Cuadernos de Eutaxia — 23
ASALTOS DEL ERP
COMANDO DE SANIDAD Y A LA GUARNICION MILITAR DE AZUL
El día 6 de septiembre de 1973, durante la presidencia interina del diputado nacional Raúl Lastiri, yerno de José López Rega, un comando del PRT-ERP intentó copar el Comando de Sanidad con el objetivo de robar armamento y materiales médicos de campaña que guardaban en sus arsenales, pero fracasaron. En la intentona de tratar de asaltar el Comando de Sanidad tuvieron la complicidad de un dragoneante, es decir, un soldado ascendido, llamado Hernán Invernizzi, hijo de la promocionada psicóloga Eva Giberti.
El ERP había decidido, luego de una fuerte discusión interna, que su estrategia política frente al gobierno de Héctor Cámpora sería la de no atacar al gobierno en tanto el mismo no atacara al pueblo ni a la guerrilla pero que, el ERP seguiría combatiendo militarmente a las empresas imperialistas y a las fuerzas armadas. Daniel de Santis, ex militante del PRT, afirma que el objetivo militar del ERP eran recuperar las armas que estaban depositadas en ese lugar y el objetivo político era similar al del copamiento del Batallón 141 de Córdoba.
Pablo A. Pozzi, ex militante del PRT señaló: «concebir que podés atacar las FF. AA. (Fuerzas Armadas) y el gobierno no va a hacer nada es una ridiculez». En tanto el dragoneante entregador Hernán Invernizzi, dijo, años después, que el ataque al Comando de sanidad «es el paradigma que resume los errores de concepto de la estrategia del partido». Para el ERP cualquier gobierno democrático sólo servía para distraer de los verdaderos ejes de la lucha de clases y retrasar la lucha del pueblo. La presencia de la guerrilla, pensaba, obligaría al gobierno peronista a adelantar su opción entre ceder momentáneamente o reprimir.
El Comando de Sanidad del Ejército Argentino, ubicado en la Capital Federal, fue asaltado por catorce guerrilleros de la compañía «José Luis Castrogiovanni» del ERP, incluidos dos integrantes de la Regional. El izquierdista Héctor J. Cámpora ya no gobernaba, había sido renunciado por Juan Perón en julio de 1973 y el presidente interino era Raúl Lastiri. El 6 de septiembre de 1973, a la 01:30 horas los guerrilleros toman las guardias, ayudados por el dragoneante Hernán Invernizzi que revistaba en la unidad militar.
Los guerrilleros cargan 150 fusiles FAL y municiones, dos soldados conscriptos logran escapar a las 03:30 y avisan a la policía, que rápidamente rodea las inmediaciones del Comando de Sanidad junto a un comando del ejército. A las 04:30 estaban completamente rodeados. Primero llegó un contingente de soldados al mando del teniente Shaw y luego el teniente coronel Raúl Duarte Ardoy, segundo jefe del Regimiento de Infantería Número 1 Patricios, al mando de otro contingente de 50 soldados. Ese grupo instaló cañones de pequeño calibre y ametralladoras pesadas.
Durante una breve tregua los guerrilleros entregan a un soldado y teniente heridos. Se produce un impasse en la cual los guerrilleros parlamentan con el general Juan Bautista Sasiain y exigen la presencia de un juez para garantizar su vida en caso de rendición. A las 05:50 Sasiain íntima a la rendición y ante la negativa del grupo guerrillero se inicia otro tiroteo. Se combate principalmente sobre la calle Combate de los Pozos.
El teniente coronel Duarte Ardoy, intenta ingresar por la calle Pasco, salta un muro con sus hombres y recibe un tiro desde una ventana que lo hiere gravemente. El traidor de Invernizzi —que al momento del disparo se estaba rindiendo en la calle— dice que, por un error de comunicación, Ardoy, que estaba ingresando por los fondos, no supo que se habían rendido y siguió avanzando y que alguien le disparó. Si se habían rendido porque siguieron disparando.
El ex militante del ERP, Gustavo Plis Sternberg, en su libro Monte Chingolo da una versión de los hechos similar al del Ejército: «Pese a la orden de tirar solo para intimidar, desde el piso superior del edificio, un guerrillero lo hiere gravemente». La revista del ERP, Estrella Roja, que publicaba el banquero de la guerrilla, don Samuel Sivak, que recoge el «Parte de guerra» de los hechos, atribuye la muerte de Duarte Ardoy a un enfrentamiento. Otro documento del ERP sobre esta operación, detalla los nombres de todos los participantes y afirma que, en un combate, el fuego de sus combatientes abatió a Duarte Ardoy.
El teniente coronel Raúl Juan Duarte Ardoy, nacido el 30 de octubre de 1929, estaba casado y era padre de dos hijos. Juan Duarte Ardoy moriría posteriormente a causa de la herida. El ejército usó artillería y cinco horas después del inicio de la operación el grupo del ERP se rinde a las 06:50. Trece guerrilleros fueron detenidos y enviados a la Superintendencia de Seguridad Federal, quedando presos hasta el año de 1983.
Los trece guerrilleros fueron procesados por homicidio calificado, lesiones graves, abuso de armas, asociación ilícita, robo calificado, tenencia de armas de guerra y privación ilegítima de la libertad. Invernizzi, el dragoneante entregador, recibió la pena de reclusión perpetua. Otro participante, el luego periodista Eduardo Anguita, fue condenado a dieciséis años de prisión. El jefe de la operación, Carlos Ponce de León, fue condenado a diecinueve años de prisión.
Alberto Elizalde Leal, también fue condenado a una pena de 20 años. Hernán Invernizzi, Eduardo Anguita y Ponce de León recuperaron también la libertad tras el retorno a la democracia, en el gobierno del socialista de Raúl Alfonsín. Invernizzi afirmó que la única Regional en condiciones de realizar el operativo era la de Buenos Aires, lo que limitaba los objetivos, y que el lugar y el momento dependía de la situación de Invernizzi, ya que no podía demorarse el asalto porque era su último mes en ese destino.
El personal del Comando de Sanidad estaba compuesto por 350 civiles, entre empleados, administrativos y profesionales y 250 militares –200 de ellos soldados conscriptos-, todos los cuales cumplían horario de 07:30 a 13:00, salvo el jefe de turno y la guardia de 12 soldados, un sargento, y un cabo que permanecían las 24 horas. Había tres seccionales de policía cercanas a la unidad.
La planificación fue hecha, copiando la forma operativa utilizada en la fuga del penal de Rawson, esto es, un pequeño grupo que va dando los primeros golpes, y estuvo a minutos de haber concluido con éxito. Sin embargo, dos conscriptos que se fugaron aprovechando la distracción de un guerrillero y un encuentro con un patrullero al que dieron aviso, lo hicieron fracasar. Querían repetir la operación de febrero de ese año, cuando coparon el Batallón 141 de Comunicaciones en Córdoba, donde se logró una gran cantidad de armamento sin muertos ni heridos, y tirando «solo tres disparos».
A la 01:30 del 6 de septiembre de 1973, el soldado dragoneante Hernán Invernizzi, a cargo de los relevos de los puestos de guardia, fue al acceso de la calle 15 de Noviembre, y ordenó a los centinelas que abrieran el portón para dar entrada a un camión que, según dijo, traía mercadería para el Comando. Así lo hicieron y entró un camión F-100, carrozado, perteneciente a la empresa láctea «La Martona», seguido de un automóvil particular. Invernizzi amenazó a la guardia con su arma y les ordenó que caminaran lentamente detrás de los vehículos, que avanzaron hasta el edificio principal del Comando de Sanidad. perteneciente a
Los guerrilleros sorprendieron al teniente primero Eduardo Ruth y a otros soldados, ante un intento de tomar las armas dispararon en la pierna al oficial y en la cadera al soldado conscripto Osvaldo Dedged, también resultó herido un guerrillero, que fue evacuado por otro guerrillero y transportado a la posta sanitaria. Después Hernán Invernizzi y dos guerrilleros recorrieron los puestos restantes y redujeron por sorpresa a los soldados de vigilancia, los desarmaron, esposaron y amordazaron a todo el personal.
Como consecuencia de este frustrado asalto al Comando de Sanidad, el presidente interino Raúl Alberto Lastiri, desde julio a raíz de la renuncia de Héctor José Cámpora, el 23 de septiembre por decisión del PEN firmó el decreto N.º 1453/73 que ilegalizaba al PRT-ERP, el mismo día en que Perón ganaba las elecciones.
En el diario La Prensa, del 7 de septiembre de 1973 se señalaba que entre los guerrilleros detenidos había cuatro que habían sido condenados antes del 25 de mayo de ese año y que salieron en libertad por la Ley de Amnistía de ese mismo día: Miguel López, Ramón Alberto Gómez, Martín Marcó y Carlos Tomás Ponce de León (este último condenado por el secuestro y asesinato del empresario Oberdan Sallustro).
También estaban entre ellos Alejandro Enrique Ferreira Beltrán, que se había fugado a Chile del penal de Rawson donde estaba detenido, Rubén Juárez y Rodolfo Rodríguez, que se escaparon en el Palacio de Tribunales cuando los llevaban a declarar. Hubo declaraciones de repudio por parte del Frente Justicialista de Liberación «FreJuLi», nombre usado por el peronismo para las elecciones, y por la Confederación General del Trabajo (CGT).
El soldado dragoneante, el entregador, Invernizzi era hijo de Eva Giberti e hijastro del médico Florencio Escardó, Eva «Vita» Escardó la actriz que interpretó a la «cándida» e «inocente» Claudia Falcone en la película izquierdista «La noche de los lápices», es su media hermana y el guerrillero Francisco «Paco» Urondo, uno de los cabecillas de las FAR y Montoneros, su primo hermano, veinte años mayor.
El 15 de noviembre, el ERP copó una escuela primaria en la ciudad de Tucumán. El 29 de noviembre, en Córdoba, el ERP ocupó la escuela primaria «Alas Argentinas». Todas estas acciones eran de propaganda armada. En Buenos Aires, en abril de 1974, EXXON pagó 14.5 millones de dólares por la liberación del gerente de su refinería argentina ESSO, Víctor E. Samuelson, ciudadano estadounidense, cautivo del PRT-ERP desde el 6 de diciembre de 1973.
El 21 de mayo un grupo de quince hombres intenta copar sin éxito el cuartel del Grupo de Artillería de Defensa Aérea 141 de San Luis. El 29 de mayo el ERP intenta sin éxito un ataque contra el Batallón de Comunicaciones 121 con asiento en la ciudad de Rosario. El 26 de julio del mismo año, el grupo copó las instalaciones de la fábrica NORWINCO. Ese mismo día la Compañía de Monte «RAMÓN ROSA JIMÉNEZ» expropió un camión del Ingenio San Pablo que transportaba 385 bolsas de azúcar.
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Ataque del ERP a la guarnición militar de Azul y el salvaje secuestro y asesinato del teniente coronel Ibarzabal.
En el invierno de 1973 el Buró Político (BP) del Partido Revolucionario del Pueblo (ERP) dejó el Gran Buenos Aires y se estableció en Córdoba y permaneció en ese lugar hasta el verano de 1974. Según contó el guerrillero Luis Mattini, obedecía a que Córdoba «era la región más proletaria del país (y) la dirección del Partido debía estar allí donde estuviera el centro de la vida política nacional y experimentar la sana ‘presión proletaria’». En realidad, Córdoba al ser el centro geográfico del país, era especial para los desplazamientos clandestinos de los miembros del Buró Político.
También en Córdoba la jefatura del partido estaba mas segura que en Buenos Aires, y contaban con la complicidad del gobierno provincial y la ayuda del sindicalismo clasista. Por otro lado, Roberto Santucho, a partir del año 1973 quería elevar el nivel del conflicto, soñaban con crear una «zona liberada» por medio de la guerrilla. El lugar para el foco no era Córdoba sino Tucumán, en previsión de esos planes necesitan acumular armamento, y pensaron en obtenerlos de la guarnición de Azul.
El 12 de octubre de 1973, el general Perón asumió como presidente tras 18 años de exilio, había sido elegido por el 62% del electorado, pero eso poco le importaba al PRT-ERP. Desde octubre hasta enero cometieron todo tipo de delitos subversivos, secuestros extorsivos, asesinatos, atentados y desmanes. El 19 de enero de 1974, con la ayuda de un soldado traidor intentaron tomar la guarnición militar más grande en Azul (Buenos Aires), que tenía en sus 40 hectáreas al Grupo de Artillería Blindada Nº 1 y al Regimiento 10 de Caballería Blindada «Húsares de Pueyrredón».
«Nosotros teníamos la facilidad de tener un conscripto que permitió el operativo. De no haber estado ese chico, probablemente no lo hubiéramos hecho. Los conscriptos eran nuestra fuente de información fundamental. El conscripto de Azul hizo toda la descripción, los puntos débiles de la guardia». Era un tal «Néstor» no identificado (para algunos, muerto el lunes 29 de marzo de 1976), según Luis Mattini.
Dos semanas antes del ataque a la unidad militar, Luis Mattini, cuyo nombre verdadero es Arnold Kremer, se encontraba en La Habana, Cuba, para dialogar con Fidel castro. A Mattini lo habían paseado por todas partes y «en especial la unidad de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) que comandaba el general Arnaldo Ochoa Sánchez». Mattini dijo: «la aspiración de máxima de Santucho y el Buró Político era que el propio general Ochoa fuese instructor de la compañía de monte, tarea para lo cual lo habían apalabrado durante la dictadura de Lanusse y sólo esperaba la aprobación de Fidel».
Arnaldo Ochoa había combatido en Venezuela, cuando Castro exportó su revolución a ese país, resultando un fracaso. También estuvo en el Congo y comandó las tropas cubanas que intervinieron en Angola. La dilatada entrevista con Fidel Castro se realizó el 4 de enero de 1974 y duró varias horas. Mattini pidió armas e instrucción militar para armar la Compañía de Monte en Tucumán y Fidel Castro, sutilmente, le recordó que Cuba había restablecido relaciones diplomáticas con Argentina, y ello «impedía cualquier forma de apoyo militar a una guerrilla opositora al gobierno. En un momento, cuenta Luis Mattini que Castro le dijo: Admiro la tenacidad de ustedes, componente indispensable de la pasta de los revolucionarios. Pero muchachos, más flexibilidad y astucia».
Fidel Castro también le dijo que una guerrilla sólo tiene posibilidades de éxito en determinadas condiciones políticas. En general no es viable la lucha armada contra un gobierno que guarde las formas democráticas. En especial contra un gobierno que, como el peronista, gozaba de indiscutida popularidad. El «Caballo», el alias de Fidel Castro, volvió a mentir. Porque él consintió y entrenó la primera incursión guerrillera en la Argentina, en la que integraron oficiales cubanos, durante las presidencias de José María Guido y de Arturo Íllia.
Luis Mattini no le contó a Castro que ya para entonces el PRT-ERP planificaba el asalto a la Guarnición de Azul y Castro, como era su costumbre, mintió: a pesar de mantener relaciones diplomáticas y de que gozaba de un crédito blando argentino, crédito que nunca devolvió fiel a su costumbre de no pagar. Ese crédito le permitió a Fidel renovar el parque automotor y obtener mercaderías y alimentos. Cuba continuó siendo un lugar de entrenamiento y refugio de terroristas argentinos que llegaran a la isla.
«La decisión (de atacar) fue de la máxima dirección, de Santucho y el Buró Político que componíamos nosotros», relató Luís Mattini. El objetivo era «el de dar un golpe fuerte a las FFAA, y el objetivo práctico era obtener, al menos, entre seis y ocho toneladas de armamentos» que iba a ser destinado «a la preparación de las guerrillas rurales». El ataque guerrillero fue llevado a cabo por unos 80 guerrilleros de la compañía Héroes de Trelew de Córdoba a las órdenes de Enrique Gorriarán Merlo y Hugo Irurzun, «Capitán Santiago».
Según otras fuentes, los guerrilleros eran dos grupos de 120 cada uno, es decir 240. El trabajo de Yofre y que según su autor se basó en el informe realizado por coronel Horacio Guglielmone, hijo, participante del combate, sostiene que los atacantes estaban separados en dos escalones o grupos de 120 miembros cada uno, es decir 240 guerrilleros. La cifra parece exagerada. El trabajo del historiador Marcial Luna, detalla los equipos de combate conformados por los guerrilleros e informa un total de combatientes del ERP de 56 miembros.
En la ciudad de Azul, había dos unidades militares del Ejército Argentino, el Grupo de Artillería Blindado 1 «Coronel Martiniano Chilavert» y el Regimiento de Caballería de Tiradores Blindado 10 «Húsares de Pueyrredón». La dirigencia política estaba en discusión para endurecer el código penal y el presidente Perón estaba en un proceso de enfrentamiento con la Tendencia Revolucionaria, la izquierda peronista.
Previamente, un grupo de combatientes del ERP copó la casa quinta del doctor Miguel A. Inza, ubicada a unos tres kilómetros del objetivo, amordazaron al casero, y comenzaron a concentrar el grueso del «escalón Asalto». En ese lugar instalaron una posta sanitaria y repartieron uniformes y armamentos. El otro escalón de contención permaneció en los alrededores en apoyo del primero, en caso cualquier concurrencia de auxilio a la guarnición atacada, para bloquear y apoyar el escape de los atacantes y los camiones.
Los guerrilleros disfrazados como soldados argentinos, lograron copar la Guardia Central, varios puestos de vigilancia y el Casino de Oficiales, pero encontraron una nutrida resistencia en la zona de Baterías y la Plaza de Armas. Vestidos con uniformes verdes de combate y con cascos de los usados por el ejército, entraron al cuartel a las 23:40, agazapados y en fila india, por el polígono de tiro y se apoderaron del puesto de guardia N° 3. La lucha siguió hasta que Gorriarán Merlo decidió la retirada y la puso en marcha sin avisar al otro grupo de contención.
Los guerrilleros fueron abandonados por su propia conducción, el grupo fue rodeado y tras su rendición dos de los detenidos, pasaron a ser desaparecidos, entre ellos el obrero metalúrgico Montenegro, de Buenos Aires. Se argumentó que hubo una falla en las comunicaciones, lo que motivó que los 17 guerrilleros no recibieran la orden y quedaran atrapados en el cuartel. Hay muchas versiones de lo que ocurrió después.
Los dirigentes del ERP, dicen que el coronel Camilo Arturo Gay, jefe del Regimiento de Caballería de Tiradores Blindado 10, fue muerto durante un tiroteo cuando se resistió a ser capturado. Otras versiones, incluyendo el testimonio de Silvia Ibarzábal, hija del coronel secuestrado, sostienen que el coronel Camilo Gay y su esposa Hilda Irma Cazaux fueron asesinados por los guerrilleros y que el coronel Ibarzábal cesó su resistencia ante las amenazas de asesinato a la familia de Gay.
Jorge Roberto Ibarzábal es tomado prisionero y fue sacado en un vehículo, y es conducido a una de las llamadas cárceles del pueblo. La familia de Gay es llevada de rehén a la herrería del cuartel, donde un vehículo debía recogerlos, y esto no ocurrió porque ya estaba fracasando el ataque y porque un vehículo blindado militar bloqueó al grupo atacante. Durante la refriega es asesinada la esposa de Gay. Tras un cautiverio de diez meses, Ibarzábal fue ejecutado por un miembro del ERP durante un enfrentamiento con un control caminero en San Francisco Solano.
Las bajas militares fueron: Camilo Arturo Gay y su mujer, el soldado Daniel Osvaldo González –asesinado en su puesto de guardia 4–, y el teniente primero Alejandro Domingo Carullo, jefe de servicio ese día, gravemente herido pero sobreviviente. Las bajas del ERP fueron: Guillermo Pascual Altera, muerto, y Héctor Alberto Antelo y Reinaldo Roldán, detenidos y luego «desaparecidos». Es decir, tres muertos, otros 12 combatientes del ERP fueron detenidos.
Como consecuencia de esta acción, el presidente Juan Perón acusó de tolerancia culposa al gobernador de la provincia, al izquierdista Oscar Bidegain, quien era apoyado y respondía a la Tendencia Revolucionaria del Peronismo. Bidegain, dos días después tuvo que renunciar. Los partidos políticos más importantes condenaron el ataque. Mario Roberto Santucho lo consideró como «una derrota militar, pero un éxito político».
La dirección política y militar (PRT) removió de la dirección del comité militar Buenos Aires a Enrique Gorriarán Merlo, el pelado, bajo el cargo de haber abandonado a su gente antes del repliegue y se lo destinó a Córdoba, rebajándolo de militancia. Su cargo fue ocupado por Juan Ledesma, alias «el comandante Pedro». Gorriarán Merlo no volvió a ser visto por la Regional Capital hasta después de que el Comité Central Ampliado, Antonio del Carmen Fernández, realizado en Moreno y en el cual fueron atacados por el Capitán Leonetti teniendo más de 13 bajas.
Desde entonces, su presencia en reuniones de unidades militares de Capital y Buenos Aires fue bastante habitual, encontrándose reunido con la Escuadra Alberto Giachello justo en el momento del ataque al departamento de Villa Martelli por parte del grupo de Leonetti donde cayó herido Roberto Santucho, y los demás miembros de la dirección histórica que fueron detenidos, secuestrados y desaparecidos.
Parece que el fin del ERP era provocar a Perón para que se mostrara como defensor de las Fuerzas Armadas, y de esta manera demostrar a los trabajadores que el ERP no los traicionaba y era capaz de conducirlos en la revolución social, y conseguir armamento para la guerrilla rural. El operativo estuvo conformado por tres grupos. Uno dirigido por Enrique Gorriarán Merlo, y atacaba la zona de tanques.
El otro grupo, al mando de Hugo Irurzun, «Capitán Santiago», que se desplaza en la profundidad del cuartel. Irurzun sería el jefe de la «Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez» y años más tarde intervino en el asesinato del ex presidente de Nicaragua Anastasio Somoza (h) el 17 de septiembre de 1980. Un tercer grupo, al mando de Jorge Molina, alias «pinturita», cuya misión era atacar las casas de los jefes militares y secuestrarlos.
La noche del sábado 19 de enero de 1974, conociendo la escasez de efectivos con que contaba la guarnición la «Compañía Héroes de Trelew» (reforzada)el ERP inició el ataque a las 23:40 horas y los combates se prolongaron toda la noche y hasta las primeras luces del día 20. Mientras se libraba una fuerte lucha en el interior del cuartel, el jefe del Grupo de Artillería Blindado 1, teniente coronel, Jorge Roberto Ibarzábal, ingresó al cuartel dirigiéndose a la casa del Jefe de la Guarnición y Jefe del Regimiento «Húsares de Pueyrredón», coronel Camino Gay.
Ambos dejan a sus familias en esa casa y se dirigen a defender la unidad, sin darse cuenta que a sus espaldas la vivienda ya había sido rodeada por un grupo terrorista. Aproximadamente a 50 metros, antes de cruzar el arroyo Azul, son interceptados e intentan resistirse. El coronel Gay cae herido de muerte y es tomado prisionero el teniente coronel Ibarzábal. Desde el momento del secuestro de Ibarzábal, su familia transitó un largo calvario. El PRT-ERP reclamaba un canje de prisioneros como lo había ensayado en los tiempos del gobierno militar de Alejandro Lanusse, pero el Estado sostenía que no iba a negociar con terroristas.
El sábado 16 de febrero de 1974 el PRT-ERP difundió una «Resolución del Estado Mayor del ERP» en la que se otorga un plazo de 48 horas «para responder sobre el estado en que se encuentran los compañeros Antelo y Roldán», (desaparecidos) y expirado el plazo «si no se registrara respuesta alguna, será ejecutado el teniente coronel Ibarzábal por recaer en su persona la responsabilidad de ser el Jefe de la Institución Militar que viola los más elementales derechos humanos, negando los convenios internacionales firmados en Ginebra».
Horas más tarde, la organización armada, ante una respuesta del Comandante General del Ejército, respecto a «que el Ejército solamente daba cuenta de la detención de Santiago Luis Carrara, herido (más tarde apareció refugiado en Alemania) y Guillermo P. Altera, muerto», resolvió suspender la ejecución de Ibarzábal. Desde el 19 de enero hasta el 19 de noviembre de 1974, Jorge Ibarzábal permaneció en una «cárcel del pueblo».
A Ibarzábal se le permitió comunicarse con su familia con la condición de que hiciera mención al pedido de canje. Su familia le respondía a través de avisos publicados en los diarios y unas cartas del secuestrado llegaron a una inmobiliaria cuyo dueño era amigo de Ibarzábal. Durante un tiempo compartió la celda con el gerente de la industria Insud, Enrique Mendelsohn un alemán, que era padre de dos varones. Un hijo era en ese momento gerente en el Hotel Sheraton de Río de Janeiro y el otro hijo, fue el que entregó a su padre a la guerrilla. Finalmente, tras el pago de un rescate, el empresario fue liberado.
En su primera carta manuscrita –que se publicó en El Mundo, de propiedad del grupo guerrillero PRT-ERP—decía que estaba en una «cárcel del pueblo en calidad de prisionero de guerra de un ejército enemigo y sujeto a las mismas normas establecidas en Ginebra para estos casos. En la “cárcel del pueblo” me tratan con corrección y mi estado de salud actual es bueno». En otra, le decía a su esposa: «te pido le hables a ‘Manolo’ Rodríguez para que por intermedio de sus amistades políticas y de otro orden, procure que se haga un canje entre quienes estamos prisioneros del ERP y los miembros de esta organización que están a disposición de la Justicia. Lo mismo puedes pedirle al Petiso Cerdá, a Alfredo Ávalos y Tisi” (coronel José María Tisi Baña).
En otra, firmada en abril, le dice a su esposa e hijos: «sé que los he dejado en una situación harto difícil y mi amargura es no saber cómo se las arreglan, ni poder hacer nada para ayudarlos (…) Hace unos días he leído una revista deportiva (El Gráfico del día 2 de abril) en la que vi a (Leandro) Anaya presenciando el partido Boca-River. Te podrás imaginar mi Querida Nelly, el dolor inmenso que ello me causó, pues yo tenía la ilusión de que este señor, destinara sus momentos, o parte de ellos, a tratar de recuperar a los jefes que estamos en esta situación. Me parece que su conciencia no le reprocha nada, pues seguramente debe desconocer –a pesar de su jerarquía—las más elementales normas del ejercicio del mando».
El 5 de septiembre, Adolfo Mario Savino, ministro de Defensa, le escribe a la señora de Jorge Ibarzábal: «Necesito señalarle, para atemperar con la seguridad que le proporciono, la dimensión de su angustia, que, en la agenda de trabajo de este ministro, así como en las metas de trabajo de cada hombre de seguridad, figura como un compromiso de honor restituir a su hogar a su esposo y dar condigna sanción a los responsables del execrable delito».
El 19 de noviembre, aproximadamente a las 19 horas, en un control de ruta que se realizaba en las calles Donato Álvarez y San Martín, en la localidad de San Francisco Solano, partido de Quilmes, se observó una caravana integrada por una camioneta Rastrojero, acompañada por un Ford Falcon celeste y un Chevrolet blanco, que trató de evitar la inspección policial. Los tres móviles fueron interceptados y se produjo un fuerte tiroteo del que huyeron entre 10 o 12 terroristas que conformaban el grupo en vehículos sustraídos a conductores que se encontraban en la zona.
Los tres ocupantes de la camioneta lograron huir, pero el último en abandonarla efectuó tres disparos en el interior de la caja. Como relató el empresario Mendelsohn a Silvia Ibarzábal: «cuando los cambiaban de una “cárcel del pueblo” a otra, los drogaban para poder trasladarlos, ellos no tenían estado de conciencia».
Cuando se revisó el Rastrojero abandonado se encontró un armario metálico de 1.65 metros de alto por 65 centímetros de ancho volcado en el piso, con su puerta abierta, en cuyo interior yacía un hombre con sus ojos tapados con cinta adhesiva, con tres impactos de bala realizados a corta distancia. Era el teniente coronel Ibarzábal que había sido asesinado a quemarropa por un revólver calibre 357 Magnum de Smith & Wesson.
El informe policial aseguró que dentro de la camioneta también encontraron una carpa de campaña, elementos de comunicaciones y sanidad, documentación de la organización, una ametralladora Browning calibre 50 y «una cédula a nombre de Gustavo Sergio Licowsky (“El Polaco”), presumiblemente el autor de los disparos contra el jefe militar». Horas más tarde la policía encontró el lugar hacía donde se dirigía la caravana, cerca de la avenida Calchaquí.
Los restos de Ibarzábal fueron velados en el Regimiento Patricios y enterrado en el Panteón Militar de la Chacarita. Era noviembre de 1974, Juan Domingo Perón había muerto y fue reemplazado por su esposa María Estela Martínez, alias Isabel. El PRT-ERP en su revista Estrella Roja del 2 de diciembre de 1974 publicó el «Parte de Guerra» en la que intentaba explicar la muerte del alto oficial como resultado de un enfrentamiento con las fuerzas policiales «que obligó a ajusticiar al detenido».
También expresaba: «Debemos señalar que, en todo momento, nuestra organización procuró preservar la vida del detenido, teniendo en cuenta los principios humanitarios y las leyes internacionales; esa actitud ha sido demostrada permanentemente a través del trato que se le dio al teniente coronel Ibarzábal, al igual que a otros detenidos». Los exámenes forenses del cadáver demostraron que su estado físico era deplorable. Había perdido 35 kilos.
El 14 de diciembre de 1974, una carta manuscrita por el teniente general Juan Carlos Onganía, le hizo saber a la familia del coronel Ibarzábal (ascendido post mortem) «su dolor, señora, es el de la Patria misma, esté segura de ello. No dude jamás que el padecimiento de su marido como el suyo actual es el acto de abnegación que, como holocausto, reúnen a la Argentina sufriente en pos de su salvación».
Para ese entonces el PRT-ERP había intentado copar el Regimiento 17 de Infantería Aerotransportado en Catamarca y asaltado la Fábrica de Explosivos de Villa María, Córdoba, robando numeroso armamento y secuestrando al mayor Argentino del Valle Larrabure que pasaría un poco más de un año en una «cárcel del pueblo» hasta que su cuerpo apareció en un baldío de Rosario el 23 de agosto de 1975, y Montoneros había pasado a la clandestinidad el 6 de septiembre de 1974, en abierta oposición al gobierno constitucional de Perón.
El día que Juan Perón llamó a «aniquilar cuanto antes al terrorismo criminal».
El presidente Perón asimiló la estocada lanzada por la guerrilla marxista, que sintió como un verdadero desafío a su autoridad, a partir de esa acción endureció sus expresiones públicas para condenar al terrorismo y aceleró la aprobación de un proyecto de ley para modificar el Código Penal, con penas más duras para los que atentaran contra las instituciones.
El episodio de Azul aceleró la ruptura de Perón con Montoneros, que el 25 de septiembre de 1973, apenas dos días después de las elecciones que consagraron presidente al líder justicialista, asesinaron al sindicalista y hombre cercano a Perón, José Ignacio Rucci. Si bien la guerrilla peronista no estuvo involucrada en el ataque de Azul, para Perón ya se habían borrado los límites entre los insurgentes que invocaban su nombre y los que comulgaban con el trotskismo o el guevarismo.
Perón consideró que el intento de copamiento a la guarnición de Azul se produjo en la provincia de Buenos Aires por la «evidente desaprensión de sus autoridades». Un tiro directo para el gobernador Oscar Bidegain, hombre de la izquierdista Tendencia Revolucionaria peronista, quien tuvo que dejar su cargo. El 20 de enero de 1974, minutos después de las 21, Perón, vistiendo su uniforme de teniente general, lanzó un duro mensaje por cadena nacional desde la residencia presidencial de Olivos, condenando el ataque a Azul.
El jefe de Estado estaba acompañado por la vicepresidente, María Estela Martínez de Perón, el edecán militar, teniente coronel Alfredo Díaz y flanqueado por dos soldados del Regimiento de Granaderos a Caballo. Esta escenografía y el tono del mensaje no dejaron lugar para las especulaciones. El general Juan Perón remarcó «el grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas», los calificó de «enemigos de la Patria», advirtió que se había acabado la paciencia y convocó a «todas las fuerzas políticas y al Pueblo en general a tomar partido activo en la defensa de la República».
Cargó, sin nombrarlo, contra el gobernador bonaerense Oscár Bidegain: «No es por casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones. Es indudable que ellos obedecen a una impunidad en la que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible, o, lo que sería aún peor, si mediara, como se sospecha, una tolerancia culposa».
En la parte final de su discurso dejó una contundente frase destinada a quedar marcada en la historia. Fue cuando llamó a «aniquilar cuanto antes este terrorismo criminal», convocando a todos los sectores a «la lucha que dé lugar». Asimismo, advirtió que, si el pueblo no lo acompañaba en ese desafío, estaba dispuesto a dar un paso al costado. El ataque a Azul aceleró la ruptura de Perón con Montoneros y una muestra de eso fue lo ocurrido con los diputados nacionales que respondían a la Juventud Peronista.
Los diputados «Montos» se oponían a parte de las reformas que el gobierno peronista quería hacer en el Código Penal, modificaciones que apuntaban a castigar más duramente el accionar terrorista. Los legisladores de la JP creían que la nueva ley era excesivamente represiva y que sus alcances eran difusos.
Para evitar más rispideces, los diputados montoneros solicitaron una reunión con Perón para aclarar sus diferencias, intentando un acercamiento. El 22 de enero, tres días después del ataque a la guarnición de Azul, el mandatario los recibió en la quinta residencial de Olivos, pero para sorpresa de los diputados montos, lo hizo con todos los medios de prensa y las cámaras de televisión prendidas, acompañado por el jefe del bloque del FreJuLi, Ferdinando Pedrini, el ministro del Interior, Benito Llambí, el de Bienestar Social, José López Rega, el secretario general de la presidencia, Vicente Solano Lima, y el secretario de Prensa, Emilio Abras.
«Muy bien, señores, ustedes pidieron hablar conmigo. De que se trata, los escucho», fueron las primeras palabras de Perón, mostrando cara de pocos amigos, ante la incrédula mirada de los diputados de la Tendencia, que intentaron mostrarse conciliadores. En el ida y vuelta, Perón no aflojó, pese a que los legisladores le entregaron un comunicado de repudio a los hechos de Azul. El presidente dejó claro que la reforma era necesaria y lanzó varias advertencias, que iban más allá del ERP y alcanzaban claramente a Montoneros.
Perón les dijo que las diferencias en torno a la reforma del Código deberían haberse aclarado en el seno del bloque oficialista y no perdió oportunidad para hablarles en duros términos, en línea con su discurso del 20 de enero. «La debilidad nuestra será la que produzca la propia desgracia del país, que es lo que queremos evitar», les explicó sobre la necesidad de la reforma. Y agregó: «Nosotros, desgraciadamente, tenemos que actuar dentro de la ley (…) y para no salir de ella necesitamos que la ley sea tan fuerte como para impedir estos males».
Pero la parte más contundente fue cuando Perón les advirtió lo que podría ocurrir si la ley para penar los delitos terroristas no era sancionada.
«Ahora bien, si nosotros no tenemos en cuenta a la ley, en una semana se termina todo esto, porque formo una fuerza, lo voy a buscar a usted y lo mato, que es lo que hacen ellos (…) Si no tenemos la ley, el camino será otro; y les aseguro que puestos a enfrentar la violencia con la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para aplastarla, y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de monigotes (…) Si no hay ley, fuera de la ley también lo vamos a hacer y lo vamos a hacer violentamente», les advirtió.
Perón, para que no quedaran dudas, hizo referencias que aludían a Montoneros, recordó el crimen de Rucci: «¿Y nos vamos a dejar matar? Lo mataron al secretario general de la CGT, están asesinando alevosamente y nosotros con los brazos cruzados, porque no tenemos ley para reprimirlos». La reforma del Código Penal fue finalmente aprobada el 25 de enero. Luego de esto, ocho diputados de la Tendencia renunciaron de sus bancas y poco después el Consejo Superior Justicialista los expulsó del movimiento. Los legisladores eran Diego Muñiz Barreto, Santiago Díaz Ortiz, Carlos Kunkel, Armando Croatto, Jorge Glellel, Aníbal Iturrieta, Rodolfo Vidaña y Rodolfo Vittar.
El 23 de enero, un día después de la reunión con los diputados, Perón les envió una carta a los «jefes, oficiales, suboficiales y soldados de la guarnición Azul», en las que les agradeció «el heroico y leal comportamiento» mostrado durante la agresión sufrida a manos del ERP. En el escrito, Perón les aseguró a los militares que no estaban solos en el combate contra el terrorismo. «Sepan ustedes que en esta lucha no están solos, sino que es todo el pueblo el que está empeñado en exterminar este mal y será el accionar de todos el que impedirá que ocurran más agresiones y secuestros».
En línea con su discurso por cadena nacional y con las exhortaciones a los diputados de la JP, el presidente Perón, utilizó una terminología similar para calificar el accionar de los guerrilleros, a los que calificó como «psicópatas», a los que había que: «exterminar uno a uno para bien de la República». Como si esto fuera poco, el 29 de enero los diarios informaban que habían sido oficializadas las designaciones de los comisarios Alberto Villar y Luis Margaride como subjefe de la Policía Federal y jefe de la Superintendencia de Seguridad Federal, respectivamente.
Villar y Margaride habían sido dos jefes policiales representativos en las dictaduras precedentes a los gobiernos de Cámpora y Perón y estaban en situación de retiro. Ahora, eran convocados directamente por el líder justicialista para volver al servicio activo para sumarse al combate contra la subversión. Otra muestra de que los tiempos habían cambiado.
1 de abril de 2024