ELON MUSK ATACA DE NUEVO
EL WOKISMO SE DEFIENDE
El CEO de SpaceX, Elon Musk, respaldo las crecientes peticiones en el Reino Unido para que se lleve a cabo una nueva investigación sobre el escándalo de los abusos a menores por parte de las bandas de seducción de menores, llegando incluso a respaldar las peticiones para que intervenga el rey Charles III. «¡Investigación nacional ya!», afirmó Musk en X el viernes 3 de enero, declarando que el escándalo era «el peor crimen masivo contra el pueblo de Gran Bretaña jamás cometido».
El Reino Unido lleva años enfrentándose a la revelación de que varias bandas de captación de menores, a menudo formadas por hombres de ascendencia sudasiática o británico-pakistaní, explotaron a menores por décadas en el norte de Inglaterra, en ciudades y pueblos como Rochdale, Telford, Manchester y Rotherham. Una revisión independiente de 2014 sobre el grooming en Rotherham descubrió que la mayoría de los agresores eran de ascendencia paquistaní y afirmó que era «difícil describir la espantosa naturaleza de los abusos que sufrían las víctimas infantiles».
«Fueron violadas por múltiples agresores, traficadas a otros pueblos y ciudades del norte de Inglaterra, secuestradas, golpeadas e intimidadas. Había ejemplos de niños a los que habían rociado con gasolina y amenazado con prenderles fuego, a los que habían amenazado con pistolas, a los que habían hecho presenciar violaciones brutalmente violentas y a los que habían amenazado con que serían los siguientes si se lo contaban a alguien», dice el informe. «Niñas de tan sólo 11 años fueron violadas por un gran número de agresores varones».
Dicho informe concluyó que unos 1.400 niños sufrieron abusos entre 1997 y 2013. También subrayaba que los abusos «no se limitan al pasado, sino que continúan en la actualidad». El informe concluyó que la policía no dio prioridad a los casos de abusos y no actuó. También descubrió que al menos un informe «fue efectivamente suprimido» y otros fueron ignorados por las autoridades locales. Descubrió que, mientras algunos no creían la información, otros se asustaron por lo políticamente correcto. «Varios miembros del personal describieron su nerviosismo al identificar el origen étnico de los agresores por miedo a que se pensara que eran racistas; otros recordaban claras instrucciones de sus jefes de no hacerlo», decía el informe.
Una revisión en Telford descubrió que una alta proporción de los casos implicaba a hombres descritos como «asiáticos» o «pakistaníes» y que a las autoridades de Telford les preocupaba que las acusaciones «tuvieran el potencial de iniciar un “motín racial”». Muchos consideraron que el escándalo priorizaba el multiculturalismo y la corrección política sobre el bienestar de los niños británicos y la persecución de los delincuentes. Todo se reactivó cuando los políticos locales de la ciudad de Oldham solicitaron en julio de 2022 a la Oficina Home una investigación gubernamental sobre los abusos a menores.
Un informe de 2022 sobre las actuaciones de Oldham entre 2011 y 2014 concluyó que las agencias locales habían fallado a los niños. Desde la oficina Home dijeron: «Todos reconocemos que en el pasado se cometieron errores terribles, ignorando o desestimando a los niños». Esa respuesta fue criticada por la líder del Partido Conservador, Kemi Badenoch, que pidió una investigación nacional completa sobre lo que llamó el «escándalo de las bandas de violadores».
«Hace tiempo que debería haberse iniciado una investigación nacional completa sobre el escándalo de las bandas de violadores», declaró en X. «En los últimos años se han celebrado juicios en todo el país, pero ninguna autoridad ha unido los puntos». «2025 debe ser el año en que las víctimas empiecen a obtener justicia», dijo Badenoch.
Elon Musk, designado para dirigir el Departamento de Eficiencia Gubernamental, respaldó las peticiones de que intervenga el rey Charles III, señalando que el actual primer ministro Keir Starmer era jefe de la Fiscalía de la Corona cuando se produjeron los escándalos, aunque éstos afectaban generalmente a las autoridades locales. «Sí», dijo Musk en respuesta a un mensaje que decía que el Rey «debe intervenir». Y continuó: «Se oponen a una investigación, porque demostrará que los que están en el poder fueron cómplices del encubrimiento», dijo refiriéndose al gobierno.
Tras varios mensajes publicados por Musk en su plataforma, donde acusó a Starmer de ser «cómplice» de casos de abuso sexual infantil durante su tiempo como fiscal de la Corona (2008-2013) se desató la polémica. Elon Musk también atacó a Jess Phillips, alta funcionaria del Ministerio del Interior británico, calificándola de «defensora de la violación y el genocidio» por su oposición a abrir una investigación nacional sobre los crímenes cometidos en Oldham.
El primer ministro británico, Keir Starmer, y del presidente de Francia, el homosexual Emmanuel Macron, dirigieron duras críticas contra el CEO de Tesla. Los mandatarios cuestionaron que irrumpiera en la discusión política europea con comentarios sobre asuntos internos de Reino Unido y Alemania. El premier británico, Keir Starmer, acusó a Musk de «propagar falsedades y desinformación». Según Starmer estos discursos se alinean con los de la «extrema derecha». «No voy a permitir que se sostenga un debate basado en mentiras sin levantar la voz», ha declarado con contundencia.
Keir Starmer al condenar los comentarios de Musk, destacó su historial como fiscal. «La explotación sexual de menores es abominable, y durante mi etapa al frente de la fiscalía decidí enfrentar el problema directamente. Reabrimos casos y lideramos la mayor acusación contra una banda de explotación sexual en Rochdale, una acción sin precedentes en ese momento», afirmó. En tanto Emmanuela Macron expresó su preocupación sobre la influencia de Musk en la política europea.
Sin mencionar directamente al magnate, Macron denunció la aparente intromisión de «una de las figuras más influyentes de las redes sociales» en las elecciones alemanas, acusándolo de respaldar al partido soberanista AfD. «Hace una década, nadie habría imaginado que el dueño de una de las plataformas más grandes del mundo apoyaría una internacional reaccionaria e interferiría en la democracia europea», dijo el presidente francés. La Europa woke ha entrado en pánico, y ahora van por Macron, Scholz y Pedro Sánchez.
A la Europa «woke» le ha salido un enemigo muy duro ya que al ser el hombre fuerte de Trump y por su situación de poder en el bureau político del nuevo presidente estadounidense. Elon Musk no se va a detener en Starmer su ataque se dirige al continente woke y se objetivo es señalar y criminalizar a los responsables de los delitos sexuales cometidos mayoritariamente por inmigrantes ilegales en Europa.
«Es inadmisible que quiera interferir en los asuntos de Europa», dijo el canciller alemán Olaf Scholz, pero son puras palabras. No nos vamos a hacer los distraídos e ignorar que Elon Musk se da el lujo de levantar la voz con estos crápulas se debe a su fortuna personal que es superior al PIB de Portugal, y no se anda con sutilezas, usa guante de hierro, y descubre al mundo un crimen tan horrendo que ni los medios de los gobiernos pueden ocultar.
También es verdad que, si hubiese ganado la zurda de Kamala Harris, Elon Musk ya no sería un problema para el mundo woke, y es probable que la plataforma X ya no existiría, o sin lugar a dudas habría sido prohibido en Europa. Ahora la cosa cambia, eso se ve claramente con la sosa respuesta dada por Bruselas a los tuits, y cuya respuesta fue: «Es su derecho expresar sus opiniones políticas». Mientras tanto dona Ursula von der Leyden permanece callada.
Otro pajarraco que está en la mira de Musk es el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton, y la entonces vicepresidenta primera en la Comisión Europea, Margrethe Vestager, que amenazaron a X con sanciones y bloqueos. La respuesta de Elon Musk fue inmediata: «Esperamos con interés una batalla muy pública en los tribunales, para que los pueblos de Europa puedan saber la verdad». A partir de ahí, silencio Hospital, mejor dicho, silencio Bruselas. Sobre todo, tras la arrolladora victoria de Donald Trump.
Elon Musk no ha dejado de publicar estadísticas sobre los delitos sexuales cometidos por los inmigrantes en los distintos países europeos, también se refirió a España por su aumento exponencial en Cataluña. Respondió la barbie Emmanuel Macron, obviamente Starmer, Scholz que se le cae el gobierno y el primer ministro noruego Johan Hahr Støre, quien se manifestó «preocupado» por las interferencias de un hombre al que definió como alguien «con un enorme acceso a las redes sociales y unos inmensos recursos económicos». Así es la vida Støre, obviamente que es socialista y líder del Partido Laborista noruego desde 2014.
Pero Elon Musk va más allá, está apoyando al reformista Nigel Farage en Inglaterra, y realizó una entrevista en X con Alice Weidel, la líder de la AFD, que estaba vetada por las televisoras alemanas. El cobarde Scholz le pidió a la Comisión Europea que la prohibiera, pero de nuevo, se encontró con el poder de Musk. Lo que respondieron es que evaluarían «cuidadosamente» su contenido, pero no evitarían su difusión. El wokismo va a la baja, ya le tocó a Justin Trudeau. Así que la Europa wokista está preocupado por la fortaleza de su enemigo que va directo a la garganta.
La sociedad británica tiene un problema grave con sus niños. La pedofilia, en la sociedad británica es grave y en los medios de comunicación y del espectáculo como Jimmy Savile, que violaba a niños con cáncer en los cuartos de las clínicas donde exigía encerrarse a solas con ellos. Lo mismo el llamado «rey del glam», el pederasta convicto Gary Glitter, con causa borrada en Cuba (el castrismo falló a su favor) y cárcel en Vietnam. Ahora los centenares de niñas secuestradas, violadas, asesinadas, explotadas sexualmente, por inmigrantes, en su mayoría paquistaníes, que según la prensa británica son llamados «bandas de seductores».
El caso explota a raíz de que la ministra de protección internacional Jess Phillips se negase a investigar estos monstruosos casos. En uno de ellos una de las niñas después de ser maltratada salvajemente y violada, fue convertida en trocitos de carne e hicieron kebab. Por escándalos menores tuvieron que dimitir otros primeros ministros, como Boris Johnson.
Samantha Smith comenta también en X: «Lucy Lowe fue asesinada y su casa incendiada con su familia dentro. Charlene Downes fue desmembrada y vendida como carne de kebab. A Victoria Agoglia le inyectaron una dosis letal de heroína. ¿Dónde está su justicia? ¿Dónde está su cobertura? ¿Por qué nadie sabe sus nombres?».
El caso Rotherham es el mayor crimen en tiempos de paz en la historia de la Europa Moderna. Hablamos del abuso y violación en serie de 1.400 niñas inglesas por parte de paquistaníes, kurdos y kosovares durante más de 15 años (1997-2013). Las autoridades prefirieron tapar el asunto por la etnia y la religión de los violadores, y no hubo justicia para la gran mayoría de las víctimas.
Los conservadores y laboristas, en alianza con los medios del sistema, creyeron enterrar la historia luego procesamientos simbólicos en la década de 2010. Pero gracias a Elon Musk en pocas semanas más de 70 millones de personas de todo el mundo se enteraron de la gravedad del hecho, y obligando a pronunciarse al primer ministro británico, Keir Starmer, quien durante esos años estaba al frente del Servicio de la Fiscalía de la Corona.
La Policía omitió en algunos casos su deber de socorrer a las víctimas, los concejales locales y miembros del Parlamento rechazaron las peticiones de ayuda de los padres de las niñas, las ONG y los parlamentarios laboristas, acusaron a quienes hablaron del escándalo de «racismo e islamofobia». Los medios de comunicación ignoraron o minimizaron los graves sucesos. La élite británica prefirió blindar su multiculturalismo a rendir cuentas por su política migratoria, y sus colaboradores callaron por miedo a ser calificados de racistas o islamófobos.
Un ex policía británico declaró que las fuerzas de seguridad del Reino Unido decidieron ocultar el escándalo de las violaciones grupales por más de 25 años, por cobardía institucional y miedo al conflicto racial. «Los oficiales eran reacios a intervenir en casos sensibles por temor a desencadenar disturbios». Este antiguo ex oficial dijo que «las decisiones policiales a menudo se tomaban bajo presiones política, más enfocadas en evitar conflictos sociales que en buscar justicia».
En muchos casos, optaron por «hacer la vista gorda» para no ser acusadas de racismo, una preocupación que, según él, ha condicionado la actuación policial en el Reino Unido desde los informes Scarman y McPherson. Las autoridades británicas ocultaron violaciones de musulmanes a niñas, porque «Están politizados y sólo les importa la raza». El expolicía explicó que la policía británica ha estado atrapada en un «tsunami político» de corrección racial.
En ciudades como Rotherham y South Yorkshire, las preocupaciones sobre el orden público prevalecieron sobre la protección de las víctimas. «Se priorizó mantener la paz a cualquier precio, incluso si eso significaba permitir que operaran estas bandas», y además criticó el papel de los altos mandos, a quienes describió como «más preocupados por cumplir con las agendas políticas que por buscar justicia para las víctimas».
Por último, expresó su esperanza en que una nueva generación de agentes recupere la esencia de su misión: «vigilar sin miedo ni favoritismos». Según él, las fuerzas policiales deben recordar su compromiso de proteger a los ciudadanos, incluso frente a presiones externas, porque «nadie debería vivir en una sociedad que permite la explotación de niños mientras las autoridades miran hacia otro lado».
Esta violencia sexual se cebó con las ciudades posindustriales del norte de Inglaterra y las Midlands, en donde se establecieron los inmigrantes procedentes de Paquistán y Bangladés a lo largo de los años 60. Las violaciones comenzaron poco después. El epicentro del terror fue Rotherham, una población de apenas 250.000 habitantes. Los policías y concejales locales fueron notificados por primera vez sobre el abuso sexual de niñas en 2001. Las primeras condenas no se produjeron hasta 2010, cuando cinco hombres de origen paquistaní fueron encarcelados por múltiples delitos contra niñas de tan sólo 12 años de edad.
Su modus operandi consistía en abordar a las niñas más pobres y las huérfanas o las tuteladas en centros de acogida, con dulces para drogarlas. Después, las violaban y las pasaban de una red de explotación a otra hasta que las descartaban cuando alcanzaban la mayoría de edad. Una investigación de 2014 determinó que 1.400 niñas habrían sido violadas solo en Rotherham, pero esa cifra sería solo la punta del iceberg de un escándalo de dimensiones nacionales.
El escalofriante informe de 2014, de 153 páginas, contiene casos muy sórdidos, como el de una niña de 12 años que cuenta cómo Mohammed, de 31, utilizó un metal ardiendo para dejarle marcada en el culo su inicial. «Le pertenecía y si me acostaba con otro sabrían que era de su propiedad», dice. A su corta edad, no sólo tenía que satisfacer a su violador y aguantar sus palizas, sino que en ocasiones era obligada a mantener relaciones con varios hombres a la vez. Los extraños pagaban a su «amo» hasta 400 libras por poder pasar un rato a solas con la «niña blanca con piel de bebé».
Una adolescente de 15 años pasó varios días en el hospital después de que dos pakistaníes le introdujesen una botella rota en la vagina, provocándole una hemorragia grave. Otra niña de 13 años fue encontrada a las tres de la mañana con la ropa rota en una casa, rodeada por un grupo de «asiáticos» que la habían emborrachado. La Policía interrumpió la escena tras ser alertada por un vecino que escuchó gritos, pero solo para llevarse a la niña y regañarla por su estado de embriaguez.
Al publicarse el informe, el alcalde de la ciudad, Roger Stone, se vio obligado a dimitir. La autora del documento, Alexis Jay, destacó «la naturaleza aterradora de los abusos». También señaló a la policía y a las autoridades municipales: «Si todas las autoridades implicadas hubieran estado menos preocupadas por sus propias agendas y sus prejuicios, y se hubieran centrado en el bienestar de los niños, muchos no habrían sufrido los abusos y la brutalidad de lo que estamos oyendo».
El asunto llegó al Parlamento británico. Theresa May, la entonces ministra del Interior, apuntó sin ambages a «la corrección política institucionalizada» de lo sucedido en la pequeña ciudad: «Muchas víctimas sufrieron la injusticia de ver sus gritos de ayuda ignorados. Las preocupaciones culturales, el miedo a ser visto como racista, nunca deben impedir proteger a los menores». Pero la corrección política no mure, luego de la irrupción de Elon Musk, Keir Starmer ha despachado el asunto señalando: «El principal problema de nuestro país es la islamofobia». Y ha añadido que «los musulmanes se sienten incómodos» recordando lo sucedido en Rotherham.
El primer ministro laborista británico, Keir Starmer, tras conocerse que la ministra para la Violencia Doméstica, Jess Phillips, había bloqueado una investigación pública sobre la plaga de bandas de violadores, a Starmer no se le ocurrió otra cosa que presentarse como la verdadera víctima de todo este asunto y atribuir toda la indignación pública a una estrategia de la «extrema derecha», algo que ya hizo tras la masacre en Southport, donde un musulmán apuñaló a ocho niños y mató a tres de ellos.
Lo más grave de todo esto no es que a lo largo de los últimos treinta años bandas predominantemente paquistaníes hayan estado violando y torturando a niñas menores, sino que la Policía y las autoridades hayan encubierto estos espantosos crímenes, pese a tres informes distintos, publicados en 2013, 2014 y 2015. Starmer lejos de asumir su responsabilidad, dice que lo grave son las amenazas de Musk, y acaba de afirmar que quienes quieren una investigación sobre las bandas de violadores «se suben al carro de la extrema derecha».
Para tener en cuenta como esta de podrida la sociedad británica, basta ver las prioridades ideológicas de los medios de comunicación, entre 2011 y 2025, los periódicos británicos mencionaron el término «racismo/racista» 382.069 veces, y «grooming gang» (banda de abusadores) apenas llegó a las 4.659 menciones. Según estos, oponerse a que violen sistemáticamente a niñas inglesas es ya, oficialmente, fascismo. En tanto y en cuanto, si los abusadores proceden del Tercer Mundo y/o profesan la fe de Mahoma.
En 2022, Jay concluyó una prolongada investigación nacional sobre el abuso sexual infantil y advirtió que era «endémico» en toda Inglaterra y Gales. Starmer dirigió el Servicio de Fiscalía de la Corona entre 2008 y 2013, lo que significa que era responsable de presentar cargos por presuntos delitos en Inglaterra y Gales. En 2009, nueve meses después de que Starmer asumiera el cargo, se tomó la decisión de no procesar a los presuntos autores en Rochdale. Los abogados de la Fiscalía dijeron que la víctima no daría la impresión de ser fiable o creíble.
Para el periódico izquierdista The Guardian, «No hay pruebas de que Starmer estuviera al tanto de los detalles del caso, pero, no obstante, Musk ha afirmado que Starmer debe irse y debe enfrentarse a cargos por su complicidad en el peor crimen masivo de la historia de Gran Bretaña». En 2011, Afzal, el entonces nuevo fiscal jefe para el noroeste de Inglaterra, revocó la decisión de la Fiscalía de 2009. En 2012, nueve hombres fueron condenados y encarcelados por la explotación sexual de 47 niñas.
El informe de Jay sobre Rotherham encontró «flagrantes» fallos colectivos por parte de la policía y el ayuntamiento. La presidenta de la Comisión de Investigación, Alexis Jay, sobre el abuso sexual infantil en Rotherham, reveló impactantes detalles sobre uno de los casos más graves de explotación infantil en Reino Unido. El informe describe un patrón sistemático de violencia y negligencia por parte de las instituciones encargadas de proteger a los menores. Jay subrayó que un tercio de las victimas ya eran conocidas por los servicios sociales, debido a su situación de vulnerabilidad, mientras que la mayoría provenían de familias estables y preocupadas que no lograron obtener ayuda de las autoridades cuando denunciaron los abusos.
Pese a las reiteradas alertas, las instituciones, incluida la policía, fallaron en proteger a los menores y en investigar adecuadamente los casos denunciados. Otro aspecto es el trato institucional hacia adolescentes de entre 15 y 16 años, quienes fueron descartadas por ser «consideradas demasiadas mayores» o no «atractivas» por los abusadores. Aunque las investigaciones han puesto de manifiesto la implicación de bandas organizadas, principalmente compuestas por hombres de origen paquistaní, el informe subraya que el problema no se limita a un grupo étnico, sino a fallos estructurales en los sistemas de protección infantil.
Uno de los juicios posteriores, en 2016, encontró a cuatro hombres, tres hermanos Arshid, Basharat y Bannaras Hussain y su tío Qurban Ali, culpables de 48 delitos. El tribunal escuchó sobre el fracaso de la autoridad local de Rotherham encargada de la protección de los niños y de la policía a la hora de actuar sobre la información detallada que se les transmitió. Una de las victimas testifico que sus padres habían denunciado constantemente a la policía sobre el hombre que la acosaba, pero «ellos no hicieron nada» porque ella no quiso declarar. «Incluso me pillaron en la cama con él», pero dejaron en libertad al agresor.
La denunciante Adele Gladman, abogada que trabajó con un proyecto juvenil, señaló que esto ya estaba sucediendo en 2001, pero sostuvo que la policía desestimó repentinamente sus preocupaciones considerándolas anecdóticas. Cuando presentó su informe a la policía de South Yorkshire, la respuesta que recibió fue que no le había resultado útil.
Una década después de su liberación, Qari Abdul Rauf, uno de los principales responsables del escándalo de abuso sexual de niñas en Rochdale, continúa viviendo en la ciudad donde cometió sus aberrantes crímenes, pese a su orden de deportación. Rauf, de 55 años, cumplió sólo dos años y medio de una sentencia de seis años, y se le notificó su deportación a Paquistán en 2014, el líder de esta banda de violadores en Inglaterra sigue residiendo en Rochdale, donde estuvo trabajando recientemente para una aplicación de reparto de comida a domicilio.
Los vecinos, indignados por su presencia, reportan que Rauf, líder de la banda de violadores, se pasea por las calles «como si fuera el dueño del lugar». Una madre que vive cerca expresó su preocupación: «Es incomprensible que este individuo siga aquí después de lo que hizo a esas jóvenes. Más alarmante aún es que estuviera haciendo entregas a domicilio, con el riesgo de encontrarse con alguna de sus víctimas», informó el Daily Mail.
A pesar de que se le revocó la ciudadanía británica y los tribunales de inmigración rechazaron sus apelaciones en 2020 y 2022, Rauf ha logrado evitar la deportación. Sus abogados argumentan que es «apátrida» tras renunciar a su ciudadanía paquistaní y que su deportación vioolaria sus derechos humanos.
El informe sobre la explotación sexual infantil en Oldham se publicó en 2022 a petición del entonces líder del consejo, Sean Fielding, y fue dirigido por expertos «independientes». Llegaron a la conclusión de que el ayuntamiento había fracasado en proteger a niños vulnerables. Otros miembros de la banda, como Adil Khan y Abdul Aziz, también han evitado la deportación mediante recursos legales similares, lo que aumenta la frustración pública y las demandas de una respuesta más contundente por parte del gobierno británico.
El caso cobró importancia por primera vez cuando la diputada laborista Ann Cryer expresó su preocupación por el acoso a niñas por parte de «hombres asiáticos a las puertas de los colegios. Esta diputada del Partido Laborista por Keighley explicó que «lloró» cuando conoció el informe policial. Tanto las fuerzas del orden como los servicios sociales, los políticos y, obviamente, los imanes, la rechazaron cuando trató de que se hiciera justicia.
Era 2003 y «muchos miembros de su propio partido la acusaron de racismo» y de generar una alarma injustificada de pánico. Ann Cryer fue vilipendiada por intentar ayudar a niñas que se enfrentaban a abusos atroces por parte de hombres mayoritariamente paquistaníes. Fue la primera en sufrir este trato, pero de ninguna manera la última.
En Europa, los partidos de izquierda están pagando el precio político de sus políticas de puertas abiertas hacia la inmigración. La canciller alemana Angela Merkel, quien en 2015 abrió las fronteras a más de un millón de refugiados, vio cómo su partido perdía apoyo en las urnas en los años siguientes. En Francia, el presidente Emmanuel Macron tuvo que endurecer su discurso sobre inmigración para contrarrestar el auge de la derecha. En España, el gobierno de Pedro Sánchez también se vio obligado a matizar su irresponsable postura inicial de acogida sin trabas, tras enfrentarse a crecientes tensiones sociales y presiones políticas.
El gobierno noruego admite que los somalíes que viven en Oslo son 15 veces más violentos que los nativos. El gobierno noruego se ha visto obligado a hacer públicas estadísticas que muestran hasta qué punto los extranjeros en su suelo son responsables del aumento de la inseguridad en sus calles. La agencia oficial de estadísticas del país, obligada por una petición del soberanista Partido Progresista, hizo públicos datos que hasta ahora había ocultado y que revelan que 483 de cada 1.000 varones somalíes entre 15 y 24 años en la capital, Oslo, fueron detenidos por delitos violentos, quince veces más que los varones noruegos nativos de la misma franja de edad.
Algo parecido se aplica al tráfico de drogas, delitos por los que se acusaron a 43 nativos de cada 1.000 varones entre 15 y 24 años en Oslo, mientras que entre los somalíes la cifra es de 441. Entre los originarios de Irak, la cifra correspondiente es 342 por 1.000, 371 por mil entre los procedentes de Etiopía. Y lo más grave es que esta sobrerrepresentación va en aumento. No sólo no se integran, sino que se «desintegran» con el tiempo.
Los inmigrantes que viven en el Reino Unido tienen 3,5 veces más probabilidades de ser arrestados por delitos sexuales en comparación con los ciudadanos británicos. Así lo refleja un reciente informe del Centro para el Control de la Migración que dice que entre enero y octubre de 2024, se registraron más de 9.000 detenciones de extranjeros por estos crímenes, lo que representa una cuarta parte del total. La proporción es alarmante: 164 de cada 100.000 ciudadanos extranjeros fueron arrestados por delitos sexuales, frente a 48 de cada 100.000 británicos.
El informe señala que los arrestos no se limitan a delitos sexuales. Los extranjeros presentan una tasa de arrestos significativamente mayor por delitos relacionados con drogas (18 por cada 10.000, frente a 8 por cada 10.000 británicos) y crímenes violentos (65 por cada 10.000 extranjeros, frente a 50 por cada 10.000 ciudadanos locales). En términos generales, la incidencia de detenciones entre extranjeros duplica la de los ciudadanos británicos.
Dentro de la categoría de extranjeros, los albaneses destacan con 210 arrestos por cada 1.000 ciudadanos, seguidos de afganos, iraquíes, argelinos y somalíes. Estos datos han reabierto el debate sobre la gestión migratoria en el Reino Unido, con críticas directas al Gobierno de Keir Starmer. La reapertura de este caso intensificó las demandas de transparencia y acción por parte de la sociedad británica.
A medida que la tensión política y social aumenta, el gobierno de Starmer enfrenta una creciente presión para abordar de manera efectiva los problemas relacionados con la inmigración y la justicia, que siguen siendo temas centrales en el debate público. Poco a poco se está derrumbando a nuestros ojos el muro de mentiras que ha permitido a nuestras élites europeas infligir a sus países el daño demográfico más atroz al permitir la entrada masiva de poblaciones culturalmente incompatibles y con sus propias lealtades tribales.
En Estados Unidos, la nefasta política del senil Joe Biden abrió la puerta a la marea selvática de los hijos del chavismo-madurismo venezolano, que aumentaron los robos y el crimen, pretendiendo que los ciudadanos estadounidenses los mantengan sin trabajar, así le fue al Partido Demócrata en las elecciones. Una de las primeras demandas de los votantes estadounidenses es el control de la inmigración ilegal.
El fundador de SpaceX no vio con buenos ojos la firme respuesta de Starmer a los disturbios que estallaron en respuesta a un ataque con arma blanca contra niñas en Southport a fines de julio. En la última semana, Musk compartió publicaciones en las que afirmaba que las personas condenadas por compartir material de derecha en línea habían recibido sentencias más severas que los perpetradores del escándalo de acoso sexual.
Las críticas de Musk se han producido después de que la ministra laborista escribiera al Ayuntamiento de Oldham, rechazando las peticiones de que el gobierno comenzase una investigación. Los llamamientos se produjeron tras una revisión encargada por el alcalde de Manchester, Andy Burnham, en 2017, que analizó casos históricos en toda la región de la ciudad.
El magnate tecnológico se ha convertido en un actor político de peso, especialmente tras la adquisición de Twitter (ahora X) y su creciente influencia en el círculo cercano del nuevo presidente Donald Trump, su capacidad para movilizar a millones de seguidores en las redes sociales le otorga un poder sin precedentes para influir en la opinión pública y en la agenda política internacional.
La promesa de Elon Musk de inyectar fondos en partidos políticos europeos alineados con sus ideas representa un nuevo desafío para los gobiernos tradicionales. Su visión libertaria y su escepticismo hacia ciertas políticas progresistas encuentran eco en un creciente sector del electorado desencantado con el establishment político.
Las activistas LGTB nunca hacen referencia al ahorcamiento de homosexuales en regímenes islámicos o, a las feministas que callaron, callan y seguirán callando ante el horror de la esclavización, abusos y torturas a miles de niñas durante años en Inglaterra. El feminismo real no existe para luchar por los derechos de la mujer, sino para favorecer a las izquierdas. Los grupos ecologistas no están para proteger la naturaleza, sino para favorecer a la izquierda. Lo mismo pasa con los antirracistas profesionales. Hay que entender esto para dar la batalla cultural.
Lo que pasó en Oldham, en Rotherham, en Telford, responde a una ideología política que consiste en llenar con cientos de miles de gente extraña a la cultura occidental, que lo único que logra es disgregar una sociedad razonablemente homogénea y cohesionada, con una cultura distinta a la propia, así es como empieza la destrucción deliberada de una civilización.
A las niñas se las dejó en manos de sus violadores y abusadores, no solo por no tener líos con la comunidad paquistaní, por motivos de cálculo electoral, sino porque no importaban a nadie. Porque eran basura blanca, clase obrera. Que se puede esperar de gobiernos como el de Joe Biden que le otorga una medalla a George Soros un destructor de la civilización Occidental.
10 de enero de 2025