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EL ETERNAUTA

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  • mayo 23, 2025
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EL ETERNAUTA

LA ETERNA ESTUPIDEZ IZQUIERDISTA

La historia de «El Eternauta» un cómic creado por Héctor Germán Oesterheld en 1957 resurgió en nuestros días como serie de Netflix. Según la difusión que tuvo la adaptación televisiva ha tenido una aceptación global muy importante, y ha cautivado a un gran público. Pero lo que la gente ignora es que cada cosa tiene un origen y en una circunstancia propia, en donde el autor no es ajeno y aporta a través de la misma su discurso, su mirada social y política, en resumen, su propia weltanschauung.

La historieta tiene su origen en 1957, en una etapa post-Perón en la que gobernaba el país la denominada Revolución Libertadora que había derrocado del poder al tirano Juan Domingo Perón, y es contada por el autor a través de la ciencia ficción. El cómic como las revistas de historia ilustradas gozaban entonces de un gran mercado, y fue un éxito y se publicaba semanalmente hasta 1959, hasta el final de la Revolución Libertadora. En 1969, Oesterheld trabajó en una versión mejorada de su relato junto a Alberto Brescia que no ocultaba su influencia en momentos de tensión política que se vivía en Argentina, no solo por la política interna sino también por el avance del marxismo a nivel global.

Héctor Germán Oesterheld, el autor de El Eternauta, nació en Buenos Aires, el 23 de julio de 1919 y desapareció en 1977, se especula que fue eliminado en 1978, ya sea por las Fuerzas Armadas argentina o grupos de derecha en guerra contra el marxismo internacional. Sus padres fueron Fernando Oesterheld, argentino de origen alemán y una parte criolla, su madre fue Elvira Ana Puyol, de ascendencia española y vascos franceses. Estudio la carrera de geología en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires. Durante su tiempo de estudios trabajó como corrector para ayudarse con los estudios.

Pese a ser un geólogo recibido su pasión la encontró como guionista de historietas, y para abreviar su nombre fue conocido como HGO, también como «H. Sturgiss» o «C. de la Vega», su hermano utilizaba el seudónimo de «Jorge Mora». Se conoce que arrancó con un cuento titulado: «Truila y Miltar» publicado el 3 de enero de 1943 en el suplemento literario del periódico La Prensa, periódico conocido como el diario de la oligarquía argentina por los populistas e izquierdistas. En el mismo diario trabajó como corrector. A mediados de 1950 creó la Editorial Frontera, que publicaría la revista «Hora Cero». Allí se crearon personajes como Sherlock Time, Ernie Pike.

El primero de sus personajes más importantes fue el piloto de pruebas Bull Rockett, que apareció por primera vez en la revista Misterix, en 1952, dibujado por el italiano Paul Campani. Trabajó para las editoriales Códex y Abril aportando relatos infantiles y de divulgación científica. Produjo sus primeros guiones de historieta para la revista Cinemisterio, de la editorial Abril, en 1951: Alan y Crazy, Lord Commando y Ray Kitt, este último marcó el inicio de su colaboración con el dibujante Hugo Pratt. Luego siguió el Sargento Kirk, en 1953, también con ilustraciones de Hugo Pratt.

Publicó varios cuentos en «Más Allá», primera revista de ciencia ficción de habla hispana, editada en Buenos Aires por la Editorial Abril. Entre el 1957 y 1959 se publicó El Eternauta, con dibujos de Francisco Solano López, la que es considerada su obra maestra. En el número 297 de «Rayo Rojo» apareció el boxeador Indio Suárez, protagonista de la historieta homónima, dibujado por Carlos Freixas. De a poco sus personajes comenzaron a ser populares. En 1972, escribió historietas de Martín Fierro con dibujos de Carlos Roume para la revista Billiken.

En 1955 fundó, junto con su hermano Jorge, la Editorial Frontera, luego de publicar versiones noveladas de historietas fue un éxito y eso llevó a publicar en las revistas anexos como «Hora Cero Semanal», «Hora Cero Mensual» y «Frontera Extra». El siguiente personaje fue Ernie Pike, un corresponsal de guerra de la Segunda Guerra Mundial, basada en el cronista real Ernest Pyle, que el dibujante Hugo Pratt se inspiró en el rostro de Oesterheld. La publicación fue un éxito, y el personaje tuvo su propia revista, Batallas Inolvidables.

Héctor Oesterheld sumó a su creación nuevos personajes como «Ticonderoga» en colaboración con Hugo Pratt, «Randall The Killer», con Arturo del castillo, «Sherlock Time», con Alberto Breccia, «Joe Zonda» y «Rolo, el marciano adoptivo», con Francisco Solano López. El 4 de septiembre de 1957 apareció el personaje más exitoso de la editorial y motivo de este artículo: «El Eternauta», con dibujos de Francisco Solano López, en «Hora Semanal»

La editorial Frontera tuvo que cerrar luego de cinco años por problemas económicos, gran parte de los dibujantes se fueron ante la falta de pago y se vendieron títulos a otras editoriales, todos estos hechos la llevaron finalmente a la quiebra. En 1961 la editorial Emilio Ramírez las obtuvo como forma de pago. En 1962 los títulos pasaron a Vea y Lea, y se publicaron hasta 1963. Luego del cierre de Frontera, Oesterheld siguió escribiendo para otras editoriales. En 1961 la editorial Abril vendió a Yago las publicaciones Misterix y Rayo Rojo.

Héctor Oesterheld volvió a trabajar en ellas y el 20 de julio de 1962 comenzó en Misterix, junto a Alberto Breccia, otra de sus creaciones más aclamadas por la crítica: «Mort Cinder». Otras historias que creó fueron «El indio Watami», con dibujos de Jorge Moliterni, «León Loco», con Ernesto García, y «Lord Pampa», con Francisco Solano López. Luego de que las grandes publicaciones se acabaron, aparecieron algunos personajes de corta duración, como «Ronnie Lea el muertero», «Tornado», para la editorial Zig-Zag de Chile, «Géminis».

Mas allá de conocer sus trabajos y emprendimientos que terminaron en fracasos económicos, lo que importa es su impronta ideológica. En 1968 a la editorial Jorge Álvarez se le ocurrió realizar biografías de figuras históricas de Hispanoamerica, pero en versión historieta. Uno de los trabajos fue sobre el guerrillero marxista el Che Guevara, y también se planeaba una segunda sobre Eva Perón, la resentida izquierdosa Evita, no en vano todos los grupos de izquierda reivindican la figura de la resentida social Eva duarte. «¡Si evita viviera sería montonera!»

¿Y qué pasó? Cuando salió a la venta, el gobierno militar la sacó de venta y requisó los originales. La mentada biografía en historieta de Eva Perón no se terminó. Años más tarde la editorial Doedytores rescataría los originales y la publicaría, pero el resto del proyecto fue abortado. En el año 1969 escribió, en colaboración con Alberto Breccia, una nueva versión de «El Eternauta» encargado por la revista «Gente», con un guion comprometido políticamente con el izquierdismo. Como era de esperar en ese contexto, la publicación fue cancelada y buena parte de la historia original fue resumida para no dejarla inconclusa.

«450 años de guerra contra el imperialismo» (1973), con dibujos de Leopoldo Durañona, editada en 2004 con el nombre: «Latinoamérica y el Imperialismo, 450 años de guerra», el mismo título es una declaración de su ideología marxista. Durante la primera mitad de la década del 70 colaboró en muchas de las revistas de «Editorial Atlántida». En Karina creó a Charlena, con ilustraciones de Eugenio Zoopi, a Richard Long, con dibujos de Alberto Breccia, y a Yemsbón, ilustrada por mi viejo amigo ya fallecido el gran caricaturista argentino, Osvaldo Pérez D’Elías. En Billiken publicó adaptaciones de 20.000 leguas de viaje submarino, con ilustraciones de Roberto Regalado, y de Sherlock Holmes, dibujada por Gustavo Trigo, y además a Marvo Luna, con dibujos de Francisco Solano López, José Muñoz y el binomio Marcos Adán-Roque Vitacca.

También en la década del 70, siguiendo la versión de «El Eternauta», escribió sobre una invasión extraterrestre, «La Guerra de Antartes», que sería publicada en la revista 2001 y luego en el diario Noticias, pero inconclusa. Este diario «Noticias» estaba financiado por el grupo guerrillero marxista Montoneros y seguiría el lógico camino de otras publicaciones izquierdistas, siendo clausurada el 27 de agosto de 1974 por el decreto 630. En esta misma revista trabajaba el asesino marxista Rodolfo Walsh. «La Guerra de Antartes» no solo relataba una invasión extraterrestre, sino que mostraba a una Argentina anterior, una utopía propia de los izquierdistas, y en ella se representaba la ideología política del movimiento marxista al cual Héctor Oesterheld no solo estaba afiliado, sino que servía y pertenecía. No solo era lo que dicen los progres e izquierdistas, que era solo un tonto o idiota útil.

En 1975 trabajaba exclusivamente para Ediciones Récord, con historietas como Nekrodamus, Loco Sexton, Wakantanka o Galac Master. En 1976 se hizo una reedición de El Eternauta y pensaban realizar una segunda parte, «El Eternauta II» con dibujos de Francisco Solano López, pero su guion estaba infectado hasta la médula con su ideología izquierdista, en la que mostraba al Eternauta como un caudillo, como el mesías izquierdista que guiaba a un pueblo oprimido y que buscaba alzarse contra un gobierno opresor y derribarlo a cualquier precio. Este guion generó conflictos con Francisco Solano López, quien no estaba de acuerdo con su deriva izquierdista Montonera.

«El Eternauta II» (1976), con dibujos de Solano López, fue una historieta más comprometida con el marxismo que la primera, al estar la historia ambientada en una Argentina futura gobernada por una terrible dictadura. Pero a Oesterheld se le escapó la tortuga, se olvidó que la única dictadura es la marxista, la dictadura del proletariado a la que iban a someter a los argentinos. Francisco Solano López, dijo en Comiqueando N° 12: «Yo lo vi una o dos veces más y las últimas veces fue cuando yo protesté porque él se excedía en el contenido militante y subversivo. No es que yo les tuviera simpatía a los militares ni a su sistema, sino que lo que él se proponía, el mensaje de Montoneros, tampoco era de mi agrado».

Pero no solo se trataba de un conflicto con el dibujante, sino con su esposa, Elsa Sánchez, madre de sus hijas cuatro hijas. Elsa dijo: «La bronca se me mezclaba con el dolor, porque yo no podía entender que el hombre con el que habíamos sido tan felices, el escritor pacifista y democrático que había plasmado su amor al prójimo en todas sus obras, hubiera tomado partido por algo violento. Porque, aunque él no lo fuera, era cómplice de los que lo hacían y ponía en riesgo a sus hijas. Héctor miraba a los jóvenes que querían un mundo mejor y exclamaba: ‘Estos chicos son maravillosos’. Y yo le contestaba: ‘Hasta ahí vamos bien, pero no podemos dejar que se expongan’. Si me hubiera escuchado…».

Pero no se trataba de un nuevo delirio izquierdista, ya en sus obras más tempranas de Oesterheld, en la década de 1950 y principios de los años ’60, contiene sutiles críticas al capitalismo, al colonialismo y al imperialismo, todo esto entendido al modo marxista. Con el correr de las décadas su compromiso con el marxismo va aumentando y ya no puede ocultar su ideología. Recordemos la historieta sobre el Che Guevara, «Vida del Che», publicada en 1968, ​ la cual fue secuestrada y destruida por el gobierno militar argentino enfrentado con la subversión marxista creciente.

Como dijimos, en los 70 toma la decisión de unirse a la guerrilla marxista de Montoneros, eso complicaba sus trabajos, como es el caso de «El Eternauta II» que debió terminar en la clandestinidad. La prensa cómplice adicta al izquierdismo realizó un silencio en torno a Héctor Oesterheld y a toda su familia. Oesterheld previo a su ingreso a Montoneros, ya traía el izquierdismo. Cuando el 17 de noviembre de 1972 Juan Domingo Perón llega al aeropuerto internacional de Ezeiza en medio de una lluvia persistente, al día siguiente estuvo soleado, y una multitud se aproximó a la casa temporal de Perón en la calle Gaspar Campos, Vicente López.

Entre las miles de voces que coreaban al general Perón, también estuvo presente la de Héctor Oesterheld gritando: «¡Peeeeerón! ¡Peeeeerón! ¡Peeeeerón!». Mientras los seguidores de Perón se subían a los árboles para intentar verlo, saltaban, lloraban en un estado de histeria colectiva cada vez que aparecía Perón en la ventana, escoltado por su Isabel y el brujo López Rega. Héctor Oesterheld estaba presente en ese lugar, fue acompañado de su hija Beatriz y su novio Miguel, otro peronista izquierdista. Estaba convencido que el peronismo era la alternativa de masas para lograr un cambio radical.

Dicen que en el tren que lo llevaba de regreso a la localidad de Beccar, su casa, desde Gaspar Campos, se puso a cantar como un peronacho. Repitió muchas veces una de las consignas populistas propia de cabezas de termo: «Los peronistas, joda, joda, joda. Y los gorilas, lloran, lloran, lloran», y lo repitió muchas veces. Pronto la joda se convertiría en llanto. La historieta de «El Descamisado» se llamó «Latinoamérica y el Imperialismo, 450 años de Guerra» y apareció en el número 10, el 24 de julio de 1973. El título de tapa decía «Se rompió el cerco del Brujo López Rega», con ilustraciones de Leopoldo Durañona, a diferencia de los unitarios, llevaba firma.

En un libro sobre Oesterheld, dice: «Para la época en la que apareció El Descamisado solían cruzarse en Columba, en donde Héctor les daba vida a Roland el Corsario; la Brigada Madelaine y al exitoso Kabul de Bengala. Pero cuando tuvieron que charlar sobre la historieta que iban a hacer, Héctor prefirió ir al departamento que Durañona tenía en Barrio Norte. Entró y se sentó en la mesa del comedor, sin sacarse el impermeable gris. Durañona dedujo que estaba cansado, porque se quedó en silencio, mirando un par de cuadros de la pared. Hasta que se encendió, de pronto, y le empezó a contar lo que tenía pensado: quería hacer la historia de América Latina y de la independencia de la Argentina pero desde el punto de vista de los colonizados, de los supuestamente vencidos, con personajes anónimos como héroes y con las luchas de liberación como eje. Su aspiración final, dijo, era que en las escuelas del país la usaran para enseñar el otro lado de la historia. Algo que, efectivamente, después sucedió en algunas comunidades rurales y villas».

Un «Descamisado» para el peronismo, pasó de ser una expresión despectiva usada por los opositores a Perón, a asumirlas como una seña de identidad, para ellos un Descamisado no era solo un nombre, sino una forma de identificarse y expresar su apoyo a Juan Domingo Perón y a su ideología. Literalmente, «Descamisado» significa «sin camisa», pero para los peronistas, también representaba al pueblo, al trabajador, a aquellos que eran excluidos y marginados por la sociedad, según ellos. Sigamos con lo que dice el libro.

«Después de las acciones de agitación y propaganda, venían las reuniones de evaluación. A veces se hacían en el departamento que Ana y Luis Bruschtein habían alquilado en el barrio de Catalinas, en la Boca. Ahí, la noche podía estirarse con cena y sobremesa. A Luis, que en ese momento tenía 24 años y estaba a cargo de la prensa de JTP [Juventud Trabajadora Peronista] a nivel nacional, lo conmovía que un tipo reconocido como Oesterheld participara en reuniones y plenarios como uno más entre ellos, sin hacer pesar ni su edad ni su fama. A la vez, sabía que podía ser muy paternal: Ana le había contado que antes de alguna acción, Héctor siempre les pedía que lo dejaran a él chequear el lugar. En esas noches largas, cuando el temario del día ya estaba cerrado y se relajaban con una copa de vino, Héctor hablaba especialmente de sus hijas. Las leyes del tabicamiento impedían dar detalles, pero él no podía evitarlo.

– Muchachos, tengo una casita con jardín en Zona Norte y no saben cómo me gustaría invitarlos a comer un asadito para que se conozcan con las chicas, pero si mi mujer se entera, me mata.

Se lamentaba. Ellos, a su vez, aprovechaban para preguntarle sobre su vida pasada, la de geólogo, y de su vida paralela, la de guionista de historietas.

La mirada de Elsa, su esposa:

Él en un momento me dijo que iba a tomar sus rumbos, que se iba a trabajar a otro lado y que se iba a ir de casa por razones de seguridad. Le dije que hiciera lo que le pareciera. Así que se fue con Beatriz y Marina. Igual las chicas siguieron viniendo a casa. Y la casa seguía siendo la casa de mami, porque es así, yo no dejaba de ser la mamá que siempre había sido. Y Héctor también venía a casa cuando quería y se veían con las chicas acá. Esto fue en el año 75 más o menos. Me dijo que quería realizar su vida a través de algo que nunca había hecho y que ahora podía hacerlo. No sé a dónde fue, andaba por Belgrano, otra vez me dijeron que estaba por el Tigre. Mucha gente que viajaba en la línea de tren lo había visto.

El origen de todo.

Una de esas madrugadas, Héctor le habló a Graciela de El Eternauta.

– Yo escribí sobre esa familia de clase media que a la noche se juntaba a jugar a las cartas y que de repente encuentra una causa mayor por la cual salir a luchar. Y a mí y a mis hijas nos pasó eso mismo… Entonces a veces me pregunto quién fue primero, si ellas con su militancia o yo con algunas ideas que ya estaban ahí…

La última huella.

Los últimos en verlo a Héctor serían Javier Antonio Casaretto, Arturo Chillida y Juan Carlos Benítez. A los tres los secuestraron en Mercedes hacia fines de 1977 y permanecieron en El Vesubio hasta el 16 de enero de 1978. Antes de irse, cada uno por su lado, lo identificaría entre los que aún quedaban en la sala Q. Los tres coincidieron en la descripción: Oesterheld tenía la cabeza vendada. Casaretto, además, pudo ver que estaba jugando al ajedrez.

Cuando a Ana, después de su paso por El Vesubio, la trasladaron al Sheraton, Héctor ya no estaba ahí. Era febrero de 1977 y ella era la única detenida en ese lugar. Uno de los guardias le comentó:

-En esta misma celda estuvo un viejo que contaba historias».

Héctor Oesterheld pasó a la clandestinidad, desde donde finalizó el guion de El Eternauta II. El 27 de abril de 1977 fue secuestrado en la ciudad de La Plata por las fuerzas armadas argentinas que estaban enfrentados en una guerra, como lo reconocieron los del ERP y Montoneros, con la guerrilla marxista. No hay nada que certifique que fue secuestrado en esa ciudad. Para ese entonces ya habían sido secuestradas y eliminadas sus cuatro hijas: Diana de 24 años, Beatriz de 19, Estela de 25 y Marina de 18 años. Dos de ellas estaban embarazadas. La misma suerte corrieron tres de sus yernos.

Algunos guerrilleros que estuvieron en detención dicen que vieron a Oesterheld en distintos centros de detención como Campo de Mayo, en el regimiento de Monte Chingolo, en El Vesubio de La Matanza y El Sheraton de Villa Insuperable, entre noviembre de 1977 y enero de 1978. Se especula que hubo un traslado masivo de guerrilleros desde El Sheraton presuntamente a la localidad bonaerense de Mercedes, en febrero de 1978, y se pierde el rastro del Montonero Oesterheld.

Hugo Montero, ya fallecido, fue cofundador de la revista izquierdista «Sudestada», un apologista de la izquierda nacional e internacional, sobre todo de figuras nefastas como Ernesto Guevara, Fidel Castro, Agustín Tosco, Jorge Masetti, Héctor Germán Oesterheld, Rodolfo Walsh, entre otros. También escribió sobre la disputa Stalin-Trotsky en la Unión Soviética, la experiencia del Movimiento Todos por la Patria (MTP) en Argentina, un grupo guerrillero comandado por «el pelado» Gorriaran Merlo que intentaron copar el Regimiento 3 de La Tablada en pleno gobierno democrático. Sus vínculos con la Revolución Sandinista en Nicaragua, y sobre el Partido Revolucionario de los Trabajadores/Ejército Revolucionario del Pueblo.

Romantizando al Montonero Héctor Oesterheld, Hugo Montero dice en una entrevista realizada hace años:

«El paraíso son los demás», escribe el más importante narrador de aventuras de este país, polemizando con Sartre. Ya no es el mismo, el Viejo. En la bitácora de ese itinerario que comenzó en las fronteras de una viñeta y que trascendió el campo de la imaginación, sorteó los prejuicios, las dudas y las desconfianzas del pasado. El ejemplo de sus jóvenes hijas, Beatriz, Estela, Diana y Marina, fue la chispa que encendió la convicción del compromiso militante en Montoneros. A una edad en que muchos otros preferirían mirar el devenir de la historia “desde la banquina de la comodidad y el escepticismo”, Héctor Germán Oesterheld eligió dar un paso al frente y transformarse entre compañeros».

«¿Cómo fue que Oesterheld, un lector sagaz, agudísimo, no leyó el aventurerismo político de la militarista cúpula montonera?», se pregunta Guillermo Saccomanno. Montero intenta esbozar una respuesta al interrogante. “Ni Oesterheld ni sus hijas eran cuadros dirigentes de la organización en la que militaban. Por el contrario, eran militantes de base –aclara–. Su ámbito de trabajo político fue la villa y la prensa, su diálogo se generó con los compañeros que compartieron con ellos esos universos, y el vínculo militante pasó muchas veces menos por lo estratégico y programático que por lo afectivo. En tantos ensayos acerca de los años ’70, el eje siempre gira alrededor de tácticas asumidas por las direcciones, pero soslaya en muchos casos el anónimo trabajo en la base, el esfuerzo silencioso de todos los días, el vínculo inquebrantable con vecinos y trabajadores, el borrador de una historia que también merece ser contada».

–Queda claro en el libro que son las hijas las que lo llevan a militar. Que Oesterheld comienza teniendo empatía con el entusiasmo militante de sus hijas y luego se va involucrando cada vez más.

–Sí, sin dudas. Ellas eran pibas jóvenes y estaban más predispuestas a superar el dilema entre teoría y práctica: “Sometamos las ideas al mundo de la realidad, veamos en la calle cómo resuelven los excluidos, los oprimidos, los marginados, esta contradicción”. Las chicas hacen esa experiencia de campo, y Héctor escucha los relatos de ellas en las sobremesas de la casa, en ese ámbito que es clave para entender cómo se van comprometiendo. Él tiene mucha admiración por las chicas, tiene una relación muy cercana, de pares, más allá de que son muchos años que los separan. El Viejo siente que su ámbito cotidiano, su ámbito de discusión sobre política, sobre cultura, sobre todos los temas, está ligado a esa generación. Evidentemente es un fenómeno que tiene que ver con la nueva izquierda, porque hay muchos casos de padres que militan a partir del ejemplo de sus hijos. Héctor es uno de los más paradigmáticos, porque las cuatro chicas terminaron vinculadas a una organización revolucionaria.

–¿Qué fue lo que más lo sorprendió durante la investigación?

–Yo no conocía la dinámica de las juntadas a la noche en el chalet de Beccar. Sabía la historia de los Fernández Long –los hermanos Pablo y Miguel–, que habían sido señalados por Elsa como los responsables de haber apresurado los tiempos de las chicas y de Héctor. Encontrarme con ellos me permitió primero comprender la posición de Elsa y luego la de ellos. Y ahí apareció la dinámica de juego, de charlas, de sobremesa, de lecturas ligadas al grupo de amigos, en que la cuestión política no era lo central al principio; no era un cenáculo de discusiones sobre la lucha armada. En esa dinámica vi el pasaje del Viejo que recibe a los pibes jóvenes, que escucha y mezcla en ese puchero todo lo que cada uno trae. El Viejo es receptor de toda esa información, pero no desde un lugar del patriarca erudito y catedrático que les da clase a los pibes, sino del que escucha y quiere tratar de entender la realidad que está pasando a través de las hijas y de los amigos de las hijas. La verdad que era una imagen que yo no tenía de Oesterheld.

–Lo imaginaba más encerrado, escribiendo, pensando.

–Más intelectual, sí. Además, todos los que lo conocieron del mundo de la historieta tenían una imagen de él más serio, más gruñón y conflictivo como patrón, porque en algún momento fue jefe de su propio proyecto editorial –Frontera– y eso siempre genera roces, chisporroteos y contradicciones. Sacarlo de ese lugar y verlo al Viejo en cueros, como me contaron, haciendo el asado o sentado en un sillón con una copa de ginebra en la mano quedándose dormido, o jugando a los baldazos al carnaval en el chalet, es una imagen que rompe esa idea del tipo que le va mal en su proyecto profesional. En su casa encuentra un refugio de felicidad, pero es ahí también donde se empieza a preguntar cómo hacemos para cambiar el mundo.

Al principio, cuando arrancó con la escritura de la biografía, Montero quería dividir el libro en tres partes: el oficio, el amor y la pasión revolucionaria. Pronto comprendió que era descabellado intentar mantener ese plan. “El entrecruzamiento se da todo el tiempo, particularmente al final, cuando se vincula orgánicamente con Montoneros y pasa a publicar historietas en la prensa partidaria y a la vez milita en una villa del Norte del conurbano, en la Sauce, con Beatriz. Hay un trasvasamiento que no me permitía escindir las historias. Es imposible comprender sus trabajos políticos sin el vínculo que tenía con las chicas –explica–. El Viejo asume desde el punto de vista narrativo algunos desafíos, como contar la historia argentina, y se mete en debates históricos revisionistas sobre Mariano Moreno, sobre Rosas. Esos mundos que aparentemente parecen separados están muy entrecruzados: cada uno fue marcando un pedacito de su evolución política, de su cambio como narrador. Muchos plantean que la parte política de Oesterheld es la menos imaginativa, la menos creativa. Pero en realidad hay cosas muy lindas desde el punto de vista estético en esa etapa».

–Cuando Oesterheld interviene con estas historietas de carácter político, ¿están atravesadas por el imperativo de la actualidad militante?

–Sí, en un punto están marcadas por la actualidad, por la coyuntura. Oesterheld entiende que en ese momento su función como intelectual orgánico es aportar esa mirada a la historia desde un punto de vista montonero. Hay un cruzamiento constante entre los traidores de Mayo de 1810 con los traidores del 25 de mayo de 1973. Si entrás a la historieta de Oesterheld por el lado de la aventura, la parte más rica es la de los años ’50. Eso es evidente. Ahora si intentás ver la obra que hace a nivel político, no es de baja calidad, sino que es distinta. A muchos del mundo de la historieta le sigue chocando la segunda parte de El Eternauta; hay cuentas que no cierran, pero él mismo dice que ya era otro, que tenía ganas de hacer otras cosas. Tenía una visión antiimperialista muy marcada y la aplica en su historieta.

–¿Por qué cuestiona el uso del Nestornauta y habla de “equívoco”?

–Creo que hay un problema, que sucede también con otros militantes que terminan siendo símbolos, como Rodolfo Walsh y Haroldo Conti. El problema del Nestornauta es utilizar sólo lo que te sirve de ese símbolo. Hay cuestiones que se vinculan con tu lucha o con el dirigente al que intentás comparar, pero hay partes que incomodan y generan una discusión que no podés sostener. Por ejemplo, el tema de la lucha armada o su militancia en Montoneros, que no están relacionadas con los Kirchner, que siempre fueron críticos de la lucha armada. Cuando elegís de símbolo a un militante montonero, con cuatro hijas militantes montoneras, hay que entender que hay cosas de ese símbolo que van a generar contradicciones desde el presente político. Como el hecho de que el fusil de Juan Salvo se borra con el Photo-shop; en ese intento de manipulación hay una apropiación simbólica sólo de algunos elementos. Si vas a elegir un símbolo, bancate lo que venga: la discusión sobre la lucha armada en los ’70, la militancia en Montoneros. Me parece que no es justo con Oesterheld porque él no tenía dudas respecto de su militancia, no la ocultaba, puso el cuerpo y militó a la par de pibes de veinte años. Y relegar esa parte, intentar ocultarla o dejarla en un segundo plano, me parece que no le hace justicia a Oesterheld, que es lo que me interesa validar. […]

–¿Coincide con Martín en la necesidad de bajar del pedestal a Oesterheld?

–Sí, es difícil reclamarle cosas a esa imagen en el pedestal. Hay que bajarlo de ahí y saber cosas chiquitas. Martín se mira en las fotos –y yo las vi– y en todas las fotos están Estela, el Vasco y él chiquito. Hay una presencia de los tres muy fuerte. Los compañeros lo veían a él en la isla Maciel, donde militaban los viejos. Martín se sabe parte de una construcción familiar y se siente cómodo con ese recuerdo, que después fue truncado por el genocidio; pero rompe con ciertos lugares comunes y prejuicios sobre la militancia que está bueno sacárselos de encima definitivamente: que priorizaron la política por encima de los hijos, que dejaron atrás las cuestiones familiares y se volcaron exclusivamente a la política, cuando en realidad ellos hacían política con los pibes encima. Ese fue el caso de las chicas.

******

Martín es el nieto de Héctor Oesterheld. Hablar de una polémica entre Héctor Oesterheld y Jean-Paul Sartre es no saber de lo que se habla, nunca lo hubo ni puede haber, y no se trata de que Sartre haya sido una lumbrera, al contrario, fue un tipo muy limitado y su sometimiento a la URSS fue vergonzoso. Pero no se puede aceptar que el seudo-filósofo de Claypole, Hugo Montero, venga a hablar de una polémica. Yo lo único que sé y la Historia lo certifica, que el infierno fueron ustedes los izquierdistas.

Poner a las hijas de Oesterheld como ejemplo es una verdadera mierda ¿ejemplo de qué? De la banalidad de la vida, de creer que la vida propia y la de los demás es una película romantizada, de jóvenes irresponsables que pretendían imponer por sobre las vidas de los que no se querían someter a la dictadura del proletariado, de enganchar a la Argentina a la órbita del imperio soviético vía Cuba por la lucha armada. Estas muchachas eran unas pobres victimas de la irresponsabilidad familiar, de no ponerles un freno a la estupidez y a la locura, ellas fueron tanto o más irresponsables que el idiota de su padre.

Dice el finado Montero: [..] «A una edad en que muchos preferían mirar el devenir de la historia “desde la banquina de la comodidad y el escepticismo”». ¿Montero cuando habla de historia, a que tipo de historia se refiere? Historia es un término sincategoremático, es decir, que no existe en sí mismo, siempre debe ir referido a algo, sino cae en el vacío. Si no interpreto mal al izquierdista Montero, se refiere al campo de la política. Hugo Montero, la historia la construyen o la hacen lo vencedores y la escriben los perdedores, como usted. Y cuando la escriben, mienten, la tergiversan, quieren triunfar en donde perdieron.

Habría que recordarles una vez a estos izquierdistas que la ideología por la cual mataban y morían, el tiempo se encargó de ponerlos en el lugar que les correspondía, en el de los perdedores, fuera del mundo realmente existente, aun cuando existan perdedores que siguen empeñados en resucitar una ideología muerta. Si Oesterheld no leyó el aventurerismo de Montoneros fue porque él también fue un aventurero, y un mal padre, el responsable y cómplice, no solo de la muerte de sus hijas, de la tragedia familiar, sino de la tragedia de la Argentina con su marxismo de mierda.

Era tan necio que nunca vio que la vida de sus hijas al militar y ser cómplices de los Montoneros estaban regaladas para que las eliminaran ¿acaso no era una guerra revolucionaria? En esa familia la única que lo vio, a medias, fue la madre, pero tampoco se impuso ante la necedad de sus hijas. Todos los guerrilleros se escudaron cobardemente en sostener que su trabajo era de militante de base, de dar cursos de catequesis en los barrios, en el yo no fui. La labor de los hermanos Pablo y Miguel Fernández Long, fue de encargados de arrear al matadero a todos los idiotas útiles que idealizaban el marxismo internacional.

Sobre estos personajes nos vamos a remitir sobre un conflicto interno en Montoneros.

Resolución Nro.: 045/79

Fecha: 10 de marzo de 1979

Objeto: Sobre la deserción de cinco militantes del Partido y cuatro milicianos en el exterior.

Visto: Que, durante los días 14 y 15 de febrero próximo pasado, abandonaron sus tareas habituales y desaparecieron de sus domicilios, citas y controles partidarios en el exterior del país, el Capitán Rodolfo Galimberti, el Teniente 1ro Pablo Fernández Long, el Teniente Roberto Mauriño, el Teniente Juan Gelman, la sub-teniente Julieta Bullrich (esposa de Galimberti), y que conjuntamente con ellos, también lo hicieron los milicianos afectados voluntariamente a tareas partidarias: Miguel Fernández Long (hermano del ya nombrado), su esposa Di Fiorio, Victoria Elena Vaccaro (esposa de Pablo Fernández Long) y Claudia Genoud (esposa de Roberto Mauriño).

Que la justa sanción de los delitos cometidos por los acusados se hará respetando las disposiciones del Código de Justicia Revolucionaria de nuestro Partido y la misma se ejecutará en cuanto sea posible su aplicación dentro del territorio nacional de nuestro país.

LA CONDUCCION NACIONAL DEL PARTIDO MONTONERO Y LA COMANDANCIA EN JEFE DEL EJERCITO MONTONERO RESUELVE:

1- Acusar al Capitán RODOLFO GALIMBERTI (legajo Nº 00583), nacido el 5-5-47; al Teniente 1º PABLO FERNÁNDEZ LONG (legajo Nº 00588), nacido el 16-11-45, libreta de enrolamiento Nº 4.538.880; al Teniente ROBERTO MAURIÑO (legajo Nº 00581), al Teniente JUAN GELMAN (sin legajo); a la subteniente JULIETA BULLRICH (legajo 00678) nacida el 28-1-44, CF Nº 6.089.066, todos ellos militantes del Partido Montonero y a los milicianos afectados voluntariamente a tareas partidarias, MIGUEL FERNÁNDEZ LONG (legajo 00674) nacido el 17-10-54; a su esposa DI FIORIO (sin legajo); a VICTORIA ELENA VACCARO (legajo 00677) nacida el 17-11-46, CF Nº5.441.545 y CLAUDIA GENOUD (legajo 00657) en los términos previstos por el Código de Justicia Revolucionaria, de los cargos de DESERCIÓN (Art. 5), INSUBORDINACIÓN (Art. 8), CONSPIRACIÓN (Art. 9) y DEFRAUDACIÓN (Art. 11).

2- Investigar si la objetiva coincidencia con los intereses de la Dictadura Militar tiene algún punto de contacto directo con la actividad del enemigo y si responde conscientemente a sus planes, lo que constituiría el delito de TRAICIÓN (Art. 4).

3- Convocar a la constitución del TRIBUNAL REVOLUCIONARIO que preceda a la realización del JUICIO REVOLUCIONARIO correspondiente a los fines de la consideración de la acusación precedente, solicitando al mismo la aplicación del máximo rigor que corresponda a la imposición de las penas por los delitos de que son acusados, teniendo en cuenta el daño que los mismos provocan por la particular circunstancia en que son cometidos, en momentos en que el conjunto de las fuerzas se están reagrupando a los fines del desarrollo de los planes de la Contraofensiva.

4- Dejar constancia que cualquiera sea el dictamen del TRIBUNAL REVOLUCIONARIO se mantendrá la actual doctrina en el sentido que nuestras fuerzas respetarán la soberanía y el derecho de policía de cada Estado, absteniéndose de realizar acciones que violenten esta definición de principio.

5- Comunicar al conjunto del Partido Montonero la prosecución de los planes para el lanzamiento de la contraofensiva popular, conocedores como somos de los planes enemigos tendientes a ganar tiempo haciéndonoslo perder a nosotros, tratando de recomponer su debilidad actual que no le permite contener el pasaje de la resistencia a la contraofensiva. Así como ningún traidor ni desertor de los peores momentos de la resistencia fue capaz de destruir el acierto político de la consigna “RESISTIR Y VENCER”, ningún traidor ni desertor de nuevo cuño podrá impedir el triunfo político de la nueva consigna de la etapa “CONQUISTAR EL PODER SINDICAL ES VENCER”.

[…]

Firman: comandante Mario Firmenich, comandante Raúl Yager, comandante Fernando Vaca Narvaja, comandante Roberto Perdía, comandante Horacio Mendizábal. 2º comandante Domingo Campiglia.

Hugo Montero con su lenguaje gramsciano habla de Oesterheld de «su función como intelectual orgánico», y no pasó nunca de ser un idiota útil que empujó a sus hijas a la muerte y a la de los demás. No me voy a ocupar más de Montero, «que los muertos entierren a los muertos».

Elsa Sánchez, la mujer de Oesterheld, sufrió la perdida gradual de su familia, sus hijas habían sido raptadas. Beatriz había sido secuestrada en junio de 1976 cuando tenía 21 años y estaba en pareja con Carlos Della Nave, alias «Juan sin Tierra», otro guerrillero quien trabajaba con el asesino Rodolfo Walsh en tareas de intercepción de comunicaciones para la Inteligencia de Montoneros, y que fuera secuestrado tres meses después. Beatriz Marta Oesterheld, alias «María», «La Flaca», «Gaucha Madrugada».

El 26 de julio de 1972 en el aniversario de la muerte de Evita Perón, la resentida, invitada por Eduardo Hurst, «El Burro» fue a un acto en Lanús que terminó en una batalla campal con la policía y por la lealtad del pueblo peronista se suma a la militancia de la Juventud Peronista. Es activista Montonera en las villas de emergencia, y colabora activamente en la construcción de la Unidad Básica «Compañero Capuano Martínez», otro guerrillero muerto. Fue secuestrada el 19 de junio de 1976, en el trayecto que va desde la estación del FF.CC. de Martínez a la villa «La Sauce» donde militaba para Montoneros. Su cuerpo aparece sin vida el 2 de julio del mismo año en la localidad de Bancalari, partido de Tigre, provincia de Buenos Aires, simulado como un enfrentamiento con el Arsenal de Boulogne.

Su madre Elsa, dijo: «El día que se la llevaron, me propuso encontrarnos en un bar de Martínez, para decirme que se iba a dedicar a la Medicina; pero me aclaró: Mami, no quiero ser una doctorcita de consultorio. Me voy a instalar en la selva como el Che, o en los barrios, donde la gente necesita ayuda de verdad. Yo le contesté que estaba bien, que eso la engrandecía». No hace falta hacer ningún comentario. Dos días más tarde, un desconocido se acercó a Elsa cuando estaba por subir al tren y le dijo que Beatriz había sido secuestrada por el ejército. Elsa fue a la policía y a Campo de Mayo, vio a jueces y sacerdotes, y presentó un habeas corpus.

Diana Irene Oesterheld.

Nació en Buenos Aires, el 15 de octubre de 1953. Diana militaba en las filas de la Juventud Peronista, es decir, en la izquierda internacionalista de Montoneros, en el «Ateneo 20 de Junio», ubicado en calle Tucumán 2625 entre la avenida Pueyrredón y Juan José Paso, en el barrio de Once. Su trabajo para Montoneros era en inquilinatos, es decir, organizar a través del Movimiento de Inquilinos Peronistas (MIP). Fue secuestrada-desaparecida en San Miguel de Tucumán, a la edad de 24 años, el 7 de agosto de 1976. Estaba embarazada de 6 o 7 meses y ya tenía un hijo de nombre Fernando.

Su marido era Raúl Araldi, de profesión guerrillero. Diana fue vista con vida en la Jefatura de Policía de Tucumán y luego de ser trasladada, dio a luz en Campo de Mayo (Bs. As.). Elsa, la madre de Diana rememora: «Diana era un calco mío. Se casó con un excelente muchacho de familia humilde y decidieron ir a vivir a Tucumán, donde desapareció, embarazada de su segundo hijo. Tenía una entrega total y era como que sabía el peligro que se venía, pero no se apartó de sus convicciones».

Claro, el que a hierro mata a hierro muere. La provincia de Tucumán, fue elegida por el ERP y con la ayuda de Montoneros para convertirla en zona ocupada y escindirse de la república Argentina, los que viajaban a Tucumán era para colaborar con la guerrilla, da tristeza oír a la madre hablar ligeramente de esta cuestión, se entiende porque sus hijas murieron con padres semejantes.

Estela Inés Oesterheld.

También conocida con los alias de «Marcela», «Mónica», nació el 9 de junio de 1952, militante peronista y montonera, desaparecida en la zona suroeste del Gran Buenos Aires (Longchamps), a la edad de 25 años, el 13 de diciembre de 1977. A comienzos de la década de 1970 ingresó en la Escuela de Bellas Artes, Manuel Belgrano, en ese lugar conoció a Raúl Oscar Mórtola, alias «El Vasco», quien luego sería su esposo, la pareja tuvo un hijo nacido en el año 1974, Martín Miguel. Se sabe que Estela fue interceptada por miembros de la policía en un operativo que previamente había eliminado a su marido El Vasco Mórtola.

Se especula que fue eliminada a balazos mientras intentaba huir, también se dijo que se suicidó, cuando se vio rodeada, para evitar darle información al enemigo, práctica normal en Montoneros. Al momento de su muerte se hallaba embarazada de cuatro meses. También se dijo que unos días antes, el 6 de diciembre, ella había participado de un operativo de Montoneros en Lanús, en el cual disparó y asesinó al cabo primero Herculiano Ojeda, y en cuyo tiroteo también murió por las balas que disparó, un niño de tres años Juan Eduardo Barrios.

En ese mismo operativo también fueron detenidos-desaparecidos una pareja que vivía con ellos, Mirta Noemi Martínez López y José Martínez. Junto con esta pareja se llevaron al hijo de Estela y El Vasco, que en ese momento tenía tres años y medio, a una comisaría. Martín fue entregado posteriormente a su abuela Elsa Sánchez, quien se encargó de su crianza desde entonces.

Marina Oesterheld.

Nació el 26 de enero de 1957 en Buenos Aires. Fue una militante Montonera con el grado de miliciana en la Secretaría de Prensa, Agitación y Propaganda. Secuestrada-desaparecida a la edad de 19 años, el 27 de noviembre de 1977 en San Isidro, provincia de Buenos Aires, junto a su esposo Alberto Oscar Seindlis. Se encontraba embarazada de 8 meses. Su marido, conocido como «Tucho», y «Víctor» y «El Negro» para sus compañeros de militancia, y como «Joaquín» cuando militó en la Columna Sur de Montoneros en el Gran Buenos Aires. Nació en Buenos Aires el 11 de diciembre de 1948, tenía la doble nacionalidad argentina-polaca. Vivió de pequeño en el barrio de Balvanera. Un tilingo que se creía un proletario porque trataba de imitar el habla de los villeros, y daba clases de lo que era la «plusvalía».

Marina, llamada «Pantera», por la manera de caminar de la Pantera Rosa. «Flaca» «Liliana» o «Valentina». También usó de tapadera sus actividades en el «Ateneo 20 de Junio» de la Juventud Peronista, una cueva de guerrilleros. «El Eternauta» es una historia, sobre un viajero de la eternidad que se aparece en casa del propio Oesterheld y le cuenta la historia de una terrible invasión extraterrestre en Buenos Aires, cuyas batallas se desarrollaban en sitios tan emblemáticos de la ciudad y donde un hombre común, Juan Salvo, tiene un papel protagónico.

Su esposa, Elsa Sánchez, dijo: «Fue casi como una premonición. Fue un paralelo de lo que ocurrió en el país y de lo que me pasó a mí y a mi familia, que la destruyeron… eso fue lo que le pasó al país, que lo destruyeron». En cuanto a la ideología política de su marido, lo describió como «un libre pensador de izquierda de una inteligencia abrumadora». Muchos izquierdistas actuales dicen que Héctor Oesterheld, le puso el cuerpo, a su manera, a la lucha contra «Ellos», tal como se llamaban los malos en El Eternauta.

Los únicos que destruyeron el país desde hace mas de cien años fueron los populistas, los socialistas, que llevaron a un país que en 1895-1896 era el país mas rico del mundo a la mierda estatista pre-Javier Milei. Al país la destruyeron los suyos, los que pensaban y colaboraban como su familia con el marxismo. Y decir que su marido tenía una «inteligencia abrumadora», es una muestra de porque esta familia fue diezmada. Los únicos enemigos del país fueron los estatistas, los del gobierno omnipresente, maximalista, los de la ideología que ya se encuentra fuera de la Historia y que se cargó con decenas de millones de personas en el mundo.

Su marido fue un hijo de puta que no le importó la vida de sus propias hijas y menos la de los demás. Que puso la Revolución por delante de cualquier valor, un verdadero resentido que es la base del izquierdismo. Un resentimiento social, político, estético, étnico. Si hoy El Eternauta se convierte en un éxito comercial, se debe a las leyes del mercado y no a la intervención estatal, la Historia se ríe de ustedes, «!Resentidos del mundo unidos!». Esperamos que cuando Javier Milei obtenga representación en el Congreso, borre y elimine todo rastro de las calles, bibliotecas, plazas, etc., de estos perdedores apátridas que pretendieron sumar un trapo rojo a nuestra bandera.

Perdedores de la Historia: «¡El terror fueron ustedes!»

20 de mayo de 2025.

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