

CHINA E INDIA
EL CONFLICTO ASIATICO
Ricardo Veisaga
China e India, dos potencias con armas nucleares y una población conjunta de 2.700 millones, en estos días, estuvieron movilizando miles de tropas en la disputada frontera de los Himalayas. Al menos la India confirmó que 20 soldados han sido asesinados en el enfrentamiento, siendo estas las primeras muertes en cuatro décadas en la región.
Este es lo último de una larga historia de problemas fronterizos que incluye una guerra en 1962 y una lucha cerca de Bután en 2017. A principios de año ya se habían reportado enfrentamientos entre ambos países que fueron silenciados por el Covid-19. Estos problemas se suceden a lo largo de una frontera de 3.488 km. y en un momento de creciente agresividad china en materia de soberanía, en tanto que la India enfrenta un brote de coronavirus y a una economía en crisis.
El 5 de mayo, China desplegó tropas en tres lugares, dos en Ladakh, una zona de importancia estratégica enclavada entre el oeste del Tíbet y la Cachemira ocupada por Paquistán. En el 2019 la India puso la región bajo control federal lo que provocó una respuesta furiosa de China, similar a la de Paquistán.
Las confrontaciones se dieron en el área del río Galwan y Pangong Tso, un lago glacial de unos 4 mil kilómetros en la meseta tibetana. China desvió el río Galwan para reclamar más territorio en la disputa fronteriza con la India, alterando el ecosistema del río Galwan. Las imágenes satelitales de 2010 muestran la zona del valle del Galwan como un estrecho tramo sin infraestructura de carreteras.
China construyó carreteras con tierra comprimida en 2015 y 2016, mientras las imágenes satelitales mostraban una sola cabaña sin despliegue de tropas. En mayo de 2020, el Ejército Popular de Liberación (EPL) entró en la zona para realizar un «ejercicio militar» y estuvo reuniendo tropas a lo largo de las orillas del río.
Una excavadora vista en imágenes de satélite el 16 de junio, estaba excavando un canal en la orilla norte del río para evitar la necesidad de dos puentes. Las imágenes indican que China está reclamando los lados del río Galwan hasta 25 millas de la Línea de Control Real (LAC), que separa el territorio controlado por la India del controlado por China.
La India culpa a China por instigar la lucha mediante el desarrollo de la infraestructura en el valle, lo cual era una violación del acuerdo sobre la zona que seguía en disputa. Los soldados chinos e indios entraron en combate cuerpo a cuerpo, y usando armas como piedras y varas con clavos.
La India reconoció la muerte de al menos 20 soldados, en tanto China no habló de bajas propias, pero algunas fuentes hablan de cerca de 30 muertos. Los soldados llevan armas de fuego, pero no se les permite usarlas según un acuerdo previo en la disputa fronteriza.
El Primer Ministro indio Narendra Modi les dijo a los líderes de la oposición política que nadie «ha entrado en nuestro territorio, ni ha tomado ningún puesto». Modi dijo que la India estaba «herida y enfadada» por la muerte de sus soldados. Sostuvo que la India quería la paz y la amistad, pero que tenía la «capacidad de que nadie se atreva a mirar ni siquiera una pulgada de nuestra tierra».
La disputa se remonta a la década de los cincuenta, luego de que la India otorgó asilo al Dalai Lama luego de un levantamiento contra el dominio chino en el Tíbet en 1959. La guerra se inició tres años después de que la India estableciera puestos a lo largo de la frontera, establecida por los británicos en 1914, entre la región tibetana y el noreste de la India. La llamada «Línea de control real» que forma la frontera se adhiere parcialmente a los límites trazados por los británicos.
Hubo tensiones en 1967 y en 1987 en lo que se conoce como la guerra de los altavoces, no hubo disparos y los soldados se gritaron unos a otros a través de altavoces. En 1993 y 2013 ambos gobiernos firmaron cinco tratados en medio de un crecimiento económico acelerado en ambos países, China se convirtió en el mayor socio comercial de la India.
En 2017, ambas tropas se enfrentaron durante varios meses en Doklam, una meseta cerca de la frontera con India que tanto China como Bután reclaman. Los enfrentamientos son estacionales dadas las duras condiciones invernales. En estos momentos la India está luchando contra el brote del nuevo coronavirus que infectó a más de 343 mil personas y graves daños a la economía.
Desde hace un tiempo, Narendra Modi se estuvo acercando con mucha diplomacia a Estados Unidos, cuya relación con China atraviesa su peor momento a raíz de la pandemia originada en China. Desde su choque en 2017 con China, India firmó acuerdos de comunicaciones y armas con Estados Unidos, y acaba de bloquear a las empresas chinas para que no tomen el control de las empresas locales, y tratando de intensificar la construcción de carreteras en las zonas fronterizas.
China estuvo construyendo infraestructura fronteriza por décadas, a través de áreas en disputa que unen a China con Paquistán. Mientras tanto, China se estuvo volviendo más desafiante y está avanzando frente a la condena internacional con leyes de seguridad más estrictas en Hong Kong, al tiempo que se involucra en más enfrentamientos militares en el Mar del Sur de China y advierte a Taiwán contra cualquier movimiento independentista.
La mayoría de los analistas dicen que la guerra es poco probable y que ninguna de las partes quiere escalar las cosas. El resultado será una alineación más estrecha entre India y Estado Unidos. Estados Unidos está ampliando el comercio y los lazos estratégicos con naciones del Indo-Pacífico (India, Japón y Australia) que forman la agrupación conocida como Quad, o tratado Cuadrilátero.
Mientras ninguno de las partes parece dispuesto a retroceder, las figuras políticas, comentaristas de los medios de comunicación y cientos de miles de manifestantes en la India piden sangre luego de que soldados del país murieran en la refriega con las tropas chinas. El Primer Ministro Modi está siendo acorralado ante dos opciones, una de las cuales debería preocupar al resto del mundo.
El Primer Ministro Modi dijo que no comprometería «la integridad y la soberanía». «La India quiere la paz, pero si es instigada, la India es capaz de dar a toda costa una respuesta apropiada». El deterioro de las relaciones entre China e India, se remontan al ascenso al poder del presidente chino Xi Jinping.
La India criticó firmemente la controvertida Iniciativa del Cinturón y Carretera (la Ruta de la Seda), presionando activamente a las naciones del sur de Asia y del Océano Índico para que no se sumen a ella. La India se quejó de las prácticas comerciales de China, señalando el creciente déficit comercial con China, así como los intentos de China de influir en las políticas de Estados pequeños como Nepal.
Mientras tanto, la India ha reforzado los lazos de seguridad con Estados Unidos, Japón y Australia, entre otros, para irritación de Beijing. La ira está creciendo entre los ciudadanos en toda la India, que ya tenían dudas sobre el manejo de la pandemia de coronavirus por parte de Beijing, que está devastando la nación.
Además de las reuniones públicas de oración para honrar a los soldados muertos, se organizaron una serie de protestas contra China, en la que multitudes enfurecidas quemaron las imágenes del Presidente Xi Jinping y exigieron una rápida respuesta del gobierno.
Si el Primer Ministro Modi se echa atrás, o incluso cede la zona alrededor del valle del río Galwan que algunos creen que están ocupando los soldados chinos, podría enfrentarse a una reacción política de los votantes indios. Si ordena algún tipo de respuesta militar, se arriesga a una guerra más amplia.
Xi Jinping quiso enviarle un mensaje a la India por profundizar los lazos con sus socios del Quad, para eso, previamente se alió con Paquistán enemigo de la India. También quiere redibujar las fronteras y enviar un mensaje a otros como Taiwán, Japón, el sudeste asiático, Vietnam, de que está decidida a tomar lo que quiera.
China e India tienen unas Fuerzas Armadas que están entre las más poderosas del mundo, solo debajo de Estados Unidos y Rusia. También poseen armas nucleares, China en 2019 con 261.000 millones de dólares, es el segundo en gasto militar del mundo, sólo superado por Estados Unidos. Entre 2018 y 2019 éste creció un 5,1%.
India, es el tercer presupuesto militar del mundo, estimado en 71.100 millones de dólares y entre 2018 y 2019 creció un 6,8%. Los conflictos limítrofes históricos tanto con Paquistán como con China son los impulsores del gasto militar indio. Sus ejércitos son también los más grandes del planeta en cuanto a soldados.
El Ejército Popular de Liberación de China cuenta con 2.183.000 miembros activos mientras que el Ejército Indio cuenta con 1.444.000 soldados. China tiene 3.500 tanques y 3.210 aviones diferentes, y su marina de guerra 777 buques de todo tipo, incluyendo dos portaaviones, el Liaoning y el Shandong.
India, posee unos 4.292 tanques y 2.123 aviones de todo tipo. La marina cuenta con 285 buques, incluyendo el portaaviones INS Vikramaditya. El ejército indio tiene destinados cerca de 225.000 soldados en la frontera con China, la Fuerza Aérea, cuenta con 270 cazas y 68 aviones.
China tiene entre 200.000 y 230.000 soldados afectados a su Comando de Operaciones Occidental, que tiene bajo su responsabilidad la frontera con India y las regiones de Xinjiang y Tíbet dentro del territorio chino, históricamente afectadas por tensiones internas. La Fuerza Aérea cuenta con unos 157 aviones y una gran variedad de drones en la zona.
Hay una leve superioridad numérica de India en soldados como en aviones. En el caso de las Fuerzas Aéreas, la superioridad también es cualitativa: el Sukhoi Su-30MKI de fabricación rusa y operado por India es considerado un mejor aparato que los cazas Chengdu J-10 y Shenyang J-11 de China. India cuenta con una mayor cantidad de bases aéreas militares en la región, lo que aumenta su capacidad operativa en caso de un conflicto bélico.
China cuenta con unas 320 ojivas nucleares, en 2015 eran 260. 240 están en unidades operacionales y los métodos de lanzamiento a misiles balísticos basados en tierra, submarinos para disparar misiles balísticos desde el mar, y aviones adaptados para bombas nucleares desde el aire. 80 ojivas que están almacenadas o en desarrollo de nuevos sistemas.
China sostiene la doctrina de «represalia asegurada», es decir de sobrevivir a un bombardeo inicial y responder con ataques nucleares que produzcan daños en el atacante. Una postura orientada a desalentar los ataques contra China, y trata de mantener el mínimo indispensable de armas atómicas destinadas a ese fin, distribuidas por todo el país para evitar que un ataque del enemigo las inhabilite.
No existe evidencia de que China tenga armas nucleares listas para usar, como Estados Unidos y Rusia. Se cree que las ojivas están almacenadas por separado de sus vehículos de lanzamiento. Posee misiles balísticos de alcance corto, medio y largo con capacidad nuclear, incluyendo los ICBM, de alcance intercontinental y sofisticadas ojivas múltiples.
Hay unos 104 tipos de misil desplegados por China con la capacidad de alcanzar blancos en India, incluyendo Nueva Delhi. También submarinos con capacidad de lanzar misiles balísticos nucleares, como los seis Tipo 094 de la marina, y bombarderos como los Xian H-6K y H-20, operados por la Fuerza Aérea.
India también adoptó la doctrina de prescindir del «primer uso», aunque en los últimos años abrió las puertas a doctrinas más agresivas que incluyen un primer ataque y un uso más ofensivo. También cree en la capacidad de lanzar un segundo ataque de represalia que desaliente a sus enemigos a atacar primero. India contaría con 150 ojivas nucleares, entre 10 y 20 más que las que tenía en 2019, y sería superior a China por su Fuerza de Misiles, el componente más desarrollado para el envío de armas nucleares.
48 ojivas del total están colocadas en bombas aéreas para ser lanzadas por aviones Mirage 2000H, de fabricaciones francesas y próximas a ser reemplazados por los franceses Dassault Rafale. India tiene misiles balísticos de corto y mediano alcance y un submarino con capacidad de lanzar proyectiles nucleares, el INS Arihant, y otros tres en camino.
Cuando los chamanes de la economía, basados en la creencia de que Brasil, Rusia, India y China podría alimentar una ola imparable de crecimiento económico liderada por los mercados emergentes, sostenida en una idea metafísica por más de una década, luego de que Jim O’Neill, entonces economista jefe de Goldman Sachs, acuñó el término BRIC en el 2001.
En pleno auge del BRIC (antes de ser ampliados a BRICS y que sumaran a Sudáfrica en 2010), en un mensuario político, hice notar el carácter meramente folclórico del BRIC, basado en una teoría válida y reconfirmada por la historia de que la historia se construye y se organiza a partir de la dialéctica de Estados o imperios, en ella consiste toda la política internacional.
El BRIC contenía una contradicción interna dentro de esta alianza coyuntural, había un imperio como Rusia otro en vías de serlo, China, hoy un imperio de hecho y la India un gran Estado de segundo orden, pero con pretensiones imperiales. No eran una amenaza, no tenían una coordinación efectiva y ninguno de ellos dominaba claramente sobre los otros.
Los BRICS no definían un nuevo camino de desarrollo capitalista, solo era un desarrollo simple del modelo estadounidense. El mismo nombre puesto ad extra por economistas de Goldman Sachs, decía mucho puesto que ya estaba identificado. Los BRICS sostenían partiendo de premisas armonistas que sus planes no iban dirigidos contra nadie.
Si pensar es pensar contra algo o contra alguien, lo mismo sucede en el actuar. La solidaridad en política siempre es contra terceros, a menos que sean progres o buenistas. La globalización ejercida por todas las administraciones estadounidenses antes de Trump, lo veían con buenos ojos, Obama no los veía como amenaza. En cambio, parecía que todos los integrantes del BRICS estaban presos de una armonía universal, lo que en política constituye un absurdo.
Desde el punto de vista cortical, excepto Brasil, todos poseían armamento nuclear, no tenían una moneda común. No eran un cuerpo político efectivo más allá de una alianza estructural, no era una alianza que se explicaba frente a otras plataformas políticas. Eran países heteróclitos, muy divergentes entre sí, muy difícil para fraguar un proyecto no solo económico sino político.
Ya que la economía y la política, a menos que medie una apariencia falaz de desconexión no se pueden separar una de otra, salvo en una hipótesis de tipo liberal, ficticia. El mismo Goldman Sachs, tuvo que cerrar su fondo BRIC después de que los activos disminuyeron a 100 millones de dólares, desde un máximo de más de 800 millones a finales de 2010.
Los gestores de fondos de mercado emergentes parecen haber encontrado nuevos sucesores con los TICKs, en economías centradas en tecnología de Taiwán y Corea del Sur dejando de lado a las economías centradas en productos básicos de Brasil y Rusia. Los servicios, en particular la tecnología, toman la delantera y el comercio de bienes físicos, especialmente los productos básicos, están en repliegue.
En la octava cumbre realizada en Goa (India), Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica le pusieron fin al mito del crecimiento en conjunto. India, el país anfitrión, veía con asombro como su hostil vecino Paquistán era apoyado por un miembro del BRICS, China, con dinero y armas.
China había encontrado que, en 2015, tuvo más comercio con los Estados Unidos que con sus aliados del BRICS en conjunto. Brasil, Rusia, India y China cambiaron sus sistemas políticos para abrazar el capitalismo global. Después del final de la Guerra Fría, o aún antes, los gobiernos del BRIC llevaron a cabo reformas económicas o políticas encaminadas a permitir que sus países se incorporaran a la economía mundial.
En la vida política internacional existe una lógica de hierro, algo que desconocen muchos de los que se dedican al análisis de la política, no entienden que un Imperio es una nación en expansión. Es el caso de China, que van a por más, se cansaron de cumplir un papel secundario, lo mismo sucede con la India. El BRICS era un absurdo iba contra esa lógica, contra esa dialéctica.
En nuestro mundo se debe hacer análisis a nivel igualmente global, la lucha por el poder mundial entre China y Estados Unidos, marca la cancha. Algunos analistas creen que las potencias que ocupan un escalón por debajo como la India y la Unión Europea, tienen la oportunidad de influir en el resultado de la contienda, y de avanzar sus intereses.
Primero, la Unión Europea no constituye un Imperio, es una versión algo distinta y mejor que los BRICS. Carece de recursos naturales, posee una alta tecnología, pero no es el único, salvo Francia, en su plano cortical, no posee armamento nuclear. El peso de la OTAN recae en Estados Unidos, en Gran Bretaña y Turquía.
En la situación actual Europa debe tomar una opción en esta nueva Guerra Fría, debe tomar un camino entre China o Estados Unidos. La India aislada no puede hacer oposición efectiva frente a China, necesita de aliados, esa herramienta es el Quad, la alianza indo-pacifico, para levantar un cerco económico militar frente a las pretensiones imperiales chinas.
Estados Unidos ya llevó a cabo con éxito una estrategia de este tipo, el cerco y la contención del imperio soviético. Estados Unidos no se puede permitir que un imperio como China se apropie de una masa continental para poder mantener su posición dominante. En este caso la India es un gran aliado frente a una China en ascenso, es ahí donde está el futuro prometedor de India junto a Japón y Australia.
La China aprovechando la situación dramática causada por su virus chino, está dando pasos imprudentes atacando muchos frentes a la vez, lo que nos recuerda a un Hitler desbocado atacando a todo el mundo, y la anexión de Austria en una nueva versión de Taiwán, Hong Kong, el Mar de la China, las Islas artificiales, etc.
El ajuste de cuentas con el gobierno nacionalista indio del Primer Ministro Narendra Modi por su cercanía a los Estados Unidos, es parte de la política exterior cada vez más agresiva de Beijing. El Global Times, el periódico chino de propiedad estatal, lo dejó claro, advirtiendo al gobierno indio el 31 de mayo que no se «convirtiera en un peón» en la nueva Guerra Fría entre los Estados Unidos y China. Acosar a la India significa arrojarla a los brazos estadounidenses.
En 2016, Estados Unidos designó por primera vez a la India como «socio principal en materia de defensa», lo que implicaba intercambio de inteligencia entre las dos grandes potencias, los ejercicios navales conjuntos anuales junto con Japón, son ahora la norma en el Océano Índico. Y los acuerdos de armas, que ascendieron a 7.900 millones de dólares entre 2017 y 2020.
India considera que la agrupación cuadrilateral con los Estados Unidos, Japón y Australia es una alianza antichina de democracias indopacíficas. El gobierno de Trump exasperado por el añejo G7 de las principales democracias europeas y norteamericanas, incluida Japón, propuso ampliar el grupo para incluir a potencias como Australia, Corea del Sur y la propia India, hecho que alienta al Primer Ministro Modi. En este sentido hay un reajuste estratégico trascendental.
Esta Guerra Fría implica el desacoplamiento parcial de la cadena de suministro chino que caracteriza una globalización que se está desvaneciendo. Las disputas sobre la complicidad de China en la difusión de COVID-19 aceleran este proceso de disociación, ya que los Estados Unidos, la Unión Europea, el Japón, el Reino Unido y Australia se sienten incómodos con su excesiva dependencia de China.
Esta postura antichina cada vez más agresiva es compartida por el bipartidismo norteamericano, lo que indica una posible continuación aun cuando cambie el gobierno, pero nada es seguro con los demócratas armonistas. Por tanto, la India será el principal beneficiario económico de un desacoplamiento parcial de China.
La reciente disputa fronteriza acelera los pedidos para la desvinculación económica de China, especialmente en el frente tecnológico. El comercio bilateral entre India y China ascendía a unos 93.000 millones de dólares en 2019. India importa de China una cantidad significativa de alta tecnología, suministros para vehículos, productos farmacéuticos y productos industriales.
El brote del virus chino y las interrupciones de la cadena durante las primeras etapas de la pandemia habían expuesto riesgos en la fabricación y suministro de tecnología de India. Los cierres tuvieron un impacto significativo en las cadenas de suministro farmacéutico y electrónico de India.
Entre el 65 y el 70% de los componentes farmacéuticos activos importados de India son chinos y, en el caso de algunos componentes clave, China era el único proveedor. El 17 de junio, las agencias de inteligencia de India pidieron al gobierno de Narendra Modi que bloqueara o aconsejara contra el uso de 53 aplicaciones para teléfonos inteligentes que son hechas por compañías chinas o vinculadas a China.
Las autoridades locales expresaron «su preocupación por que no fueran seguras y terminaran extrayendo una gran cantidad de datos fuera de India», según el Hindustan Times. El enfoque en los teléfonos inteligentes es una prioridad, el mercado de los teléfonos en la India está dominado por China, con las marcas chinas ocupando cuatro de cinco primeros lugares en el primer trimestre de 2020.
A principios de junio, India anunció un programa de 500 mil millones de rupias (6.6 mil millones de dólares) para incentivar a los fabricantes a establecer instalaciones en India. India anunció que ofrecería subsidios a las entidades calificadas de hasta el 6% de las ventas que fabriquen en India durante cinco años. La India ofrece descuentos de hasta el 25% en los gastos de capital que las empresas hagan en el país en semiconductores y componentes electrónicos.
Esta política es un esfuerzo por atraer a empresas internacionales para que establezcan su base de fabricación fuera de China. Una de ellas es Micromax, la empresa era la marca número uno de teléfonos inteligentes en India hace cinco años antes que las chinas entraran en el mercado indio con teléfonos baratos y eliminaran a las marcas indias de los primeros puestos.
Los efectos deflacionarios de los teléfonos baratos fueron devastadores para los fabricantes indios de smartphones. El fabricante indio Intex dejó de fabricar teléfonos y ahora se centra en otros productos electrónicos. El importante fabricante de teléfonos indios, Lava, sigue existiendo, pero ahora centrado en la venta de teléfonos en ciudades más pequeñas que los chinos pasaron por alto.
Micromax ensambla la mayoría de sus teléfonos en China para ahorrar costos. Las marcas chinas constituyen el 75% del mercado en India y dominan el importante segmento de precios por debajo de los 200 dólares. Políticos y civiles indios iniciaron esfuerzos para boicotear los productos chinos.
El ministro del gabinete de asuntos del consumidor, alimentos y distribución pública de la India, Ram Vilas Paswan, llamó al pueblo indio para que no comprara ningún producto de China y ordenó a los funcionarios de su ministerio que dejaran de comprar papelería y otros artículos administrativos «made in China».
El ministro del gabinete de justicia social y empoderamiento de la India, Ramdas Bandu Athawale, también pidió que se boicotearan los productos chinos. «China es un país que engaña. La India debería boicotear todos los productos de China. La comida y los restaurantes chinos deberían cerrarse en la India».
El medio local indio NDTV informó que el departamento de telecomunicaciones solicitó a las empresas estatales de telecomunicaciones Bharat Sanchar Nigam (BSNL) y Mahanagar Telephone Nigam (MTNL) que en la actualización de su red 4G eviten los equipos chinos de telecomunicaciones. La India todavía no tiene una red 5G, pero podría tener su primera red 5G a finales de 2021.
Los medios de comunicación indios, citando a funcionarios, informaron de que las autoridades planean aumentar los aranceles de importación de unos 300 productos chinos como represalia por los enfrentamientos mortales en la región de Ladakh. En 2019 China exportó a la India bienes por valor de 68.370 millones de dólares, mientras que la India exportó a China bienes por valor de 17.130 millones de dólares, el déficit comercial alcanzó los 51.240 millones de dólares.
El 16 de junio, una organización política y cultural afiliada al partido de izquierda indio Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS) instó al gobierno central a prohibir a las empresas chinas participar en los contratos gubernamentales. La organización Swadeshi Jagaran Manch, pidió al público que dejara de usar productos chinos. Desde el 17 de junio, la gente se reunió en las calles para quemar banderas chinas y fotos del mandatario chino Xi Jinping.
La Confederación de Comerciantes de Toda la India (CAIT), una organización que comprende 60 millones de comerciantes en el país, emprendió el 17 de junio una nueva campaña: «Productos indios – Nuestro orgullo». La CAIT dijo a los medios de comunicación que la organización ha incluido unos 3.000 tipos de productos en 500 categorías, que pasaran a fabricarse en la India para diciembre de 2021.
Estos productos incluyen juguetes, telas, bolsos de mano, equipaje, artículos de cocina, muebles, ferretería, electrónica, cosméticos, relojes, joyería, papelería, piezas de automóviles, etc. La India importa anualmente alrededor de 13.000 millones de dólares en valor de esos bienes de China.
El 18 de junio, la India organizó funerales para los soldados muertos en sus ciudades de origen. El ejército indio utilizó un camión militar adornado con flores para transportar el cuerpo del coronel B. Santosh Babu a su ciudad natal de Suryapet, en el sur de la India. Cuando llegó el cuerpo, la población local gritó «Victoria a la Madre India» para mostrar su respeto.
El periódico South China Morning Post, con sede en Hong Kong, citó el 17 de junio a una fuente anónima cercana al ejército chino, dijo que el número de bajas militares tenía que ser aprobado por Xi Jinping antes de ser publicado. Mientras China se enfrenta a India en Cachemira, termina con la autonomía de Hong Kong, crea islas artificiales en el Mar de China Meridional, entabla una guerra comercial con Estados Unidos, amenaza con invadir Taiwán y choca con la Unión Europea y Australia.
Australia, fue uno de los primeros países en exigir una investigación exhaustiva de cómo surgió el Covid-19 y el manejo de la crisis por parte de Beijing. El gobierno denunció que en el último mes estuvo bajo un ataque cibernético que, de acuerdo al Primer Ministro Scott Morrison «provino de un sofisticado sistema que sólo puede manejar un Estado».
Tres fuentes gubernamentales confirmaron que el «cyber attack» provenía de China y que probablemente estaban buscando información sobre el desarrollo de una vacuna para combatir el Covid-19 que están desarrollando junto a laboratorios universitarios europeos. La maldita globalización ha sido el mejor aliado de China.
La gran paradoja es que China está teniendo éxito porque avanza respetando las leyes impuestas por Washington, es decir, por las distintas administraciones ya sean demócratas y republicanas antes de Trump. El hombre que salvó a China fue Den Xiaoping en 1979, abandonó el desastre comunista y se adaptó al sistema de libre mercado y este sistema fue un regalo de las ideologías globalistas y a través del Estado estadounidense al mundo.
China no mantuvo ninguna guerra desde 1979, no utilizó fuerza militar letal en el extranjero desde 1988, y no financia o apoya a insurgentes armados desde principios de los 80. Mientras favorece a Paquistán tradicional rival de la India desde la Partición de 1947, con inversiones por más de 60.000 millones de dólares y recortando la expansión comercial india en el sur asiático.
El Ejército de Liberación Popular (ELP) ya anunció que en agosto tomará posesión de la isla de Hainan, y posiblemente de las islas Pratas, controladas por Taiwán y que China reclama como parte de su provincia de Cantón. El 18 de abril, China declaró el establecimiento de dos nuevos distritos administrativos: uno en las islas Spratly y otro en las Paracel.
Ambas situadas en la misma zona del Mar de China Meridional, las Spratly están disputadas por China, Taiwán, Malasia, Filipinas, Vietnam y Brunéi, mientras que las Paracel son reclamadas por China, Vietnam y Taiwán. China aprovecha el caos de la pandemia y se expande con un estilo agresivo, mientras construye islas artificiales para imponer su soberanía en el Mar de la China Meridional y anuncia que invadirá varias otras islas en disputa.
El conflicto entre India y China es el resultado de un evento esperado como consecuencia de la dialéctica de imperios, pero como sostuve durante la pandemia, que ésta venía para acelerar la Historia y no para reformarla y que la misma provocaría un distanciamiento social con China, de otra manera era impensable.
También la nueva situación internacional exige nuevos realineamientos, en estos días la India está presionando a Rusia para la entrega de armamento como el sistema de defensa S-400 y dos cazas a reacción Su-30Mki y un Mig-29, que son parte de los acuerdos firmados en 2018.
La actitud china está obligando a muchos países a elegir bandos, eso lo debe decidir Rusia, pero también es una oportunidad para los rusos de diversificar sus relaciones en Asia y no depender exclusivamente de China. Personalmente pienso que la situación es óptima para declarar una Guerra Fría, ello significaría el resguardo de una civilización de los planes y programas del capitalismo depredador, al estilo salvaje oriente.
24 de junio de 2020.