ALGO HUELE A PODRIDO EN EL VATICANO
Ricardo Veisaga
El Papa Francisco y el Cardenal Theodore E. McCarrick
“Una tía me dijo preferir un hijo maricón a un cura. Ya no hay que elegir”
Emilia Laudace
Hace poco tiempo los cardenales Walter Bradmüller, Joaquín Meisner, Raymond Burke y Carlo Caffarra, cuestionaron públicamente al Papa Francisco y plantearon dudas acerca de la validez de las implicaciones doctrinales de la encíclica Amoris Laetitia. Ahora, el arzobispo Carlo María Viganò, da un paso más y pide la renuncia papal.
El arzobispo Viganò es un alto curial, hijo de una acaudalada familia italiana. Nacido el 16 de enero de 1941 en Varese, es ordenado sacerdote en 1968, ingresó en la carrera diplomática, para ocupar los puestos destinados al alto clero. En 1992, fue nombrado nuncio en Nigeria y, en 1998, vuelve a Roma como oficial de la Secretaría de Estado, verdadero motor del poder curial.
En 1998 asciende a secretario de la Gobernación del Estado Vaticano, realiza el saneamiento de las cuentas vaticanas. Pero las prebendas inmobiliarias a las que tiene acceso en esa época, lo enfrentan con el todopoderoso secretario de Estado de Benedicto XVI, el cardenal Tarcisio Bertone, que consigue removerlo de la Curia y trasladarlo como nuncio a Washington.
Con esa maniobra Tarcisio Bertone truncó la carrera de Carlo María Viganò, que aspiraba a convertirse en cardenal presidente del Governatorato o, incluso, en desplazar del puesto al mismísimo Bertone, al que el partido de la Curia (dirigido en la sombra por el cardenal Sodano) acusaba de falta de diplomacia. Antes de llegar a la nunciatura estadounidense, Carlo María Viganò maniobró para que saliesen a la luz documentos vaticanos reservados, en lo que, después, se convertiría en el ya famoso caso Vatileaks 1.
Las personas que no están inmersas en la doctrina católica además de la política de la Iglesia Católica Romana, el escándalo por las acusaciones contra Francisco puede ser difícil de analizar, escándalos de abuso sexual que sacuden a la iglesia. Hay que ser serios y competentes para tratar estos temas, y no caer en la desinformación que la gran mayoría de periodistas están repitiendo. Primero hay que preguntarse: ¿De qué se ha acusado al Papa?
El arzobispo, Carlo María Viganò, publicó una carta en la que afirmaba que el Papa Francisco, sus predecesores y otros miembros de la jerarquía eclesiástica sabían de la conducta sexual inapropiada del cardenal Theodore E. McCarrick, arzobispo de Washington, años antes de que se hiciera pública.
Viganò dijo que le dijo a Francisco en 2013 que el predecesor del Papa, Benedicto XVI, habría ordenado al cardenal McCarrick «retirarse a una vida de oración además de la penitencia» debido a las acusaciones en su contra. Sin embargo, Francisco, dio poder al cardenal McCarrick, lo que le permitió ayudar a Francisco a elegir obispos en Estados Unidos.
El arzobispo Viganò, está en desacuerdo con el Papa y ha hecho campaña contra lo que él considera la influencia perniciosa de los sacerdotes homosexuales (el famoso lobby gay). Afirma que una camarilla gay está corrompiendo la institución por dentro. En su carta no solo acusó a los líderes de la iglesia, por su nombre, de encubrir la mala conducta del clérigo, también afirmó que algunos de ellos son homosexuales.
Entonces, de dónde saca el periodismo ignorante, que la carta de Viganò no aporta pruebas, si esa misiva está llena de fechas y circunstancias. Antes de escribir esto, estuve a la espera de una confirmación de algunos datos de Sandro Magister, uno de los más importantes vaticanistas.
La opinión de la gente en los países occidentales y el periodismo no especializado no tiene en cuenta la enseñanza de la iglesia, sobre muchas cuestiones entre ellas la homosexualidad, el aborto, el divorcio, además de las segundas nupcias. Los críticos dicen que Francisco está socavando lo establecido además de los principios inmutables.
Mi juicio personal sobre esas enseñanzas no importa. Hace años escribí sobre estas cuestiones y me referí concretamente al Denzinger, publicado en 1854 por Heinrich Denzinger. El Denzinger contiene los documentos más importantes del magisterio eclesiástico, incluye definiciones papales, documentos de concilios ecuménicos (y locales) y otros documentos de relevancia en la Historia de la Iglesia.
El Denzinger es una fuente de conocimiento de primera mano para acercarnos a todos estos textos de manera compendiada y sucinta, conocida como «el magisterio de la iglesia» y es de estudio obligatorio para los seminaristas. Entonces también remitía a una web: Bergoglio-Denzinger, de sacerdotes de distintos países del mundo que comparaban los pronunciamientos y acciones de Francisco con el Denzinger. Y obvio que Francisco erraba feamente y lo sigue haciendo (para decirlo en lenguaje bergogliano, meaba fuera del tarro).
Poco después de su elección como Papa en 2013, Francisco, envió un misil de choque al mundo católico al decir: «Si alguien puede ser gay además de buscar al Señor, además de no tener mala voluntad, ¿quién soy yo para juzgar?» eso se repetirá dos meses después, diciendo que la iglesia «no puede estar obsesionada» con cuestiones como el aborto, la homosexualidad y el control de la natalidad.
Esta «necesidad» de liberalizar la iglesia para acomodarse a las actitudes modernas, se vio como un debilitamiento de la doctrina. No sólo los obispos y sacerdotes objetan a Francisco, el año pasado, docenas de académicos católicos firmaron una carta pública criticando la declaración del Papa sobre la familia.
Las disputas doctrinales siempre existieron y mucho más profundas, pero ahora no se pueden esconder. El Juan Pablo II, quien dirigió la iglesia durante 35 años, además de Benedicto XVI, no sólo ralentizaron el ritmo del cambio después del Concilio Vaticano II, sino que también aplicaron una estricta disciplina entre los obispos además de los teólogos en los seminarios.
No voy a entrar en la discusión doctrinal, sólo me ocuparé de la homosexualidad en la iglesia, una diferente expuesta por Viganò. Sobre la autoridad del ex Nuncio, me remito a lo dicho por otro obispo estadounidense. «Considero que los alegatos de Viganò son creíbles». Dijo en su carta el Obispo Joseph Strickland de Tyler, Texas.
«Queridos sacerdotes, diáconos, religiosos y todos los santos fieles de la diócesis de Tyler. Dejemos en claro que al momento esto es solo un testimonio, pero como su pastor, lo encuentro creíble. Según el estándar, la respuesta debiera ser una profunda investigación, similar a las que se realizan cada vez que los alegatos resultan creíbles. Yo no tengo autoridad para iniciar tal investigación, pero alzaré mi voz cuando sea necesario para solicitar la investigación y suplicar que los hallazgos requieran la rendición de cuentas de todos aquellos que se encuentren culpables, incluso en los niveles más altos de la Iglesia».
El cardenal Bergoglio, una vez ordenado Papa con el nombre de Francisco, fue a visitar a su amigo enfermo el cardenal Jorge Mejía (argentino), por muchas décadas residente en el Vaticano. Mejía se jactaba de ser compañero de estudios y amigo de Juan Pablo II. Mejía, era un conocido homosexual, oculto por la jerarquía vaticana.
Mejía para llegar donde llegó, fue gracias a sus contactos que obtuvo a través de sus posturas «aperturistas» desde la Revista Criterio, centro gramsciano de promoción de la religión universal del hombre y del lobby gay, convirtiéndose en referente del clan de San Isidro (por el obispado de San Isidro); con simpatías hacia el mundo gay, como el gay Mons. Justo Laguna o Bianchi di Cárcano.
Mejía, desde sus aposentos vaticanos designaba obispos en Argentina, como al obispo de Merlo-Moreno, del oeste del Gran Buenos Aires, que tuvo que renunciar por un escándalo sexual, quien mientras estudiaba en Roma compartía con Mejía.
Mientras permanecía hospitalizado Mejía, en un examen aduanero realizado en una autopista de los Alpes (cerca de Chambery), la policía francesa descubrió, que el automóvil del Cardenal Jorge Mejía llevaba un cargamento de drogas desde España hacia Italia. Según dijeron los informantes, dos italianos de 30 y 41 años, envalentonados por la patente diplomática del coche, fueron hasta España para conseguir los 4 Kg de marihuana y los 200 gr. de cannabis que llevaban.
El fallecido Card. Jorge Mejía y Jorge Bergoglio, Papa Francisco.
¿Cómo llegó ese automóvil a manos de tales sujetos? La radio RTL (que dio la noticia) precisó que el secretario particular de Jorge Mejía habría confiado el vehículo algunos días atrás a dos italianos para un control mecánico. El secretario de Mejía, Luis Duacastella, el padre Lucho para los íntimos, «es conocido en la Santa Sede por su relación con jóvenes que viajan en taxis» (digamos con taxi-Boys), según informó Panorama Católico Internacional.
«El padre Lucho» o «luchito», fue persona de su confianza, Lucho dijo que estaba destrozado por lo sucedido, y que el culpable del caso es un amigo (su amante) que tiene, desde hace unos 10 años, a quién él le había confiado el vehículo para que se encargara de buscar un mecánico. «Dime con quién andas y te diré quién eres».
Jorge Mejía pertenecía al lobby gay, ese poderoso grupo que copó las estructuras vaticanas y que llevaron a Benedicto XVI a renunciar al papado. Francisco predica una cosa y hace otra, nombró como consejero pontificio para la justicia y la paz al hereje Timothy Radcliffe, OP., defensor del «sexo gay» y promotor del matrimonio homosexual, del divorcio y la ordenación de mujeres.
Para este sodomita el «sexo gay es eucaristía», dijo que el sexo gay puede expresar la ‘auto-donación’ de Cristo. Timothy Radcliffe, también presidió las misas ‘Soho’ para gays en la iglesia de Santa Ana en Londres. Vincent Nichols nombrado Cardenal por Francisco, desafío las enseñanzas de la Iglesia celebrando misa para católicos disidentes gays, y dijo a los críticos de las misas ‘Soho’: «cualquiera que intente emitir juicio sobre las personas que se acercan a comulgar, debería aprender a cerrar la boca».
Pese a sus posturas heréticas Vincent Nichols y Timothy Radcliffe fueron invitados a la conferencia nacional Flame2youth de jóvenes de Inglaterra y Gales, como expositores el 7 marzo del 2015. Radcliffe es seguidor del herético Cardenal Kasper.
El Cardenal Danneels, conocido protector de obispos pedófilos, quien trató de convencer al Rey Baudouin de firmar la Ley de Aborto, además de pedir la aprobación del «matrimonio gay», fue seleccionado por Francisco como uno de sus escogidos personales para el «Sínodo de la Familia» 2014. Danneels hablando con Austin Ivereigh confirmó que apoyó el complot para elegir a Bergoglio antes del cónclave, es una retribución de favores.
Estos curas constituyeron una mafia de intocables como Dolan en New York. Esta mafia tomó el control de las asociaciones caritativas como Caritas Internacional que está vinculada con la ayuda al lobby gay; también la conferencia de obispos de los Estados Unidos estuvo vinculada en escándalos por donación de dinero a entidades anticatólicas proabortistas y pro-homosexual.
El Cardenal Arzobispo de Viena (Austria), Christoph Schönborn pro-homosexual, masón, fue nombrado supervisor de la Banca del Vaticano por el papa Francisco. Los jesuitas manejan numerosas universidades católicas, en 2014, la Universidad Jesuita de Boston marchó en el desfile del orgullo gay. Francisco se hospeda en un hotel manejado por el lobby gay, y puso el control del Banco del Vaticano en mano de multinacionales del lobby.
Nombró inicialmente al homosexual Battista Ricca, Asesor Financiero del Banco del Vaticano. Ricca, nativo de la diócesis de Brescia, procede de la carrera diplomática. Prestó servicio durante quince años en nunciaturas de distintos países, antes de ser llamado a la secretaría del Estado Vaticano. Ganó la confianza de Francisco realizando otra función: al inicio como director de la residencia de vía della Scrofa en la que se alojaba el arzobispo de Buenos Aires cuando viajaba a Roma de visita, y ahora como director de la Domus Santa Marta, en la cual Francisco ha decidido vivir como Papa.
El 6 de junio de 2013, dijo el Papa Francisco, a unos religiosos hispanoamericanos a los que había recibido en audiencia. «En la curia se habla de ‘lobby gay’. Y es verdad, existe. Veremos qué podemos hacer». En 1999, Battista Ricca llegó a la nunciatura de Montevideo (Uruguay), antes había prestado servicio en las misiones diplomáticas de Congo, Argelia, Colombia y, por último, Suiza.
Mons. Battista Ricca, saludando afectuosamente al Papa Francisco.
En Berna, conoció y mantuvo relaciones sexuales con un capitán del ejército suizo, Patrick Haari. Ambos viajaron a Uruguay como pareja, y Battista Ricca pidió que a su amante se le otorgara una función y un alojamiento en la nunciatura. El vaticano no dijo nada. Las relaciones íntimas entre Ricca y Haari escandalizaban a muchos obispos, sacerdotes y laicos de Uruguay, incluidas las religiosas que se ocupaban de la nunciatura.
El nuevo nuncio, el polaco Janusz Bolonek, que había llegado a Montevideo a principios del año 2000, encontró repugnante ese «ménage» e informó a las autoridades vaticanas, insistiendo inútilmente varias veces para que Haari se fuera.
En los primeros meses del 2001, Ricca tuvo más de un accidente a causa de su conducta desordenada. Ricca concurría al Bulevar Artigas, a un local de encuentro entre homosexuales, en ese antro fue agredido y tuvo que llamar a unos sacerdotes para que le ayudaran y llevado a la nunciatura, con el rostro tumefacto.
En agosto del mismo año, en plena noche el ascensor de la nunciatura se bloqueó y a primera hora de la mañana acudieron los bomberos, los cuales encontraron atrapado junto a monseñor Battista Ricca a un proxeneta que las autoridades policiales identificaron. El nuncio Bolonek pidió de inmediato el alejamiento de Ricca de la nunciatura y el despido de Haari, obteniendo vía libre por parte del secretario de Estado, el cardenal Angelo Sodano.
Ricca, fue trasladado a la nunciatura de Trinidad y Tobago, donde permaneció hasta 2004. También aquí entró en conflicto con el nuncio. Al final fue llamado al Vaticano y expulsado del servicio diplomático de campo. Haari, cuando dejó la nunciatura pretendió que unos baúles de su propiedad fueran enviados al Vaticano, a la dirección de monseñor Ricca, como equipaje diplomático.
El nuncio Bolonek se negó y los baúles fueron depositados en un edificio externo a la nunciatura, donde permanecieron durante unos años. Cuando Ricca desde Roma dijo que ya no le interesaban los baúles, se abrieron para eliminar el contenido y se encontraron en ellos una pistola, que fue entregada a las autoridades y, además de efectos personales, una cantidad ingente de preservativos, consoladores y material pornográfico.
En Uruguay, los hechos son conocidos por obispos, sacerdotes, religiosas, laicos, sin contar las autoridades civiles, desde las fuerzas de seguridad a los bomberos. Muchas de estas personas vivieron una experiencia directa con estos hechos en distintos momentos. Después de su vuelta a Roma, Ricca fue situado entre el personal diplomático que prestaba servicio en la secretaría de Estado.
Desde 2005, en la primera sección, la de asuntos generales; después, a partir de 2008, en la segunda sección, la de relaciones con los Estados y después, de nuevo, a partir de 2012, en la primera sección, con un estatus de alto nivel, el de consejero de nunciatura de primera clase. Fue encargado del control de los gastos de las nunciaturas. A partir de 2006, se le confió la dirección de una residencia para cardenales, obispos y sacerdotes de visita en Roma; luego, dos y, al final, de tres.
Entre ellas, la de Santa Marta. Esto le permitió tejer una densa red de relaciones con los más altos niveles de la jerarquía católica de todo el mundo. Pero hay quien, en el Vaticano, promueve de manera activa esta operación de encubrimiento, frenando las investigaciones desde esa época, ocultando los informes del nuncio y manteniendo inmaculado el fascículo personal de Ricca, facilitando que tuviera una nueva y prestigiosa carrera.
Se dice que se le había presentado a Francisco, como es habitual en estos casos, el fascículo personal sobre Ricca, donde no había visto nada inapropiado. Había escuchado a varias personalidades de la curia y nadie había levantado objeciones. Sin embargo, en los días en que se reunió con los nuncios apostólicos llegados a Roma, el Papa fue informado a través de distintas fuentes, sobre hechos de Ricca de tal magnitud, que podían dañar seriamente al Papa y su voluntad de reforma.
A pesar de su relevo, Mons. Ricca no fue expulsado de la iglesia o suspendido en su ministerio. Francisco no sólo sigue protegiéndolo, sino que se enfadó con la prensa cuando le preguntaron sobre Battista Ricca, reaccionó de la misma manera cuando viajó a Chile. En octubre de 2015, un funcionario de la Congregación para la Doctrina de la Fe Monseñor Krzysztof Charamsa, quien renunció ostentosamente a su puesto, anunció que era un homosexual activo.
Krzysztof Charamsa lanzó, en beneficio de la prensa, una diatriba contra la enseñanza moral de la Iglesia. También «reveló» la existencia de un lobby homosexual en la Curia. Otro prelado que recibió una salida menos voluntaria fue monseñor Luigi Capozzi, el secretario del cardenal Coccopalmerio. En junio de 2017 fue capturado por la Gendarmería del Vaticano en una fiesta de drogas con homosexuales en su lujoso apartamento en el Palazzo del Santo Uffizio.
La Gendarmería descubrió que estuvo usando su auto con matrículas del Vaticano para transportar drogas sin ser detenido por la policía italiana. El Cardenal Coccopalmerio, quien es igualmente conocido por defender la tolerancia a la homosexualidad y por ser quizás el principal sumiso del Papa Francisco, propuso a este asistente de confianza para un obispado. El lobby homosexual está trabajando para cambiar las enseñanzas morales de la Iglesia en su propio interés, y se fortaleció con la tendencia liberal que introdujo el Papa Francisco.
Un caso aún más escandaloso es el del arzobispo Vincenzo Paglia (que encargó un retablo homoerótico para su catedral), que, increíblemente, es presidente del Consejo Pontificio para la Familia y a quien el Papa Francisco ha nombrado recientemente presidente del Instituto Juan Pablo II de Estudios sobre el matrimonio y la familia, el cuerpo que Juan Pablo pretendía como guardián de las enseñanzas de la Iglesia.
Mario Bergoglio eligió como Obispo de Chicago al ultra liberal Blase Cupich, su nombre no figuraba entre los sugeridos, Blase Cupich una semana antes de ser nombrado atacó a los grupos próvidas, también dio su aprobación de la ejecución de los polémicos monólogos de la vagina que promueven el lesbianismo que se llevaron a cabo en el campus de la universidad Jesuita, Gonzaga. El ex presidente jesuita Robert Spitzer, se había negado a dar tal permiso.
Robert McElroy ultraliberal homosexualista y pro aborto fue nombrado por el Papa Francisco para la diócesis de San Diego. McElroy se puso del lado del Cardenal Kasper contra la indisolubilidad del matrimonio. Francisco impuso a Juan Barros como Obispo de Osorno (Chile) a pesar de ser un cura acusado del delito de complicidad y encubrimiento de abusos sexuales de menores perpetrados por el cura pedófilo Fernando Karadima.
Francisco ignoró el clamor de los feligreses chilenos llegando al insulto. Desafió a que le presentaran una sola prueba, demostró ser un verdadero hipócrita, muy pronto le explotaría en la cara el mega escándalo. El 11 de julio de 2014 el pro homosexual Rainer María Woelki, había sido nombrado por el Papa Francisco como «Cardenal» de Berlín la mayor arquidiócesis de Alemania.
Dice Woelki que cree que el matrimonio es entre un hombre y mujer, pero también piensa que una relación cariñosa (homosexual) a largo plazo entre dos personas del mismo sexo merece consideración moral especial. El Jesuita Federico Lombardi vocero del Vaticano también apoya las uniones civiles de homosexuales. Martín Dolan, sacerdote de Dublín, recibió una ovación de pie de parte de los miembros de su iglesia, después de que saliera en apoyo del matrimonio gay y revelara su homosexualidad en una de sus misas, e instó a su congregación a respaldar el matrimonio gay.
El Arzobispo John J. Meyers en 2004 en Newark, y el obispo Bootkoski de Metuchen en 2007, estos dos obispos sabían al 100% sobre la conducta homosexual de McCarrick, lo defendieron y no siguieron la política de Tolerancia Cero. El sodomita argentino, Monseñor Juan Carlos Maccarone (fallecido el 29 de marzo de 2015) mientras el gran Canciller era el Cardenal Bergoglio, fue nombrado Profesor Emérito de la Universidad Católica Argentina.
Maccarone fue sorprendido infraganti teniendo relaciones homosexuales y divulgado en un video, a pesar de ello Bergoglio utilizó para encubrir a Maccarone la misma táctica que utilizó para encubrir el delito de Juan Barros en Chile. Maccarone tuvo que renunciar después de admitir esa relación homosexual.
Sin embargo, el vocero de Bergoglio, el curita Guillermo Marcó, entonces vocero del arzobispado, consideró que la renuncia de Maccarone pudo ser fruto de una «venganza política por su lucha a favor de los más necesitados en una provincia con una impunidad y con un nivel de corrupción que mantuvo a la gente en la pobreza más extrema».
En Honduras, 48 de 180 seminaristas declararon en una carta que en el seminario de Honduras hay un modelo de práctica homosexual extendida y arraigada, informó Edward Pentin en la página web NcRegister.com. Los seminaristas hablan de la «evidencia irrefutable» que muestra que una red homosexual impregna la institución y está protegida por su rector. Pentin obtuvo evidencia fotográfica de pornografía homosexual intercambiada por WhatsApp entre algunos seminaristas.
El mismo periodista tiene en posesión una nota de suicidio de un seminarista, quien trató de quitarse la vida en abril, después que su cómplice masculino se dirigió a otro seminarista. Según Edward Pentin, el cardenal Oscar Rodríguez Maradiaga, de Tegucigalpa (el lacayo de Francisco), acusó a los seminaristas delatores de ser «chismosos», que desean retratar a sus compañeros seminaristas con una luz mala.
Día a día se puede ver cómo en occidente los heterosexuales son acorralados por el poder gay, motorizados por la clase política y los medios de comunicación. La Iglesia no es ajena a esta influencia del Lobby gay, como se viene mostrando en este artículo, al punto que recientemente un documento de la Congregación para el Clero reitera que los que practican la homosexualidad, presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas o apoyan la así llamada cultura gay no están aptos para ser admitidos al sacerdocio.
Pero su legitimación avanza dentro de la propia Iglesia, por lo que es dudoso que esta norma permanezca en el futuro. Este fenómeno tendiente a homosexualizar la iglesia no es un fenómeno nuevo y no se logra una solución con declaraciones y documentos. Las reacciones sobre el documento de la Congregación para el clero no se hicieron esperar, el jesuita Thomas Reese dijo:
«La idea de que los homosexuales no pueden ser buenos sacerdotes es estúpida, degradante, injusta y contraria a los hechos. Sé de muchos muy buenos sacerdotes que son homosexuales, y sospecho que más buenos sacerdotes son los homosexuales».
Las estimaciones del número de homosexuales en el sacerdocio son variadas, del 20 al 60%. El sociólogo Dean Hoge, que hizo numerosas encuestas de sacerdotes, dijo que los obispos no le permitieron hacer esa pregunta en ninguna de sus encuestas. Los últimos escándalos que siguen asolando la Iglesia, desde la connivencia de obispos chilenos con los cómplices del Padre Karadima hasta la posesión de pornografía infantil del diplomático vaticano Carlo Capella, tienen un denominador común: son todos ellos de carácter homosexual. Este hecho es innegable.
Más grave es el caso del Cardenal McCarrick, el Arzobispo Emérito de Washington, que fue retirado de las funciones sacerdotales por un abuso cometido hace muchas décadas. De McCarrick podía decirse cualquier cosa menos que fuera una figura marginal, o que estuviera mal visto por quienes tienen el poder en Roma.
En 2016, el Cardenal Blaise Cupich, Arzobispo de Chicago y uno de los obispos de Estados Unidos más entusiastas de la ‘revolución francisquista’, fue el encargado de entregar al cardenal McCarrick el premio ‘Espíritu de Francisco’, ocasión que Blaise Cupich aprovechó para elogiar al emérito por su «propia forma exclusiva de dejar una marca en la Iglesia».
Las iniciativas y la actividad sexual del cardenal Theodore McCarrick fueron informadas por «numerosos seminaristas y sacerdotes», escribió ya en el verano de 2016 Richard Sipe, de 85 años, en un informe publicado en su propia página web awrsipe.com. Sipe fue sacerdote y está casado con una ex monja. Él trabajó y escribió como psicoterapeuta y fue testigo en cincuenta y siete demandas judiciales contra clérigos católicos.
Escribió en el dossier sobre un acuerdo entre McCarrick y un sacerdote que habla sobre la actividad homosexual de McCarrick que involucra a tres sacerdotes. Sipe explica que los sacerdotes habitualmente no hablan sobre la actividad homosexual de un superior, porque en ese caso se arriesgarían a perder todo: empleo, estatus, etc. «Si fueron partícipes en la actividad (homo) sexual y ‘se van’, se convierten en un paria y son etiquetados como traidores». Sipe cita a un sacerdote en el entorno de McCarrick, a quien le dijeron a través de la oficina de la cancillería de McCarrick: «sí hablas con la prensa te aplastaremos».
¿Quién sabía y quién calló? son las preguntas que se hacen muchas personas, para responder estas preguntas recurro al sacerdote polaco Dariusz Oko, que en 2012 publicó un vídeo denuncia contra la ‘homoherejía’, y que en entrevista concedida a la web Church Militant aseguró que: «Hay una mafia gay dentro de la Iglesia».
«[Los homosexuales] crean estas uniones informales y se infiltran en la Iglesia», sostiene Oko, para quien esta infiltración alcanza los puestos más elevados de la jerarquía. «Definitivamente, hay un problema con los obispos homosexuales en la Iglesia Universal. El Papa Benedicto depuso a setenta de estos obispos que, o bien taparon escándalos de pedofilia, o ellos mismos mantenían una activa vida homosexual».
¿Es posible que existan tantos sin una estructura que los encubra e incluso les promocione? La web Catholic Culture da algunos nombres, solo de obispos americanos:
Dan Ryan de Springfield, Illinois; Tom Dupre de Springfield, Massachusetts; Patrick Ziemann de Santa Rosa; Kendrick Williams de Lexington; Keith Symons de Palm Beach; Lawrence Soens de Sioux City; Joseph Hart de Cheyenne; Anthony O’Connell de Palm Beach; Robert Lynch de St. Petersburg; y Rembert Weakland de Milwaukee, quien dimitió.
En ninguno de estos casos el depredador homosexual fue denunciado por la jerarquía eclesiástica que, sin embargo, era la que estaba en mejor posición para conocerlos. Oko explica el mecanismo.
«Exactamente igual que en el Ejército, en la policía o en el mundo del arte, una vez que alguien con tendencias homosexuales llega al poder, normalmente sus subordinados son también homosexuales, y así van creando una pirámide. Lo mismo está sucediendo con estos obispos que deliberadamente nombran a personas con las mismas tendencias».
En un artículo publicado originalmente en la revista polaca «Fronda» (No. 63, p. 128-160) y más tarde en la revista teológica alemana Theologisches, se refiere a la mentira de los medios para apoyar a este Caballo de Troya, denunciado que la Iglesia Católica está fuertemente infiltrada por un poderoso lobby gay, que decide los nombramientos y promociones a través de un mecanismo de chantaje y conspiración de silencio.
Dice Oko, los medios de comunicación hablan de «curas pederastas» todavía, sin embargo, son «sacerdote efebófilos», o sea que es una perversión de hombres maduros gay que gustan de adolescentes varones. Más del 80% de los casos de abusos sexuales del clero en los Estados Unidos revelaron que era en realidad efebofilia no pedofilia.
Este hecho es cuidadosamente ocultado, silenciado, tanto fuera como dentro de la iglesia. En el artículo señala informaciones con nombres propios de sacerdotes y obispos que permanecieron impunes. Pese a las quejas y acusaciones enviadas desde hace años a Roma, todo fue bloqueado en los niveles inferiores o superiores de las jerarquías locales o del Vaticano.
También menciona a una de las personas más influyentes de la Iglesia de su tiempo, Marcial Maciel Degollado, fundador de los Legionarios de Cristo. Un bisexual que se entregaba a graves delitos sexuales con estudiantes menores de edad y miembros de su orden. El padre Oko dice que existen diferentes tipos de grupos de presión, y durante siglos existen en muchos entornos.
Esto no es un aspecto específico de la Iglesia Católica. Después del Concilio Vaticano II, en el momento de la revolución sexual de 1968, la teología moral católica comenzó a aceptar las ideas que se consideraban ajenas al Magisterio de la Iglesia y a la moral tradicional.
Un ejemplo puede ser la enseñanza del estadounidense Charles Curran sacerdote católico, que defiende la igualdad de orientación homosexual y heterosexual. De esta manera, la homosexualidad dejó de ser considerada en contra de la ley y contra la revelación natural. Este modo de considerar la sexualidad humana se infiltra en muchos seminarios y monasterios en el mundo.
Como resultado, en muchos seminarios diocesanos y monasterios comenzaron a apoyar la idea de que hay dos orientaciones sexuales equivalentes: heterosexual y homosexual. De esta manera la homosexualidad como un tipo de tendencia y personalidad ha dejado de ser un obstáculo para la ordenación sacerdotal.
En los setenta y ochenta del siglo XX, los sacerdotes con tendencias homosexuales comenzaron a crear muchos problemas en muchas diócesis y abadías del mundo. El escándalo de abuso sexual a menores de edad, que explotó en los 80 en los Estados Unidos, fue debido en gran parte a los sacerdotes homosexuales y en 2002 se convirtió en un verdadero escándalo.
En 1989, el padre Andrew Greeley, un escritor católico y sociólogo, escribió en el semanario estadounidense National Catholic Reporter, de Kansas City, sobre la «mafia lavanda» (frase que indica el lobby gay en la Iglesia Católica) un artículo que indignó a algunos y otros estuvieron de acuerdo. Según Greeley, el sacerdocio era cada vez más gay, y ya no era representativo de la Iglesia universal.
En este sentido, se habla de «Homoherejía». ¿Cuáles son las características? La homoherejía es un rechazo del Magisterio de la Iglesia Católica sobre la homosexualidad. Los fanáticos de la homoherejía no aceptan que la orientación homosexual sea un desorden de personalidad. Los defensores de la llamada homoherejía están a favor del sacerdocio de los homosexuales. La homoherejía es una versión eclesiástica del homosexualismo.
El dato de que por lo menos un 15% del clero es homosexual, nos dice que entre los sacerdotes habría cinco veces más homosexuales que entre los hombres en general. Este dato es revelador sobre el atractivo especial de los homosexuales hacia el sacerdocio, quizás del mismo tipo que hay respecto a cultivar las artes.
El padre Gregory Greiten, un sacerdote de 52 años de Wisconsin, dijo el 17 de diciembre de 2017 a sus feligreses:
«Soy gay y soy un sacerdote católico». Y agregó: «Los sacerdotes de la Iglesia Católica Romana y el mundo deben alentar a romper el muro de silencio y decir la verdad sobre su identidad sexual. Me comprometeré a no vivir mi vida a la sombra del secreto. Prometo ser auténticamente yo mismo. Abrazaré a la persona que Dios ha creado en mí».
El actual arzobispo de Milwaukee, Jerome Listecki, dijo apoyando la elección de su sacerdote a pesar del documento de la Congregación para el clero:
«Apoyamos al Padre Greiten en su camino y contamos su historia para comprender y vivir su orientación sexual con él. Como la Iglesia enseña, aquellos que tienen una atracción por personas del mismo sexo deben ser tratados con comprensión y compasión. Como sacerdotes que han hecho una promesa al celibato, sabemos que cada semana hay personas en nuestros escritorios que luchan con el tema de la homosexualidad».
En definitiva, el padre Gregory y su obispo lanzan el mensaje de que una persona puede ser sacerdote y ser homosexual. Contrariamente a lo que la Iglesia indica, que no admite al sacerdocio a quienes experimentan este tipo de atracción sexual. Más que de pedofilia la iglesia está sufriendo la peste de la efebofilia, cometidas por sacerdotes u obispos homosexuales que se sienten atraídos por personas menores.
La homosexualidad en la Iglesia no es una novedad, hace mil años que San Pedro Damian, doctor de la Iglesia Católica, condenó duramente este hecho. En su libro Gomorra, San Pedro Damián se refiere especialmente a la creciente aceptación de la homosexualidad en el clero, advirtiendo que «muy enfurecida se está arrastrando hacia el clero, como una bestia cruel dentro del redil de Cristo».
Advierte que si esta creciente tolerancia hacia la homosexualidad entre los clérigos y los fieles no es arrancada de cuajo «lo cierto es que la espada de la ira divina se avecina al ataque, para la destrucción de muchos». El Libro Gomorra tiene una actualidad relevante de acuerdo a las recientes declaraciones sobre la condición homosexual de los líderes y grupos influyentes dentro de la Iglesia Católica.
Muchos creen, con razón, que la Iglesia está dispuesta a adoptar una perspectiva abierta sobre la homosexualidad y a su aceptación. Dentro de esta perspectiva se incluye la famosa frase del Papa Francisco en 2013: «¿Quién soy yo para juzgar?». Y la declaración del Sínodo de la Familia de 2014 sobre el informe de mitad de período, que dice que los homosexuales tienen «dones y cualidades que ofrecer a la comunidad cristiana».
A este paso, no es raro que, dentro de la Iglesia Católica, se produzca una especie de «memoria histórica» que revise el santoral y sean enviados al olvido, a santos como san Pedro Damian, como lo hacen los izquierdistas cuando llegan al poder, como sucede en España, que retiran nombres de las calles, plazas, bustos y desentierran al generalísimo Franco, una venganza política por la derrota militar.
De hecho, la iglesia ha declarado santo, a papas como Juan XXIII, Juan Pablo II, un mentiroso y encubridor de depredadores homosexuales, existe al respecto toda una hemeroteca para corroborar estos hechos. En el mismo camino van con Paulo VI, un innegable homosexual, de esa cuestión me ocuparé en otro momento.
A diferencia de hoy, en el pasado, muchos sacerdotes vivían en uniones inmorales con concubinas o esposas ilícitas, y no se molestaban o hacían muy poco para ocultar esos comportamientos personales escandalosos. Y esto incluyó a algunos papas, que establecieron un mal ejemplo para el resto de la Iglesia. Pero una cosa es el sacerdote casado y otra el sacerdote homosexual «casado».
Aunque la Iglesia continúa enseñando que cualquier acto sexual fuera del matrimonio es gravemente pecaminoso, su sistema de castigo para los clérigos que cometen actos de sodomía, efebofilia y abuso sexual infantil se relajó muy sustancialmente tras el Concilio Vaticano II.
Los actuales fieles católicos están cosechando los frutos de aquel aggiornamento, de esa puesta a punto con el mundo, que empezó con el Concilio Vaticano I y continuó en el Vaticano II, ex fructibus cognocetis eos, por los frutos los conoceréis.
San Damián dirigió su libro «Gomorra» al Papa San León IX, pidiéndole que tomara medidas contra la práctica de la homosexualidad entre los clérigos y monjes difundida en ese momento. Viganò escribió su carta a Francisco con el mismo fin.
30 de agosto de 2018.