EL BELUGA DE ORO
GAVRILO PRINCIP. EL JOVEN DE SARAJEVO
Ricardo Veisaga
El archiduque Francisco Fernando y Sofia. Gavrilo Princip y la limusina
El 13 de julio de 1894 (25 de julio de 1894, del calendario gregoriano), el humilde matrimonio conformado por Petar Princip, un campesino, cartero de profesión y su esposa Marija, tuvieron un niño, el cuarto de ocho, seis de ellos murieron siendo pequeños debido a la pésima alimentación y las epidemias de la época.
El niño nació en el pueblo de Obljaj, entonces una localidad del Valiato de Bosnia-Herzegovina (de iure, una demarcación del Imperio turco otomano y, de facto, territorio de Austria-Hungría), la provincia estaba administrada desde 1878 por Austria, la gobernaba dentro de la figura de condominio con los turcos.
Su madre quería llamarlo Spiro en honor a su difunto hermano, pero el cura del pueblo impuso su opinión y dictaminó que llevaría el nombre de Gavrilo, por el arcángel Gabriel. En la lengua natal de serbia, significa Gabriel.
En esa época países como Polonia, la República Checa, Eslovaquia, Hungría y Austria no existían como tales, pertenecían al vasto imperio de los Habsburgo, conocido como Austria-Hungría. Estos conformados por distintos grupos étnicos que hablaban idiomas diferentes, pero gobernados desde Viena. Bosnia-Herzegovina, había sido ocupada por el imperio otomano durante siglos, pero en 1878 pasó a manos de los Habsburgo.
Los habitantes no tenían pasaporte, sino salvoconductos, Gavrilo tenía la misma documentación que Adolfo Hitler, quien nació un poco más al noroeste, pero dentro del imperio austrohúngaro. Tenía 19 años cuando ofició de gatillo de la Primera Guerra Mundial, aún cursaba el último año de la preparatoria, su edad fue muy importante al momento de dictar sentencia.
Las leyes austrohúngaras eran muy claras sobre la pena capital. Solo se podía ejecutar a personas que tuvieran 20 años o más el día del delito. Al momento de cometer el atentado contra los herederos del imperio austrohúngaro, estaba a 27 días de cumplir la mayoría de edad (20 años).
Gavrilo fue sentenciado a la pena máxima de 20 años de trabajos forzados en prisión, bajo confinamiento en solitario en la fortaleza de Terezin (Bohemia) actual República Checa. El registro del acta de nacimiento era 13 de julio de 1894, al día del asesinato tenía 19 años, 11 meses y 15 días. Pero los investigadores hallaron un archivo del ayuntamiento en el que indicaba que había nacido el 13 de junio de 1894, por lo que tenía la edad para que lo ejecutaran.
Pero hubo un malentendido basado en un error en los asientos de la fecha de su nacimiento. Los encargados de la parroquia en que lo registraron pusieron por error «junio» en su acta de nacimiento; pero en los libros eclesiásticos venía el mes correcto, «julio».
Sus hermanos, Nikola y Jovo, lo sobrevivieron a él y a sus padres. Jovo se dedicó a la exportación de maderas en Hadzici, un suburbio de Sarajevo, Jovo se encargó de ayudar económicamente a la familia. Una vez terminada la educación primaria se fue a vivir a Sarajevo con su hermano Jovo; quería ingresar a la academia militar para entrar a las filas del ejército imperial.
Un amigo lo desalentó y se inscribió en una Escuela de Comercio. Su interés por la literatura lo llevó a una escuela en Tuzla para continuar estudiando en Sarajevo. En esa escuela se unió a la sociedad estudiantil nacionalista Joven Bosnia.
El 6 de octubre de 1908, Bosnia y Herzegovina, en contra del Tratado de Berlín de 1878, fue anexada por el Imperio Austrohúngaro del emperador Francisco José. Esto enardeció a los serbios y a otros pueblos mayoritariamente eslavos del sur de Europa, incluyendo a Rusia que se oponían a la anexión.
En febrero de 1912, Gavrilo, participó en las manifestaciones contra el gobierno de Sarajevo, amenazó con un puñal a sus compañeros para que se unieran en la segunda protesta del día siguiente, y fue expulsado de la escuela. En mayo del mismo año se fue a Belgrado, la capital de Serbia, para seguir estudiando.
En Belgrado no fue aceptado en Defensa Nacional, una organización paramilitar, luego viajó a Prokuplje en el sur de Serbia, frontera con Turquía, y habló con el comandante Vojislav Tankosic, miembro de la Mano Negra, pero fue rechazado por ser «demasiado menudo y demasiado débil».
En Belgrado Zivojin Rafajlovic, uno de los fundadores del movimiento de Cetnici, lo envió junto a otros jóvenes a Vranje, para recibir manejo de las armas con el maestro Mihajlo Stevanovic Cupara. En 1912 y 1913, en Belgrado se hizo amigo del futuro poeta y dramaturgo, Momcilo Nastasijevic.
Princip pertenecía al movimiento juvenil separatista Joven Bosnia que luchaba por liberar a Bosnia-Herzegovina del dominio austrohúngaro e integrar a Serbia en un estado nacional yugoslavo. Para Austria-Hungría, el comando terrorista era un manejo de la Mano Negra, una sociedad secreta serbia llamada también Unificación o Muerte, y a su líder, el coronel Apis, jefe del servicio de inteligencia serbia, como responsables del atentado.
Los miembros del grupo dijeron que habían actuado por iniciativa propia, pero Austria-Hungría tenía el pretexto para iniciar las hostilidades contra Serbia que, como parte de su política de expansión hacia los Balcanes, había estado esperando.
Gavrilo Princip no era un nacionalista serbio, era un joven nacionalista eslavo. Aunque étnicamente era un serbio-bosnio, apoyaba a los activistas que llamaban a la unificación de los pueblos eslavos de Bosnia: musulmanes, croatas y serbios. Buscaba expulsar al invasor Habsburgo, y el atentado era un «gran gesto» para provocar el levantamiento.
Finalmente cayó el imperio austro-húngaro, pero murieron millones de personas, y los eslavos pudieron unirse en torno a un país llamado Yugoslavia, que significa país de los eslavos del sur.
Un bar del casco viejo de Belgrado, «Zlatna moruna», como se llama en serbio esta taberna, «Beluga de Oro», en español. El Beluga era un bar típico, un centro tradicional de la vida social serbia que albergaba a estudiantes, comerciantes, artesanos y obreros, especialmente tipógrafos.
El Beluga de Oro, o Dorado, abrió por primera vez a finales del siglo XIX, época en que frente a sus puertas se vendía el pescado que se capturaba en el Danubio, donde abundaba el esturión beluga al que debe su nombre. Este bar esconde desde hace un siglo entre sus paredes el secreto de la conspiración.
Gavrilo acudía al Beluga de Oro para jugar al billar y reunirse con los miembros de «Mlada Bosna» (Joven Bosnia). La idea sobre el atentado existía en el grupo Mlada Bosna, pero las circunstancias hicieron posible que se cristalizara en el Beluga de oro. El mismo comenzó a fraguarse cuando Nedeljko Cabrinovic, un trabajador de imprenta miembro del grupo Joven Bosnia, recibió una carta en el Beluga de Oro.
En ella había un recorte de prensa con la noticia de que Francisco Fernando visitaría Sarajevo el 28 de junio. La carta había sido enviada desde Zenica (Bosnia central). Cabrinovic declaró en el juicio, que mostró la carta a Princip y este le propuso organizar el atentado. Una noche de regreso a casa desde el bar, Cabrinovic y Gavrilo Princip se juramentaron para asesinar al archiduque Francisco Fernando.
Seis fueron los participantes en el atentado, las armas les fueron entregadas frente al bar el 28 de mayo por agentes de la sociedad secreta Mano negra, seis bombas, dos pistolas, munición y veneno para suicidarse tras el asesinato. Se fueron al piso de Gavrilo Princip donde ocultaron las armas bajo la cabecera de la cama, luego pasarían en el Beluga de Oro su última noche en Belgrado.
Finalizada la Primera Guerra Mundial el bar fue renombrado como «Triglav», la montaña más alta de la entonces Yugoslavia. Fue casa de apuestas al inicio del siglo XXI y luego una tienda de mercancía china, hace unos años con motivo del aniversario número cien, reabrió sus puertas como el Beluga de Oro.
Su interior no guarda el aspecto de entonces y está decorado con fotografías del viejo Belgrado, que evocan el tiempo pasado. Este lugar fue el punto de encuentro, cuando planificaron el atentado junto a Nedeljko Cabrinovic y al joven tipógrafo Trifko Grabez, de apenas 18 años. Hubo también otros involucrados pero que no participaron en la reunión en el Beluga.
Cuatro años antes en 1910, el estudiante Bogdan Zerajic; que en 1908 había planeado atacar al emperador Francisco José, en Mostar, pero que desistió de hacerlo, en razón de la avanzada edad del monarca. En su lugar le disparó, el 15 de junio, a la entrada del congreso local, al general del ejército imperial y gobernador de Austria-Hungría en Bosnia y Herzegovina, Marijan Varesanin.
Bogdan falló y se suicidó de un disparo en la cabeza. Princip, tomaría como ejemplo a Bogdan Zerajic, visitó su tumba y juró cumplir el acto en su memoria. El 28 de abril de 1914, los tres jóvenes fueron a Sarajevo por el río Sava, antes se habían separado de Cabrinovic. Muy cerca del objetivo Princip y Grabez se reencontraron con Cabrinovic y se dirigieron a Sarajevo en tren, cada uno separado del otro.
Llegaron a Sarajevo el 4 junio, cada uno tomó caminos distintos para visitar a sus familiares por última vez. Princip no mencionó nada del atentado a su familia, se encargó que Ilic fuera a recuperar las armas a casa de Jovanovic en Tuzla. Ilic fue el encargado de trazar el plan y tras deliberar sobre el lugar, ya sea la estación, el congreso o el museo (el recorrido del archiduque), decidieron por apostarse a lo largo de la ruta que atravesaría la caravana.
Todos los conjurados se dieron cita por la noche en la cantina Semiz, donde bebieron y entonaron cantos serbios. Gavrilo Princip, se negó a beber y esa noche fue a hacer su última visita a la tumba de Zerajic. A las 8:00 de la mañana del 28 de junio de 1914, Gavrilo salió de la casa de Danilo Ilic, donde se hospedaba, entre sus ropas llevaba una de las pistolas Browning FN 1910.
Este tipo de pistola fue conocida posteriormente en España como Mataduques, pistola que sellaría la Historia y una bomba. Mientras, el archiduque Francisco Fernando, junto a su esposa, la noble checa Sofia Chotek de Chotkowa y su comitiva personal, partió del Hotel Bosnia para la estación cercana. Antes de las 10:00 a.m., arribó en tren a la ciudad de Sarajevo, donde lo esperaba el gobernador Potiorek.
Las calles estaban adornadas con flores, alfombras y banderas rojigualdas. Para cubrir la seguridad del visitante se había dispuesto del cuerpo de policía de la ciudad (120 hombres entre uniformados y agentes encubiertos), pero solo la mitad estaba de servicio ese día por ser domingo. En el primer vehículo de la caravana, estaba el jefe de investigación de la policía y otros tres oficiales.
El automóvil destinado al archiduque Francisco Fernando, su esposa Sofía, el gobernador Potiorek, un teniente-coronel de la guardia real y el conde Franz Von Harrach, era un Graf & Stift descapotable, en el recorrido se bajó la capota del automóvil para que la multitud pudiera ver bien a sus ocupantes.
Desde las 09:00 de la mañana, Gavrilo y sus seis compañeros estaban posicionados a lo largo del recorrido por el Embarcadero Appel, avenida principal de Sarajevo contigua al curso del río Miljacka; entre los puentes Cumurija, Latino y el del Emperador. Cada uno debía atacar al archiduque cuando su coche alcanzara su posición, o rematar el trabajo del otro por si fracasaba en su intento. Gavrilo Princip estaba a 200 metros de la primera posición, cerca del Puente Latino, Grabez ocupaba el último puesto.
Los primeros fueron Muhamed Mehmedbasic y Vaso Cubrilovic. Muhamed (estaba en frente del café Mostar), fue presa rápida de los nervios y dejó pasar el coche. Cubrilovic, al ver a la mujer que venía con el archiduque, dejó pasar al objetivo. A su turno, Cvetko Popovic tampoco reaccionó.
Cabrinovic, quien como Princip, estaba realmente comprometido con la muerte del archiduque, tomó coraje y cogió su bomba, le quitó el seguro y, habiendo activado el detonador contra un poste, la lanzó hacia el vehículo. Pero el chófer, al ver volando el objeto hacia ellos, aceleró y Francisco Fernando alcanzó a cubrirse y también a su esposa, la bomba rebotó por la parte trasera del vehículo y estalló bajo las ruedas del cuarto automóvil que venía atrás.
Eric von Merizzi como el conde Alexander von Boos-Waldeck, resultaron heridos y la metralla del explosivo alcanzó a herir a una veintena de personas que estaban presentes en la acera. Nedeljko Cabrinovic en cuanto arrojó la bomba se lanzó al río Miljacka, ingiriendo el cianuro que llevaba consigo, pero para su mala suerte el veneno no era efectivo.
El poco caudal del río no fue impedimento para que un tendero y un barbero lo detuvieran y casi lo matan con una pistola. Dos oficiales, un policía y un agente vestido de civil, lo impidieron.
El Beluga de oro, el puente Latino y el coronel Dragutín Dimitrievic, “Apis”.
Todos los miembros se dieron a la fuga, menos Trifko Grabez y Gavrilo Princip. El archiduque Francisco Fernando había ordenado que se detuviera el coche, deseaba cerciorarse sobre los heridos antes de partir hacia el Ayuntamiento. Gavrilo Princip oyó el estruendo de la bomba, abandonó su puesto y fue a ver lo que había ocurrido en el lugar.
Entre la confusión vio que los coches de la caravana estaban detenidos y como Nedeljko Cabrinovic, era arrestado en el río por la policía. Caminó de regreso al Puente Latino, no encontraba un lugar donde apostarse de acuerdo a lo publicado en el Sarajevoer Tagblatt.
La policía despejó la avenida, Gavrilo Princip cruzó al otro lado hasta la calle Francisco José, donde había menos gente, enfrente del café Moritz Schiller, a la espera que la caravana siguiera por ese punto y que, al doblar por la calle, le diera la oportunidad para atacar a su objetivo.
El archiduque Francisco Fernando, tras el discurso en el ayuntamiento, envió un telegrama a su tío el emperador Francisco José, para informar lo sucedido y que supiera que estaba sano y salvo antes de que se propagase los rumores sobre el fallido atentado. Francisco comunicó su deseo de visitar al teniente Merizzi que se encontraba en el hospital, ubicado en el otro extremo de la ciudad.
El alcalde se opuso y quiso cancelar la visita oficial al museo y al Konak. Al terminar la recepción, Sofia Chotek y su marido subieron al mismo coche, pero esta vez, como medida de precaución, el conde de Harrach se puso de pie a un lado de la portezuela, escudando con su cuerpo al heredero al trono. Y el gobernador Potiorek abordó el vehículo con ellos.
La caravana inició su marcha hacia el hospital, pero nadie había informado a los choferes el cambio de ruta, ellos tomaron por la ruta oficial que ya estaba publicado en los periódicos. La caravana ingresó al Embarcadero Appel y cruzó por el Puente del Emperador, en donde permanecía Trifko Grabez en una esquina, esperando que la caravana diese vuelta hacia el Konak, en dirección sur, pero los vehículos pasaron de largo y él ya no pudo hacer nada.
A la altura del Puente Latino, el primer coche dio vuelta hacia el museo de la ciudad, y tomó la calle Francisco José donde Gavrilo Princip aguardaba. Potiorek amonestó al chofer del archiduque, Leopoldo Lojka, avisándole que se dirigían al hospital y le ordenó que frenase. El chofer Lojka, se detuvo más adelante del lugar de Princip y dio marcha atrás, pero la reversa del coche era lenta.
Gavrilo permanecía junto a Mihajlo Pusara, y vio la oportunidad única de actuar a distancia segura. La presencia de tantas personas hacía difícil sacar y accionar su explosivo, Gavrilo sacó su pistola de su gabán, extendió su brazo y, en ese momento un oficial vio lo que sucedía y corrió a detenerlo. Mihajlo Pusara cubrió la acción pateando al agente en la rodilla. Gavrilo apuntó y efectuó un par de tiros, el conde Harrach veía cómo los temores de Francisco Fernando se hacían realidad.
Las balas hirieron a Sofía y a Francisco Fernando, ambos permanecían sentados en sus lugares. El archiduque Fernando, tenía el cuello perforado, y le musitó a Potiorek: «Conque volvió a suceder», y un hilo de sangre se escurrió por su boca, él y su esposa no tardarían en morir.
Leopoldo Lojka terminó de recular el tramo que le faltaba a través del Puente Latino, mientras Potiorek a los gritos le indicó la ruta hacia el Konak. Gavrilo Princip tan pronto hubo disparado, tomó la dosis de cianuro que llevaba y apuntó su pistola contra su cabeza para rematarse, la sustancia venenosa estaba vencida.
En ese momento una persona llamada Ante Velic se abalanzó sosteniéndole el brazo en el que tenía el arma. Varios testigos le arrebataron el arma, lo golpearon e intentaron lincharlo. El teniente Grein y el barón Andreas von Morsey, que venían en los coches de atrás, sable en mano, arremetieron contra Princip.
El seminarista Mihajlo (Miguel) Pusara le gritó al barón Morsey que lo dejara en paz y alguien más radical empezó a darle tubazos en el casco al barón Morsey. Mientras intentaban lincharlo a Gavrilo Princip se le soltó la bomba que llevaba y alguien gritó: «¡Cuidado! No pisen la bomba». El pánico se apoderó de los presentes.
Las últimas palabras del archiduque Francisco Fernando fueron: «¡Sofía!, ¡Sofía! No te mueras… vive para nuestros hijos…». Pero ya era muy tarde, Sofía había muerto antes de llegar a la residencia del gobernador y Francisco Fernando falleció 10 minutos después.
Las autoridades arrestaron en Bosnia a 200 líderes serbios en las siguientes 48 horas, y luego a otros 5.000, de los cuales 150 acabarían en la horca. Mientras en las calles de Sarajevo, la población católica (croata) y la (bosnia) musulmana, destruía y saqueaba propiedades serbias sin que la policía impidiera estos pillajes. El gobernador Potiorek se negó a emitir las órdenes correspondientes.
El tribunal que enjuició a los magnicidas, se atuvo al código penal austriaco, los menores de 20 años no podían ser condenados a muerte. Esto evitó la muerte de Trifko Grabez, Cabrinovic, Popovic, Vaso Cubrilovic y Gavrilo Princip. Pero otros no pudieron evitar la condena a muerte como Ilic, Jovanovic y Veljko Cubrilovic que fueron ahorcados en 1915.
Gavrilo Princip fue culpado de «alta traición» y declarado culpable el 23 de octubre de 1914. Gavrilo dijo ante el tribunal: «Soy un yugoslavo nacionalista y lucho por la unificación de todos los yugoslavos bajo la forma de gobierno que fuere y para que se liberen de Austria».
El 14 de junio de 1917, durante la guerra y con el gobierno serbio refugiado en Grecia, los responsables del atentado fueron juzgados en Consejo de Guerra y ejecutados, otros a penas de prisión y unos 180 oficiales internados en África, disolviendo así la sociedad (la Mano Negra) por el Gobierno serbio y el regente.
En 1917 y tras la Declaración de Corfú, el paneslavismo se hizo realidad, nacía el Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, que años más tarde se denominarían Reino de Yugoslavia. Gavrilo Princip fue recluido en la fortaleza de Terezin (actual República Checa) a veinte años de prisión donde murió de tisis, víctima de toda clase de tormentos.
En Terezin, fue retenido en una reducida celda húmeda y oscura, y constantemente encadenado al techo de su brazo derecho, pese a que estaba fracturado, los dedos de sus pies apenas alcanzaban el suelo. Se lo metía en un barril con clavos adentro para que después este fuera rodado lacerando su cuerpo.
No se permitía a los demás presos establecer contacto con él y tampoco recibía visitas, y su familia ignoraba su paradero. El plato de sopa era repartido cada tercer día en el centro, a él le correspondía cada cinco días. La tisis y la mala alimentación no hicieron más que agravar su condición, llegó a pesar 40 kg. Y su brazo que estaba fracturado le fue amputado tras quedarle carcomido.
Cuando el director de la prisión quiso transferirlo a otro sitio, Princip le dirigió estas palabras: «No hay necesidad de que me cambien a otra prisión. Mi vida se consume ya. Sugiero que me claven en una cruz y me quemen vivo. Mi cuerpo en llamas será una antorcha que ilumine a mi pueblo en el camino hacia la Libertad».
En alguna ocasión intentó suicidarse, finalmente, debilitado, torturado y enfermo, Princip murió de tuberculosis el 28 de abril de 1918, en la clínica de Terezin, seis meses faltaban para la capitulación de Austria-Hungría y del fin de la guerra. En su celda, se encontró tras su muerte las siguientes líneas que había tallado con el mango de una cuchara en la pared: «Nuestras sombras andarán por Viena, se pasearán por la corte, atemorizarán a la aristocracia».
Para evitar que los restos de Gavrilo Princip los nacionalistas eslavos lo usaran como reliquias, le ordenaron al soldado y carcelero austrohúngaro de nacionalidad checa, Frantisek Löbl, y a otros cuatro, que se ocuparan de enterrar el cuerpo en el cementerio católico de Terezin, sin dejar marcas y que guardaran el secreto del lugar de su tumba.
Frantisek Löbl dibujó un croquis de la tumba y lo entregó a su padre con suma confidencialidad. Al terminar la guerra, Princip fue considerado un héroe yugoslavo y Löbl reconoció la ubicación de su tumba. El 9 de junio de 1920, los restos fueron exhumados junto a los demás «Héroes de San Vito» y llevados a Sarajevo.
Todos juntos fueron enterrados debajo de una capilla «construida para conmemorar por la eternidad a nuestros héroes serbios» en el antiguo cementerio serbo-ortodoxo de San Miguel de Koševo (Kosovo). Tras la Primera Guerra Mundial, la ocupación austrohúngara dio paso al dominio de Belgrado con el reino de Yugoslavia. Tras la Segunda Guerra Mundial, Gavrilo Princip fue recordado como un libertador y fue homenajeado durante el régimen del Mariscal Josip Broz, «Tito».
Desde pequeño Dragutín Dimitrievic, mostró una habilidad mental para aprender lo que se proponía. En la Academia Militar era una persona muy reservada, inteligente y trabajador. Le pusieron por ello el apodo «Apis» (abeja en latín). Siendo un joven oficial participó en el golpe de 1903 que depuso al rey Alejandro I de Serbia, Milan Obrenovic, que era filo-austriaco.
Los cadáveres del rey y la reina Draga Masin fueron arrojados desde el balcón del palacio a la plaza pública para regocijo popular. Dimitrievic recibió tres balas que no le fueron extraídas nunca, fue nombrado director de los servicios secretos serbios. Dragutín Dimitrievic creó un grupo terrorista «Unión o Muerte», conocido como «Mano Negra» para realizar atentados en Bosnia.
De esa manera encubría la implicación del gobierno y los servicios de inteligencia a su mando. Promueve movimientos como Joven Bosnia en Sarajevo, el movimiento de intelectuales croatas proyugoslavos en Zagreb, y un grupo armado de patriotas llamado «komitien Macedonia». Era partidario de declarar la guerra al imperio turco, ya muy debilitado, y algo indirecto contra la monarquía austrohúngara, en apariencia más sólida.
En un viaje a Rusia forma la Mano Negra, con el apoyo de Belgrado. En 1911, Dimitrievic organiza un intento fallido de asesinar al emperador Francisco José I de Austria. Al fracasar, la Mano Negra centra su atención en el heredero del trono, Francisco Fernando de Austria. También intentó matar al gobernador austriaco de Bosnia, general Oskar Potiorek, uno de los encargados de reclutar a un comando para el atentado fue Danilo Ilic, un joven maestro.
La operación fracasó, durante un registro rutinario en un tren, el terrorista Mehmedbasic, un noble bosniano venido a menos, arrojó por la ventana el puñal y el veneno que iba a usar. En la semana posterior al atentado del archiduque Francisco Fernando, la policía lo detuvo en su oficina de Belgrado, y el Estado Mayor serbio le acusó de «alta traición», y fue condenado a muerte.
Fue fusilado por su ejército, como traidor y sin honores militares. La fecha de su ejecución es un misterio, unas dicen el 11 de junio de 1917, o el día 24 o el 27.
Las razones históricas de la resistencia la encontramos en la mitología serbia, que glorifica la derrota de Kosovo frente a los otomanos en 1389, y otros como la anexión de Bosnia-Herzegovina por parte de Austria en 1878. En los textos y en las palabras de Piotr Alekseievitch Kropotkin, el príncipe negro del anarquismo, se entremezclan los mitos del reino perdido de los serbios para convertirse en un programa político de la Joven Bosnia.
Un incipiente joven eslavo, Gavrilo Princip, de 20 años, nacionalista, tuberculoso, en sus largas noches de insomnio se aferra al mito glorioso y piensa en grande. Sus coetáneos lo describen como un joven poeta y un intelectual que devora tanto a Alejandro Dumas como la poesía de sus contemporáneos, las aventuras de Sherlock Holmes como las obras de los anarquistas rusos.
Un periodista serbio añadía no hace mucho: «Princip es en historia lo que Rimbaud en poesía: un meteoro aparecido al margen de las leyes conocidas sobre los movimientos de los cuerpos celestes». Dijo el gran escritor yugoslavo Danilo Kiš: «La historia la escriben los vencedores y el pueblo forja las leyendas. Los escritores fantasean. Solo la muerte es indiscutible».
¿Quiénes fueron aquellos hombres que cometieron el magnicidio? Los Siete magníficos, un grupo de profesores, un comerciante, un noble arruinado y unos pobres diablos tísicos procedentes de la Serbobosnia, y miembros del movimiento «Joven Bosnia», que quería unir Bosnia-Herzegovina bajo administración austriaca al reino de Serbia, cuyo rey Pedro Karageorgevic, apoyaba una política paneslava y anti austriaca.
Muhamed Mehmedbasic (1886-1943), pertenecía a la nobleza bosnia musulmana, su familia estaba arruinada y trabajaba de carpintero. Miembro de la Joven Bosnia, fue uno de los principales conspiradores, fue encarcelado en Montenegro, logró escapar y fue absuelto tras la Gran Guerra. Capturado por la Ustacha croata, fue torturado y asesinado durante la II Guerra Mundial.
Cvjetko Popovic, estudiante serbobosnio, fue reclutado junto con su amigo Trifko Grabez por Danilo Ilic para perpetrar el atentado contra el archiduque. Fue sentenciado a 13 años en la cárcel de Terezin (posterior campo de concentración de Theresiendstadt), cerca de Praga. Tras la Gran Guerra trabajó como profesor de Filosofía y Conservador del Museo de Sarajevo. Murió a los 84 años en Sarajevo.
De izquierda a derecha: Gavrilo Princip, Muhamed Mehmedbasic, Cvjetko Popovic, Veljko Cubrilovic, Vaso Cubrilovic, Trifko Grabez, Danilo Ilic, Misko Jovanovic y Nedeljko Cabrinovic.
Veljko Cubrilovic (1886-1915), profesor de escuela, ingresó junto a su hermano Vaso en la Joven Bosnia y se vio envuelto en el complot. Fue capturado por la policía y condenado a muerte, fue ahorcado en compañía de Ilic y Jovanovic.
Vaso Cubrilovic (1897-1990), estudiante serbobosnio nacionalista, fue reclutado por Danilo Ilic. Fue capturado e interrogado, delatando a otros miembros del comando. Fue sentenciado a 16 años por ser menor de edad. Tras la guerra fue profesor de escuela y posteriormente de la Universidad de Belgrado. Partidario de expulsar a los albaneses de Kosovo. Miembro del Partido Comunista Yugoslavo, luego militó en el Partido Agrario. Ocupó dos ministerios en el gobierno de Tito, murió en Belgrado a los 93 años, siendo el último de los conspiradores en morir.
Trifko Grabez (1895-1916), serbobosnio hijo de un pope ortodoxo, fue expulsado de la escuela y abandonó el hogar familiar trasladándose a Belgrado. Allí contactó con la Joven Bosnia y abandonó los estudios. Fue juzgado y condenado a 20 años en la prisión de Terezin. Allí murió de tuberculosis, enfermedad que padecía desde 1914, antes del fin de la guerra, en 1916.
Danilo Ilic (1891-1915), profesor y periodista miembro de la Joven Bosnia, se dedicó a reclutar a jóvenes estudiantes para asesinar al archiduque. Al ser mayor de 20 años fue sentenciado a morir ahorcado. Fue ejecutado junto a Cubrilovic y Jovanovic.
Misko Jovanovic (¿…? -1915), serbobosnio radicado en Tuzla, era un importante hombre de negocios, dueño de un cine y director de una sucursal bancaria. Como miembro de la sociedad secreta Mano Negra, se encargó del reparto de las armas al comando encargado del magnicidio. Fue detenido por la policía y condenado a la horca, fue ejecutado el 3 de febrero de 1915.
Nedeljko Cabrinovic (1895-1916), serbobosnio, era el mayor de cinco hermanos, dejó su hogar debido a los malos tratos de su padre. Trabajó como cerrajero y platero, y finalmente como tipógrafo en una imprenta. En la imprenta se aficionó a la literatura anarquista y participó en numerosas huelgas. Se unió a la Mano Negra en 1912 y trabó amistad con Princip.
Durante el atentado, tras el fallo de Mehmedbasic, fue el segundo en actuar, lanzando una granada contra el coche del archiduque. Antes de ser capturado, se tragó una cápsula de cianuro y se arrojó al río con la intención de suicidarse. La cápsula estaba caducada y el río casi seco. Fue capturado malherido e interrogado por la policía. Condenado a 20 años de prisión, murió de tuberculosis en Terezin antes del fin de la guerra.
Hace cuatro años los líderes políticos serbobosnios le rindieron homenaje a Gavrilo Princip, en la localidad de Visegrado, bañada por el río Drina, al hombre que precipitó el comienzo de la Primera Guerra Mundial. Princip es considerado un héroe que puso fin a la dominación austrohúngara en el país balcánico.
El director de cine serbobosnio Emir Kusturica, dijo que el asesinato del heredero austrohúngaro marcó el «inicio de la liberación de la servidumbre y la esclavitud». El cineasta Emir Kusturica, serbobosnio, nacido en Sarajevo en una familia bosniaca se convirtió hace años a la religión ortodoxa.
Gavrilo Princip fue una excusa que necesitaban Alemania y Austria-Hungría, que juzgaron el momento más adecuado, en su mejor momento de capacidad militar y le impusieron a Serbia un ultimátum imposible de cumplir para evitar la guerra. Serbia era el centro de la zona en disputa, recientemente había sido liberada de Turquía, ligada a Rusia y por su intermedio a Gran Bretaña y Francia.
Pensaron que la guerra sería rápida y fulminante, pero al tratarse de una guerra entre grandes potencias con colonias y aliados en todo el planeta, terminó en una guerra mundial. Una guerra entre potencias imperiales que se disputaban el reparto de las áreas de influencia y el dominio mundial.
La Gran Guerra acabó con la Belle Époque, con la paz armada y la era de la seguridad. Cayeron los imperios zarista, otomano, alemán y austrohúngaro, y sus territorios coloniales y casas dinásticas, nada menos que los Habsburgo, Romanov, Hohenzollern y la Sublime Puerta.
Se rompieron las alianzas, tres dirigentes de las potencias principales eran primos, el zar Nicolás II, el káiser Guillermo II y el rey Jorge V de Inglaterra, eran nietos de la reina Victoria. La realeza anterior a 1914 sostenía que emparentar a las grandes dinastías europeas era una garantía para la paz. Murieron 16 millones de personas, 8 millones de civiles. El 1% del total de la población mundial de la época, además, murieron ocho millones de equinos.
Había que reemplazar miles de bajas como en Verdún (diez meses, la más larga), Arrás, Galípoli o el Somme (la más sangrienta, con un millón de muertos). La guerra, se extendió en línea recta desde Alemania hasta Japón y por todos los confines del mundo. Las potencias enviaron armamento y soldados a sus colonias africanas y asiáticas.
Las tropas alemanas se rindieron en Namibia en septiembre de 1915 mientras el conflicto avanzaba en Camerún, Togo, Tanzanía, Kenia, el Congo y Gabón, se movilizaron cientos de miles de hombres de ejércitos tribales, algunos armados tan sólo de una lanza y un escudo. En Rusia se empezó a fraguar la llamada revolución bolchevique.
Ochenta y cinco mil muertos por el gas mostaza, un millón de ellos quedaron afectados por este humo venenoso. Uno de ellos fue el cabo austriaco Adolfo Hitler, que casi se quedó ciego. Veinte mil heridos y mutilados, se excavaron 40 mil kilómetros de trincheras, la mayoría entre Francia, Alemania y Bélgica. Esa longitud, sin contar con los túneles, permitiría dar la vuelta al mundo.
Un millón y medio de muertos en el primer genocidio planificado, masivo y sistemático de la Historia, consecuencia directa de la guerra, la matanza del imperio otomano ejecutada sobre la minoría armenia. Veinticuatro mil proyectiles lanzados en Verdún. Hasta 1.200 bocas de cañón lanzaron cincuenta bombas por metro cuadrado en los primeros siete meses de batalla alimentados por un camión de municiones cada 14 segundos.
Se destruyeron nueve pueblos y se creó una tierra de nadie que hoy sigue despoblada y llena de bombas sin explotar. Australia y Nueva Zelanda enviaron a sus tropas a luchar por el imperio británico, y los Estados Unidos entraron en la guerra después de que un submarino alemán hundiera el «RMS Lusitania» en mayo de 1915.
En 1918, los grandes imperios habían perdido el 60% de su PIB, las calles de las ciudades se llenaron de tullidos, sin moral ni recursos. Las primeras en pedir un alto el fuego fueron las potencias centrales. A las 11:11 horas de la mañana del día 11, del mes 11 de 1918. Los silbatos sonaron en todos los frentes de batalla, se pararon las ofensivas y los bombardeos.
El último en morir fue el soldado estadounidense Henry Nicholas Günther, fallecido oficialmente a las 10:59, segundos antes del armisticio, bajo fuego alemán. La delegación alemana, recién llegada a París, a firmar la humillante rendición, fue atacada por una turba llena de odio que les despojó de todo su equipaje, les insultó y escupió hasta la llegada a su hotel.
Cuando el enviado alemán estampó su firma ante todos los presentes en el salón de los espejos de Versalles. El presidente Clemenceau dijo: «Bueno, esto es el final». El historiador Arthur J. Toynbee, que estaba presente en la sala, dijo en voz baja: «No, esto es solo el principio».
Otra bala disparada por Adolfo Hitler contra sí mismo con una pistola Walther PPK, terminó con un ciclo que abrió Gavrilo Princip en Sarajevo. Nacido muy cerca del pueblo del segundo. Gavrilo Princip no fue el sujeto de la Historia, fue apenas una simple excusa, el individuo no es el sujeto de la Historia, ese papel le corresponde a los Estados o Imperios.