que la misión «Puede durar meses o años», su vieja amiga Nancy de Fasola Castaño, lo había acompañado para despedirse al puerto y antes de que Perón se embarque le dice: –Viví años allá, y su estilo puede hacer furor entre las italianas. Se va a enamorar otra vez…
–Difícil –responde Perón. Nancy le responde: –Nunca diga de esta agua no he de beber. Perón dice: –Puede ser… Seguramente me casaré, pero con una criolla, no con una europea.
Para 1940, Perón ya se encuentra en Europa, su residencia es Italia en ella conoce al papa Pio XII, al menos eso dijo, pero Perón era muy mentiroso y de inventarse cosas, un verdadero mitómano. También dijo y comentó sobre su encuentro con Mussolini, una verdadera obra de ficción, Juan Domingo Perón, jamás tuvo un encuentro personal con Benito Mussolini. En ese país conoció a una mujer llamada Giuliana dei Fiori, entonces de 20 años, la familia de Giuliana era del norte de Italia. Juan Perón la habría conocido en una fiesta.
Los amigos de Perón en esa época italiana dijeron que: «Giuliana fue el gran amor de Perón, y pudo cambiar su vida. A fines del 40 él se mudó a Roma, se instaló en la pensión Weber, Piazza Esquilino 29, casi en la esquina de la embajada argentina, y Giuliana lo siguió. Ocuparon cuartos contiguos. Jamás se exhibieron en público. Pero el mundillo militar y político no ignoraba la historia. Un día, todos los militares argentinos en Europa recibieron la orden de volver, por seguridad: la guerra entraba en su faz más peligrosa. Perón partió vía España, y Giuliana lo siguió hasta Barcelona. Allí alargaron la despedida cuanto pudieron, pero el último adiós… tampoco fue el último. Perón retrocedió hasta Zaragoza, la alcanzó, pasaron otra semana juntos, y ya no volvieron a encontrarse».
En la foto se puede ver a Perón, recostado con las piernas hacia atrás, y sonriente. Su mejilla izquierda apoyada sobre el brazo derecho de una mujer que se encuentra sentada sobre un almohadón a rayas. Hay otras dos mujeres, un tocadiscos portátil a manija, y una cantidad de discos. La mujer que lo acompaña viste una blusa sencilla, dos botones desprendidos, un short.
Hay versiones como la de Alfredo Sierra, quien sostuvo en vida, que Perón tenía la certeza de que Giuliana estaba embarazada, pero a la postre se sabría que quien sufría de esterilidad, fue Juan Perón. Ese habría sido el motivo por el cual estuvo rastreándola por muchos años sin éxito, ella fue una de las tantas personas que desapareció a consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. Para 1970, Juan Perón, le pidió al poderoso empresario gracias al peronismo Jorge Antonio, que fuera a Italia y la buscara, pero no hubo éxito.
En 1941, la provincia de Mendoza, Argentina, fue el nuevo destino del cuarentón Juan Domingo Perón. Alquiló una casa en la calle Perú y fue presentado en sociedad por el doctor Pedro Baldasarre. La historia con la menor apodada la «Piraña» o la «Pilonga» ya la contamos.
Eva Duarte, «Evita». El día mas importante para Eva fue el 22 de enero de 1944. Eva recordaría frente al coronel Mercante, luego gobernador de la provincia de Buenos Aires: «¿Se acuerda cuando en el Luna Park me llevó de la mano para hacerme sentar al lado de Perón? ¡Ay, el miedo que tenía! Y usted, mire que estuvo inspirado, ¿eh?». Algunos dicen que Eva llegó a Buenos Aires a bordo de un tren, y que entonces tenía 15 años. Y que no llegó sola sino acompañada de uno de esos tantos cantantes de orquesta en gira por la provincia.
Eva, portando una valija de cartón en la mano y mucha hambre, pasó por un bar y preguntó dónde había una pensión barata, y le dieron una dirección: Pregunta por don Justo. Buen tipo, y no cobra caro… Eva llegó a esa dirección, y era una mansión, la residencia presidencial, y el tal «don Justo» era el entonces presidente argentino Agustín P. Justo, Eva había sido victima de la crueldad de unos tipos estúpidos, algo para aumentar su resentimiento. Ella había nacido como Eva Ibarguren, apellido de su madre, Juana, porque su padre, el estanciero Juan Duarte, no la reconoció. En esos años, en la partida de nacimiento se escribía hijo adulterino.
Los nueve años que siguieron a su llegada a Buenos Aires fueron duros, en algún momento fue protegida y alimentada por la veterana actriz Pierina Dealessi. En el mes de enero de 1944, en horas de la noche un terremoto hace pedazos la ciudad de San Juan. Más de siete mil muertos, el 80% de las casas destruidas. Una semana después en la ciudad de Buenos Aires se organiza un festival en el Luna Park para recaudar fondos. El coronel Juan Perón estaba en primera fila.
La historia ya todos la saben, esa misma noche Eva Duarte se fue con Perón a su departamento y ya no salió más. Entre otras cosas, Eva se encargó de cerrarle la puerta y quitarle las llaves a la «Piraña». Según se atribuye al periodista Américo Barrios un comentario que hizo a sus amigos, Perón le habría dicho sobre la primera noche con Eva: «Esa mujer me hizo sentir como ninguna en toda mi vida», y que por los gestos de Perón se refería al aspecto sexual.
Los días previos al 17 de octubre de 1945, Perón se encontraba preso en la Isla Martín García, desde la prisión le escribe una carta a Eva Duarte, una de esas cartas típicamente cobardonas de Juan Perón: «Adorable tesoro, tan pronto salga de aquí nos casaremos y nos iremos a vivir a cualquier sitio (…) Dile a Mercante que hable con Farrell para saber si autorizan que nos vayamos al Chubut…». En los planes de Juan Perón no estaba la vida política.
Pero el 17 de octubre, los acontecimientos cambiaron el desarrollo posterior del país y de la Argentina. Eva se volvió cada vez mas resentida y desde la fundación que llevaba su nombre atacó, con dinero de los argentinos, lo que ella consideraba injusticias. No faltaron declaraciones cargadas de odio como: «No voy a parar hasta que en este país no quede una piedra que no sea peronista». Este tipo de declaraciones de resentimiento y odio no solo conmovió a gran parte de la sociedad, sino en el mundo militar, el país se empezaría a dividir y ya sabemos que sucedió.
En 1950, el doctor Oscar Ivanisevich, ministro de Educación, la opera de apendicitis, pero descubre que algo más grave sucede, y se trata de un cáncer de útero. El doctor dice, con suma prudencia, que necesitaba hacerle unos estudios. Eva responde con violencia, le da un carterazo y cree que hay una conspiración en su contra. Ni Perón puede convencerla de lo contrario, el año 1951 su salud se va deteriorando cada vez más. En un famoso discurso desde el Ministerio de Obras Públicas, rechaza, por presión del mando militar a Juan Perón, la candidatura a vice presidenta.
El 26 de julio de 1952, se da a conocer un comunicado: «Cumple la Subsecretaría de Informaciones el penosísimo deber de informar al pueblo argentino que hoy a las veinte y veinticinco ha fallecido la señora Eva Perón, jefa espiritual de la Nación», en ese entonces tenía 33 años. El 16 de septiembre de 1955, Juan Perón es derrocado por un golpe cívico-militar. Mientras sus seguidores esperaban que el general Juan Domingo Perón se pusiera al frente de las fuerzas, se tomó el buque cañonero Paraguay de ese país y se va al exilio.
Perón se refugia en el buque cañonero y dejó a todos sus fanáticos seguidores con la brocha en la mano y les sacó la escalera, y empieza su largo exilio. Pero no olvidemos que después de la muerte de Eva, apareció en escena la muchachita Nélida Rivas, «Nelly» de 14 años, Perón ya estaba merodeando los 60.
María Estela Martínez Carta, alias «isabelita» o «Isabel», nace en la provincia de La Rioja, el 4 de febrero de 1931. Crece en Buenos Aires, su padre era empleado bancario, y muere en 1938. Una fuerte pelea con su madre la empuja a vivir con el matrimonio Cresto (José e Isabel Zoila). Estudia danzas españolas, algo de piano, algo de francés… y don José Cresto, que dice ser médium, la inicia y la conduce por el espiritismo.
En 1951 entra en una compañía de baile, en su primera gira va al Uruguay, a Panamá, y hacia finales de 1955 al cabaret «Pasapoga», ubicada entonces en la avenida Urdaneta, Caracas, Venezuela. Para entonces adopta el nombre de «Isabel», es probable que lo haya adoptado como recuerdo de doña Zoila Isabel, la mujer del espiritista Cresto. El encuentro de Juan Perón e Isabel será un cabaret, ni más ni menos, Perón no tenía ningún prejuicio con una «bataclana», nombre como se conocía a las cabareteras en el lunfardo de Buenos Aires.
Además, era bien conocido que Juan Domingo Perón necesitaba mujeres, como el mismo lo confesaría: «Siempre necesité una mujer a mi lado», confesión que sus seguidores dirán que no necesariamente se refería la sexo. Dos días antes de la Navidad de 1955, el general Perón fue invitado a un espectáculo de danzas en la ciudad de Panamá, se trataba del ballet dirigido por el cubano Joe Herald.
Según Joseph Page, historiador estadounidense, el ballet (nombre piadoso) llegaba de una gira por los Estados Unidos y Colombia. Aunque Enrique Pavón Pereyra, el amigo y biógrafo personal de Perón, asegura que Perón vio el show en el local Happy Land, y después invitó a todos a la ciudad de Colón, donde vivía en esa etapa de su exilio. Una vez en la ciudad sobre el Atlántico, Perón conoció a una de las bailarinas, de nombre artístico «Isabelita». Según los testigos, «desde el primer momento hubo intimidad», y al cabo de unos días ella le preguntó:
—General ¿no necesita usted una secretaria?
— Sí, creo que voy a necesitar una secretaria.
—Yo podría ayudarla incluso como camarera, además de secretaria.
— No tengo dinero.
—Trabajaría gratis, respondió la servicial isabelita.
Todo lo demás se dio por añadidura, diría el evangelio. No hace falta mas explicaciones. El general sesentón y la bataclana de 24 años empezaron a vivir juntos desde mediados de enero de 1956, muy pronto el general bautizaría a su amante como: «Chavela». Por entonces, se cuenta que Perón vivía en el hotel Washington, pero el dinero se fue esfumando y la pareja se tuvo que mudar a un modesto apartamento en la calle 38 número 2–52, Bella Vista, cerca de la Embajada de los Estados Unidos. Los días panameños quedaron atrás, y luego recalaron brevemente en la República Dominicana.
Finalmente, Perón pudo obtener asilo del generalísimo Francisco Franco Bahamonde, en España. Perón e Isabel se tuvieron que casar el 15 de noviembre de 1961, no creo que por que ambos así lo querían, sino para no encender la ira del generalísimo que no toleraba el concubinato. Para ese entonces ya le ingresaba dinero de distintos lugares, y Perón compró una mansión en Puerta de Hierro, un barrio, entonces muy tranquilo a veinte kilómetros de Madrid, y puso la escritura a nombre de Isabel, en el documento de Venta, Isabel figura «sin profesión conocida».
Franco prohíbe a Perón las declaraciones y actividades políticas. Muchos aseguran que fue un matrimonio de conveniencia. Sin embargo, creo que se amaron a la manera de Perón, entonces Juan Perón estaba sumido en la actividad política y obsesionado con el retorno al poder. Ya entonces se empezaron anotar los problemas de salud del general. Así que Chavela tuvo que asumir también como enfermera. Pero más allá del generalísimo franco, Puerta de Hierro se convirtió en un lugar de peregrinación, la meca del peronismo, amigos, seguidores, oportunistas, periodistas, escritores, guerrilleros, etc. Todos buscaban sacar alguna tajada.
Entonces, aparece un personaje muy importante, se trata del brujo José López Rega, un ex policía que, en sintonía con Isabel, cree en horóscopos, escribe libros astrológicos, disparates sobre predicciones, colores y destinos, dice que Perón es un faraón y que su misión es cuidarlo. Isabel lo instala en un dormitorio contiguo. El poder del brujo López Rega va creciendo como la espuma, se encarga de filtrar las visitas, revisa minuciosamente la correspondencia, se encarga de la vigilancia y seguridad de la quinta.
Una anécdota cuenta que entonces un patilludo y de andanzas montoneras, Carlos Saul Menem, viajó a Madrid para ver a Perón, José López Rega, luego de someterlo a una larga espera, lo atendió en la puerta, no lo dejó ingresar, lo único que logró Menem fue dejar un ramo de flores para el general. López Rega le aseguró que así lo haría, y que pediría al general que lo atendiera. Menem se había quedado escondido en una esquina y vio como un empleado de la quinta, arrojaba a la basura el ramo de flores que había llevado.
Alguna vez le preguntaron a Perón por qué López Rega tenía tanto poder y tanta influencia. La respuesta fue la siguiente: «Cuando usted no pueda levantarse solo del inodoro, entenderá por qué… En 1973 la salud de Perón lo lleva a su final, asume su tercera presidencia, y lo que no le pudo dar a Eva, nombra vice presidenta a Isabel, cuando se moria. Perón muere el 1 de julio de 1074. Isabel era una mujer con nula o escasa capacidad política, lo único bueno para el país fue decretar la guerra a la subversión comunista. Nunca quiso hablar de su vida con Perón.
13 de febrero de 2025