

Cuadernos de Eutaxia — 12
MOVIMIENTO DE SACERDOTES PARA EL TERCER MUNDO
Juan Perón, de blanco, rodeado de curas marxistas. A la derecha arriba, el cura Mujica sonriendo al lado del presidente izquierdista, el peronista Héctor J. Cámpora, alias el Tío.
El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) fue una corriente de curas marxistas fundada dentro de la Iglesia católica argentina, quienes intentaron articular las ideas de renovación o progres, en una iglesia posterior al Concilio Vaticano II con una fuerte presencia y participación en lo político y social.
El movimiento de sacerdotes estuvo integrado por sacerdotes activos en las llamadas «Villas miseria», es decir, en asentamientos ilegales, la mayoría de ellos, en precarias condiciones y también actuaban en barrios obreros, lugares donde podían realizar una captación y un adoctrinamiento mucho más fácil. La mayoría de estos sacerdotes estaban identificados con el peronismo y hablar de peronismo en esas décadas, era hablar de la izquierda, de ahí su vinculación al peronismo revolucionario y en muchos caos a su participación directa en organizaciones guerrilleras.
La Tendencia Revolucionaria Peronista, la Tendencia Revolucionaria, o simplemente la Tendencia o Peronismo Revolucionario, es lo mismo. Ese fue el nombre que recibió una corriente del peronismo nucleada alrededor o entorno de las organizaciones o grupos guerrilleros, como las FAR, FAP, Montoneros y la Juventud Peronista (JP). La Tendencia se fue armando progresivamente en las décadas de 1960 y 1970, y su denominación es de inicios de 1972.
Estuvo integrada por varias organizaciones que adoptaron una postura combativa y revolucionaria, en la que el peronismo era concebido como una forma de socialismo cristiano, adaptado a la situación de Argentina, el general Juan D. Perón las definió como «socialismo nacional», la Tendencia fue promovida y apoyada por Perón, durante la etapa final de su exilio, por su capacidad para combatir al gobierno militar conocida como Revolución Argentina.
Este grupo tuvo gran influencia durante la Resistencia Peronista (1955-1973) y la primera etapa del tercer gobierno peronista, cuando Héctor J. Cámpora fue elegido presidente de la Nación el 11 de marzo de 1973. Luego del fracaso del levantamiento peronista del general Juan José Valle en 1956 y a la represión por parte del gobierno, mediante fusilamientos ilegales y clandestinos, un sector del peronismo comenzó a transitar un camino insurreccional, apoyado en la lucha armada guerrillera.
Estos grupos peronistas se identificaron con procesos nacionalistas y revolucionarios de izquierdas, llamados de liberación nacional que se fueron multiplicando en el lo que ellos llamaban el Tercer Mundo en esos años, como la Revolución china de 1949, la Guerra de Liberación de Argelia, la Guerra de Vietnam (1955-1973), y la Revolución cubana (1958) y la presencia en la misma del Che Guevara.
En ese camino insurreccional del peronismo, jugó un papel muy importante la decisión de Perón de designar a John William Cooke, como su representante personal en Argentina y en su nombre presidir la totalidad de las fuerzas peronistas. Cooke venía del movimiento estudiantil reformista yrigoyenista intransigente, y fue uno de quienes conformaron inicialmente el peronismo, siendo elegido diputado nacional en 1946, con solo 25 años.
John William Cooke se destacó durante las dos primeras presidencias de Perón, por su pensamiento antiimperialista y antioligárquico. Cooke juega un papel importante en el pacto Perón-Frondizi que permitió que este último fuera elegido presidente en 1958, pero ante la incapacidad del frondizismo de desprenderse del control militar y abrir un proceso democrático, Cooke concluye que solo una vía revolucionaria podría permitir la instalación de una verdadera democracia en Argentina.
La denominación Tendencia Revolucionaria apareció en enero de 1972 en el Consejo Provisorio de la Juventud Peronista en el cual se delimitaron dos líneas: la que apoyaba la lucha armada (Tendencia Revolucionaria) y otra que la rechazaba Comando de Organización y Guardia de Hierro. El nombre Tendencia Revolucionaria del Peronismo se utilizó por primera vez en el Segundo Congreso del Peronismo Revolucionario reunido en Córdoba en enero de 1969 para definir a los grupos que se encontraban a favor de la lucha armada.
La Tendencia, en sentido amplio, abarcaba una amplia corriente de organizaciones, militantes y simpatizantes de una postura revolucionaria del peronismo cuya nomina es muy grande. Pero también existían grupos combativos que no pertenecían orgánicamente a ninguna de estas organizaciones, pero también eran reconocidas como integrantes de la Tendencia Revolucionaria. El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, fue un antecedente inmediato de la Teología de la Liberación y su vertiente argentina, la Teología del Pueblo. El movimiento se disolvió de hecho en 1976, debido al terrorismo de Estado instalado por el gobierno cívico-militar que tomó el poder ese año.
La Iglesia en la década del 60. El DOCUMENTO DE LOS OBISPOS
Desde la iniciación de la Guerra Fría, el marxismo intentó la infiltración y copamiento de las Iglesias Católica y Protestante, teniendo en cuenta la importancia de estas instituciones en el mundo occidental. Luego del Concilio Vaticano II, un Concilio nefasto para la vida de la iglesia, realizado a principios de la década del 60, algunos sectores de la Iglesia usando un lenguaje ambivalente distorsionaron los conceptos religiosos, dictando conclusiones diametralmente opuestas al pensamiento de la Iglesia con fines políticos-sociales.
En agosto de 1967, un minúsculo grupo de 18 obispos (nueve brasileños, uno colombiano, cuatro asiáticos, dos africanos, uno de Europa y otro de Oceanía) difundieron un documento denominado «Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo», que tuvo gran influencia distorsiva religiosa en Iberoamérica. Una interpretación parcial e interesada de la encíclica «Populorum Progressio».
Esta Encíclica dictada como culminación del citado Concilio, fue citado como la fuente donde se seleccionaba al socialismo como el sistema político más próximo a la moral de la iglesia y considerando que la revolución era un medio apto para promover el Bien Común, tal como lo entendió el sacerdote colombiano Camilo Torres, quien pasó a la lucha clandestina en sudamericana. Todos estos lamentables documentos dieron lugar a la llamada «Teología de la Liberación», ideario plasmado en una obra de Gustavo Gutiérrez en 1971.
En 1967, poco después del lanzamiento de la OLAS y al haber recibido monseñor Alberto Devoto, obispo de Goya (Corrientes), el Mensaje de los Obispos anteriormente mencionados, este envió dicho mensaje a un sacerdote de su diócesis, el padre Miguel Ramondetti, muy próximo al Partido Comunista Argentino, el Partido Comunista Francés y el Frente de Liberación Nacional argelino.
El cura Ramondetti realizó una masiva distribución del documento entre el clero regular y obtuvo algunas adhesiones a las ideas allí desarrolladas, como los sacerdotes Rodolfo Ricciardelli, Héctor Botán y Andrés Lanzón, conformándose así en Argentina el «Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo», del cual el mismo Ramondetti fue Secretario, que adhería y profundizaba el mensaje citado, promocionado por unos pocos sacerdotes y seminaristas, algunos de los cuales estuvieron íntimamente ligados con el accionar terrorista-subversivo posterior, que proponían abiertamente la alineación con el socialismo de iberoamérica a través de un proceso revolucionario armado. Entre ellos, podemos citar a:
Miguel Ramondetti, nacido en Villa Bosch, Buenos Aires. Estudió Filosofía y Teología en Buenos Aires y en Roma entre 1943 y 1952, año en el que fue ordenado sacerdote. Entre 1968 y 1974 fue el primer secretario general del MSTM. Luego del golpe militar de marzo de 1976, las amenazas y la inseguridad lo llevaron a dejar la ciudad de Goya e instalarse en Buenos Aires, prácticamente en la clandestinidad. En 1977 dejó la Argentina y buscó refugio en Francia, luego en México y finalmente en Nicaragua.
Regresó a la Argentina en 1985 y continuó con sus tareas pastorales y su militancia político social en varias asociaciones vecinales o en grupos de reflexión política. Fue colaborador de la revista Cristianismo y Revolución (1966-1971)
En octubre de 1967 recibió de manos del obispo Alberto Devoto una copia del «Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo», firmado por 18 obispos y cuyo texto estaba en francés. Poco después, junto con Rodolfo Ricciardelli y Andrés Lanson, tradujeron el documento al castellano y lo difundieron en todo el país, logrando la adhesión de 270 sacerdotes argentinos. Más de 500 religiosos de parroquias populares en la Argentina adhirieron al movimiento.
Rodolfo Alfredo Ricciardelli, como laico militó en la Juventud Universitaria Católica (JUC), tras ser exalumno salesiano del Colegio León XIII, fue ordenado sacerdote en Buenos Aires el 22 de septiembre de 1962. Fue licenciado en Teología por la Pontificia Universidad Católica Argentina. Luego de algunos destinos fue párroco de Santa María Madre del Pueblo, primera parroquia fundada en una villa por monseñor su kamarada Jorge Vernazza, ubicada en la villa 1-11-14 del Bajo Flores, el lugar que eligió para vivir hasta su muerte.
Era miembro del Equipo Responsable de asegurar la labor pastoral que se realiza en las villas de emergencia de la arquidiócesis de Buenos Aires. Fue migo del sacerdote izquierdista Carlos Mugica. Fue uno de los tres sacerdotes que trajo al país el “Manifiesto de los Obispos del Tercer Mundo” a finales de 1967 (los otros dos fueron Miguel Ramondetti y Rubén Dri), adhirió a la corriente del Peronismo Nacional Popular. Junto a otros curas tercermundistas participó del encuentro de los sacerdotes del MSTM con el general Juan Perón en noviembre de 1972, y lo acompañó en su regreso a la Argentina, en junio de 1973.
El entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, realizó la misa de despedida de Rodolfo Ricciardelli. Luego, una procesión a pie por la villa 1-11-14 culminó en el cementerio de Flores. La capilla María Madre del Pueblo desbordó su capacidad porque estuvieron presentes todos los obispos de Buenos Aires, el equipo completo de curas villeros y la cofradía de curas de Luján. La procesión popular pasó por el comedor comunitario Monseñor Angelelli, por la FM del Bajo Flores, por el comedor comunitario Belén, y la capilla Virgen de Itatí de la villa cercana a la calle Varela. Es decir, fue un big party del izquierdismo vernáculo
Jorge Vernazza
Se ordenó sacerdote en la Arquidiócesis de Buenos Aires y fue Vicerrector del Seminario de dicha Arquidiócesis. Formó parte del «Equipo de sacerdotes para Villas de emergencia de la Capital Federal». Es decir, el comando Che Guevara. En 1968 comenzó su actividad en la Villa del Bajo Flores, un asentamiento en la zona sur de la ciudad de Buenos Aires. Décadas después, en una entrevista radial, el papa Francisco expresó su aprobación por la tarea de los llamados «curas villeros», como Rodolfo Ricciardelli, Jorge Vernazza y Carlos Mugica.
El kamarada Jorge Vernazza afirmaba que el trabajo de los curas villeros se realizaba en tres niveles: lo religioso, lo asistencial y promocional y lo «revolucionario». En este punto afirmaba que «los sacerdotes eran conscientes de que el problema de las villas tenía causas estructurales, y no podría ser definitivamente resuelto hasta que no se produjera un cambio social».
Vernazza dijo: «Fui a la villa simplemente llevado por la orientación de la Iglesia, sobre todo la Populorum Progressio que decía que en este recodo de la historia tenemos que reconocer que existe una forma de desarrollo que culmina en Dios. Por eso había que acercarse a los pobres», se le olvidó agregar y en Karl Marx.
Miguel Esteban Hesayne, conocido como el Turco, en tiempos del Concilio Vaticano II estudió teología pastoral en la Universidad de Lille, Francia, y de eclesiología con el teólogo modernista Yves Congar en París. Como Obispo de Azul fue uno de los firmantes del manifiesto de los18 obispos del Tercer Mundo. Amigo personal del Obispo marxista Angelelli,
El Turco Hesayne insistía en que la iglesia debía meterse en política para defender el derecho de los pobres, léase, de los izquierdistas.
Alberto Carbone: partícipe del secuestro y asesinato del Teniente General Pedro E. Aramburu. De este marxista hablaremos más adelante. Juan García Elorrio: Fundador de la revista «Cristianismo y Revolución», difusora de ideas revolucionarias de izquierda. Antonio Puigjané: un fraile marxista, integrante del grupo subversivo Movimiento «Todos por la Patria» que realizó el ataque al Cuartel del regimiento de La Tablada, durante la presidencia del Dr. Raúl Alfonsín.
Rubén Dri: fue cuadro del ejército montonero, propulsor del aniquilamiento del enemigo, tal como lo proponía en la revista «Enlace». Jorge Adur: auto declarado «Capellán» del ejército Montonero. Rafael Yacuzzi: auto declarado «Capellán» de los Montoneros. Delegado en Ginebra (Suiza) ante organismos de Derechos Humanos.
Elías Musse, Domingo Antonio Bresci, Luis Farinello, Pablo Tissera, Fernando Boaso, Carlos Aguirre, Aldo Büntig, José Sierra, alias «Pepe», Osvaldo Musto, hasta diciembre de 1968, Vicente Reale, Oscar Bracelis, Rolando Concatti, Edgar Taricco, Miguel Pérez Burgoa, Agustín Totera, Carlos Pujol.
En el momento de mayor dimensión, el movimiento de sacerdotes izquierdistas contó con 524 integrantes. Tras la muerte de Perón y el ascenso de José López Rega, un ferviente anticomunista la represión de estos grupos fue como Dios manda. El grupo perdió capacidad de acción y acabó por disolverse unos años más tarde. Aunque algunos de sus miembros dejaron el sacerdocio, especialmente para contraer matrimonio, la mayoría permaneció en el mismo, un estudio del año 1988 indicaba que un 67% conservaba aún su estado clerical. Veinte sacerdotes integrantes del MSTM fueron asesinados.
El movimiento de curas villeros subsistió y fue reconocido en 2009 con la creación de una Vicaría especial en el arzobispado de Buenos Aires. En la actualidad, el Padre Pepe, tal vez sea uno de los referentes con mayor difusión. Como en épocas anteriores, donde los «curitas» como se le llama afectuosamente a esta manga de impresentables, eran perseguidos por el gobierno militar y en algunos casos asesinados, por estar estrechamente vinculados al ERP y a Montoneros.
En la actualidad son perseguidos por los narcotraficantes instalados en las villas, es el caso del padre «Pepe» que tuvo que desplazarse de su lugar donde estaba afincado para preservar su integridad física y la de la gente que lo acompañaba.
A su vez, el movimiento de «Curas en la Opción Preferencial por los Pobres» en la actualidad, continúa con esta el trabajo de adoctrinar a los fieles ignorantes o desprevenidos, desvirtuando la doctrina social de la Iglesia por una Justicia Social Socialista, uno de ellos es el español Francisco Olveira, alias «Paco», un marxista declarado, fans de Cristina Fernández de Kirchner.
En mayo de 1968, se realizó el Primer Encuentro Nacional, quienes remitieron una Carta al Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) reunido en Medellín (Colombia), en la que pedían «que no se condenara a la violencia revolucionaria». El 2º Encuentro, se realizó en Colonia Caroya (Córdoba) en 1969, pocos días antes del «Cordobazo», un acto guerrillero realizado por la izquierda, hecho que posteriormente fue ampliamente elogiado por estos sacerdotes, adoptando una actitud de violencia y desafío crítico a las jerarquías de la Iglesia.
Entre los principales clérigos activistas, además de los ya citados. podemos agregar a Ramón Dorrego, Arturo Paoli, Gilberto Rufenach, Marcelo Laffague, Fabricio Sigampa (luego Obispo), Arturo Pinto, Lucio Guzmán, y Jorge Danielau. Hubo varios obispos adhirieron a este movimiento, además de Devoto, el marxista elevado a los altares por Francisco Enrique Angelelli (Obispo de La Rioja), Jaime De Nevares (Obispo de Neuquén), Jorge Novak (Obispo de Quilmes) y Carlos María Caferatta (Obispo de San Luis).
En esa escalada este movimiento hizo una manifiesta identificación con el peronismo revolucionario y reivindicó la lucha armada como forma de revolución social, buscando una imagen de «Iglesia Revolucionaria» y un «Cristo Guerrillero», influyendo en sectores obreros y de colegios confesionales y consiguiendo que algunos jóvenes de estos sectores se incorporaran a las organizaciones subversivas, entre ellos estudiantes de clase media y alta de buen nivel económico.
Hasta 1970, la Iglesia tuvo una actitud cobarde más que tolerante con estos sacerdotes y hasta produjo tentativas de conciliación y aproximación de ideas con los mismos a través de Monseñor Aramburu, produciéndose entonces una reacción del clero argentino que denunció el contenido político, ideológico y apóstata del Movimiento de Sacerdotes del Tercer Mundo, destacándose en esta denuncia los Padres Julio Meinvielle y Leonardo Castellani y el Profesor Carlos Alberto Sacheri, éste último escribió un libro titulado «La Iglesia clandestina», y fue asesinado por el ERP en diciembre de 1974.
Para 1975 el movimiento se batió en retirada, pero, con el retorno de la democracia y con el papado de Francisco, un kamarada, ahora se esconden bajo el nombre de Curas en la Opción por los Pobres. Siguen predicando el marxismo con la anuencia de la iglesia oficial.
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La Teología del Pueblo es una corriente teológica-política, que nació en la Argentina tras el Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968) como rama autónoma de la Teología de la Liberación, y que, según varios autores, me incluyo entre ellos, ha influido fuertemente en el pensamiento del papa Francisco (ver «El ideario político y religioso el papa Francisco» en la revista El Catoblepas y en este sitio web) Entre los principales teólogos de Teología del Pueblo se destacan Alberto Methol Ferré, Lucio Gera, Rafael Tello, Justino O’Farrel, Juan Carlos Scannone y Carlos María Galli.
La Teología del Pueblo toma la «opción preferencial por los pobres» de la Teología de la Liberación, pero no se centraliza en la lucha de clases, sino en la dialéctica «pueblo» y «anti-pueblo», noción enseñada por el padre Lucio Gera para llamar a las oligarquías que no le interesa el Bien Común del pueblo y la nación, sino en sus privilegios, siendo responsables de situaciones de opresión y explotación.
Como corriente local de la Teología de la Liberación, heredera del peronismo, esta perspectiva entiende el pueblo como «lo concreto», es decir, el pueblo son los peronistas izquierdistas, plantea el método de la liberación como un método sapiencial, y el camino de la liberación lo ubica en la cultura popular, en lugar de la lucha de clases. Pura palabrería siguen siendo marxistas, otra gran diferencia con la Teología de la Liberación, es que aquella no habla del indigenismo.
La Teología del Pueblo, como parte de la nueva izquierda cultural lo exhibe como novedad. La teología del pueblo sostiene que, a partir de la globalización y la profundización de los procesos de exclusión, la «opción preferencial por los pobres» debe expresarse como «opción preferencial por los excluidos».
En octubre de 1958, fue nombrado papa, Juan XXIII, conocido como el «papa bueno», más buena que bueno, padre la Iglesia Moderna, nacida con el Concilio Vaticano II. Como no sabía quién sería el vencedor de la Guerra Fría y él pensaba que podría ser la Unión Soviética, realiza el pacto de Metz, y se compromete a no condenar al comunismo.
Para esto publicó dos encíclicas, Mater et Magistra y Pacem in Terris, ambas cartas muy criticadas por la ambigüedad y orientación de sus textos. En enero de 1959, se anunció la convocatoria a un Concilio Vaticano. Luego, en octubre de 1962, iniciaba el primero de los cuatro periodos de reuniones en los que se iba a desarrollar. Más de 2500 padres Conciliares deliberaron entre 1962 y 1965.
El 21 de junio de 1963, debido a la muerte de Juan XXIII, se elige papa al Cardenal Giovanni Montini, (llamado Pablo VI), quien continuará con las reformas de su predecesor. Entre las principales, se encontraban el rito de la misa y el empleo de las lenguas vernáculas (el latín era despojado de su lugar). La iglesia, de motu proprio, deja de tener el monopolio de la fe para pasar a ser un patrimonio de la conciencia.
El 26 de marzo de 1967 con el fin de promover el desarrollo de los pueblos, publica la encíclica Populorum Progressio, que generó gran impacto, especialmente en los países del Tercer Mundo de Iberoamérica, criticando las consecuencias del sistema capitalista, es decir, el fundamento intelectual para el marxismo. Es evidente la extorsión que ejercieron los soviéticos con ambos papas, pues sus servicios de inteligencia, como la de los países occidentales conocían la condición sexual de ambos pontífices. Así surgen dos conceptos fundamentales que luego tomará el MSTM: violencia revolucionaria y violencia institucionalizada para referirse a las reacciones violentas como respuesta a situaciones de injusticia y opresión a la que se sometía a gran parte de la población, según ellos.
El 15 de agosto de 1967, el obispo brasileño marxista Helder Câmara lideró un grupo de 18 obispos de Iberoamérica, Asia y África que redactó un manifiesto el «Pacto de las Catacumbas», movimiento paralelo y por fuera del Concilio Vaticano II para apoyar el «llamado angustioso del papa Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio, en el que se vinculaba la situación de pobreza y desamparo de los ciudadanos del Tercer Mundo con la explotación a la que el «imperialismo del dinero» de las corporaciones multinacionales los someten, con el aval de los gobiernos, y expresando el compromiso religioso con la superación de la misma.
Este documento es una toma de posición definitivamente en contra de «los opresores del mundo de los pobres», e invita a los cristianos a adherir a «otro sistema social menos alejado de la moral evangélica». Helder Câmara fue uno de los proponentes y signatarios del «Pacto de las Catacumbas», firmado por cerca de 40 padres conciliares el 16 de noviembre de 1965, después de celebrar juntos la Eucaristía en las Catacumbas de Domitila en Roma.
Por ese pacto se comprometieron a caminar con los pobres asumiendo un estilo de vida sencillo y renunciando a todo símbolo de poder. Y lo más importante que no dicen, al marxismo. El 15 de agosto de 1967 fue uno de los redactores y firmantes del Manifiesto de los 18 obispos, que apoyando el llamado de Pablo VI en la encíclica Populorum Progressio, toma posición contra los «opresores del mundo de los pobres», llama a sustituir el capitalismo y a promover un verdadero socialismo, sin colectivismo totalitario ni persecución religiosa.
Tanto el pacto como el manifiesto tuvieron fuerte influencia en el surgimiento de la Teología de la Liberación. Por otra parte, apoyó, impulsó y fortaleció las Comunidades de Base. Las Comunidades Eclesiales de Base, a lo que llaman, un nuevo modelo de «ser Iglesia», surgido en la década de 1960 y difundido posteriormente por Iberoamérica, de organización de grupos relativamente pequeños de personas que se reúnen para leer la Biblia y otros textos religiosos, reflexionar sobre los mismos y la realidad social y llevar adelante acciones caritativas y solidarias. Pero también formarse en marxismo. Uno de los principales teóricos del movimiento es el ex sacerdote brasileño Leonardo Boff.
Las CEBs vinculan el compromiso cristiano con la opción por los pobres, la lucha por la justicia social socialista y sus integrantes participan en la vida política asociadas a movimientos sociales y partidos políticos de izquierda. En el año 2000 existían cerca de 70.000 comunidades eclesiales de base en Brasil, fueron superados por los Evangelicos y otros grupos cristianos que odian el marxismo.
El papa Francisco escribió en 2013 que las Comunidades de base «aportan un nuevo fervor evangelizador y una capacidad de diálogo con el mundo que renuevan la Iglesia» y por lo mismo es necesario que «no pierdan el contacto con esta realidad tan rica de la parroquia del lugar, y que se integren gustosamente en la pastoral orgánica de la Iglesia particular». Francisco ha enviado mensajes a los 13° y 14º Encuentros intereclesiales de las Comunidades eclesiales de base, es parte de su agenda izquierdista.
El 21 de marzo de 2013, una semana después de ser designado papa, Francisco, tuvo un encuentro con el Premio Nobel de la Paz el argentino marxista Adolfo Pérez Esquivel, quien le entregó al papa una copia del Pacto de las Catacumbas por pedido del teólogo español de la liberación Pedro Casaldáliga (otro marxista), con el pedido de que le diga que «trate de escuchar, reflexionar y de llegar a un acuerdo, una reconciliación con los teólogos latinoamericanos». Según las declaraciones de Pérez Esquivel, Francisco no pareció conocer el documento.
Cuando recibió el documento, Francisco leyó la lista de quienes adhirieron Helder Câmara, Antonio Fragoso, Luigi Betazzi, Manuel Larraín, Leonidas Proaño, Vicente Zaspe y Sergio Méndez Arceo, entre otros, y exclamó «¡Uy, quiénes están aquí!». Obvio, todos zurdos ningún católico.
El primer encuentro del MSTM, realizado en mayo de 1968, contó con el aval tácito de los obispos Guillermo Bolatti, Enrique Angelelli, Alberto Devoto, Jerónimo Podestá, Jaime de Nevares, Adolfo Tortolo y Vicente Zaspe, aunque ninguno de ellos llegó a formar parte del movimiento. El MSTM envió una carta a los obispos reunidos en Medellín, que fue firmada por 400 sacerdotes argentinos y 500 más de otros países iberoamericanos.
Extraña la presencia de Bolatti en esa lista, el Obispo había participado de las cuatro sesiones del Concilio Vaticano II, entre 1962 y 1965. Su discurso más destacado, del 23 de octubre de 1964, se refirió al comunismo, al que calificó como «un peligro muy grande», y lo clasificó como una herejía, pidiendo que en los documentos conciliares se declarase al comunismo como «intrínsecamente contrario a la doctrina católica».
En octubre de 1968, treinta sacerdotes izquierdistas de la arquidiócesis se enfrentaron ruidosamente con el arzobispo, ocupando parroquias y enfrentando persecuciones y castigos por parte de las autoridades eclesiásticas y civiles. El conflicto se saldó en noviembre de 1969, cuando los treinta curas renunciaron a sus cargos y abandonaron la arquidiócesis.
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Junto con numerosos laicos, el MSTM se dedicó al trabajo social en zonas marginales, además de apoyar las reivindicaciones obreras. Intensificó su inserción a través de los gremios. El sacerdote no actuaba como asesor o acompañante de los dirigentes gremiales, se trataba de un encuentro concreto en los actos de protesta social y de organización barrial. La cercanía con los sindicatos aproximó a muchos de sus miembros al movimiento peronista.
El MSTM contó con expositores de su perspectiva teológica de opción por los pobres, como Rolando Concatti, y encontró un instrumento teórico para su trabajo pastoral con la publicación del libro Teología de la Liberación: Perspectivas de Gustavo Gutiérrez Merino, en 1971. La deriva teológica no tardó en recibir duras condenas del episcopado. Un comunicado del MSTM que abogaba por la socialización del poder económico, político y cultural y la supresión de la propiedad privada de los medios de producción, fue declarado por la jerarquía como contrario a la doctrina eclesiástica, lo cual no impidió que monseñor Eduardo Pironio, otro cardenal que no salió del closet, dijera el 20 de febrero de 1972 que «el Movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo es sin duda un movimiento religioso, con una admirable disposición de entrega, es también una lección de compromiso, y en muchos casos, de heroísmo».
El «Boletín Enlace», fue el órgano de comunicación oficial del MSTM. Se publicaron 28 números entre septiembre de 1968 y mayo de 1973, coincidiendo de modo general con la trayectoria del MSTM. Sirvió a la comunicación interna de los adherentes al MSTM, y tuvo circulación nacional. Sus directores fueron los sacerdotes Alberto Carbone (Buenos Aires 1968-1970), Miguel Ramondetti (Goya, 1970-1973) y Osvaldo Catena (Santa Fe, 1973).
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Si bien es cierto que el Movimiento se basaba en las ideas de Pierre Teilhard de Chardin y en la doctrina del compromiso con el mundo de Emmanuel Mounier, Yves Congar, Michel Quoist, así como los escritos de Gustavo Gutiérrez y otros teólogos fundantes de la Teología de la Liberación, que rechazaban la lucha armada.
Sin embargo, no rechazaban la lucha armada y el uso de la violencia, ni la influencia del marxismo, la Resistencia Peronista, el auge de los movimientos guerrilleros luego de la revolución cubana, entre ellos Montoneros y otras organizaciones armadas en Argentina, así como los escritos y lucha del sacerdote guerrillero colombiano Camilo Torres Restrepo, que influyeron en el movimiento, que desarrollaron una justificación teológica de la violencia revolucionaria, vinculándola al tradicional derecho de resistencia contra la opresión.
Estas diferencias llevaron a una fuerte ruptura en el encuentro de 1973, aunque la acción individual de los sacerdotes no disminuyó, dejaron de presentar un frente organizado. Algunos sacerdotes tercermundistas dejaron la sotana por aquellos años para sumarse a la guerrilla, mientras que otros representantes del movimiento como el padre Carlos Mugica y el padre Carbone, asesor nacional de la JEC continuaron con su rechazo a la lucha armada, diferenciando el MSTM de las guerrillas.
Pero el cura Carbone participó del secuestro y posterior ajusticiamiento de Aramburu. En 1968 el cura Carlos Mugica encabezó una corriente dentro del MSTM, de sacerdotes que decidieron vivir y comprometerse con las necesidades de las poblaciones de las villas miseria, conocida como curas villeros. Es decir, curas izquierdistas, por otro lado, nunca se dice que el cura Carlos Mugica jamás renegó de la ideología izquierdista.
Otras diferencias fue la posición política, incluso dentro del mismo peronismo. La línea más próxima a la cúpula sindical promovía una concepción relativamente verticalista, mientras que las posiciones del interior abogaban por una estructura más descentralizada. Finalmente, algunos peronistas rechazaban de plano el marxismo, mientras que otros lo consideraban un método adecuado de análisis social. La cuestión del celibato obligatorio y la pertenencia al MSTM de sacerdotes casados, también generó diferencias internas en el MSTM, que debatieron el tema en el encuentro de 1973.
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El sacerdote jesuita Pierre Teilhard de Chardin, fue un paleontólogo y filósofo francés que aportó una visión muy particular de la evolución. Dicha concepción, considerada ortogenista y finalista, equidistante en la pugna entre la ortodoxia religiosa y científica, propició que fuese atacado por la una e ignorado por la otra. Fue autor de varios libros teológicos y filosóficos de gran influencia. Teilhard de Chardin participó en el descubrimiento del Hombre de Pekín. Suyos son los conceptos Noosfera (que toma prestado de Vernadski) y Punto Omega.
En 1962, la Congregación para la Doctrina de la Fe condenó varias obras de Teilhard por sus supuestas ambigüedades y errores doctrinales. Desde entonces, algunas figuras católicas eminentes, como el papa Benedicto XVI y el menos eminente papa Francisco, han hecho comentarios positivos sobre algunas de sus ideas. La respuesta a sus escritos por parte de los científicos ha sido mayoritariamente crítica.
En 1958, Teilhard ya había muerto, el padre Janssens informó a la Compañía de Jesús, que un decreto del Santo Oficio, dirigido por el cardenal Ottaviani, requirió a las congregaciones retirar de todas las bibliotecas las obras de Teilhard. El documento dice que los textos del jesuita «representan ambigüedades e incluso errores tan graves que ofenden a la doctrina católica» por lo que «alerta al clero para defender los espíritus, en particular los de los jóvenes, de los peligros de las obras de P. Teilhard de Chardin y sus discípulos».
El padre Leonardo Castellani S. J. enumera en los siguientes puntos las fallas de su pensamiento desde una perspectiva católica:
—El transformismo darwiniano dado como verdad cierta. La negación de la parusía o Segunda Venida de Cristo tal como la entiende la Iglesia. La negación de la redención por la obra personal de Cristo. La negación del pecado original, a la manera de Pelagio. Monismo materialista evolucionista parecido al de Spencer y Haeckel. Panteísmo sutil a la manera de Bergson. Interpretación modernista de todos los sacramentos, empezando por la eucaristía, a la manera de Guenther. Negación del fin primario del matrimonio y constitución del fin primario del matrimonio en la «ayuda espiritual mutua de los esposos». Aprobación de los medios contraconceptivos en el matrimonio, a la manera de Malthus. Negativa implícita de la autoridad de la Iglesia para definir, a la manera de Loisy, Tyrrel y otros. —
El papa Paulo VI en un discurso sobre la relación entre fe y ciencia se refiere a Teilhard como un científico que acaba de estudiar este asunto y pudo «encontrar el espíritu», de manera que su explicación del universo manifiesta «la presencia de Dios en el universo en el principio inteligente y Creador». Ya en 1987 el teólogo y cardenal Ratzinger, luego papa Benedicto XVI, en sus Principios de teología católica admitió que uno de los principales documentos del Concilio Vaticano II, Gaudium et Spes fue permeado por el pensamiento del jesuita francés.
De acuerdo con el científico Daniel Dennett, «se ha puesto de manifiesto al punto de la unanimidad entre los científicos que Teilhard no ofreció nada serio como una alternativa a la ortodoxia, las ideas que eran peculiarmente suyas se confundieron, y el resto fue simplemente redescripción grandilocuente de la ortodoxia». De modo similar, Steven Rose escribió que «Teilhard es reverenciado como un místico de genio por algunos, pero entre la mayoría de los biólogos se ve como poco más que un charlatán».
En 1961, el premio Nobel Peter Medawar, un inmunólogo británico, escribió una crítica despectiva de El Fenómeno Humano para la revista Mind: «La mayor parte de ella, voy a mostrar, es un disparate, engañado con una variedad de conceptos metafísicos, y su autor puede ser excusado de la deshonestidad sólo bajo el pretexto de que antes de engañar a otros, se ha esforzado mucho para engañarse a sí mismo».
El biólogo evolutivo Richard Dawkins llamó a la revisión de Medawar «devastadora» y El Fenómeno Humano «la quintaesencia de la mala ciencia poética».
Michel Quoist, fue sacerdote, teólogo, sociólogo y escritor, francés. De origen obrero y ordenado sacerdote en 1947, Michel Quoist gustaba de presentar el cristianismo como parte de la realidad cotidiana y no bajo las formas de piedad tradicional. A través de sus libros de espiritualidad contemporánea inspiró a millones de cristianos en todo el mundo, particularmente a aquellos que, tanto antes como inmediatamente después del Concilio Vaticano II, buscaron relacionar su fe de una manera directa con la vida cotidiana.
Es uno de los llamados «teólogos del compromiso cristiano en el mundo», fue a través de su participación en el Juventud Obrera Cristiana (conocido con la sigla JOC, un movimiento dirigido a la clase de jóvenes trabajadores), que su fe se hizo real. También mantuvo vínculos estrechos con Henri Grouès, más conocido como el Abbé Pierre, un monje que había lanzado su famoso llamamiento a favor de las personas sin techo en París en el crudo invierno de 1954, cuando la gente indigente moría de frío en las calles.
Un segundo interés que ocupaba gran parte de su energía era la Iglesia en América Latina, el continente con mayor número de católicos y con grave escasez de clero en esos años. Entre aquellos en quienes influyó Michel Quoist se encuentra el joven sacerdote argentino Carlos Mugica, asesinado en 1974.
Emmanuel Mounier, fue un filósofo francés atento sobre todo a la problemática social y política. Fundador del personalismo comunitario y de la revista Esprit. Terminado su bachillerato en Grenoble, se marcha a París a estudiar medicina, por iniciativa de sus padres. Después de dos años, abandona la carrera para seguir su vocación auténtica de filósofo. Su maestro primordial fue el pensador católico Jacques Chevalier. Como influencia decisiva cuenta Péguy y figuran como entrañables amigos Georges Barthélemy, Jean Guitton y Maritain.
Para realizar una acción intelectual de la máxima eficacia, se propone crear una revista de largo alcance. En 1930 tiene en la mente el título de «Matiere», pero se decide por «Esprit». El primer número de «Esprit» se publica en octubre de 1932. Recibe muchas críticas porque su postura responde claramente al progresismo cristiano, que suscita oposiciones. En su causa militan pensadores de distinta ideología: Izard, Déléage, Jean Lacroix, Berdiaeff, etc. Maritain y François Mauriac se distancian de ella.
Como era de esperar el arzobispo de París exige un informe sobre el contenido de la revista. En 1936 se habla de una condena de Roma, pero ésta no se produce. Se había casado en 1938. El régimen de Vichy le prohíbe publicar la revista el 25 de agosto de 1941. Es encarcelado el 21 de enero de 1942; consigue la libertad provisional, el 21 de febrero; de julio a octubre, de nuevo en prisión. Tras una huelga de hambre se celebró el proceso contra él del 19 al 26 de octubre, en el que fue absuelto. En diciembre de 1945 reanuda una nueva etapa de «Esprit». Su muerte fue debida a una crisis cardiaca, a los 44 años de edad.
Yves Marie-Joseph Congar
Fue un fraile dominico y teólogo católico francés, eso de católico tiene reservas, de facto fue protestante. Inicialmente cuestionado por la Santa Sede fue uno de los artífices intelectuales del Concilio Vaticano II. Fue creado cardenal en 1994 por Juan Pablo II. Fue discípulo del filósofo del personalismo Jacques Maritain. Entró en la Orden Dominica en 1925. En la Segunda Guerra Mundial fue hecho prisionero durante cinco años en un campo de concentración nazi.
Su libro Verdadera y falsa reforma en la Iglesia fue objeto de duras censuras. Su apoyo a los curas obreros y su solidaridad con la causa de la justicia social socialista no hizo más que complicar su situación. Durante 10 años es apartado de la enseñanza, sancionado, marginado de toda actividad pública y tiene que exiliarse en Jerusalén. Fue un pionero del ecumenismo, sobre todo con su obra «Cristianos desunidos».
Sorpresivamente para algunos, el papa Juan XXIII le encomendará trabajar en los documentos más importantes del Concilio Vaticano II, junto a otros teólogos en aquel momento considerados avanzados o progres Henri de Lubac, o Joseph Ratzinger, entonces un ferviente progre, luego se arrepentiría públicamente de ese pasado, pero el daño ya estuvo hecho. Y ni que hablar de los heterodoxos que participaron en el mismo trabajo como Karl Rahner, Edward Schillebeeckx o Hans Küng.
A Yves Congar como a todo izquierdista le preocupaba el papel de la jerarquía en la Iglesia y no se ahorra en sus críticas. Los obispos, para Congar, están encorvados absolutamente en la pasividad y el servilismo a Roma. Defiende, frente a ello, un concepto de obediencia que nada tiene que ver con el simplismo insincero autoridad-súbdito. Falleció el 22 de junio de 1995.
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Con el tiempo algunos sacerdotes van a negar su pertenencia al Movimiento de Sacerdotes par el Tercer Mundo. Es el caso de Lucio Gera y Rafael Tello. En unos cursos sobre teología la Universidad Católica Argentina, uno de los maestros recordó que el padre Rafael Tello decía que nunca había firmado ningún documento del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, valiéndose de este hecho como argumento de su no pertenencia al mismo.
Lo mismo sucede con Lucio Gera, en numerosos escritos en homenaje a Lucio Gera omiten o silencian dicha pertenencia, hay testimonios de personas que fueron receptores del propio Lucio Gera, que él nunca había adherido formalmente al Movimiento. Pruebas que dan por tierra las negativas de Tello y Gera sobran.
Hace 53 años pasaron del encuentro entre los curas izquierdistas del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo y el líder justicialista Juan Domingo Perón. Una reunión donde hablaron sobre la sociedad, la política y el papel de la iglesia, la izquierdista, obvio. Lo que la prensa del momento llamó: «El sermón de Vicente López». El general Perón recibió en su casa de la calle Gaspar Campos, en Vicente López, a 60 curas del (MSTM), un movimiento que habían manifestado su apoyo público al peronismo.
Estos curas se manejaban con autonomía ante la jerarquía eclesiástica que actuaban de manera pusilánime ante estos curas marxistas. La iglesia había contribuido, entre otras razones, al golpe militar que decretó la caída de Perón en 1955, que un sector de sus sacerdotes se encontrase con Perón, era muy significativo. El texto completo del encuentro fue publicado por la revista Así, un pasquín que destilaba sangre, el 12 de diciembre de 1972, bajo el título: «El sermón de Vicente López». Allí se transcribe de forma casi textual todo el encuentro entre Perón y los curas.
«En realidad fue una larga clase de Perón en la que expuso su visión sobre el mundo, la situación política internacional y sus postulados generales en el regreso al país, y sobre la tarea de los sacerdotes en ese momento», dijo Domingo Bresci, uno de los curas presentes en la casa de Vicente López.
El propio Domingo Bresci dijo que la relación entre Perón y los curas del MSTM databa de mucho antes del regreso del líder al país. «Carlos Mugica el cura villero asesinado el 11 de mayo de 1974 en una parroquia porteña, había visitado a Perón en Puerta de Hierro (Madrid) en el segundo semestre de 1968 mientras estaba realizando estudios en París. Ese es el primer contacto y Carlos es el primer cura del movimiento que dialoga con Perón. No hay constancia de lo que se habló en esa reunión».
En marzo de 1969 desde su exilio madrileño Juan Perón dirige una carta al MSTM. Allí el líder sostiene que «nos sentimos alentados y reforzados con la grata compañía de los sacerdotes del Tercer Mundo en nuestra lucha y sabemos que, con sus virtudes y sus valores morales, el aporte será valioso». Y agregaba que: «la obra de los sacerdotes puede ser extraordinaria dentro y fuera de las filas del Movimiento Nacional Justicialista tanto en la persuasión de la verdad como en la formación espiritual necesaria para imponerla».
En el momento del intercambio epistolar, los curas estaban ya participando en las actividades políticas, marchas y manifestaciones, que promovían el regreso de Perón bajo el clásico lema «Luche y vuelve». Según Domingo Bresci el contacto entre los curas y Perón era Antonio Cafiero, y que fue gracias a la gestión del chupacirios de Cafiero, que algunos curas formaran parte de la comitiva que acompañó a Perón en el vuelo chárter que lo traería de regreso a la Argentina en 1973.
«Los elegidos fueron Carlos Mugica y Jorge Vernazza. Antes de partir desde Roma Mugica celebró una misa en la basílica de San Pedro, con parte de la comitiva». Previo al retorno Perón intentó sin éxito ver al Papa Paulo VI, pero sí estuvo con el entonces Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal italiano Agostino Casaroli, quien, le habló muy positivamente del MSTM.
En una entrevista periodística en la que le preguntaron a Mugica sobre los motivos que llevaron a los curas a acompañar a Perón en su regreso, Carlos Mugica afirmó que «decidimos viajar luego de hacer muchas consultas con sacerdotes de distintas tendencias, por el hecho de que sentimos que teníamos que estar presentes, precisamente, porque somos sacerdotes, porque no se trataba simplemente de un hecho político sino de un hecho histórico que trasciende ampliamente lo político y que se puso en evidencia por la representación de las personas que viajaron, que era multiforme, que respondía a distintos sectores del quehacer nacional».
Instalado Perón en Argentina y ocurridos los trágicos episodios de Ezeiza a su llegada, los sacerdotes del MSTM siguieron estrechamente ligados a él y al justicialismo, no es de extrañar que hayan actuado junto a las columnas izquierdistas que fueron vapuleados por la derecha peronista.
El 4 de diciembre de 1972 y poco antes del encuentro de Vicente López, los curas reunidos en Santa Fe emitieron una declaración en la que afirman que el regreso de Perón al país tras 18 años de exilio «es el hecho político más significativo de los últimos tiempos», es «un hecho de justicia», es sentido como «un triunfo popular» y «crea nobles expectativas y renueva la esperanza de que el Pueblo conquiste definitivamente el poder y pueda así construir su propio destino».
Lo único que faltaba era cantar «Perón, Evita, la patria socialista».
Pero en el mismo texto y junto a otras consideraciones políticas, los curas afirmaron que «debe quedar bien claro, a través de los hechos concretos, que Perón ha vuelto al país no para realizar cualquier tipo de pacificación, sino para lograr la unión del Pueblo trabajador y explotado contra sus opresores, única forma de suprimir las diferencias que impiden la verdadera paz».
Remata el documento de los izquierdosos afirmando que la presencia del líder «será válida y eficaz en la medida en que contribuya a cuestionar las bases mismas del sistema imperial–capitalista que lo oprime» y en esa misma medida «contribuirá a la construcción de la Patria Socialista, único camino para la liberación y para la auténtica pacificación nacional».
En el encuentro de Vicente López los curas izquierdistas le dieron explícitamente su apoyo a Juan Perón. Domingo Bresci fue en ese momento el vocero y comenzó el intercambio diciendo: «General, en nombre de todos los sacerdotes, le queremos agradecer muchísimo la deferencia que tuvo al atendernos. Además, queremos darle nuestra adhesión y nuestro cariño».
El kamarada Domingo Bresci piensa que la reunión de Vicente López «fue la culminación de un acercamiento del MSTM al peronismo, después de debates internos, dentro de los cuales fue muy importante el encuentro nacional de Santa Fe (1972) donde el tema central fue peronismo y socialismo». Y respecto del reconocimiento de la figura de Perón, el sacerdote que hoy forma parte de los «Curas de Opción por los Pobres (izquierdistas) (COPP), sintetiza que:
«dentro del movimiento había tres corrientes. Una que podríamos llamar ‘movimientista’: peronismo con Perón. Una segunda alternativa que se denominaba ‘independiente’ o ‘peronismo de base’, que era peronismo sin Perón. Y una tercera, llamémosla de izquierda, integrada por algunos curas simplemente no peronistas y otros directamente antiperonistas». Los debates internos, dice Bresci, permitieron advertir que «la mayoría de los curas que representaban a Capital y Gran Buenos Aires, y Santa Fe, que eran núcleos fundamentales, estaban a favor de una postura movimientista. Algunos grupos de Córdoba y de Resistencia adherían a la segunda posición y otros grupos de Córdoba, del Litoral y del Sur cuestionaban tanto la figura de Perón como su propuesta política».
Todas estas supuestas líneas eran opciones falsas, en realidad, todos esos curas eran izquierdistas, con Perón, sin Perón. Domingo Bresci lo dirá, tal vez, sin proponérselo:
«Nuestra síntesis la recuerdo ahora mismo casi de memoria: la mayoría del pueblo en la Argentina expresa su carácter revolucionario a través del peronismo, al cual se suman otros sectores que representan intereses populares. Nosotros, como curas, adherimos al peronismo. Algunos se ajustaban a la definición que Perón hacía del socialismo: ‘el socialismo en la Argentina es el justicialismo’. Pero nosotros en los documentos hablábamos de socializar los bienes materiales, culturales y políticos. Y, en algún momento, también de la socialización absoluta de los medios de producción».
¿Acaso es liberal libertario? «socializar los medios de producción», vaya, el curita Bresci estaba a la izquierda de Marx y Lenin.
¿Y cómo era entonces la relación del MSTM con la jerarquía, con la institucionalidad eclesiástica?, le preguntan al ex cura Domingo Bresci. «Nosotros éramos una iglesia autónoma e independiente. No paralela», afirma con rapidez y convicción salvando la diferencia entre una y otra actitud. «No le preguntábamos a ningún obispo lo que teníamos que hacer y, en general y salvo conflictos en algunas diócesis, los obispos nos reconocían. Sentimos que representábamos legítimamente a un sector de la Iglesia que brotaba de Medellín y de San Miguel».
Recuerda que cuando el arzobispo Adolfo Servando Tortolo intentó condenar a los curas, apelando incluso al Vaticano, no encontró eco en Roma ni entre sus pares argentinos. «Le ganamos la batalla doctrinal al conservadurismo eclesiástico» sostiene el kamarada Domingo Bresci.
12 de enero de 2024.