Cuadernos de Eutaxia —33
MONTONEROS EN MARCHA
COPAMIENTO DE LA CALERA
Luego de la ejecución del general Pedro Eugenio Aramburu, la organización Montoneros, que era el núcleo armado de un conjunto de organizaciones sociales no militares, «frentes de masas» conocido como la Tendencia Revolucionaria del Peronismo, o «La Tendencia», que incluía a la Juventud Peronista Regionales (JP), la Juventud Universitaria Peronista (JUP), la Juventud Trabajadora peronista (JTP), la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), la Agrupación Evita y el Movimiento Villero Peronista. En 1972 se fusionó con Descamisados y en 1973 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), con las que ya estaba operando.
Descamisados o Comando descamisados, fue una organización guerrillera peronista que actuó en Argentina entre 1968 y 1972. Había sido fundada en 1968 por Horacio Mendizábal (1944-1979), abogado y guerrillero, que posteriormente llegó a integrar la conducción de la agrupación guerrillera montoneros, junto a Norberto Armando Habegger y otros guerrilleros, como Fernando Saavedra Luque, democristianos y provenientes del nacionalismo católico progre izquierdista, que adoctrinaban en villas miserias y en las fábricas.
En el año 1969, Dardo Manuel Cabo, se hace cargo de la dirección de Descamisados, y realizan su aparición pública durante la exhibición de la película: La Hora de los hornos, dirigida por los izquierdistas Fernando Solanas, alias «Pino» y Octavio Getino, y fue exhibida en un cine de La Tablada, provincia de Buenos Aires. Descamisados creía en la lucha armada, pero como algo secundario al adoctrinamiento que hacían en los barrios.
Descamisados llevó a cabo algunas acciones armadas, como la voladura del Círculo Naval de Tigre, el atentado contra el yate del comandante en jefe de la Armada, el secuestro del gerente de General Electric-ITT de San Isidro, provincia de Buenos Aires, por el rescate del empresario cobraron un millón de dólares, y además del robo de varias instituciones financieras. En la realización de su acción propagandista incluían la proyección de películas y documentales sobre la vida política del general Juan Domingo Perón.
Pero la nota más resonante fue la adjudicación del asesinato del sindicalista Augusto Timoteo Vandor, «el Lobo», ocurrido el 30 de junio de 1969. Esto se dio en el marco de lo que se denominó «Operativo Judas», estos fanáticos izquierdistas consideraban a Timoteo Vandor un traidor a Juan Perón. Un grupo de personas lo asesinó de cinco disparos en la sede de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), sita en La Rioja al 1900, dejando en su escape una bomba de trotyl que al explotar destruyó parte del edificio.
La organización guerrillera «Ejército Nacional Revolucionario» se adjudicó la autoría del asesinato el 7 de febrero de 1971. Según Eugenio Méndez esa agrupación estaba conducida por el periodista y asesino izquierdista Rodolfo Walsh, y estaba integrada por Raimundo Villaflor, y también habrían matado al sindicalista José Alonso, de ambos asesinatos ya nos ocupamos en esta misma serie.
El escritor Richard Gillespie, y otros como Felipe Pigna y Eduardo Zamorano, se lo atribuyen al grupo Descamisados, de Dardo Cabo, que luego sería absorbido por Montoneros. Años después, en el periódico El Descamisado, dirigido por Dardo Cabo, se publicaría otra versión del asesinato. José Amorín, ex dirigente de Montoneros dijo que la operación era demasiado compleja para una organización recién formada como Descamisados y sostienen que los autores eran en su mayoría de la CGT de los Argentino, donde estaba Raimundo Ongaro.
Una versión recogida por un periodista en la Unión Obrera Metalúrgica el día del hecho indicaba que Vandor había reconocido a uno de los autores y lo había saludado «Hola Cóndor». Dardo Cabo había protagonizado años antes el Operativo Condor, una suerte de estudiantina, por la que secuestraron un avión y luego aterrizarían en las Islas Malvinas, una verdadera niñatada, pero muchos cabezas de termo lo consideraron algo heroico.
Al comenzar la década de 1970 Descamisados se aproximó a Montoneros, primero con un proyecto denominado Organizaciones Armadas Peronistas (OAP) y luego en una completa fusión en 1972. La otra organización llamada Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), fue formada a finales de la década del 1960, y cuyo temprano ideal era entrenarse y unirse a las guerrillas rurales iniciadas por el Che Guevara en Bolivia. La mayoría de los miembros eran una escisión de la Federación Juvenil Comunista (la «Fede») del Partido Comunista.
De esta organización también ya nos ocupamos en esta revista. Su ideología original de base era el marxismo-leninismo, con un agregado latinoamericanista, inspirado en la prédica y accionar de este referente revolucionario. Se fueron definiéndose más próximos al Peronismo Revolucionario y a Montoneros. Luego del secuestro y la «ejecución» del ex presidente Aramburu, Montoneros se hizo conocido en todo el país, la orga realizó algunas acciones armadas, como el asalto a la comisaría de Villa Carlos Paz, el robo de armamento del Tiro Federal de Córdoba, un pequeño ataque al Hospital Militar, detonaciones de bombas en lugares que los izquierdistas consideraban símbolos del imperialismo.
Estos actos delictivos eran parte de la propaganda armada, y les servía para acumular armas, dinero, vehículos y otros elementos de logística. Cada accionar guerrillero era acompañado de comunicados de prensa, en la que se adjudicaban como propio, lo que era una manera de mantenerse vigentes y tratar de conseguir apoyo en la población. El 1 de julio de 1970, a las 07:30, cuatro comandos montoneros, el Eva Perón, el Comandante Uturunco, el General San Martín y el 29 de Mayo, portando brazaletes celestes y blancos con una leyenda que decía «Montoneros», bajo el mando de Emilio Maza, tomaron el control de la localidad cordobesa de La calera.
Pero la responsabilidad de la operación fue adjudicada a los integrantes del Comando Camilo Torres de Córdoba. Un año después, en una entrevista realizada por la revista izquierdista Cristianismo y Revolución, Montoneros dijo que los objetivos eran: 1) Conseguir armas y dinero. 2) Mostrar que tenían capacidad operativa en todo el país. 3) Mostrar que era posible realizar operaciones militares de envergadura y que la dictadura era vulnerable. 4) Mostrar solidaridad con los obreros cordobeses. 5) Mostrar capacidad, disciplina y responsabilidad en operativos de mucha envergadura.
El contexto en que se dio el copamiento de La Calera, un copamiento que fue más simbólico que de importancia militar, se dio en un momento en que los trabajadores de IKA Renault mantenían un duro reclamo, y un prolongado conflicto estudiantil en las facultades de Arquitectura, Ciencias Exactas y Derecho, conflicto muy bien preparado por las fuerzas izquierdistas. Un año atrás, había ocurrido el Cordobazo y eso había envalentonado a los grupos izquierdistas, y también dio lugar al surgimiento de una corriente sindical clasista.
Toda esa corriente de agitación en iba en sintonía con lo que sucedía en gran parte del mundo espoleados por el marxismo, eso dio lugar al crecimiento y formación de agrupaciones de izquierda y células activistas, algunas de las cuales derivaron en organizaciones políticas armadas, como, por ejemplo, el Ejército Revolucionario del Pueblo, Montoneros, y las Fuerzas Armadas Revolucionarias. En ese contexto, es de donde surgieron los ilusos (imberbes, según la terminología de Perón) jóvenes de entre 22 y 24 años que fueron parte del operativo de La Calera.
La elección de la localidad de La Calera respondió a varios motivos, primero, no había un fuerte componente militar, y por motivos folclóricos. Según lo que decían estos izquierdistas, La Calera había sido el último foco de resistencia del peronismo durante la Revolución Libertadora. Cuando Juan Perón decidió refugiarse en la cañonera de bandera paraguaya y dejó a sus seguidores con la «mano en la brocha» en el aire, cuando llegó la hora de combatir se fue al exilio.
La Calera es una pequeña localidad serrana ubicada a 10 km de la ciudad de Córdoba, con una cierta cercanía al Regimiento de Infantería Aerotransportada de Córdoba, y calcularon que el personal del regimiento era incapaz de reaccionar con suficiente rapidez. Uno de los guerrilleros izquierdistas, Cecilio Salguero, vecino de la ciudad, fue el encargado de la logística con la ayuda de su cuñado, Jorge Piotti. Con anticipación habían realizado un estudio del lugar, monitorear el tráfico vehicular, la rutina de los cuarteles, y la ruta de escape mas favorable para ingresar y escapar.
El plan para copar La Calera estaba prevista una semana antes, pero ante fallas de coordinación debieron suspenderla. Se comenta que la persona que debía conducir uno de los autos tuvo un inconveniente, salió con retraso y tuvo que reducir a un taxista, y encerrarlo en el baúl del taxi. Este percance habría sido el motivo para suspender la operación como estaba prevista. Una semana después, el copamiento guerrillero se realizó. Empezó muy temprano en diferentes casas operativas de los alrededores para confluir en los accesos de La Calera.
Los guerrilleros izquierdistas Montoneros llegaron en cuatro coches, un Fiat 1500, un IKA-Renault Torino, un Renault 4 y una camioneta, cada vehículo con cuatro ocupantes, estos llegaron a La Calera provenientes de Villa Rivera Indarte y Villa Allende. El Renault Torino había sido adaptado como un patrullero policial y fue usado para tomar la subcomisaría.
El operativo comenzó cuando el vehículo Jeep que se encontraba de custodia del Banco, a cargo del subcomisario Eustaquio Larrahona, y acompañado por una agente, fueron atropellados de atrás por una pick up Chevrolet que simuló quedarse sin frenos en la pendiente de la avenida San Martín. El Jeep fue rodeado por cuatro hombres y una mujer armados con ametralladoras y pistolas de calibre 45, que los redujeron, los llevaron frente al municipio y los hicieron parar junto a los pilares de acceso.
Uno de los guerrilleros, que portaba un brazalete celeste y blanco en el que se leía Montoneros, se introdujo al edificio donde ya había gente trabajando. Desde adentro se comunicaba a través de walkie talkies con sus compañeros, a los que mencionaba con distintos alias. En la oficina de Telégrafos, los atacantes redujeron a la encargada y al guardahilos, cortaron cables y destrozaron la central de comunicaciones.
En el centro de la ciudad, otro grupo había tomado el edificio municipal y mantenían amenazados a los empleados con pistolas y fusiles. Entre tanto, pintaban consignas en el frente de la Municipalidad y dejaban a la vista una caja negra que simulaba una bomba pero que contenía un grabador con la Marcha Peronista. La subcomisaría en el barrio 25 de Mayo también había sido tomada, como el edificio del Correo y la oficina de Telégrafos.
En el interior del banco, los guerrilleros le ordenaron al gerente que abriera el tesoro de la entidad, y dijeron que sería usado para la «liberación argentina» y para «saciar el hambre de los empleados de SMATA». El botín fue de cuatro millones de pesos de la época, equivalentes a un millón de dólares de entonces. En el banco hubo un tiroteo con un policía de civil, pero el comando que actuaba en el lugar logró escapar.
El operativo general duró menos de una hora, sin mayores problemas, y luego los guerrilleros se retiraron en los cuatro vehículos en los que habían llegado, con dirección hacia Saldan, en la huida se rompió un Fiat 1500, y tuvieron que modificar los planes, lo que obligó a sus ocupantes a bajarse y robar un automóvil, el primer auto que vieron pasar, para dirigirse a la casa de seguridad preestablecida.
El robo del vehículo fue la perdición de los montos, fue rápidamente asociado con el operativo guerrillero y eso facilitó que la Policía y al Ejército pudieran detener a José Fierro y Luis Losada, luego de un tiroteo donde resultó herido Losada. Losada y Fierro, se bajaron en Villa Rivera Indarte para esconderse en una casa de seguridad, pero antes de llegar fueron interceptados por policías de civil, el cabo Carlos Ambrosio y Andrés Pérez.
Losada y Fierro llamaron la atención de Ambrosio, y Andrés Pérez bajo la ventanilla y vio que Luis Lozada estaba armado y Ambrosio disparó hiriendo a Losada, evitando que les tirará un explosivo casero. Pérez, por otro lado, detuvo a José Fierro sin dificultad y lo ató con cuerdas de nylon. Luego del interrogatorio, como Dios manda, y la falta de coordinación sobre el secreto de la información de los montos, el Ejército pudo obtener la dirección de la principal casa de seguridad, ubicada en el barrio Los Naranjos de la ciudad de Córdoba donde permanecía el comandante del grupo, el gordo Emilio Maza y otros tres montos.
En el lugar se produjo un tiroteo en el que Ignacio Vélez y Emilio Maza resultaron gravemente heridos, el gordo Emilio Maza murió una semana después en el Hospital San Roque. El Ejército tomó control de la casa encontrando en el lugar una gran cantidad de documentación de importancia sobre todos los miembros de Córdoba. Además de esta valiosa captura de datos, encontraron información sobre el grupo de Buenos Aires y el secuestro y asesinato del general Pedro Aramburu.
En la vivienda, la Policía encontró un fichero con una lista de colaboradores escrita en clave y una autorización para manejar un Renault 4 otorgada por Norma Arrostito en favor de Emilio Maza. Según las pericias, el documento se había confeccionado con la misma máquina de escribir con que se tipearon los comunicados del secuestro de Aramburu. De esa manera, las fuerzas de seguridad dieron con una pista para descubrir a la célula porteña del grupo fundador de Montoneros.
A raíz de esos operativos resultaron detenidos prácticamente todos los integrantes del copamiento: Ignacio Vélez Carreras, Luis Losada, José Alberto Fierro, Juan Carlos Soratti Martínez, Cristina Liprandi de Vélez, Raúl Guzzo Conte Grand, José María Breganti, Guillermo Martorell Juárez, quien fuera magistrado del poder judicial, Felipe Nicolás Defrancesco y Heber Albornoz. El resto de los guerrilleros debieron pasar a la clandestinidad y darse a la fuga a otras provincias.
El parte final indica que el grupo de Córdoba reportaba a su comandante muerto, de los nueve detenidos resultaron heridos Luis Losada, Ignacio Vélez Carreras y Emilio Maza, que falleció una semana después. Posteriormente, se produjo la clásica mariconeada guerrillera, Luis Losada, luego declaró que, después de ser atendido en el Hospital militar, fue torturado. Los soldados, conducidos por el general Jorge Carcagno, fueros los que llegaron primero a la ciudad y la aseguraron.
El desastre de La Calera, fue importante para la imagen nacional de Montoneros, pese al duro revés, ya que fueron conocidos entre la población. En el entierro de Emilio Maza se reunieron algunos miles de personas que acompañaron el ataúd hasta el cementerio, donde, para no variar, cantaron esa cosa de mal gusto llamada la Marcha Peronista, esa que llama a Perón «el primer trabajador» y hablan como buenos marxistas de «combatir el capital».
La sobrevaloración de la toma de La Calera, hizo que algunos cabezas de termo como los marxistas del «Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo» (MSTM), de quienes ya nos ocupamos en esta revista y en esta serie, se pronunciaran sobre la lucha armada y emitieron un comunicado en el que sostenían que «El Movimiento respeta a quienes, juzgando haber agotado todas las instancias, considera como única salida la vía de las armas». Un grupo de seminaristas de Córdoba, zurdos progres y maricones, calificaron la muerte de Emilio Maza como «el mayor acto de amor cristiano».
El error de novatos que tuvo Montoneros, fue permitir que los integrantes del grupo conocieran el nombre de sus camaradas y la ubicación de las casas operativas desnudó la falta de una organización adecuada. Luego en la cárcel, los guerrilleros se pusieron en modo filósofos o politólogos, un ejemplo es el tontín de Ignacio Vélez Carreras que se dejó influenciar por el turco Envar El Kadri, y se pusieron a hacer un análisis social y político. Eso dicen, y de ello saldría otro engendro autocritico llamado «Documento Verde», en el que discrepan con la metodología de la organización.
A partir de entonces su participación en la fuerza guerrillera fue a través de la columna Sabino Navarro, un sector cercano a los marxistas curas obreros y la militancia social. El 30 de julio de 1970, cuarenta guerrilleros tomaron durante una hora la ciudad de Garín, en el conurbano bonaerense, muy cerca de Campo de Mayo, la principal base militar del país. Esto marcaba la aparición de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, de este grupo guerrillero ya no ocupamos en esta serie.
Del copamiento de Garín participaron unas 36 personas y mataron al custodio, el cabo primero Esteban Sullings. Osatinsky con el nombre de guerra «Lucio» fue uno de los planificadores del operativo y el que copó la comisaria. El Tata Bautista Yofre sostiene que «Quica» la mujer de Osatinsky fue la autora de la muerte del custodio. Fue el primer ataque «firmado», reconocido por las FARC. Es cierto que el 26 de junio de 1969 provocaron el incendio de catorce locales de la cadena de supermercados Minimax.
El pelado Marcos Osatinsky, el 7 de abril de 1973, fue recibido por el general Perón en su exilio de Madrid. Roberto Baschetti, dijo que el pelado Osatinsky «De la reunión se fue más contento que niño con juguete nuevo, a todos les mostraba la foto del General, autografiada de puño y letra, que decía: ‘Al Compañero D. Marcos Osatinsky con todo afecto». La conducta de Perón en esto, fue desgraciado, un mal aprendiz de Maquiavelo, jugaba a todas las puntas, ponía un huevo en cada canasta, al final le cobrarían estas cuentas.
De manera progresiva FAR y Montoneros fueron acercando posiciones y actuando conjuntamente, hasta que en 1973 se fusionaron. Lo interesante de la organización fue su transición de un origen marxista-guevarista, ya que una gran cantidad de sus miembros fundadores provenían de las formaciones juveniles del Partido Comunista (PC), a una posición que los llevó a realizar una relectura de la historia nacional y del peronismo en clave marxista.
El 27 de agosto el «Comando Montonero Emilio Maza» del llamado Ejército Nacional Revolucionario «ejecutó» al sindicalista José Alonso, uno de los líderes del sector llamado «participacionista» del sindicalismo argentino, que dejaba de lado el objetivo de luchar por la vuelta de Perón y promovía la participación del movimiento obrero en el gobierno militar, siguiendo los lineamientos corporativistas propuestos por el presidente Onganía.
El 7 de septiembre de 1970 un grupo policial sorprendió a una parte de la cúpula de Montoneros cuando se aprestaba a realizar una reunión en el bar La Rueda, en la esquina de las calles Potosí y Villegas de la localidad bonaerense de William C. Morris generándose un combate en el que murieron Fernando Abal Medina y Carlos Gustavo Ramus, y fue detenido Luis Rodeiro. El guerrillero Sabino Navarro, pudo evadirse al romper el cerco policial, a pesar de estar herido en una pierna, mientras que Carlos Capuano Martínez salió ileso y se dio a la fuga.
Abal Medina y Ramus fueron velados en la parroquia San Francisco Solano, ubicada en el barrio de Villa Luro de la ciudad de Buenos Aires, habilitada por los sacerdotes marxistas Rodolfo Ricciardelli y Jorge Vernazza. Durante la misa, el sacerdote socialista Carlos Mugica, en el mismo lugar donde sería asesinado cuatro años después, pronunció las siguientes palabras:
«No puedo sino pronunciar unas palabras de despedida para quienes fueron mis hermanos Carlos Gustavo y Fernando Luis, que eligieron el camino más duro y difícil por la causa de la dignidad del hombre. No podemos seguir con indefinición y con miedo, sin comprometernos. Recuerdo cuando con Carlos Gustavo hicimos un viaje al norte del país y allí lo vi llorar desconsolado al ver la miseria y el triste destino de los hacheros. Fue fiel a Cristo, tuvo un amor concreto y real por los que sufren, se comprometió con la causa de la justicia, que es la de Dios, porque comprendió que Jesucristo nos señala el camino del servicio. Es un ejemplo para la juventud, porque tenemos que luchar para alcanzar la sociedad justa y superar el mecanismo que quiere convertirnos en autómatas. Que este holocausto nos sirva de ejemplo».
El padre Carlos Mugica era un verdadero hijo de mala madre, con su carisma y prédica llevó a miles de personas al comunismo, Mugica sería asesinado y todos se quedan en las especulaciones de quienes fueron los autores, si Montoneros o la Triple A, que poco importa, ambas fueron peronistas. Dicen que Carlos Mugica se arrepintió de su apoyo a Montoneros, pregunto si se arrepintió de esa nefasta ideología a la cual adhirió o no. En memoria del episodio de William C. Morris, el 7 de septiembre fue elegido como Día del Militante Montonero. Creo que deberían elegir otro día para recordar el de los perdedores de la Historia.
El 12 de octubre de 1973, Montoneros y FAR anuncian su fusión definitiva, absorbidos en adelante bajo el nombre de Montoneros. Los principales dirigentes de FAR como Marcos Osatinsky, alias «Lucio», Roberto Quieto «Negro», Julio Roqué, alias «Lino, Mateo o Martín», pasaron a ocupar cargos de mando en Montoneros, y fueron adquiriendo un poco de experiencia de estos militantes.
Cuando el gobierno militar accedió a convocar a elecciones libres en 1973, se unieron al frente electoral multipartidario, el FREJULI, bajo la candidatura presidencial del peronista izquierdista Héctor José Cámpora, hombre muy cercano a Montoneros, y traidor a Juan Perón, al igual que varios gobernadores, parlamentarios, ministros y altos funcionarios del gobierno. Si bien es cierto que el peronismo era cierta tendencia socialista, de izquierda, pero Cámpora era abiertamente izquierdista.
El gobierno de Cámpora y su relación con Montoneros fue objeto de fuertes presiones desde un inicio, desde sectores de derecha, el mismo Perón, la logia anticomunista italiana Propaganda Due y la CIA, y apenas 49 días después debió renunciar, luego de la masacre de Ezeiza, es decir, no hubo tal masacre, todo fue magnificado. No era necesario el enfrentamiento de Ezeiza, Juan Perón estaba decidido a expulsar a Cámpora del movimiento y del poder.
A partir de la renuncia de Héctor J. Cámpora a la presidencia el 12 de julio de 1973, Montoneros comenzó a perder poder y a verse progresivamente aislado, situación que se agravó luego del asesinato del líder sindical José Ignacio Rucci el 25 de septiembre de 1973 -atribuido a la organización- y sobre todo después de la muerte de Perón, el 1 de julio de 1974, cuando se desató una política de persecución a los izquierdistas llevada adelante por la organización parapolicial de derecha denominada Triple A comandada por López Rega, que era la mano derecha de la presidenta María Estela Martínez, viuda de Perón.
Dos meses después, Montoneros decidió regresar a la clandestinidad y reiniciar la lucha armada. El 8 de septiembre de 1975, la presidenta María Estela Martínez de Perón dictó el Decreto Nº 2452/75 prohibiendo su actividad y calificándola como «grupo subversivo». Pero no nos vamos a adelantar, «todo en su medida y armoniosamente» como decía Perón, robándole la frase a los griegos.
18 de agosto de 2024.